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Alerta Chaco: saqueos, represión y muerte de un niño de 13 años
Ismael Ramírez, un niño de 13 años, murió de un balazo en el pecho en medio de una represión policial a un intento de saqueo en un supermercado del barrio Obrero, en la localidad de Sáenz Peña, Chaco. El fiscal del caso subrayó que la bala partió de un “arma de uso civil”, pero los vecinos señalan que es habitual que la policía “porte otro calibre”. Hay otro niño de 14 años internado en grave estado con un perdigón en un ojo. “Nosotros anticipamos a las autoridades provinciales lo que podría llegar a ocurrir con la pobreza extrema que se está concentrando en Chaco”, dicen a lavaca desde el Centro de Estudios Nelson Mandela, y precisan que fue el tercer intento de saqueo en tres días. El contexto de pobreza extrema y las advertencias sobre un posible estallido social.
“¿No ves que es sólo un niño?”, grita una señora, llorando.
En la calle hay un cuerpo tirado.
Se ven policías con armas en las manos.
Se oyen disparos en medio de la noche.
Es sólo una de las imágenes de los videos filmados por celular desde el Barrio Obrero, en la localidad de Roque Saénz Peña, en Chaco, donde un intento de saqueo de un supermercado terminó con la vida de Ismael Ramírez, un niño qom de tan sólo 13 años, muerto de un tiro en el pecho. Otro niño está internado en grave estado en Resistencia con un perdigón en un ojo.
El director del Hospital 4 de Junio, Rolando Gauna, confirmó al portal de noticias Periodismo365 que Ismael murió a las 22:30 del lunes. “Es un chico que ingresó por la Guardia de Emergencias proveniente de la zona de los incidentes de saqueos en el Barrio 713 Viviendas”, especificó. “También hay otro chico con un balazo en el ojo. Tiene incrustado un perdigón en la zona periorbitaria. Se le realizará de manera inmediata una tomografía y ya se lo deriva urgente a Resistencia, a un área de mayor complejidad”.
El ministro de Seguridad de Chaco, Carlos Barsesa, trató de desligar a la policía del hecho. “Nos enteramos de la muerte de un chico con un arma de fuego. Nosotros creemos que el arma no corresponde con la Policía. Hubo disparos de civiles, y de gente del súper”, apuntó.
Según el Diario Norte, el fiscal Marcelo Soto, que intervino en la investigación, confirmó esta mañana que la bala que mató a Ismael corresponde a perdigones “de escopeta o tumbera”, y no de uso policial. “Son perdigones de uso de arma civil”, apuntó. Sin embargo, los vecinos no descartan que haya sido precisamente una maniobra de despiste policial: “Sabemos que los efectivos no tienen en su cintura sólo una 9m, sino una segunda arma”, dicen a lavaca.
El comisario Romero, jefe de la Dirección General de Seguridad Interior, dijo a una radio local que se detuvieron a 16 hombres y tres mujeres, entre mayores y menores de edad, mientras que se secuestraron un arma blanca, un revolver calibre 22, “cinco tumberas y una pala ancha”.
Eric Ponce, vecino de Saénz Peña y militante del Partido Obrero, resume a lavaca: “Chaco es un caldo de cultivo, y cualquier chispa puede provocar una explosión”.
La explosión
Los acontecimientos que se produjeron frente al supermercado Impulso tuvieron algunos antecedentes durante el fin de semana, según precisó a lavaca el director del Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela, Rolando Nuñez. “El primer hecho se produjo el sábado a la mañana en un supermercado en Barranqueras: la gente se agolpó y pedía comida. Después, a la noche, otro grupo se hizo presente en un supermercado a 30 cuadras de la plaza central de Resistencia. La policía también llegó rápido. Luego, ocurrió lo de Sáenz Peña”.
Los mensajes circularon por WhatsApp en los días previos. “El supermercado está ubicado en un punto muy estratégico, en el centro de tres barrios populares: 713 Viviendas, el barrio Monseñor de Carlo y el barrio Obrero”, explica Ponce. “Son barrios populares y del lado de 713 están las comunidades indígenas. Son barrios y comunidades olvidadas por mucho tiempo que están recibiendo, muy rápido y al mismo tiempo, los impactos de esta crisis económica”.
Según precisaron a lavaca periodistas de la zona, fueron unas 200 personas que se concentraron alrededor de las 20 frente al supermercado, cuyos dueños habían alertado por la tarde a la Comisaría 3ra la posibilidad de eventuales saqueos. Su propietario, Orlando Proselek, dijo a diariochaco.com que llamó nuevamente a la Comisaría cuando vio a la gente ya frente a su comercio: “Llegaron recién a los 20 minutos siento que están a tres cuadras”.
Nuñez, del Centro Mandela, apunta a lavaca: “Nosotros anticipamos a las autoridades provinciales lo que podría llegar a ocurrir con la pobreza extrema que se está concentrando en Chaco. Esto no se resuelve con policías, sino con asistencia social y política pública. Lo que terminó pasando es la muerte de Ismael y la internación del otro joven. Hubo un informe preliminar que señala que el orificio del proyectil no se corresponde con una reglamentaria, pero sí sería la del chico con perdigón en el ojo. Sin embargo, los testimonios señalan que los disparos podrían haber provenido de un personal policial: sabemos que los efectivos no tienen en su cintura sólo una 9m, sino una segunda arma. No hay que descartar nada”.
Los vecinos comentan que el barrio amaneció hoy con un operativo policial nunca visto. Los efectivos vallaron la zona cinco cuadras a la redonda del supermercado. Ponce: “No es algo generalizado sino un punto particular de la ciudad: justamente el lugar donde más impacta el ajuste del Gobierno nacional y provincial. Lo que ocurrió es el resultado de falta de aplicación de políticas de Estado. En Chaco hay más de un millón de personas, la mitad vive de un empleo público y otro porcentaje de asignaciones sociales. Hoy encima tenemos una provincia paralizada: los docentes, médicos y judiciales están de paro. Los bolsillos están muy golpeados, hay mucha gente bajo el índice de indigencia y la problemática se endurece cada vez más. En el caso puntual de las comunidades originarias, muchas viven de la limosna que tira el Estado. Muchos chicos en edad escolar ya entran a trabajar para el municipio en condiciones paupérrimas. Es un caldo de cultivo, y cualquier chispa puede provocar una explosión”.
La chispa ya explotó.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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