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La policía apunta, las cámaras enfocan: señalan al cabo 1º Guerrero, como presunto autor del disparo contra Pablo Grillo

La reunión de material fílmico y fotográfico que reproducimos aquí permitió detectar que el disparo de un cartucho de gas que hirió gravemente al fotógrafo Pablo Grillo (provocándole fracturas en el cráneo y pérdida de masa encefálica) fue efectuado de manera ilegal, apuntándole directamente al joven de 35 años que sigue en terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía. La organización Mapa de la Policía sostiene, además, que el autor fue un cabo 1º de Gendarmería, de apellido Guerrero. En la conferencia de prensa de presentación del video, se supo que el juez Martín Cormick del Juzgado en lo Contencioso Administrativo Federal N°11, rechazó una cautelar que había presentado el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que está intentando una declaración de inconstitucionalidad del “protocolo antipiquetes” implementado por el gobierno. Pero lo que sí planteó Cormick es que “ante la proximidad de la marcha convocada para el miércoles 19/03/25, que genera en los solicitantes la incertidumbre acerca de que los hechos ya acontecidos puedan volver a repetirse, corresponde poner en conocimiento de las partes que este Tribunal observará presencialmente con suma atención todo lo que allí suceda” para evitar ‘… todo acto u omisión de autoridad pública que, en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o garantías explícita o implícitamente reconocidas por la Constitución Nacional».
La presencia judicial en la marcha será una novedad, mientras el oficialismo informa que sostiene reuniones para coordinar la represión de la marcha del miércoles con la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) que aparentemente responde a Santiago Caputo, confirmando el ejercicio de “inteligencia” interna (o espionaje, o manipulación) que se ejerce desde el gobierno. La mayor zozobra de la gestión Milei / Bullrich no parece provenir de los jubilados ni de la crisis social, sino de la presencia de un periodismo que simplemente intenta hacer su trabajo y ejercer la libertad de expresión. El video completo.
El video muestra las imágenes y explica de qué modo falseó la realidad la ministra de Seguridad Patricia Bullrich al referirse (entre muchas otras falsedades) al modo en el que fue herido el fotógrafo de 35 años Pablo Grillo, a quien le apuntaron para dispararle un cartucho metálico de gas lacrimógeno de unos 20 centímetros de largo que le provocó fracturas en el cráneo y pérdida de la masa encefálica. Hubo otros hechos, como la detención de dos niños que salían de la escuela, o la agresión a la jubilada Beatriz Blanco (87 años) que después de caer de nuca y perder el conocimiento, al menos puede vivir para contarlo.
Todo esto se produce en medio de una desertificación de la actividad periodística, con medios y cuentapropistas que han hecho del callar y mentir un oficio altamente remunerativo, y con grandes empresas que han metamorfoseado la idea de comunicación para convertirse en sedes de operaciones políticas y negocios turbios.

Cartucho como el que de dispararon a Pablo Grillo en la manifestación del miércoles pasado.
El video fue presentado este lunes en la sede de ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina) junto al SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires).
Paralelamente, y según lo que estila el gobierno, la ministra Bullrich presentó en la Casa Rosada una noticia distractiva; el anuncio sobre un supuesto proyecto de ley contra los barras brava del fútbol (más allá de la generalizada desmentida sobre la presencia de barras en la marcha del último miércoles).
Durante la conferencia en ARGRA Paula Litvachky, del CELS, planteó que otras tres personas también habían sido apuntadas a la cabeza por armas policiales pese a que se estipula el peligro mortal que implica esa forma de disparo.
(Puede agregarse que el maestro Carlos Fuentealba fue asesinado en 2007, en Neuquén, por un proyectil de gas lacrimógeno que le dispararon por la espalda y atravesó la luneta del auto en el que se movilizaba. Los policías responsables fueron condenados, no así los responsables políticos como el entonces gobernador Jorge Sobisch).
Litvachky mencionó que en la causa en la que el CELS y otras organizaciones piden la declaración de inconstitucionalidad del llamado “protocolo antipiquetes”, presentaron una medida cautelar para proteger a quienes se manifiesten este viernes 19 de marzo. La solicitud fue rechazada por el juez Martín Cormik. Explicó Litvachky: “Pero el juez lo que dijo es que efectivamente de las imágenes y relatos sobre lo que había pasado el miércoles pasado lo que hubo fue una actuación policial contraria a los principios que garantizan el derecho a la protesta. Que eso eh daba mucha verosimilitud a la incertidumbre que estábamos planteando quienes pedíamos la medida cautelar. Y por eso decidió para el próximo miércoles hacer una observación presencial de la protesta y eso me parece que es un dato muy relevante porque va generando también otras garantías para quienes quieran manifestarse. Y también porque da la razón a quienes venimos planteando que el uso de su protocolo y la forma en que se dio el operativo es contrario a la Constitución y a las leyes”.
El juez Martín Cormik efectivamente planteó que “el Tribunal no desconoce ni es impasible a los desgraciados hechos de público conocimiento sucedidos el 12/03/25 que no aparecen adecuados a los principios republicanos que consagra la Constitución Nacional y las normas supranacionales que constituyen la ley suprema de nuestro país”.

Pablo y su trabajo como reportero gráfico. Hoy sigue en terapia intensiva.
Luego indica que en uso de las facultades instructorias que le competen “y ante la proximidad de la marcha convocada para el miércoles 19/03/25 que genera en los solicitantes la incertidumbre acerca de que los hechos ya acontecidos puedan volver a repetirse, corresponde poner en conocimiento de las partes que este Tribunal observará presencialmente con suma atención todo lo que allí suceda a efectos de incorporar de oficio –a través de los medios probatorios
previstos en el CPCCN (en referencia al Código Procesal y Civil de la Nación)- toda prueba relativa a cualquier conducta, hecho y/o acto que resulte procedente para resolver la cuestión en debate en estos autos, tal es el planteo de inconstitucionalidad de la Resolución 943/23 (Protocolo de Seguridad)”.
«Esto así vista la finalidad de la acción de amparo que ‘… todo acto u omisión de autoridad pública que, en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o garantías explícita o implícitamente reconocidas por la Constitución Nacional, con excepción de la libertad individual tutelada por el habeas corpus…» y en resguardo de los derechos establecidos en la Constitución Nacional”.
El miércoles será una nueva oportunidad para comprobar hasta dónde el gobierno insiste en una política que tiende a convertirá los jubilados en marginados sociales, y para confirmar –en el caso del poder judicial– cuál es la distancia entre las palabras y los hechos.
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Pablo Grillo: el retrato que más duele

(Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla, desde la guardia del Hospital Ramos Mejía)
–Un loco hermoso. Solidario. Cabrón al mango. Militante.
Jorge lo cuenta sentado este sábado en las escalinatas del Hospital Ramos Mejía, armándose un cigarro, tomando un breve respiro. Desde el miércoles, como tantas personas, espera. Novedades, partes médicos, intervenciones. Allí está internado, en terapia intensiva, su amigo Pablo Grillo, herido por una granada de gas lacrimógeno disparada por un gendarme durante las protestas contra el ajuste a jubilados y jubiladas en el Congreso. Y en esa espera Jorge describe entonces a su amigo, con una sonrisa y un brillo que le iluminan los ojos.
El mismo día de la marcha habían hablado para encontrarse y movilizarse juntos. Pablo llegó antes, y cuando Jorge lo ubicó en la esquina de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, ya tenía la cara roja por los efectos de los gases. “En un momento se me perdió, y cuando lo vuelvo a ubicar es cuando lo veo caer”, recuerda.
Al verle la herida –brutal, tremenda, cuyas imágenes ya recorrieron el mundo– lo primero que pensó es que las Fuerzas estaban disparando con balas de plomo. Corrió en búsqueda de una ambulancia. Mientras tanto, fue la acción rápida y precisa de un militante que no lo conocía, lo que posibilitó que Pablo hoy siga luchando por su vida: con su mano detuvo la hemorragia de la herida –brutal, tremenda–, ordenó la disposición de la calle para hacer de escudo ante posibles nuevos ataques, y le indicó a los operadores de salud cómo atenderlo.

Carteles que la gente pega con amor y sensibilidad en las paredes del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca
Jorge se subió con él y su amigo a la ambulancia.
Así llegaron al Hospital Ramos Mejía, en el barrio porteño de Balvanera.
Allí el amor solidario de la gente dejó carteles pegados.
Uno de ellos, sujeto con una estampita de Evita, es una síntesis: “Acá pelea por su vida Pablo, víctima del fascismo”.
Acá también, como tantas personas en todo el país, Jorge espera.
Fútbol, militancia & fotear

Pablo en una de sus coberturas callejeras.
Primero fue el fútbol, esa energía que se puso en movimiento con el acompañamiento masivo y en dominó de los clubes más diversos a la marcha de los jubilados: Jorge y Pablo se conocieron en la cancha de Independiente, en Avellaneda.
Segundo fue la militancia, esa energía sensible de personas que saben que las cosas pueden ser distintas: ambos empezaron a militar en el peronismo de ese sur conurbano. “Compartíamos charlas políticas y él me dijo venite”, dice Jorge, que fue y se metió. Vuelve el brillo en los ojos al recordar a su amigo, capaz de tener discusiones larguísimas por esos matices que conforman las paletas de colores en un mismo espacio político.
La amistad los llevó a México, en 2016, cuando a Jorge lo despidieron de su trabajo durante el gobierno de Mauricio Macri. Jorge sólo tenía su indemnización. “No teníamos un peso”, se ríe. Fueron con la perspectiva de trabajar, pero los pocos ahorros previstos para cubrir tres meses se fueron en una semana al tirar carne a la parrilla todas las noches. Tiempo después, Pablo encontró una changa: “Participó de una película independiente yankee haciendo detrás de escena foteando. No le pagaban nada, pero teníamos comida y bebida”. La película se llama Una great movie, dirigida por Jennifer Sharp, y puede verse en YouTube. Allí, entre los créditos, aparece el nombre de la persona que hizo el trabajo de swing/foto fija del film: Pablo Grillo.
Fotear es una de las pasiones que Pablo ofreció al Hospital Interzonal de Agudos de Evita, en Lanús, cuando se acercó en búsqueda de trabajo en 2020, plena pandemia. El doctor Javier Moroni, exdirector ejecutivo de la institución, viralizó un audio que emociona por su tono, su calidez y su amor: “Él es sangre de nuestra sangre. Es hijo de una exjefa del Laboratorio Central del Evita. Nació a través del parto de nuestros médicos. Estuvo en el jardín maternal hasta los 3 años, ese que cuando entramos no funcionaba y ahora funciona. Hacia abril del 2020 golpean la puerta de la dirección y se presenta Pablo diciendo que era alguien del barrio, quería ayudar de cualquier manera y tenía doble pie: uno en jardinería y otro en fotografía. Estaban los pastos largos en ese tiempo. El hospital, abandonado”.

Pablo ayudó con sus propias herramientas porque el hospital no tenía. Cuando llegó el nombramiento de personal en ese año pandémico, fue uno de los primeros seleccionados. “Gratitud que llega hasta hoy”, dice Moroni, y lo ubica como parte de una familia de militantes: “No hubo nunca una actividad donde no estuviera, desde inauguraciones, conversatorios, declamaciones, actos del 24 de Marzo, cuando trajimos el vestido de Evita, cuando hicimos los cuadros de mosaico de Evita y los del Diego”.
Moroni se despide en el audio hablando del dolor que siente: “Estamos frente a un gobierno de asesinos. Eso queda claro y hay que cuidarse, sin dejar de luchar”.
Los ojos de un padre

Fabián Grillo a la salida del Hospital Ramos Mejía. «Es mi ídolo», dice sobre su hijo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Si algo sabe la familia Grillo es luchar. Las primeras palabras de Fabián, su papá, el mismo miércoles a la noche y mientras Pablo está siendo sometido a la primera operación de las dos que ya tuvo, no dejan dudas: “Somos una familia de militantes y con orgullo lo decimos. La militancia no es mala”. Describe a su hijo, lo sintetiza, lo humaniza: “Solidario, creativo, inteligente, bueno y cabrón. Una maravilla de persona, es mi ídolo”. Los ojos llorosos lo dicen casi todo. Lo que cuenta complementa: “Me enteré de la bazofia que dijo la ministra (de Inseguridad, Patricia Bullrich); ser militante es un orgullo y él es un militante, pero también es fotógrafo y estaba trabajando, haciendo fotografías de forma independiente, porque él siempre documenta cuando hay este tipo de actividades”.
La “bazofia” con la que mintió Bullrich, también ese mismo miércoles a la noche mientras los médicos intentaban salvarle la vida a Pablo tras haber perdido masa encefálica y sufrir fractura de cráneo, tampoco dejaron dudas: “Trabajaba en el ministerio de Justicia y era candidato en Lanús de Julián Álvarez. Este es uno de los periodistas que dicen que está preso y que se llama Pablo Grillo, un militante kirchnerista que hoy trabaja en la Municipalidad de Lanús”. Mientras la ministra mentía, el “periodista” Luis Majul asentía, servil, con su cabeza.

El jueves realizaron una misa por Pablo en la puerta del Ramos Mejía. Foto Juan Valeiro para lavaca.
La organización Mapa de la Policía, con la ayuda de un perito científico, reconstruyó el momento en que Pablo fue herido por un agente de Gendarmería y demostró en este video cómo se disparó a quemarropa con armas lanza gases que apuntaban a la altura del cuerpo, cuando el reglamento sobre este armamento establece que los disparos deben hacerse con un ángulo de 45º hacia arriba. “Lanzaron el gas lacrimógeno como si fuera una bala. Grillo no fue herido por una mala fortuna, le tiraron a matar”, afirman. Desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), agregaron: “Se usó un arma que dispara un tipo de cartucho que ya había matado en 2007 al docente Carlos Fuentealba. Por ese hecho y otros donde en distintas partes del mundo hubo muertos por estos cartuchos de gas, esta arma había quedado prohibida. La prohibición la derogó Patricia Bullrich cuando asumió este gobierno y permitió el uso de un arma que es potencialmente letal”.

Los carteles por Pablo en la puerta del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Hermanados
Pablo tiene un hermano que se llama Emiliano, dos años mayor que él (37 y 35). Emiliano está en la puerta del hospital y lleva puesto un buzo de Independiente, con el que quizá hoy hubiese ido (con Pablo) a ver el clásico de Avellaneda ante Racing. Emiliano admite que por dentro “está destrozado”. Su cuerpo cansado y sus ojos tristes lo refuerzan. Cuando habla de Pablo, lo hace con una sensibilidad abrazadora: “Es un pibe laburador, que le gustan mucho las plantas y los perros. Es jardinero del hospital Evita y fue quien lo puso en valor, porque antes estaba abandonado. Mi hermano es una persona que no habla demasiado, porque lo que piensa lo demuestra en sus acciones solidarias que hace cotidianamente. Por eso no es casualidad que tanta gente nos esté acompañando. Esto es fruto de ser una gran persona, que para el otro da todo, sin medir. Desde chiquito fue así. Si hay un amigo que está en la lona, él está acompañándolo, preguntándole si necesita algo, pagándole la SUBE. Una cualidad muy importante de Pablo es la empatía, el estar, el pensar y el intentar ponerse en el lugar del otro”.
Emiliano abre el corazón cuando comparte que siempre fueron muy unidos: “Al llevarnos tan poca diferencia de edad, siempre nos criamos juntos; compartimos el mismo grupo de amigos, las mismas salidas, los mismos clubes. El recorrido de nuestras vidas lo hicimos a la par. Nos une todo”.

Un grupo de Jubiladxs Insurgentes acompañando a la familia y amigxs de Pablo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Comunidad mata fake
Es sábado y ya pasaron tres días. En la puerta del Ramos Mejía hay integrantes de Jubilados Insurgentes, que vinieron a visitarlo. También pasan vecinos y vecinas del barrio, preguntando si hay noticias del último parte médico; cómo está, cómo puede ser lo que le hicieron, que fuerza, que gracias, y que por favor dejale un saludo enorme a la familia.
Las muestras de amor son infinitas, y así lo muestran los carteles:
- “Fuerza Pablo. Milei asesino”.
- “Fuerza Pablo. Estamos con vos”.
- “Fuerza Pablo. Estabas trabajando. Qué injusticia!!!”. Firma: Marcela y familia.
- Una foto de perfil hermosa, con Pablo sosteniendo su cámara, su arma tan temida, impresa por la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (APSEE): “#TodosSomosPabloGrillo”.
- “… Y los libres del pueblo pedimos para Pablo justicia y salud”. Debajo de la P hay una V, símbolo peronista.
- “Fuerza Pablo, los jubilados de los miércoles”.
Las muestras de amor conmovedoras también se vieron el jueves cuando el hospital colapsó por las personas que se acercaron a donar sangre. El lunes, a partir de las ocho de la mañana, la familia solicitó nuevas donaciones, luego de la última operación del viernes. En los balcones que dan al patio del enorme hospital –hay que decirlo: un ícono de la salud pública que atendió a Pablo con un cuadro gravísimo– hay familiares y amigues.
Uno de ellos se lo encontró a Pablo el miércoles, donde bromearon por esas coincidencias de marchas, militancias y calles. “Siempre nos encontramos en estos líos”, se rieron. Y no era para menos: una de las últimas veces que se vieron fue en medio de la represión durante el velorio de Diego Maradona, en noviembre del 2020. Su amigo es hincha de Boca y anuncia: “Por lo que pasó, el miércoles quieren sumarse muchos hinchas más a marchar”.
A una de sus primas se le dibuja una sonrisa. “Pablo es mi personaje favorito”, dice, recordando su humor. “Un pibe que además se anima, sin miedo, y por eso estaba ahí”.
Sus amigas Tamara (35), Nadia (35) y Johana (37) coinciden. “Siempre tiraba chistes, muy alegre”, relata Johana, con quien compartió clases de inglés. Nadia remarca su compromiso: “En la pandemia, cuando sitiaron villa Azul, estuvo ayudando, poniendo el cuerpo. En esas situaciones donde es bisagra estar, ahí estaba Pablo”. Como el miércoles en el Congreso.


Pablo es peronista, “contemporáneo de Néstor y de Cristina”, como las amigas dicen que se describe en redes sociales, enamorado del barrio, de la cancha y fanático de Divididos. Tamara es amiga de la infancia y la trayectoria es bien de barrio: jardín de infantes, primaria y el amado Club Villegas, que además de deportes tenía piletas donde iban a pasar las temporadas todos los veranos. Allí Pablo también jugó a la pelota, categoría 89. Luego vino la adolescencia, las fiestas de 15, los bailes del club, los festivales. “Compartir cada etapa de la vida”, rememora Tamara, nostálgica. Ese mismo barrio que el jueves y el viernes se movilizó por Pablo en las calles, en la plaza, y sigue activo porque no hay fake que rompa tejido social.
Tamara lo expresa bien claro: “Estoy segura que si esto nos hubiera pasado a una de nosotras o a cualquier persona, él habría estado ahí, es más, convocando. Él siempre tira para adelante: es el que empuja”.
Cocinar, pintar y dibujar
Otro amigo es Sebastián, además de compañero de trabajo en el Hospital Evita, y desmiente en todo a Bullrich y compañía: “No saben lo que es como persona. Y lo que hizo por el hospital. Empezó como voluntario y así se ganó su puesto de trabajo. Es jardinero, y es impresionante el trabajo que hizo, solo. Hay dos perros dentro del hospital que lo siguen a todos lados. No van con nadie, solo con él”. Dice, con los ojos empapados: “Lo extraño y lo necesito”.
Andrea, su tía, lo describe en un posteo en sus redes como “un joven lleno de sueños, de proyectos, de amigos que lo quieren. Un apasionado de la fotografía al que le gusta cocinar. Un pibe como tantos, que hoy lucha por su vida”.
Juampi es uno de esos tantos amigos que lo quieren. Cuenta que a Pablo también le encanta dibujar y pintar. Recuerda una anécdota: “Para un 2 de Abril, hizo una bandera en homenaje a los combatientes de Malvinas con la que salieron los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada. Siempre estaba disponible para todo lo que el barrio necesitara”. Este club del ascenso salió a la cancha el sábado con una bandera conmovedora: “Fuerza Pablo. Talleres está con vos”.

Los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada salieron a la cancha el sábado con esta bandera conmovedora.
Juampi lo conoce desde la adolescencia y los puntos que los conectan siguen siendo varios: el barrio, los dos clubes de fútbol de sus amores (Independiente, cuyos jugadores también posaron con una bandera en su nombre, y Talleres de Remedios de Escalada), los mates compartidos, el truco, el tute y el jodete, y el jugar a la pelota. “Pablo es un chico común, pero a eso le sumaba ser una persona solidaria, que te daba lo que no tenía; cuando había que ayudar a alguien, siempre estaba ahí. Y cuando había que prender el fuego para hacer un asado, también”. A Juampi se le quiebra la voz cuando enfoca en el detalle: “Las mejores pizzas a la parrilla que comí en mi vida las hizo Pablito”. Hace una pausa, y con lo que le queda de voz, completa: “Y las va a seguir haciendo, las pizzas y el sacar fotos, que era su pasión. Va a salir de esta, porque es muy fuerte. Y porque es una genialidad de ser humano, muy chispa, una persona que con solo verlo te genera alegría”.

Previo al clásico de Avellaneda, Independiente se mostró unido en apoyo a Pablo, el club de sus amores.
Pablo estudió en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), y también Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Lanús (UNL), carrera que no terminó. Tenía sus críticas, que se las compartía a su papá: “Está lleno de chetos que quieren aprender a diseñar la Ferrari argentina. Yo quiero hacer cosas más útiles para el común de la gente”. De hecho, un día mientras ayudaba en la villa Azul, en Quilmes, vio una jubilada que arrastraba una garrafa por una calle de tierra, tratando de llevarla a su casa. Así le surgió la idea, para un trabajo práctico, de un vehículo que transportara garrafas.
Su esencia, además de la impotencia por lo cruel, llevó a familiares, amigos y vecinos a organizar una manifestación para exigir justicia, el viernes por la tarde en Remedios de Escalada. Allí, Federico, otro de sus amigos, lo retrató en C5N: “Pablo es de las personas que más hay que cuidar en este mundo, de las mejores personas que hay, el tipo que le cortaba el pasto a los vecinos viejitos de su cuadra que no podían salir, el que repartía juguetes el Día del Niño a quien le faltaba. Esa era su militancia, y era su militancia todos los días. La de la olla popular, la del estar con quien menos tiene”.

Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Fuera Bullrich
El parte médico del sábado es que Pablo sigue estable, en estado crítico, pero los glóbulos blancos bajaron. “Eso es bueno porque no hay infección”, cuentan los familiares a la salida del hospital. “Es un día a día”, dicen, y agradecen cada presencia, cada saludo.
Jorge, que desde el miércoles sigue presente, piensa: “Siento nervios y tristeza. Impotencia. No es algo que nos sea raro sentir cuando pasamos este tipo de represiones entre 2016 y 2020. Con Pablo recibimos balazos de goma en la Ley Bases. Lo que sí me da bronca es que, aun así, cierta parte de la sociedad siga teniendo una visión completamente inhumana. Si en cualquier gobierno peronista hubiera sido al revés, yo habría sido muy crítico. No puede pasar, por más que no coincida en nada. No corresponde que suceda”.
Esa actitud inhumana le jode más que los dichos de Bullrich: “Porque no esperás otra cosa. Claramente no tiene ningún prurito en decir cualquier cosa ni de participar en cualquier espacio político. La única coherencia que tiene en su vida es la violencia, no hay nada más en su vida que pueda dar. Después de tantos años, ni siquiera se formó en la mentira”.
Tamara: “Al menos esperamos que Pablo no sea una noticia más. No tiene que pasar desapercibido. No es sólo la responsabilidad del gendarme que disparó sino que hay una responsabilidad del Gobierno. El contrarrelato se les cae porque las evidencias son firmes. Es muy claro. Y muy terrible. Pensaba en las veces que salimos a la calle por Maxi y Darío, por Fuentealba, por Santiago Maldonado, y no puedo creer que estoy hablando de Pablo en este contexto. Que quede claro: hay una responsabilidad del Gobierno, del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich. La prioridad es su salud, pero no perdamos de vista eso”.
Johana: “Quiero que esté con nosotros, es lo único que me importa. Que se levante”.
Jorge: “Tengo una certeza, algo instintivo por así decirlo, y es que no lo veo saliendo de acá al cementerio. Lo veo saliendo de acá, en el tiempo que tenga que ser. Pero bien”.
Dicen que los grillos cantan para defender su territorio. Este Grillo, Pablo, el miércoles por la tarde estaba haciendo eso: defendiendo su territorio, a través de la fotografía. Ahora sigue luchando, sostenido por la salúd pública y por la fuerza de sus familiares y amigos que no lo dejan un segundo solo. Sigue luchando, con leves mejorías día a día pero aún en estado crítico, todavía en etapa de sobrevivencia.
Sigue luchando, Pablo, con esa garra inclaudicable a la que ya estaba acostumbrado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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La moto regalada

Crónica sobre la violencia del miércoles de una de las suscriptoras de la revista MU, participante en nuestros diplomados, madre y muchas otras cosas, que estuvo en la marcha de jubilados y jubiladas viviendo en primera persona los enfrentamientos provocados por las fuerzas de seguridad. Su relato del miedo, las imágenes que le provocaron terror. Los gestos de solidaridad y convivencia entre los manifestantes. Y un detalle del relato que explica cómo la propia policía creó situaciones para justificar la continuidad de la cacería y la represión, en las calles con el alma rota.
Por Ludmila Goldsztejn para lavaca.org
Me tiembla la mano cuando quiero escribir lo que temo.
Terror.
La mirada llorosa asomando del trapo que cubría esa cara de ese cuerpo que escapaba…
Ahora tiemblo porque puedo moverme.
Mientras, tomo un rico mate y trato de sacar esto que me aterra cuando en vano quiero pensar en otra cosa o cuando cierro los ojos buscando evadirme.
No hay cómo.
Entonces vuelven esos ojos envueltos en lágrimas y en esa sirena/bocina que salían de las motos policías con tanta fuerza que aturde y los disparos.
Solo veo los ojos y su mano extendida que llegué a rozar pero no pude tocar el miedo me paralizó lo persiguen a él y no pudo escapar.
Llegando a Alsina por Bernardo de Irigoyen se subieron cuatro o cinco motos a la vereda y lo encerraron y nunca apagaron ese ruido y se bajaron de la moto y lo sacudieron hasta que lo aplastaron contra el piso, lo agarraron como si fuera una cosa y lo aplastaron y ni rebotó lo aplastaron contra el piso y no se movió más…
Unas manos me rodearon firmes y escuché: andate de acá, un cartonero con chaleco me trataba de sacar de la escena y ahí me di cuenta de mí y de mi quietud, estaba petrificada tapándome los oídos y viendo ese cuerpo que no se movía, quise gritar, pero no tenía voz y casi me dolió moverme unos pasos atrás de un árbol, me vi moverme sin voluntad, presa de un terror que no conocía.
Andate me seguía diciendo un señor de ojos muy negros y grandes y preocupados,
vení me dice otro señor mucho mayor que venía con otro con un bastón por el medio de Nueve de Julio. Nos vamos, vení, y yo que se me vencían las rodillas, yo joven ellos re viejos. No, no te quedes, ¿querés agua? No pares, no te detengas, nos tenemos que ir, me decía, unos pasos después, me dijo: vamos por el medio.
Lo aplastaron repetía yo. Están cazando me dijo, nos tenemos que ir.
Cruzamos Belgrano por el medio entre piedras y persecuciones y gente corriendo esquivando bondis que avanzaban lento por sus carriles, los policías tiraban a las piernas para que no corran y se abalanzaron sobre quienes creían que tiraban piedras o sobre quienes las tiraban que no eran pocos, cuando agarraban a alguien y lo arrastraban por el asfalto llovían piedras, esto fueron ¿dos cuadras, tres minutos? y el señor me convenció de tomar agua y decirle mi nombre, él se llama Julio y con su señora tienen un centro cultural en Ranelagh, me invitó a que vaya cualquier fin de semana me dio un abrazo y me deseó mucha suerte cuando doblé por Independencia a tomarme el subte sin poder parar de llorar.
Pero antes ¿qué pasó? antes cuando ya nos habían barrido como mierda del Congreso, cuando nos habían gaseado sin asco como a una plaga fumigada, cuando el Congreso ardía aquí y allá y una columna de humo negro se visualizaba desde Nueve de Julio, cuando nos sentamos a descansar y llorar en la fuente a mirarnos las caras y preguntarnos cómo estábamos y ayudarnos y pasarnos agua y limón y óleo para los ojos, cuando casi pudimos descansar tres minutos vino el hidrante y las motos y siguieron los gases y la gente furiosa, frustrada con más o menos miedo siguió para Plaza de Mayo, se iba para uno u otro lado por las avenidas y ahí pasan dos motoyutas y uno se baja y se suba a la otra moto y se van y dejan ahí la moto regalada, en segundos la dieron vuelta y la rompieron como pudieron ahogados de odio o de lo que sea, ¿Por qué? no sé, la furia no es amiga de la sensatez ¿no? y así otra vez, gas y persecución y cacería. Esto se repitió con similitudes y diferencias a lo largo de las calles tristes y avenidas heridas de una ciudad rota, rota dentro de su alma pero, aunque rota, resistiendo.
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La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Jubilados e hinchadas generaron una movilización en Congreso que recibió como respuesta un feroz operativo represivo. Al cierre de esta nota el fotógrafo Pablo Griillo (35 años) peleaba por su vida tras ser herido por un ataque policial; había al menos 108 personas detenidas, pero no una lista ni confirmación oficial y en las esquinas de Buenos Aires sonaban las cacerolas mientras vecinas y vecinas marchaban espontáneamente hacia Plaza de Mayo.
La convocatoria de las y los jubilados, con el respaldo de las hinchadas de todo el fútbol argentino, entre otros sectores, tenía hora y lugar: 5 de la tarde en la puerta del Congreso de la Nación. Desde las 14 ya había gente, y a las 16, una masividad suficiente para que las distintas Fuerzas de Seguridad cumplieran la orden de reprimir a mansalva y sin excusa. El objetivo era impedir la concentración de manifestantes para evitar la foto más temida por el gobierno: la de una multitud unida y con camisetas de todos los colores.

Beatriz Blanco, 87 años, golpeada por la policía, cayó golpeando la nuca contra el asfalto. La segunda agresión: ningún efectivo se acercó a ayudarla mientras ella estaba desmayada en el piso. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Los efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía Aeroportuaria no estuvieron hoy en Bahía Blanca ayudando a la comunidad devastada por la inundación, ni vigilando las valijas que ingresan al país con sospechosa carga, sino dedicadas a tirar balas de goma y gases a diestra y siniestra, a activar hidrantes y -con infiltrados- destruir sus propios patrulleros, hasta transformar la calle en un infierno. En tanto, dentro del Congreso Nacional el oficialismo –conformado por la alianza LLA/PRO que permitió a Javier Milei ser Presidente- protagonizó una pelea a las trompadas cuando se disponía a votar las autoridades de la Comisión de Juicio Político. Martín Menem aprovecho el caos para levantar la sesión.
En tanto, durante el resto de la tarde, se detuvo al menos a unas 108 personas –a la hora de cierre de esta nota no hay listado ni cifra oficial de las y los detenidos-, culpándolas de los hechos que las propias fuerzas de seguridad provocaron para justificar lo injustificable: la brutal represión que dejó decenas de heridos. El caso más dramático: el fotógrafo Pablo Grillo. El impacto de una descarga de gas le produjo una herida en la frente, con derrame cerebral y dejó su vida al borde del abismo.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
En el mismo momento en que Grillo estaba siendo intervenido de urgencia en el hospital Ramos Mejía, la ministra Patricia Bullrich, responsable del operativo, pronunciaba su nombre en la pantalla del canal La Nación+, presentándolo como un militante kirchnerista detenido. Los periodistas que la escuchaban no corrigieron la (des) información. El conductor, Luis Majul, prefirió expresar su “vergüenza”, pero por el desorden.
Los jubilados y las hinchadas –que los medios oficialistas trataron de presentar como barras bravas- seguían en las calles del Congreso, pese a todo. “Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran: unirnos”, dirá un hincha de Huracán al posar para una foto -inédita en la Historia argentina- abrazado a otro con la camiseta de San Lorenzo, y al lado de la de Morón, a otra de Almirante Brown, a otra de Boca, y de River, y de Tigre, y de Ferro, y de Los Andes, y etcétera, etcétera, etcétera.

Pablo Grillo estaba sacando fotos cuando fue víctima de un proyectil de gas policial. Una vida en riesgo, por la violencia institucional contra un comunicador. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Dos horas después de las declaraciones de Bullrich, mientras Grillo seguía peleando por su vida en el quirófano, su papá, Fabián, sintetizaba así a lavaca, la realidad que la prensa oficial deformaba: “Somos una familia de militantes y lo decimos con orgullo porque la militancia no es mala. Y lo digo porque me enteré lo que está declarando esa bazofia de la ministra. Mi hijo es un militante, pero también es fotógrafo y hoy estaba ahí trabajando. Y ahora por culpa de una ministra y un presidente que mandan a matar, la vida de mi hijo está corriendo peligro. Su situación es muy grave, muy grave”, dice entre lágrimas.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
La otra imagen inédita es la que registra el video en el momento en el que un policía derriba a la jubilada Beatriz Blanco, de 87 años, con un golpe artero, que produce un estremecedor estruendo: es la cabeza con canas golpeando en la vereda, mientras el policía se esconde detrás de otros uniformados.
Hay más: cuando la protesta se trasladó a Plaza de Mayo las fuerzas de seguridad reavivó su show represivo, que esta vez incluyó el registro en video de cómo plantaban un arma en el pasto y, algo quizá peor: chorros saliendo de la Casa Rosada, aunque eran de agua.
La cacería siguió por el Obelisco e incluyó la fugaz detención del Padre Paco Oliveira –ataviado con una camiseta de Boca y referente de Curas en Opción por los pobres- quien fue rápidamente liberado al ser reconocido por un comisario: “Soltalo que es cura”, dijo. Eligieron entonces encarcelar al monaguillo que lo acompañaba.

Carlos, el jubilado que impulsó la llegada de hinchas de Chacarita y luego del resto de los equipos. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

River y Boca, esta vez unidos (y unidas). Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
A las diez de la noche, en Diagonal Norte una veintena de personas esposadas y tiradas en el piso esperaba que su destino se definiera de acuerdo al resultado de una disputa abierta entre el intendente Macri, Jorge –a cargo de la Policía de la Ciudad- y Bullrich, Patricia, con las fuerza federales a sus órdenes. En tanto, en varias esquinas porteñas comenzaba a escucharse la característica música del descontento: la de las cacerolas vacías. Y su clásica consecuencia: la marcha espontánea de vecinas y vecinos hacia Plaza de Mayo.
Al momento de escribir esta nota hay mucha información todavía por definirse y al menos una vida en juego, pero tal como lo define Carlos, el jubilado que logró convocar a las hinchadas, lo único certero es que esta historia continuará.

El Estado desparramando personas en el piso, para que no se manifiesten. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.


Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
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