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Con filtros: autogestión en la Era Milei

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Es una fábrica de filtros automotores que sobrevivió al macrismo y la pandemia, pero finalmente quebró a fines del gobierno anterior. El dueño quiso vender las máquinas, pero los trabajadores adivinaron la jugada y resistieron. Armaron una cooperativa y volvieron a poner en marcha la producción. Hoy son 12 y le pelean a la recesión con orgullo obrero, capacidad de gestión y reivindicando el valor de la industria nacional. Por Lucas Pedulla.

Con filtros: autogestión en la Era Milei
Gran parte del grupo mostrando el emblema de la cooperativa Picborg. Fotos: Lina Etchesuri

La acción era simple, cotidiana, hasta inofensiva.

Jorge Peña venía de días con caras largas, como el resto de sus compañeros y compañeras, por el atraso en los sueldos y el incumplimiento de las cargas sociales que se iba acumulando en ese incierto 2023. La palabra “traición” ya circulaba en el grupo. Eran muchos años de trabajo en Purificadores Argentinos, la fábrica de filtros automotor marca Picborg: Jorge, por ejemplo, llegó de Misiones y empezó a trabajar allí a los 16 años, pero cuando a los 48 tuvo que ir al hospital para intervenciones de angioplastía y stents por los tres infartos que tuvo dentro de la empresa, descubrió que la obra social estaba caída. 

La bronca era mucha. Por eso la acción de ese día parecía banal: Jorge fue a buscar agua a la cocina. Nada más. Pero ahí escuchó al gerente en una extraña conversación telefónica. “Sí, te llevás todos los moldes”, fueron las palabras que encendieron la alarma. Hablaba de las piezas con las que diseñan los filtros: “Me voló la cabeza. Lo llamamos y le dijimos que eso no se podía hacer. Vino con el chamuyo que era para que tuviéramos plata nosotros. Yo averigüé: el kilo de molde, un aluminio especial que resiste alta temperatura, costaba 30 dólares el kilo. Había 300 piezas. Así que imaginate”. 

Hubo una segunda conversación telefónica, esta vez con la secretaria del gerente como protagonista, ya sin metáfora: “A partir de mañana mandame los cheques a mi casa porque esto el lunes se cierra”. No aguantaron más, se juntaron y encararon al gerente. “El tipo se prendió un pucho –recuerda Jorge–. Y nos dijo en tono tranquilo: ‘Es la única forma de salir’”.

Si estas escenas ocurrieran en una novela, el espectador difícilmente las creería, pero ambas sucedieron en el barrio de Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires. Jorge se tomó vacaciones en julio, en medio de la quiebra, y se fue a Misiones con la idea de conseguir un trabajo allá y no volver. “Iba a tirar la toalla –dice–, pero entonces me llamó Roberto”. El llamado de su compañero, que hacía tiempo venía insistiendo con una idea extraña, lo hizo pensar: “Me preguntó si quería ser el síndico de la cooperativa de trabajo”.

De pronto, una esperanza.

Un año después de esos llamados de novela –“o de película de terror”, aclaran– este grupo de trabajadoras y trabajadores puede contar la historia entera, con un detalle importante.

Las máquinas siguen encendidas.

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De fraudes y pandemias

Roberto Medina fue el autor de ese llamado a Jorge. Con 57 años, 36 en la fábrica, sabía que algo del cuento oficial del gerente no filtraba bien: “La empresa tiene más de 50 años, una marca instalada. Abarcamos todo lo que es automotor, y en un tiempo hacíamos toda la línea: combustible, aceite, aire. Hacemos también equipos que se pueden usar en motores de mayor necesidad de caudal de combustible, de gasoil, con una vida útil de entre 20 y 25 años. En 2002 llegamos a ser 18 trabajadores, sin contar la parte administrativa”.

El auge de esa producción pyme tambaleó en 2015 con la apertura de las importaciones durante el gobierno de Mauricio Macri: “Ahí empezaron los problemas porque no se podía competir con los chinos: salía la mitad de precio. Era irrisorio. Aparte los clientes se daban cuenta: levantaban con una mano el producto nuestro y con la otra el chino, y al chino parecía faltarle algo, era mucho más liviano. No era bueno, pero cuando hay crisis no vas a la calidad sino al precio, como está pasando ahora. Eso nos hizo mucho daño”.

Tuvieron los primeros recortes de horarios y de días. La cosa despegó un poco en 2019 y en 2020 llegó la pandemia de Covid-19, pero los encontró con trabajo: le hacían equipos de filtrado de maquinarias y grupos electrógenos al Grupo Ledesma, que por ser actividad esencial en el rubro alimenticio les facilitó obtener el permiso de seguir produciendo. Lo mismo les ocurrió durante el pico de la variante Delta, en 2021, con producciones para un laboratorio.

Roberto ubica: “Dentro de todo, no nos fue mal, pero se empezaron a endeudar con montones de cosas, y entre ellas dejaron de pagar las cargas sociales. Hasta que la empresa quiebra estuvimos más de dos años sin aportes jubilatorios ni de obra social. Los sueldos se empezaron a atrasar: los cobrábamos en siete u ocho veces siendo quincenales. También se atrasaban los aguinaldos, las vacaciones se daban parcializadas, y empezamos a ver el vaciamiento. Teníamos que buscar cosas para hacer, manejándonos medianamente nosotros para hacer lo que había. Sin saber nos estábamos organizando ya por asambleas, siempre yendo a trabajar, cumpliendo nuestro horario de trabajo”.

Un día Roberto le contó a un amigo los líos en los que andaban y estas angustias. “¿Por qué no arman una cooperativa?”, le sugirió. Como un capítulo de Los Simuladores, el amigo le pasó el contacto de un grupo de gente que podía resolver este tipo de problemas. Si habían pasado el macrismo y la pandemia en todas sus variantes, también iban a poder con esto.

Roberto los llamó, y un mundo se abrió.

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Qué es la libertad

El gerente presentó la quiebra los primeros días de agosto. Se venían las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), pero el grupo de 12 trabajadores y trabajadoras que quedaron ya se había adelantado un paso: la Cooperativa de Trabajo Filtros Picborg ya era un hecho, y esa figura legal les permitió seguir la producción autogestiva, esta vez en sus propias manos. 

Mabel Sotelo empezó a trabajar a los 14 años, hoy tiene 46 y es la secretaria de la cooperativa: “Sabíamos la capacidad grandísima que teníamos para manejar todas las máquinas. Los clientes, al principio, no sabían si confiar, pero planteamos que íbamos a seguir con la misma responsabilidad y calidad”. La persona que hablaba con los clientes siempre fue Omar Verón, 56 años: “Toda la vida, hace 34 años, la cara visible siempre fui yo, por lo que fue mucho más fácil para todos”. Juntos lograron recuperar más de 400 clientes. También se hicieron cargo de todas las deudas que había dejado el expatrón, entre ellas el alquiler.

Carina Pugliese tiene 44 años, 26 en la empresa, trabaja en el sector de serigrafía, y cuenta el cambio: “Al principio fue difícil. Veníamos acostumbrados a algo que creíamos que siempre íbamos a tener. Me desestabilizó. Pero después vi que estábamos mucho mejor, en salario y también en lo humano: veníamos tan mal de ánimo, de preocupaciones y angustias, que todo esto fue una luz de esperanza y de continuidad. Fue esperanzador”.

Adriana Ledesma, 57 años, 36 en la empresa: “Todo era nervios, angustia, bronca, todo junto. Ahora está más tranquilo y la puerta siempre abierta. Estamos mucho mejor”. Otra Adriana, de apellido Leiva, 42 años y 23 en la fábrica: “Noto más unión entre compañeros. Todos tiramos para el mismo lado. Estamos más tranquilos, venimos a trabajar y a poner lo mejor de nosotros. Tengo tres hijos, y la angustia con la que iba a casa era re fea. Pero ahora vamos por el buen camino”. Lourdes Rivaldi, 53 años, 30 de trabajo, coincide: “Yo estaba por renunciar. Todo el sacrificio de una vida. Pero cuando nos organizamos esto me cambió”. 

Jorge Peña, el síndico: “Además, en la relación de dependencia siempre tenías el pie del jefe arriba de tu cabeza. Hoy decidimos nosotros”. La mayoría está, además, con remeras del Movimiento Nacional de Empresa Recuperadas (MNER), uno de los tejidos que desde hace 26 años ayuda a recuperar empresas. Su lema: “Ocupar, resistir y producir”.

Mabel cuenta qué significa pensarse en movimiento: “Te da un conocimiento de cómo poder manejarte cuando querés ayuda, o cómo poder ayudar a otro. Ver qué problemáticas hay en otras recuperadas. Y la unidad, porque ahora nosotros ya no somos solo compañeros, sino que somos socios, porque no estamos más en dependencia”. Jorge: “Antes no teníamos libertad, ahora la decisión la tenemos nosotros”.

Cumplieron un año de cooperativa en un país donde la palabra “libertad” se usa para otros fines. ¿Cómo lo están transitando?.

Mabel: Hay un impacto de bolsillo. Estamos trabajando cuatro días a la semana y nos gustaría trabajar cinco. Vemos despidos, la gente no tiene plata y se está parando mucho.  

Adriana: Mucha gente votó a este gobierno creyendo lo que dijo, por ejemplo que antes de aumentar cualquier cosa se cortaba un brazo. Bueno, todavía tiene los dos. Y lo estamos padeciendo, porque no alcanza para comer, pagar los impuestos. Todo es muy caro. Conozco gente que come una vez por día, abuelos que sacan préstamos para pagar la luz.

Roberto: Hoy la crisis se agudizó para todos: cooperativas y no cooperativas. Empezamos a reactivar otra línea de producción de filtros. Por lo común en el mercado los proveedores se manejan con clientes que tienen más mercadería, no menos, entonces veíamos la necesidad de reactivar un 10% de ese sector de paneo. La cooperativa empezó con el 45% de la explotación de lo que era la pyme. Hoy estamos al 55%: despacito vamos reactivando. 

Con filtros: autogestión en la Era Milei

Plataforma Picborg

El recorrido por la fábrica asombra. El grupo no solo recuperó el trabajo, sino también la sonrisa y el entusiasmo: muestran las máquinas, explican el funcionamiento del torno, ubican los distintos moldes que protegieron del vaciamiento, explican los filtros de paneo para equipos de jardinería. Producción, producción y más producción. La situación es complicada para todos, como bien contaron, pero saben que esto también pasará. 

¿A qué apuntar si tuviéramos que plantear una plataforma de acciones, propuestas y necesidades para el sector cooperativo?

Jorge: “Las corporaciones tienen el capital hecho afuera y acá aplastan al más chico. Necesitamos leyes que protejan a las cooperativas y las pymes. También pensar lo impositivo: hoy te querés poner un kiosco y te ponen millones de impuestos: ¿cómo vas a abrir algo si ya te ponen diez candados antes de empezar?”.

Carina: “Salud mental”.

Mabel recuerda cuando fueron con el MNER a la legislatura bonaerense en la sesión que aprobó la prórroga de la emergencia económica, financiera y tarifaria de las recuperadas en la provincia: “Un senador discutía que las recuperadas no tendrían que existir porque si no tuvieron éxito con un jefe, ¿por qué tendrían que seguir existiendo esas personas en el mercado? Claramente el problema no fue el trabajador sino la gestión de las empresas, y de gobiernos que no supieron apostar a la industria nacional. Tenemos muchos productos de calidad”.

Roberto, actual presidente de la cooperativa y su propuesta: “Una ley de cooperativas que ubique en igualdad de condiciones nuestras empresas con el resto. Nos basamos en parches. Hay que pensar que esto no es una alternativa, porque este modelo va a cerrar muchas pymes y mañana van a estar como nosotros. Si hay una ley, una facilidad, una herramienta, todo esto es más llevadero”. 

El MNER hace años reclama la sanción de una Ley de Recuperación de Unidades Productivas para facilitar estos procesos. Todavía la política no se hizo eco de esta demanda histórica, y el proyecto duerme en el Congreso.

Adriana: “Yo pido que haya trabajo. Que no traigan cosas de afuera. Y para eso lo que hay que hacer es abrir empresas locales, con gente de acá para darle trabajo a vecinos y vecinas”.

Carmen Yapura, 47 años, 25 en la fábrica sugiere dos cuestiones: “Apostar a lo nacional y que se vaya Milei”.

Cuestiones impositivas, leyes de recuperación, fomento al trabajo cooperativo, políticas de protección de la industria nacional. Un año de autogestión y las ideas florecen como esa esperanza que Jorge se trajo de Misiones. 

¿Cómo está hoy? “Es un logro grandísimo estar como estamos ahora, trabajando los doce, en este contexto –dice–. Teníamos un pie afuera y hoy tenemos trabajo con nuestros ingresos. Sí espero que se termine la pesadilla de este gobierno, porque está llevando al país a una situación de ser esclavos. Se llevan el oro, reprimen a los jubilados. En ese marco, pensarte en cooperativa es levantarte y saber que ya tenés una responsabilidad. No dependés de un patrón ni de nadie: es nuestra”. 

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