Nota
De acá a la China: la Marcha Federal
La locutora del acto calculó 200 mil. Un policía sumó 100 mil y aseguró a lavaca que en la fuerza estimaban que 300 mil personas circularon por los alrededores de la Plaza de Mayo, desde temprano en la madrugada hasta que cayó la noche. La Marcha Federal organizada por ambas CTA y diversos movimientos sociales arrancó el miércoles desde diversas provincias del país, y culminó este viernes en la Plaza de Mayo en consonancia con el viaje presidencial a China.
De los discursos se desprendieron dos novedades: la creciente intención de reunificar a la Central de Trabajadores Argentinos (posibilidad que habrá que atribuirle a la gestión de Cambiemos) y lo que llamaron “cuenta regresiva” hacia un posible paro nacional, que esperan poder convocar junto a la ahora unificada CGT, propuesta coreada por la multitud que debe haberse escuchado incluso en los hoteles de Beijing.
El acto fue la etapa porteña de una movilización que comenzó en ciudades patagónicas como Comodoro Rivadavia y Esquel en Chubut, y columnas que partieron desde Jujuy, Misiones, y Mendoza, confluyendo hacia Buenos Aires, memoria de la Marcha similar que en 1994 organizó la entonces única CTA contra las políticas de ajuste, privatización y extranjerización desplegadas por el gobierno menemista.
Las consignas del #YoMarcho marcaron, desde las redes a las calles, una heterogeneidad de reclamos que los organizadores debieron unificar: “Contra el tarifazo, los despidos y el ajuste”. En las pancartas se sumaban nuevos planteos bajo el mismo hashtag, como “#YoMarcho por los 30 mil”, entre infinitos carteles o esténciles que dejaron el rastro a lo largo de la Avenida de Mayo. De color rosa de La Colectiva Lohana Berkins planteaba: “Cupo laboral trans ya!”. Hubo reclamos más universales sobre salud, educación y trabajo; y otros más puntuales, según señalaba el cartel escrito a mano de un hombre con su hija: “No al voto – robo electrónico”.
Los oradores principales fueron Pablo Micheli (CTA Autónoma) y Hugo Yasky (CTA de los trabajadores). Micheli se aseguró títulos mediáticos: «No queremos ningún ajuste, ni violento, ni gradual, ajuste las pelotas». Agregó: “Si no nos escuchan, va a haber paro nacional más temprano que tarde», oración que deja abierta la puerta a una respuesta del gobierno. Yasky llamó a reabrir las paritarias para discutir salarios (aunque suele quedar relegado en estos encuentros el tema de los trabajadores no sindicalizados) y luego ironizó: «Intentaron ocultarnos. Ni siquiera decían que esto era una marcha, decían que era una congestión de tránsito. Pero bueno, bienvenido. Va a haber muchas congestiones de tránsito más, entonces. Y cada vez más grandes». Anunció la “cuenta regresiva” hacia un paro nacional y llamó a la unidad de ambas CTA.
Diversidad y huevos fritos
«Más allá de las posturas peronistas, socialistas, de izquierda, de centro, hoy estamos todos”, asegura Juan Sebastián, 26 años. “Estoy acá por la diversidad y porque es una marcha federal que no está bajo ningún nombre y en la que converge lo que necesitamos: la unión de los trabajadores”.
Juan Sebastián llegó acompañado de amigos y luego se cortó solo para poder ver mejor el escenario. Parado de brazos cruzados a un costado de la plaza, en medio de la presencia récord de puestos de hamburguesas con huevo frito, explica: “Estoy acá por los despedidos, por los precarizados, por todos los males que hay en lo social y lo cultural como consecuencia de los males económicos”.
¿A qué se refiere? A los jóvenes como él. “Yo alquilo en la ciudad de Buenos Aires, soy estudiante y trabajador precarizado. Mi sueldo es menor al salario mínimo; desde esa base, ya estoy en menos. Me aumentó la luz, el gas, el transporte. En el instituto terciario de especialización profesional en el que estudio la cuota se fue al doble. O sea que me pegaron por todos lados. Las expensas me aumentaron, el ABL me aumentó, la comida, … así que imaginate. Gracias a Dios soy de clase media, tengo la posibilidad de sobrellevar todas esas trabas, pero estoy acá por la gente que no puede pasar esos golpes al bolsillo”.
Parado en 9 de Julio y Avenida de Mayo, antes de llegar a la Plaza Ramón Arias se apoya en un semáforo. Correntino residente en Merlo, provincia de Buenos Aires, cuenta que su cooperativa llenó tres micros. “Trabajábamos con Luis D´Elia cuando estaba en el gobierno”. Dice que ahora sólo cobra los 3.100 del programa Trabajo Autogestionado: “Yo no me caliento, soy solo. Pero la peor parte se la llevan las mujeres con hijos”, y señala a sus compañeras con los chicos correteando por ahí. Remata: “No te dejan vivir”.
Otra JP
Norma y José tienen sesenta y pico y llevan un cartel de Milagro Sala. Dicen que son de la JP redefinida así: “jubilados y peronistas”. Norma, se jubiló como ama de casa y recibe la mínima. “No alcanza pa´mierda” grafica. Su compañero sostiene que, una cuadra antes, mantuvo una charla poco amable con la columna de un partido de izquierda: “Les dije que se equivocaron siempre. Estos partidos no agrupan, desunen. Son muy sectarios”, asegura el hombre, con un libro de Paco Urondo en la mano. ¿Se pusieron de acuerdo en algo? “Que lo que está en la casa Rosada es lo peor”. Cta un pasaje que cree que supo unir al poeta y a Perón: “La única verdad es la realidad”.
En la columna cuestionada, el corto descargo de un militante: “El espanto va a lograr lo que no logró la política”.
Griselda, de San Isidro, en sus coquetos sesentas, tiene un cartel colgando que revela: “El trabajo es dignidad”. Es médica veterinaria y dice a lavaca: “Siempre vengo a todas las marchas y a todo lo que sean procesos de liberación nacional y popular. Pero la situación es caótica. No sólo en Argentina sino lo que está pasando en Brasil, en Venezuela, ahora la derecha está en Ecuador. A Evo no sé cuándo lo van a tocar. Es todo uno, esto es un plan, es el mismo Plan Cóndor que ahora no lo hacen con los milicos porque le queda mucho más fácil hacerlo con los medios de comunicación y el Poder Judicial”.
Negacionismo
Una caravana de referentes de la cultura avanza con carteles que dicen todo: “Cultura libre de negacionismo”. La referencia es a la intención sistemática de negar o distorsionar lo ocurrido durante la dictadura. El caso emblemático: el ex ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, sumado a las declaraciones más recientes del propio Presidente.
Frente a la caravana marcha la actriz Cristina Banegas: “Estamos todos muy alarmados con lo que está sucediendo ante el desmantelamiento de todo el aparato cultural. Hay que salir a la calle”. ¿Qué significan los carteles? Banegas: “Son 30 mil”.
Javier, del Programa de Coros y Orquestas: “Hace más de 6 meses que estamos sin cobrar. Representamos a los docentes de la provincia de Buenos Aires, pero la lucha es a nivel nacional. La actividad está cayendo, el Programa sólo se está sosteniendo con el empuje de los docentes que van a dar clases y a luchar. Es crítico el estado de abandono”.
Dos maestras autoconvocadas y apuradas de delantal blanco contestan: “Marchamos por la reapertura de paritarias”. La otra corrige: “No sólo por eso, marchamos en defensa de la educación pública”. Si bien no se casan con ninguno de los sindicatos, dicen que acompañan los reclamos de todos. Uno de ellos, SADOP, inundó de volantes la Avenida de Mayo, joya para los cartoneros que aprovechaban para llenar sus carros.
María Rosa Flegenal está parada a un costado, sobre Diagonal Sur, descansando un poco de tanto caminar. Viene de Florencio Varela, sur del conurbano bonaerense: “Para que seamos muchos y cada vez más en contra de toda esta bestialidad” ¿Cómo se describe la situación actual? “El Gobierno no se está equivocando. Está cumpliendo con lo que vino a hacer, para que seamos muchos los desocupados, para que si cobrabas 10 mil y ahora te ofrecen 7 mil lo termines agarrando igual por miedo. Y de acá a unos meses va a ser peor, con tal de tener trabajo cualquiera va a agarrar cualquier cosa por monedas”.
María sorprende con un dato: cuenta que también participó de la Marcha Federal de 1994. “Creo que tenemos más clara la cabeza, más conciencia de lo que son nuestros derechos. Yo ya tengo mis años, y cuando participé en el 94 trabajaba en la provincia de Buenos Aires como auxiliar docente. Aquella marcha costó mucho más, nos llevó años tomar conciencia. Hoy la gente está mucho más madura. En ese momento no estábamos preparados para salir a la calle, hoy la cosa viene rapidito, y así de rapidito el gobierno tiene que hacer los deberes, porque si no el pueblo le va a pasar por arriba”.
María piensa lo que acaba de decir y concluye: “Lástima que se fue a China”.
Carlos vende garrapiñadas en diagonal a la Catedral. Trabaja junto a su socio: un vendedor de choripanes y hamburguesas. ¿Cómo se ve todo desde esa sociedad comercial? “Está muy bien la marcha. Macri se tiene que ir. Yo trabajaba en el Hospital Italiano vendiendo: nos rajaron a todos. Antes, cuando él estaba en la Ciudad, nos sacaba guita con la policía todos los viernes. Ahora que es Presidente, nos corrió a todos”.
Moustafá, senegalés, pasa vendiendo palitos para selfies. Pero el que pregunta es él: ¿Por qué es esta marcha? Escucha atento la respuesta.
Y pregunta: “Y Macri, ¿qué quiere?”. La respuesta a Moustafá tal vez se conozca en los próximos meses.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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