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Las compañeras

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Minifaldas, militancias y revoluciones. Un libro en el cual diferentes autoras revisitan los 70 para descubrir a las mujeres militantes como protagonistas de cambios que continuaron a pesar de la represión.

“¿No te das cuenta de que ustedes son las culpables de que nosotros no nos queramos ir a nuestras casas? (…) Con ustedes se puede hablar de cine, teatro, de cualquier tema, de política, saben criar hijos, tocar guitarra, agarrar una arma. Saben hacer todo. Ustedes son las mujeres que nosotros creíamos que sólo existían en las novelas o en las películas”, fue la confesión que le hizo el torturador conocido como Tigre Acosta a Munú Actis (sobreviviente de la esma).
De esto se trata esta nota. De mujeres que alguna vez se pusieron polleras cortas, cambiaron pañales, cargaron un fusil e intentaron cambiar el mundo.
Andrea Andújar es historiadora, docente, investigadora e integrante del colectivo Mujer, Política y Diversidad en los 70 y una de las cinco compiladoras y de las once autoras que dan forma al libro De minifaldas, militancias y revoluciones, que acaba de salir a la luz bajo Ediciones Luxemburg. Sentada sobre una silla de una habitación pequeña que hace las veces de biblioteca y lugar de trabajo, Andrea me cuenta –mate en mano– que, para ella, ser historiadora está relacionado con el placer de bucear en el pasado y con saberse una ser humana política. Pero también tiene que ver con descentrar la mirada para poder pensar la cotidianidad de mujeres que tomaron parte en la lucha política-armada y se decontruyeron en aquel mundo de los 70 donde hubo sueños rupturistas, conflictivos, contradictorios y una decisión política de modificar el orden de las cosas.
A Andrea le interesa la memoria como herramienta de análisis, vinculada a la historia oral y aplicada sobre todo a la interpretación del conocimiento. Para explicar este concepto da un ejemplo: “Tanto la historiografía, la literatura académica y política, y en cierta forma el periodismo, centran su mirada y terminan concibiendo a los protagonistas históricos en la figura de un sujeto varón. Y es preocupante porque la realidad es mucho más compleja, las grietas más grandes y las preguntas más interesantes si ponés a las mujeres en escena. Por eso, me interesa cambiar la perspectiva no sólo en el sentido de incorporar a las mujeres, sino de repensar periodizaciones y problemas. Por eso nosotras pensamos al libro como un desafío a la mirada, porque queremos seducir a los lectores desde otro lugar.
 
¿Cuál es ese otro lugar?
Son varios, en realidad. Por un lado, desafía el leguaje académico y lo rompe. Para nosotras era importante que el libro sea accesible a cualquier persona más allá del ámbito en que se desarrolle. Por el otro, el libro pone en escena a mujeres (y hombres) vinculadas, y trata de analizar cuáles eran sus sueños, sus deseos de lucha, sus anhelos de cambio en esa radicalización tan fuerte como fue la década del 70. La historia hay que pensarla no desde el punto de vista de la invisibilización de la mujer.
¿Qué encontraron cuando hurgaron en esas acciones?
Fueron hallazgos de una enorme riqueza y heterogeneidad. Por ejemplo, en la primera parte se habla del impacto y del ingreso masivo en la lucha política de las mujeres en los años 60 y 70. Esa decisión implica un amplio quiebre porque rompe con el ideal femenino de la clase media que las ubicaba en el rol de madre y ama de casa. Y lo rompen tomando las armas. Esta ubicación es central para comprender qué pasa con las mujeres, cómo se perciben a sí mismas. Ayuda, además, a desandar la historia oficial de la guerrilla como instancia de masculinización. Y ahí entra en juego la percepción del poder represivo que las visualiza como mujeres doblemente peligrosas. Otros trabajos dan cuenta de las trayectorias de mujeres guerrilleras que hacen un camino diferente y en el exilio terminan vinculadas al feminismo. Nos preguntamos, entonces, qué nuevas conexiones se formulan allí. El texto de Rebekah Pite pone en escena a Doña Petrona y con la excusa del “cómo se cocina” analiza las conflictividades en torno a esas mujeres que leían, que confrontaban y hacían política. O el artículo de Débora D’Antonio que toma el tema de las prácticas terroristas y de la resistencia. Habla de la sexuación del castigo para entender cuál fue la doble lógica del Estado terrorista que visibiliza el control del terror, el miedo y su simbología en la calle; pero invisibiliza el secuestro y la desaparición forzada. Y cómo esta doble lógica se traslada a las cárceles y a los centros clandestinos de detención con pautas muy claras respecto al género a la hora de reprimir, disciplinar esos cuerpos femeninos que estaban mal vistos por haber cortado con el mandato doméstico. Esos cuerpos debían se extirpados. Débora señala que son casi 10 mil mujeres desaparecidas y ocultas contra 1.200 presas políticas que mantuvo visible el Estado represor. También es importante entender que si bien la dictadura tuvo su punto de inflexión el 24 de marzo de 1976, no comenzó allí. En este sentido el texto de Laura Rodríguez Agüero se posiciona en Mendoza entre los años 1974 y 1976 en organizaciones como el Comando Moralizador Pío xii donde se sentaron las bases del genocidio y el blancos de sus acciones fueron mujeres en situación de prostitución. Es decir, y caemos en lo mismo, las prácticas terroristas aplicaron sus lógicas de acción, previas al Proceso, sobre aquellas personas sindicadas como terroristas por romper cierta moral social.
No mencionaste tu texto, en el que hablás del amor en los tiempos de la revolución. ¿Qué significados encontraste en la construcción de la pareja dentro del activismo revolucionario?
Descubrí mujeres y hombres que fueron capaces de crear otras historias de amor, donde el compromiso de pareja y el compromiso político estuvieron fuertemente vinculados. Y porque me revienta, me revienta, me revienta (sí, Andrea repite tres veces el término poniéndole énfasis a esa palabra) que a las personas que estuvieron en las organizaciones político-armadas se las encasille tirando tiros. Fueron seres humanos que emergieron de esta sociedad de carne y hueso, que amaban, desamaban, tenían celos, se enojaban, se peleaban, tenían proyectos. Y en muchos casos trataron de construir una moral distinta a la burguesa. Y abrían preguntas.
En tu texto citás una anécdota. Frente a la pregunta sobre si Norma Arrostito había mantenido relaciones sexuales con Firmenich y Galimberti, Antonia Canizo (una de las pocas sobrevivientes del grupo que luego dió nacimiento a Montoneros) responde: “No era una puta. De eso sí puedo dar fe”. Más allá de que el dato no es real, Canizo claramente toma una postura moralista.
Sí, me llamó poderosamente la atención que en mujeres militantes, que tuvieron la intención de romper con ciertos parámetros de la vida moral, frente a una pregunta referida a la sexualidad, el resorte volviese a actuar. Por eso: no eran fantásticos. Esas preguntas pudieron haberse respondido desde otro lugar. Sin embargo y a pesar de aquellas contradicciones las mujeres transitaron caminos diferentes a los de los varones, los desafiaron y armaron el propio. Tanto es así que mi mamá, que no tuvo militancia política, al leer el libro se sintió reflejada en casi todos los artículos. Ella me dijo: “Y si… la sexualidad había que romperla. Yo nunca las crié para que llegaran al ma-tri-mo-nio (sí, Andrea lo separa en sílabas), sino para que vivieran en paz, con deseos y con ganas. Y la dictadura destruyó muchas cosas, pero con la sexualidad no pudo”. Y tiene razón, porque en la época de la dictadura yo fui adolescente y para mí muchos chicos fueron mejor que uno y estaba bueno escuchar rock and roll. Y en casa dejaron que sucedieran esas cosas. Fueron rupturas cotidianas, diques que se destruyeron. Soy el resultado de una generación que politizó y puso en tela de juicio muchas cuestiones. Por eso yo creo quedarse sólo en la violencia armada cuando se habla de los 70 es reducir la complejidad histórica que lleva este concepto. Fue el enamoramiento de pensar a las mujeres en acción lo que nos llevó a armar este libro. Y mientras lo construimos, nos fuimos construyendo nosotras.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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