Nota
Australia: la extinción o la vida
Temperaturas de hasta 47 grados, 6 millones de hectáreas quemadas, 500 millones de animales y 24 personas muertas, casi 1600 hogares incinerados, los cielos rojos, el aire muerto, la mayor contaminación del mundo, la vida en un abismo de fuego.

La gente observa las llamas mientras huye sin poder creer lo que ve. Escapa de las tierras hacia los mares. El continente arde, y en muchos lugares solo queda la opción de ir hacia el agua. Pero en Australia se conocen desde hace al menos tres años las imágenes de ríos de fuego, como el Condamine, con las aguas contaminadas por gas metano como consecuencia del modelo de extracción de combustibles por fractura hidráulica (fracking). El agua que podría ayudar a sofocar incendios, no solo está contaminada sino que también puede arder. Los medios se conmueven ante los koalas a punto de desaparecer, aunque quizás son muchas más las realidades en vías de extinción.

La catástrofe triplica a la que en 2019 padeció el Amazonas. Las víctimas en las selvas brasileñas fueron los pueblos indígenas y los pequeños campesinos y agricultores: los pobres. Todo motorizado por un visto bueno del gobierno de Jair Bolsonaro para que los terratenientes ampliasen la frontera agropecuaria (ganadera y sojera) a costa de la selva y la vida.
Australia presenta un escalón más en la descomposición planetaria: los afectados ya no son los pobres, sino los habitantes de un país rico, con alta calidad de vida y todos los supuestos cánones del éxito económico, mezclados con los de la inacción política.
El desastre australiano tiene muchas causas. Todas se relacionan con la actividad humana, y no con catástrofes “naturales”. Los medios y buena parte de la clase política hablan de «cambio climático» como si se tratase de un tema atmosférico y no humano. Todo lo que la ciencia real (no la comercial) viene anunciando empezó a cumplirse.

Australia es un caso emblemático de lo que suele llamarse modelo extractivo. Su industria minera es lo suficientemente fuerte como para haber ayudado a eyectar a dos primeros ministros: el laborista Kevin Rudd en 2010, tras intentar establecer un impuesto a las mineras y un control de la contaminación por carbón; y el liberal Malcolm Turnbull en 2018 por su impulso a las energías renovables.
El actual primer ministro, Scott Morrison, es de los que niega la crisis climática, sumándose a arquetipos como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Según usos neoliberales de la época, cuando su país ya estaba ardiendo días atrás, decidió irse de vacaciones a Hawai. Cuando el escándalo se hizo internacioal, regresó con discursos compungidos.
La economía australiana, de geografía tantas veces similar a la de Argentina, se fundamenta en un modelo territorial basado en la actividad agropecuaria con producción de materias primas, el monocultivo forestal, y principalmente el extractivismo petrolero (con perforaciones permanentes dado que en la zona sur del país se encuentra el yacimiento de combustibles fósiles considerado el más grande del mundo) junto a la minería de carbón (primer exportador mundial), hierro (ídem), oro y diamantes.
El modelo excede lo neoliberal, palabra que acaso ya esté quedando anacrónica en los tiempos actuales.
Podría hablarse de un corpo mercantilismo, o habría que seguir buscando nuevos términos para describir una dinámica de grandes corporaciones concentradas (en todos los órdenes y rubros), muchas veces con el aval de los Estados y los políticos, que buscan mercantilizar y rentabilizar toda forma de existencia.

En esta realidad mundial Argentina tiene riesgos evidentes por la aplicación de la misma lógica extractiva a lo largo de las últimas décadas, con signos de intentar reforzarse en las últimas semanas. Sin embargo la situación en Mendoza en diciembre de 2019, cuando la enorme movilización social logró detener la ley que buscaba instaurar la minería con uso de sustancias tóxicas, mostró la capacidad de las comunidades en el país para reunir tres proyectos que siempre fueron pensados por separado:
- derechos humanos,
- justicia social,
- justicia ambiental y territorial.
Los tres como parte de una sola lógica de preservación de la vida, del presente y del futuro.
Mendoza fue un signo de lo que también ocurre en Chubut, en Catamarca o en La Rioja con el tema minero, o en las provincias de la Pampa Húmeda frente al modelo transgénicco y de agrotóxicos, o en miles de comunidades de todas las provincias en las cuales la gente no se resigna a modelos, negocios y negociados impuestos con argumentos financieros (muchas veces dinero infinitamente sucio, lavado a escala planetaria) con más capacidad real de destrucción que de creación. El crecimiento de las producciones agroecológicas en todo el país es otro síntoma de una actitud: propuestas para modos de producción y de vida diferentes.
Ese es el escenario para pensar las democracias actuales en un año que se inaugura con las dinámicas de pobreza e injusticia habituales, magnicidios a control remoto y fuegos de Apocalipsis. Sigue pendiente saber hasta qué punto los humanos logramos escuchar y actuar ante los mensajes que nos enciende la realidad, para elegir entre las vías de la extinción o que la vida sea posible.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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