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Foro de Madrid: las batallas de los malos y los buenos

Buenos Aires fue sede del Foro Madrid, que reúne a las derechas y ultraderechas de distintos países. Inauguró Javier Milei. Ocurrió el jueves 5 y viernes 6. Pantallazos y miradas sobre la izquierda, el aborto, el liderazgo, el ajuste, la no izquierda, lo woke, el neocomunismo, las guerras, las batallas culturales y otros enigmas.
Por Sergio Ciancaglini Fotos: Juan Valeiro
El mail para poder ingresar al III Encuentro Regional de Foro de Madrid-Rio de la Plata 2024, planteaba tres advertencias.
“No se permitirá el ingreso de:
- Bebidas, alimentos o sustancias ilegales.
- Armas de ningún tipo (armas de fuego, munición, cuchillos de cualquier tamaño, tasers, spray de pimienta, etc.).
- Artículos que puedan ser considerados un peligro para la seguridad o una molestia para los participantes o los invitados”.
Confirmada la ausencia de esos accesorios policiales, se podía partir hacia la sede del evento: el “Palacio Libertad”, en referencia al CCK y ex edificio del Correo, que en su frontispicio sigue teniendo tallado en piedra “Centro Cultural Kirchner”.
En la explanada de entrada se ven tres obras. La estatua El Cartero, que certifica que existió una época epistolar en el mundo. Otra dedicada a Samuel Morse, el inventor del telégrafo y del código para utilizarlo que incluye el cada vez más necesario S.O.S. Y el monumento donado por el Estado Plurinacional de Bolivia en homenaje a una mujer, Juana Azurduy, heroína de la independencia frente a España, todo lo cual podría ser considerado una molestia para los participantes o los invitados.
Se armó una prolija hilera para entrar desde las 7.30 de la mañana, 6º centígrados. Había un joven con el logo de su campera curiosamente impreso no en el frontispicio sino en la espalda, con una marca a tono: The North Face.

Javier Milei en el escenario. Foto: Juan Valeiro para lavaca
La serpiente vs. la no-izquierda
Una vez dentro del CCK la larga cola se hizo sinuosa para que la gente pudiese entrar, cual la serpiente de cascabel que ilustra la bandera de Gadsden, símbolo de la derecha internacional. La comparación no es abusiva ya que el Foro Madrid que organizó este encuentro es justamente un intento de reunir a la derecha de distintos países. Sin embargo hay derechistas que consideran que el Foro y su inspirador –el partido Vox español a través de la Fundación Disenso, todo inspirado por Santiago Abascal– son la ultra-derecha. Es una diversificación de los matices que pululan desde el centro derecha hasta el neofascismo que se percibe en cantidad de lugares.
El Foro Madrid se plantea como objetivo: “Generar conciencia a nivel internacional sobre las consecuencias del avance de la extrema izquierda, su agenda ideológica y su fracasado sistema de gobierno”.
Otro: “Contrarrestar las estrategias de influencia geopolítica del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, construyendo una red de aliados a favor de la libertad en todos los países de la Iberosfera”.
En la convocatoria se asegura que “en Argentina se libra una batalla por la libertad que va a definir el futuro de las naciones de Iberoamérica” y se propone “recuperar los espacios de libertad arrebatados por la izquierda criminal y la no-izquierda en el mundo occidental”. No hubo definiciones sobre qué es la no-izquierda.

Santiago Abascal, de Vox. Foto: Juan Valeiro para lavaca
El conquistador y el capitán
Se abrió la entrada a la sala. Al finalizar la hilera serpenteante, la mayoría del público se dirigió a la derecha, pese a que entrando por izquierda era mucho más sencillo conseguir mejores ubicaciones. Tal vez no haya sido ideológico, sino masificación, imitación (o, peor aún, colectivismo).
La plataforma Evenbrite, con la que se accedía a un lugar gratuito, anunció bastante antes que las entradas estaban agotadas. Sin embargo, de las poco más de 550 butacas habilitadas se ocuparon apenas las dos terceras partes: no más de 400 personas durante el discurso del presidente Javier Milei, aunque algunos medios hablaron de 900 en un posible error de tipeo o exceso inflacionario. (Pronto se vería que, tras el discurso de Milei, el Foro se reducía a unas 150-200 personas).
Milei llegó al salón acompañado por Santiago Abascal, quien en 2019 se hizo fotografiar con un casco de conquistador español, tipo Hernán Cortés. El español quedó reducido a la nada frente al argentino que se disfrazaba de capitán Ancap (a-narco capitalista) o imitaba cantantes del siglo pasado. Milei lo acompañó este año a otro encuentro de la ultraderecha española como apoyo a las elecciones al Parlamento Europeo, en las que Vox fue prolijamente derrotado consiguiendo menos de la mitad de los votos que anunciaban las encuestas.
Por la Fundación Disenso, el español Jorge Frías elogió a Milei como “un faro de libertad” y presentó a Abascal como líder mundial del movimiento conservador y patriótico”.
Abascal pasó al escenario para abrir el evento con Milei aplaudiéndolo en primera fila: “El Foro de Madrid significa que los buenos estamos organizados y unidos” dijo en una oración con extraños ecos argentinos. “Somos los que defendemos todos los órdenes de la libertad, el derecho a la vida desde el vientre materno, la democracia de verdad. Estamos contra el neocomunismo, el kirchnerismo, el sanchismo, el crimen organizado que representa el socialismo en el mundo”. Agregó al narcotráfico, los que suben impuestos, los que prohíben la libertad de educación, de las empresas, la agenda globalista “woke” (progresista), la Agenda 2030, la dictadura climática. Elogió a Milei por su “victoria apabullante”, como un líder global, y el único del grupo de organizados y unidos que llegó a la presidencia.

Bolsonaristas reclamando por los golpistas presos. Foto: Juan Valeiro para lavaca
Ratas inmundas
Cuando le tocó hablar, en referencia a lo dicho por Abascal y para aliviar sus habituales arengas sobre ficción económica, leyó Milei: “Es interesante porque Santiago, con mucha generosidad, describía el impacto internacional, que se está generando, a partir de lo que hacemos en Argentina. Obviamente como líder de este movimiento, me toca estar en la primera fila y tener un nivel importante de exposición y, obviamente, que a las ratas inmundas, fracasadas y liliputienses domésticas les molesta profundamente”. Esas palabras enfáticas encendieron al auditorio iluminado de azul.
Otro párrafo: «No solo estoy poniendo a la Argentina al tope mundial, siendo uno de los dos políticos más conocidos del mundo junto a Donald Trump, sino que además estoy haciendo el mejor gobierno de la historia Argentina». Planteó algo de lo que le llega de la orilla contraria: «Días atrás quien fuera el ministro de Economía del autócrata golpeador, Alberto Fernández, confesó que como la pandemia les levantaba la imagen, la usaron y nos encerraron por rédito político».
Salió Milei de la sala y llegaba el turno de su vocero Manuel Adorni a quien se presentó como autor de una “ponencia magistral”. Más de la mitad de la sala prefirió la libertad de no padecerlo, y concretó velozmente lo que podría considerarse un clásico mutis por el Foro.

Mientras hablaba Adorni, selfies de jóvenes libertarios con la señora Lemoine. Foto: Juan Valeiro para lavaca
Narrativa delirante
En el hall de entrada pululaba alguna gente categoría senior aunque varios se quedaron estoicamente a seguir escuchando. Gente adusta, muy en modo-Foro. Y además una mayoría de sub-30 que no suelen trajinar estos eventos. Una juventud excitada, sonriente, dividida en grupos que llegaron juntos a ver a Milei, con trajes de ocasión y mochila, cabelleras revueltas o jopos rígidos según el caso: la nueva camada de funcionarios, asesores & afines que aspira a integrar los futuros cenáculos y/o farándulas del poder y sabían que ya no tenían mucho que hacer allí. Uno de los jóvenes se fugaba con un abrigo negro seguido por cuatro personas, clonando el estilo del asesor Santiago Caputo quien a su vez lo clonó de Cillian Murphy y la serie Peaky Blinders.
Un grupo de brasileñas y brasileños bolsonaristas estaba con banderas reclamando la libertad de los supuestos presos políticos que tomaron la sede del gobierno, del parlamento y del Tribunal Supremo en Brasilia (2023) contra el triunfo de Lula. “Tenemos 2.000 presos políticos en Brasil y 400 en Argentina” decía una señora junto a Fernando Cerimedo, director de La Derecha Diario y dueño de varias redes y plataformas que trabajaron también para Bolsonaro e incitaron con fakes aquel levantamiento. En 2023 Bolsonaro fue inhabilitado por el Tribunal Supremo Electoral de Brasil para ejercer cargos públicos hasta el año 2030, por alentar una “narrativa delirante con efectos nefastos para la democracia”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Pandemia, verticalismo y patria
Por el hall del CCK se movía otra señora, de apellido Lemoine, también adusta y atenta siempre a los micrófonos. Entre los jóvenes, en cambio, Leonardo Repetto lucía descontracturado: “Soy presidente de la juventud de La Libertad Avanza en Ituzaingó” se presentó ante la consulta. “Tengo 20 años, y estoy contento de que se arme algo a nivel internacional, con Europa, Norteamérica, Sudamérica, porque ellos están todos juntos, el bloque colectivista que va contra la libertad y con un Estado omnipresente, autoritario, casi paternal”.
Sobre el Estado: “Al principio se decía voy a destruir al Estado’, pero no. Cómo te diría, es una metáfora. No va a destruir al Estado. Eso del topo. En realidad lo que va a hacer es achicarlo para reducir el déficit fiscal. O sea: no se puede destruir al Estado siendo presidente, claramente. Es un oxímoron, si se le puede decir”.
Define a LLA como un grupo verticalista, y cree que la pandemia fue el quiebre que lo llevó al poder: “Muchos jóvenes estaban con el kirchnerismo pero se hartaron por la pandemia. Ese fue el punto de inflexión cultural que hizo que muchos jóvenes miraran hacia otro lado, y aparecieron las ideas de la libertad, Milei, y todo lo demás». Otra percepción: “Para los jóvenes te reconozco que está muy difícil, no hay trabajo, no se llega a fin de mes, los alquileres, pero viene desde hace rato esto. Te diría que 10 o 20 años. ¿Y sabés cuál es el problema? El déficit fiscal. Entonces financiás el gasto, y tenés inflación, pérdida del poder adquisitivo y todos los problemas que tenemos”.
Sin embargo ahora el gobierno dice que no hay déficit pero crece la pobreza, el desempleo, y el ajuste no lo paga la casta sino los jubilados. “Pero fíjate que hasta Cristina vetó el 82% móvil para los jubilados porque le rompía el equilibrio fiscal. Así que eso es algo que hay que hacer” replica impermeable.
Le planteo las referencias a lo patriótico en el Foro, en tiempos de globalización gobernada por las multinacionales. ¿Cómo ensamblan esas dos cosas? “Eso de la patria es un tema que bueno, tiene connotaciones con el peronismo. ¿Qué es la patria? Es una terminología. Nuestro trabajo es cuidar la cultura, seguir comiéndonos el asado los domingos, cantar el Himno, no solo la marcha peronista. Hay muchos nacionalistas que no son liberales, pero tampoco son peronistas. Se confunde mucho. Lo que hay que ver es cómo puede avanzar el Estado con un rol no interventor y que cuide la propiedad privada y la vida”.
Responde que está a favor del aborto. “Pero que se pague. La clase media y la clase alta lo pueden pagar”. También está en favor de la legalización de las drogas: “Claro, que puedan venir empresas como la de Mike Tyson a producir cannabis. Esas cosas recuperan la economía. Con la cocaína es más complicado, pero hay que despenalizar el consumo personal. Además, la marihuana no mata a nadie, el alcohol y el cigarrillo sí, y son re legales. El asunto es que nadie va contra el narco” dice, y se va con el grupo trajeado de posadolescentes que lo acompaña.

Vocero Manuel Adorni durante su ponencia magistral. Foto: Juan Valeiro para lavaca
Alquileres y trolls
Mariano Pérez, 23 años, quería ser periodista deportivo, estudió para eso en River, es youtuber y tiene el canal BreakPoint. “Ahí tengo un millón y pico de suscriptores, en Twitter 90.000. Con Milei se dieron todas las cosas juntas, ese carisma, las ideas correctas, todo fue una ecuación que se expresa mucho en redes sociales. Al periodismo tradicional eso le molesta mucho pero todo lo que se generó con las redes es impresionante”. La gente pasa, lo saluda: “Es muy loco todo, el cariño, ser conocido”.
Se plantea que todos estos ex influencers están ahora trabajando para el gobierno, por sumas bastante mayores que las de la inmovilidad jubilatoria. “No, para nada. Yo no. Me está yendo muy bien de antes, cuando empecé a hacer dos o tres programas diarios por youtube”.
Dice que está contra el aborto, de la legalización de las drogas, y elabora un discurso clásico de combate contra el flagelo del narcotráfico. Sobre la crisis económica actual: “Los precios están bajando, y venimos de una crisis absoluta. Yo creo que hay esperanza. Yo pude alquilar”. Le recuerdo que puede hacerlo por estar en una situación privilegiada: “Pero antes no había departamentos. Ahora aparecieron”. Nuevamente lo impermeable.
¿Y los ataques sistemáticos de trolls contra quienes cuestionan cualquier cosa del gobierno? “Para mí buscan conspiraciones”. Los ataques son sistemáticos y elaborados. “Bueno, a mí me putean miles de veces en las redes, y entiendo que es gente enojada, no digo que sea un ejército de trolls. Eso era en la época de Macri y Marcos Peña. Ahora es gente que yo conozco y que opina lo que quiere. No hay que buscar fantasmas. Gracias”.
Buscando la salida
Lucía Montenegro acepta hablar. “¿Pero dónde está la salida?” me pregunta mirando desconcertada los enormes espacios vacíos del CCK. Se detiene para responder: “Soy legisladora porteña. Es cierto que este es un espacio donde hay un solo líder. Un líder mundial. Lo acompaño desde el minuto uno y ahora estamos con el armado nacional así que haciendo muchas cosas”. Sobre las internas: “Acá no estamos fragmentados. Es muy fácil porque hay que hacer solo lo que él dice. Todavía pasó poco tiempo para armar y conocernos, pero es algo normal. El tiempo acomoda las cosas, pero va a seguir todo adelante”.
Cree que lo crucial para haber llegado hasta aquí es lo siguiente: “La elocuencia. Cien por cien la elocuencia. Pero además de todo Javier es fuego, es incendio, es emoción, es amor, es pasión. Y es fundamentalmente inteligente. Además es sincero, honesto, convencido. Me tengo que ir. ¿Será por allá? ¿Quién sabe por dónde es la salida?”
Érica es otra veinteañera que llegó con un grupo aunque dice que no trabaja para el Estado. Está en favor del aborto libre seguro y gratuito. “Es que eso es personal. Macri estaba por las dos vidas, y bueno. Cada uno piensa lo suyo. Soy cajera. Trabajo en el sector privado. Vine con un grupo de chicos de LLA. Antes era del PRO, estaba con Bullrich fiscalizando incluso, pasó todo lo que pasó, y ella ahora está en el gobierno, y yo empecé a entender que este era un camino. La libertad, las ideas, no es que comparta la totalidad, pero Juntos por el Cambio no existe más. Hubo quiebres, internas que se ventilaban, de todo. Entonces nos seguíamos hundiendo, o veíamos este camino”. Sobre la crisis, que no paga la casta sino la sociedad: “Yo entiendo. Es como tantas cosas que están mal, senadores que tienen asesores, los jubilados siempre salen perdiendo, y quiero pensar que en algún momento lo van a arreglar”.

Selfies de jóvenes libertarios . Foto: Juan Valeiro para lavaca
Armas para los recursos naturales
En el salón en penumbras seguían las ponencias del Foro, no demasiado magistrales. Como tantos otros foros (de izquierda e incluso de no-izquierda) el detalle es que todos los expositores muchas veces parecen decir lo mismo. El número de asistentes seguía evaporándose. Uno de los puntos del documento final planteó: “Reafirmamos la voluntad de seguir dando la batalla cultural sin cuartel por la defensa de Occidente frente al marxismo cultural destructivo y la ingeniería social totalitaria en todas sus manifestaciones, llámese wokismo, progresismo o socialismo de cualquier tipo”.
Hubo intervenciones de Andy Olivastro, de la Fundación Heritage: “Saben que la izquierda es un veneno. Estamos aquí para aplastar a la izquierda, para sofocar al Estado y para restaurar el autogobierno”.
«La izquierda está divorciada de la realidad; y debemos romper el control que tienen sobre la gente. Su visión del mundo es la antítesis de la buena vida y socava los principios de libertad y prosperidad que valoramos». Hernán Cadavid: “Lo único que ha hecho la izquierda es demeritar la justicia, derrotarla, y haberla sometido. No podemos perder la batalla de la opinión pública, como instrumento de guerra política”.
Hubo intervenciones contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El ministro de Defensa Luis Petri dijo: «Comprar un sistema de armas, es comprar paz. Es tener el poder disuasivo para evitar que te agredan y eventualmente evitar que se apropien de nuestros recursos naturales», como si la apropiación de tales recursos fuese un problema militar, y no lo que está facilitando el RIGI lanzado por el gobierno y votado en el Congreso. Nahuel Sotelo: Le vamos a dar batalla al globalismo, a la Agenda 2030 y nos vamos a parar contra los organismos internacionales para defender la soberanía argentina”.
Saliendo de la sala de luz azulada podían contarse al menos a tres asistentes que se habían rendido. Descansaban plácida y profundamente en sus butacas, bocas levemente abiertas, ajenos a tantos alborotos y palabras sinuosas. Un posible signo de sabiduría: ante ciertos sueños, algunas personas pueden considerar que lo que más les conviene hacer es quedarse irremediablemente dormidas.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
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Argentina en un día: miércoles, Plaza de Mayo y Congreso

Acto del peronismo en Plaza de Mayo, con audios enviados por Cristina Fernández de Kirchner. Jubilados y jubiladas ante un Congreso sitiado de vallas por el “protocolo” que cortó el tránsito por todo el centro porteño. Marchas divididas por arriba. ¿Y por abajo? ¿Por dónde se canaliza la energía social que alimenta la protesta? ¿Qué le dice el peronismo a los jóvenes? ¿Qué rol cumplen quienes se consideran dirigentes? ¿Qué simbolizan los jubilados que marchan cada miércoles, y no solo de vez en cuando? La división infinita y los puntos en común para intuir cómo siguen las cosas
Francisco Pandolfi, Lucas Pedulla, Claudia Acuña y Franco Ciancaglini
Fotos Lina Etchesuri, Juan Valeiro y Ramiro Domínguez Rubio

Mediodía de miércoles.
Valeria, 45 años, y su hijo Santino, de 13, estuvieron una hora esperando el 96 en Virrey del Pino, en los confines de La Matanza, pero se terminaron tomando el 620 hasta Liniers, y de ahí el tren Sarmiento hasta Once, y de ahí la línea A del subte hasta la estación Piedras.
Más de dos horas y tres transportes públicos, ¿para qué? “Por Cristina”, define Valeria, una de las “gente suelta”, que viaja rumbo a la Plaza de Mayo sin estar organizada o encolumnada. Portando una bandera de Argentina, esperan, como muchas de las miles de personas que se van cruzando en el viaje y ya en Avenida de Mayo, escuchar algo desde el escenario que les signifique un hilo del que tirar.
También, con la certeza de inhabilitación de Cristina para ejercer cargos públicos, se animan a pensar qué escenario se abre de aquí en más. Sale el prode de candidatos, sin vueltas: “Si no es Cristina, Axel, pero será lo que diga ella”, dice Valeria. ¿Así no pasaron Scioli, Massa y Alberto? Valentina firme: “Lo que diga ella. O Axel”.

Por Avenida de Mayo las columnas avanzan. Pasan banderas de CTA, Satsaid, Aeronáuticos, UTE, CICOP, Metrodelegados, SUTEBA, Unidad Popular, Abuelas de Plaza de Mayo, HIJOS Capital, entre pasacalles de ATE y del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), del gobernador bonaerense Axel Kicillof, con la leyenda: “Argentina con Cristina”.
Por las diagonales también hay movimiento: desde la Sur, avanza una columna gruesa de La Cámpora y gremios de la CGT, como los universitarios de FEDUN; por la Norte, la sorpresa de partidos, organizaciones y centros de estudiantes de izquierda. Su bandera: “La proscripción refuerza al régimen”. Muchas de estas banderas no se quedarán, sin embargo, hasta el final del acto.
Sí se queda Estela, 64 años, jubilada, vecina de CABA, que dice que nadie la trajo sino que vino solita por Cristina: “Es un desastre todo”, diagnostica. Quién le gusta: “Kicillof”. Alejandra, también jubilada y de CABA, 67 años, no vino por Cristina sino por todos porque “están haciendo mierda” la democracia. ¿Qué espera después del acto? No se anima a pronósticos porque –dice– todo es muy incierto: “Hay que ver si hay continuidad y organización”, desliza. Tampoco se arriesga a decir si tiene algún candidato: “No hay ninguno que me guste. Hay que ver qué pasa con Kicillof”.

Dame fuego
Sara (54), Sandra (44), Lilian (53), Marcela (52), Emilce (48) y Miriam (57) son todas docentes de primarias y secundarias de Merlo, oeste conurbano. “Hay que defender la democracia”, dice Sara. A su lado, Lilian espera que la marcha sea un punto de inflexión y unidad: “Veníamos separados, tirando para diferentes lados y esto nos congrega en unión para hacer frente a una situación preocupante”. Para Emilce, es un llamado de atención al Gobierno: “Nos vamos a seguir defendiendo. Y que se dejen de joder con Israel porque somos Argentina”. Si no es cristina, ¿quién? Todas responden al unísono: “Axel”.
Emilce suma: “Grabois”. Miriam lanza: “Santoro, pero más Axel”. Sara y el gen local: “Mariel”, dice, por Mariel Fernández, intendenta de Moreno. ¿Qué tienen todos ellos en común? Sandra resume: “Fuego peronista”.
Frente al Cabildo están sentadas Angélica (69) y Adriana (66), que vinieron desde Córdoba capital. Salieron en micro a las 20.30 del martes, las paró Gendarmería en el medio “para hacer acting”, y llegaron a la ciudad de Buenos Aires a las 6 de la mañana. “Si no reforzamos las calles esto va a durar quién sabe cuánto tiempo”, dice Angélica, que tiene bien en claro que el peronismo cordobés es un poco particular. “Por decirlo de una forma elegante”, dice Adriana. ¿Cómo habría que llamarlo? “Carnero, traicionero, de derecha”, describe, al punto de que tuvieron que exigirle al PJ provincial que abriera el partido para reclamar el día del fallo de la Corte: “Ellos se callaron la boca y dijeron que había que respetar la institucionalidad. Si no fuera por Schiaretti, Milei no habría ganado las elecciones”. Sobre quién les gusta para lo que sea que venga: “Axel, sin dudas. Lo amamos”.
Audios redondos
En Plaza de Mayo, a las 15.08 suena la Marcha Peronista. Es el anuncio de que el acto comienza. Seis minutos después, se canta el Himno. Hay lágrimas, voces roncas, dedos en v. Luego, la sorpresa: se escucha la voz de Cristina. Circulan los shhh. La plaza entera, colmada, se calla.
Made in Argentina: la plaza central por excelencia, llena de bombos y bullicio popular, se queda en el más puro silencio. La sensación es de respeto, pero no deja de sorprender; lo produce una persona no en cuerpo y presencia desde un escenario, sino desde una grabación que hizo en su casa en el barrio de Constitución, estando presa.
Cristina habla de que el modelo económico de Milei es insostenible y que el verdadero poder económico lo sabe: “Por eso estoy presa”, dice. La plaza aplaude. “Pueden encerrarme a mí pero no a todo el pueblo argentino”, subraya y pide volver a organizarse para planificar la salida a esta crisis. Y dice que, de las cosas que más les gustó escuchar de estos días de caravanas y concentraciones en San José 1111, fue la canción “Vamos a volver”, que resuena nuevamente en esta plaza: “Revela una voluntad”.
Se despide y, tras una breve llamada en vivo desde su casa, vuelve a saludar a la plaza, arengando su organización. Luego, suena Todo preso es político, de Los Redondos. Las columnas empiezan a desconcentrar, la gente se empieza a retirar. Y Marti, una joven militante de La Cámpora en zona sur del conurbano, vuelve emocionada: “Vamos a volver, a volver a reinventarnos, a volver a construir políticas de cuidados y de derechos”.
Afirma que el mensaje fue clave para la militancia: “Fue un empujón de energía para que no nos atemorice este gobierno hambreador, sino para salir con más fuerzas que nunca al territorio para ganarlo de nuevo”.

A dónde va la energía
Los testimonios de esta calle demuestran que fue un acto muy importante para la militancia. Muy. Pero inmediatamente concluido lo importante era otra cosa: “Que se entienda la diferencia entre la militancia y la gente. Y también que se entienda qué significa hoy la militancia”. Lo dice alguien que conoce el movimiento desde adentro y desde hace años y que por eso mismo lee el acto con memoria y proyección.
Si mira a los aparatos, los ve debilitados en relación a la capacidad de movilización que tenían años atrás cuando ondulaban las banderas de La Cámpora a lo largo de diez cuadras, otras tantas del Evita o Barrios de Pie, hoy desaparecido, más los etc etc. (La conclusión es evidente: tras cuatro administraciones del Estado en las que tuvieron en sus manos la caja de varios programas sociales ningún dirigente pudo/supo o logró construir una organización política duradera y comprometida).
Irrumpió sí por primera vez en Plaza de Mayo la bandera de la línea Kicillof y la columna de Grabois, las dos únicas renovaciones de esta temporada.
Si se mira por fuera de las internas partidarias, hubo una gran mayoría de gente suelta: esa es hoy la columna vertebral de la militancia. “Unos y otros de los que vinieron hoy representan personas que votaron a los candidatos de este sector, sean cuales fueran. En ese sentido son militantes. Se fueron hoy como no estaban ayer: convencidos de que si militan vamos a volver. Se fueron con la ilusión y con la mística peronista”.
El tema es a donde se va a enchufar finalmente esa energía que Cristina logró renovar, la única dirigente peronista capaz de calentar este frío invierno del progresismo y también la única a la que ninguna de las personas que fue hoy a Plaza de Mayo podrá votar.

La grieta juventud/peronismo
¿A qué se enchufa toda esta energía?
“Al pasado”, responde el consultor político Gustavo Córdoba, experto en encuestas electorales entre otras disciplinas de comunicación política.
Precisa: “El acto de hoy mientras sea deseo, promesa, impacta”. La incógnita es qué pasará cuando eso que hizo latir se concrete. “Este es un momento político excepcional, único y por eso mismo representa un verdadero desafío, entre otras cosas, de liderazgo político”. En ese sentido señala que el desafío es claro: quién es capaz de conducir este proceso. “Sin duda lo está conduciendo Cristina y esto ha sido el resultado de la decisión de la Corte Suprema de romper el equilibrio de poderes, quizá por error de cálculo. Lo cierto es que al confirmar la condena la empoderó. Por otro lado ya sabemos cómo conduce Cristina: tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. El desafío que tiene Cristina hoy es conducir integrando a todas las tribus que hay en el peronismo, habida cuenta de la necesidad electoral de tener un buen desempeño en septiembre en Buenos Aires y en octubre en todo el país”.
Lo que destaca Córdoba: “Lo que ya estaba polarizado se ultra polarizó”.
Lo que preocupa: “El peronismo no es algo que escuche la generación más joven. No solo no lo escucha: ni le llega su mensaje. Y ese es un problema que impacta directamente en los resultado electorales porque se trata del segmento etáreo que más participa. Son los mayores de 50 los que menos han ido a votar en las últimas elecciones y es en ese sector donde el peronismo obtiene mayor repercusión”.
Jubilados ante las vallas
Al mismo tiempo, en el Congreso, sucede la concentración de jubiladas y jubilados de cada semana. Pero la escena no tiene nada que ver con ninguno de los miércoles previos. Incluso los miércoles de verano, de extremo calor, o miércoles feriados, o miércoles de lluvia. Esta vez, la plaza está vacía. Vaciada.
Pararse en la intersección de Avenida de Mayo y Sáenz Peña sirve para ver dos postales bien distintas si se mira a ambos costados:
- Hacia 9 de Julio, la cola de una marea de gente mirando a la Casa Rosada.
- Hacia Callao, un vacío en las afueras del Congreso de la Nación, edificio aislado de la ciudad y piquete máximo del centro porteño, totalmente vallado, impidiendo el tránsito por Entre Ríos, Callao, Rivadavia, Hipólito Yrigoyen, Ríobamba, Combate de los Pozos entre otras aledañas.
Hay otras postales que reflejan lo mismo: la ausencia de cuerpos más allá de una centena de jubilados.

Entonces, todo lo que se habla, se escucha bien nítido.
Una señora le dice a otros dos: “Con esta división Bullrich se está haciendo un orgasmo. Eso es lo que le calienta, dividir, dividir, dividir”.
La señora se llama Mabel, tiene 69 años y vino de Isidro Casanova. Cree que el acto en Plaza de Mayo “fue partidario” y que hoy el PJ volvió a no sumarse a la pelea de los jubilados. “Fue un miércoles más sin estar del lado de quienes más estamos sufriendo”. Mira lo positivo, aún en la falta de unidad: “A este gobierno un poco le debe joder que haya tantos focos de reclamo, pero hoy era un momento para haber demostrado una real unidad y que toda la gente que fue a la Plaza de Mayo viniese acá a protestar por cómo estamos viviendo. Me da bronca que se haya convocado la concentración una hora antes de la nuestra, cuando somos nosotros quienes venimos haciendo escuela en la resistencia todo estos meses y todos estos años”.
Críticas y reflexiones
Otra postal son los carteles y los discursos en contra de la proscripción a Cristina Fernández de Kirchner, que trasciende las posturas partidarias. “Los juby contra la proscripción”, firma: PTS Independiente; “Corte suprema ilegítima = fallo inválido”.
Rubén (72) y Mario (70) integran el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados. Fueron a Plaza de Mayo a las 14, y antes de las 15 ya estaban congregando en Congreso.

Rubén: “Fuimos a hablarle a los compañeros que fueron a Plaza de Mayo para defender su derecho de votar, porque más allá de nuestras diferencias políticas creemos que hay que superar esa consigna: acá hay un problema de conciencia de clase y la forma de salvar a su líder o a su símbolo es solamente derribando a este régimen y a su plan económico criminal. Eso fuimos a decir allá y por eso volvimos acá: esta es nuestra pertenencia, nuestra trinchera. Los jubilados estamos en contra de la proscripción a Cristina pero la única manera de resolver ese problema y tantos otros que tenemos es organizarse para una huelga general, sino es imposible”.
Dice Mario: “Acá, ahora, debíamos haber estado todos, en una única movilización, exigiendo un plan de lucha nacional, con paros y movilizaciones, para lograr el desprocesamiento de Cristina, pero también para tirar abajo el plan motosierra que nos está matando a los trabajadores y a los jubilados. Acá es necesario un encuentro nacional de trabajadores que unifique la lucha, no lo de hoy. La convocatoria una hora antes de nuestra marcha por parte de la dirigencia del PJ nos parece un error, cuando saben bien que los miércoles es el día de la resistencia de los jubilados”.
Cierra Rubén: “Más que un error, fue una política que decidieron implementar, y se nota que terminó la manifestación y no vinieron acá. Eso demuestra que no quieren ir a fondo en el enfrentamiento contra este gobierno”.
La desunión de las marchas
A eso de las 16 horas encontramos a Griselda, quien tiene una remera de Cristina pero mientras se pasa un audio de la ex Presidenta en la Plaza de Mayo, ella está junto a los jubilados en Congreso. Viene de allá, claro, pero al no poder entrar a la Plaza por la cantidad de gente que había, eligió venir a un lugar más cómodo. Y donde sumara más.

No vino sola: vino junto a un grupo de amigas desde Berazategui, en tren. Todas ahora escuchan la radio abierta de los miércoles, a la que asisten siempre que pueden: “Hoy como hice paro pude venir”.
El paro, claro está, fue por la movilización a Plaza de Mayo, a la que fue “en contra de la proscripción de Cristina”. Ahora con los jubilados, Griselda reflexiona sobre la desunión de las marchas: “Yo las uní a venir, pero para mí los que organizaron tendrían que haber unido ellos las marchas. Con el grupo que vine lo unimos, no sé si acá primero y después a la Plaza, o al revés… hubo un poco de desacuerdo, primero se iba a ir a Comodoro Py, cambió todo y un poco se desorganizó. Lo importante es que igual la gente está en la calle, porque la Plaza estaba llena”.
A partir de hoy, ¿qué va a pasar? “Cristina estará en domiciliaria, los jubilados acá… Griselda: “Es la incógnita. Ahora parece que estamos todos unidos, pero esto se tiene que mantener. El pueblo sí está unido, pero los dirigentes: ¿se van a unir? Eso es lo que no sabemos. El pueblo se puede unir y en estar la calle estar, pero…”.
¿Está más unido el pueblo por abajo que por arriba? “Exacto”.
Desconcentrados
A las 16:30 horas ocurre la desconcentración de Plaza de Mayo que no parece fortalecer sin embargo a la marcha de jubilados. Solo un puñado que no llega a las 400 personas se suman. Quienes llegan hasta la Plaza del Congreso, cuando ven el vallado y algunas banderas de partidos de izquierda, dan la vuelta y se van por otro lado en la mayoría de los casos.
Eduardo es uno de los pocos que viene caminando por Avenida de Mayo directo a entrelazarse con sus pares. Tiene 74 años y 9 nietos. Es de Quilmes y trae una bandera argentina en sus hombros. Habla despacito, como si midiera cada una de sus palabras.

Cuenta que tiene artritis reumatoidea y que las inyecciones que se aplica son bastantes caras. “Desde que asumió este gobierno, tengo que renovar el pedido cada seis meses y un mes me dejan sin medicación. Me sale 350 mil pesos esa decisión…”. Cuenta, también, que más de una vez fue gaseado y golpeado. Y que un día como hoy está a la vista, que cuando las marchas son masivas, no reprimen. Focaliza el problema: “Nuestros propios compañeros peronistas que nos tendrían que ayudar, venir a respaldarnos, no vienen. En una oportunidad lo hicieron las hinchadas, en otra los del Garrahan, pero vienen una sola vez y después nunca más, no sirve así. Me da mucha pena, porque el resultado será una Argentina cada día más despedazada”.
¿Seguir gente o seguir ideas?
Mientras, por el altoparlante suena la voz de un jubilado que también conecta por abajo:
“La justicia crápula no tiene moralidad para juzgar a nadie: son los primeros corruptos que defienden este sistema que ataca a los trabajadores y a los jubilados queremos ser claros: nosotros hoy no hemos ido a la Plaza. Hemos optado por dos actividades: hemos estado en el abrazo al Garrahan, con los compañeros de la junta interna de ATE, de la asociación de trabajadores y profesionales del Garrahan, con los autoconvocados: ahí es dónde hay que estar, con los compañeros, cotnra este gobierno de perversos sociales que nos atacan. Y estamos acá otro miércoles, luchando por las reivindicaciones de los jubilados, que son las reivindicaciones de los trabajadores: si no peleamos ahora, no tenemos futuro. Quieren condenarnos a un subsidio a la vejez: crápulas. Nueve millones de pesos se aumentaron los senadores, y nos están condenado ocn una jubilación mínima apenas arriba de los 300 mil pesos”.
Luis Pesce es otro de los jubilados que viene de allá, y sintetiza todo en pocas palabras: “Si tenés ego no podés tener ideas. No hay que seguir gente, hay que seguir ideas. A mí lo que me gustaron de Cristina, justamente, son las ideas”.
Menea la cabeza: “Evidentemente están viniendo poquitos”. Y define magistralmente: “No llegan, pasan”.
Carlos, el famoso jubilado de Chacarita, es uno de los que pasa: “No, esto es un poroto (dice por la marcha a la que asiste cada miércoles), allá hubo un millón de personas. La gente fue apoyar a Cristina porque nos están robando el país. No tenemos patria, no tenemos nada. Es una colonia esto. Acá hay que luchar”, reafirma, agitado y mirando el minúsculo grupo de jubilados de esta vuelta. “Qué va a hacer”, define, en vez de adjetivar. Y ya cansado, plantea cómo seguir: “Mañana será otro día, mañana será otra lucha”.
La resaca y la silla de ruedas
Alejandro de Palermo tiene un pasacalle que dice Cristina 2025. Lo cuelga frente al Congreso, después de traerla de Plaza de Mayo. “Los micros no dejaron estacionar, muchos no vinieron acá porque no saben después cómo volver”, ensaya una explicación del desencuentro. “Mucha gente quedó allá. Pero despacito están viniendo algunos”.
Es cierto, a las 17 horas parece alcanzar el pico máximo de unión entre marchas, aunque mientras unos cantan “somos de la gloriosa Juventud peronista”, por el altoparlante hablan del bombardeo a Gaza.
Nos miramos desconcertados con Alejandro, y él reflexiona: “No soy muy político, lo único que sé es que salimos por la democracia, que es también la lucha del Garrahan, por los jubilados, porque están matando a la patria: nos están destruyendo todo. Esa es mi manera de pensar”.
Para él la condena a Cristina también es parte de eso: de un ataque a la democracia toda. Piensa en vivo: “Cristina es parte de nuestra… a ver, cómo te puedo explicar. Desde mi punto de vista, a Cristina la veo como alguien que nos dio muchos años buenos en este país. Ojalá tuviéramos la chorra toda la vida. Yo sacaba una murga, La resaca de Palermo, y éramos 100 personas que comíamos todos los meses asado con la murga; hoy no podemos ni invitar un guiso. ¡No puedo invitar a la gente a comer un guiso! Les decimos que se traigan un pedazo de carne cada uno”…
Le digo que, tal vez, vivía por encima de lo que podía: se ríe a carcajadas. Remata sin vueltas caracterizando al actual gobierno: “Son enfermos mentales. No les da la cabeza”.
¿Cómo se hacemos para sacarlos, si no se ponen de acuerdo, si los jubilados quedan solos? Alejandro: “Yo siento, loco, que con el voto de octubre tenemos que dar un mensaje. El voto tiene que ser a pleno con el peronismo. Espero que haya un buen peronismo”.
¿Vaya quien vaya? “No sé mucho de política. Pero el que esté en la cabeza, que lleve a la gente de frente march. Tuvimos fallas, tuvimos fallas. Pero con las fallas, loco, se aprende, ¿entendés? Tenemos que aprender a ver quién ponemos ahora, y no equivocarnos. Eso nomás”.
¿Y los jubilados? “Mirá cómo están, a vos te parece que tienen que venir acá? 300 mil pesos cobran. Mi viejo falleció hace una semana. Y me decía: qué ganas de ir con la silla de ruedas. Mi viejo es peronista de toda la vida. Y… lo traje una vez, un mes atrás, estábamos en la otra punta, y me decía: no sabés las luchas que tuvimos acá, con Perón. Y me contaba unas historias, cuando estaba los perseguían… 92 años tenía. Fue tan lindo para mí escucharlo”.
Marcelo se quiebra. Parece recordar esas palabras acaso como una última lección, algo así como: si hace falta se vuelve a marchar, a los 92 años y en silla de ruedas.
Y con alguien como él para llevarlo.
Las cosas que se comparten
Zulema, de Jubilados Insurgentes, vuelve del ¡Obelisco! Hasta donde llegó con su grupo después de dar vueltas por todo el centro porteño. Así de inquietos estuvieron hoy y vienen estando las últimas movilizaciones de miércoles, para gambetear a las fuerzas federales e interpelar a los coches y transeúntes con cánticos y mensajes.
Hoy, al llegar, se encontraron con un vallado en toda Callao y toda Rivadavia y una Avenida de Mayo vacía de tránsito. “No venían coches, nada. ¿A quién le protestábamos? No pasaba nada”, cuenta sobre el momento del desconcierto. Así fue que empezaron a caminar por las calles aledañas, hasta llegar al Obelisco, pero sin pasar por Plaza de Mayo.
Cuenta por qué: “Nosotros podríamos haber hecho todos juntos una movilización por los derechos de todos y eso hubiese valido; pero se marchaba solo por Cristina. Ni siquiera pidieron por la libertad, que está mal condenada y por lo tanto tiene que estar libre. De todos modos nosotros queríamos mantener nuestro eje, no aprovecharnos en un sentido oportunista de ir con nuestra propuesta ahí. Queríamos mantener nuestros reclamos permanentes que no son nuestros sino de todos los trabajadores. Estoy segura que todos los que fueron a la marcha de Cristina los comparten”.
Zulema da en la tecla: “La clave es que nosotros planteamos que la lucha por nuestros derechos tiene que ser hecha por nosotros mismos y los otros que tienen los mismos problemas, piensan que los derechos se los va a resolver una figura. Ellos pelean para rescatar esa figura”.
Perón decía que hay que hablar mucho de las ideas, poco de las cosas y nada de las personas: “Sí, pero Máximo dijo que hay que dejar de patalear. Ellos lo resuelven por arriba y arrastran los mismos problemas desde hace tiempo por eso mismo”.
¿Y por abajo…? En uno de sus permanentes movimientos, la bandera roja de Jubilados Insurgentes dio la vuelta a la plaza Congreso y se paró en Sáenz Peña y Avenida de Mayo, a la espera de quienes venían de la Plaza de Mayo. “Estuvimos esperando y cuando vino el primer grupo les preguntamos si venían apoyar a los jubilados como para entrar con ellos de nuevo al Congreso. Y nos miraban… pasaban, no sabían. Capaz que algún grupo de jubilados sí. Pero estamos cruzados por ese problema: otras agrupaciones de jubilados son de partidos. Nosotros no. Eso también sentimos que nos divide. Pero nuestras coincidencias, si todos vienen a luchar, son lo importante”.
Al notar esta desconexión, los Jubilados Insurgentes y un nutrido grupo que los seguía fue primero para Corrientes y Callao y luego para el Obelisco. Le digo entonces a Zulema que mucha gente suelta siguió llegando al Congreso pero, al no estar ellos, quedaban justamente los grupos partidarios de jubilados. Zulema sigue su marcha: “Pero también venían por Corrientes, muchos nos vieron”, afirma.
Entre internas propias, ajenas y entrecruzadas, los Insurgentes plantan otra vez bandera: “Pudimos decir que nosotros luchamos contra toda proscripción. Y los que están más proscriptos son los trabajadores, y desde hace mucho tiempo. Nosotros pensamos que es una pena que toda la gente que apoya a Cristina no salga a luchar por ellos mismos también, por los derechos. Si eso se da, vamos a estar con los brazos abiertos. El tema es que las elecciones son como una mediatización, pareciera que todo pasara por ahí, entonces todo es un camino ya preparado que te saca de la calle”.
Por lo pronto, mientras la militancia desconcentra o llena la pizzería La Americana, un grupo de veteranos y veteranas se mete en un sótano para discutir, intercambiar, pensar cómo seguir adelante, estar juntos.
Como todos los miércoles.
Actualidad
La casta judicial tuvo miedo: prisión domiciliaria para CFK

Cristina Fernández de Kirchner no tuvo que ir a los tribunales de Comodoro Py a notificarse de su condena, y cumplirá prisión domiciliaria. La notificación se produjo este martes de manera remota. Esas novedades tuvieron como trasfondo permanente durante la última semana las movilizaciones y vigilias con centro la esquina de San José y Humberto Primo en la ciudad de Buenos Aires. La decisión del tribunal desactivó la marcha prevista desde Constitución hasta el Tribunal Oral Federal Nº 2, pero el Partido Justicialista y distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas llamaron a un acto –este miércoles 18 de junio– a las 14, también en Plaza de Mayo. Otras organizaciones mantuvieron la cita de las 10 de la mañana para marchar desde la casa de la ex mandataria hasta la plaza.
Fotos: Juan Valeiro.

Este martes frente al departamento de Cristina Fernánde de Kirchner hubo hasta grupos de danza folklórica apoyando a la ex presidente. Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
La condena de CFK a seis años de prisión comenzó a cumplirse domiciliariamente este martes 17 tras ser notificada por el TOF de manera remota. Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola habían solicitado que la acusada fuese a la cárcel. El tribunal presidido por Jorge Gorini rechazó el planteo dando lugar a lo que había solicitado el abogado de la ex presidente, Carlos Beraldi, y señaló: “Su permanencia en prisión en un establecimiento carcelario no solo se presenta, por el momento, como una opción difícil de compatibilizar con una protección efectiva de sus derechos fundamentales sino que además es una opción que la ley expresamente habilita a reemplazar por otra”.
Otro argumento: “La combinación del riesgo para la vida e integridad física de la condenada a raíz del atentado del que fue víctima, junto con la dificultad de garantizar su seguridad en un establecimiento penitenciario sin incurrir en prácticas discordantes para el derecho constitucional y convencional −aislamiento−, nos conducen a la decisión en favor de la concesión de la prisión domiciliaria como única vía hoy compatible con el respeto de los derechos fundamentales de la persona”. Reconocen que toman la decisión tras considerar “el intento de homicidio que la tuvo como víctima, y que como dijimos, es materia de investigación en primera instancia y en juicio”.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
La detención tendrá como agregado “la colocación de un dispositivo de vigilancia electrónico”. El único dispositivo de este tipo que se utiliza hasta ahora es la tobillera.
Otra condición para Cristina: “Deberá abstenerse de adoptar comportamientos que puedan perturbar la tranquilidad del vecindario y/o alterar la convivencia pacífica de sus habitantes”. De hecho, este primer día de cumplimiento efectivo de la condena, no salió a saludar al balcón a la gente que se había reunido en la calle, que incluyó un grupo de danza folklórica y una delegación de actores y actrices, entre tantas otras expresiones.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Queda por verse cómo evolucionará la cuestión hacia adelante, porque nadie puede prohibir que la gente continúe reuniéndose allí. El acto del PJ de este miércoles será otra expresión que se estima será masiva. También, como cada miércoles jubilados y jubilados-, quienes nunca dejaron de marchar, estarán enhebrando sus reclamos con todas las situaciones de injusticia social que vive la sociedad en estos tiempos.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Actualidad
Los vecinos de Cristina

En el barrio donde vive CFK hay gente que llega a apoyarla, cruzándose con los vecinos de siempre. Un kiosquero que votó a Milei, cuyas ventas caídas crecieron desde el martes. Un desocupado que banca a Macri pero salió a vender tortafritas. Dos jóvenes antipolítica que trabajan de mensajería y Rappi para pagar una pensión de 300 mil pesos mensuales. Dos peluqueros dominicanos que celebran el bullicio. Una vecina que se aterra de vivir así por seis años. Otras que gritan de alegría cada vez que Cristina sale al balcón. Una dominicana que extraña a la gente con dinero. La jefa de un bar que necesita bancar los arreglos. El playero de GNC al que le importa lo suyo, pero además habla de sus abuelos. Recorrimos el barrio donde está el edificio de San José 1111, esquina Humberto Primo. Hubo desalojo de la policía de la Ciudad el domingo a la madrugada, pero en el va y viene de estos tiempos, la gente volvió. Voces, historias, pintadas y carteles, entre aromas de chorizos y bombos de murga, en la zona donde Cristina pidió cumplir su condena.
Por Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
Cuando Jorge Luis Borges escribió El aleph en 1949, acerca del lugar donde era posible ver todos los mundos y desde todos los ángulos, ambientado en un húmedo sótano del barrio porteño de Constitución, no era posible que imaginara un punto donde se viera todo lo que el Chino y Matías están viendo mientras se comparten unos bizcochitos Don Satur.
Un cartel que dice “Magnetto mafioso”. Puestos de choris, bondiolas, patis y vacíos. Un pasacalle del sindicato de municipales de Lanús. Puestos de remeras de Lula, Evita, Fidel, el Che, el Diego y una que dice “Yegua, Puta y Montonera”. Una gigantografía del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, con una presentación: “Soy mulo del poder”. Otra de su colega Carlos Rosenkrantz, ex abogado del mayor multimedios argentino, con un galardón que hace referencia: “Premio a nuestro mejor empleado. Clarín”. Una bandera del SMATA. Otro puesto que no sólo vende cerveza y fernet, sino también gancia y vodka.
El Chino y Matías observan a esas personas que desde el martes estaban cortando las calles de San José y Humberto Primo, en la Constitución de Borges. Ambos conversan de cosas que no tienen nada que ver con aquel grupo que canta contra los gorilas o con aquel otro que vigila sin pestañear ese balcón que tienen a sólo veinte metros de donde viven –una puerta verde sobre San José que da a una pensión– y por donde, cada tanto, se asoma Cristina Fernández de Kirchner a saludar, momento en el que esa gente grita, llora, enloquece.
“Yo no opino, a mí no me jode, cada uno con lo suyo”, dice Matías, 25 años, con desdén, porque de todos modos él tiene que trabajar para pagar la pieza con baño de la pensión que le cobra 300 mil pesos por mes. Para eso hace Rappi con la bici, todos los días, de seis de la mañana a tres de la tarde, nueve horas, para sacar 300 mil pesos por semana.
El Chino, cuatro años mayor que él, hace trabajos de mensajería por el conurbano para pagar el mismo precio en la misma pensión. Tampoco le molesta el olor a chori, los cantos a cualquier hora del día, las cámaras de la televisión en todo momento. “Capaz sí, un poco, cuando se llena mucho de gente y suena la alarma de la moto”, dice, aunque recalca que cada uno tiene el derecho a reclamar por lo que quiera.
“Igual, de política, cero”, aclara Matías, que nunca va a votar.
“Mis últimas tres elecciones fueron en blanco”, dice el Chino, que comparte la misma sensación anti con su grupo de amigos futboleros. “De diez, siete votaron en blanco”.
No hay mucho más argumento. Simplemente, no le dan importancia. En la Comuna 1, donde La Libertad Avanza sacó el 31,60 % de los votos (32.839) sobre el 26,12 % (27.147) de Es Ahora Buenos Aires, fue una elección marcada por lo que estos dos muchachos están diciendo: la participación más baja en 20 años de la Ciudad. Pero si uno focaliza en Constitución en particular, el mismo barrio del Chino, Matías y Cristina, el opositor Leandro Santoro le ganó al vocero oficialista Manuel Adorni por más de cinco puntos.
Una simultaneidad de mundos muy enmarañada hasta para el propio Borges.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Los desalojados que volvieron
La casa de Cristina queda en San José 1111. La búsqueda de la dirección en Google Maps se convirtió en otro de los escenarios de disputa virtual. Hace unos días la referencia que salía era “La casa de la chorra condenada”, luego mutó a “Puerta de Hierro CFK. Proscripta”, y al menos hasta este domingo la leyenda que se había asentado era otra: “Casa de la mejor presidenta de la historia”. Debajo del piso –que pertenece a su hija, Florencia– hay un cartel en venta de la compañía inmobiliaria ZipCode, un departamento de ocho ambientes, con patio y balcón, valuado en 275.000 dólares y con expensas de 175.000 pesos.
En la puerta hay custodia y una constelación de carteles, dibujos y escritos con fibrón, que el domingo a la madrugada un operativo de la policía de la Ciudad hizo volar, junto con el desalojo de toda la gente que había allí en vigilia. Los carteles.
- “X vos pude estudiar”.
- “Gracias por devolvernos la dignidad”.
- “El pueblo no olvida a quien no lo traiciona”.
- “Yegua te amamos”.
- “No es Rapunzel en la torre. Es la mejor presidenta que tuvo la Argentina”.
- “Gracias a Cristina mis papás se jubilaron”.
- “Aguante Cristina, manga de caretas”.
Otra de las pintadas que hay por todo el barrio es la de las siglas CFK sobre la V, emulando la vieja mitología peronista de la P y de la V, que significó: Perón Vuelve. Será difícil para los policías borrarlas, de las paredes y de las intenciones de mucha gente. De hecho, después del desalojo policial de la madrugada, la gente fue volviendo hasta ocupar nuevamente la esquina, pegando de paso otra vez sus carteles, reclamos y deseos.
Enfrente está el kiosco de Bernardo, 31 años, a quien las cosas le importan un poco más que al Chino y a Matías. No le molesta la gente. “Se está vendiendo”, sonríe, y hasta cuenta que el jefe extendió el horario de atención para aprovechar un poco más la suerte de tanto inesperado público. Sobre el motivo de esta calle repleta, sin embargo, titubea: “Cómo explicarlo. Porque la acusan de que ella es esto, que hizo aquello, que la van a meter presa, que no, y entonces llega un momento en que la gente ya no cree. Capaz que sí robó, pero como estuvieron jugando tanto tiempo, ya no tienen credibilidad. Aparte, vamos a ser sinceros, los que la están juzgando no tienen el historial limpio, porque si hace tanto tenían las pruebas, ¿por qué no hicieron nada?”.
Bernardo se frena y atiende a una señora con su hija. Le compran un Baggio de naranja. Luego dice que el gobierno de Cristina “tuvo su época” y que no fue “todo malo”, pero por algo después no salió elegido. Entonces llegó Macri, después Alberto, y ahora Milei. “Este gobierno todavía está por verse –dice–. Por ahora quiero ver qué pasa, porque todavía no puedo tomar una decisión. Macri, después de cuatro años, sabés que fue un desastre”.
Entonces Bernardo reconoce, entre dientes, que votó a Milei: “Y… quería un cambio, pero estamos viendo qué cosas hace bien y qué no”.
Las cosas que sí: “La estabilidad económica, hay precios planchados, pero este país cuesta”.
Las cosas que no: “Todo el tema de las criptos”.
Otra madre entra a preguntar por un paquete de tutucas.
Afuera, todavía, se escuchan bombos.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
El macrista desocupado
Todo el tiempo a toda hora hay circulación de gente y entrada de organizaciones, como lo está haciendo ahora el PJ de Lomas de Zamora. El corte permanente desde el martes había motivado que los colectivos de las líneas 60 y 126, que pasaban por Humberto Primo, y los de la 102, por San José, circularan por las calles aledañas. Algunos vecinos sacan sus autos en contramano por San José, pero otros pasan lento entre la multitud, como olas que se abren aun en mares tempestuosos.
Enfrente de la pensión del Chino y Matías hay un hombre al que varios saludan de lejos, como un vecino de siempre. Se llama Omar, tiene 50 años, y las vidrieras que dicen “despensa” son, en realidad, su casa. Le baja el precio a la calle, encogiéndose de hombros: “No es que los vecinos estamos revolucionados, eh. Pasa que ellos no son muy sociables. Capaz, el único, es Máximo, que se cruza hasta la verdulería y saluda”.
Sin embargo, no es común tener a una expresidenta condenada en diagonal a tu casa. Omar entonces pone de ejemplo a la señora de la esquina. “¿Ves esa casa?”, señala. Es imposible no verla: es una casa blanca, con una escalera en espiral que da a un balcón y a una terraza, y que fue usada por militantes, fotógrafos y camarógrafos todos estos días, como un palco VIP con vista privilegiada a la calle y al balcón de CFK”.
Omar cuenta que se le subieron “ochenta monos” a los balcones sin permiso.
La dueña de casa les dijo: “Flacos, bajen”.
Y le contestaron: “No bajamos nada, tenés que entender que la jefa está pasando un mal momento”.
Omar cuenta la historia y se indigna: “¡Es su casa!”. Aclara que él no es de ningún partido político. “Sobre la condena, le tocó a ella. Después, que vengan los demás, pero tenemos que empezar por uno. Acá la gente hace lo que quiere. Hay jueces incluso que tienen yates, propiedades que no pueden justificar. Roba el de arriba, el del medio, el de abajo, y el que no roba es un gil”.
Como sus vecinos de enfrente, no vota a nadie, aunque hay una excepción a su regla: “Acá el único que hizo, te guste o no te guste, fue Mauricio. Macri. Hizo el metrobús cuando la gente decía que no y que no, y ahora todos lo usan. Arregló Puerto Madero, todos contentos. Arregló Barracas-La Boca, que se inundaba todo”.
¿Y Milei? Hace una mueca extraña: “No, quiero hechos. ¿De qué Fondo y qué dólares me hablás si no tengo ni diez centavos en los bolsillos?”. Está desocupado: “Ahora salí con esto, a ver si podemos hacer algo con esta gente”.
Omar, el desocupado macrista se refiere a que vende café con torta frita a 2.000 pesos y agua caliente a 1.000.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Sobre ventas y fisuras
En diagonal a Omar hay un bar que entendió todo: desde el martes la televisión está con C5N de fondo. La calle, además de comprar cervezas (una por 4.000 pesos, tres por 10.000), sándwiches de milanesas con bebida (10.000) o súper pancho más gaseosa (3.500), se puede informar mirando esa tele, y mientras la mira tentarse con algo.
Un varón con gorro de Boca atiende desde la puerta de vidrio cerrada. Al contarle que es para una nota, dice que no quiere hablar. “Andá a hablar con ella”, señala. Ella está atrás del mostrador.
Se llama María, tiene 28 años y se ríe: “Otro canal no podía poner”. Harvard tendría que estudiar economía y mercado desde este aleph, aunque no todo es teoría del derrame. “Hoy estamos atendiendo así porque el martes fue un desastre”, dice y mueve la cabeza. Cuando dice “así”, quiere decir desde la ventana, y cuando dice “martes”, habla del día de la condena: luego de la concentración frente al PJ en la calle Matheu al 100, una caravana acompañó a Cristina hasta esta esquina, justo enfrente. Miles de personas que peregrinaron con ese enojo por cuadras, a quienes se sumaban personas que no habían ido al momento del fallo porque era horario laboral, llegaron hambrientas, sedientas y con ganas de ir al baño.
El salón explotó. “No podíamos ni caminar nosotros por adentro”, dice María, que susurra que después del caos faltaron bebidas, vasos y hasta cucharas de café. “Por la tele vi que decían que cobrábamos el baño (500 pesos) pero tuvimos que arreglar la cañería”, suspira. “Además reponemos papel higiénico, jabón. Pero no hay caso”.
María no lo dice renegando, porque hasta bajaron precios pensando en los bolsillos de la gente: “Las ventas nos ayudaron un montón. Abrimos hace un año y medio, y justo teníamos que hacer un arreglo de gas, por eso no tenemos comida-comida”, dice, refiriéndose a algo más casero. Los caños están a la vista: “Tenían que venir esta semana, pero no aparecieron. ¿Será por esto?”.
No es de ningún partido político, dice María. Sobre Cristina: “No la quiero ni la desquiero. Indiferente. Ni amor ni odio, aunque entiendo el cariño que le tienen. Pero mucho de política no sé. No tiro para ningún lado: laburo desde los 14”. Entonces, quizá, tenga alguna comparación: “En cuanto al laburo antes nos iba mejor, sí. Ahora no hay mucho aumento de precio como antes, pero pasa que a mucha gente no le alcanza. Y esto es un restorán. Lo concreto: ya no vendemos tanto como antes”.
Lo que sí nota es un cambio en el barrio: “Vivo acá hace 10 años y desde que vino Cristina la cuadra está bastante tranquila. Antes estaba lleno de paqueros, de fisuras, te robaban en la puerta, y desde que vinieron siempre están los custodios mirando”. Hay, sin embargo, gente durmiendo en la calle, que se refugia debajo del techo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, hoy tomada en rechazo de la condena.
Pero María está más tranquila.
Dice que no se acuerda a quién votó en las elecciones legislativas.
En el balotaje de 2023, sí: “A Massa”.
Noticias en el kiosco y la barbería
Enfrente de María hay dos vecinos dominicanos, Lucas (31) y José (33), trabajadores de la barbería Eddy (cualquier corte, barba o cabello, sale 5000 pesos), que tienen una cachorrita llamada Luna. José parece disfrutar del bullicio: “Es normal, están metiendo presa a una ex presidenta, ¿cómo no van a hacer quilombo?” dice mezclando el caribeño con el porteño. Lucas sonríe: “La Argentina es así, hermano”. Mientras habla, José le corta el pelo a un joven, que dice mientras las tijeras surcan su cabeza: “Yo banco y apoyo, obvio”. Otra vecina, Yanina, 46 años, espera su turno sentada mientras acaricia a Luna, y sólo afirma: “Estoy muy enojada por todo lo que pasó”.
Al cruzar Humberto Primo y los todavía cuerpos amuchados –sobre todo al calor del fuego de las parrillas–, en diagonal a la entrada del edificio de Cristina, está el kiosco de Inés, otra dominicana de 48 años. Como María, la del bar, observa el cambio en su cuadra: “Era un desastre, como sabrás la fama que tiene Constitución, arrebatos, consumo de porquerías. Pero ahora cambió todo a nivel seguridad. Lo único que puedo tener es agradecimiento”.
No le preocupa el tumulto cotidiano: “Es una señal de apoyo que ella se tiene ganado, como también hay personas que la odian por sus razones. Pero sé que todos los que están acá tienen un punto de apoyo”. Sus ventas, estos días, permanecen estables, aunque revolea los ojos: “Soy de las personas que no se aprovecha de la situación y mantengo los precios. Lo que sale, sale”, dice, mientras vende un paquete de cigarrillos a un militante.
Por lo demás, la cosa viene dura. Desde los 18 años trabaja por su cuenta, sea en casas de familia o comedores comunitarios, pero la plata hoy escasea, ni hablar de los impuestos: la luz le pasó de 20.000 a 200.000 pesos, y el gas está en 30.000. “¡Tengo un kiosco! Si tú me dices que es una casa de familia, es una cosa, pero encima soy sola”.
Señala al balcón. “La diferencia que veo es que cuando ella estaba en el gobierno era como que la popularidad (se refiere al pueblo) manejaba más el dinero, que es el dinero que me llegaba a mí –grafica, en una tesis que ninguna carrera de Ciencias Económicas explicará tan claro como esta dominicana–. Porque la casta grande, acá no va a venir, ni por cortesía”.
Se corta la charla. Atrás hay una fila de cuatro compradores esperando.
Con las bolsas de compras
Del edificio de al lado de la barbería cierra la puerta Alicia, saluda a los vecinos de la pensión de enfrente, y cruza la calle con bolsas de compras. Tiene la edad que este lunes cumplen los bombardeos en Plaza de Mayo de 1955: 70 años bien redondos. Hace 34 que vive en el barrio. “No me pidas que opine políticamente –pide y suspira, ladeando la cabeza–. Opino diferente, pero soy cristiana, creo en Jesucristo, no puedo tener odio porque él amaba a todas las personas. Tengo amor por ella, pero creo que la justicia existe”.
¿Usted cree en esta justicia?
-La verdad que masomenos.
Mira la calle –su calle– con resignación, en un gesto como si dijera que recién vamos por el cuarto día. “Siento que estamos como invadidos –explica su rostro–. ¿Sabés lo que es estar en el balcón y que entre olor a asado todo el día? Soy libre porque Jesús me hizo libre, pero te digo con el corazón, no es un lugar para que quede detenida acá, porque si todos los días vamos a tener esta gente, ¿vamos a estar seis años así?”. De pronto, los años de condena encienden una alarma impensada, de la que tomó plena dimensión el martes a la noche, día del fallo y de la caravana desde la sede del PJ Nacional a su cuadra: “Ay, eran miles, de una cuadra a la otra, con la bandera de Patria Grande”, dice y se tapa la mitad de la cara.
Sin embargo, entre los bombos, las canciones, los gritos a cualquier hora, el alcohol y las cenizas que –según dice– las parrillas depositan en los rincones de las veredas, reconoce algo: “A la noche hemos podido dormir. Hay respeto, sí”.
¿Y a usted cómo le va, Alicia?
–Yo estoy bien.
¿Le gusta el gobierno actual?
–Hay cosas que sí y cosas que no.
¿Qué cosas sí y qué cosas no?
–Me gusta que haya bajado la inflación. Pero no hay trabajo, los jubilados viven muy mal, traen muchas importaciones, nuestros productos se desvalorizan y cada vez el trabajo en negro es mucho mayor. Yo no sé de dónde van a sacar plata para las próxima jubilaciones.
¿Cree que esa estabilidad es más importante que todo eso que usted dice?
–No lo veo. Tampoco podemos esperar toda la vida.
Alicia se despide. De pronto la calle, todavía repleta, aunque apacible, estalla en un rugido. Por el balcón que da a la calle San José aparece Cristina. Todo se activa: los gritos, las canciones (“a donde vayan los iremos a buscar”), los celulares, muchos lloran, los niños ríen, y en el quinto piso del edificio de Alicia salen vecinas de dos departamentos distintos: sus brazos se agitan como si estuvieran en la final del Mundial.
Los saludos de Cristina desde el balcón duran unos minutos pero dejan a la calle en un estado de excitación que se prolongará por horas, sin importar el frío. La sensación, agitada por los bombos de las murgas que saltan y bailan, parece activar estómagos. Preparada para la ocasión espera Tamara, 24 años, que vende choris y patis a 6000 pesos cada uno. Es de Isla Maciel, en Avellaneda, y trabaja “de esto” en marchas, canchas, recitales. “Donde vea que pueda me meto –dice, y cuenta que tiene un hijo de dos años–. Acá vengo por las dos cosas: para hacerme unos mangos y por Cristina, obvio”. Su hijo, dice sin dudar, va a ser “choripanero”.
El trabajo es familiar: en el puesto de allá están sus primos, en el otro su mamá y su hermana. ¿Por qué quiere tanto a la ex presidenta? “Porque siempre piensa en los más humildes. A mí me dio la Asignación Universal por Hijo, que me ayuda un montón para comprarle cosas. Hoy está difícil. La leche me pasó de 400 pesos a 2.000, pensá que tengo que comprar tres o cuatro por día. Sólo espero un milagro y que la liberen”.
Sabe, sin embargo, qué implica la condena.
Y dice: “Entonces vendremos todos los días con el puesto, hasta que salga”.
El playero y sus abuelos
Así pasan los primeros días en San José y Humberto 1º desde la llegada de Cristina al barrio. Entre bombos de murga, canciones desaforadas, ofertas de fernet y vodka, choripanes, caravanas, personas que miran el balcón en una espera a lo Shakespeare, y la permanente amenaza de desalojo policial para mostrar una “Buenos Aires limpia”. Todo eso convive con el amor de algunos, o con el horror de otros en base a una proyección de sus vidas de aquí a seis años. Todo lo que se pueda contar, escuchar, sentir o mirar en varias horas de trabajo a lo largo de estos días es poco en relación con las veinticuatros horas de este aleph que sincronizó tantos mundos como pueden existir en una Argentina cada día más laberíntica.
A quien todo esto parece no importarle demasiado, salvo por las horas que tiene que venir a trabajar desde su conurbana Quilmes, es a Facundo, 25 años, playero de la estación GNC en la otra esquina, en San José y San Juan. “No me interesa Cristina”, dice con algo de bronca, y describe algunas escenas de los baños de la estación que los lectores no quisieran tener en su imaginación. También comenta que, adentro en el kiosco, faltaron algunos chocolates. Insiste en que no le gusta Cristina ni la política, pero sí Milei.
Su argumento: “Me aumentaron el sueldo seis veces en lo que va del año”. El dato asombra, en comparación a cómo les está yendo a otros oficios y tareas. “Pienso por mí. Sé que hay gente que está mal, sin trabajo”. Le pregunto, con respeto, si no cree que hay algo individualista en ese pensamiento, pero no duda: “Pasa que el resto no me da de comer”.
La pregunta siguiente, entonces.
¿Tenés abuelos?
-Sí. Están en la lona. No tienen para comer, literal. Capaz que un día les doy 15 lucas, para que tengan, y mi abuela se pone a llorar. A mi abuelo se le explotan las venas en la pierna, no sé cómo se llama eso, y ninguna obra social se lo quiere cubrir. Cobra nada más que 300 lucas”.
Hay un silencio. Se quiere despedir y volver a trabajar.
Una última pregunta. Sus abuelos, ¿a quién bancan?
Facundo parpadea: “A Cristina”.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
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