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80 días sin Loan: entrevista en Corrientes al hermano del niño desaparecido

Lavaca en Corrientes. En el pueblo donde vivió el niño de la sonrisa de 5 años, Loan Danilo Peña, la tranquilidad se rompió, y en la provincia también: ya no hay marchas pidiendo por su aparición, ni carteles pegados en las calles, en una sociedad quebrada por el manoseo del caso y la tirantez política con el gobernador. Desde esa cierta soledad el hermano de Loan, José, recibe a lavaca y responde.
Por qué se investigó mal. El accionar de la justicia. Quiénes son las 7 personas detenidas. Cómo actuaron el gobierno nacional y el provincial.
Las mafias. Quién es Loan. El acompañamiento del pueblo. La promesa del gobernador Valdés. Y el corazón del problema: “A veces se pierde el foco y se habla de cualquier cosa; los medios, la gente, se la pasa dos, tres días hablando sobre lo que no es prioridad. Acá, lo único importante es seguir investigando y que recuperemos a Loan. Después, todo el resto es cuento”.
Por Francisco Pandolfi. Fotos de Juan Valeiro
En Corrientes capital cuesta encontrar alguna mención sobre Loan. Un par de carteles en la terminal de micros, y no mucho más. No hay grafitis, no hay banderas. No está Loan.
En las rutas correntinas, Loan también está desaparecido. Entre vacas, caballos, gallinas y diversos cultivos, hay enormes marquesinas de empresas, sobre todo vinculadas al agro. Pero no existe cartelería que muestre su cara, su nombre, su risa, en kilómetros y kilómetros de campo verde a ambos lados. No aparece Loan.

En el pueblo 9 de Julio (más de 3.000 habitantes; 200 kilómetros al sur de la capital provincial) la geografía cambia. Acá vivió Loan desde que nació hasta, por lo menos, el 13 de junio pasado, cuando hace 80 días lo desaparecieron. Acá, en este pedazo de tierra fértil –donde prevalece la producción de frutilla, en invierno/primavera, y de limón, sandía y melón, en verano–, se perdió la tranquilidad de un día al otro –o de una hora a la otra–, cuando aquel jueves alrededor de las 14.30 empezó a circular la foto “de un nene perdido” en los estados del whatsapp de las y los vecinos.
Acá, nada volvió a ser lo mismo. Porque aunque la siesta sigue sin negociarse y los perros que ladran y los pájaros que cantan siguen siendo los únicos que la alteran; porque aunque las vacas y los caballos andan como habitualmente por las grandes veredas cubiertas de pasto y las anchas calles sin asfalto; porque aunque esa “tranquilidad” continúa reinando y esa “paz” permanece inalterable en un lugar donde las rejas son la excepción y las bicicletas no se atan con cadenas; y porque, incluso, aunque toda persona saluda cuando ve a otra (toda la gente es toda la gente), acá algo se rompió.
“Se partió la confianza”, dice una vecina que atiende el único restaurante del casco urbano, formado por menos de 70 manzanas. “Ya no hay chicos en la plaza jugando solos; los sábados a la noche la ruta (nacional N°123, que atraviesa horizontalmente al pueblo) se llenaba de música y ahora escuchen, puro silencio; ya no hay más fiestas en el pueblo, porque no hay nada que festejar”.

Quién es Loan
Acá, en 9 de Julio, la geografía se transforma porque hay un nene de 5 años que se llama Loan Danilo Peña, al que le gusta tocar el acordeón, y tomar mates con su papá, y bailar el chamamé, y reír un montón, que está desaparecido. Ese nene, acá está en todos lados. Está pegado en carteles; está nombrado en banderas y pasacalles. Está en las ventanas de los autos que andan sin apuro, en la fachada del centro de jubilados y pensionados, en el gimnasio; en los kioscos, en la plaza principal, en la escuela donde iba al jardín; en los almacenes, en un mural.
Casi al final de la zona urbana, al noreste del pueblo, hay una casa donde el alambrado del frente sostiene un montón de carteles que exigen “justicia”, “que aparezca”, “con los chicos no”, y la cara de Loan y el nombre de Loan.
Loan. Loan. Loan.
Por todos lados, Loan.
Es la casa de este nene de 26 kilos y 90 centímetros, de donde se fue con su papá a almorzar a lo de su abuela Catalina, en el paraje rural Algarrobal, a las afueras de 9 de Julio. Almuerzo donde estuvieron 6 de las 7 personas hasta hoy detenidas e imputadas mientras se continúa con la investigación a cargo de la Jueza Federal de Goya Cristina Pozzer Penzo: Laudelina Peña –tía de Loan– y su esposo, Antonio Benítez; Daniel Ramírez y Mónica del Carmen Millapi –pareja amiga de los tíos de Loan–; Victoria Caillava –funcionaria municipal y amiga de la abuela de Loan– junto a su marido Carlos Pérez –oficial retirado de la Armada–. El séptimo detenido es Walter Maciel, comisario del pueblo –ya desafectado– e imputado por encubrimiento. El mismo Maciel, que carga con una denuncia por abuso sexual de 2019 y a quien sus ex compañeros de la comisaría lo denunciaron este año por abuso de poder.
En la casa de Loan, uno de sus siete hermanos, José, recibe a lavaca. Tiene 25 años, un hijo de 3, cosecha frutilla y es a la par de su hermano Mariano quienes hablan con la prensa.
Detrás de él, una cartulina blanca se destaca pegada en la pared, con letras negras: “No a la corrupción”. Y al lado, un santuario lleno de vírgenes, de santos, de velas y de Loanes. “La fe mueve montañas”, esperanza una inscripción. A continuación, la entrevista con José, de pocas palabras, cuerpo cansado y ojos conmovidos.
“No sabemos nada»
¿Por qué después de 80 días todavía no hay novedades concretas de dónde está Loan?

Y eso es lo que queremos saber, el por qué. No sabemos qué está haciendo la Justicia, no se mueve; los culpables están detenidos pero no hablan, no dicen la verdad de lo que pasó. Lo único que queremos es que aparezca Loan y saber qué pasó ese día. Que lo sacaron por la ruta 12, que lo entregaron en una escuela, que fue un accidente, que se lo comió un yacaré… No sabemos nada, hipótesis y más hipótesis. Solo tenemos un botín de Loan como indicio, nada más. No puede ser, no puede ser.
¿En qué se investigó mal desde el primer día?
Lo primero que se tuvo que hacer fue bloquear el pueblo. Que nadie salga y que nadie entre. Pero el comisario Maciel no tomó esa decisión, entonces quienes se lo llevaron tuvieron todas las oportunidades para hacerlo. Hoy Loan puede estar en cualquier lado por culpa de esas primeras horas en que la Policía no cerró la zona.
¿Cómo analizás el accionar de la Justicia?
Medio tibia y también medio fría, con cosas que debe hacer y no hace, pero bueno, ellos son los que están trabajando. Veo que tardan; que deben llamar a declarar a gente como Macarena y Camila (sus primas, que estuvieron en el almuerzo) y no lo hacen, me llama la atención. Entonces, necesitamos que la Justicia nos explique estas cosas.
Además de las 7 personas detenidas, ¿alguien más debería estar imputada?
No puede ser que en un pueblo tan chiquito, que nos conocemos todos, pase esto; no lo esperábamos. Pero lo que es seguro es que la gente que está presa, y que estuvo en el almuerzo, sabe bien qué pasó el 13 de junio. Mi mamá y mi papá son víctimas de ellos, cayeron en la trampa. Macarena y Camila saben más de lo que dicen. Si ellas también estuvieron el 13 de junio, no pueden estar en la calle como si nada, mintiendo. No entiendo el por qué.
¿Cómo actuaron los gobiernos local, provincial y nacional?
De los gobiernos no quiero hablar. De la política no quiero hablar, no es el momento. Hay que hablar de Loan, sino se corre el eje. De la política no sé si está metida o no en el caso, ni quién hizo tal cosa. Sí puedo hablar de lo que sé, como lo que pasó con el senador (Diego) Pellegrini (hombre cercano del gobernador Gustavo Valdés) que no entiendo por qué se metió en el tema (Laudelina Peña, la tía de Loan, lo acusó por haber buscado instalar la versión del accidente a cambio del pago de 50 mil pesos).
¿Qué mafias ves detrás?
Puede ser trata de personas, puede ser un tema de narcotráfico, tantas cosas pueden ser que no descarto ninguna, pero lo único concreto que tenemos es que Loan no está y que se lo llevaron, porque él si se hubiera perdido, de alguna manera llegaba a su casa.
Entre caballos y chamamé
¿Quién es Loan?
Loan es un tipo muy vivo, activo, inquieto, cantaba, jugaba mucho a la pelota; no se quedaba quieto, andaba en bici, tocaba el acordeón. No había problema si lo estabas filmando, él se prestaba igual. No tenía vergüenza de nada, bailaba y cantaba chamamé. Vos lo veías y por su propia voluntad salía a andar a caballo, y después venía, regaba la huerta, carpía la tierra… así andaba Loan, haciendo lo que él quería. Y ahora está cambiando su vida, no sé dónde…
¿Hincha de Boca, por lo que vimos en algunas fotos?
De Boca, o a veces de River, mientras él tuviera su remera no le importaban los colores.
Cuando pensás en él, ¿con qué te conectás?
No verlo, no saber de él, qué está haciendo, cómo la está pasando, duele mucho. Se levantaba temprano, recorría la casa, golpeaba la puerta, muchas veces te despertaba a las 7 o como mucho a las 8. Tomaba mates con papá o se tomaba su mate cocido. Se dormía temprano, como a las 8 y media, o 9, menos cuando dormía la siesta que se acostaba un poco después. Jugaba con todos sus hermanos, un rato con cada uno. Se me vienen muchas cosas a la cabeza; lo veo sentado en la mesa, jugando, bailando, y eso cambió totalmente. Cambiaron los días. Cambió todo.

LOAN, COMO FOCO
¿Cómo sentís el acompañamiento del pueblo?
Después del jueves pasado, cuando nuestra familia decidió juntarse con el gobierno provincial, la gente nos abandonó un poquito, pero con la familia seguiremos de pie peleando por Loan. El jueves se fue a la casa de gobierno a pedir ayuda, mis padres están desesperados por saber de él. Si tienen que juntarse con el gobernador, se van a juntar, si es con el presidente (nunca los recibió), se van a juntar; con quien sea, se van a juntar, porque lo que queremos es a Loan.
¿Hubo algo resolutivo en la reunión o alguna promesa de parte de Valdés?
Nos dijo que nos iba a ayudar en lo que necesitáramos, que estaba a disposición. Sólo eso.
Después de ese encuentro, como vos decías antes, parte de la sociedad se mostró disgustada por haberse juntado con el mismo gobernador que hasta ahora nunca los había recibido, ni había venido a verlos a su casa, y que el 29 de junio había twitteado: “Se ha dado un gran paso en la resolución del Caso Loan”, dando una información falsa. ¿Cómo analizás su actitud en todo este tiempo?
Cuando lo necesitábamos realmente que viniera, no vino. Eso no quita que no hiciéramos el encuentro con él. Mis padres no pueden estar más así, están muy angustiados, desesperados, siguen pasando los días y no tenemos noticias de qué pasó con Loan. Nos tenemos que mover como familia y por eso la decisión de ir el jueves. Esperemos que ahora ayude, fue lo que prometió.

¿Qué le decís a la sociedad argentina?
Que le estamos agradecida eternamente. Y que nos siga acompañando, en pedir justicia por Loan, en no dejar de buscarlo. Vamos a pedirle ayuda a quien sea, se llame Valdés o el Papa Francisco. A veces se pierde el foco y se habla de cualquier cosa; los medios, la gente, se la pasa dos, tres días hablando sobre lo que no es prioridad. Acá, lo único importante es seguir investigando y que recuperemos a Loan. Después, todo el resto es cuento.
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Marcha de jubilados más allá de Trump, Milei, el FMI y Bullrich

La todavía ministra Patricia Bullrich había planteado durante la mañana: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen?”. La “modernización” parece ser conocida como reciclado de medidas contra la sociedad. Trump, Milei y el FMI también son bastante conocidos. La marcha de jubilados se realizó pese a todo. Y llegó a Plaza de Mayo. La charla de una mujer con Jorge Taiana, la indagatoria al policía acusado de tirar al piso a la jubilada Beatriz Blanco, y un llamado a la inteligencia.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos lavaca.org, Juan Valeiro y Line Berkel.
A Dolores le dicen Doly, y tiene un cartelito colgado con un piolín negro, que por lo casero llama la atención. Parece un imán, que a uno la lleva a hablar con ella. “Luche como un jubilado”, se lee a distancia.

Doly en Congreso: «Todos los días mando mensajes: Caputo, ¿dónde está el oro?»
Al acercarse, Doly cuenta que viene de Lanús, tiene 71 años, viene todos los miércoles y que se entretiene por X cada vez que el Ministerio de Economía hace una publicación: “Le pregunto: ‘¿Caputo, dónde está el oro?’. Así todos los días”, ríe y al instante se pone seria cuando explica que la lucha de los jubilados “debería ser un ejemplo”, pero que cada vez se sienten más solos. Dice que no hay un solo motivo, sino muchos porqués.
- “Porque meten miedo pegándonos todos los miércoles”.
- “Porque la sociedad no se moviliza en conjunto, sino por separado”.
- “Porque los sindicatos tendrían que despegarse de la CGT que ya sabemos no hará nada”.
- “Porque tendría que formarse una nueva CGT, como alguna vez sucedió”.

En la concentración de jubiladas y jubilados de este miércoles estuvo unos minutos Jorge Taiana, diputado recientemente electo por la provincia de Buenos Aires, por Fuerza Patria. Dolores le cuenta a lavaca: “Yo soy peronista, pero hablando con él me liberé”. El diálogo:
–¿Dónde están, Jorge? ¿Por qué no vienen a acompañarnos?
–A partir del 10 de diciembre voy a asumir en el Congreso y como legislador voy a tratar de…
–Jorge, el 10 de diciembre vamos a estar todos muertos. Los jubilados venimos todos los miércoles acá, y no hay uno que dé la cara.

La movilización llegó a Plaza de Mayo.
Doly señala las vallas que dividen la avenida Entre Ríos y la plaza. “¿Sabés para qué son?”, pregunta en voz alta: “Para que quienes están en el Congreso no nos vean, para no escuchar lo que tenemos para decir”. Y ella dice: “Me jubilé en 2014 cobrando casi un 80% de la jubilación. Y en los últimos años, con Macri, con Alberto, con Milei, perdí casi la mitad del poder adquisitivo. Es un desastre. A mí me ayudan mis dos hijos y más o menos la pechugueo, pero sabés lo que es no poder comprarle un regalo a tu nieto. Antes lo hacía, y hace ya un montón de tiempo que no puedo, es muy triste”.
Por eso, Doly marcha.

La imagen de la revista MU de la referente de la Soberanía Alimentaria Miryam Gorban (fallecida el 22/10) también acompañó las marchas. La sonrisa y el cuchillo de cocina entre los dientes.
“No soy yo”
Este martes declaró Pablo Alexis Aldama, oficial ayudante de la Policía Federal Argentina, acusado por la agresión a la jubilada Beatriz Blanco en la represión desatada el pasado 12 de marzo –el mismo día que hirieron gravemente al fotógrafo Pablo Grillo y Jonathan Navarro perdió la visión de un ojo. Beatriz cayó de nuca a la vereda, golpe que le provocó lesiones en la cabeza. El policía, que desde enero cumple funciones en el Batallón II de Infantería, presentó un escrito de 55 páginas ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1, a cargo de María Servini, en el que pidió su sobreseimiento.
Aldama acusa a la jubilada de 82 años de pegarle “desde atrás con un palo similar a un bastón” y romperle su casco de policía. Además, dice que él no fue quien empujó a Beatriz sino su superior, el Oficial Inspector Céspedez, aunque “accidentalmente”.

Beatriz Blanco, 81 años, la mujer golpeada por la policía el 12 de marzo. «Se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad». Según Bullrich Beatriz es una patotera (?). Según el policía acusado, se cayó sola.
Así lo declara: “No soy yo, Pablo Aldama, quien tiene contacto con la Sra. Blanco al momento del hecho, la que por cuestiones que desconozco, se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad”.
El efectivo reconoció haber usado gas pimienta “una sola vez para persuadirla de dejar de agredir al personal policial”. Y refuta a la propia Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que en su informe afirma que uno de los efectivos extendió su brazo contra Beatriz y, a partir de ese impacto, cayó al piso.
Sin embargo, es miércoles, y Beatriz marcha.

3. La inteligencia es seguir
A las 10.55 de la mañana la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, escribió en la curiosamente llamada “red social” X”: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen? Perfecto, respeten el protocolo, sobre la vereda y sin violencia”. El posteo tenía la referencia de un video suyo anterior donde decía, en tono amenazante: “Entiéndase por Protocolo Antipiquete: las manifestaciones, sobre la vereda. No se corta la calle”.

Micaela, fotógrafa agredidas de la semana pasada. Los puntos, hematomas y golpes.
Menos de siete horas después, pasadas las 17, la calle no sólo estaba cortada sino que era la pasarela principal, liberada por la Policía de la Ciudad, por donde la marcha de jubilados y jubiladas avanzaba como hacía semanas no sucedía. Por allí camina, cámara en mano, Micaela, la fotoperiodista que recibió un palazo en el ojo en la represión de la semana pasada. Fue un oficial de la misma fuerza que ahora despeja las calles la que la dejó con el ojo izquierdo morado, un pequeño derrame, un punto debajo de su ceja y un malestar en todo ese lado de la cara –del cachete hasta la pera–, con una presión sobre las cervicales que le dan ganas de vomitar.

Al lado está Emiliano, su compañero, que tiene a su madre todavía convaleciente: Nora, de 70 años, fue empujada en la misma represión, y estuvo unos minutos inconsciente en el suelo, congelando la respiración de quienes la rodeaban. “Todavía siente un hormigueo en el brazo izquierdo –cuenta su hijo–. Le cuesta cortar la comida, la tienen que ayudar”.
Hoy Nora no vino. Pero cientos, miles, sí, que marchan después de una radio abierta larga, y llegan hasta Plaza de Mayo sin inconvenientes, donde habrá otro acto más. Algunos se preguntan de la eficacia de los miércoles, pero entre tanta pregunta dubitativa, Silvia López, 69 años, trae un silbato que no deja de soplar y dos latas de atún que no deja de golpear. Vino de Ensenada, provincia de Buenos Aires, a 59 kilómetros de esta Plaza a la que asiste cada semana con su bastón porque tiene mal la pierna de toda una vida como peluquera y comerciante. Cobra la mínima que no le alcanza para mucho, como la garrafa que pagó ayer a 18.000 pesos. La cosa está dura pero, dice Silvia, hay que reafirmar la inteligencia.
–¿Cómo?
–Hay que seguir. Seguir viniendo. Para que te escuchen. Porque mientras la gente siga viniendo acá, ellos saben que el problema continúa.
Silvia sigue.
Y también, como Doly y Beatriz, y tantos otros y otras cada miércoles, marcha.

Un clásico: la sonrisa de Juan José, y su momento de baile de cada miércoles, sobre su silla de ruedas.
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Marcha de jubilados: las escenas de la violencia policial (video)

Cuatro detenidos, al menos cinco heridos. Una jubilada que quedó inconsciente al ser golpeada por la policía (video). Mujeres, periodistas, fotoreporteros y un sacerdote agredidos y esposados. En la foto de portada se ve al cura Paco Olveira y a Fidel Bravo esposados en el celular, y en primer plano al policía que atacó al periodista de lavaca. La denuncia presentada por Periodistas Argentinas y AReCIA y las deficiencias judiciales. A ocho meses de los ataques al fotógrafo Pablo Grillo y a la jubilada Beatriz Blanco, las marchas de uno de los sectores más castigados de la sociedad reclamando por sus haberes licuados siguen provocando una respuesta gubernamental recurrente: la violencia.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: lavaca.org / Juan Valeiro
Hace dos semanas que la marcha de jubilados y jubiladas empezó a anunciarse en distintos horarios y no sólo a las 15 horas como es habitual. La convocatoria es para gambetear no sólo los inusitados operativos policiales, sino también un sol que se va recalentando, como tantas cosas. Este miércoles la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados convocó a las 17 horas. Pero cuatro detenidos y al menos cinco heridos antes pasó de todo.
Primero fueron los whatsapps que se viralizaron con un mensaje urgente: “Detuvieron al padre Paco”. Todavía no eran las tres de la tarde. Las fotos mostraban al sacerdote esposado, sentado en el suelo, con el fotoperiodista Fidel Bravo, sobre Callao y Rivadavia. Lo subieron a un móvil policial. “¡Suelten al padre Paco, fachos pobres!”, gritaba una señora a un batallón de oficiales de la Policía Federal y Gendarmería que, detrás de las vallas, por las dudas convocaron a un camión hidrante. Del otro lado, los manifestantes no llegaban a 20.

Nora, la jubilada agredida que quedó inconsciente (abajo, el video del momento en que la golpearon).
lavaca se acercó hasta el estacionamiento frente al Senado, un lugar extraño para alojar detenidos, que las fuerzas al mando de la ministra Patricia Bullrich utilizan con frecuencia. Allí no estaban. “Fijate en las camionetas sobre Rivadavia o si no da vuelta al Congreso”, dijo un policía.
Sobre Rivadavia, un manifestante señaló el móvil al que los habían subido. Otro policía señaló: “Están en Hipólito Yrigoyen y Combate de los Pozos”. Ambos detenidos estaban sobre esa esquina, en el vehículo de la Unidad Judicial Móvil de la Superintendencia de Investigaciones Federales, patente NSN186.
“Ya salen”, informó un policía.

Los carteles de jubilados, como editorial político.
Foto, anteojos y la lotería
La puerta del móvil estaba abierta. En los asientos delanteros, Paco y Fidel. Ambos sujetados por las mismas esposas, Paco de la muñeca izquierda y Fidel, de la derecha (foto principal de esta cobertura).
lavaca fotografió el momento y también lo filmó, cuando uno de los policías se acercó con violencia y empujando. “Te dije que ya salen, no me hagas poner violento”, dijo, como si la violencia fuera la de un periodista haciendo su trabajo al registrar la detención de un cura y un militante. Luego llevaron a Paco y a Fidel dentro de una casa de Lotería, porque un estacionamiento no bastaba para el surrealismo represivo.

El padre Paco Olveira con la frente ensangrentada por un golpe policial.
Al quedar liberado, Paco Olveira dijo a lavaca: «Me pasó lo que te pasó a vos, que por querer hacer una foto casi te tiran al piso. En nuestro caso, primero hicimos un par de vueltas al Congreso, un rato antes de las dos. Estábamos por cruzar la valla pero paramos ahí, en la vereda. Empezaron a empujar a los jubilados. Como iba a terminar uno en el piso, les digo ‘vamos a rezar un padre nuestro’. Ahí al compañero (Fidel Bravo) le agarraron la bandera argentina y él la defendió. Lo tiraron para atrás y yo me agarré a él. Así, si lo llevaban, me llevaban a mí también. Creo que por eso estamos libres los dos; si no, el pobre iba a estar preso”.
–¿Les imputan algo? Hablaban de resistencia a la autoridad.
–Sí, nos notificaron de supuesto atentado y resistencia a la autoridad. Igual no pude leer porque me rompieron los anteojos (muestra que falta el lente derecho). Con un ojo sí y otro no, no puedo ver nada, y no nos dieron copia.
Paco agradeció la solidaridad –entre quienes se acercaron estaba el diputado Eduardo Valdés y el secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano– y emprendió la vuelta a la plaza con la mochila abierta: “También me la rompieron”.

La denuncia de Periodistas Argentinas y AReCIA
Antes de regresar a la cobertura, los periodistas de lavaca fueron a hacer la denuncia a la oficina del Ministerio Público Fiscal de Combate de los Pozos, donde siempre llevan a los detenidos de los miércoles a fichar. La repuesta habla de la deficiencia judicial de prevenir los ataques a la prensa: informaron que la atención era de 9 a 15 horas y derivaron un 0800.
Llamamos: hubo veinte (20) minutos de demora porque había cuatro personas en espera. Cuando atendieron la charla duró apenas cinco minutos; al explicar la causa del llamado, tras una breve y burocrática respuesta, cortaron. Un nuevo llamado permitió acceder al mail a donde presentar formalmente la denuncia. Para cuando finalmente la concretamos ya podíamos adjuntar los videos de los brutales ataques que sucedieron después de intentar, en vano, evitarlos.

El policía intentando impedir que lavaca fotografíe a los detenidos.
Los periodistas que fueron a esas oficinas son Claudia Acuña y Lucas Pedulla, que en representación de la Asociación Civil Periodistas Argentinas y la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA), respectivamente, presentaron un habeas corpus en diciembre de 2023 para prevenir estos ataques que, desde la fecha hasta hoy, se reiteran y agudizan. La causa tuvo su laberinto hasta que la Corte Suprema resolvió este martes la competencia del juzgado. Allì presentamos este martes el pedido de tratamiento urgente.

Gente marcada, mujeres golpeadas
En Congreso, una de las tantas marchas ya había empezado. La disposición del espacio era la habitual: vallado de punta a punta de la plaza, tránsito bloqueado y efectivos de la Policía de la Ciudad acordonando los alrededores para evitar que la movilización doblara por las calles aledañas. El mismo cordón aguardaba sobre Sáenz Peña para que el reclamo no se dirigiera hasta la Rosada.
Todo parecía lo habitual, pero los policías de la Ciudad –chalecos celestes– recibieron una indicación en sus handies.

Bastón en mano, la policía de la Ciudad agrediendo a manifestantes previamente «marcados» por la Federal: surrealismo e inutilidad represiva.
“Al de gorrita negra, a tu izquierda, gorrita negra”, decía la voz que salía de los aparatos. Hacía allí fueron cinco agentes para rodear a un muchacho de gorrita negra. Al detenerlo y llevarlo detrás del cordón, Estefanía, una joven integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fue golpeada en el ojo por un policía varón, lo que revela la idoneidad de los cordones bullrichistas.
La tensión policial escaló. Los mismos oficiales siguieron marcando personas. En el intento por detener a otras, la gente se defendió y los policías avanzaron con los escudos y a palazos. Así empujaron a Nora, una jubilada de 70 años que acompaña todos los miércoles. La socorrió Nicolás Chiarini, el mismo joven que le salvó la vida al fotógrafo Pablo Grillo –de cuyo ataque este miércoles se conmemoran ocho meses–.

Nora, 70 años, golpeada por la policía.
Otro de los marcados y cazados con violencia fue Nicolás Ríos, fotógrafo y militante de Convergencia Socialista. Al rato fue liberado y contó: “La misma Policía de la Ciudad me dijo que me detuvo porque dos horas antes me había marcado la Federal, mientras filmaba el inicio de la concentración. Les expliqué que yo no estaba haciendo nada y me largaron”.
En la Plaza la estaban atendiendo a Micaela Acevedo, fotoperiodista, a quien le partieron la ceja de un palazo. “Estábamos delante de todo, filmando, y empezamos a ver que estaban señalando gente. De repente, vino el jefe de policía y me pegó un palazo en la cara”, le dijo a lavaca, sentada en un banco de la plaza.

Micaela, palazo en la ceja.
Al su lado apareció en escena nuevamente el padre Paco, esta vez no detenido pero sí con la frente ensangrentada, llevado por el Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA Argentina).
–¿Estás bien?– le preguntó Micaela.
–Mejor que vos, querida –respondió el cura–. No sé si me dieron con un palazo o con un escudo, de la nada vinieron a pegar.

La capacidad de movilizarse pese a todo, y el triste rol policial.
Videollamada para la jubilada
A unos metros, sobre la plaza, estaba Nora, la jubilada que la Policía de la Ciudad había tirado al suelo hacía unos minutos.
Para dimensionar: la caída de Nora fue, en cuanto a la violencia, parecida a la de Beatriz Blanco (jubilada golpeada el mismo 12 de marzo que hirieron a Pablo Grillo), con todo el peso del cuerpo hacía atrás, cabeza contra el suelo. Después de la atención, Nora estuvo unos minutos inconsciente.
Al lado de Nora estaba su hijo Emiliano, fotógrafo como Micaela, la reportera herida en la ceja, que para colmo, es su pareja. Emiliano primero lloraba, pero luego se fue aliviando. De a poco su mamá, todavía acostada en el piso, se fue recuperando luego de estar varios minutos con la presión muy baja. La tensión se apoderó de la plaza mientras el CEPA y la CPM intentaban reanimarla. El SAME, por su parte, tardó varios minutos en llegar. Y antes de enviar una ambulancia, pidió hacer una videollamada con la jubilada herida: otra escena insólita.

Videollamada para diagnosticar a una mujer reprimida.
–¿Se cayó?– le preguntaron del otro lado del teléfono.
–Me tiraron– respondió Nora.
Tras la videollamada con el SAME, ya repuesta, la mujer le cuenta a lavaca: “Estaba a 4 metros de la policía y de repente se vinieron a donde estábamos, corriendo. No me lo esperaba y me llevaron puesta, me pasaron por encima”.
¿Por qué no faltás nunca los miércoles? “Siempre he salido a la calle cuando me parece que es injusto lo que pasa, más que nada porque tengo tres nietos”, dice y es la primera vez desde el golpazo, que hace una mueca risueña. “A mis nietos los cuido, no quiero que salgan; pero en mi caso, es imposible no salir cuando ves tanta injusticia”. La ambulancia llegó unos minutos después y Nora y su hijo se subieron.
De fondo, por Hipólito Yrigoyen, estaba pasando la cuarta marcha de la jornada.
Recién eran las 17:07, horario de la convocatoria oficial.
La marcha, estaba arrancando. Pese a todo lo anterior: pese a todo.
(En el comienzo de este video se observa el momento de la agresión a la jubilada).
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Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Un miércoles con marchas separadas, y gente buscando recuperar la iniciativa, la creatividad y la fuerza de reunirse. Imágenes sobre Boca, el peronismo, las traiciones, la CGT, el Garrahan con aumentos, y algunas ideas para salir del corralito.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
“Miércoles de jubilados”, anuncia un grafiti pintado de rojo en medio de la plaza de los dos Congresos. La proclama denota una costumbre. Lo habitual. Algo que se hizo norma y, como tal, tiene su costado positivo y otro que no tanto.
Este “miércoles de jubilados” tiene algo particular, distinto al resto, que rompe la costumbre, lo habitual, lo normal: esta vez, un grupo convoca a las 14, otro a las 15 (como venía sucediendo) y otro a las 17. En conjunto (y separados) forman una síntesis de lo que es hoy la fragmentación de las luchas en Argentina.

La calle y lo colectivo.
La organización de Jubilados Insurgentes es la que llega primero. Pasadas las 14, ya andan haciendo semaforazos y marchando alrededor de la plaza. Las canciones, esta vez, sobre todo apuntan a la CGT (Confederación General del Trabajo), que en esta misma jornada eligió su nueva conducción hasta 2029, que seguirá en forma de triunvirato: Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Solá (Seguro) y Cristian Jerónimo (empleados del vidrio). La elección llega en medio de los crecientes rumores por parte del Gobierno nacional de avanzar con una reforma laboral.
Boca River y el recibo
Armando, vecino de Barracas, tiene 75 años y dos esperanzas: “La primera es ganarle a River el domingo”. Boca –su Boca– siempre le genera ilusión, aunque la situación del equipo a veces lo tira para atrás: “Ver a algunos jugadores me la quita”.
Cualquier comparación con la política no es mera coincidencia, se ríe, y por eso cuenta lo otro que lo esperanza: “Venir a marchar todos los miércoles”. Su jubilación ya no le alcanza y pregunta si hace falta mostrar su recibo: “Son 390 mil pesos en la mano”, dice, moviendo la cabeza. “Se hace re imposible. Por eso venimos: aunque nos den un palazo en las elecciones, vamos a seguir luchando”.

Asamblea a megáfono abierto.
Su análisis: “El peronismo no está unido porque hay mucho traidor. Hay una CGT quieta, que hoy se renovó, pero muchos sindicatos no aportaron nada. Recién ahora el Garrahan consiguió algo, pero a los jubilados nos siguen pisando. Encuentro el déficit en la falta de unión del pueblo porque somos pocos los que venimos todos los miércoles. Necesitamos más apoyo. El único apoyo es la prensa”.
Se pregunta por qué no hay más políticos que acompañen: “Si ellos nos representan, ¿por qué no pelean con nosotros? Como dijo Perón, con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Por eso perdimos: pelean por un cargo pero cuando hay que salir a pelear de verdad, no los veo”.
Entre Boca y la CGT, Armando mueve la cabeza. Pero mantiene su esperanza.
Asamblea en el corralito
Una vez que los jubilados terminan de dar la primera de las varias vueltas que hoy se caminan, proponen algo no habitual, no normal, distinto, “porque algo diferente tenemos que hacer, así no va más”. Un concepto que representa una buena dosis de sabiduría: “Es bueno reconocer cuando no sabemos bien qué hacer”.

Zulema agarra el megáfono y dirige la batuta. En 3, 2, 1 se arma una asamblea espontánea en la calle con un objetivo: “Que hable quien tenga alguna propuesta concreta para pensar qué hacemos y definir cómo seguimos, coordinados, para que no quede cada uno con su librito”.
Así empieza a pasarse el megáfono de mano en mano, como un ejercicio de democracia participativa en peligro de extinción.
Uno invita a reunirse “todos juntos” en la CTA Autónoma, este próximo viernes y pensar “entre espacios que pensamos distinto un plan de lucha común a encauzar”.
Otra dice que ya no alcanza con esta concentración de los miércoles, que hay que pensar “acciones más allá de esta vuelta a la plaza que nos obliga a hacer este gobierno cada miércoles y entre vallas”. Alguien agrega: “Esto parece un corralito. Cortan todo el tránsito del centro y nos dejan adentro para que marchemos”.
Otro aporte: “Pero no podemos irnos de acá, lugar emblema de nuestra resistencia; quizás hay que buscar otro espacio, pero en las inmediaciones del Congreso”.

Nunca se deja de marchar.
Un jubilado propone ir a Tribunales. Pero ni bien termina de formular la idea, plantea el primer problema: “Aunque claro, ir allá a las 5 de la tarde no tiene sentido, ahí a partir de las 3 no queda nadie”.
La CGT y el aumento al Garrahan
Alguien sugiere aprovechar que la CGT tiene nueva conducción y marchar hacia allá “por lo menos un miércoles”. No termina de formular la iniciativa que llueven los insultos a la Central sindical. “Pongan a quien pongan es lo mismo, porque el problema es la dirección que tienen y ya sabemos que van a pactar por la reforma laboral. Son unos traidores”. Debe aclararse que la definición de “traidores” es la más suave y elegante que se propinó a la central sindical.
Otro se envalentona: “¿Alguien cree que ahora nos van acompañar? No vinieron nunca a luchar con nosotros, son ellos quienes nos empujaron a venir acá por las nuestras, porque les importamos tres carajos. Esta mañana solo cambiaron figuritas”.

Le da pie a un jubilado con el pelo color ceniza que en menos de tres minutos resume la historia del sindicalismo argentino y hace un homenaje: “Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Agustín Tosco, uno de los referentes del Cordobazo, que logró evitar lo que buscaba la dictadura: implementar la jornada laboral de 12 horas. Con este gobierno estamos retrocediendo medio siglo”.
Tras el desahogo contra la CGT, el enojo sigue: “Ayer se conoció el aumento a los trabajadores del Garrahan y hoy ellos tendrían que haber mandado alguna delegación solidarizándose con nosotros. Su aumento fue un logro colectivo por tantos espacios que los apoyamos”.
Obelisco y tres ideas
La asamblea vuelve al tenor inicial propositivo. “Otra opción es concentrarnos en el Obelisco”, dice uno, pero otra con más canas y experiencia le recuerda: “Enfrente hay una base de la Policía de la Ciudad. No es el punto más estratégico”.

Acuerdan tres puntos:
1) seguir viniendo al Congreso, pero seguir pensando el cómo y el dónde;
2) hacer otras acciones por fuera del Palacio Legislativo;
3) pensar nuevas estrategias para el próximo miércoles.
Termina la asamblea espontánea y Zulema de Jubilados Insurgentes le dice a lavaca: “Todavía no decidimos nada en concreto, será un proceso de pensar qué es lo mejor. Lo que se viene es muy groso y el gobierno está envalentonado con la última elección, por eso no queremos dejar que se asienten, este tiempo es clave para seguir reclamando por nuestros derechos. Nuestra responsabilidad es no dejar este espacio vacío que venimos llenando hace tanto”.


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