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El planeta soja

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Una vuelta por el campo según Expo Agro. Nuestro enviado especial, Darío Aranda, recorrió el escenario donde monta su marketing el agronegocio. Clarín y La Nación son los dueños del tinglado. Las corporaciones exponen allí ideología, marketing y estrategias. Y el Estado, también.

El planeta sojaEl stand de la automotriz Audi es uno de los más grandes de la muestra. Llamativo: es la única empresa de vehículos presente que no cuenta con camionetas, sólo autos de alta gama. El más económico: Audi A5, 65.000 dólares, 282.000 pesos. Enfrente, la empresa de salud privada OSDE, la más grande del país, exclusiva, salud para pocos. Al lado, paradoja del destino, el stand de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores. Los trabajadores del campo, de los peores pagos y donde se registran los más altos porcentaje de trabajo en negro, sin derechos laborales.
Así es Expoagro, “la gran muestra del campo”.
Bienvenida. La puerta de ingreso es enorme: un arco de diez metros de alto y veinte de ancho. Color blanco, verde y naranja -distintivos de la muestra- y el eslogan: “Encuentro, trabajo y negocios. Una muestra agropecuaria a cielo abierto de vanguardia mundial”. A ambos lados, largas filas de mástiles y banderas, insignias del ejército guardián: estandartes rojos y blancos para Clarín, azules y blancos para La Nación, pilares mediáticos del modelo y dueños de la feria.
Al traspasar la entrada, una suerte de barrio. Amplias calles de tierra, con 40 manzanas y en lugar de casas, amplios stands. En el centro, las automotrices, maquinarias y de servicios. A la izquierda, locales de comida -con precios de Puerto Madero-, en el margen final, las semilleras y los campos experimentales. En el extremo derecho, la sala de prensa y los medios de comunicación del sector.
El sol de marzo cae caliente sobre Junín y no hay un solo árbol en donde buscar refugio. Imagen perfecta del agronegocio, que necesita campo arrasado. Según la propia Secretaría de Ambiente, entre 2002 y 2006, se desmontaron a razón de 32 canchas de fútbol por hora.
Expoagro, sin árboles: no hay metáfora.
Agromedios. La carpa blanca está repleta. Diez metros por diez. Dividida al medio por vidrios que hacen de sala de conferencias, con pantalla gigante, estrado y una treintena de sillas. Habla un “especialista en mercados a futuro” y los periodistas toman nota. Del otro lado del vidrio, en lo que queda de sala de prensa, se amontonan colegas con anotador en mano, cámaras de televisión y reporteros gráficos.
“¿MU? ¿Es un medio especializado en ganadería?”, pregunta la encargada de acreditación.
-No: al modelo agropecuario en general, respondo sincero.
En la sala de prensa distribuyen los periódicos Tranquera y TodoAgro, que cuentan las bondades del modelo y están saturados de publicidad de empresas del sector.
Shopping. Los organizadores precisan que Expoagro cuenta con 500 stands. Sobre la calle principal, el primero es de Ford. Todas las camionetas, insumo de trabajo en el campo, son el bien más admirado. Un joven sub 30, de camisa celeste, jean y alpargatas, se sube a la nueva Ranger (doble tracción, obvio), lo más cercano a una nave espacial con cuatro ruedas. El padre lo observa desde abajo, por la ventanilla del acompañante.
-¿Qué te parece? (pregunta papá)
-Un fierro -resume el hijo, que aprueba la compra.
El vendedor, de unos 50 años, sonríe.
Venta fácil.
“Somos de Carlos Casares. Siempre venimos. Hay mucha gente, a pesar de que no son tiempos buenos y encima el gobierno no ayuda”, se presenta Andrés y pide disculpas por no dar el apellido (da a entender que es por la “inseguridad”).
Durante todo el día se repetirán tres tópicos: lo “mal” que está el “campo”, las críticas al gobierno y el ocultar cuántas hectáreas tienen. Pueblos indígenas y campesinos cuentan con orgullo cuánta tierra trabajan. Todo lo contrario a los productores del modelo. Luego del quinto entrevistado que rechazó dar respuesta, al periodista le cae la ficha: con tres datos -lugar, cultivo y cantidad de hectáreas- se puede estimar qué tipo de productor es y, lo que más incómoda, qué montos de dinero maneja.
Monstruo. “MAP II 3500 MD”. Pulverizadora marca Pla, más conocida en el campo como “mosquito”, un enorme tractor amarillo de 3,75 metros de alto con dos brazos que abarcan 28 metros de largo. Tiene un tanque de 3.500 litros de agroquímicos, llamado “remedio” por los agrónomos y “agrotóxico” por las poblaciones que padecen las fumigaciones. Costo: 535.000 pesos. Un matrimonio joven observa la máquina. Él se anima y sube. Mira a su alrededor y baja con una sonrisa: “Es un monstruo. ¿Te imaginás?”, le pregunta a la esposa, como quien propone cambiar de televisor.
Estado. La carpa tiene 15 metros de ancho por treinta de largo. Es el lugar donde el gobierno es más visible: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el espacio oficial que mejor imagen tiene entre los productores, las empresas y los periodistas del sector. Con más de 50 años, y bajo un discurso de neutralidad técnica, el INTA fue el espacio de entrada y consolidación del actual modelo de agronegocios.
Una sala hace de librería. Variadas producciones técnicas, investigaciones de las más específicas. En la decena de mesas no sobresale ni un título referido a campesinos o “agricultura familiar”, como el discurso tecnócrata rebautizó a la base de la pirámide rural.
“Como en todas las ediciones anteriores, el INTA está presente porque es un evento importante para el sector y además hay muchos productores, que es con quien el INTA quiere estar”, explica Lisandro Arrasqui, del INTA de Justiniano Posee (Córdoba). En diez minutos nombrará no menos de quince veces la palabra INTA. Con 29 años y 4 que trabajando en la institución, ya tiene la camiseta puesta de manera literal: una chomba azul francia con el logo en letras rojas, pero también en lo conceptual.
“Hacemos hincapié en el agregado de valor en origen. Que un productor primario de grano de soja, maíz, girasol o trigo que hoy lo entrega al puerto de Rosario, pueda transforma ese grano en molienda, alimento balanceado, sólo por darte un ejemplo”, señala, en sintonía con el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA), planificado por el gobierno y las provincias para aumentar un 60 por ciento la producción granaria para 2020, corrimientos de frontera agropecuaria mediante.
“La clave es asociarse, porque sino los más pequeños van a desaparecer y también los pequeños pueblos. Si se asocian, incluso se pueden desarrollar plantas de biodiesel, bioetanol, podemos transformar los granos en energía”, celebra el técnico del INTA.
Pregunto: ¿No es contradictorio destinar granos, tierra, agua, para hacer combustible para vehículos?
Cambia la predisposición del hasta hace momentos amable intiano. “Para nada. Está probado a nivel mundial y también aquí que es falso eso de que ‘se transforma la comida de humanos en comida para autos. Ese discurso proviene de los mismos que se oponen a la biotecnología y no se pueden negar a eso. Un ejemplo impresionante: en el país, mediante la biotecnología, se dio vida a la ternera Rosita, que puede generar leche materna”.
Ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Córdoba, rubio alto, ojos claros, descarta que el PEA traiga consecuencias ambientales. “Habrá una expansión sobre algunas zonas, pero son lugares improductivos, y habrá una mejora en el rendimiento de los cultivos”, explica, aunque no puede precisar las zonas “improductivas”.
El agronegocio y los gobiernos, suelen considerar improductivas las zonas habitadas, y trabajadas, por campesinos e indígenas. Cuando en realidad son regiones con otro tipo de producción. A los ojos de campesinos e indígenas, el monte es muy productivo: de ahí obtienen alimentos y remedios. “El monte es la farmacia y el supermercado”, es una frase que recorre las regiones que aún escapan a los agronegocios.
Futuro. El espacio de Monsanto es imponente. Asemeja una gran nave blanca y gris. Reciben chicas imitación Barbie, altas, rubias, delgadas, sonrientes.
En el mostrador de “Agricultura sustentable” hay un joven con folletería sobre ecología y cuidado ambiental. MU pregunta, grabador en mano, respecto a las políticas “sustentables” de Monsanto. El joven sonríe, pide que no lo comprometamos y explica que todo está explicado en el folleto. Entrega también un anotador de papel reciclado con un eslogan: “Producir más. Conservar más. Mejorar la calidad de vida”. Folleto mediante, Monsanto deja de ser una empresa de semillas y agroquímicos y se transforma en una oenegé ambiental.
El sol sacude y la hábil Monsanto ofrece en sus salones aire acondicionado, música y amplios sillones donde refugiarse. Se asemeja más a un VIP de la Costanera porteña.
Un grupo de sub 25 descansa desparramado en los amplios sillones blancos. El periodista pregunta de dónde son y qué hacen en Expoagro. Sonríen como adolescentes y se pasan la respuesta unos a otros. Están casi uniformados: chombas, jeans amplios gastados, zapatillas o alpargatas, sombra de barba y peinados prolijamente despeinados. Podrían protagonizar una serie para adolescentes de Cris Morena: Casi Ángeles. “Somos de Agronomía de la Universidad de La Plata. Vinimos en cole con la Facu”, explica Luciano Moyle, de Rauch. Todos son de pueblos-ciudades de Buenos Aires. Todos estudian agronomía. Y todos están fascinados con lo visto. “La ciencia y los fierros”, resumen. Traducido: la biotecnología (semillas, agroquímicos) y las maquinarías agrícolas.
En octubre de 2011 se realizó en la Facultad de Agronomía de La Plata el congreso número 23 de la Federación de Estudiantes de Agronomía y Afines (FAEA). Allí denunciaron al modelo agropecuario actual, los desmontes, desalojos, contaminación y consecuencias sanitarias por los agrotóxicos. Y apuntaron al rol cómplice de la universidad pública. “Son sectores minoritarios, son los zurdos, no entienden nada”, advierte Gastón Schur, también de Agronomía de La Plata. Todos sonríen. Moyle pone paños fríos: “Pensamos distinto. Nada más. Nosotros entendemos que el campo es esto. Ellos no. El futuro dirá quién se equivocó”.
Modelos. Para todos los gustos. Rubias estilo Nicole Neumann, la preferidas de las semilleras y automotrices. Morochas esbeltas como Pocahontas en las de maquinarias y de insumos locales. Algunas de jean y remera ajustada, otras con uniforme de las empresas e incluso con bombachas de gaucho y sombrero de ala ancha. Cobran entre 200 y 400 pesos por día, según cuál sea la tercerizada que las trajo a Junín.
“Poné que soy la Mirta Legrand de Junín”, solicita pícara, sonriente. Tiene 39, cabello corto y uniforme de pantalón gris y camisa azul. Limpia los baños químicos que están detrás de la sala de prensa. “Disculpá los nervios, es mi primera entrevista”, avisa y larga otra carcajada. Vive a trece cuadras de la feria, llega a las 8, se va a las 19. “De sol a sol, como los de la Sociedad Rural”, compara irónica. Cuenta que votó “a Cristina”, que ya es abuela y que sus nietos “tienen la asignación universal”. Que ese derecho le generó una pequeña complicación con las empresas de empleo temporal de la muestra: “Muchas vecinas tienen la asignación y no pudieron venir”.
¿Cuánto le pagan?
Abre la mano, la levanta hasta la altura de la cara y guarda el dedo pulgar. Silencio de segundos. Y remata: “Cuarenta pesos por día”.
Trece horas de trabajo. 3,1 pesos la hora.
La reina. El 56% de la superficie sembrada de Argentina contiene soja: la mitad de la producción granaria. A pesar de eso, no tiene un rol protagónico en Expoagro. Está presente, claro, pero no en la proporción que ocupa ni en hectáreas ni en las arcas públicas: 16.000 millones de dólares, a cifras de 2009.
“Esto que ves acá es la nueva tecnología”, invita Juan Manuel Bello, ingeniero agrónomo de semillera Don Mario, una de las empresas líderes del sector. Se refiere a una pecera de vidrio, de un metro de alto y dos de largo, dividida al medio. De un lado, la soja transgénica que se utiliza en la actualidad (llamada “RR”), tallos quebrados, hojas rotas y con agujeros de vaya a saber qué bicho. A su lado, la nueva soja “RR2 BT”, impecable, verde oscura: pareciera de plástico, artificial. “La idea es que se pueda comparar a simple vista”, explica.
¿Por qué aún no se utiliza en el país?
“Acá la comercializaremos cuando se logre consenso en toda la cadena: desde producción hasta exportación.
Pero ¿por qué no hay consenso?
“Monsanto es el propietario, el dueño del gen, que está protegido por patente. Y, como es lógico, el dueño del gen debe contar con el consenso para comercializar y asegurarse la propiedad intelectual”.
El representante de Don Mario-Monsanto no quiere pronunciar la palabra incómoda. “Consenso” significa que los productores locales acepten pagar regalías.
Grises. En Expoagro están presentes muchos de los ganadores del actual modelo de agronegocios, pero sería simplista afirmar que concurren sólo los ganadores. A poco de dejar la feria del “campo”, una rareza: dos gauchos de bombacha, bota, boina, camisa a cuadros. Dos adultos y un adolescente, el único de remera y alpargatas. Miran un Audi A5.
¿Qué les parece “la Expo”?
“Poca gente, poco interés de venta y poco de compra también. Muchos miran autos, pero pocos las herramientas”, critica el hombre alto, fornido, voz gruesa. Menea la cabeza en signo de desaprobación: “Está complicada la cosa. El sector no se encuentra en un buen momento y no hay políticas claras, no hay seguridad”.
El que habla es Guillermo Boeghin, de la vecina Chacabuco, también plena pampa húmeda, 32 años, aunque aparenta al menos diez más. Tiene 80 hectáreas. En 60 hace agricultura y en el resto ganadería. Entiende que el gobierno no tiene proyecto a futuro para el campo. Y lo ve claro en la ganadería y lechería, donde asegura que las políticas oficiales complican la vida del productor. Marca la mala racha desde 2005, “cuando Kirchner intervino los mercados, nos hizo liquidar los animales y los tambos comenzaron a caer”.
Lo interrumpe su amigo, Sebastian Sofía, 37 años, alto y delgado, también de Chacabuco, 150 hectáreas cercanas al río Salado. “Yo trato de producir en el campo para una buena vida para mí y mis hijos, pero se complica porque hay una persecución impositiva tan grande que se hace imposible. Meten a los grandes con los más chicos en la misma bolsa, y eso es injusto”, reclama.
Los entrevistados se retroalimentan. Es una catarsis ante el grabador. Boeghin retoma la palabra: “No te confundas. Esto que está acá no es el campo, esta ostentación que está acá no es lo que vemos en nuestras casas. Yo trabajo todos los días, de lunes a lunes, y ni en pedo me puedo comprar este bicho (señala el Audi A5)”, explica. Reconoce que está parado en un patrimonio de “dos palos” (dos millones de pesos), pero “ni con el mejor crédito llego a un tractor nuevo”. Desmitifican a los pooles de siembra: “¿Qué tiene de malo juntarse con otros, arrendar y ganar plata? Bien por quién puede, mal por quien nos trata a todos de la misma manera y mucho peor por quiénes deben controlar a los pooles y no lo hacen”, sienta postura Sebastian Sofía, ya envalentonado.
La charla avanza y está claro que no son kirchneristas. Se identifican como “dirigentes de base” de Carbap y cuestionan a Federación Agraria y Coninagro por acercarse al gobierno. “Las bases queremos estar unidas, más allá de los dirigentes. No nos negamos a aportar para el país, pagar impuestos, que diferenciemos entre grandes y pequeños. Sino es injusto”.
Ambos hacen ganadería y soja; recuerda que hacían trigo y maíz, pero ya no. “Todo te lleva para la soja, necesitás menos capital y menos insumos”, aclara Boeghin, el más robusto, que se encoge de hombros y vuelve a la carga: “Ellos (por el gobierno) dicen que no quieren la sojización, pero es mentira, al gobierno le sirve que el campo se inunde de soja porque van a tener más entrada de dinero”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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