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25 de Mayo: dos actos en Córdoba, entre la libertad, la represión y una plaza semi vacía

Sin Pacto de Mayo ni Ley Bases, Javier Milei eligió el Cabildo de Córdoba para celebrar el 214° aniversario de la Revolución de Mayo frente a una Plaza San Martín llena por la mitad (entre 4 y 5 mil personas). Fue alabado por los presentes, que chiflaron al gobernador provincial y al intendente municipal. Más temprano, otro acto reunió a las cuatro centrales obreras cordobesas, que previamente habían cortado los accesos al aeropuerto para darle la no bienvenida al Presidente, y fueron reprimidos por la policía local. También fueron detenidas al menos dos docentes que intentaron entrar al acto de Milei con carteles de protesta. Voces e imágenes de un día donde la libertad y la patria se pusieron en actos.
Por Lucía Ceresole desde Córdoba
Foto portada: Juan Cristian Castro
A las 15:12 horas, el presidente de la Nación, Javier Milei sale de una de las quince puertas que tiene el Cabildo de Córdoba.
Saluda y mueve las manos en señal de arenga, mientras un grupo de personas en Plaza San Martín grita desde abajo “¡Libertad!”. Es el 214° aniversario de la Revolución de Mayo.
Milei desaparece sin previo aviso, la muchedumbre hace murmullos y recupera fuerzas para volver a gritar cuando el presidente aparece de nuevo, esta vez con su hermana, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia de la Nación. Hasta un nene sentado en una valla grita “¡el Jefe!” y dos chicos que habían levantado sus celulares apenas aparecen deciden hacer un pacto:
— Guardemos los teléfonos, así disfrutamos.
Cuatro horas antes, el cielo no estaba dispuesto a darle la bienvenida a nadie. Las nubes se amontonaban en Córdoba, con un clima frío y expectante. En el 70 dos señores conversan sobre una amiga a la que este mes le aumentaron el alquiler a $75.000. “Tampoco podía pagarlo antes”, dice uno. Como un virus que se expande en un espacio chico los pasajeros empiezan a darse cuenta que no van a poder llegar a su destino. Toda la zona está cortada por la llegada del presidente de la Nación. Y también por una contra-marcha de las cuatro centrales obreras cordobesas: CGT Córdoba, CGT Regional Córdoba, CTA de las y los Trabajadores y CTA Autónoma. También se sumó UTEP.

Inventar o errar
La elección de Córdoba para el acto del 25 de mayo fue bautizada por una diputada local de La Libertad Avanza, Cecilia Ibáñez, como un festejo: “Es una cuestión simbólica de federalismo real”, dijo en Radio Nacional Córdoba unos días antes. Ahora, en Santa Rosa y General Paz, frente a la emisora radial que el gobierno nacional busca privatizar, y donde hoy hay un abrazo simbólico y una radio abierta. Algunos hinchas de equipos cordobeses improvisan un picadito de fútbol delante de una bandera que planta otro tema involucrado en las afrentas privatizadoras: “El club es de los socios”.
Como en un engranaje de un reloj antiguo, Gustavo es hoy una pieza vital. Jubilado e integrante del Foro Solidario Córdoba, sostiene una bandera celeste y blanca que tiene varias postas y 50 metros de largo. Es la última adquisición de la organización y fue pagada con las colectas que hacen en las rondas de jubilados en Plaza San Martín. Ya llevan nueve. Gustavo habla sobre el esquema económico: dice que lo que está ocurriendo es “una expoliación a los flacos bolsillos de la mayoría, que le sacan recursos a los que menos tienen y que las consecuencias están a la vista”. Sigue: “Todo va a caer, ventas, fábricas y comercios. Por eso siempre llevo este cartel que expresa ‘o inventamos o erramos’ porque la reconstrucción nacional es imprescindible”.
Miguel Berrotarán es otra parte vital para que la larga tela, que se extiende como una alfombra patriota en dos cuadras, se sostenga. Jubilado y ex secretario general de la Asociación Bancaria Córdoba explica en causa y consecuencia el desfinanciamiento: “Nos han degradado el 82% móvil y si le agregás que hay un alto grado de precarización en los jóvenes, por lo tanto son trabajos en negro y que los salarios no son sujetos a aportes, no se trasladan a los jubilados. También hay un perjuicio para los sistemas previsionales y obras sociales. Todos pierden aportes”.

En la esquina de Colón y General Paz, la izquierda empieza a encolumnarse; una bandera dice “El Correo Argentino no se vende, se defiende”; una mujer construye una barricada con dos sillas en la entrada de una panadería; empieza a armarse un escenario; una señora pasa sosteniendo un teléfono que apunta a su cara y que muestra lo que hay detrás suyo: “Mirá qué resistencia hay en Córdoba”, le dice a alguien del otro lado.
Sobre el camión, que ahora es un escenario, hay una decena de representantes de organizaciones sindicales. Buscan con los ojos entre la multitud a los suyos, los saludan, posan para las cámaras. Gritan todos juntos “¡La patria no se vende!” hoy, un 25 de mayo, en el 214° aniversario de la Revolución, mientras el presidente todavía no salía desde Buenos Aires hasta Córdoba.
Parece que el cielo ya está dispuesto a dar la bienvenida y brotan los primeros rayos de sol del día. Empieza a sonar el Himno Nacional Argentino.
Una dirigente toma el micrófono y lee el documento que menciona estos conceptos: La patria no se vende, colonia, país soberano, grieta, los de abajo somos mayoría, hambre y caída de la industria, tarifazos, recesión, cementerio de fábricas cerradas, modelo neoliberal, 2001, pesadilla anarcocapitalista, esperanza, memoria, San Martín, Juana Azurduy -ahora son dos voces las que gritan-, no al DNU, no a la Ley Bases, viva la patria.
Al cerrar, alguien suma: “¡Milei culiadazo!”.

Una fiesta libertaria
El camino hasta el centro cordobés implica varios metros, varias calles cerradas y varias vallas. Hay una única entrada por bulevar San Juan y postas de policías que controlan mochilas. Las que hacen el recibimiento en Plaza San Martín, frente al Cabildo de Córdoba, son sus dueñas: las palomas. Hay silencio, no hay música, y hay muchas banderas argentinas.
En las afueras del Patio Olmos, el shopping neurálgico de la ciudad, una nena de cinco años mueve sin parar una bandera argentina y le pregunta a su mamá cuánto falta para llegar a ver a Miei.
Norma “Bety” Luján está despierta desde las 6 de la mañana. En varios autos hicieron 500 kilómetros para llegar a Córdoba desde Santiago del Estero. Fue precandidata a diputada nacional por La Libertad Avanza y es presidenta del partido en esa provincia. Junto a otros votantes y adherentes sostienen una bandera argentina con letras de cartulina pegadas que dice “LLA Santiago del Estero”. Dice: “Somos la segunda fuerza en este momento pero seguramente seremos la oposición más firme en Santiago. El gobierno nacional está cumpliendo lo que prometió. Un par de meses más y vamos a llegar al dígito sostenible que nos va a permitir el crecimiento que merecemos: el despegue económico y la baja de inflación. Esperamos que el presidente vaya a la provincia y ponga sus ojos ahí porque Santiago es una provincia feudal, postergada, sin crecimiento privado”.
La acumulación de expectativa rompe el silencio de espera con gritos y aplausos frente a la llegada de los Granaderos. Alguien grita “¡viva Milei!” todos responden con las mismas palabras. Son casi las 14:00 horas y la plaza muestra varios espacios vacíos. Quienes están se agolpan frente al escenario donde ya está dispuesto un atril esperando al presidente de la Nación que viene en el avión presidencial. Acá también suena el himno pero sólo con la música. Todos levantan la voz y lo cantan, banderas argentinas en alto. Gritan ¡Libertad! y siguen con otro cántico que va a sonar varias veces durante la tarde: “Cristina se va presa”.
Por la Plaza San Martín pasean mascotas y personas haciendo “vivos” en redes sociales. Caminan mirando y hablando a la cámara de sus celulares. Si se encuentran con algún referente de La Libertad Avanza se acercan, le ponen la cámara, sonríen. El encuentro entre votantes, fieles y adherentes cordobeses es una fiesta, pero la convocatoria está lejos de ser masiva.
“De un lado fila de hombres, del otro mujeres”, dice un joven con una gorra que reza “Las fuerzas del cielo” y que maneja la puerta para entrar al “sector preferencial” ubicado frente al escenario. Son jóvenes de menos de 35 años que deciden quién va pasando. La otra posta es la policial donde controlan a los que tienen mochilas. Todos se van acomodando en sus lugares. Nadie sabe que a pocas cuadras la policía reprime con gas lacrimógeno y balas de goma a integrantes de movimientos sociales.

Políticos rockstars
A las 14:50 horas, el gabinete nacional empieza a acomodarse frente al escenario. Así pasan también por las cámaras que muestran lo que ocurre delante con tres pantallas distribuidas a lo largo de todo el Cabildo. El vocero presidencial, Manuel Adorni, aparece en pantalla y todos gritan. “Adorni, Adorni, Adorni”. No ocurre lo mismo ni con el Ministro de Defensa, Luis Petri, ni con el Ministro del Interior, Guillermo Francos. Pero vuelven los gritos cuando aparece Martin Menem, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina. Y aplausos cuando presentan a la vicepresidenta, Victoria Villarruel.
La reprobación tajante y los abucheos aparecen cuando la locutora nombra a dos funcionarios locales: el gobernador de la Provincia de Córdoba, Martin Llaryora, y el intendente de la Ciudad de Córdoba, Daniel Passerini.
Javier Milei se para frente al público de Córdoba, en una plaza todavía con espacios vacíos, lee y dice: “Doctrina, libertad y democracia, cadenas de la tiranía, independientes, padres fundadores, potencia mundial -todos gritan Ley Bases-, Nación empobrecida y analfabeta que pasó a ser la niña mimada de Occidente, propiedad privada, Mitre, Sarmiento Avellaneda y Pellegrini, abandonamos los principios y nos dejamos engañar por los cantos de sirenas, sentar las bases de un futuro distinto para nuestros hijos, fe, Dios, patria, decadencia. prosperidad, Consejo de mayo -algunos gritan plebiscito-, reducción de impuestos -todos festejan-, superávit fiscal, argentinos de bien, ajuste más grande de la historia de la humanidad, arquitectos de nuestro propio destino, libertad peligrosa”.
Una pareja sale de Plaza San Martín y camina hasta el bulevar principal con su mascota, una perra vestida con una campera rosa, atada con una correa.
— Hija, ¿Queres un poco de libertad? -dice la mujer y la suelta.
La perra avanza.

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Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Dos fotoperiodistas detenidas. Seis personas heridas. ¿Cuál es la causa de la tendencia represiva creciente, y en particular contra la prensa? Lo que plantean quienes monitorean la violencia policial, con cifras concretas, a cinco meses del ataque al fotógrafo Pablo Grillo que este miércoles volvió a ser operado. Mientras tanto, en Congreso se volvió a marchar: las divisiones entre diversos grupos, y lo que los une como sector que sigue siendo símbolo de movilización en estos tiempos. ¿Cómo se vive hoy? El combate a la naturalización, datos sobre emperadores, el diálogo trans con un medio oficialista. Vetos, votos y una pregunta: “¿Nos pueden entender?”.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
“Estamos acá porque le tenemos más miedo al hambre que a la represión”.
Quien habla es Gladys, 63 años, enfermera jubilada del hospital Rawson. Lo dice pasadas las 3 de la tarde, ni bien había arrancado la concentración de jubiladas y jubilados para exigir el “no al veto” del gobierno de Javier Milei a la módica suba de los haberes que en realidad no es una suba sino devolver ese 7,2% arrebatado con el shock inflacionario que generó al asumir.
En Congreso, dos horas después, pasará lo de siempre y lo que nunca podrá naturalizarse: la represión policial, en este caso acompañada de dos detenciones arbitrarias por parte de la Policía de la Ciudad, en la esquina de Rodríguez Peña y Bartolomé: Camila Luciana Rey, fotógrafa y Yazmín Orellano, ambas de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) fueron capturadas al voleo.


Camila Luciana Rey y Yazmín Orellano. El momento de la detención «al voleo» en Congreso, y la imagen de la policía llevándolas en la comisaría. Fueron liberadas después de las 22 horas.
El puñado de fotógrafos y periodistas que presenciaron el hecho afirmaron: “Las cazaron”. Minutos después, la fuerza de seguridad porteña se las llevó en una camioneta a Combate de los Pozos 155. Luego fueron trasladadas a la comisaría de Tacuarí e Independencia. Las acusan de “lesiones”, “atentado y resistencia a la autoridad”. Después de las 22 ambas fueron liberadas.
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) contabilizó seis personas heridas en dos eventos represivos de la tarde. La tendencia: hasta fines de junio, la CPM había registrado en seis meses 130 detenciones arbitrarias contra 93 del 2024. En el mismo período, las personas heridas también superaron a todas las del año pasado: 1.251. Entre ellas hubo 179 trabajadoras y trabajadores de prensa. El informe completo puede leerse aquí: https://www.comisionporlamemoria.org/project/informe-especial-represion-de-las-fuerzas-de-seguridad-a-las-manifestaciones-publicas/
Rodrigo Pomares, del Centro Provincial de la Memoria, planteó a lavaca: “Hay una preponderancia en la represión hacia los sectores de los medios y fotoperiodistas, y un límite muy concreto al desempeño de los medios de comunicación y en algunos casos de quienes cubrimos las manifestaciones con el objetivo del monitoreo”.
Para Pomares “La motivación más evidente es que quieren evitar el registro de las represiones y que se puedan reconstruir luego las secuencias de la represión como ocurrió en el caso de Pablo Grillo y tantos otros. El registro de la prensa y de quienes estábamos monitoreando permitió reconstruir lo que pasó, y aportar esos datos a la justicia. Eso es lo que parece evidente que quieren evitar”.

Otra operación a Pablo Grillo
Este martes se cumplieron cinco meses del miércoles 12 de marzo, cuando durante otra represión a la marcha de jubilados, el gendarme Héctor Guerrero le disparó de forma totalmente ilegal una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo. El impacto dirigido a su cabeza casi lo mata y perdió parte de la masa encefálica. Este miércoles a la mañana, Pablo fue operado con éxito una vez más: esta vez, le colocaron una prótesis en la cabeza (dos placas en ambos hemisferios). “La operación duró tres horas y salió bien, ahora hay que esperar la evolución”, dijo Fabián, su papá. El gendarme Guerrero, autor material de ese disparo, recién será indagado el próximo 2 de septiembre.
Dice Ana María, 72 años, durante la marcha: “Se está normalizando lo que jamás se debe hacer normal. Hoy prendés la tele y escuchás: ‘Otro miércoles más que les pegan a los viejos’. Todo al revés. No se puede naturalizar que se le pegue a nadie”.

Divisiones y reflexiones
El modus operandi de las Fuerzas de Seguridad genera efectos colaterales. A la represión concreta, literal, manifiesta, visible –granadas, gases, camiones hidrantes, palazos– se le suma la silenciosa, la invisible, la que divide para reinar: las fragmentaciones que se generan –o potencian– internamente entre las múltiples organizaciones de jubilados.
Hoy, mientras Jubilados Insurgentes terminaba de marchar alrededor del Congreso y doblaba en Rodríguez Peña, parte de las Mesa de Organizaciones caminaba por Hipólito Yrigoyen, mientras que otro grupo permanecía parado frente al Congreso.
Mario es un jubilado que todos los miércoles da el presente. «Más allá de las divisiones hay que tener plena conciencia de que el enemigo es uno solo: el gobierno, y el plan criminal que está aplicando. Hay que pensar mucho más en la unidad porque con ella vamos a poder conseguir disminuir la intensidad del ajuste».

Betty, 65 años, es enfermera jubilada del hospital Penna. Habla sobre la fragmentación notoria: “Vengo acá para sumar un granito de mostaza para conquistar nuestros derechos como jubilados, más allá de las organizaciones a la que cada uno represente. Yo soy autoconvocada y vengo por lo mal que la estoy pasando. Tenemos que defendernos con nuestras tristezas y con nuestras experiencias, que valen un montón”.
¿Cómo se vive en estos días? “Con los 350 mil pesos que cobro no llego a comer todos los días. Espero que este gobierno se vaya pronto y no lo digo porque sí: estoy viviendo mal, estamos viviendo mal, ¿me pueden entender? ¿nos pueden entender?”.
Un poco más allá estaba Vic, trans que había llegado desde Parque Patricios. “Vine a apoyar la lucha de los jubilados porque es una lucha contra el odio la que nos une”. Se acercó un periodista de La Nación + preguntándole si es jubilada.
Vic fue notablemente ilustrativa en su respuesta: “No. Soy odiada y hambreada y solidaria como ellos”.

Lo que no cambia
Gladys y Betty, las enfermeras jubiladas, vienen cada miércoles porque las une la bronca a esta gestión nacional. Como a tantos otros, y como decía Jorge Luis Borges, no los une el amor sino el espanto.
Hay otro punto de unión: la injusticia que están viviendo. Gladys: “Si no venimos, si no nos hacemos escuchar, van a creer que está todo bien, que estamos conformes, y no es así. Tenemos haberes miserables, mientras los legisladores cobran 9 millones, es una vergüenza”. Y subraya: “Esta vida es una vergüenza, parece como si quieran matarnos”.

Jubilada y un arma novedosa: pompas de jabón.
Betty la interrumpe: “Es que sí, nos quieren matar. Milei es un déspota, un criminal, que se complace en sacarnos a los pobres lo poco que tenemos”. Se hace una pregunta: “¿Cómo se explica, si no, que pretenda que vivamos con 350 mil pesos? Seguro que para mantener a esos perros grandes que tiene gasta mucho más que eso. Es un atorrante”.
Más allá de la represión policial (primero las fuerzas federales y desde hace tres miércoles la Policía de la Ciudad) y las divisiones de las organizaciones de jubiladas y jubilados, hay algo que no cambia: la convocatoria permanente cada miércoles a las 15 frente al Congreso de la Nación, potenciada desde hace diez días cuando Javier Milei vetó el aumento de 7.2% de las jubilaciones y el retorno de la moratoria previsional. Al ratificarse el veto, el aumento de agosto para las y los jubilados fue del 1,62%, por lo que la jubilación mínima sigue desplomada, en $ 314.243,51.

Manuel, 75 años, cuenta por qué sigue viniendo: “El objetivo común es ponerle un freno a Milei, que está haciendo padecer a la Argentina. Debe entender que es el Presidente, no un emperador como pretende ser, que no acata las leyes ni las instituciones”.
¿Cómo se lo frena? “Como creo que en la democracia, el parate a Milei debe hacerse en las urnas y para eso hay que hablar con cada persona, crear conciencia, seguir desmintiendo todas las barbaridades que dice. Por eso también estamos hoy acá y seguiremos estando”.
Manuel lleva un cartel que dice: “Milei vetó, nosotros votemos”. Y lo firma “un viejo meado”.
Cierra, hasta el próximo miércoles: “No nos quedemos en casa, es la única manera de cambiar esto”.

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Carne

Por Claudia Acuña.
Son las siete y cuarto de la tarde y en la sucursal del supermercado Coto de la calle Castro Barros, barrio de Almagro, hay cuatro mujeres haciendo fila en la sección carnicería. La primera es una anciana que tiene en las manos apretado el monedero y la mirada atenta en el corte de la carne que pretende: ojo de bife. Le pide al muchacho que tiene el cuchillo expectante en el trozo que le saque toda la grasa que pueda para que pese menos. El muchacho lo hace con esmero. La mujer le pide luego que lo corte lo más finito que pueda. El muchacho lo hace con precisión milimétrica. “Doscientos gramos”, le anuncia y la mujer agradece. Dirá luego, sonriendo, que quiere darse ese “gustito” porque hace tiempo –no dice cuánto, pero suena a demasiado– que no come carne. El muchacho le entrega la bolsa sin mirarla a los ojos: fija la vista en la siguiente mujer, más joven, que está acompañada por su hija, que no supera el metro de altura y parece estar cantando para sí misma Ojalá, el tema de María Becerra.
“Oja-ojalá-lá
que te vuelva el karma
Eras un muñeco
porque no tenías alma….”
La mujer pide dos churrascos de paleta. Otra vez: cortados finitos.
El muchacho vuelve a esmerarse y luego, los pesa.
Teclea en la calculadora de la balanza. La mujer está expectante de los números digitales y cuando asoma el resultado ordena:
“Deja solo uno”.
La balanza vuelve a dictar la cotización.
La mujer señala entonces con esperanza un fragmento que quedó en la tabla.
“Probá con ese que parece más chico”, pide.
El muchacho prueba.
La balanza dictamina el mismo precio que con los otros dos.
“Dejá uno solo”, repetirá la mujer casi sin voz.
Cuando el muchacho le entrega la bolsita, agrega:
“Perdón”.
La tercera mujer pregunta si hay huesos para caldo.
El muchacho responde que ya se los llevaron todos.
La mujer se va.
La cuarta soy yo, que estoy sin palabras.
El silencio obliga la mirada del muchacho directo a los ojos.
“Así, todo el día”, dirá.
¿Hace falta decir algo más?
(Imagen, diario Tiempo Argentino)
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San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Desempleo, estampitas, falta de comida, espigas, chicha (nueva droga que invade los barrios, gracias a la crisis), vetos, bendiciones y maldiciones, goleadas, votos, malos pensamientos, arrepentidos, desquicios, la forma actual de la corrupción, la inseguridad, los zombies. Los temas que no aparecen en la política, resurgen con San Cayetano, que volvió a reunir a la gente para pedir y agradecer trabajo entre otras cosas, para tener paz y para marchar a lo largo de 15 kilómetros hasta Plaza de Mayo. Conversaciones en ese trayecto que atraviesa varias avenidas del presente.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
Marcela, 52 años, vende espigas a 1.000 pesos en la estación de Liniers. Llegó de Lanús a las nueve de la noche del miércoles para vender en las inmediaciones de la iglesia de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, en su versión 2025. Lo primero que percibió fue la cantidad de personas que iban a pedir comida. «Un montón, el año pasado traían sus viandas», compara.
No le sorprende: ella está más ajustada, el alquiler sube y las matemáticas para alimentar tres hijos necesitan otras audacias. No habla de cifras, solo dice que «cuesta más».
¿Y el gobierno? Revolea los ojos: «Soy de derecha, pero no lo voté».
¿A quién votó? «A Bullrich. Después no voté porque no me convencían ni Massa ni Milei. Por eso ahora tampoco voy a ir a votar». Bullrich está en el gobierno y como ministra de Seguridad es la que reprime todas las semanas a jubiladas y jubilados. Marcela levanta los brazos: «Estoy en contra de que hagan eso, como también de las barbaridades que está haciendo con los vetos».
Marcela ofrece espigas a quienes pasan, y vaticina las próximas elecciones: «Para mí le va a ir mal. Está desquiciado».

De los gases a las espigas, la alegoría de Marcela refleja también algo de esta Argentina, un día después de la dura goleada sufrida por el gobierno en la Cámara de Diputados (12 a 0 entre leyes votadas y vetos rechazados), en medio de otra cruda represión a jubilados y trabajadores de prensa. Entre ellos, el fotógrafo de la agencia AP Rodrigo Abd, que salió un rato de la clínica a donde lo atienden para ver la marcha que hoy no pudo cubrir: le están haciendo estudios por una inflamación en la parte media de su oído derecho por el impacto del chorro del camión hidrante que recibió ayer en la Plaza de los Dos Congresos. Fue uno de los atacados por la policía de un gobierno que publica en las redes propias y de sus asalariados: “No odiamos lo suficiente al periodismo”.

Pensamientos y bendiciones
Sobre la calle Cuzco, entre puestos de estampitas y velas con promos de dos por 1.000, siguen las filas para que los curas bendigan espigas, estampas y velas. Ema, 65 años, y Marcelín, de 68, son una pareja de jubilados que cobran la mínima y también se vinieron de zona sur, de Glew. Marcelín dice que la cosa está brava: «Uno viene a agradecer por todo lo que San Cayetano nos ha dado hasta ahora. La situación está bastante comprometida: todo lo que es para bien lo vetan enseguida». Por eso, suma Ema, hay que agradecer: «Y pedir por los hijos y los nietos. Está difícil para los jóvenes, no hay expectativa para un chico de 20».
Ema pide si podemos, por favor, no hablar de política. «Uno viene para tener paz y transmitirle paz al otro. Si todo el tiempo estamos con malos pensamientos…», dice pero no termina la frase porque la fila avanza y el cura está ahí y ella va rumbo a la bendición: «Nos vemos».

La agenda invisible
Desde allí se prepara para salir la novena movilización que los movimientos sociales nucleados en la UTEP organizan en el día de San Cayetano. También adhirieron y convocaron gremios, sobre todo de las dos CTA, que caminaron unidas. La marcha cruza toda la ciudad por una de sus arterias principales, Avenida Rivadavia, que conecta el territorio porteño con un oeste infinito. Liniers, casa de la iglesia, oficia de punto neurálgico donde también llegan vecinas y vecinos de todo el conurbano.
La distancia total a Plaza de Mayo es de 15 kilómetros. Hubo una posta en Flores, frente a la Basílica donde comenzó su carrera Jorge Bergoglio. Lo recordaron con un audio suyo, ya como Papa Francisco, donde habla de cuidar el medio ambiente y luchar por paz, pan, tierra, techo y trabajo. Es el primer San Cayetano sin Francisco como actor espiritual y político.

La marcha arrancó a las 9 de la mañana, llegó a Casa Rosada cerca de las 14, y tuvo en Congreso la sumatoria de columnas nutridas que cruzaron la 9 de Julio en dirección a Plaza de Mayo, a donde llegaron, como llegan hace nueve marchas, con una agenda de temas tan profundos que no entran en los debates políticos: comedores, trabajadoras de cuidado, jóvenes en proceso de recuperación de adicciones, recorte de alimentos, falta de acceso a la tierra, y parálisis de la obra pública de integración socio-urbana que lo único que permite es el avance de la narcoestructura territorial.

Cuando te comen la cabeza
Mauricio, 27 años, es uno de los que puede jactarse de caminarse todo. Milita en la JP Evita. Vino del barrio Victoria, en Moreno, la última estación del tren Sarmiento. «Laburo para pibes desde 18 años y la cosa está fea. La última vez salimos a repartir 320 porciones de comida. En un día. Es un montón. Y vemos que mucha gente del barrio que antes no venía, ahora llega. Impresiona: cada vez se suman más».
Otra cuestión es el consumo problemático: «Está a full, y sube cada día. Intentamos hablar con los jóvenes para que no caigan, pero es una problemática que crece. Peleamos para frenarla. Pero al pibe le comen la cabeza. El transa de la esquina les dice: ‘Vendé acá y te doy plata». Y los pibes, lamentablemente, con eso los compran. Pero no les dan nada».
Para Mauricio, el hambre y el consumo son dos temas ausentes del actual debate político. ¿Cómo buscar de nuevo a esos pibes? “Siempre les hablo para enamorarlos de la política. Le digo: ‘En la política está todo’. Hay desencanto, sí, pero por cómo está el país entienden que tienen el poder para cambiarlo. Hasta con un voto”.

La estrategia electoral de Arturo
Por Rivadavia también marcharon jubilados que todos los miércoles están en Congreso. Uno de ellos es Arturo, vecino de Almagro, que tiene una de las mejores estrategias de comunicación alguna vez creadas: con una sartén ya rota por los golpes que le propina con un utensillo de metal, se mete en cuanto comercio o local ve abierto. Y grita, por cuadras: “Fuera Milei, estafador. ¡Gobernás para los ricos!”. Se asoma a kioscos, verdulerías, cafeterías y aprovecha los momentos que las puertas de algún COTO o banco se abren: “Fuera Milei, ¡fuera!”. Hasta algunos policías ya sonríen. El cálculo de Arturo: “Hoy conseguí 1.000 votos”.
Arriba de un tractor cruza la 9 de Julio el padre Toto, de la parroquia Virgen de Caacupé, de la Villa 21: “Esta marcha es donde tengo que estar”. Una entrevista con Toto y su trabajo en el barrio sobre la cuestión de consumo se publicará en la próxima edición de MU.

La chicha y los zombies
Samantha, 30 años, es de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) de Rafael Castillo, en La Matanza. En el comedor dan de comer a 30 personas por día y cada vez son más. “Los maridos se quedan sin trabajo y no les alcanza para pagar las cuentas. Dejan de pagar las tarjetas de crédito. Los chicos sólo comen gracias a los comedores de los colegios”.
Cuenta que entró una droga nueva al barrio, a la que llaman “chicha” y definen como peor que el paco: “La consumen muchos jóvenes, pibes de 14 o 15 años. Los deja como zombies. A veces ni te reconocen. Chicos que iban al colegio y de pronto dejan”. Al debate político también le falta una discusión seria sobre seguridad, explica Samantha: “Es un tema llevar a mi nene a las 6.30 a la escuela. No voy con el celular porque no sabés lo que puede pasar”.
Para las elecciones que vienen, La Libertad Avanza propuso como candidato de la Tercera Sección Electoral, donde predomina La Matanza, al excomisario Maximiliano Bondarenko. Samantha abre los ojos: “Pero eso es más corrupción. Necesitamos un debate en serio”. Piensa que hay condiciones: “Muchos vecinos se han arrepentido de haberlo votado a Milei. Creyeron, pero te dicen: ‘Me equivoqué’. Algunos tenían un almacén, o capaz que otro negocio, y lo tuvieron que cerrar”.

Potenciar narco
Vanesa, 33 años, vino de Melchor Romero, en La Plata, y lleva una pechera del Partido Comunista Revolucionario (PCR). «Soy comunista y banco al Papa», se presenta. «Es el primero que habló de techo, tierra y trabajo».
¿Cómo está el barrio?: «Se la está pasando malísimo: desde que asumió Milei, a los comedores no van más alimentos. La mayoría de la gente no llega a fin de mes. El Potenciar Trabajo está congelado en 78.000 pesos y no se mueve. ¿Cómo hacés? A nuestro comedor vienen más de 100 personas por día. Las compañeras sacan de su casa para la olla porque no alcanza. Los barrios se organizan: unos dan merienda, otros dan cena, pero a fin de mes es tremendo, con jubilados, desempleados. Hoy ves gente revolviendo basura en cada cuadra».
De nuevo, el hambre como tema. Y el narco consumo: «Creció horrores. El narcomenudeo arrasa. Pibes que dejan el colegio para ser ‘soldaditos’ de los transas. Les ofrecen plata fácil, pero los hacen mierda. Desde que asumió Milei, todo está peor: ves nenes de 8 o 9 años consumiendo paco».
A este combo le agrega que llegó la factura de luz de 200.000 pesos. Y 36.000 a otro comedor. «Las garrafas de gas están a 15.000 cada una. No duran nada. Muchos cocinamos con leña para estirar».
¿Cómo salir de esto? Vanesa sigue marchando y tiene una hipótesis: «Uniéndonos y saliendo a la calle. Milei vino a sacarnos nuestros derechos. La única forma es resistir organizados» dice rodeada de gente, de espigas y tal vez de preguntas.

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