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Mapeando: María Salguero, autora del mapa de femicidios en México

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Comenzó a localizar los femicidios en su país y descubrió asociaciones reveladoras. Calcula que en México mueren 9 mujeres por día a manos de hombres. El rol del crimen organizado y cómo darle dimensión al problema. ELIANA GILET

Mapeando: María Salguero, autora del mapa de femicidios en México

Foto: Ernesto Alvarez


La primera vez que entrevisté a María Salguero, en agosto de 2017, calculaba un promedio diario de 5.5 muertes violentas de mujeres en México. “Genero datos de feminicidios a partir de historias”, era como ella elegía presentar de manera simple un trabajo inmenso: desde 2016 y hasta ahora georreferencia cada uno de los casos que aparecen publicados en la prensa roja.
Su registro no necesita ser exhaustivo -aunque es el más amplio que existe- porque a partir de cálculos puede suplir la falta del total. De hecho, su trabajo es tan importante que ya actualizó dos veces la cifra oficial que registra el país. La novedad estuvo en pensar de manera amplia y contar todas las muertes violentas de mujeres, incluso aquellas que legalmente (aún) no se consideran femicidios.

Números son historias

En 2013, Salguero aprendió a usar la herramienta -el Crowdmap- haciendo un mapa colectivo en el que se georreferenciaron 7.466 personas desaparecidas en el México reciente, con nombre y foto. Entonces ya notaba la tendencia del incremento de las muertes violentas de mujeres en el país. En 2015 pensó cómo hacerlo y en 2016 concretó una maqueta exclusiva de la ciudad de México, para luego lanzarse de lleno a la tarea diaria de registrar la muerte y ponerle una cruz en el mapa. “Es matemáticas al final de cuentas, pero nombrarlas para mí es importante”, dijo entonces.
Así empezó a encontrar patrones en el territorio. En esa primera entrevista señaló un feminicidio reciente, el de Judith Abigail, ocurrido en un pueblo originario de la zona sur de la ciudad de México, en que los peritos “habían perdido” tres condones que estaban en la escena del crimen y cómo ese dato cobraba sentido viendo el mapa, junto a otras dos cruces con las que formaba un triángulo. Hoy, este caso llegó a juicio y de fondo está la hipótesis que María vio en el mapa: que ya había pasado otras veces. Y que la autoridad con sus omisiones, tenía una responsabilidad en la impunidad que permitía que siguiera pasando, literalmente, en el mismo sitio.
El mapa, en realidad, son dos: uno en Google y el otro, “el mapa analítico”, en Crowdmap. Al inicio, María buscó un marco teórico para este trabajo y halló el “Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de muertes violentas por razones de género” de las Naciones Unidas. Luego, los casos le fueron dictando la necesidad de clasificarlos: eso puede verse en el mapa analítico, por ejemplo, en la categoría que indica si el feminicidio es directo o indirecto, dependiendo si la víctima tenía o no una relación con el victimario.
Con esto María concretó su esfuerzo por incluir a las mujeres que han tenido una muerte violenta en México, pero que son aisladas por la justicia y la autoridad -catalogándolas como homicidios- y que se vinculan a dos cosas: la inflación del mundo paramilitar del crimen organizado y la proliferación de armas de grueso calibre entre la población que esto trae aparejada.

9.39 por día

Un año después, a mitad de 2018, María fue la primera en señalar que nueve mujeres son asesinadas cada día en México y no siete como se decía entonces. Precisó que esto se debía al accionar paramilitar del crimen organizado al que nadie se atrevía a endilgar “razones de género”. Para entonces, María ya se había dado cuenta de que había algo mal con las cifras que tenía enfrente. Ella estaba registrando ya los mismos casos que reportaban las cifras oficiales, cuando lógicamente tiene acceso a menos (su fuente es la nota roja y calcula en 15% el margen de error de su propio registro), y entendió que la autoridad no estaba contando a estas muertas.
María, de nuevo, trajo nombres y detalles a una comprensión compleja de la realidad: mujeres asesinadas por ser las esposas de “los contrarios”, cuyo cuerpo seguía siendo considerado el lienzo sobre el que se escribe el mensaje de la violencia, que va dirigido hacia un tercero. “El crimen organizado utiliza el feminicidio como una estrategia de terror. Esas rencillas que se llevan entre las bandas terminan enredando el cuerpo de las mujeres porque a ellas les hacen lo mismo que les hacen a sus rivales hombres”, explica.
Así buscó en los datos oficiales y descubrió la cifra negra: si en el primer semestre de 2018 ella tenía 1.408 casos de feminicidio, al contar a las “muertas por el crimen organizado” la cifra ascendía en total a 1.701 casos. “La proporción es exactamente 9.39 mujeres asesinadas por día”, dice.
Otras cosas habían cambiado para ella después de dos años con el mapa. María había dejado de trabajar con casos de la ciudad de México, tras señalar que un grupo de narcomenudeo local estaba detrás de una serie de asesinatos de “escorts” en hoteles de la capital del país, que evidenció, otra vez, gracias al mapa. Desde entonces un hombre se apostaba diariamente en la puerta de un negocio familiar, hasta que finalmente decidieron cerrarlo. En ese entonces, María había aceptado la propuesta del primer responsable de la Comisión Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas, Roberto Cabrera, para colaborar en el registro nacional de personas desaparecidas. Cabrera fue removido con el cambio de gobierno y no se sabe hasta ahora qué pasó con este trabajo.
También pudo poner en evidencia que un estado diminuto como Colima presentaba cifras de “pandemia” con 11 mujeres asesinadas cada 100.000 habitantes, y que Guanajuato había multiplicado sus cifras de sangre a fuerza del avance del negocio del “huachicol”, como comúnmente se conoce al robo de hidrocarburos y que se convirtió en uno de los frentes de combate abiertos desde inicio del gobierno progresista de Andrés Manuel López Obrador.

País de huérfanos

Gracias a que en el mapa analítico registra la edad de los hijos de las mujeres asesinadas, María pudo encontrar un vínculo directo entre el embarazo adolescente y el feminicidio. “Las notas de prensa te dan los datos para saber que son chicas muy jóvenes de 18, 20 o 22 años, que tienen dos o tres hijos”, explica.
¿Existe mayor vulnerabilidad a la violencia machista para las madres muy jóvenes? “Ajá”, responde. “También creo que se debería separar ya la violencia en el noviazgo de la violencia familiar, porque aunque muchos la consideran igual, yo digo que no lo es: hay muchas chicas que no viven con sus parejas sentimentales pero existe una violencia específica del noviazgo que termina también en asesinato”.
Su cálculo subió a 9.48 mujeres asesinadas por día durante el primer semestre de 2019 e incluyó a la “violencia comunitaria” que evidencia el riesgo que surge en el espacio público para las mujeres. “Fue a partir del caso de un taxista que secuestró a una niña, Daniela, y la terminó asesinando. Él no la conocía, pero la agresión se da en el ambiente comunitario, como es el transporte”.
María insiste en que para achicar la impunidad que reina (en el mapa también se puede leer el estatus de los femicidas para comprobar las bajísimas condenas que se dan por este delito en México), debe investigarse a partir de unidades de análisis de contexto: “Estas permiten medir las deficiencias institucionales en la investigación y ver qué está fallando con tus policías, investigadores, peritos, forenses, con todos los agentes del Estado”, explicó. “Si no mides la magnitud del problema como hasta ahora y si no entiendes el contexto, nunca vas a solucionar este problema. Ellos pierden evidencia, la contaminan o de plano, no la recaban. Entonces si no investigan, no pueden vincular a los autores al proceso y mucho menos, condenarlos. La política pública debe ser diferente y las acciones de prevención, también”.

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