Nota
Agroecología, trabajo digno y feminismo: qué es la política según la UTT
La secretaria de Género y una de las fundadoras de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Rosalía Pellegrini, fue la invitada de la tercera emisión de Es la política, el programa producido por lavaca y Canal Abierto. De la agroecología a los verdurazos. Del extractivismo patriarcal al feminismo. Del agronegocio a la lucha por una vida digna. De la especulación de los alimentos a los precios populares. Respuestas sobre la verdadera política en medio de una campaña agrotóxica.
“La política siempre fue transformar la vida de los sectores que menos tienen, y eso se hace estando organizados. La organización construye política todo el tiempo porque transforma vidas”. La definición es de la secretaria de Género y una de las referentes de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Rosalía Pellegrini, la invitada en la tercera emisión del programa Es la política, conducido por Pablo Marchetti y María Eugenia Rossi Gallo, y producido por lavaca y Canal Abierto.
La UTT agremia a más de 15 mil familias de campesinos y productores, que luchan por el acceso a la tierra y por sus condiciones de producción y de vida, en un panorama general:
- 200 mil pequeños productores, con apenas el 13% de la tierra, cultivan el 60% de los alimentos que se consumen en el país.
- Más del 70% de ellos no tiene tierra propia sino que alquila.
En mayo, la UTT fue una de las organizadoras del primer Foro Agrario y que reunió a más de 3000 campesinos, agricultores y productores de todo el país, con la agroecología, la propiedad de la tierra, la justicia y el rol activo de las mujeres como ejes de discusión. Dice Pellegrini: “Esta organización es una herramienta para tener una vida digna y para acceder a nuestros derechos. Así fuimos pensando cómo instalar nuestras luchas y nuestros proyectos”.
La UTT tiene hoy unas 120 hectáreas de producción hortícola agroecológica, sin venenos. “Es algo que fue surgiendo, haciendo una lectura de quién es el enemigo de nuestro sector. No es que la UTT surge como una organización agroecológica, sino de ir viendo cuáles eran nuestros problemas, desde que no somos dueños de la tierra hasta que tenemos que alquilar un tractor para trabajar la tierra, que te sale carísimo, y tu producción depende además de una semilla, un insumo o un agrotóxico, dependiente de un paquete tecnológico que definen empresas de afuera”.
Pellegrini subraya además que ese paquete tiene una trampa doble: envenena a los productores y a los consumidores. “Ahí vimos que eso nos esclaviza, mucho más que los intermediarios en la comercialización. Entonces empezamos a ver que la agroecología no es algo nuevo, sino la forma en la que producían nuestros padres, abuelos, que no usaban agroquímicos sino insumos naturales. Pero nos impusieron un modelo más productivista y que sólo genera plata para ellos”.
De esta forma, la UTT también pone en discusión a quién le vende la verdura y las frutas: ese es el eje de los verdurazos en el espacio público a precios populares. “Si no, es vil: el que tiene plata puede comer bien, y el que no, va a comer basura. Cuando nos dimos cuenta que la agroecología implicaba no depender de los insumos a precio dólar, entonces vimos que producir era mucho más barato. Y así ves que nos vendieron un paquete que produce en serie tomates que no tienen gusto a nada. La agroecología, además de salud, implica volver a precios populares. Es lo que demostramos”.
Qué es la UTT, qué propone y cómo se pueden comprar alimentos a precio justo y sin venenos
Salir de la especulación
Los feriazos fueron una forma de tender puentes con la comunidad. “El mercado de los alimentos depende del libre mercado. En general hay una especulación con la verdura como si fuera una mercancía, y así se hace negocio. Se especula mucho, y es a costa del compañero y la compañera. Hay veces que un cajón de lechuga, con 11 kilos, te pagan 20 pesos. ¿Qué hace el productor en el medio del campo, sin recursos? Tenés que pagar 15 mil pesos la hectárea por mes de alquiler, y entonces sacás la lechuga y ponés otra cosa para generar un próximo ingreso”.
La preocupación de los productores pasa por pensar el uso del suelo y el contacto con la naturaleza, con creación de bioinsumos para los cultivos, en un sector que produce a escala. “Somos quienes producimos realmente el alimento para el pueblo, tanto agroecológico como el convencional. Lo que come cualquiera en su casa, si no lo compraste en el Almacén de Ramos Generales de la UTT, lo compraste a un compañero o compañera de la organización”.
Por ese motivo, presentaron en 2016 un proyecto de ley para generar políticas públicas al sector. “Es para generar un Procrear rural: en vez de pagar un alquiler altísimo, yo productora demuestro que puedo pagar un crédito para acceder a la tierra”. Proponen que el Estado cree un fondo para comprar tierras y distribuirlas. “En 2017 se volvió a presentar con varios avales, pero el núcleo duro de la ley está en Cambiemos. Y no hay ningún interés en distribuir la tierra. No hay voluntad”.
La política que salva vidas
Pellegrini también es la secretaria de Género de la organización y subraya que es una política que vienen trabajando de forma cada vez más intensa a nivel interno. “En territorio rural la cuestión del machismo y la violencia está mucho más naturalizada. Y nos dimos cuenta que había que sacar el problema de las quintas, hacerlo más público, que el problema no es personal y que se trata de una cultura machista que tenemos que erradicar”.
¿Cómo lo trabajan? “Primero, empezamos a juntarnos, levantándonos el autoestima, y planteando el sacrificio del doble trabajo que tienen las trabajadoras de la tierra: son compañeras que trabajan 12 horas en la quinta junto al varón, el trabajo es re pesado. Y no es que se quedan al cuidado de los pibes y nada más: después vuelve a la casa, trabaja haciendo la comida, limpiando, cuidando a los hijos y las eternas tareas de cuidado de las mujeres. Ese doble trabajo de la mujer campesina es muy fuerte y no está reconocido ni valorado económicamente. No tienen ni derecho al tiempo libre”.
Pellegrini ubica la violencia como una forma intrínseca del modelo productivo: “¿Por qué ese modelo del agronegocio se asienta en los varones de la familia? Hay una relación entre estas empresas que vienen a oprimir y se asientan en esa estructura patriarcal”.
La organización creó así una red de promotoras de género rurales para trabajar las problemáticas en los territorios. “Nosotras salvamos vidas. Todo lo que no funciona del Estado lo hacemos nosotras. Además de todo, tienen un rol en la organización muy importante: son dirigentes, referentas, voceras, hablan con la prensa y cada vez los varones las valoren más. Hay cambios, pero aún falta”.
-¿Qué es la política, Rosalía?
-La política siempre fue transformar la vida de los sectores que menos tienen, y eso se hace estando organizados. La organización construye política todo el tiempo porque transforma vidas. Se hace con organización de productores y productoras, pero construyendo lazos y puentes con otros sectores. Eso es el verdurazo. Pensamos cómo llevar nuestro reclamo a la gente común, a tu tía, tu primo, tu abuela, en un contexto donde nos gobierna el macrismo. El verdurazo es una herramienta para tender un puente con un sector de la sociedad. Poder construir sentidos con gente común sobre una vida digna y que las personas que producen alimentos tengan acceso a la tierra: eso es la política.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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