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Travesticidios: el odio como factor del crimen
Por Cristina Montserrat Hendrickse
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Desde que comenzó el año 2021 hasta hoy registramos 10 travesticidios.
Aun sin haber terminado 2021 los travesticidios se incrementaron un 66,6 % respecto del año 2020 en el cual se habían registrado 6 casos.
Del relevamiento de seis de los diez casos tan solo dos fueron caratulados como femicidio u homicidio en contexto de odio a la identidad de género. En los demás casos, la justicia no consideró relevante la identidad de género de las víctimas, efectuando un análisis descontextualizado.
De los 10 casos 2 estuvieron desaparecides, uno desde mayo de 2017 encontrado casualmente a 10 kilómetros de donde fue visto por última vez y no como resultado de una búsqueda institucional.
En uno de los casos el sospechoso era policía y se suicidó. Tan solo en 1 caso se habían hecho denuncias previas.
También el Observatorio registra 55 travesticidios/transfemicidios sociales.
La información permite formular distintas conclusiones.
Por lo pronto se mantiene en el ámbito de los distintos poderes judiciales del país la práctica de descontextualizar los hechos y resistirse a considerar que los crímenes hayan sido cometidos por odio a la orientación sexual, identidad de género o su expresión (inc. 4° artículo 80 del Código Penal, que prevé la pena única de prisión perpetua). Tal práctica reiterativa la entendemos vinculada a la cultura patriarcal predominante que no ha sido deconstruida por la aplicación de la Ley Micaela (obligatoriedad de capacitación en temas de género y violencia de género a funcionarios y empleados de los tres poderes, incluido el judicial). De allí que los colectivos feministas y transfeministas insistan en la necesidad de una reforma judicial y el reclamo lejos de cesar, además de otras causas, se incremente.
En cuanto al odio a la identidad de género como causa determinante de los travesticidios se formula la hipótesis de que el gran incremento de los travesticidios en 2021 respecto del año anterior (66,6 %) se deben en parte al aumento de los discursos transodiantes cuya difusión han aumentado en la construcción de discursos políticos de la Nueva Derecha en Europa.
En junio de este año y desafiando al Parlamento Europeo, que en marzo declaró oficialmente la Unión Europea una “zona de libertad” para las personas del colectivo LGTBI, con los votos de los legisladores del partido gobernante Fidesz, y los votos de la formación ultranacionalista Jobbik, la Hungría presidida por el lgbtfóbico Viktor Orbán aprobó una ley que prohíbe compartir información de lo que Budapest considera que promueve la homosexualidad o el cambio de género lo que implica que tampoco podrán emitirse anuncios que muestren solidaridad con las personas gais, si van dirigidos a los menores.
Otro tanto ocurre en Polonia donde algunos municipios se han declarado “zonas libres de ideología LGTBIQ”. España no se queda atrás. 12 de los 13 parlamentarios del PP español en la eurocámara se abstuvieron de votar en favor de un dictamen contra la ley húngara. Por su parte, los legisladores de Vox, la formación de extrema derecha española ha votado, directamente, en contra del dictamen de la Eurocámara y respalda la postura de Hungría por “no arrodillarse ante la embestida de la ideología LGTB”. “…Las oligarquías políticas y económicas se unen para atacar al pueblo húngaro por no arrodillarse ante la embestida de la ideología LGTB…”, señaló el líder de los ultraderechistas, Santiago Abascal.
Esto es, el discurso lgbtfóbico deja de alojarse en reductos minoritarios para expresarse naturalizado en los máximos órganos políticos de la Unión Europea. Este avance de los discursos de odio que cobran cierta legitimación institucional tiene su réplica en la región.
Ya en 2019 el entonces candidato a presidente José Luis Espert (hoy diputado nacional) en un spot de campaña sostenía el slogan “Basta de ideología de género”. Espert sostuvo que “…en nuestro proyecto, no importa si sos linda, fea, no importa el género. Lo que importa es el mérito, lo que importa es el esfuerzo…”. Tal transfobia se aprovechó de la crisis originada con la pandemia, llegándose a ver afiches en las calles de Buenos Aires que cuestionaban la aprobación de la ley del cupo laboral trans comparándolo con inexactos niveles de desocupación y la indigencia.
El incremento de tales discursos y la naturalización de la visibilización de los mismos es una de las concausas del excesivo incremento de los travesticidios en 2021 (66,6 %). Sin desconocer las políticas de inclusión de la diversidad implementadas por el gobierno nacional y gobiernos provinciales y municipales percibimos la necesidad de reforzar la comunicación en cuanto a transmitir que la identidad de género es un “derecho humano”, y no una “ideología”, a riesgo que los oscurantistas de la Nueva Derecha consoliden el odio que propagan hacia nuestro colectivo y a la negación de demás derechos humanos, no solo nuestros, sino del resto de la población.
El nazismo comenzó su consolidación en base al odio a los judíos. La Nueva Derecha hacia las personas LGBT y los inmigrantes. Deseamos que la humanidad no tenga que volver a escribir como Bertolt Brecht “…Ahora vienen por mi, pero es demasiado tarde…”.
Quizás todavía estemos a tiempo.
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Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.
Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.
La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.
La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Domínguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.



El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.
La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.
Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.
Y también, otras formas de presentar un libro.



El Observatorio y su libro
El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.
Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.
Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.


Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.
Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.
Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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