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80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

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Lavaca en Corrientes. En el pueblo donde vivió el niño de la sonrisa de 5 años, Loan Danilo Peña, la tranquilidad se rompió, y en la provincia también: ya no hay marchas pidiendo por su aparición, ni carteles pegados en las calles, en una sociedad quebrada por el manoseo del caso y la tirantez política con el gobernador. Desde esa cierta soledad el hermano de Loan, José, recibe a lavaca y responde.

Por qué se investigó mal. El accionar de la justicia. Quiénes son las 7 personas detenidas. Cómo actuaron el gobierno nacional y el provincial.

Las mafias. Quién es Loan. El acompañamiento del pueblo. La promesa del gobernador Valdés. Y el corazón del problema: “A veces se pierde el foco y se habla de cualquier cosa; los medios, la gente, se la pasa dos, tres días hablando sobre lo que no es prioridad. Acá, lo único importante es seguir investigando y que recuperemos a Loan. Después, todo el resto es cuento”.

Por Francisco Pandolfi. Fotos de Juan Valeiro

En Corrientes capital cuesta encontrar alguna mención sobre Loan. Un par de carteles en la terminal de micros, y no mucho más. No hay grafitis, no hay banderas. No está Loan.

En las rutas correntinas, Loan también está desaparecido. Entre vacas, caballos, gallinas y diversos cultivos, hay enormes marquesinas de empresas, sobre todo vinculadas al agro. Pero no existe cartelería que muestre su cara, su nombre, su risa, en kilómetros y kilómetros de campo verde a ambos lados. No aparece Loan.

80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

En el pueblo 9 de Julio (más de 3.000 habitantes; 200 kilómetros al sur de la capital provincial) la geografía cambia. Acá vivió Loan desde que nació hasta, por lo menos, el 13 de junio pasado, cuando hace 80 días lo desaparecieron. Acá, en este pedazo de tierra fértil –donde prevalece la producción de frutilla, en invierno/primavera, y de limón, sandía y melón, en verano–, se perdió la tranquilidad de un día al otro –o de una hora a la otra–, cuando aquel jueves alrededor de las 14.30 empezó a circular la foto “de un nene perdido” en los estados del whatsapp de las y los vecinos.

Acá, nada volvió a ser lo mismo. Porque aunque la siesta sigue sin negociarse y los perros que ladran y los pájaros que cantan siguen siendo los únicos que la alteran; porque aunque las vacas y los caballos andan como habitualmente por las grandes veredas cubiertas de pasto y las anchas calles sin asfalto; porque aunque esa “tranquilidad” continúa reinando y esa “paz” permanece inalterable en un lugar donde las rejas son la excepción y las bicicletas no se atan con cadenas; y porque, incluso, aunque toda persona saluda cuando ve a otra (toda la gente es toda la gente), acá algo se rompió.

“Se partió la confianza”, dice una vecina que atiende el único restaurante del casco urbano, formado por menos de 70 manzanas. “Ya no hay chicos en la plaza jugando solos; los sábados a la noche la ruta (nacional N°123, que atraviesa horizontalmente al pueblo) se llenaba de música y ahora escuchen, puro silencio; ya no hay más fiestas en el pueblo, porque no hay nada que festejar”.

80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

Quién es Loan

Acá, en 9 de Julio, la geografía se transforma porque hay un nene de 5 años que se llama Loan Danilo Peña, al que le gusta tocar el acordeón, y tomar mates con su papá, y bailar el chamamé, y reír un montón, que está desaparecido. Ese nene, acá está en todos lados. Está pegado en carteles; está nombrado en banderas y pasacalles. Está en las ventanas de los autos que andan sin apuro, en la fachada del centro de jubilados y pensionados, en el gimnasio; en los kioscos, en la plaza principal, en la escuela donde iba al jardín; en los almacenes, en un mural.

Casi al final de la zona urbana, al noreste del pueblo, hay una casa donde el alambrado del frente sostiene un montón de carteles que exigen “justicia”, “que aparezca”, “con los chicos no”, y la cara de Loan y el nombre de Loan. 

Loan. Loan. Loan. 

Por todos lados, Loan. 

Es la casa de este nene de 26 kilos y 90 centímetros, de donde se fue con su papá a almorzar a lo de su abuela Catalina, en el paraje rural Algarrobal, a las afueras de 9 de Julio. Almuerzo donde estuvieron 6 de las 7 personas hasta hoy detenidas e imputadas mientras se continúa con la investigación a cargo de la Jueza Federal de Goya Cristina Pozzer Penzo: Laudelina Peña –tía de Loan– y su esposo, Antonio Benítez; Daniel Ramírez y Mónica del Carmen Millapi –pareja amiga de los tíos de Loan–; Victoria Caillava –funcionaria municipal y amiga de la abuela de Loan– junto a su marido Carlos Pérez –oficial retirado de la Armada–. El séptimo detenido es Walter Maciel, comisario del pueblo –ya desafectado– e imputado por encubrimiento. El mismo Maciel, que carga con una denuncia por abuso sexual de 2019 y a quien sus ex compañeros de la comisaría lo denunciaron este año por abuso de poder.

En la casa de Loan, uno de sus siete hermanos, José, recibe a lavaca. Tiene 25 años, un hijo de 3, cosecha frutilla y es a la par de su hermano Mariano quienes hablan con la prensa.

Detrás de él, una cartulina blanca se destaca pegada en la pared, con letras negras: “No a la corrupción”. Y al lado, un santuario lleno de vírgenes, de santos, de velas y de Loanes. “La fe mueve montañas”, esperanza una inscripción. A continuación, la entrevista con José, de pocas palabras, cuerpo cansado y ojos conmovidos. 

“No sabemos nada»

¿Por qué después de 80 días todavía no hay novedades concretas de dónde está Loan? 

80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

Y eso es lo que queremos saber, el por qué. No sabemos qué está haciendo la Justicia, no se mueve; los culpables están detenidos pero no hablan, no dicen la verdad de lo que pasó. Lo único que queremos es que aparezca Loan y saber qué pasó ese día. Que lo sacaron por la ruta 12, que lo entregaron en una escuela, que fue un accidente, que se lo comió un yacaré… No sabemos nada, hipótesis y más hipótesis. Solo tenemos un botín de Loan como indicio, nada más. No puede ser, no puede ser.  

¿En qué se investigó mal desde el primer día?

Lo primero que se tuvo que hacer fue bloquear el pueblo. Que nadie salga y que nadie entre. Pero el comisario Maciel no tomó esa decisión, entonces quienes se lo llevaron tuvieron todas las oportunidades para hacerlo. Hoy Loan puede estar en cualquier lado por culpa de esas primeras horas en que la Policía no cerró la zona. 

¿Cómo analizás el accionar de la Justicia?

Medio tibia y también medio fría, con cosas que debe hacer y no hace, pero bueno, ellos son los que están trabajando. Veo que tardan; que deben llamar a declarar a gente como Macarena y Camila (sus primas, que estuvieron en el almuerzo) y no lo hacen, me llama la atención. Entonces, necesitamos que la Justicia nos explique estas cosas.  

Además de las 7 personas detenidas, ¿alguien más debería estar imputada?

No puede ser que en un pueblo tan chiquito, que nos conocemos todos, pase esto; no lo esperábamos. Pero lo que es seguro es que la gente que está presa, y que estuvo en el almuerzo, sabe bien qué pasó el 13 de junio. Mi mamá y mi papá son víctimas de ellos, cayeron en la trampa. Macarena y Camila saben más de lo que dicen. Si ellas también estuvieron el 13 de junio, no pueden estar en la calle como si nada, mintiendo. No entiendo el por qué. 

¿Cómo actuaron los gobiernos local, provincial y nacional?

De los gobiernos no quiero hablar. De la política no quiero hablar, no es el momento. Hay que hablar de Loan, sino se corre el eje. De la política no sé si está metida o no en el caso, ni quién hizo tal cosa. Sí puedo hablar de lo que sé, como lo que pasó con el senador (Diego) Pellegrini (hombre cercano del gobernador Gustavo Valdés) que no entiendo por qué se metió en el tema (Laudelina Peña, la tía de Loan, lo acusó por haber buscado instalar la versión del accidente a cambio del pago de 50 mil pesos).

¿Qué mafias ves detrás?

Puede ser trata de personas, puede ser un tema de narcotráfico, tantas cosas pueden ser que no descarto ninguna, pero lo único concreto que tenemos es que Loan no está y que se lo llevaron, porque él si se hubiera perdido, de alguna manera llegaba a su casa. 

Entre caballos y chamamé

¿Quién es Loan?

Loan es un tipo muy vivo, activo, inquieto, cantaba, jugaba mucho a la pelota; no se quedaba quieto, andaba en bici, tocaba el acordeón. No había problema si lo estabas filmando, él se prestaba igual. No tenía vergüenza de nada, bailaba y cantaba chamamé. Vos lo veías y por su propia voluntad salía a andar a caballo, y después venía, regaba la huerta, carpía la tierra… así andaba Loan, haciendo lo que él quería. Y ahora está cambiando su vida, no sé dónde…

¿Hincha de Boca, por lo que vimos en algunas fotos?

De Boca, o a veces de River, mientras él tuviera su remera no le importaban los colores.

Cuando pensás en él, ¿con qué te conectás?

No verlo, no saber de él, qué está haciendo, cómo la está pasando, duele mucho. Se levantaba temprano, recorría la casa, golpeaba la puerta, muchas veces te despertaba a las 7 o como mucho a las 8. Tomaba mates con papá o se tomaba su mate cocido. Se dormía temprano, como a las 8 y media, o 9, menos cuando dormía la siesta que se acostaba un poco después. Jugaba con todos sus hermanos, un rato con cada uno. Se me vienen muchas cosas a la cabeza; lo veo sentado en la mesa, jugando, bailando, y eso cambió totalmente. Cambiaron los días. Cambió todo.

80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

LOAN, COMO FOCO

¿Cómo sentís el acompañamiento del pueblo?

Después del jueves pasado, cuando nuestra familia decidió juntarse con el gobierno provincial, la gente nos abandonó un poquito, pero con la familia seguiremos de pie peleando por Loan. El jueves se fue a la casa de gobierno a pedir ayuda, mis padres están desesperados por saber de él. Si tienen que juntarse con el gobernador, se van a juntar, si es con el presidente (nunca los recibió), se van a juntar; con quien sea, se van a juntar, porque lo que queremos es a Loan. 

¿Hubo algo resolutivo en la reunión o alguna promesa de parte de Valdés?

Nos dijo que nos iba a ayudar en lo que necesitáramos, que estaba a disposición. Sólo eso. 

Después de ese encuentro, como vos decías antes, parte de la sociedad se mostró disgustada por haberse juntado con el mismo gobernador que hasta ahora nunca los había recibido, ni había venido a verlos a su casa, y que el 29 de junio había twitteado: “Se ha dado un gran paso en la resolución del Caso Loan”, dando una información falsa. ¿Cómo analizás su actitud en todo este tiempo?

Cuando lo necesitábamos realmente que viniera, no vino. Eso no quita que no hiciéramos el encuentro con él. Mis padres no pueden estar más así, están muy angustiados, desesperados, siguen pasando los días y no tenemos noticias de qué pasó con Loan. Nos tenemos que mover como familia y por eso la decisión de ir el jueves. Esperemos que ahora ayude, fue lo que prometió. 

80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

¿Qué le decís a la sociedad argentina?

Que le estamos agradecida eternamente. Y que nos siga acompañando, en pedir justicia por Loan, en no dejar de buscarlo. Vamos a pedirle ayuda a quien sea, se llame Valdés o el Papa Francisco. A veces se pierde el foco y se habla de cualquier cosa; los medios, la gente, se la pasa dos, tres días hablando sobre lo que no es prioridad. Acá, lo único importante es seguir investigando y que recuperemos a Loan. Después, todo el resto es cuento. 

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Marcha de jubilados: lo que une el espanto

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Dos fotoperiodistas detenidas. Seis personas heridas. ¿Cuál es la causa de la tendencia represiva creciente, y en particular contra la prensa? Lo que plantean quienes monitorean la violencia policial, con cifras concretas, a cinco meses del ataque al fotógrafo Pablo Grillo que este miércoles volvió a ser operado. Mientras tanto, en Congreso se volvió a marchar: las divisiones entre diversos grupos, y lo que los une como sector que sigue siendo símbolo de movilización en estos tiempos. ¿Cómo se vive hoy? El combate a la naturalización, datos sobre emperadores, el diálogo trans con un medio oficialista. Vetos, votos y una pregunta: “¿Nos pueden entender?”.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

“Estamos acá porque le tenemos más miedo al hambre que a la represión”. 

Quien habla es Gladys, 63 años, enfermera jubilada del hospital Rawson. Lo dice pasadas las 3 de la tarde, ni bien había arrancado la concentración de jubiladas y jubilados para exigir el “no al veto” del gobierno de Javier Milei a la módica suba de los haberes que en realidad no es una suba sino devolver ese 7,2% arrebatado con el shock inflacionario que generó al asumir.  

En Congreso, dos horas después, pasará lo de siempre y lo que nunca podrá naturalizarse: la represión policial, en este caso acompañada de dos detenciones arbitrarias por parte de la Policía de la Ciudad, en la esquina de Rodríguez Peña y Bartolomé: Camila Luciana Rey, fotógrafa y Yazmín Orellano, ambas de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) fueron capturadas al voleo.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Camila Luciana Rey y Yazmín Orellano. El momento de la detención «al voleo» en Congreso, y la imagen de la policía llevándolas en la comisaría. Fueron liberadas después de las 22 horas.

El puñado de fotógrafos y periodistas que presenciaron el hecho afirmaron: “Las cazaron”. Minutos después, la fuerza de seguridad porteña se las llevó en una camioneta a Combate de los Pozos 155. Luego fueron trasladadas a la comisaría de Tacuarí e Independencia. Las acusan de “lesiones”, “atentado y resistencia a la autoridad”. Después de las 22 ambas fueron liberadas.

La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) contabilizó seis personas heridas en dos eventos represivos de la tarde. La tendencia: hasta fines de junio, la CPM había registrado en seis meses 130 detenciones arbitrarias contra 93 del 2024. En el mismo período, las personas heridas también superaron a todas las del año pasado: 1.251. Entre ellas hubo 179 trabajadoras y trabajadores de prensa. El informe completo puede leerse aquí: https://www.comisionporlamemoria.org/project/informe-especial-represion-de-las-fuerzas-de-seguridad-a-las-manifestaciones-publicas/

Rodrigo Pomares, del Centro Provincial de la Memoria, planteó a lavaca: “Hay una preponderancia en la represión hacia los sectores de los medios y fotoperiodistas, y un límite muy concreto al desempeño de los medios de comunicación y en algunos casos de quienes cubrimos las manifestaciones con el objetivo del monitoreo”.

Para Pomares “La motivación más evidente es que quieren evitar el registro de las represiones y que se puedan reconstruir luego las secuencias de la represión como ocurrió en el caso de Pablo Grillo y tantos otros. El registro de la prensa y de quienes estábamos monitoreando permitió reconstruir lo que pasó, y aportar esos datos a la justicia. Eso es lo que parece evidente que quieren evitar”.  

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Otra operación a Pablo Grillo

Este martes se cumplieron cinco meses del miércoles 12 de marzo, cuando durante otra represión a la marcha de jubilados, el gendarme Héctor Guerrero le disparó de forma totalmente ilegal una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo. El impacto dirigido a su cabeza casi lo mata y perdió parte de la masa encefálica. Este miércoles a la mañana, Pablo fue operado con éxito una vez más: esta vez, le colocaron una prótesis en la cabeza (dos placas en ambos hemisferios). “La operación duró tres horas y salió bien, ahora hay que esperar la evolución”, dijo Fabián, su papá. El gendarme Guerrero, autor material de ese disparo, recién será indagado el próximo 2 de septiembre.

Dice Ana María, 72 años, durante la marcha: “Se está normalizando lo que jamás se debe hacer normal. Hoy prendés la tele y escuchás: ‘Otro miércoles más que les pegan a los viejos’. Todo al revés. No se puede naturalizar que se le pegue a nadie”. 

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Divisiones y reflexiones

El modus operandi de las Fuerzas de Seguridad genera efectos colaterales. A la represión concreta, literal, manifiesta, visible –granadas, gases, camiones hidrantes, palazos– se le suma la silenciosa, la invisible, la que divide para reinar: las fragmentaciones que se generan –o potencian– internamente entre las múltiples organizaciones de jubilados. 

Hoy, mientras Jubilados Insurgentes terminaba de marchar alrededor del Congreso y doblaba en Rodríguez Peña, parte de las Mesa de Organizaciones caminaba por Hipólito Yrigoyen, mientras que otro grupo permanecía parado frente al Congreso.

Mario es un jubilado que todos los miércoles da el presente. «Más allá de las divisiones hay que tener plena conciencia de que el enemigo es uno solo: el gobierno, y el plan criminal que está aplicando. Hay que pensar mucho más en la unidad porque con ella vamos a poder conseguir disminuir la intensidad del ajuste».

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Betty, 65 años, es enfermera jubilada del hospital Penna. Habla sobre la fragmentación notoria: “Vengo acá para sumar un granito de mostaza para conquistar nuestros derechos como jubilados, más allá de las organizaciones a la que cada uno represente. Yo soy autoconvocada y vengo por lo mal que la estoy pasando. Tenemos que defendernos con nuestras tristezas y con nuestras experiencias, que valen un montón”.

¿Cómo se vive en estos días? “Con los 350 mil pesos que cobro no llego a comer todos los días. Espero que este gobierno se vaya pronto y no lo digo porque sí: estoy viviendo mal, estamos viviendo mal, ¿me pueden entender? ¿nos pueden entender?”.

Un poco más allá estaba Vic, trans que había llegado desde Parque Patricios. “Vine a apoyar la lucha de los jubilados porque es una lucha contra el odio la que nos une”. Se acercó un periodista de La Nación + preguntándole si es jubilada.

Vic fue notablemente ilustrativa en su respuesta: “No. Soy odiada y hambreada y solidaria como ellos”.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Lo que no cambia

Gladys y Betty, las enfermeras jubiladas, vienen cada miércoles porque las une la bronca a esta gestión nacional. Como a tantos otros, y como decía Jorge Luis Borges, no los une el amor sino el espanto.

Hay otro punto de unión: la injusticia que están viviendo. Gladys: “Si no venimos, si no nos hacemos escuchar, van a creer que está todo bien, que estamos conformes, y no es así. Tenemos haberes miserables, mientras los legisladores cobran 9 millones, es una vergüenza”. Y subraya: “Esta vida es una vergüenza, parece como si quieran matarnos”. 

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Jubilada y un arma novedosa: pompas de jabón.

Betty la interrumpe: “Es que sí, nos quieren matar. Milei es un déspota, un criminal, que se complace en sacarnos a los pobres lo poco que tenemos”. Se hace una pregunta: “¿Cómo se explica, si no, que pretenda que vivamos con 350 mil pesos? Seguro que para mantener a esos perros grandes que tiene gasta mucho más que eso. Es un atorrante”. 

Más allá de la represión policial (primero las fuerzas federales y desde hace tres miércoles la Policía de la Ciudad) y las divisiones de las organizaciones de jubiladas y jubilados, hay algo que no cambia: la convocatoria permanente cada miércoles a las 15 frente al Congreso de la Nación, potenciada desde hace diez días cuando Javier Milei vetó el aumento de 7.2% de las jubilaciones y el retorno de la moratoria previsional. Al ratificarse el veto, el aumento de agosto para las y los jubilados fue del 1,62%, por lo que la jubilación mínima sigue desplomada, en $ 314.243,51.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Manuel, 75 años, cuenta por qué sigue viniendo: “El objetivo común es ponerle un freno a Milei, que está haciendo padecer a la Argentina. Debe entender que es el Presidente, no un emperador como pretende ser, que no acata las leyes ni las instituciones”.

¿Cómo se lo frena? “Como creo que en la democracia, el parate a Milei debe hacerse en las urnas y para eso hay que hablar con cada persona, crear conciencia, seguir desmintiendo todas las barbaridades que dice. Por eso también estamos hoy acá y seguiremos estando”. 

Manuel lleva un cartel que dice: “Milei vetó, nosotros votemos”. Y lo firma “un viejo meado”. 

Cierra, hasta el próximo miércoles: “No nos quedemos en casa, es la única manera de cambiar esto”.

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Carne

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Por Claudia Acuña.

Son las siete y cuarto de la tarde y en la sucursal del supermercado Coto de la calle Castro Barros, barrio de Almagro, hay cuatro mujeres haciendo fila en la sección carnicería. La primera es una anciana que tiene en las manos apretado el monedero y la mirada atenta en el corte de la carne que pretende: ojo de bife. Le pide al muchacho que tiene el cuchillo expectante en el trozo que le saque toda la grasa que pueda para que pese menos. El muchacho lo hace con esmero. La mujer le pide luego que lo corte lo más finito que pueda. El muchacho lo hace con precisión milimétrica. “Doscientos gramos”, le anuncia y la mujer agradece. Dirá luego, sonriendo, que quiere darse ese “gustito” porque hace tiempo –no dice cuánto, pero suena a demasiado– que no come carne. El muchacho le entrega la bolsa sin mirarla a los ojos: fija la vista en la siguiente mujer, más joven, que está acompañada por su hija, que no supera el metro de altura y parece estar cantando para sí misma Ojalá, el tema de María Becerra.

“Oja-ojalá-lá

que te vuelva el karma
Eras un muñeco

porque no tenías alma….”

La mujer pide dos churrascos de paleta. Otra vez: cortados finitos.

El muchacho vuelve a esmerarse y luego, los pesa.

Teclea en la calculadora de la balanza. La mujer está expectante de los números digitales y cuando asoma el resultado ordena:

“Deja solo uno”.

La balanza vuelve a dictar la cotización.

La mujer señala entonces con esperanza un fragmento que quedó en la tabla.

“Probá con ese que parece más chico”, pide.

El muchacho prueba.

La balanza dictamina el mismo precio que con los otros dos.

“Dejá uno solo”, repetirá la mujer casi sin voz.

Cuando el muchacho le entrega la bolsita, agrega:

“Perdón”.

La tercera mujer pregunta si hay huesos para caldo.

El muchacho responde que ya se los llevaron todos.

La mujer se va.

La cuarta soy yo, que estoy sin palabras.

El silencio obliga la mirada del muchacho directo a los ojos.

“Así, todo el día”, dirá.

¿Hace falta decir algo más?

(Imagen, diario Tiempo Argentino)

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San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

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Desempleo, estampitas, falta de comida, espigas, chicha (nueva droga que invade los barrios, gracias a la crisis), vetos, bendiciones y maldiciones, goleadas, votos, malos pensamientos, arrepentidos, desquicios, la forma actual de la corrupción, la inseguridad, los zombies. Los temas que no aparecen en la política, resurgen con San Cayetano, que volvió a reunir a la gente para pedir y agradecer trabajo entre otras cosas, para tener paz y para marchar a lo largo de 15 kilómetros hasta Plaza de Mayo. Conversaciones en ese trayecto que atraviesa varias avenidas del presente.  

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro

Marcela, 52 años, vende espigas a 1.000 pesos en la estación de Liniers. Llegó de Lanús a las nueve de la noche del miércoles para vender en las inmediaciones de la iglesia de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, en su versión 2025. Lo primero que percibió fue la cantidad de personas que iban a pedir comida. «Un montón, el año pasado traían sus viandas», compara.

No le sorprende: ella está más ajustada, el alquiler sube y las matemáticas para alimentar tres hijos necesitan otras audacias. No habla de cifras, solo dice que «cuesta más».

¿Y el gobierno? Revolea los ojos: «Soy de derecha, pero no lo voté».

¿A quién votó? «A Bullrich. Después no voté porque no me convencían ni Massa ni Milei. Por eso ahora tampoco voy a ir a votar». Bullrich está en el gobierno y como ministra de Seguridad es la que reprime todas las semanas a jubiladas y jubilados. Marcela levanta los brazos: «Estoy en contra de que hagan eso, como también de las barbaridades que está haciendo con los vetos».

Marcela ofrece espigas a quienes pasan, y vaticina las próximas elecciones: «Para mí le va a ir mal. Está desquiciado».

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

De los gases a las espigas, la alegoría de Marcela refleja también algo de esta Argentina, un día después de la dura goleada sufrida por el gobierno en la Cámara de Diputados (12 a 0 entre leyes votadas y vetos rechazados), en medio de otra cruda represión a jubilados y trabajadores de prensa. Entre ellos, el fotógrafo de la agencia AP Rodrigo Abd, que salió un rato de la clínica a donde lo atienden para ver la marcha que hoy no pudo cubrir: le están haciendo estudios por una inflamación en la parte media de su oído derecho por el impacto del chorro del camión hidrante que recibió ayer en la Plaza de los Dos Congresos. Fue uno de los atacados por la policía de un gobierno que publica en las redes propias y de sus asalariados: “No odiamos lo suficiente al periodismo”.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Pensamientos y bendiciones

Sobre la calle Cuzco, entre puestos de estampitas y velas con promos de dos por 1.000, siguen las filas para que los curas bendigan espigas, estampas y velas. Ema, 65 años, y Marcelín, de 68, son una pareja de jubilados que cobran la mínima y también se vinieron de zona sur, de Glew. Marcelín dice que la cosa está brava: «Uno viene a agradecer por todo lo que San Cayetano nos ha dado hasta ahora. La situación está bastante comprometida: todo lo que es para bien lo vetan enseguida». Por eso, suma Ema, hay que agradecer: «Y pedir por los hijos y los nietos. Está difícil para los jóvenes, no hay expectativa para un chico de 20».

Ema pide si podemos, por favor, no hablar de política. «Uno viene para tener paz y transmitirle paz al otro. Si todo el tiempo estamos con malos pensamientos…», dice pero no termina la frase porque la fila avanza y el cura está ahí y ella va rumbo a la bendición: «Nos vemos».

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La agenda invisible

Desde allí se prepara para salir la novena movilización que los movimientos sociales nucleados en la UTEP organizan en el día de San Cayetano. También adhirieron y convocaron gremios, sobre todo de las dos CTA, que caminaron unidas. La marcha cruza toda la ciudad por una de sus arterias principales, Avenida Rivadavia, que conecta el territorio porteño con un oeste infinito. Liniers, casa de la iglesia, oficia de punto neurálgico donde también llegan vecinas y vecinos de todo el conurbano. 

La distancia total a Plaza de Mayo es de 15 kilómetros. Hubo una posta en Flores, frente a la Basílica donde comenzó su carrera Jorge Bergoglio. Lo recordaron con un audio suyo, ya como Papa Francisco, donde habla de cuidar el medio ambiente y luchar por paz, pan, tierra, techo y trabajo. Es el primer San Cayetano sin Francisco como actor espiritual y político.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La marcha arrancó a las 9 de la mañana, llegó a Casa Rosada cerca de las 14, y tuvo en Congreso la sumatoria de columnas nutridas que cruzaron la 9 de Julio en dirección a Plaza de Mayo, a donde llegaron, como llegan hace nueve marchas, con una agenda de temas tan profundos que no entran en los debates políticos: comedores, trabajadoras de cuidado, jóvenes en proceso de recuperación de adicciones, recorte de alimentos, falta de acceso a la tierra, y parálisis de la obra pública de integración socio-urbana que lo único que permite es el avance de la narcoestructura territorial.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Cuando te comen la cabeza

Mauricio, 27 años, es uno de los que puede jactarse de caminarse todo. Milita en la JP Evita. Vino del barrio Victoria, en Moreno, la última estación del tren Sarmiento. «Laburo para pibes desde 18 años y la cosa está fea. La última vez salimos a repartir 320 porciones de comida. En un día. Es un montón. Y vemos que mucha gente del barrio que antes no venía, ahora llega. Impresiona: cada vez se suman más».

Otra cuestión es el consumo problemático: «Está a full, y sube cada día. Intentamos hablar con los jóvenes para que no caigan, pero es una problemática que crece. Peleamos para frenarla. Pero al pibe le comen la cabeza. El transa de la esquina les dice: ‘Vendé acá y te doy plata». Y los pibes, lamentablemente, con eso los compran. Pero no les dan nada».

Para Mauricio, el hambre y el consumo son dos temas ausentes del actual debate político. ¿Cómo buscar de nuevo a esos pibes? “Siempre les hablo para enamorarlos de la política. Le digo: ‘En la política está todo’. Hay desencanto, sí, pero por cómo está el país entienden que tienen el poder para cambiarlo. Hasta con un voto”.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La estrategia electoral de Arturo

Por Rivadavia también marcharon jubilados que todos los miércoles están en Congreso. Uno de ellos es Arturo, vecino de Almagro, que tiene una de las mejores estrategias de comunicación alguna vez creadas: con una sartén ya rota por los golpes que le propina con un utensillo de metal, se mete en cuanto comercio o local ve abierto. Y grita, por cuadras: “Fuera Milei, estafador. ¡Gobernás para los ricos!”. Se asoma a kioscos, verdulerías, cafeterías y aprovecha los momentos que las puertas de algún COTO o banco se abren: “Fuera Milei, ¡fuera!”. Hasta algunos policías ya sonríen. El cálculo de Arturo: “Hoy conseguí 1.000 votos”.

Arriba de un tractor cruza la 9 de Julio el padre Toto, de la parroquia Virgen de Caacupé, de la Villa 21: “Esta marcha es donde tengo que estar”. Una entrevista con Toto y su trabajo en el barrio sobre la cuestión de consumo se publicará en la próxima edición de MU.

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La chicha y los zombies

Samantha, 30 años, es de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) de Rafael Castillo, en La Matanza. En el comedor dan de comer a 30 personas por día y cada vez son más. “Los maridos se quedan sin trabajo y no les alcanza para pagar las cuentas. Dejan de pagar las tarjetas de crédito. Los chicos sólo comen gracias a los comedores de los colegios”. 

Cuenta que entró una droga nueva al barrio, a la que llaman “chicha” y definen como peor que el paco: “La consumen muchos jóvenes, pibes de 14 o 15 años. Los deja como zombies. A veces ni te reconocen. Chicos que iban al colegio y de pronto dejan”. Al debate político también le falta una discusión seria sobre seguridad, explica Samantha: “Es un tema llevar a mi nene a las 6.30 a la escuela. No voy con el celular porque no sabés lo que puede pasar”. 

Para las elecciones que vienen, La Libertad Avanza propuso como candidato de la Tercera Sección Electoral, donde predomina La Matanza, al excomisario Maximiliano Bondarenko. Samantha abre los ojos: “Pero eso es más corrupción. Necesitamos un debate en serio”. Piensa que hay condiciones: “Muchos vecinos se han arrepentido de haberlo votado a Milei. Creyeron, pero te dicen: ‘Me equivoqué’. Algunos tenían un almacén, o capaz que otro negocio, y lo tuvieron que cerrar”.

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Potenciar narco

Vanesa, 33 años, vino de Melchor Romero, en La Plata, y lleva una pechera del Partido Comunista Revolucionario (PCR). «Soy comunista y banco al Papa», se presenta. «Es el primero que habló de techo, tierra y trabajo».

¿Cómo está el barrio?: «Se la está pasando malísimo: desde que asumió Milei, a los comedores no van más alimentos. La mayoría de la gente no llega a fin de mes. El Potenciar Trabajo está congelado en 78.000 pesos y no se mueve. ¿Cómo hacés? A nuestro comedor vienen más de 100 personas por día. Las compañeras sacan de su casa para la olla porque no alcanza. Los barrios se organizan: unos dan merienda, otros dan cena, pero a fin de mes es tremendo, con jubilados, desempleados. Hoy ves gente revolviendo basura en cada cuadra».

De nuevo, el hambre como tema. Y el narco consumo: «Creció horrores. El narcomenudeo arrasa. Pibes que dejan el colegio para ser ‘soldaditos’ de los transas. Les ofrecen plata fácil, pero los hacen mierda. Desde que asumió Milei, todo está peor: ves nenes de 8 o 9 años consumiendo paco».

A este combo le agrega que llegó la factura de luz de 200.000 pesos. Y 36.000 a otro comedor. «Las garrafas de gas están a 15.000 cada una. No duran nada. Muchos cocinamos con leña para estirar».

¿Cómo salir de esto? Vanesa sigue marchando y tiene una hipótesis: «Uniéndonos y saliendo a la calle. Milei vino a sacarnos nuestros derechos. La única forma es resistir organizados» dice rodeada de gente, de espigas y tal vez de preguntas.

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