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La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

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La Marcha Nacional Universitaria inundó literalmente el centro porteño en una masiva y conmovedora movilización que bajo la lluvia defendió a la Universidad pública en medio de un conflicto que lleva cuatro semanas de tomas, asambleas y clases públicas en las 57 universidades de todo el país. El rol de los jóvenes, la notable presencia de las mujeres. Los recortes en cifras, presupuestos e investigaciones. Los peligros de cierre. El abrazo entre docentes y estudiantes. Testimonios en una jornada histórica para la educación, mientras la devaluación no cesa. Nuestra crónica y reportaje fotográfico.

El 30 de agosto de 2018 podrá ser recordado como el día en el que cayó piedra sin llover, el dólar salto de 35 a 42 pesos, llovió sin caer piedra, salió el sol por el poniente y una multitud en defensa de la educación pública pareció marchar bajo un arco iris, y contra un viento helado en lo meteorológico y en lo político.  

“No tengo dólares”, se apresura a decir Anabella Cadi, docente del departamento de Geografía y becaria del CONICET en la Universidad Nacional del Comahue, detrás de unos lentes empañados por la lluvia, con el pelo pegado a la cara, entre una marea de paraguas que circula por la Plaza de los Dos Congresos luego de viajar 18 horas en colectivo desde Neuquén hasta Retiro. Lo dice porque desde que partió junto 30 compañeros y compañeras desde una de las decenas de universidades tomadas en todo el país a participar de la masiva Marcha Nacional Universitaria que inundó la Plaza de Mayo, el dólar pasó de 35 pesos a superar los 40.

La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

Foto: Nacho Yuchark

Anabella describe una situación bien concreta:

·         Comahue está en ahogo presupuestario.

·         La provincia tuvo que poner dinero de su caja porque hace seis meses que el Estado no manda las partidas presupuestarias.

·         Sólo llegan los sueldos.

·         “Luego, no se financia nada más”, sintetiza.

El impacto se traduce –cuenta- en ajustes en proyectos de investigación, en la infraestructura edilicia de los edificios, en los ingresos docentes, en el recorte de las becas.

Por eso –dice- la marcha en Neuquén tuvo 10 mil personas caminando 10 cuadras.

“Es muchísimo e histórico”, grafica. “Los que estamos acá somos de los que pudimos viajar, pero con la esperanza de que esto se solucione. Quisiéramos estar en el aula y no acá, cagándonos de frío. Pero es lo que nos toca. Y hay que salir y poner el cuerpo para luchar contra este ajuste que se está llevando puesto al sistema científico y tecnológico”.

Cuando Anabella termina de decir estas palabras, en una plaza llena y bajo la lluvia, el dólar llegó a 41 pesos. “Sí a la plata en educación, no al FMI”, dice una bandera gigante.

La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

Foto: Nacho Yuchark

Lo esencial es invisible

Lo primero que impacta de esta movilización son los cuerpos. Se percibe mayoría de mujeres, cosa que se hace aún más ostensible cuando se canta.

El frío y los pies mojados recuerdan al 8 de agosto y la votación por la ley de aborto. “Lo esencial es invisible a Macri”, cuenta un cartel, como si fuera la voz de El Principito. El color de los pañuelos, esta vez, es azul. El enemigo es más preciso: los insultos son contra el presidente y contra María Eugenia Vidal. El hit del verano atravesó exitosamente el invierno y amenaza con seguir arrasando en primavera. Además, un graffiti retrata a la gobernadora con la nariz alargada de Pinocho: acá nadie olvida su promesa de campaña de que los docentes ganaría 40 mil pesos por mes.

Bajo paraguas –el 8 de agosto valían 80 pesos, ahora 100-, detrás de pecheras, con pilotos amarillos y rosas y celestes, pisando fuerte sobre un cemento mojado para que las banderas no se vuelen con un viento que azota, los cuerpos cantan y bailan a ritmo de bombos cuyo ritmo se traduce en una partitura que es mucho más interesante que la “alianza kirchnerotroskista” descrita por el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, uno de los máximos responsables de un conflicto que ya lleva cuatro semanas de tomas, de asambleas masivas y clases públicas en las 57 universidades nacionales de todo el país, en rechazo al 15 por ciento de aumento propuesto en paritaria.

La educación movilizada contra lluvia, frío y ajuste

Foto: Nacho Yuchark

Iara -20 años, estudiante de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- y Juana -21 años, de Ciencias de la Comunicación- lo explican a la perfección desde su visión estudiantil. “La educación nos hace más libres. Es un derecho que hemos ganado con lucha social y no puede ser que un gobierno tome políticas culturales que arrasen con toda esa historia que hemos conseguido para tener un país más inclusivo”.

¿Otra enseñanza para Finocchiaro? “La educación es un derecho, no un privilegio. Por eso es que vienen tantos estudiantes de otros países a nuestras universidades. No nos pueden encasillas a nosotros de esa manera”. El viento sigue destartalando los paraguas.

Juana no tuvo una clase en todo el cuatrimestre. “Estoy cursando cuatro materias: todas se adhirieron. Y las clases públicas sirvieron para dar visibilización y romper el cerco mediático de los medios hegemónicos. Por eso venimos: para pelear por nuestros derechos”.

Una pintada en el suelo Avenida de Mayo deja la pregunta:  “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?

Una canción le intenta responder: “Nos gobiernan egresados de universidades privadas. Así estamos”.

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Foto: Nacho Yuchark

Primera generación

A las 18 la concentración ya era masiva. Salió el sol, por detrás del Congreso. Como seguía lloviendo, se formó un arco iris por encima de Avenida de Mayo. La marcha iba hacia Plaza de Mayo. Franco Méndez -25 años, estudiante de Ingeniería Química- y Stefano Leone –Ingeniería en Sistemas- son dos representantes del centro de estudiantes de la UTN de Rosario.

“Sólo a nuestra UTN le deben 2 millones de pesos”, sintetiza Franco.

¿Qué significa esa cifra en lo concreto? Stefano: “Recorte en becas. Deudas de casi todo el año a los becarios para obras a realizar. Tenemos la suerte de ser una facultad grande que se puede mantener por sí misma, pero otras no están en esas condiciones. Sí nos afecta, claro, en infraestructura, en gastos de mantenimiento. Tenemos miedo de no poder terminar este año académico. Y aún no sabemos cómo vamos a seguir el año que viene”.

Un duro panorama analizan los docentes de la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela: “Muchos de los alumnos son primera generación universitaria. Al no haber clases, tememos la deserción. Pero saben que esta situación es difícil de sostener así”.

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Foto: Nacho Yuchark

Aceitosos y satélites

Patricia Kandus, 57 años, es doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que ayer realizó un conmovedor y masivo abrazo para defender no sólo los puestos de trabajo y el presupuesto, sino el predio que el Gobierno les quiere quitar para cedérselo a una aceitera para instalar una playa de cargas. “El recorte impacta en la calidad de las clases, en los salarios: el panorama que vemos es negro. Nosotros hacemos investigación en ciencias naturales, ambientales, en ciencia y tecnología y en muchas otras líneas donde se apunta una merma con actividades que vemos deterioradas o se van cerrando”.

-¿Por ejemplo?

-En el grupo trabajamos usando herramientas de teledetección de imágenes satelitales para monitoreo de humedales y ambientes naturales. Hoy por hoy los becarios, que hacen parte de la investigación, tienen un sueldo que apenas les alcanza para vivir. Y los docentes que recién empiezan no tienen cargos o lugares donde desempeñarse. Por otro lado, tenemos subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología.  Un ejemplo: tenemos un subsidio de tres años que empezó en 2014, pero a fines de 2015 empezaron a darnos las primeras partidas y recién ayer cobré la segunda cuota del segundo año con un retroactivo del 17 por ciento. Eran 120 mil pesos. ¿Hoy el dólar a cuánto se fue? Iba haciendo el cálculo: empecé hace tres días con 3900 dólares, hoy ya tengo 3500 y vamos en descenso hora tras hora. Y eso implica tareas de campo, compras de equipamiento, análisis en laboratorios de calidad. Todo se reduce.

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Foto: Nacho Yuchark

Pronóstico meteorológico

Carolina Vera es profesora investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y del Conicet. Tiene 56 años y trabaja en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera. “Investigamos el clima, herramientas de pronóstico, trabajos de servicio meteorológico”.

-¿Cómo puede describir este clima en la calle?

-Te puedo decir que con el dólar en las nubes, nosotros tenemos que estar acá. Es una situación de mucha incertidumbre y a nosotros nos querían dar un 15 por ciento de aumento. Por eso, a pesar de la lluvia, prefiero pasarla con mis compañeros que escuchando las noticias.

-¿Qué pronóstico visualiza?

-El Gobierno está usando los fenómenos meteorológicos para bastardear a la tormenta. Pero no se da cuenta que una tormenta pasa, y esto que estamos viviendo es sólo una pendiente hacia abajo que, si no se revierte, nos va a seguir hundiendo.

La explicación de Carolina es técnica.

No hay metáfora.

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Foto: Nacho Yuchark

A su lado, pasan Camila e Ignacio, con piloto rosa y otro celeste. Tienen 18 años y son estudiantes de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Sostenemos un frágil paraguas para evitar que se vuele. Ignacio dice: “Las condiciones en nuestra facultad son malísimas. Los profes no dan clase porque no cobran, el boleto aumentó muchísimo”.

De repente, se escucha un trueno. No sabemos si lo que nos empuja es el viento, la lluvia o la tormenta que acaba de describir Carolina desde su experiencia meteorológica.

A Camila no le importa: “Estar acá es la única forma que tenemos de comunicarle al presidente que la gente está disconforme. Es un problema que nos afecta a todos”.

A Ignacio, tampoco: “A la gente la quieren burra, porque así es fácil controlarla. Pero hay que desarrollar el pensamiento para que cada uno sepa lo que tiene que ver. Y cómo. La lluvia no va a parar nada. Hubo peores tormentas y el pueblo se siguió levantando. Sólo es algo que moja y puede romper un papel. Luego, el cuerpo se seca, pero la fuerza no se apaga”.

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Foto: Nacho Yuchark


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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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