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La ciudad rota: el femicidio de Daiana Abregú

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La joven de 26 años apareció muerta en la celda de la comisaría de Laprida, provincia de Buenos Aires, tras ser demorada por una contravención. Desde entonces, la policía sostiene que se suicidó con su propia campera, pero la justicia comprobó diferentes falacias en ese relato que llevaron a la detención de cinco efectivos bonaerenses. La investigación para determinar qué pasó con Daiana aún continúa, mientras la familia busca verdad y justicia. Por Facundo Lo Duca.

La ciudad rota: el femicidio de Daiana Abregú
La foto de Daiana en la plaza principal. Foto: Mauro Arias
La ciudad rota: el femicidio de Daiana Abregú

Antes del 5 de junio, cuando Daiana apareció muerta en la celda de la comisaría comunal, Laprida era la postal de un tradicional pueblo de la pampa bonaerense. Ubicado a 450 km de Capital Federal, con doce mil habitantes, extensos campos y seis obras del histórico arquitecto Francisco Salamone, la ciudad pasaba sus días en el letargo de la rutina. Sin embargo, desde ese 5 de junio -día en que casualmente la localidad celebra el nacimiento de Salamone- todo cambió. 

Lo que está en juego

Las fotos con las caras y nombres de policías aparecieron por toda la plaza principal de Laprida. Laura y Roberto, los padres de Daiana Abregú, acababan de recibir la noticia: cinco efectivos bonaerenses habían sido detenidos. Entonces, no dudaron. Las imágenes de los rostros de los oficiales irían con sus nombres completos. “Para que nadie se haga el distraído de quiénes son”, le dijo Roberto a su esposa. En un pueblo donde todos se conocen, la familia de la víctima levantó su propio altar de la verdad.

“Todo el tiempo Laprida está hablando de mi hija y eso me pone mal”, dice Laura Abregú. Es una tarde a mediados de agosto. Pasaron más de dos meses desde aquel 5 de junio, cuando su hija fue detenida por disturbios en las calles del pueblo bonaerense durante la mañana y, horas más tarde, fue hallada muerta en su celda por personal de la comisaría. Desde entonces, la policía instaló la versión de que la joven se suicidó, tras ahorcarse en la celda con su propia campera. Sin embargo, la misma fue desmentida por la Justicia luego de demostrar inconsistencias en el relato oficial de las fuerzas de seguridad. Los resultados de las dos autopsias que se hicieron del cuerpo de Daiana, junto a la investigación del fiscal Ignacio Calonje, arrojaron pruebas que llevaron a la detención de cinco efectivos. A fines de julio, Vanesa Núñez, Pamela Di Bien, Leandro Fhur, Juliana Zelaya y Adrián Núñez fueron encarcelados e imputados por homicidio. El lunes 22 de agosto, los 5 fueron finalmente liberados.

Las detenciones de los policías activaron la defensa de los diferentes abogados que los representan. Todos sostienen lo mismo: Daiana se quitó la vida. De hecho, uno de los defensores mostró recientemente en televisión una supuesta prueba que fue desmentida por la familia. En las paredes de la celda, dijo uno de los abogados, Daiana habría dejado un mensaje para su hijo: “Tobi, te amo mucho”. El letrado mostró imágenes de la frase en las paredes descascaradas de la celda y dio a entender que sería una nota de “despedida”, encontrada después del hecho. Lo que no mencionó es que los padres tenían un registro fílmico propio de toda la comisaría realizado un día después de la muerte de su hija. Allí, demostraron, no hay ningún mensaje.

La ciudad rota: el femicidio de Daiana Abregú
Al principio las movilizaciones en Laprida fueron masivas. A medida que se fue descubriendo la complicidad policial, nació la grieta.

“Ya no saben qué inventar”, dice Roberto. “Quieren instalar que mi hija se suicidó, cuando no hay pruebas de eso. Ella se iba a vivir con su hijo a La Plata, ya tenía todo preparado. Estamos convencidos de que la mataron”. 

La detención de los policías, cuenta Laura, fue un punto de inflexión en Laprida. Ahora, dice, ve un pueblo “dividido”. “Todos los vecinos me dicen que me apoyan, me dan ánimos, pero cuando hacemos las marchas por mi hija, yo no los veo”, detalla la madre. “Algunos nos miran con mala cara. Como si tuviéramos la culpa de algo”. Roberto adhiere al cambio que generó el caso en la ciudad. “A muchos les cuesta entender que acá hay policías y dirigentes corruptos”, señala. “Eso hace que uno tome partido por lo que más le convenga, pero se olvidan de que es la Justicia la que va a definir todo”.

Ana Fernández, joven vecina de la ciudad, confirma la grieta en ambos sentidos: lo que divide y lo que el femicidio de Daiana logró develar: “Hoy Laprida está apagada. No tiene la misma energía. La grieta que se abrió es notoria. De un lado, los que defienden a la familia y del otro a la policía. Al lugar que vayas se habla del tema. A mí me pasa que algunos ya ni me saludan como antes. La gente perdió la confianza en la policía. No saben con qué cara mirarlos”.

La ciudad rota: el femicidio de Daiana Abregú
La comisaría custodiada frente al reclamo vecinal.

Lo que falta

Luego de que el fiscal Ignacio Calonje ordenara a fines de julio la detención de los cinco policías implicados, comenzaron sus indagatorias. Antes de que los oficiales declararan ante el fiscal qué vieron e hicieron la jornada en que Daiana apareció muerta, Lavaca publicó un reportaje exclusivo junto a los medios Revista Cítrica y Perycia en donde reveló detalles de cómo opera la policía en el pueblo. Los testimonios y situaciones reveladas en esa crónica fueron luego confirmadas por los policías en sus declaraciones judiciales ante Calonje. 

Entre las cuestiones que describieron finalmente los imputados, se encuentra la alteración de los libros de la guardia imaginaria. Es decir, que los oficiales mentían sobre las inspecciones al calabozo que debían realizar cuando había un detenido. Mintieron con Daiana y, tras hablar con dos expolicías de esa comisaría, confirmaron que así se “hacía siempre”. Otro detalle que fue primicia de esa investigación fue la aparición del nombre de Karina Couchez, ahora exsegunda jefa de la estación. Los detenidos la ubicaron ese día dentro de la comisaría.

Al cierre de esta nota, aún resta por saber la decisión que tomará la Unidad Criminalística de Alta Complejidad (UCAC) de la Policía Federal, quien analizará los resultados de las dos autopsias y dará un veredicto final. En representación de la familia, la perito de parte será Virgina Creimer, una médica forense con basta experiencia en casos de crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad y delitos de lesa humanidad. 

Al altar de la verdad que la familia erigió en la plaza principal, todavía le falta una última imagen: la condena firme a los culpables.

El próximo 16 de septiembre, Laprida cumplirá años 127 años desde su fundación. 

La Municipalidad realizará una gran fiesta para celebrar su conmemoración con todos los vecinos. 

Roberto dice que él también va festejar, pero a su modo: “Ese día voy a empapelar la ciudad con la cara de los culpables que me quitaron a mi hija”.

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

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Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez

Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.

Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.

En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.

Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.

A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.

En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?

Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.

Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.

Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.

La pregunta es: ¿por qué?

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