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DNU y marcha: arriba todo mal, abajo todo bien

La Cámara de Diputados votó a favor de un desconocido y sospechoso acuerdo con el FMI en medio de una movilización masiva, más grande aún que la de la semana pasada y que se desarrolló pacíficamente ya que no hubo provocación policial. Pablo Grillo se encuentra mejorando, y la jubilada Beatriz Blanco volvió a marchar hoy. Dos buenas noticias, junto a la afluencia de partidos, sindicatos, asambleas barriales y miles de personas independientes que no se amedrentaron pese a la campaña del miedo que desató Bullrich desde temprano en trenes, requisas en autopista y mediante una recompensa para quienes denuncien a “los violentos” más grande que la que otorga por buscar a Loan. Acuerdos espurios y fake news, versus la sociedad movilizada, creando estrategias y dando la pelea en la calle contra la encerrona democrática. La profecía autocumplida del FMI y la disociación de la realidad en la que viven el gobierno y sus sectores aliados.

El miércoles empezó técnicamente con un cartel azul de letras blancas en las pantallas de las terminales de trenes: “La protesta no es violencia. La policía va a reprimir todo atentado contra la República”. La frase era una amenaza. Pese a todo miles de personas, partidos, sindicatos, asambleas barriales, jubilados e hinchas se volvieron a manifestar pacíficamente este miércoles, esta vez en contra del acuerdo con el FMI como eje principal. Algo quedó claro: la policía comienza las agresiones para encender el clima y justificar la propia violencia estatal.
Pese a esos amedrentamientos, que empezaron con los episodios represivos de la semana pasada, la gente volvió a marchar y la convocatoria fue mayor que la de aquel día de hinchas & jubilados.

La sociedad sigue en movimiento mientras el Estado armó su dispositivo: el operativo de hoy tuvo 1.500 efectivos, 50% de inflación con respecto al miércoles pasado, y además de las 4 fuerzas federales incluyó a la SIDE. Con el Congreso vallado, los diputados terminaron dando el visto bueno a un DNU inconstitucional para que el gobierno negocie un acuerdo con el FMI del que ni siquiera los diputados que lo votaron conocen.
Esa votación promovida por el oficialismo y acompañada por sectores aliados (PRO, UCR, Coalición Cívica) vuelve a condenar a un futuro de empobrecimiento, violencia y protestas, acaso como una espiral o una profecía autocumplida de la encerrona en la que se encuentran la democracia, y gran parte de la política partidaria, de arriba, en Argentina. Durante la noche otra noticia con mal olor: fracasó la sesión que proponía la oposición para tratar la prórroga de la moratoria previsional.
Abajo, mientras tanto, pasaban otras cosas que iluminan tal vez las únicas esperanzas de una jornada gris.

Distintas recompensas
Mientras subía la temperatura de esta especie de despedida del verano, otro momento denso fue el anuncio del ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich ofreciendo 10 millones de pesos a quien brinde información sobre manifestantes: el monto de la recompensa equivale a 35 jubilaciones mínimas, que arañan los 279 mil pesos; y es el doble de recompensa que el Estado pagaría a quien aporte datos sobre Loan Peña, el niño desaparecido en Corrientes en junio de 2024.
La mezcla de delación programada con el accionar turbio de servicios de inteligencia puede tener alcances de crimen de Estado y de ataque a la libertad de las personas, como se vio el miércoles pasado: gente apresada que no estaba haciendo nada, la agresión a una jubilada de 81 años por parte de un efectivo con ajuar de guerrero, o el disparo contra Pablo Grillo, que fotografiaba la movilización.
Por suerte, o por resistencia de Pablo que no parece resignarse a ese destino de muerte que le deparó el Estado, al cierre de esta nota las noticias sobre su salud eran alentadoras:
– No tuvo fiebre en todo el día.
– Le sacaron el respirador durante casi todo el día.
– Aprieta la mano y mueve los pies.
Signos vitales y movimientos.

“Siguen siendo noticias muy alentadoras –escribió su familia en un mensaje difundido por Whatsapp-, igualmente sigue en terapia intensiva, eso quiere decir que su estado es crítico y puede variar minuto a minuto.
Todo el cariño, la fe y las buenas energías que le dan le llega y le da fuerzas para que la siga peleando. Gracias, gracias gracias”.

Otra buena noticia, dentro de la mala: Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que fue salvajemente golpeada y tirada al suelo la semana pasada, se recuperó y hoy volvió a marchar partiendo desde MU Trinchera Boutique.
Recibió a decenas de periodistas que buscaron entrevistarla en MU, junto a su hija y a un grupo de jóvenes mujeres y disidencias que en menos de una semana mandaron a hacer treinta remeras que lo resumen todo: “Jubilada patotera”, dicen las letras blancas sobre fondo negro, con un símbolo de un bastón de abuela (Beatriz) trenzado con una cachiporra policial (la que le pegó a Beatriz por orden de Bullrich). Este símbolo quedó estampado a su vez, en un simbólico pañuelo blanco. Para Beatriz el gesto resultó otra clase de recompensa.

El peligroso bastón también estuvo en MU, sostenido por su dueña, que avisa: “Estoy muy bien. Muy bien para seguir luchando”. Cuenta: “Vengo hace años a los miércoles. Les hablo a los policías. Les pregunto si no tienen familia, si no tienen madres o abuelas. Si no les da vergüenza trabajar haciendo lo que hacen. Algunos me escuchan. Otros no me hacen caso”. Otra vez, cuando trató de llamar la atención de un uniformado, terminó siendo atacada y derrumbada, con su nuca golpeando contra el piso.
A su lado se encuentra, agarradita de la mano, Mabel, una mujer uruguaya que fue quien la auxilió en el camino de Beatriz al hospital Argerich, en la ambulancia, como aquella vez: agarraditas de la mano.

Mabel y Beatriz en MU: de la angustia de la semana pasada a las sonrisas de este miércoles.
¿Cómo se conocieron?
Mabel: Yo estaba al lado de ella y cuando la veo caer, enseguida llamo a la ambulancia.
Beatriz: Ella me agarraba de la mano y yo también, y me decía «¿Estás bien? No te duermas». Yo estaba como en las nubes. Para mí era como que ya estaba muerta. Y yo siempre digo: ella fue mi ángel guardián. Me siento muy emocionada.
Emoción en medio del caos. Mabel dice: “La marcha significa eso. No es violencia. Ojalá que eso le gane a la violencia de este gobierno”.
Beatriz agrega: “No creo que al gobierno le toque un pelo esto. No le tengo fe.

Beatriz Blanco y las chicas que hicieron imprimir las remeras: «Jubilada patotera». El bastón de Beatriz frente a la violencia de Patricia Bullrich y el Estado.
¿Y a qué le tenés fe?
Beatriz: A la gente, que tiene que escuchar igual que nosotras. Salir, dar la cara, parar esto. Que se den cuenta de que estamos oprimidos. Queremos liberarnos, aunque te den un palazo en la cabeza. Y que a lo mejor van a ser varios palazos y varias cabezas. Pero bueno, siempre fuimos fuertes.
Mabel: No será la primera vez.
Beatriz: ¿Sabés qué? ¡Podríamos ponernos un casco!
La charla terminó entre risas confirmando que Beatriz se encuentra, pese a todo, de buen humor.
Arriba y adentro
Mientras tanto, Diputados ofrecía otro espectáculo dando quórum para aprobar un DNU del gobierno que habilita un nuevo acuerdo con el FMI. Acuerdo desconocido en sus características, pero que se buscaba aprobar en cualquier caso. La oposición denunció la habitual práctica libertaria de compra de votos, cosa que nadie desmintió. Los millones que implica eso se ven reflejados en historias como la del siempre olvidado diputado Kueider. Para el gobierno, esas cosas no son “ataques a la República” como lo que plantearon en sus carteles azules con letras blancas.

Celebración de LLA. Subordinación a ciegas al FMI.
Germán Martínez, jefe de bloque de UP, tras la votación dijo a lavaca: “Realmente habla muy mal de la Cámara de Diputados y del Congreso argentino que haya 129 diputados que le hayan dado un cheque en blanco a Milei para llevar adelante un proceso de negociación que va a terminar con un nuevo endeudamiento con el FMI. Un endeudamiento que nadie conoce, ni los montos ni los plazos ni las tasas, ni las condicionalidades. Además hay que decir la verdad, no hay todavía acuerdo técnico a nivel de staff entre los técnicos del FMI y los técnicos del ministerio de Economía, así que lo que hoy se hizo fue en la práctica una delegación de facultades”.
¿La contracara es la calle? “La actitud violenta y autoritaria que el presidente Milei y su ministra de Seguridad Bullrich están imponiendo en la calle tienen un correlato en el crecimiento del autoritarismo dentro de la Cámara de Diputados. Su presidente (Martín Menem) es uno de los responsables. Hace tiempo que no es el presidente de 257 diputados que forman la Cámara, sino de aquellos que están con LLA o que circunstancialmente votan con ellos. Y creo que eso es un problema grave para la política argentina en términos institucionales”.
Sergio Acevedo (Bloque Por Santa Cruz) ensayó una autocrítica: “Lo que falta es hacer algo que reconstruya la confianza y la esperanza del pueblo, con un programa cierto y realizable. La experiencia de Milei me parece que se puede abortar, pero las políticas que lo sustentan se van a manifestar de otro modo, con otro contenido, pero siempre es el mercado el rector de nuestras vidas, el que organiza nuestras vidas. Si el Estado no provee bienes sociales, culturales, salud, educación, seguridad, estamos en el estado de cosas de mayor desigualdad, de mayor pobreza, de mayor violencia y de promesas de represión. Se van a querer llevar todo por delante”.
Daniel Arroyo (UP, ex ministro de Desarrollo Social de Alberto Fernández): “Lo que se votó es una barbaridad. Es un decreto para endeudarse con el FMI. Al decreto le faltan tres cosas: una, cuánta plata va a tomar de deuda; segunda, por cuánto tiempo; y tercera, bajo qué condiciones. O sea: no hay un acuerdo con el FMI, es evidente que al gobierno le faltan dólares. Pero hoy se va a ir con un decreto que parecería mostrar cierto apoyo político. Pero es ilegal en serio, porque hay una legislación que todo el mundo llama la ley Guzmán que obliga a tratar el tema en el Congreso para que la deuda se apruebe. Acá simplemente se lo autoriza a negociar lo que quiera. Muestra la desesperación del gobierno”.
¿Qué cosas pasaron en los anteriores oficialismos, qué errores, tiros en los pies, o goles en contra hubo para que se llegue a una situación así?
-La sociedad votó algo que no quedaba claro para dónde iba con tal de no seguir como estábamos, con tal de no votar el peronismo. Hay tres cuestiones que marcaría: primero, no haber encarado un plan antiinflacionario, porque con inflación permanente se le hace dificilísimo a la sociedad y a los más pobres. Segundo punto: no haber hecho los cambios estructurales. No se hizo una reforma laboral, no se hizo una reforma de la escuela secundaria que para mí es el núcleo del problema en Argentina. Y tercero, fue un gobierno de conflicto permanente y a cielo abierto entre distintos sectores. Pero para mí la clave es no haber hecho un plan antiinflacionario.
Sobre el clima político en que se realizó la manifestación: “Hasta hace muy poco los jubilados eran 50 y su objetivo era dar la vuelta a la manzana y contar que la están pasando mal. Empezó el gobierno con la represión, se sumó la gente de Chacarita y terminó haciéndose una cosa más solidaria del conjunto. Y el gobierno responde con represión brutal y amenazas. La tarea de Patricia Bullrich es generar miedo y desmovilizar a la sociedad”.
Afuera y abajo
Pese a todo ese arsenal de estímulos inmovilizantes, esa proliferación de miedos difundidos por el gobierno nacional, la gente pasado el mediodía ya se acercó a la zona del Congreso. Y en cantidad. A las 4 de la tarde y ya había más gente que el miércoles pasado y a las 5 duplicaban la última marcha. Y una marea seguía caminando desde la 9 de Julio, por Avenida de Mayo, con sentido al Congreso.

El panorama: muchas personas sueltas, autoconvocadas; organizaciones, asambleas barriales y partidos que nunca abandonaron la calle. Y fue noticia que también que hoy sí hubo muchos dirigentes, organizaciones y sindicatos que habían brillado por su ausencia (varios de una CGT, cuya cúpula parece empezar a despertarse). El músculo empieza a tomar otro tono. Se percibe en la gente, en los cantos y en algunos bailes, merced a los gremios y sus bombos y trompetas. Desde afuera podría parecer una situación esquizofrénica: mientras en un Palacio Legislativo cada vez más degradado se aprobaba una nueva subordinación al FMI, en la calle se percibía un mayor entusiasmo. Quizá por la recuperación (tan paulatina como constante) de Pablo Grillo; quizá porque pese al miedo infiltrado por el gobierno, nada ni nadie pudo detener una nueva movilización, más multitudinaria. Quizá por todo eso hubo jubiladas y jubilados con bastones, con andadores, en silla de ruedas, a pie. Y un montón de jóvenes. Y de trabajadores. Y de camisetas de fútbol. Y de vírgenes de Luján. Y de postas de salud. Y de chicas con libros en las manos. Y otras que se besan en la boca. Y carteles que dicen cosas como estas:
-Protestar es un derecho, reprimir es un delito.
-Es momento de luchar.
-Jubilados del oeste, sin esperanza y sin paciencia.
-La potencia de lo colectivo
-La calle es nuestra.

En esa calle, hablan los jubilados, como la semana pasada, y como lo vienen haciendo desde hace años, cada miércoles, exigiendo un aumento de haberes y que no se le ponga fin a la moratoria previsional, como pretende hacer el Gobierno desde el 23 de marzo.
Patricia integra la multisectorial de la seguridad social y el grupo de jubilados y jubiladas del barrio porteño de Flores: “Nos tienen sumidos en la miseria, como parte de un ataque avasallante, despiadado y salvaje de todos los derechos de los ciudadanos”. Patricia dice que la semana pasada fue bisagra: “Se ha visto un antes y un después a partir del miércoles pasado, porque advirtieron que la solidaridad del pueblo se está haciendo sentir, se están haciendo mucho más masivas. En otras manifestaciones la masividad garantizó la seguridad y hoy fue así, parece que necesitan que inundemos las calles. Es imprescindible ser cada vez más. El por qué lo responde el propio Congreso, que acaba de habilitar una nueva toma de deuda con el FMI y hay que tomar conciencia de lo que esto significa; todavía estamos pagando el endeudamiento que propiciaron estas mismas personas, esto significa más miseria, más pobreza para todos nosotros y nosotras”. Y cierra: “No hay que tener miedo, pese a que la intención de estos operativos es precisamente disciplinar; no nos cuidan a los ciudadanos y ciudadanas con esto, se cuidan ellos. Los miércoles de jubilados se convirtieron en un punto de inflexión y hay que seguir sumando ciudadanía, por el devenir de nuestro país”.

Pedro nació en Ramos Mejía y se crio en Haedo. Tiene 40 años de aportes y cobra 318 mil pesos. Dice que no miente, que tiene encima el recibo. También dice que paga de alquiler 200 mil y le habla al gobierno: “Yo no sé dónde quieren llegar, somos 6 millones de jubilados muriendo de hambre. Estoy viviendo como quieren ellos, y yo quiero vivir como quiero yo, ser libre de verdad”. ¿Cómo se sale de esta? “Se sale muy sencillo, es empezar de nuevo, y empezar de abajo para arriba, no de arriba para abajo. Argentina, mi país que amo, está enferma y hay que curarla, y se cura desde abajo. ¿Un mensaje para las pibas y los pibes? “Que no abandonen la calle, que la calle es del pueblo”.
Juan vive en San Antonio de Padua y, por la lejanía, no tenía pensado venir al Congreso, hasta que ayer escuché en la radio a un funcionario decir que a Pablo Grillo le tiraron “una cañita voladora”. Cambió la decisión: “Eso me despertó, y me dije ‘hoy tengo que estar ahí, por respeto a este muchacho’”. Tiene también otros motivos: “Estamos en una democracia fraudulenta, en un gobierno que, como todos los gobiernos neoliberales, terminarán con represión”. Cuenta su situación: “Cobro 335 mil pesos, con 31 años de aportes. Me acaban de venir 65 mil de luz. ¿Cómo se hace para sostener la vida así?”.

Lidia lleva colgado un cartel que pone negro (las letras) sobre blanco (el papel): “El miedo se pasó de bando”. Tiene 72 años, vive en La Matanza y es jubilada, tras brindar más de 40 años de servicios en enfermería. Tiene una sonrisa que parece descontextualizada, por el entorno y por lo que está viviendo: “Necesitamos urgente el reintegro del cien por ciento de la medicación y un aumento urgente. Yo estoy viviendo muy mal. Mi marido está enfermo de cáncer y su obra social no le cubren los medicamentos. Estamos muy justos, podemos sobrevivir porque nuestros hijos nos ayudan”. Se refiere a su cartel: “Los jubilados no tenemos miedo, al contrario; la represión del miércoles pasado nos dio más valor de estar acá. Sabemos que tenemos la razón, estamos haciendo lo correcto”. ¿Y el operativo? “Un desastre, una cobardía, una cosa totalmente fuera de la ley”.
Jesús tiene 61 años, es peruano y reside en Argentina desde hace 13. Vive en la Villa Zavaleta. Está en la marcha pero no protestando, sino vendiendo “marcianos de pura fruta”, una especie de jugos congelados. “Laburo por mi propia cuenta porque a mi edad nadie me da trabajo”. Dice que no votó Milei, pero que estaba esperanzado: “Tenía ilusiones de que para nosotros los extranjeros la cosa se iba acomodar, pese a no laburar en blanco, y así podíamos hacer algo con nuestra vida, pero estamos peor, retrocediendo. Tengo 61 años y ya no habrá moratoria para jubilarme, estoy más que preocupado. ¿Qué voy a hacer? Y tampoco me puedo ir a mi país, porque en Perú es lo mismo o peor”.
Miguel, 76 años, vive a diez cuadras del Ramos Mejía, donde está internado Pablo Grillo. Camina lentamente ayudado por su andador. Muestra cuatro carteles: uno colgado (“Con Milei la patria no tiene remedio, tampoco los jubilados”), uno en la mano izquierda (“Fuera el DNU”), uno en la derecha (“Todos somos Pablo Grillo”), y uno pegado a su andador: “Fuera Milei, las canas no se manchan; tengo 76 años, lucho por dignidad para todos”. Hace un análisis de la jornada: “Fue muy positivo lo de hoy, yo vengo todos los miércoles y hoy vino cualquier cantidad de gente, pero me hubiera gustado que no estuviese todo vallado y que hubiésemos podido llegar al Congreso. Se ve que nos tienen miedo, para no dejarnos llegar. El cerco que pusieron es una locura, pero ahí te das cuenta que es un gobierno totalmente debilitado. Hoy se sumaron varios sindicatos que no estaban viniendo, pero la cúpula de la CGT sigue sin venir”. ¿El próximo miércoles? “El próximo miércoles voy a venir como siempre y a seguir la lucha”.

La activista trans Marlene Wayar, fotografiando a las denominadas fuerzas del orden.
Martín está sentado sobre el cordón de la vereda en la cuadra del cine Gaumont, sobre avenida Rivadavia. Tiene una canasta con panes y torta fritas. Todos los días se levanta a las cinco de la mañana en Avellaneda, sur conurbano, pero cada vez vende menos: “Milei hizo mierda todo, loco. Por lo menos que dejen vivir”. Un concepto parecido tiene Guillermo, kiosquero en Rivadavia y Sáenz Peña, que ve pasar columnas que bajan del subte y vienen de 9 de Julio: “La protesta es parte de la democracia. La jubilación viene mal hace años, no es de ahora, pero el tema hoy es la violencia. Hay muchos heridos, como el fotógrafo Grillo. Protestar es justo. Ya tuvimos mucha violencia en los 70, no queremos más”.
Enfrente del kiosco, Raúl vende banderas con la cara del Diego y su frase tan actual (“hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”) a $ 4.000. Las ventas van más o menos: “Pienso que cada vez está más oscura la realidad política del país –cuenta-. Hay un núcleo duro que ve con buenos ojos todo lo que sucede con la represión, y por eso hacen lo que quieren con total impunidad, como sucedió con Pablo Grillo, que no se investigó nada. No me sorprende, porque Patricia Bullrich ya condecoró durante el macrismo a un policía que mató por la espalda (por Chocobar). Pero de todos modos hay que estar acá y encontrar, en la unión, una salida”.

Las palabras de Raúl se escuchan cada vez más tapadas por los bombos de una columna de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de distintas seccionales conurbanas. Claudio es de Merlo, tiene 43 años, y está al lado de Enrique, del barrio Atalaya en La Matanza, y tiene “dos veces 30 años”, según se presenta. “Parece que estamos viviendo la época militar”, arranca Enrique. “Porque es un desastre, tiran balas de goma, gases, reprimen, pero hay que venir a bancar a los jubilados. La verdad es que estamos mal, nunca estuvimos así: tuvimos que resignar muchas cosas para llegar a fin de mes porque la luz está el doble”.
La UOM es uno de los gremios que conforman la CGT, que esta semana definió, después de muchas idas y vueltas, el martes 8 de abril como la fecha del tercer paro general al Gobierno. “Se acuerda tarde la CGT”, sonríe Enrique. “Está dormida. Nuestro derecho a reclamar como UOM siempre estuvo, pero los de arriba están un poco dormidos. ¿Qué pienso? Que están ensobrados”.
La noticia de la aprobación del DNU circula en la calle de a poco, a medida que los celulares recuperan algo de señal, pero no despiertan mayores estribillos, al margen del clásico “que se vayan todos”. Sobre la plazoleta, como todos los miércoles, los jubilados pudieron hacer su acto y concluirlo en paz.
“Hemos demostrado con este acto masivo que fue Bullrich la que desató la represión”, dice Virginia, de Jubilados Insurgentes. “Este día es por el pedido de unidad que sosteníamos cuando estábamos solitos marchando alrededor del Congreso”.
Uno de sus compañeros sonríe: “Nuestra mejor secretaria de Medios es Patricia Bullrich”, bromea, sin miedo, sin terror, y con la convicción de volver al miércoles siguiente.

Actualidad
Marcha de jubilados: el papelón vs. la solidaridad

La calle volvió a dar una respuesta de movilización, encuentro y solidaridad frente a un Congreso en el que Milei –presidente del país– se dedicó a dirigir el griterío de sus barras contra opositores. Y un radical (si es que tal identidad existe) que cobra millonadas como diputado, se dedicó a balbuceos acaso onanistas con respecto a las diputadas, defendiéndose luego con una teoría delirante. La presencia en la plaza de Fabián, el padre de Pablo Grillo, el fotógrafo agredido por las fuerzas de seguridad del oficialismo. La idea sobre lo que hay que organizar. Una marcha de la Gorra que denuncia la violencia institucional, historias sobre cómo recuperar el humor y la ironía, un “Rappi” que cuenta su día y la teoría sobre Luis Caputo en plan verdulero.
Por Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
La Cámara de Diputados se renovó con la presencia en el recinto del presidente Javier Milei y su hermana Karina, secretaria General de la Presidencia, festejando a viva voz que el resultado de las últimas elecciones, más el movimiento de algunos diputados que se autoperciben peronistas, transforman a La Libertad Avanza en la primera minoría, lo que le facilitaría el tratamiento de las reformas que el gobierno quiere imponer, como la laboral. Todo esto con barras comandadas por Milei hostigando con cantitos a los opositores.

Imagen de la 9º Marcha de la Gorra en Congreso, acompañando a los jubilados, contra la violencia institucional y policial. Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
La transmisión osciló entre esas imágenes y otras perlitas, como el micrófono abierto de un diputado por donde se escabulleron ciertos comentarios desagradables respecto de la apariencia de algunas diputadas. Sus pares señalaron al radical chaqueño Gerardo Cipolini como el responsable, aunque se defendió con un argumento tan extraño como esa Cámara, en la frontera del delirio: “La tecnología ha avanzado a límites irreconocibles. Tal vez uno sale diciendo cosas que no ha dicho”.
Pablo: la recuperación del humor
El devenir de ese palacio, entre cantos, saludos y gestos que acaparan la atención de los portales supuestamente periodísticos sigue diferenciándose mucho de la calle que todos los miércoles separa la valla que cruza de punta a punta la plaza.
“El Congreso vallado a espaldas del pueblo es más que una metáfora”, define a la perfección Fabián Grillo, papá de Pablo, el fotógrafo herido en su cabeza por una granada de gas lacrimógeno el 12 de marzo, brutal ataque que lo mantiene internado desde entonces, y del cual sigue recuperándose.

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
El domingo Pablo cumplió 36 años, y por eso jubilados y jubiladas se acercan a Fabián a saludarlo saludarlo y preguntarle cómo está Pablo.
“Está bien, está mejorando, y lo volvieron a trasladar del Hospital Ramos Mejía al Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca. También habla, discute y putea”. Para Fabián esos son grandes indicadores de mejora de su hijo.
Además, está manejando humor e ironía. Cuenta que un médico cubano, tras una charla de ocasión, le dijo: “Amigo, entre bomberos no nos pisamos la manguera”. Y Pablo le respondió: “Yo no soy bombero”.
Fabián se ríe. En minutos tiene que irse a una muestra fotográfica en la Asociación Madres de Plaza de Mayo, frente a la plaza de Congreso, pero antes lo invitan a la asamblea de la Mesa Coordinadora de Jubilados. “Soy el papá de Pablo, pero no quiero hablar en nombre de él, porque Pablo habla y habla bien”, dice, lo que despierta emociones y aplausos. Fabián cuenta que a partir de octubre es un jubilado más y por eso viene también a marchar: “Esto es lo que nos va a levantar. Es por lo cual le pegaron a Pablo, porque él iba a mostrar la lucha de los jubilados unida con las hinchadas y los gremios. Esa imagen no podía pasar: ¿cómo puede ser que haya solidaridad?”.
Pero la hay, dice Fabián: “Acá estamos”.
La hincha que trabaja para el barrio
Gabriela, hincha y vecina de Dock Sud (y la imagen que encabeza esta nota), es una de las tantas que organiza esa solidaridad. Sobre una mesa tiene desplegados paquetes de fideos, arroz, polenta, azúcar, salsas, botellas de aceite, latas de arvejas, bolsas con cebollas. Con otros cómplices junta donaciones para que jubilados, personas en situación de calle, o con alguna discapacidad –hoy es el Día Internacional que los conmemora– se lleven después de la marcha. “Es para hacer algo, porque en el barrio está todo complicado. Tengo tres hijos, soy mamá soltera, y sé lo complicado que es, así que imaginate para un jubilado de la mínima. Incluso en el barrio se ve que alguno se quiere hacer el vivo subiendo los precios en la verdulería, por lo que un vieji se tiene que caminar diez cuadras para conseguir precio. Es horrible lo que está pasando, porque de repente Caputo es el verdulero”.

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
Gabriela se interrumpe porque llega un chico con la mochila de Rappi, en su bici, a dejar donaciones. “¿Ves? Por esto lo hacemos, esto es la solidaridad”, dice Gabi, emocionada.
¿Cuánto hay que pedalear?
El trabajador de Rappi se llama Gastón, tiene 31 años y vive en Isidro Casanova, partido de La Matanza. Su vida laboral es una síntesis de este momento. Trabaja en una empresa logística, pero solo cuando lo llaman: para eso tiene que estar atento a las notificaciones que le llegan al celular. “Es cuando abren la convocatoria”, dice. Y después agrega la descripción de buena parte del presente: “Son las formas en las que hoy se está precarizando el trabajo”.

Testimonio arriba de la bicicleta sobre la situación laboral: el pedaleo infinito. Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
Por eso en los días libres se pone el casco, se sube a la bici y pedalea como Rappi, desde las dos de la tarde hasta las doce de la noche.
–¿Cuánto llegás a hacer por día?
–Treinta lucas.
Hace una mueca al ser consultado sobre el prejuicio de que muchos trabajadores de Rappi son afines al gobierno. “Muchos trabajadores de muchos rubros lo votaron, pero sí, hoy prima un individualismo muy fuerte”, define. La reforma laboral le parece “horrible”, pero reconoce que su generación es parte de una época que no conoció casi ninguno de los derechos que la Ley de Contrato del Trabajo consagra: “Es cierto. Y ese es el problema”.

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
Delante de sus ojos avanza la movilización de jubiladas y jubilados, hoy acompañada por la novena Marcha de la Gorra, cara a cara con la policía, pero sin incidentes, salvo por los picos de calor que descompensan a algunas personas. “Siempre que puedo, vengo a acompañar a los jubilados”, se despide Gastón, en un pedaleo que seguirá hasta la medianoche.
Tal vez haya que dejar de mirar lo horrible, de prestarle atención y darle importancia –como todo lo que ocurrió dentro del Congreso. Y convenga pensar la organización de la solidaridad de la que hablan Fabián, Gabriela y Gastón, como una de las tantas claves para pensar esta época y lo que se viene.

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org

Fotos Juan Valeiro /lavaca.org
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Mendoza: el consenso de la rosca y la inmediata movilización contra el proyecto minero San Jorge

La Cámara de Diputados mendocina aprobó por 32 a 13 la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto de cobre San Jorge, declaración que había sido impugnada por el CONICET y por las asambleas provinciales. Hubo un “consenso” contrario a las comunidades y a los pueblos originarios, poco transparente y hecho de la materia del lobby, en el cual el oficialismo provincial, el radicalismo, el PRO y la sinuosa actitud peronista coincidieron casualmente con las corporaciones, el oficialismo nacional y la prédica de medios beneficiados con el avance minero. (Dato: por esas cosas es que en Mendoza se hablaba de la “casta política” muchos años antes que el concepto fuera plagiado según es público y notorio). Curiosidad: lo votado en Mendoza implica menos regalías aún que las que otorgaba a la provincia el RIGI que ya era en sí un punto de remate de bienes que las grandes empresas valoran tanto, pero por los que no pagan.
Tras la votación, la gente que estaba en la calle inmediatamente resolvió marchar a la Casa de Gobierno, y seguir en estado de alerta hasta que el proyecto sea tratado en el Senado. La censura en el CONICET y lo que pasó durante la votación.
Por Francisco Pandolfi
Son las 18 horas, 34 minutos, 20 segundos. En la Cámara de Diputados de Mendoza se acaba de debatir de forma expeditiva y de votarse el cuarto y último expediente minero del día: la Declaración de Impacto Ambiental al proyecto San Jorge Cobre Mendocino. Se aprueba por 32 a 13. Las 4 iniciativas mineras ahora pasan al Senado, donde se presume que a principios de diciembre también se votarán a favor.

La multitud, afuera, se entera, explota de indignación y canta ante una hilera numerosa de policías clavados en la puerta de la Legislatura mendocina:
“La cordillera, que linda está,
y si la tocan
qué quilombo se va a armar”.
De aprobarse en el Senado la Declaración de Impacto Ambiental, le permitirá a la Minera San Jorge S.A (perteneciente a la multinacional Solway Holding) llevar a cabo la explotación minera metalífera en Uspallata y conformarse como el primer proyecto de explotación de cobre en el país, en una zona que atraviesa la cuenca del río Mendoza, la cual abastece a una población de 1,5 millones de habitantes, a más de 9.000 industrias y riega 250 mil hectáreas de cultivos. Hoy la Cámara de Diputados votó a favor pese a la Ley 7722 que prohíbe el uso de sustancias tóxicas, como un modo de proteger el ambiente, el agua y la salud, tanto de las personas como de los territorios.

Expo fotográfica en la plaza: diputados y diputadas que votan en favor del extractivismo.
En 2011 la Legislatura había rechazado por unanimidad un estudio de impacto ambiental similar al votado hoy. Mientras que en 2019, luego de derogar la Ley 7722 de defensa del agua, una movilización histórica obligó a la Legislatura a restablecer la norma unos días después.
Con la votación consumada en Diputados, en la puerta de la Legislatura se armó una asamblea multitudinaria donde las distintas asambleas y vecinos autoconvocadxs empezaron a plantearse los pasos a seguir. No para mañana, sino para ya: el consenso fue marchar, desde ese mismo momento, a la Casa de Gobierno. Así empezaron a caminar y a cantar, cuadras enteras, en un grito unificado: “No se negocia, el agua de Mendoza” en un loop colectivo.

Al finalizar, Eugenia Segura de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Uspallata le señala a lavaca la hoja de ruta: “Alerta y movilización permanente hasta el próximo paso, que es el Senado”.

Valle de Uco, junto a la ruta. Atardecer, mensaje, y el comienzo de una nueva movilización contra la megaminería.
La censura en el CONICIET
En la noche del martes 24 de noviembre, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Mendoza emitió un comunicado institucional sobre el proyecto megaminero San Jorge, horas antes de que este mediodía se empezara a tratar la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) –finalmente aprobada (como se preveía) por la Cámara de Diputados–.

Este era el link con el documento publicado en su web oficial https://mendoza.conicet.gov.ar/comunicado-institucional-del-conicet-mendoza-sobre-el-proyecto-san-jorge-cobre-mendocino. Sin embargo, al hacer click no te lleva a ningún comunicado, porque la posición del CONICET Mendoza hoy cambió, repentina y sospechosamente.
La postura (inicial) del Conicet la reproducimos este mismo miércoles en lavaca:
Algunos extractos: “En los últimos días observamos que avanza el trámite administrativo para otorgar la Declaración de Impacto Ambiental, sin que la empresa haya respondido sustantivamente a las objeciones y sugerencias vertidas en el dictamen técnico y en la mayoría de los informes sectoriales presentados. Muchas de esas objeciones constituyen requerimientos y exigencias importantes consideradas prioritarias para la habilitación de un proyecto como PSJ Cobre Mendocino”.
Otro tramo: “Se identificaron importantes deficiencias en el Informe de Impacto Ambiental. La falta de datos actualizados, de líneas de base completas y de estudios adecuados sobre agua, biodiversidad, patrimonio arqueológico y aspectos sociales impide una evaluación confiable de los impactos que el emprendimiento podría generar en la cuenca del río Mendoza”.

El horizonte de montañas en las que nace el agua: lo que buscan seguir protegiendo las comunidades mendocinas.
Y además: “Dado que estos vacíos de información limitan la toma de decisiones responsables y pueden comprometer recursos naturales, culturales y comunitarios de alto valor, se considera necesario que las autoridades soliciten la revisión y ampliación del estudio antes de continuar con el proceso administrativo. Sólo una evaluación completa y rigurosa permitirá resguardar el interés público y garantizar la protección del ambiente y del patrimonio de la provincia”.
Sin embargo, ese posicionamiento viró a otro publicado este mediodía https://mendoza.conicet.gov.ar/comunicado-de-la-direccion-y-el-consejo-directivo-del-conicet-mendoza/
En este caso el CONICET Mendoza no denuncia “importantes deficiencias”, ni “objeciones sin responder”, ni “vacíos de información” en la Declaración de Impacto Ambiental. Ahora, lo que dice es que “El CONICET Mendoza no está en contra de ninguna actividad productiva que contribuya al desarrollo de la región”.

Eugenia Segura, de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Uspallata, le dice a lavaca desde la puerta de la Legislatura mendocina: “Esta es la línea divisoria de aguas entre la ciencia digna al servicio de los pueblos y la mercenaria, si se le puede llamar ciencia todavía. Mejor dicho, los profesionales al servicio de las corporaciones, sin importar las consecuencias éticas ni legales de sus actos y omisiones”. Desde lavaca nos comunicamos con el CONICET Mendoza para consultar qué había pasado o qué había cambiado, pero el telefonista de guardia que atendió explicó que nadie del CONICET podía atender.
La Asamblea de Trabajadorxs del CONICET, este miércoles por la tarde difundió un texto en redes sociales:
- “Queremos expresar nuestra máxima preocupación por la baja de un comunicado institucional sobre el #ProyectoSanJorge. Este escrito fue producto de un trabajo de investigación riguroso realizado por investigadorxs de nuestra institución. Sin explicaciones, el mismo fue removido de la web oficial del organismo horas después de su publicación. Decidimos poner en circulación su contenido nuevamente y llamar a la comunidad a defender la ciencia pública, soberana y digna que llevamos adelante desde Conicet”.
El gallinero y el consenso
Todo había comenzado a las 9.30 de la mañana, hora a la que las asambleas mendocinas por el agua convocaron a las puertas de la Legislatura donde la Cámara de Diputados, a partir del mediodía, debatió y terminó aprobando la media sanción al paquete de 4 proyectos mineros que el gobernador Alfredo Cornejo (UCR) envió al poder legislativo el miércoles 29 de octubre, tres días después de ganar las elecciones de medio término.

Pese a ser un día laboral, la convocatoria en contra de la megaminería fue multitudinaria y creció a medida que avanzó el día sobre la Plaza Independencia, frente al Palacio Legislativo. De fondo, las montañas, como símbolo de lo que se busca que no sea arrasado. El paisaje también fue de aplausos, cacerolazos, bombos, redoblantes y cientos de carteles. Algunos más directos, exigían el “no a la megaminería”.
Otros más simples: “El agua es del pueblo”.
Los poéticos: “Somos gotas de un mismo río”, ese río llamado Mendoza y que está en juego si se aprueba el proyecto San Jorge, en la localidad de Uspallata. En una de las vallas lindantes para que las y los honorables diputados no se mezclen con la gente, alguien colgó una cartulina blanca: “Gallinero cerrado por falta de huevos”.
Nadie ve en directo lo que pasa. Ni el pueblo movilizado en las afueras ni quien quisiera seguir la votación en algún otro lado del mundo.
Lo que pasa en Diputados no se transmite. Se oculta.
Mientras la gente sigue de pie en la calle, cantando, gritando, bailando, refugiándose bajo sombrillas o en las sombras que dan las abundantes copas de los árboles.
Desde adentro del recinto iban confirmándose, una por una, las previsibles malas noticias.
Primero se debatió de forma expeditiva y se votó el Fondo de Compensación Ambiental, apuntado a conformar un fondo para afrontar catástrofes ambientales que produzcan las empresas y las revierta el Estado. Se aprueba: 39 (UCR, libertarios y peronistas unidos) a 6.
Segundo tema: se debate de forma expeditiva y se vota el proyecto de ley de regalías mineras, que estipula que una empresa puede pagar como máximo el 3% (igual que la vigente ley nacional), renunciando al límite del 5% que fijaba el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones). Se aprueba: 39 (UCR, libertarios y peronistas unidos) a 6.
La gente, afuera, canta: “No se vende, el agua no se vende”.
Tercero, se debate de forma expeditiva y se vota el expediente Distrito Minero Occidental II, que abarca 27 proyectos de exploración en la localidad de Malargüe. Se aprueba: 39 (UCR, libertarios y peronistas unidos) a 6.
En las calles se repudia megáfono en mano esa escena de negociados con rostro de “consenso”: “Se acaba de aprobar totalmente fuera de toda legalidad. La Ley 7722 establece que por cada proyecto minero de exploración tiene que entrar a la Legislatura una declaración de impacto ambiental. Y acaban de aprobar 27 proyectos con una sola declaración de impacto ambiental”.
Lo que sigue es un repudio generalizado. El grito de “ladrones” fue de lo más elegante y suave que se destinó a semejante aberración legislativa.
Por último, se debatió de forma expeditiva y se votó la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto San Jorge Cobre Mendocino. Se aprueba con 32 votos (en la imagen figuran 31 por error) a 13 (los siete votos negativos los sumó el peronismo que en la aprobación del dictamen se habían abstenido).
La multitud, afuera, explotó otra vez de indignación. Se cantó: “La cordillera, que linda está, y si la tocan qué quilombo se va a armar”. Allí comenzó la asamblea, y los primeros signos de la hoja de ruta a seguir, que empezó con una inmediaa movilización.
Esta historia continúa.


Actualidad
Marcha de jubilados: el hit del día y por qué las cuentas no dan

Increíblemente sigue sin haber ni asomo de respuesta oficial alguna a los jubilados y jubiladas (salvo la indiferencia en unos casos , la represión en otros). Este miércoles volvieron a marchar en la zona de Congreso. Mientras el gobierno y sus funcionarios se abrazan a los saltitos en las reuniones de gabinete y apenas atinan a debatir el control de cajas opacas y millonadas de dólares, este sector sigue siendo víctima de dos herramientas: motosierra para los medicamentos y servicios, licuadora para sus ingresos. Un miércoles entre alquileres, comida saladita, indiferencia, sombreros Piluso, testarudez para seguir, carteles y nuevos hits musicales.
Por Lucas Pedulla Fotos Juan Valeiro
Miguel, 73 años, vecino de Once, cobra la jubilación mínima (en diciembre será $340.879,59, más el bono de $70.000, y se sumará el aguinaldo), pero solo de alquiler tiene $450.000. Su señora también cobra la mínima –mismos valores–, por lo que pasa lo siguiente: “una jubilación sirve para comer y otra, para el alquiler”.

Clima de época.
De todas formas está buscando dónde acceder a algún bolsón de mercadería porque hasta hace poco lo ayudaba su hijo –enfermero–, pero ya ni eso. El kilo de morrón en la verdulería le salía $5.000, así que le terminó comprando a un vendedor ambulante, que vendía medio por $1.000. “No quieren que lleguemos a un 2001, pero nos están empujando para allá”, dice en tono chaqueño, tierra de donde se vino hace 20 años porque, explica, Dios atiende mejor la salud en Buenos Aires. La única salida, piensa, es seguir insistiendo, cada miércoles: “Mi parrilla tiene herrumbre”.
Sobre vecinos y siestas
Olga, 70 años, vive a dos cuadras de esta Plaza a la que viene cada miércoles. Todas las semanas la ve así, movilizada. Y escéptica: “Mejor ni hablemos de mis vecinos, porque si pudieran salir a pisarnos, ahora mismo, nos pisarían”. Cuenta que está mal porque el alquiler se le fue a $600.000, el mismo valor que su jubilación. Su hija, por suerte, la mantiene, de lo contrario no podría vivir. La hija tiene tres trabajos: docente en una universidad, administrativa en otra y artista en un grupo de teatro. Ahora se viene la reforma laboral –encima–, pero Olga revolea los ojos al pensar qué es lo que puede pasar en las calles: “Hay mucha indiferencia, porque amenazan con que la jornada se va a extender 12 horas, pero muchos ya están laburando eso. Oíme, lo de trabajar 8 horas, salir de la fábrica y disfrutar tu vida, se terminó. Hoy la guita fácil está matando a la fábrica”.
¿Por qué seguir viniendo? “Porque es la lucha”, dice. “Por Norma Plá”, agrega. “Y porque si nosotros nos bajamos, el gobierno se queda durmiendo la siesta”.

Almorzar, cenar, y el hit del día
Carlos, 73 años, también tiene la reforma laboral en la cabeza, por la que armó un cartel en su casa de Avellaneda, sur conurbano, y lo trajo al miércoles que no falta nunca:
- “Es ahora, CGT. Mañana puede ser tarde”.
Carlos sabe que no hay mucho tiempo. Tampoco espera nada del Gobierno: “Si no tiene piedad con un discapacitado, imaginate con un jubilado. Espera que pasemos de largo”.
Confiesa que hay una palabra que viene odiando mucho: “Gobernabilidad”. Eso siente que garantizó la CGT y los partidos políticos al no querer salir a la calle. Es radical, pero también le habla a los peronistas: “El pueblo está de este lado de las vallas. No puede ser que voten contra nuestros intereses. ¿Pero sabés qué va a pasar? A mitad del 2026 le van a soltar la mano y se van a candidatear en 2027. Los únicos pelotudos que seguimos bancando somos nosotros”. Pese a todo –y a todos– Carlos se mete de lleno en la marcha.

Carteles de la Ciudad intervenidos para la marcha. En este caso, con la foto de Carlos (Chaca), uno de los jubilados emblemáticos de cada miércoles.
Estela, 63 años, también de Avellaneda, es más práctica: “La CGT está comprada”. También se indigna con los partidos políticos: “No hay unión”. Se embronca con algunos que no están en esta calle, en este cara a cara con la policía –como ella–, o con la bandera argentina que utiliza como capa, o con ese sombrero Piluso que tiene un cartelito que la pinta de cuerpo entero, aunque se le dibuja una sonrisa: “Jubilados testarudos”.

Expresión de arte conceptual acompañando la manifestación.
Lo testarudo, en Estela, se manifiesta en que no va a dejar de venir y de estar, sobre todo porque su jubilación mínima, con la que antes podía proyectar el mes y más tarde la semana, ahora solo le alcanza para comparar precios en lo diario. Ni hablar –dice– los remedios, porque hoy a muchos se les juega pensar si almuerzan para no cenar.

Editorial político en siete palabras.
–¿Y esta noche?
–Espero comer algo saladito. Puede ser fideo. O arroz. Es muy penoso. Perdoname, pero me pone mal.
Estela se mete a la marcha, la misma de Miguel, Olga y Carlos, y tantos otros y otras, que están siempre, pase lo que pase, siendo los mismos, en horarios distintos, con un sol imposible o en una sombra de radio abierta que tampoco interpela. Todos saben que hay que repensar estrategias, formas, pero que el lugar para hacerlo sigue siendo esta calle.
De fondo, mientras tanto, se escucha el hit del día, al menos mostrando otra impaciencia:
Luchen todos,
no rompan más las bolas,
a ver si se dan cuenta:
la lucha es una sola.


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