Mu197
Maca Mona Mu: una ruca propia
Acaba de editar Álamo blanco y aquí repasamos, una por una, el sentido y la inspiración de cada canción. Del fuego a las palabras clave que nos despiertan sentidos, pasando por el amor y la vida como una aventura colectiva: esta joven cantante y guitarrista deslumbra por su originalidad y el juego que transmite al hacer arte. Presenta en Mu Trinchera Boutique el espectáculo “Construir una ruca” –casa, en mapuche– que se hace “con muchas manos y corazones”. Por Claudia Acuña.
Maca por Macarena, su nombre; Mona por el juego, su signo en el horóscopo chino; Mu por Muñoz, su apellido: estas son las puntadas que zurcen la música que nace en su cabeza y hace su corazón. Quizá por eso la música de Maca Mona Mu dicta y late.
Lo que dicta no es letra: es época.
Y lo que late no es pensamiento, es sentido.
El sentido de esta época, entonces, será lo escuchamos en los seis temas de su último álbum, Álamo Blanco.
El nombre nació con el concepto que sostiene toda esta producción: un fósforo. De álamo blanco son los fósforos y esa imagen la encendió. Fue el día que notó algo: “Hay gente que a los fósforos usados los tira y hay otra que los guarda. Eso, en la línea temporal en la que estaba, en el vínculo en el que me encontraba y en mi cotidianidad, representaba para mi toda una data que me hizo reflexionar”.
A partir de ahí, de lo mínimo, de lo chiquito, comenzó el camino hacia lo inmenso: “Los dones del fuego, sus rituales, su mundo espiritual”.
Fósforos
Maca nos dicta entonces en su tema titulado 222:
“Vos querés guardar
Todos los fósforos quemados
En la caja del perdón
Yo quisiera al menos encontrar
Un encendedor que ande
En el cajón
Y una brasa que me abrigue un poco más”.
Fuego
Maca no inventa: sueña. No juzga: crea. No lamenta: canta. “Cuando era niña tenía un interés profundo por hacer explotar las cosas. Una noche até con alambres una lámpara porque quería que explote el placard de mi cuarto, pero lo único que logré es que se cortara la luz. Luego llegaron los retos, por supuesto, pero me quedé con esa sensación de frustración. Y en los días en que estaba explorando el tema del fuego esa imagen retornó: soñé que estaba otra vez en aquella casa, con esa lámpara de mi infancia y que, finalmente, estallaba el placard, generando un fuego que tenía manos. Esas manos me ayudaban a bajar las escaleras, me sacaban fuera de la casa y me dejaban contemplando el incendio. El simbolismo que encontré fue que esa casa era yo y que ese fuego me estaba invitando a transformarme y a soltar un montón de cosas que yo creía que eran parte de mi identidad y que, en realidad, tenía que transformar en todo este proceso creativo”.
Para Maca el fuego es iluminación en momentos de confusión, la luz que nos guía en tiempos oscuros.
El sentido de esta época es ese: qué hacer cuando todo arde.
Maca lo dicta así en su tema Ruca:
“Te prometo que esta casa
volverá a ser un hogar
Nosotres no viviremos, pero hay quien
puede nuestra ilusión regar:
volverá a sonreír a la eternidad”.
Ruca
Ruca, en mapuche, significa “casa”. Maca la describe entonces como una construcción circular, que deja lugar en el centro para que habite el espíritu del fuego que alumbra, abriga y nutre a sus habitantes. Para construir una ruca, dirá Maca, “es muy importante lo colectivo, la colaboración, los vínculos y cómo se van entrelazando y nutriendo: se necesitan muchas manos y muchos corazones”.
Oni
“Oni significa demonio”, dirá Maca al introducir otro tema que nació de ese “proceso creativo” que tiene su impronta en esa fábrica de proyectos a la que le dio forma de seminario, para compartir en ese espacio “los materiales de la vida que nos van invitando a crear a partir de palabras-clave que nos guían y convocan a la nueva obra. En realidad es un entrenamiento para afilar las antenas. En la vida cotidiana hay un montón de disparadores creativos; pero si vivimos en modo automático, no los registramos”.
Maca es amiga de sus demonios, que son múltiples, dirá. “Son los maestros que nos enseñan a cambiar. La leyenda cuenta que los Onis son espantados de los templos y las casas con ramas de álamos blancos. Ni sé cómo llegué a los Onis, pero creo que fue porque los demonios viven en el infierno y allí hay fuego. Esos infiernos son para mí simbólicos porque están alojados dentro de nuestro corazón, como también los cielos. Oni es, en síntesis, ese demonio que te enseña a transformar algo” y así lo dicta:
“Es la luz lo que encenderé
Ya es de noche en mi alma, esperaré
claridad para florecer
Lo que viví tiene un por qué
y si dolió, renaceré”.
Deseos
No hay sueños, no hay rucas, no hay fuego, no hay nada sin deseo, nos dicta Maca en otro tema. Se llama Tres y no hace falta decir cuál es la tríada, por trillada:
“Esos tres…
Esos tres deseos no…
Esos tres deseos no eran para mí”.
Maca no solo los rechaza: lo que necesita, dirá, lo que necesitamos, es replantearlos. “Al replantearme quién soy, también tengo que replantearme mis deseos. Preguntarme si esos tres deseos son la construcción de un ideal, de cómo deberían ser las cosas, o son lo que realmente quiero y necesito. Porque esos tres deseos son un símbolo, representan esos ideales que sostenemos durante años y de pronto, nos llegó el momento de preguntarnos: che, ¿yo quería realmente eso?”.
Lotería
Lotería, dirá, son los nuevos deseos, los ojalá que tenemos que soñar, construir, concretar hasta hacer realidad el horizonte, que sólo será nuevo si es nuestro. ¿Cómo hacerlo? “Enfrentando la nostalgia, lo que pudo haber sido y por ahí queremos que regrese, pero ya se perdió y hay que transformarlo en otra cosa, resignificarlo”. ¿Cómo? “Quizá si nos ordenamos distinto podemos ser otras cosas”. Dicta Maca:
“Siento que perdimos, cuánto lo lamento
Algo sí ganamos y fue tiempo
para darle batalla al amor versus el
miedo”.
Nuevo
Fernanda, dirá Maca, representa el ritual para afrontar este dolor. “Poder ver ahí, en la herida, la enseñanza, el aprendizaje, que solo puede emerger si mirás lo mismo de siempre con otra mirada, con los ojos del corazón”.
“Y hoy no queda nada en nuestra casa
El fuego todo se llevó.
(…)
Todo es nuevo si lo miras otra vez
Todo es nuevo si lo miras, lo miras”.
Multas
Multas, dirá Maca, implica aceptación. ¿Qué hay que aceptar? “Que hay que pagar: aunque el error no sea propio, nos llegó la multa. Es el momento de hacerse responsable, incluso hasta del dolor ajeno. Para reparar, hay que asumir que somos red”.
“Ojalá pudiera aliviar tus penas
y pagar las multas de tu hermoso corazón.
Ojalá quisieras evitar las guerras
y sembrar jardines en tu propia voz.
Ojalá que el fuego no tire más leña al
cielo.
Ojalá que el tiempo cure la ceguera del
amor.
Ojalá quisiera ordenar certezas
y olvidarnos luego de la justificación”.
Desvíos
El último, “el más rudo y crudo” dirá Maca, se llama Desvío y comienza diciendo:
“No voy a guardarme nada”.
Sigue con un interrogante, que es el del este tiempo, el nuestro:
“¿Y qué va a pasar luego?”.
¿Qué?
“Los desvíos son grandes oportunidades”, dicta Maca al cerrar la descripción de su álbum, este último latido con el que nos invita a sentir preguntas y escuchar el silencio que siempre antecede a las nuevas respuestas.
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