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Poemas jodidos
Lleva más de 35 años trabajando con los derechos humanos en todo el mundo, y si bien hace 30 editó un poema de libros, después dejó de escribir. Hoy es director de Aministía Internacional España y acaba de editar su segundo título, La jodida intensidad de vivir, que reúne poemas que van del amor a la muerte. En charla con lavaca.org analiza el ida y vuelta a la escritura, su rol como defensor de derechos y responde sobre la ley de aborto en Argentina: «Los abortos clandestinos son una violación de derechos de primer grado».
Por Ezequiel Scher. Fotos de Martina Perosa
En éste instante, Esteban Beltrán Verdes (1961, España) se define como un escritor clandestino. Pueden encontrárselo de traje en alguna conferencia del mundo hablando como el director de Amnistía Internacional de España o verlo por YouTube exponiendo como un especialista en derechos humanos, pero acá está siendo otra cosa. Hace treinta años, escribió su primer y anteúltimo libro de poemas: «Sentí que mis manos tenían algo más importante que hacer», explica Beltrán Valdes sobre el parate. La muerte de sus cercanos y quién sabe qué otra cosa lo devolvió a las palabras. La jodida intensidad de vivir (poemario, diario, novela, publicada por editorial Vaso Roto) es la obra interior de éste viejo y flamante poeta que vivió en Argentina en el medio del levantamiento de los Carapintadas y que ahora vuelve para decir que es un desastre lo que hicieron los senadores con la votación sobre el aborto.
- ¿Cómo es posible dejar de escribir y, de repente, volver?
- Lo reflexiono en ese primer poemario que es más bien un vomitario. Durante treinta años no necesité la poesía. Mi vida está repleta de verdugos que persigo. De víctimas sobre derechos humanos. De lo mejor y de lo peor del ser humano. Pero nunca necesité escribirlo.
- ¿Por qué?
- Cuando M, uno de los personajes del libro, muere, su familia nos dejó retirar los libros que quisiéramos de su biblioteca. Yo tomé una decisión: no buscar los que me gustaran, sino los que estuvieran más subrayados. Ahí conocí a Philip Roth. Lo empecé a leerlo de manera compulsiva y justo en ese momento Roth deja de escribir. Me pregunté entonces por qué alguien deja de escribir. Y es por las mismas razones que uno nunca escribe. Porque a veces no tenemos nada para contar. Yo soy un escritor por necesidad. Aquí se murieron personas que yo sentía mucho y tuve el impulso de escribirlo.
- El libro gira en relación a tres muertes. Da la sensación que lo invadieron y que necesitó escribir.
- La muerte no es el problema. Al menos, no la de uno. Morirse es el problema. Hay un poeta gallego, ya muerto hace años, que decía: “Sólo temo la muerte cuando la pienso en vosotros”. Cuando, de repente, en la muerte, empiezan a caer los tuyos. La relación con la muerte es la ausencia. Nada es más cotidiano que morir, pero toca a los tuyos. Hay una muerte en el libro, que es la de mi relación con Polonia, que tiene que ver con el suicidio. La otra muerte tiene que ver con la agonía y otra con desaparecer. Más bien la muerte la temo en los otros.
- “Soy más consciente de que te mueres cuando la vida es en domingo”, escribe. ¿Por qué?
- La muerte en este caso es las toneladas de soledad que te echas encima. Lo que tienen los domingos es que son días silenciosos. En los días silenciosos, todo suena diferente. Agosto también es importante: me ocurrieron cosas muy dolorosas, M muerte en agosto, con Polonia empiezo mi relación. Agosto y los domingos son días especiales.
- Lo extraño es que habiendo visto tanta muerte en su trabajo le surja escribir ahora sobre la muerte. ¿En Amnistía, se pone una coraza poética?
- Uno aprende que los seres humanos son irrepetibles. No puedo acostumbrarme a la estadística. No me lo permito. La estadística es algo que los gobiernos suelen utilizar para ignorar al ser humano. Por supuesto que me pesa. Recuerdo haber leído un informe que hicimos sobre Siria, hace poco. Que es sobre una prisión de exterminio, como los campos que hubo acá. Cada vez siento más eso de que el ser humano es único. De que cada instante es irrepetible. Eso me ha venido hace unos años. Yo en Amnistía no tengo ninguna coraza, pero no necesité escribir. Ahora mismo, si uno ve mi trayectoria debiera escribir poesía política y no. No soy capaz. Es verdad que tengo un Doctor Jekyll y Mir Hyde, donde uno es Amnistía y otro mis fantasmas interiores.
- ¿Escribir es una forma de dejar una marca para el futuro?
- En el fondo, es un rastro. Hay un escritor estadounidense, James Salter, que tiene un libro sobre el oficio de escribir. Empezó cuando tenía 50 años a escribir. Y dice: “En el fondo, lo que no se escribe, no queda”. Quizás hay algo de eso. No es lo mismo tener 50 y tanto, que 20 y tanto. Esta etapa de mi vida requiere dejar el rastro. Es por eso que escribo. Es vivir el presente que no existe. Escribo porque el pasado me empuja. Hace veinte años, todo es circular. Cuando tienes 20 años todo va y llega y se vuelve a ir. No hay últimas posibilidades: hay anteúltimo. Ahora me queda poco tiempo para cambiarla. Ahora te pesa lo que fue y te pesa lo que será y el presente no importa.
- ¿Por qué vivió en Argentina?
- Viví casi dos años en Argentina. En el 89-90, en una época complicada, aunque aquí es siempre una época complicada Argentina. Vine a formar Amnistía Argentina. Luego, me fui a Ecuador.
- ¿Y qué veía en aquella época?
- Eran años en que la ilusión decaía. La ilusión de los primeros años post dictadura ya no eran iguales. En el futuro, empezaba Menem. Vino la Ley de Obediencia Debida, la Ley de Punto final, el Indulto. Era difícil.
- ¿Ahora qué ve?
- Sobre esa temática, ustedes los argentinos deben sentirse muy orgullosos de lo que han hecho. Realmente, es un país único en la forma en que ha enfrentado la justicia. Que haya 500 militares encarcelados, que continúen los procesamientos, que existan los juicios de Memoria, Verdad y Justicia. Eso se debe en parte a una enorme movilización social que no hay en otros países. Cada vez que vengo aquí, en eso, los envidio. Nosotros los españoles, que tenemos 104 mil judicializados -más que todo América Latina en el siglo XX-, pusimos obstáculos. Para juzgarlos, es más, tuvieron que hacerlo en Argentina. Espero que España aprenda alguna vez que no se puede pasar la página sin leerla.
- Lo raro es que eso sucedió acá y, por ejemplo, en países como Uruguay no ocurrió.
- Es que hay una cuestión importante: los derechos humanos no se pueden lanzar a plebiscito. Qué es eso. Los derechos humanos no se pueden definir por el voto popular. Si no, termina el pueblo machacándose.
- Pensando en derechos humanos, ¿qué opina del rechazo del Senado al proyecto para declarar al aborto legal, seguro y gratuito?
- En América Latina los derechos sexuales y reproductivos son de los peores del mundo. Hacen que las mujeres tengan que recurrir a abortos clandestinos: esa es una violación de derechos de primer grado. Creo que en este continente falta una segunda oleada de derechos humanos. La primera tuvo que ver con los políticos. Ahora, hacen falta los sexuales y reproductivos. En el caso de Argentina, la decisión del Senado fue un desastre. Hay que esperar un año más, pero ahí seguiremos hasta que lo consigamos.
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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