CABA
El grito sagrado: María Galindo, feminista boliviana
La reedición del libro A despatriarcar es la oportunidad para sacudir al feminismo con teoría y mucha práctica. Cómo evitar la cooptación del movimiento, cuáles son los desafíos actuales del feminismo, la experiencia de la prostitución autogestionada en La Paz, y cómo interpretar los femicidios. Por Claudia Acuña.
No conozco autora más plagiada, pero tampoco una práctica tan furiosamente creativa como la que ha desarrollado en su Bolivia natal, que la ha parido al ritmo de sus furias y rebeldías. Sin Bolivia no hay María Galindo y esa raíz le ha dado alas que la llevaron a desordenar bienales de arte en Venecia, San Pablo, Madrid o Quito y aquí en Buenos Aires, aunque a nadie le convenga recordarlo. Su última exposición fue en 2007 y motivó un largo proceso judicial cuando grafiteó las plazas de Once y Tribunales con su consigna “Ninguna mujer nace para puta”. Un año antes había sido sometida a idéntico proceso cuando lo hizo en La Paz, con una perfomarce en la cual la dirigente del sindicato de trabajadoras sexuales de Chile gritaba esa consigna mientras medía los penes de cuatro hombres encapuchados y desnudos, para luego anotar las dimensiones en el solemne monumento que está frente a su Catedral. Ese grito representaba uno de los pilares de su pensamiento político –la alianza de una lesbiana y una puta- y aunque aquí fue prostituído durante una década en ediciones piratas de las que Galindo jamás vio ni un peso ni un reconocimiento, nadie jamás se atrevió a reproducir lo que en la práctica significaba: interpelar al poder proxeneta en la calle. Y sin calle no hay María Galindo. Lo primero que nos advierte, entonces, es toda una definición de su valiente experiencia como activista y artista feminista: “Nos pueden robar los términos, pero no nuestras prácticas políticas”.
Bolivia y el espacio público son, entonces, las parteras de su teoría política. Lo siguiente que nos advierte María es qué significa: “La teoría es un instrumento fundamental de la lucha. El horizonte hacia donde queremos ir y la capacidad de nombrar ese horizonte para supuestamente ser protagonistas de esta lucha. Apropiarse de la teoría es apropiarse de la fuerza conceptual y argumentativa de un movimiento. Lo que la rapiña juaga a nuestro favor es la taradez de “la institución”, ya sea que hablemos del Estado o de las oenegés. Ni el Estado ni las oenegés ha sido, en ninguna etapa histórica, lugares de pensamiento; en todo caso podríamos decir que han tenido la virtud de ser una especie de lápida del pensamiento. Las ideas, los debates y las metodologías han nacido siempre por fuera de las tramas institucionales. Y eso nos hace más peligrosas, más libres y menos controlables”.

María en la primera presentación del libro en Mu, durante 2014. Este año regresa a Buenos Aires, del 1 al 5 de marzo.
El momento exacto
A despatriarcar es un libro que editamos en lavaca hace ya cinco años y que agotó varias ediciones aquí y en Bolivia, circulando en las periferias y sus redes sociales no virtuales con la intención de abrir un debate sobre el movimiento feminista y la necesidad de desamordazarlo. Así de claro fue su propósito y su propuesta y así María Galindo lo escribió, palabra por palabra, pensando en cada una de las organizaciones sociales con las que conversó aquí y allá. A ellas les narró una historia clave: cómo la revolución feminista fue capturada en los años 80 y por qué conocer esa historia es clave para recuperar los ejes de sus luchas. En momentos en que esa disputa se actualiza y esos peligros están presentes en la diversidad de órdenes y autoridades que se disputan su control, la nueva edición de A despatriarcar se propone el mismo objetivo: hacernos pensar, discutir y soñar.
En el contexto de tu creación teórica, ¿cómo nace A Despatriarcar?
Es un libro anti-académico en el sentido de que no recojo la pesada y lenta discusión académica, porque poco o nada está ofreciendo esa discusión como respuesta a la realidad política que vive el continente, menos aún en términos de propuestas. El sustento mayor de este libro es la lectura de procesos existenciales de cientos y cientos de mujeres que me regalaron en interminables conversaciones cargadas de sal, de humedad y de saliva, a veces amargas, a veces dulces. Intento dar una respuesta directa a las preguntas existenciales que hoy esas mujeres se plantean: ¿qué hacer con mi vida?, ¿cómo lograr mis sueños? Esas preguntas tienen un peso histórico que ellas mismas ni sospechan. Hemos conquistado ya las mujeres del mundo entero la pregunta sobre nuestras vidas y eso es todo lo que tenemos. Intento tejer esas preguntas, con la gran pregunta colectiva sobre nuestra rebeldía: ¿por qué luchar y por qué hacerlo juntas?
La primera pregunta que respondés es si tiene sentido llamarse feminista. Ya el sólo hecho de formularla es una interpelación, ¿por qué es necesario preguntárselo?
El feminismo sigue siendo un barco a contracorriente que es difícil de remar y eso es lo mejor que tiene. Todavía me presento como feminista porque no se puede explicar en dos palabras su contenido y porque me desconecta de la pléyade de izquierdistas profundamente conservadores y simplones que van de revolucionarios. Es una palabra que funciona como un cuchillo que abre un debate que no está saldado y que no se puede cerrar, sino sólo abrir y seguir abriendo. Pero también estoy consciente que nos vienen robando la palabra feminismo. Uno de los actos del poder es devorárselo todo, ser todo y que nada tenga sentido por fuera del sentido que el poder asigna a las cosas. Y cuando digo “poder” estoy hablando de una compleja trama de relaciones de ida y vuelta. Este robo, esta ocupación, esta cooptación de los contenidos y de la palabra feminismo tiene como resultado una fallida revolución feminista de la que hay que hablar si queremos continuar hablando de feminismo. Es imposible seguir usándola sin analizar el uso de las categorías de “género” y “perspectiva de género” que se suscriben para no decir nada. Y no es sólo un problema retórico, sino de vaciamiento, porque por ese camino la palabra y el sujeto central del feminismo se convierte en “la mujer”, en singular, sin contenido alguno. La pregunta es: ¿qué hemos perdido y qué estamos perdiendo por ese camino? Mi hipótesis central es que estamos perdiendo nuestro horizonte de lucha.
Teoría de las entrañas
Teniendo en cuenta la actualidad que ha cobrado este texto, por el momento de captura del sentido del movimiento social que estamos viviendo, ¿qué significa hoy el grito A Despatriarcar?
Es la urgencia de colocar las energías de los feminismos en una óptica antisistémica, es el atrevimiento de formular desde los feminismos utopía social y no mero discurso de derechos, es la capacidad de salir de la oferta tramposa de inclusión, igualdad etc., etc., en el que el modelo neoliberal, a través de la tecnocracia de género y los organismos internacionales, nos metieron en los ‘80, ‘90 y más. Es un grito para presentarnos como movimiento insaciable. Es un grito que nos permite decir en una misma palabra todo lo que queremos y todo lo que no queremos al mismo tiempo. Es un punto de confluencia ideológica y política para las más diversas raíces de los movimientos feministas. Es un grito que no sale de la academia y es teoría política de primera calidad, aunque la ninguneen. Es un grito que descoloca a la izquierda, al neoliberalismo y al progresismo al mismo tiempo.
¿Cuáles son los peligros de transformar la ética feminista en la moral de la burocracia de género?
Me gusta más llamarle tecnocracia que burocracia, porque el núcleo de oenegés y organismos internacionales han creado alrededor del hambre y las luchas de las mujeres no únicamente instituciones y burocracia, sino un tesauro que es un corset de categorías y masters de género donde encajar nuestras hambres. Es muy peligroso, de hecho ya lo hemos vivido cuando la introducción del ajuste estructural de los 80, donde esta tecnocracia construyó un modelo para absorber las energías y la fuerza de las mujeres como colchón de soporte del ajuste estructural, ahí y en esas aguas nació el microcrédito, por ejemplo, que es un modelo de explotación de las mujeres basado en las teorías del “enfoque de género”. Hoy estamos asistiendo a un nuevo momento. Las mujeres estamos en un nuevo proceso de acumulación política y la ofensiva desde los Estados y las oenegés por gestionar y apagar esa fuerza está ahí. Creo mucho en la necesidad de construir escenarios donde confluyamos muchas desde diferentes posiciones y bases organizativas, pero al mismo tiempo tampoco creo en la confluencia sin límites políticos: no podemos ser las tontas útiles nuevamente.

En la última Bienal de San Pablo realizó una acción para exigir aborto legal.
Los Bolsonaro y después
En este contexto de Bolsonaros, ¿qué representan políticamente los movimientos feministas y las disidencias?
A mi entender estamos pasando a una nueva fase del neoliberalismo, que es la fase fascistoide. El neoliberalismo con el discurso retórico de derechos individuales desmontó los derechos colectivos conquistados por la clase obrera. Hoy ya no necesita de ese discurso de derechos. Estamos pasando a una nueva fase. No hay un fascismo, sino muchos fascismos y muchos fundamentalismos. El modelo clásico de todo fascismo y de todo fundamentalismo se basa en la construcción de un enemigo y de la necesidad de insuflar el miedo social . Por otro lado, la unidad productiva más eficiente del capitalismo patriarcal-colonial es la familia patriarcal, que únicamente puede funcionar bajo la “eficiencia” de la heterosexualidad obligatoria y la sumisión de la madre-esposa. Los feminismos, las mujeres en rebelión y lucha estamos provocando una crisis profunda de ese modelo y de esas nociones de familia y la condición marica –en la cual yo aglutino toda la mariconada- es parte de ese quiebre y por eso nos convertimos en “los” enemigos a ser señalados como el “peligro”, el “monstruo”, lo “perverso”. El gran papel de la mariconada es la desestructuración de lo que asumimos socialmente como hombre o como mujer, la subversión de las formas básicas de disciplinamiento social. Además está la gran dosis del discurso del placer sexual que introduce la mariconada en la movida feminista, las lógicas de fiesta dentro de la lucha. Todos elementos altamente subversivos y “peligrosos” para el orden social “productivo”.
¿Cuáles son los desafíos que tiene el movimiento en esta coyuntura?
Son muchos, realmente muchísimos, pero me gustaría al menos concentrarme en tres.
La relación con el Estado en todas sus formas: no debe ser el único escenario de sentido para el movimiento. La interlocución con el Estado puede ser en algún momento interesante, pero es más importante o tan importante la interlocución con la sociedad, por lo tanto estamos hablando de construir esas voces, esos lugares de interlocución con la sociedad. Tenemos la tarea de interpretarlo todo, de ponerle sentido y significado a las cosas y los hechos y de dialogar sobre esas interpretaciones con la sociedad.
La construcción de lo que yo llamo el sujeto político: creo que sigue siendo un tema pendiente importante cómo articular las diferencias y que no terminen siendo una foto de Benetton, sino la capacidad de lograr una comprensión más compleja de las opresiones y de la forma como están conectadas.
La gestión o la autogestión de nuestros sueños, organizaciones y cotidianeidades: creo que, por ejemplo, en todo lo que se refiere a violencia tenemos que encontrar nuestras formas de organizarnos. Sin esa autogestión somos simples demandantes. Pero también tenemos que ser capaces de tener núcleos de autogestión de lo que somos y queremos. Es esa autogestión el lugar de construcción de la voz en primera persona; es esa autogestión el lugar de lo que yo llamo política concreta, que es la capacidad de traducir una visión ideológica en prácticas sociales tangibles; es la autogestión el lugar de construcción de pensamiento propio. No es la academia que piensa por nosotras: es la autogestión el lugar donde nacen nuevos lenguajes de lucha; es la autogestión el lugar de construcción de solidaridad entre nosotras. Por lo tanto es el lugar concreto de construcción de comunidad.

María, detenida tras realizar una perfomance en La Paz, Bolivia.
Putas sin patrón
Ahora estás acompañando una experiencia superadora de la eterna disputa de la burocracia de género entre abolicionistas y partidarias del trabajo sexual. Tu propuesta Putas Sin Patrón es un planteo teórico que apunta al centro de la cuestión: de qué tipo de apropiación por despojo estamos hablando cuando decimos explotación sexual. ¿Cómo se originó esa reflexión y qué significó en la práctica?
Es que nosotras nunca abandonamos la lucha desde el universo de la prostitución. No se trataba para nosotras de sacar un librito, sino de transformar la realidad y, además, de enganchar con una visión feminista de la prostitución. Acabamos de lograr la aprobación en la ciudad de La Paz de una ley de regulación de los locales de prostitución que introduce la modalidad de la prostitución autogestionaria, sin consumo ni venta de alcohol y sin proxenetas. Es una novedad importante que si se hubiera dado en Amsterdam, Santiago de Chile o Buenos Aires estaría en titulares de los grandes periódicos del mundo. Es una salida realmente profunda e interesante, no responde a ninguna de las dos grandes corrientes europeas en torno de la prostitución sino que sale desde nuestras tripas, desde lo que estamos construyendo día a día. No es que voy a hacer de la ley un mito, pero en este caso se trata de un ordenamiento territorial donde hemos logrado que en nuestra ciudad no se haga de la prostitución un gheto que controlen con violencia los proxenetas.
n este momento estoy amenazada por las mafias en El Alto para que no nos atrevamos a llevarla de La Paz a esa ciudad. Esta ley la hemos redactado riendo y jugando entre nosotras y hemos logrado su aprobación no por concesión política ni afinidad con el alcalde, sino por su contundencia histórica. En cuanto a la prostitución misma, creo que es fundamental que entendamos la continuidad que existe entre matrimonio y prostitución o entre una serie de formas de trabajo o de estudio en las que las mujeres pagan con sexo tranquilidad, puesto de trabajo o cualquier otra condición inherente a sus vidas. Es una trampa aislar la prostitución y el propio proxenetismo como algo circunscrito al denominado “trabajo sexual”. Yo siempre hablo de los saberes de la puta, saberes que está obligada a callar. Ella tiene la mitad del libreto que nos falta para desmontar la masculinidad patriarcal y por eso está obligada a callar. Es urgente recuperar ese saber.
Estado de rebelión
Rita Segato ha planteado en forma muy precisa la matriz del femicidio y ha avanzado en el planteo del no punitivismo. Sin embargo, en la práctica, seguimos encontrando que las familias de las víctimas exigen a esta justicia patriarcal una respuesta que es incapaz de darle. ¿Qué caminos nos quedan para reparar en tremendo daño social y biográfico que representa cada femicidio?
Corremos el riesgo de convertirnos en un movimiento necrófilo y sepulturero cuando giramos en torno al femicidio a partir de los cuerpos muertos, los golpes, las heridas y los desangramientos. Creo que hay que darle un giro de 180 grados al discurso. Creo que hay que hablar del femicidio el día antes del asesinato de la compañera y recuperar el estado de rebelión en que cada una de ellas fue asesinada. El femicidio está directamente ligado con la rebelión subterránea, de las mujeres en el desacato, personal, intuitivo, de los mandatos patriarcales y esto me parece fundamental. Creo que es urgente no convertir la cuestión de la violencia machista en un problema policíaco y judicial. Ustedes tienen un gran ejemplo histórico de lucha por justicia como son las Madres de Plaza de Mayo, que marcaron la necesidad urgente de aglutinar a las víctimas y desobedecer el sistema penal que aisla los casos y nos impide sumar las victimas como víctimas de la dictadura patriarcal. Ellas fueron capaces de imaginar una forma de justicia más allá de los estrados judiciales. Hoy estamos frente a un desafío análogo.
La fábrica de justicia
¿Es este un escenario político adecuado para gritar ¡A despatriarcar!?
Podemos plantearnos despatriarcar porque la adhesión al patriarcado de cientos de miles de mujeres está resquebrajada y hoy se ha convertido en una disyuntiva. Despatriarcar es, entonces, la fuerza para que esa balanza se incline hacia el desprendimiento de las estructuras patriarcales.
En términos políticos, ¿qué representa la propuesta de despatriarcar?
Es un llamado a despegarse de altares, de lugares de honor, de la familia, del caudillo y pasar al desacato, la desobediencia y la huida hacia la construcción de otros significados y sentidos. Dejar de angustiarnos y de culpabilizarnos por el derrumbe que nuestro desprendimiento ocasione. Es la invitación política abierta a pasar de impugnar significado a construir significado. Es una invitación a no fundar comunidades ideales, sino a instalarse donde nuestro trabajo desmitificado mayor irritación produzca. A no fundar campamentos guerrilleros, porque no queremos realizar acciones redentoras ni vanguardistas. Es un llamado a cumplir, sin permiso, nuestros deseos y para poner nuestra fuerza, nuestro trabajo y nuestras ideas dentro de un proyecto colectivo que desestructure, irrite y desquicie al poder que nos vigila. No se trata de un proyecto teóricamente sofisticado e incomprensible condenado a ser gozado por una pequeña elite.
Concretamente, ¿de qué se trata?
La metáfora perfecta de la despatricalización es la de una fábrica de justicia, productora de sentidos, solidaridades, conexiones y conceptos con los cuales elaborar nuestros discursos y crear nuestras prácticas. Es una fábrica de justicia abierta para que todas las que quieran puedan ser obreras de una política concreta. No vamos a desarmar la casa del amo con las herramientas del amo. Lo que hacemos entonces es abandonar la casa del amo para producir nuestro propio espacio y vivir por fuera de los lugares que nos han asignado. El sujeto del cual partimos no es la mujer en cuanto mujer, sino en cuanto histérica, inconforme y desadaptada. Nuestro sujeto político es la loca. Es decir, aquella a la que la comunidad señala como “la loca”. ¡Ojo!: en cada comunidad, en cada familia, en cada barrio, en cada sitio hay una loca. Sumadas podemos ser millones.

Foto: Lina Etchesuri
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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