#NiUnaMás
Operación masacre
Melina Romero fue asesinada brutalmente cuando cumplía 17 años. Su cuerpo fue hallado en un basural por mujeres de un movimiento social. La muerte se convirtió en rating y en construcción de la imagen de una chica sin rumbo. Lo mediático, lo machista, las drogas, el sexo, la umbanda, la violencia, el rol de la justicia, las formas de abuso y exclusión sobre las chicas y chicos que aquí cuentan cómo piensan y sienten el presente.
Era el mejor de los tiempos,
era el peor de los tiempos,
la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas;
la primavera de la esperanza y el invierno
de la desesperación.
Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada.
Historia de dos Ciudades, de Charles Dickens (novela, 1859), citada en la serie House of Cards y ahora en Mu.
Veo esos ojos, la sonrisa, el peinado; la veo caminar como un fantasma azulado en las imágenes de las cámaras de seguridad: todo lo vemos, todo lo sabemos, y no vemos ni sabemos nada. No logro entender que se destruya a golpes a una chica de 17 años recién cumplidos. Es como descifrar signos sin ser sabio competente. Que se la viole y se la siga golpeando. Y se la vuelva a violar, y a golpear. Cada golpe, cada patada, cada sometimiento, sobre un cuerpo ya inerme hasta dejarla sin sonrisa, sin mirada, sin peinado.
Y que luego se descarte el cuerpo en un basural, envuelto en bolsas de residuos, en posición fetal, en una descomposición que alimenta la proliferación de microbios, hinchándose, hasta que lo encuentran unas mujeres en José León Suárez. Y empiezan a aparecer en las pantallas policías, fiscales, abogados, luego familiares y amigos aullando de dolor, velatorios, autopsias, testigos, imágenes únicas y revelaciones exclusivas para alimentar empresas audiovisuales y gráficas, que tantas veces son una hinchazón que descompone lo que estaba vivo, otra forma de proliferación microbiana.
Frente a estos casos confieso un sentimiento raro, que no es producto ni de la solidaridad ni de la compasión. Tampoco es indignación, curiosidad o escándalo moral, ni siquiera conciencia debidamente concientizada: es asfixia. Y por haber elegido este oficio incierto, ante la asfixia que no permite pensar –y no sé si sentir- tal vez convenga aplicar lo que recetaban antiguos maestros: ponerse en movimiento, salir, conversar, investigar, preguntar, sorprenderse, revolver en busca de eso que algunos llaman respuestas en la frontera entre la luz y las tinieblas.
El ágora adolescente
Las risas revolotean en la pequeña plaza Martín Coronado, conurbano bonaerense, junto a la estación de la línea Urquiza. Es el gran punto de encuentro de adolescentes, antes o después de ir a las escuelas de los alrededores. Es la plaza en la que Melina Romero pasaba muchas tardes compartiendo horas, palabras, sueños, formas de ver el mundo.
Una parejita se besa golosamente, una chica corre a un chico, un grupo ríe, otros tres están escuchando a un amigo con la capucha del buzo puesta, que arma un rap con los ojos en el piso, el cuerpo como un diapasón, y las manos diseñando una historia en el aire. Edades entre 14 y 18 años.
Primero miran fijo, con una mezcla de curiosidad y desconfianza felina. Ven que estamos fotografiando a sus ancianos profesores (de 35 años promedio) que escribieron una carta asombrosa sobre el rol de los medios de comunicación en el crimen de su alumna. El grupo se va acercando a las baldosas que pintaron los hermanos de la chica asesinada, con aerosol negro:
“Tocar el sueño que no es realidad. Hermana descansa en paz, que nos veremos allá. Melina…”
Parados ante esas frases, consulto a los chicos. ¿Qué piensan de lo que pasó?
Paola: “Es una injusticia. Es una mierda”.
Leandro: “Nadie tenía derecho a matarla”.
Paola: “Era re copada, re buena persona, siempre estaba contenta. Cuando la veías, te sacaba una sonrisa. Te hacía la segunda”.
La segunda es acompañar, como la segunda voz de una melodía que uno jamás podría cantar solo.
Leandro no sólo rapea. “Soy famosito” explica. Su actividad en Facebook y el reparto de invitaciones para los boliches lo han convertido en esa categoría de adolescentes que han ganado notoriedad, amigos y fans virtuales. Relata Leandro: “Melina se quedaba alentándonos cuando hacíamos rap. ‘Bien ahí amigo’, nos decía. Si había algún problema entre dos chicos, los separaba. No le gustaban los quilombos. A mí me decía chupetín de brea. Y yo le decía pelolindo. Nunca vi una mujer con ese pelo: de un lado cortito, como un hombre, pero se dejaba una mecha rubia increíble, y se reía, y jodíamos con eso”.
¿Por qué creen que alguien, o algunos, pueden matar a una persona como Melina? Javier, gorro de lana sin visera, busca palabras con las manos. “Puede ser una cuestión, también, como ser… un hombre… usted discúlpeme las palabras que uso… como quien diría vulgarmente, el tipo quiere coger. Pero ella no. Al no poder, seguramente la habrán golpeado hasta matarla”.
Paola: “Se creen más hombres así”. Cuentan que en la plaza nunca permiten que un varón le pegue a una mujer. Uno de los chicos plantea una solución paradójica. “A un hombre que le pega a una mujer, sinceramente, hay que partirle una botella en la cabeza y tirarlo en un baldío”.
Leandro, que además de amasar rap compone medialunas y bizcochos en una panadería todas las noches, utiliza una palabra que no apareció en ninguna de las crónicas sobre el asesinato de Melina: “Tenés que estar mal de la cabeza para hacerle eso a una piba”. Levanta la cabeza y dice: “Son psicópatas”.
Psicópatas.
En la plaza de Martín Coronado, un grupo de chiquilines deja así propuesto un concepto que acaso explique mucho más que el crimen de una chica de pelo lindo asesinada cuando se le ocurrió decir no.
Retrato de la mala persona
Psicópata es el término técnico para referirse a lo que usualmente se llama mala persona, o cosas peores. Representa una característica antisocial de la personalidad. Implica una disociación con las emociones y sentimientos, el no registro de los demás, salvo para utilizarlos o someterlos. También la imposibilidad de ponerse en el lugar del otro. La indiferencia frente al dolor ajeno. La capacidad de ejercer la crueldad. La falta de culpa, no en un sentido cristiano, sino en la comprensión del daño al otro, junto a la capacidad extrema de desplazar toda culpa hacia los demás. El egocentrismo patológico. El abuso sexual, político, laboral, moral, burocrático. La perversión. No hay relación, sino consumo o uso del otro: el fin justifica los medios. La psicopatía implica la falta de afecto o empatía, pero la necesidad de agradar y seducir para poder vampirizar lo que lo rodea. La sexualidad robótica. La nula intención de reparar el daño causado, salvo para fingir si está en riesgo su poder sobre el otro o la satisfacción de sus deseos. La manipulación, el control, la aniquilación del otro -de su cuerpo, o de su voluntad, su autoestima, su autonomía- porque la psicopatía siempre es un asunto de poder.
Se puede pensar en personas, en acciones y en tiempos psicópatas.
Zorras y rating
Melina Romero cumplió 17 años el 23 de agosto, y esa noche fue al boliche Chankanab, en San Martín. No volvió a su casa de Martín Coronado. Su familia hizo la denuncia dos días después. Sus amigos y compañeros de la escuela repartieron volantes con la foto de Melina en las plazas, en canchas de fútbol (como la de Chacarita Juniors en San Martín); la reclamaban por Facebook, donde Javier, por ejemplo, escribió: “Che pelotuda aparecé que todos están preguntando por vos”. Alejandro, uno de sus hermanos, escribió también, textualmente: “Dónde cuerno estás loka de mieerda venite para casa porqe mama ta preocupada”.
Ana, su madre, organizó marchas y panfleteadas con amigos y compañeros de escuela de Melina. La persistencia familiar despabiló la investigación judicial, se organizaron rastrillajes policiales, se reactivó la noticia, y las fotos de esa niña sonriente entusiasmaron a algunos editores de noticieros y diarios, tres semanas después de la desaparición.
Clarín tituló el 13 de septiembre, cuando todavía la familia no tenía noticias aún sobre Melina: “Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria”. La nota comenzaba: “La vida de Melina Romero, 17 años, no tiene rumbo”, frase que confirma, en papel prensa, la teoría del famosito Leandro sobre los psicópatas. El resto tiene el mismo tono, para crear una imagen negativa sin hablar sobre lo central: estaba desaparecida.
“¿Por qué escribieron eso? ¿Quiénes se creen que son? ¿La conocían?”, pregunta con absoluta lógica Nico, 16 años, en referencia a los empleados del diario. Juan, 17, supone: “A lo mejor no tienen hijos”. Candela, 15: “Dijeron que era como una puta. Es una gran mentira. ¿Les gustaría que les digan a ellos que son putas o zorras?”.
Soledad: “Y suponete que una chica se acuesta con chicos. ¿Es puta por eso? Y si una mujer es prostituta, ¿está bien que la maten?”. Los 16 años de Soledad, ya le permitieron entender cómo funciona en estas extrañas comarcas una frase: “algo habrá hecho”.
Los noticieros y programas especiales compitieron durante horas y días mostrando las imágenes, prejuicios, insinuaciones, chismes y lo que en general resultó una violación mediática de la que Melina tampoco pudo defenderse. La aglomeración de personas maquilladas en cámara para opinar sobre quienes no pueden responderles, aporta también a la teoría de Leandro.
El cuerpo apareció el 23 de septiembre en los basurales de José León Suárez.
¿Noticias?
Los femicidios son una nueva operación masacre. Un detenido, una testigo clave, muchas noticias sobre sexo, drogas, fiestas, umbanda, para alimentar el rating geriátrico de la televisión abierta, dispositivo cada vez más ajeno a los jóvenes.
Candela, estirando el lado largo de su cabello: “Yo digo: cuando una mujer dice no, es no. Pero entonces le dan pastillas, le dan la jarra loca (mezcla de alcohol y drogas de venta legal como el clonazepam, marca Rivotril), la violan, la matan, y encima le echan la culpa a ella. No entiendo. Miro lo que pasa, y da miedo”.
Que hable la escuela
Cuando Melina Romero aún estaba desaparecida, nueve de sus profesoras y profesores escribieron una carta urgente, conmovedora. Cuentan en ella que Melina siempre se destacó por tener un carácter decidido, por ser muy sociable y extrovertida. Aclaran: “El motivo de esta nota no es hacer una descripción de cómo era Melina, ya que eso no cambiaría el hecho de que esté desaparecida ni la responsabilidad de un sistema social causante de su desaparición, como el de tantas otras mujeres, que hacen las cifras del horror”.
Recuerdan: una mujer asesinada cada 30 horas en 2013 en Argentina.
Completan: “La relevancia del caso de Melina, tiene que ver con que es mujer y de una familia humilde. Se la condena por ello. La nota misógina, machista y miserable que sale en Clarín, da cuenta de lo que decimos”.
Párrafo sobre la prensa oficialista: “De la misma manera la consideran los medios que se rasgan las vestiduras de ser ‘objetivos y afectos a la ley’ como el oficialista C5N. El silencio objetivista y para nada condenatorio de parte de la TV Pública, deja que ese ‘sentido común’ crezca, y se vea como normal que las mujeres desaparezcan, o las maten. Y más normal, si es humilde”.
Lucas López es profesor de Literatura, y Facundo Pilarche dicta los talleres de la Escuela Técnica 2 de Ciudad Jardín. Cuentan frente a un café con leche: “Desde la educación vemos que los mismos chicos reproducen esas ideas espantosas que presentan los medios: acusan a la víctima. Se notó mucho la diferencia con el tratamiento del caso de Ángeles Rawson, por la condición socioeconómica. Los pibes pobres no son vistos de la misma manera que los de otro sector social”.
Ángeles fue asesinada el año pasado, depositado también su cuerpo en los basurales de José León Suárez.
Lucas: “Los medios tienen una pretensión de inocencia brutal. Es violencia”.
El abogado y el pai
El abogado de la familia de Melina es Marcelo Biondi, que responde a todos los moldes mediáticos. Su página de Internet lo muestra rodeado de micrófonos de movileros. En Twitter avisa a sus seguidoras (las bionditas) horarios y programas en los que participará y envía mensajes tipo:
“BUENAS NOCHES BIONDITAS QUE TERMINEN UN LINDO DIA Y COMIENCEN LA SEMANA C/MCHA LUZ Y BENDIC”.
Traje y camisa negra, corbata ídem con franjas grises, peinado con gel que rompe la ley de gravedad, sostiene ante Mu: “Tenemos una testigo principal, creíble, de 17 años”. En todos los medios se la nombra como Melody. “A Melina la golpearon, agredieron de puño y patadas, abusaron sexualmente y después la siguieron golpeando hasta provocarle la muerte. La testigo señala a Joel Fernández (Chavito), Elías Fernández (Narigón), Toto (16, menor de edad) y a un señor César, que tuvo que ver -según el testimonio- con el modo en que se deshicieron del cuerpo”.
César de Xangó es el nombre del pai umbanda que resultó detenido, tras brindar una conferencia de prensa con su propio abogado mediático. El templo ofrece, en sus volantes: “Ayuda espiritual. Destrabes. Buzios. Abre Caminos. Uniones. Limpiezas”. El eslogan del Reyno Africanista es inolvidable: “Ni buenos ni malos. Eficientes”.
El abogado Biondi, que ofrece “experiencia, trayectoria y profesionalismo” planea sobre lo mediático: “Reconozco que intervengo en causas con repercusión. Sé que tengo fans en las redes sociales, y lo respeto. No soy hipócrita: me gusta hacer notas y participar en los medios”.
¿La notoriedad termina siendo una estrategia para que las causas sean visibles y avancen? “La repercusión de una causa es buena para todas las partes. Para el damnificado, por la visibilidad y porque crece la disposición política, judicial, policial mucho más que si no hay repercusión”.
Sobre el tratamiento a la imagen de Melina: “Ella viene de un origen humilde. En casos de familias más adineradas, se las trata de otro modo. Pero pibes de clase alta también participan en reuniones con alcohol y drogas, y pueden intentar someter sexualmente a una señorita presente. Es un tema general”.
Biondi aclara que no cobra de la familia de Melina, sino de un conocido mutuo. “Y apenas si alcanzará para viáticos. Me habían llamado para defender a uno de los acusados, pero en ese momento la familia de Melina me planteó que yo fuese su abogado. Les ofrecían estudios con un marketing muy importante. Me pareció valorable que me eligieran, tal vez no tengo tanto marketing, pero sí seriedad y formación”.
¿La presión mediática puede provocar que se busque la apariencia de avances en las causas, cosa que termina en la detención de los llamados perejiles? “La repercusión excesiva a veces lleva a cometer desprolijidades. No es el caso de Melina. En la causa de Ángeles Rawson no tengo dudas que la presión llevó a cometer errores que violan garantías de cualquier imputado”.
Biondi fue abogado del caso Ángeles junto a Miguel Ángel Pierri. Defendían a Jorge Mangieri, el portero procesado por ese crimen. Este año los programas y revistas de la farándula revelaron que Pierri se separó de su mujer, Karina Ranni, al descubrir que ella había comenzado una relación sentimental con su socio, el propio Biondi, quien salió a plantear que ante una situación de violencia familiar que vivía Karina, él tuvo que elegir “entre dos amigos”.
Una cosa llevó a la otra.
La sociedad se disolvió.
Biondi y Ranni explicaron todo ante Chiche Gelblung. Pierri apareció en la revista Gente con su nueva novia, una policía 20 años menor: “Me enamoró más que ninguna”.
Biondi mira de reojo los celulares que suenan a su alrededor: “De mi vida privada no hablo más. Ya dijimos nuestra verdad”.
Luego, coordina su participación en el programa de Santo Biassati, para revelar en qué punto está el caso Melina.
Foco y medios
Cuando logró reponerse del asesinato de su hija, Adoración Gutiérrez hizo algo extraño: estudió Derecho. Empezó a los 48, se recibió a los 54, y hoy es de las personas que acompañan, desde el Centro de Protección a las Víctimas de la provincia de Buenos Aires, a otras mujeres que pasan por lo mismo: por ejemplo a Ana María, la mamá de Melina.
“Yo era contadora. Cuando fue lo de mi hija, María Laura, quería justicia. Otras mamás han hecho oenegés o marchas, que desde ya comparto y acompaño, pero no me nació eso, sino buscar desde las propias leyes”.
Su hija fue secuestrada en el año 2000. Según el portal Infojus fue llevada a la fuerza, golpeada y drogada. “Luego llamaron a su familia pidiendo 30.000 pesos de rescate. Intentaron descuartizarla en vida pero no pudieron y la trasladaron a un basural de Gonnet. Finalmente la acuchillaron, la rociaron con nafta, la quemaron viva y siguieron llamando para exigir el dinero del rescate”. Dos mujeres fueron condenadas a perpetua, pero Adoración aún espera el juicio de quien considera el autor ideológico del crimen: el médico peruano Wilfredo Chipeiquén.
“Nuestro trabajo hoy es acompañar a las familias, yo como abogada, una asistente social y un psicólogo. El tratamiento del caso de Melina es la re victimización de la víctima, con saña. Ella simplemente no quiso ser obligada a tener sexo grupal. Y por eso la mataron. Pero los medios desvían el foco cuando son sectores vulnerables. Lo vemos todo el tiempo”.
Paradoja: lo mediático, aunque escandaloso, hace visible el caso y tal vez que avance. “Es mi bronca todos los días con el Poder Judicial. No digo todos, porque hay excelentes fiscales que se comprometen con lo que hacen. Pero muchos otros hacen simple papeleo de expedientes”.
Dora, como la llaman sus amigos, reconoce que “hay una cultura machista de los jueces, que no cambian la mentalidad aunque cambien las leyes. Después de lo de Wanda Taddei hubo muchos casos de mujeres quemadas y a veces muertas por sus parejas. Acompañé a varias familias. Pero salvo el caso de Wanda, casi ninguno tuvo condena”.
Y a todo eso hay que agregarle otra dictadura moderna: “La burocracia es tremenda, y es una forma de violencia. Todo el tiempo veo que el Poder Judicial es capaz de ejercer esa violencia”.
¿Quién encontró a Melina?
Las vecinas cuchicheaban preocupadas durante una reunión del Frente de Mujeres del Movimiento Evita, en San Martín. El encuentro tenía dos temas principales: la cooperativa textil que sostienen con el programa Ellas hacen, integrada por mujeres que sufren situaciones de violencia doméstica, y las acciones en la calle para denunciar y repudiar la desaparición de Melina Romero. Ornella Tinnirello, referente zonal del Frente, miraba de reojo a las dos mujeres. Al finalizar la reunión se acercaron. “Encontramos a Melina”, le dijeron.
El movimiento se hizo cargo de la situación. Uno de sus integrantes permaneció en la zona señalada hasta que llegaran los funcionarios judiciales, y finalmente se confirmó que había más que cuchicheos en las palabras de las mujeres, consideradas desde ese momento testigos protegidas.
¿Cómo se ve el tema de la violencia contra las mujeres desde barrios y villas que rodean los basurales del CEAMSE?
Eli: “Aquí vienen desde mujeres que las insultan en la casa, hasta chicas, como la que vino el otro día: prácticamente la desmayaron a golpes. Lo que pasa es que las mujeres llevan una cuestión cultural: hoy me golpeó, mañana capaz que mejora. Las mujeres cambian cuando la violencia va hacia los hijos”.
Diana cuenta que “sufría el problema”, se separó, y ahora volvió. “Pero ahora todo está bien. ¿Qué cambió? “Cambié yo. Le quité el poder que él tenía sobre mí. Entendí que no me podía tratar así, y lo tuvo que entender él”. Diana logró lo crucial frente a las acciones psicopáticas: poner límites.
Romina: “Siempre está el fondo machista de tomar a la mujer como objeto. Mirá Tinelli, el show, las minas en bolas, y él cortándoles la pollerita”.
Eli: “El tema es poseer. Al costo que sea. Y controlar a la persona. El hombre que es agresor no quiere que la mujer tenga independencia”.
Romina: “Lo principal aquí es cuando las mujeres vienen y después de un tiempo empiezan a levantar la cabeza, a ver a la compañera que tienen al lado”.
Diana: “Y recuperar la autoestima. Porque la violencia de género no es sólo el golpe, es el menosprecio”.
¿Y qué se hace frente a eso?
Eli: “Escuchamos a la mujer, después vemos qué quiere hacer. La decisión es de ella. La acompañamos hasta donde haya que llegar”.
¿Hay más violencia contra las mujeres?
Romina: “Para mí se habla más, se sabe más. Es como la interrupción del embarazo. El año pasado yo lo hice. Y ahí supe que mi mamá había abortado, mi tía había abortado, y mi abuela había abortado: tardé 38 años en enterarme. Y si estos temas ahora se hablan también es porque hemos ganado espacio”.
Ornella: “En los piquetes en el 2000 las compañeras discutían con los varones del movimiento para que en las mercaderías que daba el Estado hubiera toallitas higiénicas. Hoy a este gobierno le reconocemos que estamos en un escalón distinto en cosas que representan cambios subjetivos”.
Diana lo ve en otra cuestión: “A los asesinatos de mujeres antes les decían ‘crímenes pasionales’. Ahora sabemos que es violencia de género”.
Ornella: “Hablamos con la fiscal del caso Melina, María Fernanda Billone, y nos contó cuánto trabajo hay que hacer dentro del propio Poder Judicial para que se entienda el problema y se caratulen estos casos como violencia de género. O sea que la matan por ser mujer. No es un crimen como cualquier otro”.
Ornella no es muy mediática: tuvo que huir de un móvil de América que quería entrevistarla, y recibió 16 llamados. “Me apretaban. Yo les decía que no nos interesa darle contenido a medios sin contenido, porque le quitamos sentido a todo lo que estamos haciendo”.
La productora no podía creerlo, pero ni siquiera logró convencer a Ornella cuando jugó su carta ganadora: “Mirá que es para el programa de Guillermo Andino”.
Cómo superar el miedo
Las chicas del centro comunitario CreSer conocían a Melina y plantean algo que también puede ser una clave. “Estar en Facebook, ser promotora, ir con esos tipos, todo para mí es para hacerte ver, que te presten atención”, dice Geraldine.
Hacerse ver en un mundo que no te presta ni la atención.
Sofi: “Yo me saqué una foto con Melina. Era tranquila, re buena, me convidó gaseosa. Después de lo que pasó me da escalofrío”.
Una de las chicas cuenta que su padre le pegaba a su madre, pero eso ya no sucede. ¿Mejoró la relación? “No, se separaron”.
Varias reconocen violencia entre sus padres.
Les gusta un conjunto: One direction.
Geraldine juega al fútbol.
Corina tiene diabetes y debe quedarse en casa.
El colegio no le envía tareas y puede perder el año. Dicen que les molesta salir de sus casas y que haya gente drogándose en la puerta. “No se aguanta el olor, más que nada”.
¿Qué hacer frente a la violencia?
“Aprender a boxear” dice una.
“Pero si son 3 o 4 como le pasó a Melina, te van a matar igual”.
Se ríen y salen todas corriendo.
En la plaza Martín Coronado varios de los chicos me cuentan que no van a los boliches. “No es nuestro estilo. Lo nuestro es el rap, el hip hop: cosas argentinas”. Javier pide la palabra: “En el rap lo que se cultiva es el respeto a la otra persona”. Nico y Juan lo miran como aprobando lo bien que salió la frase.
Pastillas y Facebook
¿Qué habría que hacer para parar la violencia como la que mató a Melina? Uno dice: “Más seguridad en general. Por ejemplo, al que roba, quemarle las manos”. “Nooo” le gritan los otros.
Nico: “No sirve, aunque haya seguridad te van a cagar violando y choreando igual”.
Matías: “La policía no hace nada”.
Otro agrega: “En Pablo Podestá, por una luca y media, los policías dejaron ir a unos que se habían afanado un auto”.
Leandro: “Los policía acá son para reírse. Nos molestan a nosotros, pero a los chorros nunca los agarran”.
Improvisan un rap ante el grabador. Algunas frases que son crónica de estos tiempos:
“Entré a Facebook, le puse inicio y después me di cuenta que desaparece una mujer. No le pasé cabida, después vi que era mi amiga Melina. Preguntamos qué onda. Capaz que anda por ahí y después salió esa noticia mala. Nos pusimos muy mal, hicimos marcha, y la gorra nos quiso sacar. Pero no nos rendimos, algunas cosas te pueden matar y siempre están a tu lado. Y yo ahora le canto este rap para Melina que estás en el cielo como un Jesucristo. Cómo me gustaría ir con un cohete y decirle que la amo, y que la exrtraño, que siempre va a estar. La pelolindo la voy a recordar. Hey”.
Juan cuenta que Toto, el menor detenido por el crimen, vive cerca de su casa: “Nunca me cayó bien. Me mandó la solicitud de Facebook apenas desapareció Melina, y nunca la acepté. Mi hermana sí”.
Florencia ríe: “Era un plagoso (pesado) me hablaba todo el día y yo no le contestaba”.
¿Cómo se explican lo que pasó?
“Las pastillas que le ponen en la jarra loca” dice Javier. “Hay Rivotril, Clonazepam, hay de 10, de 5, de 2. La mezcla te pierde la mente, te puede llevar a la violencia”.
Diego Capusotto y Pedro Saborido describieron en su programa ese fenómeno como Robotril: “Lo que no te da la vida te lo da la industria farmacéutica”.
A estas cuestiones se refiere la testigo cuando cuenta que el grupo formado por Chavito, Toto y Narigón quería “enfiestar” a Melina, para obligarla sin esfuerzo al sexo grupal. O sea: se toman pastillas para envalentonarse, y se suministran pastillas a la chica para que quede indefensa y someterla. El cerebro joven de Melina no estaba tan fusilado, se resistió, y la mataron. “Pero la culpa no es de la droga” dice Juan. “Si puteás a una mujer estás puteando a tu hermana, a tu vieja, a tu abuela. Y si le pegás y matás a una mujer es porque ya lo tenés en la cabeza”.
En otro grupo una chica vuelve con el argumento de la policía. A su lado le responden: “Me da miedo la policía. El otro día se paró uno adelante mío y decían ‘vení linda, que te llevamos; dale rubia, vení que somos buenos’”. La que cuenta el episodio tiene 13 años.
Una tercer amiga, también de 13, cuenta: “Yo vivo en un barrio privado, y el otro día me siguieron unos viejos: ‘vení amorcito, somos todos vecinos’, pero yo corro rápido y me escapé”.
Replay: 13 años, barrio privado.
Rap del basural
Repaso las cosas que he ido escuchando. Las mujeres del Movimiento Evita dicen: “Es lógico tener miedo, pero lo que hay que hacer es cuidarse, porque con miedo no arreglás nada: te quedás encerrada en tu casa. Te cuidás cuando no estás sóla, cuando te juntás, hablás, levantás la cabeza. Cuando le parás el carro al que te quiere pasar por encima. Cuando te empoderás. Para nosotras eso es la militancia: hacer talleres, cooperativas, tener proyectos, hacer política”.
En la plaza Martín Coronado dicen:
“No hay que salir solas, sino en grupo, con amigas y amigos. No tomar las jarras de los boliches. Saber con quién estás. No darle bola al que te da desconfianza. Ser confiados, pero no ser confianzudos. Cuidarnos entre nosotros”.
En lugar de protecciones externas, parecen hablar de una autogestión del cuidado.
Las mujeres del Evita lo entienden como militancia política. En la plaza suena a una militancia de la amistad.
Todo sirve.
El saludo de moda es “cuidate”, y tal vez haya que tomárselo en serio.
El grupo rapero vuelve a improvisar.
“No quiero estar triste, hablar de Melina, mejor hablemos de Argentina. Vengo de un barrio llamado Podestá. Los que mandan hablan por hablar. No saben qué pasa, lo que es vivir en una villa. No saben lo que es ganarse la vida, o comer siempre la misma comida. Ya no podemos aguantar el dolor de vivir entre la espada y la pared”.
No sé hacer rap.
Tampoco sé qué palabras habría que entramar con acciones para que el mundo no sea para estas chicas y chicos una tiniebla en el basural.
#NiUnaMás
Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona
Todas las luces del Estadio Diego Armando Maradona se apagaron. Minutos antes del partido de Argentinos Juniors contra Barracas Central, solo se encendió un reflector: el que iluminaba las butacas de la platea Francis Cornejo. Cada una de las butacas con un nombre.
Tamara
Vanesa
Sheila
Abril
Rocio
Elena
Ana
Los nombres en las butacas del estadio de Argentinos Juniors. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Aquí se puede ver la imagen de cómo fue ese momento.
Fue el modo que se utilizó para mostrar los 277 nombres de víctimas de femicidios y travesticidios en lo que va de este año hasta hoy: 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
En la oscuridad absoluta la voz del estadio dijo desde todos los parlantes: “Esas butacas vacías, cada una con el nombre de una víctima de femicidio, son un recordatorio doloroso: en lo que va del año 277 mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujer. No son solo cifras, son historias, son ausencias”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Y un aplauso conmovedor y sincero inundó todo el estadio.
La acción fue impulsada por Secretaría de Género de Argentinos Juniors junto al Observatorio Lucía Pérez para visibilizar la violencia machista en nuestro país.
Las integrantes de la Secretaría de Géneros de Argentinos Juniors y del Observatorio Lucía Pérez. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“La idea fue dejar un espacio vacío de la tribuna con los nombres de las mujeres asesinadas durante este año, y mostrar así la falta, que ellas hoy no están pudiendo venir a la cancha. Tomamos el mensaje del Observatorio: no son solo cifras, sino que detrás de cada uno de estos nombres , hay una historia”, dice a lavaca Mariel Alonso en la previa al partido mientras se repartían volantes con la invitación a visitar la web de la Secretaría del club y conocer la acción que se estaba por llevar a cabo.
Las camisetas de los jugadores adaptadas para el evento programado por la Secretaría de Géneros del club. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Las butacas vacías se iluminaron luego de la entrada en calor de los jugadores, que minutos después salieron a la cancha con un parche en la camiseta oficial que dice 25N, en homenaje a este día. Los suplentes salieron al campo con una remera especialmente diseñada para hoy que en la espalda tenía un dibujo que entre mujeres y banderas dejaba ver dos mensajes: “25N” y “Rompamos el silencio”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“Hacer estas acciones en un club es fundamental”, explica Vanina Sánchez, secretaria de Géneros de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. “Los clubes de fútbol no son solamente de fútbol, son también espacios donde las mujeres y los hombres venimos a pasarla bien, a alentar por nuestros colores, y son lugares donde estas batallas hay que darlas. Es súper importante que como institución deportiva podamos dar un mensaje: el de que es importante involucrarnos, defender nuestros derechos, y pedir también justicia por todas las mujeres que ya no están”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina. Toda la información está disponible y es de libre acceso con el objetivo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Toda la info se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
#NiUnaMás
No son cifras
La cifra de violencia contra las mujeres registró un nuevo salto: 277 femicidios y travesticidios se produjeron hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, según la información del Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado sobre violencia patriarcal. Por esa razón la Secretaría de Género de la Asociación Atlética Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche Argentinos juega a las 21.15 en su estadio Diego Armando Maradona contra Barracas Central.
Se dejarán 277 butacas vacías de una de las tribunas para poner el foco así en todas las mujeres que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
La investigación cotidiana del Observatorio Lucía Pérez elevó el registro de femicidios y travesticidios en lo que va del año a 277 hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Además, a raíz de esos crímenes, quedaron 161 huérfanxs. Como respuesta hubo 288 marchas y movilizaciones en búsqueda de justicia.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata en 2016, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina.
Mediante una docena de padrones que se actualizan diaria y mensualmente se construye una cartografía de la violencia y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con la que cuentan las víctimas antes de ser asesinadas.
De los 277 femicidios y travesticidios:
- 25 habían realizado denuncias previamente.
- 70 de ellas tenían hijxs, lo que provoca la cifra de 161 huérfanxs. En muchos casos sus hijxs presenciaron el crimen, como en el femicidio de Rosa Vanesa Mamani Vargas, asesinada el primer día del año; o el de Ramona Isabel Morínigo, asesinada en febrero frente a su hijo de 15 años; o el de Analía Celeste Oliva, cuyos hijos de 11 y 15 años fueron quienes encontraron el cuerpo.
- Tres de ellas estaban embarazadas.
- 30 estuvieron desaparecidas antes de confirmarse que habían sido asesinadas.
- 24 eran menores de edad.
Cada una de ellas no es una cifra, son madres, hijas, hermanas, vecinas, amigas, compañeras, hinchas por las que pedir justicia.
Por eso que en este día la Secretaría de Género de Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio Lucía Pérez una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche, en el partido contra Barracas Central, se dejarán 277 butacas vacías de una de las plateas para poner el foco así en todas las que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
Toda la información generada por el Observatorio Lucía Pérez está disponible y es de libre acceso con el deseo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
#NiUnaMás
Jury a los jueces Gómez Urso y Viñas: sin culpa y con cargo
Absolvieron a los jueces responsables del fallo del primer juicio (2018) por el femicidio de Lucía Pérez, que fue luego anulado por el Tribunal de Casación por la falta de perspectiva de género y la re victimización de Lucía (16 años) y obligó a un segundo juicio realizado en 2023. Ese nuevo proceso, con otros magistrados, sí condenó por el femicidio ocurrido en octubre de 2016 a Matías Farías y Juan Pablo Offidani, quienes además vendían droga en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Detalles de lo ocurrido hoy y la voz de Guillermo Pérez, el padre de la víctima: “Mensaje más mafioso que este no se me ocurre”.
Por Anabella Arrascaeta
Terminó hoy el juicio político a los jueces Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas quienes fueron absueltos de la acusación de “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta” por su actuación en el primer juicio por el femicidio de Lucía Pérez. En esa oportunidad ambos –junto al juez Aldo Carnevale que evitó el proceso al jubilarse anticipadamente– firmaron un fallo vergonzoso en 2018 que, en resumen, victimizó a Lucía de su propio femicidio, y absolvió a los acusados. Esa sentencia fue anulada por el Tribunal de Casación, que ordenó un nuevo juicio realizado en 2023 en el que finalmente se condenó a los autores del femicidio.
La llegada a este jury (más allá de su resultado) sienta un precedente histórico sobre el control social y político al Poder Judicial.
El Tribunal que analizó el caso fue encabezado por el presidente de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Soria, y conformado por integrantes del Poder Legislativo.
No hubo audiencia sino un comunicado leído por el secretario del jury Ulises Giménez de modo virtual, y en contacto con las partes.
La familia de Lucía Pérez tuvo que ver la lectura de la sentencia por YouTube, al igual que los abogados de la querella. No se difundieron tampoco los fundamentos, que se darán a conocer mañana y se enviarán por mail a las partes.
Solo se informó la decisión unánime de absolver a los jueces y de solicitar a su vez a la Suprema Corte “la posibilidad de optimizar la capacitación en materia de género”.
El voto de absolución incluye al propio Daniel Soria y a los legisladores:
- Senador Gustavo Soos (Unión por la Patria).
- Senadora Gabriela Demaría (Unión por la Patria).
- Diputada Maite Milagros Alvado (Unión por la Patria).
- Senador Ariel Martínez Bordaisco (UCR).
- Diputada Susana Haydee González (Unión por la Patria).
Hacia el final, antes de que desconectaran la transmisión, la ex diputada Araceli Ferreyra, una de las impulsoras del juicio político, hizo oír su voz de repudio: “Lucía Pérez, presente, ahora y siempre”.
La familia: “Mensaje mafioso”
Guillermo Pérez, el padre de Lucía, habló desde Mar del Plata con lavaca:
Su primera reflexión: “Estamos asumiendo el cachetazo. Esto no es un mensaje para nosotros, es para la sociedad. Lo veo así. Ahora vamos a aclarar la cabeza, apagar los celulares, intentar dormir un poco. Todavía no hablamos con nuestro abogado”.
Sobre la absolución: “Pienso que los legisladores tienen que pagar el precio político. Los legisladores tanto como el presidente de la Corte estuvieron cuando a los jueces se los suspendió, ahí también fue por unanimidad, y ahora dicen otra cosa. Todavía no sabemos los fundamentos. Pero mensaje más mafioso que este, no se me ocurre”.
La contradicción: “Los legisladores tienen que pagar un costo. ¿Qué tengo que hacer, ir a verlo a Milei? ¿Qué tenemos que hacer? Es una contradicción este fallo, dice que tienen que hacer capacitación sobre violencia y los absuelven. Todavía no alcanzo a entender, quisiera saber los fundamentos de la sentencia”.
Otra reflexión: “Podemos tomar la sentencia, pero políticamente todo tiene un costo porque traicionaron a una sociedad. No nos traicionaron solo a nosotros. Ahora ¿quién les va a creer?”
El fallo
El fallo se dictó de manera virtual –dado que hoy se conmemora aniversario de la ciudad de La Plata y se dispuso asueto administrativo– y se siguió colectivamente en distintos puntos de Mar del Plata, La Plata, y CABA.
La familia de Lucía escuchó la sentencia rodeada de quienes la acompañan en la búsqueda de justicia en La Casa de Lucía, un espacio de encuentro y aprendizaje destinado a prevenir las violencias.
El fallo se dio a conocer un día antes de que se cumplan 35 años de la Convención sobre los Derechos de los Niños, y a menos de una semana del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“Narcofemicidio“
El jury había comenzado el pasado lunes 11 de noviembre (https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/).
Durante dos días hubo audiencias presenciales en el salón “Nunca Más” del Senado bonaerense donde desfilaron testigos convocados tanto por la acusación como por la defensa.
Los primeros argumentaron sobre el mal desempeño de los jueces Gómez Urso y Viñas, detallando momentos del juicio en los que atacaron a la familia y a sus testigos, así como los extractos del fallo que, según el representante del Ministerio Público Fiscal, Marcelo Lapargo, “desobedecieron leyes y normativas nacional e internacionales”.
Expusieron también Guillermo Pérez y Marta Montero, los padres de Lucía, quienes describieron el calvario en el que convirtió su vida tras la muerte de su hija y también tras la primera sentencia: “El primer juicio fue una tortura”, resumió Guillermo. Luego declaró Matías Pérez, hermano de Lucía, quien dijo con lágrimas en los ojos: “Lo único que sigo viendo es como se nos sigue pasando la vida pidiendo justicia”.
Luego fue el turno de Gustavo Melmann, papá de Natalia, asesinada, violada y torturada cuando era una niña de 14 años; María Elena Naddeo, ex presidenta del Consejo de los Derechos de lxs Niñxs; Laureana Malacalza que en el momento del juicio era Coordinadora del Observatorio de Género de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires; Natalia Gauna que en el momento del juicio trabajaba en la Defensoría y fue veedora de todas las audiencias; Fernando Fernández y Alejandro Agote, ambos trabajadores judiciales de Mar del Plata.
En esta crónica, la descripción de sus aportes e intervenciones en el jury: https://lavaca.org/ni-una-mas/lucia-perez-asi-comenzo-el-juicio-politico-a-los-jueces-que-buscaron-dejar-impune-el-femicidio/
Flavia Delmas, ex Secretaria de Políticas contra las Violencias por Razones de Género de la Provincia de Buenos Aires, sintetizó en una nota su responsabilidad en el proceso: “Estos jueces, Viñas y Gómez Urso, tuvieron que discernir qué había sucedido entre una niña adolescente de 16 años, estudiante secundaria, y dos personas mayores –uno de 23 años y otro de 41 años– que vendían estupefacientes en la puerta de su escuela. Es decir, dos hombres pertenecientes a una banda criminal que buscaba captar niñas adolescentes para el consumo. La invisibilidad de lo evidente, el afán de extirpar las jerarquías y los estatus que se desplegaron en esas apenas 24 horas previas al femicidio, es una de las principales operaciones de poder que se han producido en el juicio acontecido en Mar del Plata en 2018. Sin lugar a dudas este caso es paradigmático ya que devela un tipo de femicidios que nada tienen que ver con los más extendidos en nuestro país: los de violencia doméstica. Esto implicaba un desafío para los jueces: producir la distinción de un fenómeno creciente, que es el NARCO FEMICIDIO”. Y concluyó: “Ante este desafío, los jueces acusados en el jury tomaron el atajo corto: culpar a la víctima”.
Por su parte, la defensa convocó a tres abogados: al ex abogado de la familia de Lucía, al abogado Esteban Viñas, primo de uno de los jueces imputados e integrante de la Red de Jueces Penales; y a la abogada de Matías Farías, condenado por el femicidio de Lucía Pérez.
El proceso
El jury político que culminó hoy representa un hito de cómo luchar frente a las injusticias. La familia de Lucía Pérez, tras su femicidio, logró la anulación del primer juicio (2018) y realizar un nuevo proceso a cargo de otro Tribunal, en el que Matías Farías fue condenado a cadena perpetua por el femicidio y Juan Pablo Offidani a 15 años de prisión, considerado “partícipe secundario”. Este fallo contrastaba con el primero, que los había condenado solo a 8 años de prisión por la venta de drogas en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía.
En el segundo juicio, llevado a cabo en 2023, los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone determinaron por unanimidad que estaba acreditado el abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes del que fue víctima Lucía Pérez. Y en el fallo ponderaron a su vez su doble rol de víctima mujer y niña amparado por normativa internacional y nacional y por los parámetros de perspectiva de género.
Nada de esto había sido considerado en el primer juicio. Por eso, el 22 de mayo de 2019 en la Cámara de Diputados de la Nación se anunció la presentación del pedido de destitución a los jueces del Tribunal en lo Criminal N°1 de Mar del Plata: Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale, quien finalmente pidió la jubilación anticipada.
Dos años más tarde, en abril de 2021, la Comisión Bicameral de Normas de Procedimiento para el Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios bonaerenses resolvió acusar a los jueces Viñas y Gómez Urso por “negligencia, incumplimiento de deberes inherentes del cargo y parcialidad manifiesta”. Desde ese momento fueron preventivamente destituidos y dejaron de cobrar el 40% de sus honorarios.
En paralelo, la Corte Suprema bonaerense aprobó este mismo año una Guía Práctica para que jueces y juezas apliquen la perspectiva de género que justamente cita ese fallo. La guía señala: “La estereotipación debe ser desarticulada” porque “trae como consecuencia la negación de un derecho, la imposición de una carga mayor o degradación, provocando de ese modo la perpetuación de prácticas que entrañan violencia y discriminación desde el Poder Judicial, pudiendo caer en violencia institucional”.
Los argumentos para la destitución de los jueces eran varios. Por parte del Ministerio Público Fiscal, el fiscal Marcelo Lapargo sostuvo en su pedido de destitución: “Si en vez de discriminar por la conducta sexual previa de Lucía, lo hubieran hecho porque Lucía era negra, judía o evangélica, estaría clarísimo, no estaríamos ni discutiendo. El tema es que la conducta sexual parece algo en lo que estamos autorizados a meternos (…) Discriminar no es un hecho menor. Discriminar a una niña, a una menor de edad, no es un hecho menor. Tratar de entender que su valía se ser amparada por las leyes se define por los hallazgos de una autopsia, no es un hecho menor”. Y dijo después a modo de conclusión: “En definitiva los magistrados causaron una grave ofensa a la familia y un grave desprestigio al poder judicial”.
Nada de esto fue tenido en cuenta para la absolución de hoy, que además reintegra a ambos jueces a sus cargos y les restituye la totalidad de sus salarios.
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