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Qué es el humor
Pedro Saborido, guionista y coso. Existen varios próceres en la TV argentina del siglo XX. Pero en el siglo XXI la historia de la TV y el futuro la está escribiendo un tal Peter Capusotto. Capusotto es Diego. Y Peter es nuestro invitado de hoy. Escritor, guionista, crítico, actor, productor, nuestro peronólogo de cabecera y sobre todo alguien que inventó un oficio: ser Pedro Saborido.
¿Peronista se nace o se hace?
Me parece que el peronismo en sí implica tener a las dos vertientes: a los nacidos y criados en el peronismo y a aquellos que vienen de afuera por su carácter gregario y frentista. Es decir, el peronismo en sí implica que haya muchísimos peronismos y es peronismo en el momento en que está unido: esa es la mejor versión, cuando es frentista y amplio. Entonces podés tener a Ofelia Fernández y a Hugo Moyano, y juntos ganar, que es precisamente el objetivo del peronismo. Y después ver cómo se mantiene eso. Después están los índices de peronicidad. El tipo de La Matanza te lo vende así: la Barcelona del peronismo es La Matanza. Y si te pela el conurbano profundo, fuiste.
¿Y en Recoleta?
Son difíciles esos lugares. Hace poco estuve en Córdoba, y ahí te encontrás otro peronismo. Cada peronismo va teniendo sus características porque básicamente es muy orgánico. Y no me refiero a que está organizado, sino que lo siento como una entidad vida, como un ser humano, que tiene lados luminosos y lados oscuros. No como un dogma cuadrado que es esto y si no entra acá, no es peronismo. El lado oscuro a veces se despliega, que no niega o se contrapone a otros lados del peronismo. Aparte, todo el resto de las fuerzas lo que hacen es disimular esos lados oscuros. ¿El radicalismo es Alfonsín o Gerardo Morales? ¿El liberalismo es la apertura de leyes o los bombardeos de Estados Unidos? El peronismo las muestra abiertamente: del otro lado siempre hay una definición de “somos democráticos”, “somos republicanos”, y que deja al peronismo sin definirse. Y todo el tiempo alguien dice: “Tenés que elegir entre la democracia y el peronismo”. Entonces el peronista queda como desubicado. Fijate que a lo primero que se tiene que enfrentar el peronismo es a la Unión Democrática. Como si el peronismo fuera un país paralelo que cada tanto se superpone a la Argentina. Que va y vuelve. Como si fuera una anomalía.
¿Qué pensás de esta frase de Soriano que después retoma Favio: “Yo nunca me metí en política: siempre fui peronista”?
Parece que era de Gatica. No está claro el origen. Me gusta verla en Gatica. Por un lado, se supone que era una manera de ver pícaramente a alguien, y la otra era mostrar desde un lado más racional o gorila, “mirá qué descerebrado son estos tipos”, que es como la negación de la política. Y yo prefiero verla como una generosa manera que pudo haber tenido en su momento el peronismo, que era darle entidad a aquel que no se quería meter en política. Es decir: el peronismo como un artefacto político más importante que la política. Está la política, y el peronismo tiene como un sobretecho que dice: “¿No te importa la política? No importa: también hay lugar para vos”. Ahora creo que, precisamente, cuando la política es lo mal visto, cuando está demonizada, los que hacen política son los peronistas. O kirchneristas, básicamente. Y los que quieren hacer otra cosa, la no-política, la negación supuesta de todo lo que implica la palabra, ese porcentaje de poder que va y viene, que cambia cada cuatro años, pero a mí me gusta pensar eso como alguien que también se ocupa de un montón de gente a la que no le interesa la política. O no le interesa por lo menos por ahora, porque no encontró alguien que hable en sus términos, no se sienta representada y se siente defraudada.
Inquietudes peronistas
¿Sos peronista nacido y criado?
No. Yo repito la historia de mi abuelo y de mi papá. Mi abuelo y mi papá eran socialistas, que se hacen peronistas. Los socialistas se van muchos con Ghioldi y se hacen antiperonistas y otros se hacen peronistas, o siguen a Perón. Como los radicales. ¿De qué está hecho el peronismo? El primer peronismo está hecho por un montón de gente que no era peronista. Incluso Perón tampoco lo era. Radicales, socialistas, conservadores, populares, gente sin representación política hasta ese momento, laboristas. Y ahí se hicieron peronistas, pero hay algo de socialistas que les quedó. Como cuando venís re peruca y de repente aparece un Binner y dice: “Bueno, hasta acá”. Una especie de peronismo con baranda. Como que vamos al pogo, pero de costado. Mi viejo tenía esas cosas: “Yo iba a escuchar a Perón”, decía, cuando iba a los actos. ¿Entonces quién es peronista? ¿Cafiero? Bueno, es un estilo. También está Herminio Iglesias, Vaca Narvaja, De La Sota. Y esta cosa que hace que uno totaliza por un pequeño problema estadístico por el cual si hay un 2% más de tipos, dicen: “Entre Ríos es de Cambiemos”. ¿Por un 2% más? Hay una tensión que no estamos acostumbrados a ver. Y el peronismo es una tensión. ¿Cristina o Alberto? ¿O Massa? ¿O Reutemann? ¿Cuál es? Son todos. Y en esa danza que puede haber constantemente, está el peronismo, que a veces va para un lado, y a veces para otro. En el libro pongo la imagen de un camión: cuando dobla a la izquierda, los de la derecha se caen. Duhalde, todos. Después, dobla a la derecha y los de la izquierda quedan afuera. Es esa tensión. Y el peronismo se hace en base a lo que quieran la mayor cantidad de peronistas, que lo llevan de un lado o para el otro. Por eso, no es que se puede ser peronista re cómodo. Eso es más trotskista. De hecho el peronismo sobrevivió a la muerte de Perón. Hizo una organización y hoy el peronismo lleva más años sin Perón que con Perón. Te dejé un quilombo.
¿Viste que en Argentina se dice que hay sólo dos identidades políticas: peronistas y antiperonistas?
Sí, quizás haya algo ahí que tiene el color del peronismo y antes tenía otro color y no sabemos bien cuáles son los antecedentes. Ya Jesús era medio peronista: el tipo juntando a los peones, los pescadores. No quiero decir que el peronismo es anterior a Cristo, pero se vuelve a repetir esta tensión entre dos cosas: civilización o barbarie, o civilización y barbarie. Lo no inclusivo contra lo inclusivo. Tenés “con todos” o es “sin ustedes”. Ahí me parece que están esas dos identidades. ¿Vamos a hacer Argentina en base a lo que hay acá o vamos a tratar de copiar a Europa y no nos sale? Sobre todo en el conurbano tiene una potencia muy grande, porque tiene todos los paisajes humanos: podés encontrar un paisaje de Europa y podés encontrar la Latinoamérica más virgen. Esas dos identidades, en el medio están aquella que simplemente no son peronistas, de hecho una gran parte del radicalismo que no es antiperonista. Las izquierdas. Pero se encuentran en la disyuntiva. Y en esta última etapa el peronismo juntó por izquierda. No hay progresismo casi en Argentina: está dentro del peronismo. Está ahí.
Olor a porro
¿Cómo convive tu lado más hippie y rockero con el peronismo?
Yo sigo siendo hippie antes que peronista. El peronismo es más una elección posterior. De hecho, soy medio comunista, medio cristiano, un montón de cosas que coinciden en muchas cosas con el peronismo. Pero hay momento que el peronismo absorbe también esa identidad. Puede ponerse como defensor de lo argentino, lo nacional y popular, y también absorbe el rock. El hippismo es un lugar cómodo dentro del capitalismo: “Bueno, que limpie otro”. “Voy a Villa Gesell pero al camping”. “No pienso trabajar tanto”. Se define como lo anti: “Si se bañan todos los días, yo no”. Es como lo punk: voy a hacer lo que no querés que sea. El rock y peronismo se parecen en esa cosa de ser antisistema y mostrarse todo el tiempo como lo que no es. Parte del goce peronista consiste en molestar. Y el rock también: tocar fuerte, ser despreciado, tener olor a pachuli o porro. En esa diferencia el rock y peronismo tocan ese lugar de no soy lo establecido: soy lo incorrecto.
¿Y cómo convive eso en la política?
No termina nunca de ser el poder, sino el poder político. A las empresas le van bien con el peronismo, pero siguen insistiendo con otra cosa: se hacen mierda. Porque lo que empieza a traer el peronismo siempre es esta inclusión donde hay que compartir, donde se rompe la diferencia. Lo que decía Patrón Costas: lo que más molestaba del peronismo era que un obrero lo mirara a los ojos. Ahí se rompió algo. La casta. Y donde el empresario, ante la cuestión de tener que compartir, prefiere achicarse. Pero en un momento hay una cuestión de clase, que las cosas estén diferenciadas. ¿Y por qué ese miedo a mezclarse? Porque es el miedo a perder. El odio es una herramienta para poder seguir diferenciándome y que no termine de quitarme lo que tengo. Ese es el problema en algún momento del peronismo, de decir: a dónde va. A un lugar donde va a ser distinto. “Boludo, me llenaste de obreros la plaza: estábamos bien”. Estaba la Bristol, una playa pensada al modelo inglés y de repente se empieza a llenar de tanitos y laburantes. Ahí aparece ese miedo a dejar de ser. Por eso también es el miedo al pañuelo verde, a la marcha del orgullo. ¿Qué mundo me van a dejar?
Chorros y pelmazos
¿Te imaginás algún momento haciendo política? ¿Ocupar algún cargo?
Me gusta la comunicación política. Todos estos años me apareció algo distinto: sí me interesa hacer política pero no desde un lugar que termine siendo “el cargo”. Está bárbaro, hay gente que lo va a hacer muy bien, pero hay que sentarse en un sillón, firmar, tener responsabilidades, tener discusiones. Cada tanto hay un pelmazo y un chorro pero es una responsabilidad grande. En eso soy más hippie. Hay que volver a creer en la política como una opción frente a algo que es la entrega de la participación. Una falsa libertad donde con Netflix y tomando cerveza artesanal creés que medianamente está todo resuelto, y que no deja de ser una eterna ansiedad en términos de consumo. Y creer que, porque te indignás, sos. Te indignás porque sos impotente, porque no te queda otra que indignarte. Si no, te ponés a hacer algo.
El humor que hacen es político.
Cuando yo me pongo a escribir, con Diego o con el libro, no estoy pensando hacer política. Primero, quiero hacer reír. Vendrá después, por añadidura de quien soy. No es que digo “ahora voy a hacer un sketch para tal cosa”. Primero tiene que ser gracioso. Y luego resulta que también. Lo único es que no haría un chiste que por hacer reír vaya en contra de lo que pienso. El límite del humor es el otro.
¿Qué es la política?
La política es la forma más elegante de no matarse, aunque a veces se implicaba que por política se mataban. Entonces ahí no era política. La emoción, la identidad y ese tipo de reacciones no racionales son prepolítica siempre. La política es, precisamente, el vamos a ver cómo convivimos. Y vaya si lo vamos a tener que hacer. Ahora dicen: ´¡Son el 40%!´. Bueno, el tema es cómo nos ponemos de acuerdo que odiamos cosas distintas y vamos a tener que convivir. Porque la fantasía siempre es que el otro no exista. El ´No vuelven más´. Y esto del 40%, en esa cosa post elecciones 2019 es: guarda, existen, pueden hacer actos multitudinarios. Son. Y ahí están.
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