CABA
Feminismo 3.0. Mujeres programadoras
Girls In Tech y Mujeres Poderosas son jóvenes que plantean a la tecnología como una forma de empoderamiento femenino. Lo grupal, las redes y cómo batallarle a los prejuicios.
Estamos en el Media Party que convoca Hack Hackers Buenos Aires, una comunidad de periodistas y programadores que comparten experiencias, cuando sube al escenario para contar la suya Carolina Hadad, una de las comandantas de Girls In Tech, que dice:
-Levanten la mano los programadores que estén en la sala.
20 manos arriba.
-Ahora bájenlas los hombres.
Quedan 2.
El juego -explica Carolina- sintetiza lo que sucede en cualquier redacción, trabajo o universidad en cuestiones tecnológicas. Y permite entender por qué hay grupos de mujeres programadoras, periodistas, diseñadoras que se juntan para trabajar en equipo y promover encuentros para compartir lo que saben, y aprender lo que no, con otras mujeres.
Los proyectos son relativamente nuevos y se llaman Girls In Tech y Mujeres Poderosas. El primero es un grupo de mujeres especialistas en tecnología que interviene en comunidades (por ejemplo, junto a chicas de escuelas secundarias) para desarrollar una aplicación sobre un tema específico. Carolina cuenta que una de sus inspiraciones es un proyecto de Moldavia en el que chicas de 15 años crearon una aplicación para detectar la contaminación en el agua.
Girls in Tech trabaja con jóvenes secundarios para fomentar un uso crítico de la tecnología, pero también deseoso: “La idea es motivar a los chicos y que conozcan qué puede hacer un programador, sin etereotipos ni conceptos”, dice Melina Masnatta.
Chicas Poderosas, por su parte, es una comunidad de mujeres que vienen del periodismo, la programación y el diseño y se reúnen para compartir conocimiento. “Vos me explicas algo que conocés, yo te explico lo que sé -simplifica Yamila García-. Se trata de generar sinergia y ayudarnos entre todas para hacer y para aprender las cosas que no te enseñan el trabajo ni la universidad”.
Así, motorizan proyectos personales apoyándose en los saberes de todas, y buscan financiamientos colectivos para abordar juntas los problemas, y no solas. Como Girls In Tech, promueven encuentros que abren al público, también hombres, para capacitar sobre cuestiones técnicas de programación, diseño y estrategias de medios.
Del hashtag a la calle
El cronómetro se puso en cero cuando un hashtag de redes sociales se transformó en una movilización de 100 mil personas, al grito de #NiUnaMenos. La intuición que venían teniendo se hacía carteles, cantos, murales, intervenciones artísticas, pies en la calle. No les preocupaba definir si las redes habían sido motor, o solo un soporte del reclamo. Habia algo claro: mujeres y tecnología podían encontrarse y producir cambios concretos, más allá de la agenda institucional y mediática.
Girls In Tech y Chicas Poderosas son dos de los proyectos que militan el empoderamiento de las mujeres desde la tecnología. Esto significa muchas cosas, que pueden empezar a entenderse desde una definición académica:
Empoderar: conceder poder a un colectivo desfavorecido socio y económicamente para que, mediante su autogestión, mejore sus condiciones de vida.
Ambos son proyectos internacionales que tienen su capítulo en Argentina, lo cual no significa que las versiones regionales sean embajadas o sucursales, sino que en cada país un equipo de mujeres se apropia de la idea madre para adaptarla a los territorios. Las versiones latinoamericanas suelen ser las más activas para generar herramientas y saberes que permiten a las mujeres ser protagonistas. ¿Y aquí? “Para nosotras hablar acá es bastante más sencillo que en otros países –cuenta Melina-. En este momento hay un espacio para estos temas. En otros países hay proscripciones mayores, el acceso a estudiar es complejo y la igualdad tiene que ver con otras cuestiones”.
Aprender en comunidad
Los grupos que integran Girls In Tech y Chicas Poderosas están formados por jóvenes y voluntarias, programadoras, periodistas, diseñadoras que apuestan al trabajo grupal: “La necesidad de juntarnos fue la de hablar con pares. A cada una, desde nuestras biografías, nos ha costado mucho encontrar cuál era la definición de mujer que representaba un modelo a seguir. O poder trabajar de lo que nos gustaba”, sostiene Melina.
Los dos proyectos coinciden en que con la tecnología las mujeres pueden llevar adelante sus proyectos (una web de venta, un blog de viajes, cualquier sueño) y modificar su entorno. Idea didáctica de Yamila: “Vengo de Hack Hackers y otras comunidades de las que aprendí mucho. Llega un punto en que sabés mucho más que tu jefe de la redacción, que no se capacitó. Y esto te lo da la comunidad”.
En el Hack Hackers Media Party de este año hubo intervenciones como la que estuvo a cargo del portal Vox Media: “No estudien ciencias de la computación”, a cargo de Kavya Sukumar, que estudió computación 4 años, dijo: “No hace falta ir a la Universidad para aprender códigos. Es como estudiar matemática para ser científico. Programar es una destreza básica. Estudien áreas, conceptos: visualización de datos, mapeos, sitios web. No elijan un lenguaje solamente”.
Yamila García agrega qué cosas no enseñan las universidades: “No capacitan para gestionar tu proyecto, o hacer tu equipo. Es muy difícil sostener un medio, y más un medio independiente. Y ser mujeres tiene que ver con ser independientes”.
El género del poder
Las últimas encuestas plantean lo obvio: existen serias brechas de género en el acceso a puestos de decisión en el trabajo. Si bien hubo avances en Argentina respecto de los 90, hoy sólo 3 de cada 10 puestos directivos son ocupados por mujeres. La cifra surge de la investigación Género en el trabajo obtenida de la Encuesta Permanente de Hogares a nivel nacional. Otro dato dice que más del 52% de las mujeres que ocupan cargos jerárquicos tienen nivel educativo superior y universitario completo; hombres, sólo el 34%. Las mujeres pierden ahí, pese a estar más capacitadas.
El estudio Sexo y poder detecta que de cada 10 puestos de máxima autoridad en instituciones nacionales, provinciales y municipales, sólo 2 son ocupados por mujeres.
Melina, de Girls In Tech, recuerda: “Históricamente el rol de la mujer tuvo que ver con la transmisión de la cultura, contar relatos, cuentos, historias que van trasladando el saber y el patrimonio vivo de una comunidad. Hemos perdido esa capacidad de hacer y relatar”, reflexiona.
¿Por qué elegir la tecnología como trinchera? “Porque tecnologías nos permiten volver a explorar nuestras capacidades, empoderarnos desde ese lugar, y discutir, dialogar, aportar a la par de los demás”.
Contra las teorías que señalan a Internet como un lugar misógino y violento, más allá de casos (y caos) puntuales, Yamila García plantea que es un lugar de igualdad. Melina: “No importa si es hombre o mujer, con título académico o no: importa el conocimiento y lo que hay para decir. Es un igualador. Muchas veces pasa que cuando conocés físicamente a la persona decís: wow, era éste, y por ahí de otro modo no hubieses tratado con esa persona, por todos los prejuicios que se tienen”.
Identikit del tipo feo
¿Qué tiene para aportar no este género, sino esta generación de mujeres? “No nos gusta mucho hablar del ‘aporte de la mirada femenina’, nos parece autoexcluyente; por eso nos interesa que las mujeres aprendan otros lenguajes como es el de la programación, que se lo asocia a un lenguaje masculino”, dice Melina. Yamila agrega como periodista: “La tecnología está muy ligada al hombre. Y ni hablar en una sala de redacción. Pero hoy están cambiando los medios por la era digital y es necesario que las mujeres se potencien”.
Advertencia: los proyectos que incuban Girls in Tech y Mujeres Poderosas no necesariamente tienen una perspectiva de género. “Hay una toma de conciencia sobre la violencia masculina. Es un tema fuerte –dice Yamila-. Los hombres son bienvenidos. Es un ecosistema de mujeres, y lo que notamos es que al trabajar así se genera un entorno de igualdad y confianza en la que todos quieren aprender”. Para explicarlo siempre se vuelve a la propia experiencia: “Todas hemos vivido la situación de estar en desnivel. Consideramos que las mujeres no están motivadas para revertirlo”.
Un ejemplo bien gráfico se vio en el desarrollo de la carrera de informática en el país. Carolina cuenta que según un informe de la Fundación Sadosky en los 70 las mujeres representaban el 75% en la carrera de Computador Científico de la UBA, la primera en Argentina. Hoy ese porcetanje supera apenas el 10%.
¿Qué pasó en el medio? Hadad arriesga: “Es difícil saberlo. Pero al ver que despegaba la computación, los medios empezaron a mostrar a los programadores según un estereotipo que sigue vigente”. Un posible identikit: “Varón, blanco, estudioso, feo, tímido y que no interactúa con otras personas, sólo con la computadora”, escribe en un blog. Y culmina: “Esto se consolidó con videojuegos con personajes femeninos planos y altamente sexualizados, o kits de ciencia y electrónica para niños con varones en la tapa y colores tradicionalmente masculinos”.
Melina retoma la idea: “Estamos intentando ver de qué manera nosotros podemos incorporar a las mujeres a este nuevo lenguaje para que también sean transmisoras activas de cultura”.
Aprovechar la ola
Esta nueva generación de mujeres no se plantea tanto en un tono confrontativo, sino que mira a los costados. Melina: “Conocemos el peso de la historia. Si vamos contra algo de una manera sesgada, generamos todo lo contrario de lo que queríamos. Es un momento ideal para tomar las riendas. Y los jóvenes podemos aportar mucho, porque venimos con otra mirada. Y las más más jóvenes hasta naturalizan situaciones que nos parecen fantásticas: viven en una sociedad más participativa. La pregunta es cuánto de real tiene esa participación y si podemos mejorarlo para que sea más activa”.
Melina se refiere a que, si bien el uso de Internet ocupa muchas horas de nuestras vidas, cabe preguntarse cuán productivo es lo que hacemos con la computadora: “El punto es cómo podemos hacer para dialogar para crear soluciones reales para problemas que son de todos. La idea de red y de comunidad se hace tangible con Internet. Si uno se fija, es una gran necesidad en la sociedad, por algo es el auge de las redes sociales”.
La teoría indica que hasta una selfie puede ser crítica: “Por supuesto que creemos en la potencia de las tecnologías, es el medio y la excusa, pero creemos también que hay que dar un pasito más. Ese pasito lo tenemos que dar con los jóvenes que muchas veces consumen las redes como una catarsis. Entonces si uno quiere convocar, quiere poner un tema en agenda, bueno, empecemos a trabajar y apropiarnos de estas herramientas”.
¿Apropiarse para qué? “El otro punto es poder poner este tema en agenda –dice Melina, sobre potenciar a mujeres-. Porque quizás siempre somos los mismos círculos orgánicos los que hablamos de esto. Cuando me voy a otros ambientes, me dicen: ‘¿En serio que solo el 8% de las mujeres editan Wikipedia?’ Queremos ponerlo en agenda y acercarlo al público de manera fácil. No podemos negar que la tecnología se expanda, ya sea por políticas públicas o porque los chicos, no importa el nivel socioeconómico, tienen un celular smarthpone”.
Para poner en práctica estas ideas, los dos grupos de mujeres tienen programados encuentros durante septiembre. La MediaFem de Chicas Poderosas sucederá los 17, 18 y 19 y por ella pasarán líderes de medios contando su experiencia y habrá talleres de diferentes temas como: periodismo de datos, cómo hacer tu primera aplicación móvil, cómo dar órdenes a un diseñador, entre otras.
Las Girls In Tech, por su parte, planean una Hackatón durante dos días para trabajar junto a chicas de escuelas secundarias. “No solo para diseñar con ellas una aplicación, sino para detectar un problema de la comunidad. No queremos que hagan jueguitos. Se trata de darle herramientas para que puedan participar con su comunidad para resolver algo”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

- Revista MuHace 2 semanas
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 2 semanas
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- ActualidadHace 1 semana
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- #NiUnaMásHace 1 semana
Femicidios en julio: la noticia es el horror
- ActualidadHace 2 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias