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DNU y marcha: arriba todo mal, abajo todo bien

La Cámara de Diputados votó a favor de un desconocido y sospechoso acuerdo con el FMI en medio de una movilización masiva, más grande aún que la de la semana pasada y que se desarrolló pacíficamente ya que no hubo provocación policial. Pablo Grillo se encuentra mejorando, y la jubilada Beatriz Blanco volvió a marchar hoy. Dos buenas noticias, junto a la afluencia de partidos, sindicatos, asambleas barriales y miles de personas independientes que no se amedrentaron pese a la campaña del miedo que desató Bullrich desde temprano en trenes, requisas en autopista y mediante una recompensa para quienes denuncien a “los violentos” más grande que la que otorga por buscar a Loan. Acuerdos espurios y fake news, versus la sociedad movilizada, creando estrategias y dando la pelea en la calle contra la encerrona democrática. La profecía autocumplida del FMI y la disociación de la realidad en la que viven el gobierno y sus sectores aliados.

El miércoles empezó técnicamente con un cartel azul de letras blancas en las pantallas de las terminales de trenes: “La protesta no es violencia. La policía va a reprimir todo atentado contra la República”. La frase era una amenaza. Pese a todo miles de personas, partidos, sindicatos, asambleas barriales, jubilados e hinchas se volvieron a manifestar pacíficamente este miércoles, esta vez en contra del acuerdo con el FMI como eje principal. Algo quedó claro: la policía comienza las agresiones para encender el clima y justificar la propia violencia estatal.
Pese a esos amedrentamientos, que empezaron con los episodios represivos de la semana pasada, la gente volvió a marchar y la convocatoria fue mayor que la de aquel día de hinchas & jubilados.

La sociedad sigue en movimiento mientras el Estado armó su dispositivo: el operativo de hoy tuvo 1.500 efectivos, 50% de inflación con respecto al miércoles pasado, y además de las 4 fuerzas federales incluyó a la SIDE. Con el Congreso vallado, los diputados terminaron dando el visto bueno a un DNU inconstitucional para que el gobierno negocie un acuerdo con el FMI del que ni siquiera los diputados que lo votaron conocen.
Esa votación promovida por el oficialismo y acompañada por sectores aliados (PRO, UCR, Coalición Cívica) vuelve a condenar a un futuro de empobrecimiento, violencia y protestas, acaso como una espiral o una profecía autocumplida de la encerrona en la que se encuentran la democracia, y gran parte de la política partidaria, de arriba, en Argentina. Durante la noche otra noticia con mal olor: fracasó la sesión que proponía la oposición para tratar la prórroga de la moratoria previsional.
Abajo, mientras tanto, pasaban otras cosas que iluminan tal vez las únicas esperanzas de una jornada gris.

Distintas recompensas
Mientras subía la temperatura de esta especie de despedida del verano, otro momento denso fue el anuncio del ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich ofreciendo 10 millones de pesos a quien brinde información sobre manifestantes: el monto de la recompensa equivale a 35 jubilaciones mínimas, que arañan los 279 mil pesos; y es el doble de recompensa que el Estado pagaría a quien aporte datos sobre Loan Peña, el niño desaparecido en Corrientes en junio de 2024.
La mezcla de delación programada con el accionar turbio de servicios de inteligencia puede tener alcances de crimen de Estado y de ataque a la libertad de las personas, como se vio el miércoles pasado: gente apresada que no estaba haciendo nada, la agresión a una jubilada de 81 años por parte de un efectivo con ajuar de guerrero, o el disparo contra Pablo Grillo, que fotografiaba la movilización.
Por suerte, o por resistencia de Pablo que no parece resignarse a ese destino de muerte que le deparó el Estado, al cierre de esta nota las noticias sobre su salud eran alentadoras:
– No tuvo fiebre en todo el día.
– Le sacaron el respirador durante casi todo el día.
– Aprieta la mano y mueve los pies.
Signos vitales y movimientos.

“Siguen siendo noticias muy alentadoras –escribió su familia en un mensaje difundido por Whatsapp-, igualmente sigue en terapia intensiva, eso quiere decir que su estado es crítico y puede variar minuto a minuto.
Todo el cariño, la fe y las buenas energías que le dan le llega y le da fuerzas para que la siga peleando. Gracias, gracias gracias”.

Otra buena noticia, dentro de la mala: Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que fue salvajemente golpeada y tirada al suelo la semana pasada, se recuperó y hoy volvió a marchar partiendo desde MU Trinchera Boutique.
Recibió a decenas de periodistas que buscaron entrevistarla en MU, junto a su hija y a un grupo de jóvenes mujeres y disidencias que en menos de una semana mandaron a hacer treinta remeras que lo resumen todo: “Jubilada patotera”, dicen las letras blancas sobre fondo negro, con un símbolo de un bastón de abuela (Beatriz) trenzado con una cachiporra policial (la que le pegó a Beatriz por orden de Bullrich). Este símbolo quedó estampado a su vez, en un simbólico pañuelo blanco. Para Beatriz el gesto resultó otra clase de recompensa.

El peligroso bastón también estuvo en MU, sostenido por su dueña, que avisa: “Estoy muy bien. Muy bien para seguir luchando”. Cuenta: “Vengo hace años a los miércoles. Les hablo a los policías. Les pregunto si no tienen familia, si no tienen madres o abuelas. Si no les da vergüenza trabajar haciendo lo que hacen. Algunos me escuchan. Otros no me hacen caso”. Otra vez, cuando trató de llamar la atención de un uniformado, terminó siendo atacada y derrumbada, con su nuca golpeando contra el piso.
A su lado se encuentra, agarradita de la mano, Mabel, una mujer uruguaya que fue quien la auxilió en el camino de Beatriz al hospital Argerich, en la ambulancia, como aquella vez: agarraditas de la mano.

Mabel y Beatriz en MU: de la angustia de la semana pasada a las sonrisas de este miércoles.
¿Cómo se conocieron?
Mabel: Yo estaba al lado de ella y cuando la veo caer, enseguida llamo a la ambulancia.
Beatriz: Ella me agarraba de la mano y yo también, y me decía «¿Estás bien? No te duermas». Yo estaba como en las nubes. Para mí era como que ya estaba muerta. Y yo siempre digo: ella fue mi ángel guardián. Me siento muy emocionada.
Emoción en medio del caos. Mabel dice: “La marcha significa eso. No es violencia. Ojalá que eso le gane a la violencia de este gobierno”.
Beatriz agrega: “No creo que al gobierno le toque un pelo esto. No le tengo fe.

Beatriz Blanco y las chicas que hicieron imprimir las remeras: «Jubilada patotera». El bastón de Beatriz frente a la violencia de Patricia Bullrich y el Estado.
¿Y a qué le tenés fe?
Beatriz: A la gente, que tiene que escuchar igual que nosotras. Salir, dar la cara, parar esto. Que se den cuenta de que estamos oprimidos. Queremos liberarnos, aunque te den un palazo en la cabeza. Y que a lo mejor van a ser varios palazos y varias cabezas. Pero bueno, siempre fuimos fuertes.
Mabel: No será la primera vez.
Beatriz: ¿Sabés qué? ¡Podríamos ponernos un casco!
La charla terminó entre risas confirmando que Beatriz se encuentra, pese a todo, de buen humor.
Arriba y adentro
Mientras tanto, Diputados ofrecía otro espectáculo dando quórum para aprobar un DNU del gobierno que habilita un nuevo acuerdo con el FMI. Acuerdo desconocido en sus características, pero que se buscaba aprobar en cualquier caso. La oposición denunció la habitual práctica libertaria de compra de votos, cosa que nadie desmintió. Los millones que implica eso se ven reflejados en historias como la del siempre olvidado diputado Kueider. Para el gobierno, esas cosas no son “ataques a la República” como lo que plantearon en sus carteles azules con letras blancas.

Celebración de LLA. Subordinación a ciegas al FMI.
Germán Martínez, jefe de bloque de UP, tras la votación dijo a lavaca: “Realmente habla muy mal de la Cámara de Diputados y del Congreso argentino que haya 129 diputados que le hayan dado un cheque en blanco a Milei para llevar adelante un proceso de negociación que va a terminar con un nuevo endeudamiento con el FMI. Un endeudamiento que nadie conoce, ni los montos ni los plazos ni las tasas, ni las condicionalidades. Además hay que decir la verdad, no hay todavía acuerdo técnico a nivel de staff entre los técnicos del FMI y los técnicos del ministerio de Economía, así que lo que hoy se hizo fue en la práctica una delegación de facultades”.
¿La contracara es la calle? “La actitud violenta y autoritaria que el presidente Milei y su ministra de Seguridad Bullrich están imponiendo en la calle tienen un correlato en el crecimiento del autoritarismo dentro de la Cámara de Diputados. Su presidente (Martín Menem) es uno de los responsables. Hace tiempo que no es el presidente de 257 diputados que forman la Cámara, sino de aquellos que están con LLA o que circunstancialmente votan con ellos. Y creo que eso es un problema grave para la política argentina en términos institucionales”.
Sergio Acevedo (Bloque Por Santa Cruz) ensayó una autocrítica: “Lo que falta es hacer algo que reconstruya la confianza y la esperanza del pueblo, con un programa cierto y realizable. La experiencia de Milei me parece que se puede abortar, pero las políticas que lo sustentan se van a manifestar de otro modo, con otro contenido, pero siempre es el mercado el rector de nuestras vidas, el que organiza nuestras vidas. Si el Estado no provee bienes sociales, culturales, salud, educación, seguridad, estamos en el estado de cosas de mayor desigualdad, de mayor pobreza, de mayor violencia y de promesas de represión. Se van a querer llevar todo por delante”.
Daniel Arroyo (UP, ex ministro de Desarrollo Social de Alberto Fernández): “Lo que se votó es una barbaridad. Es un decreto para endeudarse con el FMI. Al decreto le faltan tres cosas: una, cuánta plata va a tomar de deuda; segunda, por cuánto tiempo; y tercera, bajo qué condiciones. O sea: no hay un acuerdo con el FMI, es evidente que al gobierno le faltan dólares. Pero hoy se va a ir con un decreto que parecería mostrar cierto apoyo político. Pero es ilegal en serio, porque hay una legislación que todo el mundo llama la ley Guzmán que obliga a tratar el tema en el Congreso para que la deuda se apruebe. Acá simplemente se lo autoriza a negociar lo que quiera. Muestra la desesperación del gobierno”.
¿Qué cosas pasaron en los anteriores oficialismos, qué errores, tiros en los pies, o goles en contra hubo para que se llegue a una situación así?
-La sociedad votó algo que no quedaba claro para dónde iba con tal de no seguir como estábamos, con tal de no votar el peronismo. Hay tres cuestiones que marcaría: primero, no haber encarado un plan antiinflacionario, porque con inflación permanente se le hace dificilísimo a la sociedad y a los más pobres. Segundo punto: no haber hecho los cambios estructurales. No se hizo una reforma laboral, no se hizo una reforma de la escuela secundaria que para mí es el núcleo del problema en Argentina. Y tercero, fue un gobierno de conflicto permanente y a cielo abierto entre distintos sectores. Pero para mí la clave es no haber hecho un plan antiinflacionario.
Sobre el clima político en que se realizó la manifestación: “Hasta hace muy poco los jubilados eran 50 y su objetivo era dar la vuelta a la manzana y contar que la están pasando mal. Empezó el gobierno con la represión, se sumó la gente de Chacarita y terminó haciéndose una cosa más solidaria del conjunto. Y el gobierno responde con represión brutal y amenazas. La tarea de Patricia Bullrich es generar miedo y desmovilizar a la sociedad”.
Afuera y abajo
Pese a todo ese arsenal de estímulos inmovilizantes, esa proliferación de miedos difundidos por el gobierno nacional, la gente pasado el mediodía ya se acercó a la zona del Congreso. Y en cantidad. A las 4 de la tarde y ya había más gente que el miércoles pasado y a las 5 duplicaban la última marcha. Y una marea seguía caminando desde la 9 de Julio, por Avenida de Mayo, con sentido al Congreso.

El panorama: muchas personas sueltas, autoconvocadas; organizaciones, asambleas barriales y partidos que nunca abandonaron la calle. Y fue noticia que también que hoy sí hubo muchos dirigentes, organizaciones y sindicatos que habían brillado por su ausencia (varios de una CGT, cuya cúpula parece empezar a despertarse). El músculo empieza a tomar otro tono. Se percibe en la gente, en los cantos y en algunos bailes, merced a los gremios y sus bombos y trompetas. Desde afuera podría parecer una situación esquizofrénica: mientras en un Palacio Legislativo cada vez más degradado se aprobaba una nueva subordinación al FMI, en la calle se percibía un mayor entusiasmo. Quizá por la recuperación (tan paulatina como constante) de Pablo Grillo; quizá porque pese al miedo infiltrado por el gobierno, nada ni nadie pudo detener una nueva movilización, más multitudinaria. Quizá por todo eso hubo jubiladas y jubilados con bastones, con andadores, en silla de ruedas, a pie. Y un montón de jóvenes. Y de trabajadores. Y de camisetas de fútbol. Y de vírgenes de Luján. Y de postas de salud. Y de chicas con libros en las manos. Y otras que se besan en la boca. Y carteles que dicen cosas como estas:
-Protestar es un derecho, reprimir es un delito.
-Es momento de luchar.
-Jubilados del oeste, sin esperanza y sin paciencia.
-La potencia de lo colectivo
-La calle es nuestra.

En esa calle, hablan los jubilados, como la semana pasada, y como lo vienen haciendo desde hace años, cada miércoles, exigiendo un aumento de haberes y que no se le ponga fin a la moratoria previsional, como pretende hacer el Gobierno desde el 23 de marzo.
Patricia integra la multisectorial de la seguridad social y el grupo de jubilados y jubiladas del barrio porteño de Flores: “Nos tienen sumidos en la miseria, como parte de un ataque avasallante, despiadado y salvaje de todos los derechos de los ciudadanos”. Patricia dice que la semana pasada fue bisagra: “Se ha visto un antes y un después a partir del miércoles pasado, porque advirtieron que la solidaridad del pueblo se está haciendo sentir, se están haciendo mucho más masivas. En otras manifestaciones la masividad garantizó la seguridad y hoy fue así, parece que necesitan que inundemos las calles. Es imprescindible ser cada vez más. El por qué lo responde el propio Congreso, que acaba de habilitar una nueva toma de deuda con el FMI y hay que tomar conciencia de lo que esto significa; todavía estamos pagando el endeudamiento que propiciaron estas mismas personas, esto significa más miseria, más pobreza para todos nosotros y nosotras”. Y cierra: “No hay que tener miedo, pese a que la intención de estos operativos es precisamente disciplinar; no nos cuidan a los ciudadanos y ciudadanas con esto, se cuidan ellos. Los miércoles de jubilados se convirtieron en un punto de inflexión y hay que seguir sumando ciudadanía, por el devenir de nuestro país”.

Pedro nació en Ramos Mejía y se crio en Haedo. Tiene 40 años de aportes y cobra 318 mil pesos. Dice que no miente, que tiene encima el recibo. También dice que paga de alquiler 200 mil y le habla al gobierno: “Yo no sé dónde quieren llegar, somos 6 millones de jubilados muriendo de hambre. Estoy viviendo como quieren ellos, y yo quiero vivir como quiero yo, ser libre de verdad”. ¿Cómo se sale de esta? “Se sale muy sencillo, es empezar de nuevo, y empezar de abajo para arriba, no de arriba para abajo. Argentina, mi país que amo, está enferma y hay que curarla, y se cura desde abajo. ¿Un mensaje para las pibas y los pibes? “Que no abandonen la calle, que la calle es del pueblo”.
Juan vive en San Antonio de Padua y, por la lejanía, no tenía pensado venir al Congreso, hasta que ayer escuché en la radio a un funcionario decir que a Pablo Grillo le tiraron “una cañita voladora”. Cambió la decisión: “Eso me despertó, y me dije ‘hoy tengo que estar ahí, por respeto a este muchacho’”. Tiene también otros motivos: “Estamos en una democracia fraudulenta, en un gobierno que, como todos los gobiernos neoliberales, terminarán con represión”. Cuenta su situación: “Cobro 335 mil pesos, con 31 años de aportes. Me acaban de venir 65 mil de luz. ¿Cómo se hace para sostener la vida así?”.

Lidia lleva colgado un cartel que pone negro (las letras) sobre blanco (el papel): “El miedo se pasó de bando”. Tiene 72 años, vive en La Matanza y es jubilada, tras brindar más de 40 años de servicios en enfermería. Tiene una sonrisa que parece descontextualizada, por el entorno y por lo que está viviendo: “Necesitamos urgente el reintegro del cien por ciento de la medicación y un aumento urgente. Yo estoy viviendo muy mal. Mi marido está enfermo de cáncer y su obra social no le cubren los medicamentos. Estamos muy justos, podemos sobrevivir porque nuestros hijos nos ayudan”. Se refiere a su cartel: “Los jubilados no tenemos miedo, al contrario; la represión del miércoles pasado nos dio más valor de estar acá. Sabemos que tenemos la razón, estamos haciendo lo correcto”. ¿Y el operativo? “Un desastre, una cobardía, una cosa totalmente fuera de la ley”.
Jesús tiene 61 años, es peruano y reside en Argentina desde hace 13. Vive en la Villa Zavaleta. Está en la marcha pero no protestando, sino vendiendo “marcianos de pura fruta”, una especie de jugos congelados. “Laburo por mi propia cuenta porque a mi edad nadie me da trabajo”. Dice que no votó Milei, pero que estaba esperanzado: “Tenía ilusiones de que para nosotros los extranjeros la cosa se iba acomodar, pese a no laburar en blanco, y así podíamos hacer algo con nuestra vida, pero estamos peor, retrocediendo. Tengo 61 años y ya no habrá moratoria para jubilarme, estoy más que preocupado. ¿Qué voy a hacer? Y tampoco me puedo ir a mi país, porque en Perú es lo mismo o peor”.
Miguel, 76 años, vive a diez cuadras del Ramos Mejía, donde está internado Pablo Grillo. Camina lentamente ayudado por su andador. Muestra cuatro carteles: uno colgado (“Con Milei la patria no tiene remedio, tampoco los jubilados”), uno en la mano izquierda (“Fuera el DNU”), uno en la derecha (“Todos somos Pablo Grillo”), y uno pegado a su andador: “Fuera Milei, las canas no se manchan; tengo 76 años, lucho por dignidad para todos”. Hace un análisis de la jornada: “Fue muy positivo lo de hoy, yo vengo todos los miércoles y hoy vino cualquier cantidad de gente, pero me hubiera gustado que no estuviese todo vallado y que hubiésemos podido llegar al Congreso. Se ve que nos tienen miedo, para no dejarnos llegar. El cerco que pusieron es una locura, pero ahí te das cuenta que es un gobierno totalmente debilitado. Hoy se sumaron varios sindicatos que no estaban viniendo, pero la cúpula de la CGT sigue sin venir”. ¿El próximo miércoles? “El próximo miércoles voy a venir como siempre y a seguir la lucha”.

La activista trans Marlene Wayar, fotografiando a las denominadas fuerzas del orden.
Martín está sentado sobre el cordón de la vereda en la cuadra del cine Gaumont, sobre avenida Rivadavia. Tiene una canasta con panes y torta fritas. Todos los días se levanta a las cinco de la mañana en Avellaneda, sur conurbano, pero cada vez vende menos: “Milei hizo mierda todo, loco. Por lo menos que dejen vivir”. Un concepto parecido tiene Guillermo, kiosquero en Rivadavia y Sáenz Peña, que ve pasar columnas que bajan del subte y vienen de 9 de Julio: “La protesta es parte de la democracia. La jubilación viene mal hace años, no es de ahora, pero el tema hoy es la violencia. Hay muchos heridos, como el fotógrafo Grillo. Protestar es justo. Ya tuvimos mucha violencia en los 70, no queremos más”.
Enfrente del kiosco, Raúl vende banderas con la cara del Diego y su frase tan actual (“hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”) a $ 4.000. Las ventas van más o menos: “Pienso que cada vez está más oscura la realidad política del país –cuenta-. Hay un núcleo duro que ve con buenos ojos todo lo que sucede con la represión, y por eso hacen lo que quieren con total impunidad, como sucedió con Pablo Grillo, que no se investigó nada. No me sorprende, porque Patricia Bullrich ya condecoró durante el macrismo a un policía que mató por la espalda (por Chocobar). Pero de todos modos hay que estar acá y encontrar, en la unión, una salida”.

Las palabras de Raúl se escuchan cada vez más tapadas por los bombos de una columna de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de distintas seccionales conurbanas. Claudio es de Merlo, tiene 43 años, y está al lado de Enrique, del barrio Atalaya en La Matanza, y tiene “dos veces 30 años”, según se presenta. “Parece que estamos viviendo la época militar”, arranca Enrique. “Porque es un desastre, tiran balas de goma, gases, reprimen, pero hay que venir a bancar a los jubilados. La verdad es que estamos mal, nunca estuvimos así: tuvimos que resignar muchas cosas para llegar a fin de mes porque la luz está el doble”.
La UOM es uno de los gremios que conforman la CGT, que esta semana definió, después de muchas idas y vueltas, el martes 8 de abril como la fecha del tercer paro general al Gobierno. “Se acuerda tarde la CGT”, sonríe Enrique. “Está dormida. Nuestro derecho a reclamar como UOM siempre estuvo, pero los de arriba están un poco dormidos. ¿Qué pienso? Que están ensobrados”.
La noticia de la aprobación del DNU circula en la calle de a poco, a medida que los celulares recuperan algo de señal, pero no despiertan mayores estribillos, al margen del clásico “que se vayan todos”. Sobre la plazoleta, como todos los miércoles, los jubilados pudieron hacer su acto y concluirlo en paz.
“Hemos demostrado con este acto masivo que fue Bullrich la que desató la represión”, dice Virginia, de Jubilados Insurgentes. “Este día es por el pedido de unidad que sosteníamos cuando estábamos solitos marchando alrededor del Congreso”.
Uno de sus compañeros sonríe: “Nuestra mejor secretaria de Medios es Patricia Bullrich”, bromea, sin miedo, sin terror, y con la convicción de volver al miércoles siguiente.

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Marcha de jubilados más allá de Trump, Milei, el FMI y Bullrich

La todavía ministra Patricia Bullrich había planteado durante la mañana: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen?”. La “modernización” parece ser conocida como reciclado de medidas contra la sociedad. Trump, Milei y el FMI también son bastante conocidos. La marcha de jubilados se realizó pese a todo. Y llegó a Plaza de Mayo. La charla de una mujer con Jorge Taiana, la indagatoria al policía acusado de tirar al piso a la jubilada Beatriz Blanco, y un llamado a la inteligencia.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos lavaca.org, Juan Valeiro y Line Berkel.
A Dolores le dicen Doly, y tiene un cartelito colgado con un piolín negro, que por lo casero llama la atención. Parece un imán, que a uno la lleva a hablar con ella. “Luche como un jubilado”, se lee a distancia.

Doly en Congreso: «Todos los días mando mensajes: Caputo, ¿dónde está el oro?» Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al acercarse, Doly cuenta que viene de Lanús, tiene 71 años, viene todos los miércoles y que se entretiene por X cada vez que el Ministerio de Economía hace una publicación: “Le pregunto: ‘¿Caputo, dónde está el oro?’. Así todos los días”, ríe y al instante se pone seria cuando explica que la lucha de los jubilados “debería ser un ejemplo”, pero que cada vez se sienten más solos. Dice que no hay un solo motivo, sino muchos porqués.
- “Porque meten miedo pegándonos todos los miércoles”.
- “Porque la sociedad no se moviliza en conjunto, sino por separado”.
- “Porque los sindicatos tendrían que despegarse de la CGT que ya sabemos no hará nada”.
- “Porque tendría que formarse una nueva CGT, como alguna vez sucedió”.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
En la concentración de jubiladas y jubilados de este miércoles estuvo unos minutos Jorge Taiana, diputado recientemente electo por la provincia de Buenos Aires, por Fuerza Patria. Dolores le cuenta a lavaca: “Yo soy peronista, pero hablando con él me liberé”. El diálogo:
–¿Dónde están, Jorge? ¿Por qué no vienen a acompañarnos?
–A partir del 10 de diciembre voy a asumir en el Congreso y como legislador voy a tratar de…
–Jorge, el 10 de diciembre vamos a estar todos muertos. Los jubilados venimos todos los miércoles acá, y no hay uno que dé la cara.

La movilización llegó a Plaza de Mayo. Foto: lavaca.org
Doly señala las vallas que dividen la avenida Entre Ríos y la plaza. “¿Sabés para qué son?”, pregunta en voz alta: “Para que quienes están en el Congreso no nos vean, para no escuchar lo que tenemos para decir”. Y ella dice: “Me jubilé en 2014 cobrando casi un 80% de la jubilación. Y en los últimos años, con Macri, con Alberto, con Milei, perdí casi la mitad del poder adquisitivo. Es un desastre. A mí me ayudan mis dos hijos y más o menos la pechugueo, pero sabés lo que es no poder comprarle un regalo a tu nieto. Antes lo hacía, y hace ya un montón de tiempo que no puedo, es muy triste”.
Por eso, Doly marcha.

La imagen de la revista MU de la referente de la Soberanía Alimentaria Miryam Gorban (fallecida el 22/10) también acompañó las marchas. La sonrisa y el cuchillo de cocina entre los dientes. Foto: lavaca.org
“No soy yo”
Este martes declaró Pablo Alexis Aldama, oficial ayudante de la Policía Federal Argentina, acusado por la agresión a la jubilada Beatriz Blanco en la represión desatada el pasado 12 de marzo –el mismo día que hirieron gravemente al fotógrafo Pablo Grillo y Jonathan Navarro perdió la visión de un ojo. Beatriz cayó de nuca a la vereda, golpe que le provocó lesiones en la cabeza. El policía, que desde enero cumple funciones en el Batallón II de Infantería, presentó un escrito de 55 páginas ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1, a cargo de María Servini, en el que pidió su sobreseimiento.
Aldama acusa a la jubilada de 82 años de pegarle “desde atrás con un palo similar a un bastón” y romperle su casco de policía. Además, dice que él no fue quien empujó a Beatriz sino su superior, el Oficial Inspector Céspedez, aunque “accidentalmente”.

Beatriz Blanco, 81 años, la mujer golpeada por la policía el 12 de marzo. «Se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad». Según Bullrich Beatriz es una patotera (?). Según el policía acusado, se cayó sola. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Así lo declara: “No soy yo, Pablo Aldama, quien tiene contacto con la Sra. Blanco al momento del hecho, la que por cuestiones que desconozco, se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad”.
El efectivo reconoció haber usado gas pimienta “una sola vez para persuadirla de dejar de agredir al personal policial”. Y refuta a la propia Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que en su informe afirma que uno de los efectivos extendió su brazo contra Beatriz y, a partir de ese impacto, cayó al piso.
Sin embargo, es miércoles, y Beatriz marcha.

Foto: lavaca.org
3. La inteligencia es seguir
A las 10.55 de la mañana la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, escribió en la curiosamente llamada “red social” X”: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen? Perfecto, respeten el protocolo, sobre la vereda y sin violencia”. El posteo tenía la referencia de un video suyo anterior donde decía, en tono amenazante: “Entiéndase por Protocolo Antipiquete: las manifestaciones, sobre la vereda. No se corta la calle”.

Micaela, fotógrafa agredidas de la semana pasada. Los puntos, hematomas y golpes. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Menos de siete horas después, pasadas las 17, la calle no sólo estaba cortada sino que era la pasarela principal, liberada por la Policía de la Ciudad, por donde la marcha de jubilados y jubiladas avanzaba como hacía semanas no sucedía. Por allí camina, cámara en mano, Micaela, la fotoperiodista que recibió un palazo en el ojo en la represión de la semana pasada. Fue un oficial de la misma fuerza que ahora despeja las calles la que la dejó con el ojo izquierdo morado, un pequeño derrame, un punto debajo de su ceja y un malestar en todo ese lado de la cara –del cachete hasta la pera–, con una presión sobre las cervicales que le dan ganas de vomitar.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al lado está Emiliano, su compañero, que tiene a su madre todavía convaleciente: Nora, de 70 años, fue empujada en la misma represión, y estuvo unos minutos inconsciente en el suelo, congelando la respiración de quienes la rodeaban. “Todavía siente un hormigueo en el brazo izquierdo –cuenta su hijo–. Le cuesta cortar la comida, la tienen que ayudar”.
Hoy Nora no vino. Pero cientos, miles, sí, que marchan después de una radio abierta larga, y llegan hasta Plaza de Mayo sin inconvenientes, donde habrá otro acto más. Algunos se preguntan de la eficacia de los miércoles, pero entre tanta pregunta dubitativa, Silvia López, 69 años, trae un silbato que no deja de soplar y dos latas de atún que no deja de golpear. Vino de Ensenada, provincia de Buenos Aires, a 59 kilómetros de esta Plaza a la que asiste cada semana con su bastón porque tiene mal la pierna de toda una vida como peluquera y comerciante. Cobra la mínima que no le alcanza para mucho, como la garrafa que pagó ayer a 18.000 pesos. La cosa está dura pero, dice Silvia, hay que reafirmar la inteligencia.
–¿Cómo?
–Hay que seguir. Seguir viniendo. Para que te escuchen. Porque mientras la gente siga viniendo acá, ellos saben que el problema continúa.
Silvia sigue.
Y también, como Doly y Beatriz, y tantos otros y otras cada miércoles, marcha.

Un clásico: la sonrisa de Juan José, y su momento de baile de cada miércoles, sobre su silla de ruedas. Foto Juan Valeriro /lavaca.org
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Marcha de jubilados: las escenas de la violencia policial (video)

Cuatro detenidos, al menos cinco heridos. Una jubilada que quedó inconsciente al ser golpeada por la policía (video). Mujeres, periodistas, fotoreporteros y un sacerdote agredidos y esposados. En la foto de portada se ve al cura Paco Olveira y a Fidel Bravo esposados en el celular, y en primer plano al policía que atacó al periodista de lavaca. La denuncia presentada por Periodistas Argentinas y AReCIA y las deficiencias judiciales. A ocho meses de los ataques al fotógrafo Pablo Grillo y a la jubilada Beatriz Blanco, las marchas de uno de los sectores más castigados de la sociedad reclamando por sus haberes licuados siguen provocando una respuesta gubernamental recurrente: la violencia.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: lavaca.org / Juan Valeiro
Hace dos semanas que la marcha de jubilados y jubiladas empezó a anunciarse en distintos horarios y no sólo a las 15 horas como es habitual. La convocatoria es para gambetear no sólo los inusitados operativos policiales, sino también un sol que se va recalentando, como tantas cosas. Este miércoles la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados convocó a las 17 horas. Pero cuatro detenidos y al menos cinco heridos antes pasó de todo.
Primero fueron los whatsapps que se viralizaron con un mensaje urgente: “Detuvieron al padre Paco”. Todavía no eran las tres de la tarde. Las fotos mostraban al sacerdote esposado, sentado en el suelo, con el fotoperiodista Fidel Bravo, sobre Callao y Rivadavia. Lo subieron a un móvil policial. “¡Suelten al padre Paco, fachos pobres!”, gritaba una señora a un batallón de oficiales de la Policía Federal y Gendarmería que, detrás de las vallas, por las dudas convocaron a un camión hidrante. Del otro lado, los manifestantes no llegaban a 20.

Nora, la jubilada agredida que quedó inconsciente (abajo, el video del momento en que la golpearon).
lavaca se acercó hasta el estacionamiento frente al Senado, un lugar extraño para alojar detenidos, que las fuerzas al mando de la ministra Patricia Bullrich utilizan con frecuencia. Allí no estaban. “Fijate en las camionetas sobre Rivadavia o si no da vuelta al Congreso”, dijo un policía.
Sobre Rivadavia, un manifestante señaló el móvil al que los habían subido. Otro policía señaló: “Están en Hipólito Yrigoyen y Combate de los Pozos”. Ambos detenidos estaban sobre esa esquina, en el vehículo de la Unidad Judicial Móvil de la Superintendencia de Investigaciones Federales, patente NSN186.
“Ya salen”, informó un policía.

Los carteles de jubilados, como editorial político.
Foto, anteojos y la lotería
La puerta del móvil estaba abierta. En los asientos delanteros, Paco y Fidel. Ambos sujetados por las mismas esposas, Paco de la muñeca izquierda y Fidel, de la derecha (foto principal de esta cobertura).
lavaca fotografió el momento y también lo filmó, cuando uno de los policías se acercó con violencia y empujando. “Te dije que ya salen, no me hagas poner violento”, dijo, como si la violencia fuera la de un periodista haciendo su trabajo al registrar la detención de un cura y un militante. Luego llevaron a Paco y a Fidel dentro de una casa de Lotería, porque un estacionamiento no bastaba para el surrealismo represivo.

El padre Paco Olveira con la frente ensangrentada por un golpe policial.
Al quedar liberado, Paco Olveira dijo a lavaca: «Me pasó lo que te pasó a vos, que por querer hacer una foto casi te tiran al piso. En nuestro caso, primero hicimos un par de vueltas al Congreso, un rato antes de las dos. Estábamos por cruzar la valla pero paramos ahí, en la vereda. Empezaron a empujar a los jubilados. Como iba a terminar uno en el piso, les digo ‘vamos a rezar un padre nuestro’. Ahí al compañero (Fidel Bravo) le agarraron la bandera argentina y él la defendió. Lo tiraron para atrás y yo me agarré a él. Así, si lo llevaban, me llevaban a mí también. Creo que por eso estamos libres los dos; si no, el pobre iba a estar preso”.
–¿Les imputan algo? Hablaban de resistencia a la autoridad.
–Sí, nos notificaron de supuesto atentado y resistencia a la autoridad. Igual no pude leer porque me rompieron los anteojos (muestra que falta el lente derecho). Con un ojo sí y otro no, no puedo ver nada, y no nos dieron copia.
Paco agradeció la solidaridad –entre quienes se acercaron estaba el diputado Eduardo Valdés y el secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano– y emprendió la vuelta a la plaza con la mochila abierta: “También me la rompieron”.

La denuncia de Periodistas Argentinas y AReCIA
Antes de regresar a la cobertura, los periodistas de lavaca fueron a hacer la denuncia a la oficina del Ministerio Público Fiscal de Combate de los Pozos, donde siempre llevan a los detenidos de los miércoles a fichar. La repuesta habla de la deficiencia judicial de prevenir los ataques a la prensa: informaron que la atención era de 9 a 15 horas y derivaron un 0800.
Llamamos: hubo veinte (20) minutos de demora porque había cuatro personas en espera. Cuando atendieron la charla duró apenas cinco minutos; al explicar la causa del llamado, tras una breve y burocrática respuesta, cortaron. Un nuevo llamado permitió acceder al mail a donde presentar formalmente la denuncia. Para cuando finalmente la concretamos ya podíamos adjuntar los videos de los brutales ataques que sucedieron después de intentar, en vano, evitarlos.

El policía intentando impedir que lavaca fotografíe a los detenidos.
Los periodistas que fueron a esas oficinas son Claudia Acuña y Lucas Pedulla, que en representación de la Asociación Civil Periodistas Argentinas y la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA), respectivamente, presentaron un habeas corpus en diciembre de 2023 para prevenir estos ataques que, desde la fecha hasta hoy, se reiteran y agudizan. La causa tuvo su laberinto hasta que la Corte Suprema resolvió este martes la competencia del juzgado. Allì presentamos este martes el pedido de tratamiento urgente.

Gente marcada, mujeres golpeadas
En Congreso, una de las tantas marchas ya había empezado. La disposición del espacio era la habitual: vallado de punta a punta de la plaza, tránsito bloqueado y efectivos de la Policía de la Ciudad acordonando los alrededores para evitar que la movilización doblara por las calles aledañas. El mismo cordón aguardaba sobre Sáenz Peña para que el reclamo no se dirigiera hasta la Rosada.
Todo parecía lo habitual, pero los policías de la Ciudad –chalecos celestes– recibieron una indicación en sus handies.

Bastón en mano, la policía de la Ciudad agrediendo a manifestantes previamente «marcados» por la Federal: surrealismo e inutilidad represiva.
“Al de gorrita negra, a tu izquierda, gorrita negra”, decía la voz que salía de los aparatos. Hacía allí fueron cinco agentes para rodear a un muchacho de gorrita negra. Al detenerlo y llevarlo detrás del cordón, Estefanía, una joven integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fue golpeada en el ojo por un policía varón, lo que revela la idoneidad de los cordones bullrichistas.
La tensión policial escaló. Los mismos oficiales siguieron marcando personas. En el intento por detener a otras, la gente se defendió y los policías avanzaron con los escudos y a palazos. Así empujaron a Nora, una jubilada de 70 años que acompaña todos los miércoles. La socorrió Nicolás Chiarini, el mismo joven que le salvó la vida al fotógrafo Pablo Grillo –de cuyo ataque este miércoles se conmemoran ocho meses–.

Nora, 70 años, golpeada por la policía.
Otro de los marcados y cazados con violencia fue Nicolás Ríos, fotógrafo y militante de Convergencia Socialista. Al rato fue liberado y contó: “La misma Policía de la Ciudad me dijo que me detuvo porque dos horas antes me había marcado la Federal, mientras filmaba el inicio de la concentración. Les expliqué que yo no estaba haciendo nada y me largaron”.
En la Plaza la estaban atendiendo a Micaela Acevedo, fotoperiodista, a quien le partieron la ceja de un palazo. “Estábamos delante de todo, filmando, y empezamos a ver que estaban señalando gente. De repente, vino el jefe de policía y me pegó un palazo en la cara”, le dijo a lavaca, sentada en un banco de la plaza.

Micaela, palazo en la ceja.
Al su lado apareció en escena nuevamente el padre Paco, esta vez no detenido pero sí con la frente ensangrentada, llevado por el Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA Argentina).
–¿Estás bien?– le preguntó Micaela.
–Mejor que vos, querida –respondió el cura–. No sé si me dieron con un palazo o con un escudo, de la nada vinieron a pegar.

La capacidad de movilizarse pese a todo, y el triste rol policial.
Videollamada para la jubilada
A unos metros, sobre la plaza, estaba Nora, la jubilada que la Policía de la Ciudad había tirado al suelo hacía unos minutos.
Para dimensionar: la caída de Nora fue, en cuanto a la violencia, parecida a la de Beatriz Blanco (jubilada golpeada el mismo 12 de marzo que hirieron a Pablo Grillo), con todo el peso del cuerpo hacía atrás, cabeza contra el suelo. Después de la atención, Nora estuvo unos minutos inconsciente.
Al lado de Nora estaba su hijo Emiliano, fotógrafo como Micaela, la reportera herida en la ceja, que para colmo, es su pareja. Emiliano primero lloraba, pero luego se fue aliviando. De a poco su mamá, todavía acostada en el piso, se fue recuperando luego de estar varios minutos con la presión muy baja. La tensión se apoderó de la plaza mientras el CEPA y la CPM intentaban reanimarla. El SAME, por su parte, tardó varios minutos en llegar. Y antes de enviar una ambulancia, pidió hacer una videollamada con la jubilada herida: otra escena insólita.

Videollamada para diagnosticar a una mujer reprimida.
–¿Se cayó?– le preguntaron del otro lado del teléfono.
–Me tiraron– respondió Nora.
Tras la videollamada con el SAME, ya repuesta, la mujer le cuenta a lavaca: “Estaba a 4 metros de la policía y de repente se vinieron a donde estábamos, corriendo. No me lo esperaba y me llevaron puesta, me pasaron por encima”.
¿Por qué no faltás nunca los miércoles? “Siempre he salido a la calle cuando me parece que es injusto lo que pasa, más que nada porque tengo tres nietos”, dice y es la primera vez desde el golpazo, que hace una mueca risueña. “A mis nietos los cuido, no quiero que salgan; pero en mi caso, es imposible no salir cuando ves tanta injusticia”. La ambulancia llegó unos minutos después y Nora y su hijo se subieron.
De fondo, por Hipólito Yrigoyen, estaba pasando la cuarta marcha de la jornada.
Recién eran las 17:07, horario de la convocatoria oficial.
La marcha, estaba arrancando. Pese a todo lo anterior: pese a todo.
(En el comienzo de este video se observa el momento de la agresión a la jubilada).
Actualidad
Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Un miércoles con marchas separadas, y gente buscando recuperar la iniciativa, la creatividad y la fuerza de reunirse. Imágenes sobre Boca, el peronismo, las traiciones, la CGT, el Garrahan con aumentos, y algunas ideas para salir del corralito.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
“Miércoles de jubilados”, anuncia un grafiti pintado de rojo en medio de la plaza de los dos Congresos. La proclama denota una costumbre. Lo habitual. Algo que se hizo norma y, como tal, tiene su costado positivo y otro que no tanto.
Este “miércoles de jubilados” tiene algo particular, distinto al resto, que rompe la costumbre, lo habitual, lo normal: esta vez, un grupo convoca a las 14, otro a las 15 (como venía sucediendo) y otro a las 17. En conjunto (y separados) forman una síntesis de lo que es hoy la fragmentación de las luchas en Argentina.

La calle y lo colectivo.
La organización de Jubilados Insurgentes es la que llega primero. Pasadas las 14, ya andan haciendo semaforazos y marchando alrededor de la plaza. Las canciones, esta vez, sobre todo apuntan a la CGT (Confederación General del Trabajo), que en esta misma jornada eligió su nueva conducción hasta 2029, que seguirá en forma de triunvirato: Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Solá (Seguro) y Cristian Jerónimo (empleados del vidrio). La elección llega en medio de los crecientes rumores por parte del Gobierno nacional de avanzar con una reforma laboral.
Boca River y el recibo
Armando, vecino de Barracas, tiene 75 años y dos esperanzas: “La primera es ganarle a River el domingo”. Boca –su Boca– siempre le genera ilusión, aunque la situación del equipo a veces lo tira para atrás: “Ver a algunos jugadores me la quita”.
Cualquier comparación con la política no es mera coincidencia, se ríe, y por eso cuenta lo otro que lo esperanza: “Venir a marchar todos los miércoles”. Su jubilación ya no le alcanza y pregunta si hace falta mostrar su recibo: “Son 390 mil pesos en la mano”, dice, moviendo la cabeza. “Se hace re imposible. Por eso venimos: aunque nos den un palazo en las elecciones, vamos a seguir luchando”.

Asamblea a megáfono abierto.
Su análisis: “El peronismo no está unido porque hay mucho traidor. Hay una CGT quieta, que hoy se renovó, pero muchos sindicatos no aportaron nada. Recién ahora el Garrahan consiguió algo, pero a los jubilados nos siguen pisando. Encuentro el déficit en la falta de unión del pueblo porque somos pocos los que venimos todos los miércoles. Necesitamos más apoyo. El único apoyo es la prensa”.
Se pregunta por qué no hay más políticos que acompañen: “Si ellos nos representan, ¿por qué no pelean con nosotros? Como dijo Perón, con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Por eso perdimos: pelean por un cargo pero cuando hay que salir a pelear de verdad, no los veo”.
Entre Boca y la CGT, Armando mueve la cabeza. Pero mantiene su esperanza.
Asamblea en el corralito
Una vez que los jubilados terminan de dar la primera de las varias vueltas que hoy se caminan, proponen algo no habitual, no normal, distinto, “porque algo diferente tenemos que hacer, así no va más”. Un concepto que representa una buena dosis de sabiduría: “Es bueno reconocer cuando no sabemos bien qué hacer”.

Zulema agarra el megáfono y dirige la batuta. En 3, 2, 1 se arma una asamblea espontánea en la calle con un objetivo: “Que hable quien tenga alguna propuesta concreta para pensar qué hacemos y definir cómo seguimos, coordinados, para que no quede cada uno con su librito”.
Así empieza a pasarse el megáfono de mano en mano, como un ejercicio de democracia participativa en peligro de extinción.
Uno invita a reunirse “todos juntos” en la CTA Autónoma, este próximo viernes y pensar “entre espacios que pensamos distinto un plan de lucha común a encauzar”.
Otra dice que ya no alcanza con esta concentración de los miércoles, que hay que pensar “acciones más allá de esta vuelta a la plaza que nos obliga a hacer este gobierno cada miércoles y entre vallas”. Alguien agrega: “Esto parece un corralito. Cortan todo el tránsito del centro y nos dejan adentro para que marchemos”.
Otro aporte: “Pero no podemos irnos de acá, lugar emblema de nuestra resistencia; quizás hay que buscar otro espacio, pero en las inmediaciones del Congreso”.

Nunca se deja de marchar.
Un jubilado propone ir a Tribunales. Pero ni bien termina de formular la idea, plantea el primer problema: “Aunque claro, ir allá a las 5 de la tarde no tiene sentido, ahí a partir de las 3 no queda nadie”.
La CGT y el aumento al Garrahan
Alguien sugiere aprovechar que la CGT tiene nueva conducción y marchar hacia allá “por lo menos un miércoles”. No termina de formular la iniciativa que llueven los insultos a la Central sindical. “Pongan a quien pongan es lo mismo, porque el problema es la dirección que tienen y ya sabemos que van a pactar por la reforma laboral. Son unos traidores”. Debe aclararse que la definición de “traidores” es la más suave y elegante que se propinó a la central sindical.
Otro se envalentona: “¿Alguien cree que ahora nos van acompañar? No vinieron nunca a luchar con nosotros, son ellos quienes nos empujaron a venir acá por las nuestras, porque les importamos tres carajos. Esta mañana solo cambiaron figuritas”.

Le da pie a un jubilado con el pelo color ceniza que en menos de tres minutos resume la historia del sindicalismo argentino y hace un homenaje: “Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Agustín Tosco, uno de los referentes del Cordobazo, que logró evitar lo que buscaba la dictadura: implementar la jornada laboral de 12 horas. Con este gobierno estamos retrocediendo medio siglo”.
Tras el desahogo contra la CGT, el enojo sigue: “Ayer se conoció el aumento a los trabajadores del Garrahan y hoy ellos tendrían que haber mandado alguna delegación solidarizándose con nosotros. Su aumento fue un logro colectivo por tantos espacios que los apoyamos”.
Obelisco y tres ideas
La asamblea vuelve al tenor inicial propositivo. “Otra opción es concentrarnos en el Obelisco”, dice uno, pero otra con más canas y experiencia le recuerda: “Enfrente hay una base de la Policía de la Ciudad. No es el punto más estratégico”.

Acuerdan tres puntos:
1) seguir viniendo al Congreso, pero seguir pensando el cómo y el dónde;
2) hacer otras acciones por fuera del Palacio Legislativo;
3) pensar nuevas estrategias para el próximo miércoles.
Termina la asamblea espontánea y Zulema de Jubilados Insurgentes le dice a lavaca: “Todavía no decidimos nada en concreto, será un proceso de pensar qué es lo mejor. Lo que se viene es muy groso y el gobierno está envalentonado con la última elección, por eso no queremos dejar que se asienten, este tiempo es clave para seguir reclamando por nuestros derechos. Nuestra responsabilidad es no dejar este espacio vacío que venimos llenando hace tanto”.


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