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Mujeres y derechos laborales. La fuerza del trabajo
Leyes que no se cumplen y derechos que faltan atraviesan toda la vida laboral de las mujeres: desde las empresas hasta los sindicatos, pasando por sus casas. Qué significa el 8M en ese ámbito. Por Sergio Ciancaglini con Lucas Pedulla.
El paro de mujeres no es solamente una cuestión salarial como la que reivindican los sindicatos. No es una lucha contra los despidos. Ni es un grito contra la violencia, el machismo, los femicidios cotidianos, la discriminación, el uso, el abuso, el desprecio, la subordinación. Es todo eso, y es más.
El paro de mujeres –el segundo en la historia tras el del 19 de octubre de 2016- es el síntoma de salud frente a un mundo expulsivo, psicópata, empobrecedor. Un mundo embrutecido a fuerza de racionalidad. Deforme, confuso, incierto, diseñado bajo la cultura del Hombre como dueño de todo lo humano.
Pero no es un paro glandular, de ovarios contra testículos. Lo que las mujeres que paran están proponiendo es otra concepción del mundo, de lo cotidiano, de la cultura, de las relaciones humanas, de la economía, del trabajo, de la democracia.
Lo hacen a través de una frase de una sencillez absolutamente compleja: “Vivas nos queremos”. Aparece la verdadera grieta, la definitiva: muerte/vida. Y la recuperación de la palabra. Una mujer sabia que se fue hace poco, Josefina Ludmer, escribió: “Una de las estrategias fundamentales de la dominación en la sociedad consiste en quitarle a los grupos sumergidos el lenguaje necesario para expresar su situación”.
Frente a la dominación, las mujeres recuperan el lenguaje para expresar su situación: no sólo las palabras, sino también el lenguaje que significa ponerse en acción. Hablan de paro, queriendo parar el mundo, no para bajarse de él sino para que el mundo funcione: es la batalla política, cultural, ética y práctica de esta época, al menos para quienes aspiren a que la vida sea posible.
Tal vez sea por eso que las mujeres al hablar más específicamente de lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo, puedan decir cosas que parecen signos, senderos:
“La acumulación va en contra de la vida”.
“Estamos decididas a organizar y no a obedecer”.
“El capitalismo nos atraviesa a todos, pero en particular a las mujeres”.
La hipótesis: si el mundo actual está amasándose a base de precarización laboral, tercerización, muros, exclusiones, patriarcado, riqueza concentrada y pobreza generosamente repartida, la lógica y la visión de las mujeres –que tienen casi toda la Historia encima soportando tales desventuras- son las que también en el ámbito laboral, con más eficiencia, nos permiten leer el presente.
CEOs y camioneras
Solo la mitad de las mujeres participa en el mercado laboral formal, contra el 79% de los varones. Sin convertir a las estadísticas en una religión infalible, los números al menos ofrecen una idea del panorama.
Las diferencias salariales frente a los mismos empleos juegan contra las mujeres. A mayor capacitación, mayor diferencia: entre personal no calificado, la diferencia es del 29% y sube a más del 33% en empleos profesionales y técnicos. La brecha muestra una tendencia: el bajo salario femenino como variable de ajuste laboral, como precarización de todo el espectro del trabajo, lo cual indica una tendencia autodestructiva en los sindicatos que no perciben que defender el salario de las mujeres –igual remuneración por igual tarea- es clave a la no muy larga también para los varones.
La brecha no es sólo obrera. Llega al 41% entre los CEO de las grandes empresas y corporaciones. Según los modales de estos tiempos, casi que tendrían que dar las gracias: sólo en el 7% de las corporaciones argentinas hay mujeres CEO.
En otro ámbito, Viviana Tolosa la tuvo igual de difícil: es camionera. Casada, dos hijos, trabaja hace más de 20 años en Transportes Furlong de Tortuguitas, Malvinas Argentinas. Es delegada y logró ser parte del consejo Directivo de la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros: “Sé que no es común. Estar en el Consejo Directivo 10 años atrás era imposible, pero con el trabajo de cada día las chicas nos ganamos un lugar. Esto empezó a cambiar cuando se creó la Secretaría de la Mujer, a cargo de Laura Córdoba”. Cuenta que al comenzar su función como delegada gremial los varones no querían ni verla: “Se negaban hasta a hacer trámites conmigo sólo por ser mujer. Puro machismo. Al final se van acostumbrando”.
Las chicas camioneras y Viviana sortearon todas las curvas, baches y acantilados, logrando que de cero se pase a 4 mujeres en la Federación de 45 integrantes. “En el gremio somos minoría, un 5% aproximadamente de 100.000 afiliados. Yo manejo camiones de transporte de autos cero kilómetro, y se va ganando cada vez más espacio. Pocas, pero activas”, dice tocando otra clave femenina de las últimas décadas, que va de la pasividad a la actividad.
Con ese espíritu lanzaron jornadas de salud para mujeres e hijas de camioneros y firmaron un convenio con la Universidad del Salvador para que encuentren salida laboral en los sanatorios del sindicato: “Todo pago. La idea es que la mujer tenga ganas de estudiar y trabajar. Todos los años hay promociones de chicas con salida laboral”.
Sobre el 8 de marzo: “Nosotras paramos. Vemos muchos problemas de violencia de maridos que les pegan a las compañeras. Y además están los problemas concretos del trabajo: una chica que conozco maneja un camión de descarga de mercaderías, con su registro, pero su jefe no la dejaba sólo por ser mujer. Eso tiene una palabra: discriminación, que no queremos permitir. Somos cada vez más y cuando se para lo hacemos sentir: la organización del trabajo no es la misma un día sin compañeras. Las chicas quieren participar. Y entienden que hay una razón: esto hay que cambiarlo”.
Es también una batalla por la autoestima que va emergiendo por todas partes. Tras siglos de ser consideradas una subespecie y/o una raza inferior, las mujeres responden y generan percepciones como la que puede verse en la serie británica The Fall, como un cachetazo a la estupidez masculina de creerse más, con toda la tragedia que eso ha significado en la historia.
En la serie, un barbudo intrigado y resignado pregunta a su interlocutora: “¿Por qué las mujeres son más fuertes emocional y espiritualmente?”.
Ella contesta con naturalidad: “Porque la forma humana básica es femenina. Ser hombre es un defecto de nacimiento”.
La batalla de los sexos
En 2002, cuando el país seguía chamuscado por la crisis de las crisis, producida por políticos, economistas, CEOs y sindicalistas varones, habitantes del reino de las pesadillas reales, se sancionó la Ley 25674 de Cupo Sindical que postula que en gremios con más de un 30% de afiliadas mujeres, los cargos directivos estén también mínimamente compuestos por un 30% femenino. La medida impulsada por la entonces ministra de Trabajo Graciela Camaño fue ignorada en muchos casos, aunque se inició una tendencia: diversos sindicatos aceleraron la creación de secretarías de la Mujer o de Género para poner mujeres y, a veces, comenzaron a incluirlas además en los cargos menos relevantes de sus aparatos directivos. Ejemplos:
Hoy la CGT reunificada tiene un triunvirato masculino y de 37 cargos directivos sólo dos están en manos femeninas: Igualdad de Oportunidades y Género, y Salud.
En el sindicato de Sanidad nacional (compuesto por un 70% de mujeres) hay 4 cargos de 12; en el de Capital, 2 secretarías de 12.
Los sindicatos que forman las dos CTA tienen una tendencia históricamente más abierta a la participación femenina, pero las centrales se clavan en el límite.
En la CTA de los Trabajadores, sobre 44 cargos hay 14 mujeres, y en la Mesa Nacional de la CTA Autónoma, 7 de 22 (y un poster callejero que llama a la unidad de ambas centrales: todos hombres, rodeando a Yasky y Micheli).
Alejandra Angriman es secretaria de igualdad de Oportunidades y Género de la CTA Autónoma, rescata los años de debates: “Hemos aprendido a convivir con distintas posturas, tanto en el sindicalismo como en el feminismo. Y se logró que las centrales sindicales se movilicen juntas. Primera vez en la historia que marchamos unidas por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y que el paro lo acompañan los dirigentes, que no es poca cosa. Se avanzó si se entiende que las centrales sindicales no tienen en cuenta la problemática de la mujer trabajadora. Para nosotras el tema no es sólo lo salarial, sino que se tomen todas nuestras reivindicaciones como parte del conjunto de las reivindicaciones de la clase trabajadora. De lo contrario, quedamos como una minoría, cuando somos el 52% de la población mundial”.
Alejandra no se engaña: “Hemos hecho enormes avances, pero no quiere decir que el Estado y las patronales acepten nuestras demandas. Pero sí es evidente que las mujeres estamos decididas a organizar y no a obedecer. En ese sentido somos imparables. Y requiere saber cómo organizarnos no como una clase, sino como mujeres dentro de una clase. La tendencia a participar es muy fuerte y va a marcar una época porque nuestra cabeza es distinta. Y porque cuestionamos el modelo capitalista pero desde uan perspectiva distinta que la meramente económica: este modelo pone en el centro la acumulación económica, que va en contra de la vida. Nosotras ponemos en el centro del debate directamente la vida”.
¿Qué significa debatir la vida? “Discutir la sociedad de consumo, nuestro lugar en el planeta, el cuidado del medio ambiente, el acceso al agua y a la tierra. Es un tiempo para pensar nuevos colectivos. Y para entender que no sólo porque cambie el modelo de producción capitalista, van a cambiar las relaciones entre los seres humanos: hacía ahí vamos”.
Violencia y pulseras
El tránsito de Silvia Groesman va de haber sido instrumentadora quirúrgica, a fabricar ella misma pulseras y vinchas que vende, con la manta en el suelo, en la zona del Abasto. ¿Cómo se ve el mundo desde la vida de una mantera? “Somos trabajadoras que, si bien fuimos desalojadas del sistema, buscamos integrarnos de alguna manera, aunque sea de manera informal. Era instrumentadora quirúrgica, pero cuando tuve a mis hijas perdí el trabajo. Quise reincorporarme, pero no me daba la edad, o vaya a saber qué. Años dando vueltas, me becaron en el Hospital Italiano, pero seguía sin trabajo. Tardé en caer a la calle, pero una compañera en un curso de joyería me dijo que yo no tenía plata porque no quería. Fue fuerte. Yo creía que el trabajo sólo podía ser formal. Pero hace cinco años que estoy con esto”.
Dato mundial: el 60 por ciento de las mujeres trabajadoras en el planeta (casi 750 millones de mujeres) no se beneficia del derecho legal a la licencia de maternidad. En el caso argentino, las mujeres con empleos formales que no tienen hijos son el 54%, porcentaje que cae a menos del 40% al llegar la maternidad.
Hay otros temas muchas veces inexistentes en las agendas sindicales. Ejemplo: la obligación de las empresas de tener o pagar jardines maternales, promulgada en 1974, que las empresas desconocen y muchas mujeres conocen. O la jornada laboral reducida para permitir la lactancia materna, la igualdad salarial y otros derechos escritos que no se cumplen, como si se tratase de utopías irrealizables. Hasta que las mujeres los hacen cumplir.
Un contexto también silenciado: el gigantesco trabajo doméstico y de crianza gratuito e invalorable, sin el cual las sociedades y las economías actuales serían impensables.
Silvia, la mantera: “Me pone feliz que la gente tenga creatividad para no quedarse en la miseria. Pero hay racismo y discriminación, con las mujeres, con los inmigrantes. Yo viví el desalojo en Caballito, hace dos años. Y desde entonces vi siempre el maltrato. El Estado maltrata con violencia institucional. ¿Cómo llamar al hecho de que no me permitan trabajar?”.
Sobre el paro: “En nuestro caso, una puede protestar trabajando. En mi situación, parar un día a veces implica no comer. Pero que las mujeres nos estemos moviendo es algo que me emociona”.
La gran diferencia
Muchos son los estudios producidos desde los ámbitos académicos para analizar la situación de las mujeres en el ámbito laboral, pero uno ha dedicado ese esfuerzo a radiografiar la situación de las propias academias. Publicado en 2011. Trabajar en la universidad: (des)igualdades de género por transformar fue realizado por Maite Rodigou Nocetti, Paola Blanes, Jacinta Burijovich y Alejandra Domínguez, con prólogo es de la entonces rectora de la Universidad Nacional de Córdoba, Silvia Carolina Scotto. Su impacto fue concreto.
La investigación se basó en una encuesta entre 711 docentes. 48,1% eran varones y 51,9% mujeres. Los temas: todos. Cargos, salarios, nombramientos, posiciones, pero también violencia, acosos y hasta quién se quedaba a cargo de los hijos mientras daban clases en la universidad. La postal que trazó el estudio fue contundente y en las recomendaciones quedó en claro que no había otra forma de cambiar drásticamente la discriminación sufrida por las profesoras mujeres sin una decidida política emanada desde el Consejo Superior. Es decir, desde arriba. La tradicional premisa feminista de que el brazo del poder tiene que ser más largo para alcanzar a aquellas que menos oportunidades de llegar tienen, se hizo realidad. Hoy en el gobierno de la Universidad Nacional de Córdoba hay tantas rectoras como rectores. Ellas ocupan además 9 de 11 vicerrectorías. En total, en 17 cargos del gobierno de esa universidad están sentadas mujeres y en 11, hombres.
Para comprender lo que esas cifras representan, estas son algunas universidades nacionales que pueden servir de referencia:
Universidad de Buenos Aires: En el Consejo Superior, 37 cargos son ocupados por hombres y 10 por mujeres. En el claustro de Graduados, 8 varones y 2 mujeres. En el de Profesores y el de Estudiantes la cifra es la misma: 9 y 1. Dato: el 60,9% del estudiantado son mujeres.
Universidad Nacional de Rosario: La proporción es de 17 hombres en el gobierno académico y 9 mujeres. En los principales puestos –rectorado, vicerrectorado, secretariado general, dirección administrativa y secretaría académica- no hay mujeres.
Universidad Nacional de San Martín: 32 hombres y 13 mujeres en el gobierno universitario. En los primeros 6 cargos de mayor jerarquía solo hay una mujer.
De mi abuela a mi hija
Mónica Ingravidi es secretaria de Género de FOETRA (sindicato telefónico). “A veces hago un ejercicio. Cierro los ojos y veo a mi abuela tejiendo y dándole de comer a las gallinas. A mi madre ama de casa que quedó viuda joven y la tuvo que salir a pelear. Me veo como jefa de hogar, militando por mis derechos. Y veo a mi hija que dice que no quiere casarse ni tener hijos, sino viajar y estudiar. La pucha: un largo camino, y cada vez más fortalecidas diciendo basta de violencia en el hogar, institucional, obstétrica y todas las violencias naturalizadas. Ganar la calle es hacer ver todo lo que nos molesta, cada vez más”.
Mónica explica que el principal problema en el gremio no pasa por la brecha salarial sino por acceder a los lugares de decisión. “Nos cuesta más ocupar esos lugares, sobre todo a los sectores técnicos. Eso es por más de 2000 años de patriarcado en las espaldas. Por eso es muy raro ver a una mujer en una secretaría general o gremial. Por eso el cupo es importante. Una vez en un Encuentro de Mujeres algunas compañeras pedían que no haya cupo. Yo les decía: ‘si no ponemos el cupo del 30%, no existimos’”.
El efecto en la práctica: “Pudimos demostrar que no estamos en el sindicato sólo para discutir salarios sino para plantear un debate social. No sólo alrededor del trabajo sino también cuestiones como todas las discriminaciones que sufrimos, y terminar con la violencia machista”.
Sonia Alesso es un caso raro: secretaria general, de CTERA. “Es un marzo en el que la lucha de las mujeres resulta protagonista, con nuestras medidas de fuerza como docentes, la adhesión a la marcha por el trabajo y el paro internacional de mujeres. No se trata sólo de defensa del salario y de inclusión educativa, sino de plantear políticas concretas contra el patriarcado. Es una larga lucha en la Argentina, y también un signo de época: las grandes movilizaciones en Polonia, Hungría y Estados Unidos contra Trump son un ejemplo. Es un momento histórico especial, donde se ven grandes luchas de mujeres en todo el mundo, con una tradición de pelear por conquistas que van más allá de sus particularidades y diferencias. Eso es nuevo”.
Constitución & poder
Un texto de no ficción llamado Constitución Nacional Argentina incluye en su artículo 14 bis que “el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador” entre otros derechos “igual remuneración por igual tarea”.
El escrito habla del “trabajador”, aunque se supone que en eso engloba también a las trabajadoras, lo que significa que la Constitución no se cumple en varias de sus aspiraciones, incluyendo la de igualdad salarial. Hablar de plata suele ser hablar de poder, pero la igualdad es además una ficción que se observa en lo referido a la toma de decisiones institucionales.
El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género en 2011 publicó Sexo y poder ¿Quién manda en la Argentina? Se investigaron 13.627 cargos privados y públicos de máxima autoridad en 4.281 instituciones.
Panorama:
Las mujeres representan el 54% de los cargos en el Poder Judicial, pero sólo el 15% ocupa puestos de relevancia.
En los sindicatos sólo el 5% de las cúpulas dirigenciales son ocupadas por mujeres.
En el ámbito académico y científico, el 21% de los puestos de decisión recae en mujeres, contra la tendencia creciente a la participación de mujeres en esos ámbitos. Ejemplo: son casi 6.000 las becarias del Conicet contra casi 4.000 varones. Algo parecido se verifica en las becas posdoctorales. La Argentina además es de los países más avanzados del mundo con respecto a la participación femenina en la carrera de investigador: 52%.
El sector privado científico se define solo: son varones el 71 % de los contratados en ese ámbito que da más dinero y presuntamente poder.
En los medios de comunicación las mujeres llegan al 7,5% de los cargos directivos.
La participación en entidades empresarias y compañías se reduce al 6% en comisiones y 3% en cargos directivos. En las cámaras empresarias, 7 y 3%.
El 38% de las empresas argentinas no tienen ejecutivas mujeres. Cuanto mayor la empresa, menor la participación femenina.
En la conducción de la Academia Nacional de Medicina ganan los varones 6 a 1. En la de Historia, 5 a 2 y siempre en cargos menores.
En la Academia Nacional de Periodismo de 7 directivos la única mujer es vicepresidente 2º (Magdalena Ruiz Guiñazú).
Secretarias o protagonistas
María Galante, del Consejo Directivo de ATE calcula que las brechas salariales entre hombres y mujeres en el Estado rondan del 16 al 20%. “Ese no es nuestro único debate con los compañeros, sino también el de la violencia machista, porque como organización no escapamos a la violencia que se genera entre hombres y mujeres, y propiciamos que se pueda debatir el problema. Creo que ese es el punto a entender: el capitalismo no atraviesa a todos, pero en forma particular a las mujeres. Lo real es que cada vez más se ve a las mujeres defendiendo sus derechos y peleando por los que faltan”.
Nancy Ruiz integra la Comisión Gremial Interna del Banco Nación: “Mi sensación con el primer paro en octubre del año pasado fue de sorpresa por la participación. Me quedó la sensación de la corporeidad. Tus compañeras juntas, trabajadoras de tu gremio (La Bancaria), que es un gremio difícil, de clase media, relacionado con el sistema financiero como expresión máxima del sistema capitalista y machista. Ves eso en la calle, tomándonos de la mano y realmente ves que los cuerpos están haciendo un movimiento de cambio”.
La Asociación Argentina de Aeronavegantes tiene 4 mujeres de 11 integrantes de su Comisión Directiva: “El 70% de gremio son mujeres” informan Natalia Fontana, Mariana Figueira y Natalia Alejandro, que además están en la Comisión de Género. “Los sindicatos son en realidad ámbitos muy masculinos y masculinizantes. Muchas mujeres tienen que asemejarse al varón para lograr respeto y que la oigan. En general quedan relegadas, más en los lugares de decisión. Los hombres prefieren en estos casos a mujeres que se secretarizan, que les hacen el trabajo de ordenar lo que precisan. Esas son relaciones que hay que modificar para democratizar las conducciones sindicales”.
Conducción
Carina Nicoletta es maquinista de la Línea A y secretaria de Género de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro, más conocida como Metrodelegados. “Ahora hay compañeras en tráfico, guardas, conductoras, pero para llegar a ese proceso hubo que llevar adelante un plan de lucha”. En total hay 782 mujeres en el sindicato (el 20 por ciento del total de los trabajadores) y 257 ocupan tareas de tráfico.
Nicoletta cuenta que la primera conductora llegó en 2003 a la Línea B. Desde hace un año ella conduce el ramal que une Plaza de Mayo y San Pedrito. “Las trabajadoras sólo estábamos en los sectores comerciales y teníamos la menor remuneración. Se abrían concursos y no nos permitían participar: ni nos daban la posibilidad de hacer una evaluación. Empezamos a poner en discusión esto en nosotras mismas porque también estamos atravesadas por esa cultura: era difícil que nos imagináramos ejerciendo ese trabajo. Se logró”.
La organización de las trabajadoras se dio en sincronía con la conformación del sindicato en plena década del 90. “Se conformó una Comisión de Mujeres, después armamos la Secretaría de Género. Los sindicatos son espacios atravesados por una cultura patriarcal y machista, comenzamos a discutir cómo relacionarnos. Y, además, discutir cómo utilizamos esas herramientas para construir relaciones más igualitarias: en paritarias incluimos la posibilidad de 10 días de licencia por violencia machista. También universalizamos la licencia por cuidado de hijos enfermos para que no sea sólo la mujer quien pueda hacer uso de ella”.
Hacer algo diferente
Las mujeres aeronavegantes señalan algo importante sobre el paro de mujeres: “No vemos a la mujer sólo en su relación laboral, sino también el despliegue de todo lo ligado a reproducir la vida. Muchos sindicatos y centrales no ven eso: toman el paro sólo en el sentido gremial. Nosotras hablamos de derechos, pero pensando también en un abanico de mujeres que no están en organizaciones: esas son la gran mayoría”.
Creen que hay algo que se está rompiendo. Natalia: “Es como el fin de algo que ya se vislumbra. No sabemos si lo vamos a ver nosotras o nuestras hijas o nietas, pero se nota que las estructuras patriarcales están oxidadas, y se van a caer en algún momento. Es una pelea que está también en lo micro: los modos de control y autocontrol, el qué dirán, el cómo me ven. Cada vez importa menos. Somos nosotras mismas las que estamos cambiando. Eso genera reacciones, pero también que nos acompañemos todas desde la fuerza. En este momento los individualismos y los egos van de la mano del patriarcado. Las mujeres podemos hacer algo diferente para no repetirlo. Y si lo logramos, eso es revolucionario”.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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