Nota
Blusera: Sol Bassa, guitarrista en cantante:
Es una de las mejores guitarristas actuales y sus letras cuentan historias y hablan de la época. De acompañante al propio proyecto, de guitarrista a letrista, cómo lograr un estilo, componer, conmover y editar discos. FRANCO CIANCAGLINI
Una joven de 28 años y rulos dorados se ríe arriba del escenario, toca un riff furioso en la guitarra al frente de una banda de blues rock, mira al público desafiante, y canta: “No elegí mi nombre/ Elegí tocar blues/ No elegí mi suerte / Elegí tocar blues”.
La canción se llama La caja de la esencia y es una suerte de declaración de principios de esta joven llamada –no por elección- Sol Bassa, que compone canciones de blues rock –por elección-, es una de las mejores guitarristas actuales y está al frente de una banda que grabó dos discos en un año y medio y va por el tercero.
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El salto
Sol consiguió su primera guitarra en 2003, en una casa de compra-venta de cosas usadas típica de esos años de crisis. Tenía 15 años y estaba entusiasmada con un curso de iniciación de guitarra en el Centro Cultural Rojas. “En mi casa nadie tocaba blues”, dice por el sentido de la canción, “pero mi hermano Simón escuchaba Pappo”, aclara, y suma la influencia de Los Beatles y la nunca ponderada radio sonando todo el día. “Me acuerdo que Blackbird me partió la cabeza, esos arpegios, y Pappo me llamaba la atención. Decía: “uy, yo también quiero hacer esto”, pero no lo veía… Era una investigación de la guitarra que no era tan usual en ese momento, menos para una mujer. ¿Qué onda, son todos chabones? Me encantaba la idea de tocar la guitarra y que no fueran solo acordes”.
Después del taller en el Rojas, Sol no paró: los años siguientes estudió guitarra con Botafogo y empezó a ir a las jams de blues de Ciro Fogliata en zona sur. De a poco el sonido que le sacaba a las seis cuerdas le empezó a abrir caminos y la llevó a tocar en distintas bandas en rol de acompañante. De esos años cuenta que nació la comparación inevitable: “Me lo citaban mucho a Pappo, pero no sé si por cómo toco, quizá hasta por algo de actitud, de pararse en un escenario, de llevar a la guitarra en un plan súper protagonista: eso tenemos en común”.
De guitarrista acompañante a un proyecto con su nombre a la cabeza, Sol pegó el salto con su primer álbum, Dedos Negros, compuesto casi en su totalidad por temas instrumentales en los que desarrolla su virtuosismo como guitarrista. Nominado a “Mejor disco Nuevo Artista de Rock” en los Premios Gardel 2017, ya era vox populi en el ambiente blusero que a Sol le auguraba un futuro promisorio.
Pero como el futuro está en el presente, Sol incluyó en aquel primer disco, sobre el final, la canción Pampa del sur, en la que ya se animaba a cantar algunas estrofas. La canción también está incluida en Calles de tierra, su segundo y -hasta ahora- último disco, en el que Sol saca su voz sin timidez y, a través de ella, una escritura tan original como sus melodías.

Foto: Lina Etchesuri
Amuletos y misterios
Calles de tierra arranca con la canción El Mojo, una palabra del ambiente blusero que admite distintos significados que hablan de la magia, el poder y el carisma. Sol lo define como “un amuleto que llevás en tu valija y te da suerte, buena energía”. Además de mojo, Sol tiene una mezcla de oficio y talento que logran combinar una identidad muy propia a la hora de abordar el blues. “Estoy yendo primero por la letra”, dice sobre su método de composición en esta nueva etapa. “Y después quizá la mezclo con alguna cadencia, algún conjunto de acordes que también vengo ensayando. Con el texto medio armado, mezclo los acordes que voy pensando… y está funcionando”.
Su voz se corre de los cánones bluseros y sigue la letra pegada a su guitarra, de la que nunca se suelta, y cuando detiene el canto se dedica a hacer largos y melódicos solos y riffs. Nunca se cuelga más de lo necesario para volver a la canción, su nueva guía espiritual.
¿De dónde te inspirás?
Voy por la calle y observo… siempre tengo una libreta. Cuadernos: eso me encanta. El otro día me dijeron “gracias por tu compromiso social” y me quedé flasheada: no me doy cuenta de eso. Pero hay otra parte que se ve en el cotidiano, cuando te tomás el bondi, cuando caminás la calle, que te re afecta. Es inevitable abordar algo por más que no lo hagas desde el discurso. Siento que esta época me está re influenciendo inconscientemente; quizá hace unos años no estaba a mi alrededor: era tocar la guitarra, la música. Ahora de repente hay algo que me está haciendo ruido.
Tenés varios temas contra la policía: el comisario, el vigilante, la patrulla. “Lo único que cuida la policía/ Es al patrullero/ Y a la comisaría”, cantás en una canción del próximo disco.
Eso también me llama la atención: le estoy apuntando a un lugar al que jamás pensé que lo iba a hacer. Estoy en contra de esa institución, claro, pero no es que me lo propuse. ¡Es algo corriente! ¡Si la patrulla lo único que cuida es al comisario y a la comisaría! Los temas nuevos tienen mucho esta temática pero no de un lado tipo Las manos de Filippi…
Otro es El misterio de Negrita, que dice: “El misterio de negrita quedó plasmado en el tejado. El vigilante de la esquina cometió un asesinato”.
Tampoco es nada nuevo: es la impunidad que hay en el día a día, de los casos que quedan totalmente guardados, que quise reflejar en un tema. Cuando escribí El Misterio de Negrita estaba leyendo mucho Mariana Enriquez y un amigo me hizo conocer a Nan Goldin, una fotógrafa estadounidense, y me dijo una frase: “Deja viva la persona en la foto”. Y me re flasheó esa imagen. Era la época de lo de Santiago Maldonado… fueron un montón de disparadores para esa canción.
¿Qué vive en ese tema?
Cuando digo “queda viva en las fotos, queda viva en el barrio”, ¿viste cuando vas a una marcha de un asesinato de la policía y ves a la persona en la foto todo el tiempo? A Santiago Maldonado lo veías en todos lados: está ahí. Luciano Arruga, esos casos que siguen pasando, Bulacio… los tapan y florecen por todas partes.
Pistas para hacer discos
Su actual guitarra es una Fender que data del 78 y fue intercambiada con Dani Cornejo, el violero que grabó Calles de tierra antes de emigrar hacia Europa. En su casa en Coghlan, barrio que la vio nacer y quiere mucho, acompañan a esta antigua y vigente guitarra otras tres eléctricas y dos criollas. Una de ellas, negra, lleva estampada una firma en fibrón blanco que Sol logró en una desesperada visita a un hotel donde se alojaba un hombre que algo sabe del blues: “BB King”.
¿En que momento decís acá “hay un disco”?
Cuando siento que todas las canciones tienen una identidad propia. Hoy en día lo nuevo y más importante para mí tiene que ser la letra.
¿Y cómo se hace un disco?
Grabando. ¿En qué sentido me preguntás?
¿Qué recursos necesitás?
A mí me pasó que en el segundo disco el dueño del estuadio – Ariel Feder- nos quería grabar. Lo pude editar porque hubo un montón de gente que se puso al hombro el disco. También hice cursos de producción sobre cómo editar: paso muchas horas en esa parte del proyecto, no es solo tocar la guitarra. Ahora, por suerte, hay más acceso que antes y es muy motivador encontrarte con gente que está en la misma…
¿Por ejemplo?
El año pasado Andrea Álvarez – baterista, compositora, ex percusionista de Soda Stéreo- me invitó a un show de ella a tocar. Vi cómo producía la fecha ella misma, tenía una banda y por otro lado un equipo: aprendí.
Ahora se viene Pieza inundada, tu tercer disco. ¿Por qué seguir apostando al físico en la era digital?
Nuestro público compra discos: no nos vienen a ver chicos de 17 años, es otra generación. El CD físico nos abrió puertas: se lo das a un periodista, es otra cosa. Pero en dos años de diferencia vi cómo había cambiado todo hacia lo digital. Hay que seguir estudiando.
¿Se nota el crecimiento en vivo?
No somos una banda muy convocante, pero siento que estamos cada vez más insertados. Y te digo: prefiero eso.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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