#NiUnaMás
Buscando la salida. Violencia machista: qué hacemos más allá del escrache
¿Cómo construimos relaciones no violentas? ¿Cómo le exigimos a las instituciones garantías para no sufrir abusos? De los colegios al consultorio, pasando por Tribunales, qué estamos haciendo y qué falta para constuir un futuro mejor. ▶ ANABELLA ARRASCAETA Y LUCÍA AÍTA
Si tuviésemos que ponerle un comienzo a esta nota sería darle play a un video en el que una mujer cuenta el abuso que sufrió por parte de un cantante de una banda de rock. O podría ser contar lo que vivió Calu Rivero, que insiste en revelar que un galán de telenovelas se propasó con sus besos y no escuchó el “no”. O quizá convevendría recordar a la serie de actrices de Hollywood que denunciaron al productor de cine más poderoso.
La catarata no se quedó en el rock ni en la actuación, y las mujeres pudimos gritar que sufrimos distintas formas de acoso en distintos ámbitos. Familia, poesía, periodismo, academias, stand up y fútbol: no hay afuera. Todas pasaron a ser potenciales escenas del crimen posibles de ser examinadas con lupa.
Pero, ¿qué miramos? La violencia machista.
¿Cómo lo hacemos? Como podemos.
Solas o en forma colectiva. De manera virtual o en modo de denuncia institucional. Es cierto: quizá todavía no se encontró la forma prolija y acabada para sacar la mugre y los dolores atragantados de abajo de la alfombra.
También es cierto: las mujeres “ya no nos callamos” más no es un hashtag, sino un hecho.
Desde el primer Ni Una Menos gritamos “basta” y desde entonces el silencio sobre el abuso y la violencia machista ya no es una opción. Y eso se festeja.
En este contexto, resulta necesario hacer el camino inverso. Desarmar el ovillo de Ariadna que nos llevó hasta el laberinto y encontrarnos con el Minotauro. Preguntarnos una y mil veces por los orígenes de esa violencia, y desnudarla. Insistir en cuestionar cómo hacemos mujeres y hombres heterosexuales para relacionarnos de ahora en más sin ese velo de poderes entre nosotros.
Preguntarnos, lisa y llanamente:
¿Y ahora qué? ¿Cómo seguimos?
La semilla
Durante las jornadas que trataban la interrupción voluntaria del embarazo, Ofelia Fernández se paró frente a diputados y diputadas, muchos de los cuales suelen mirarse el ombligo, y les dio una lección: “Una sociedad más justa no la voy a conseguir hablando de mí misma: la voy a construir militando la libertad de los otros y las otras”. Tiene 18 años y es la ex presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini. Ahora estudia sociología y actuación, y es parte de la Generación Verde que conquista derechos en las calles. Ofelia traza una línea con la mirada puesta en los colegios secundarios, que habla de cómo se llegó hasta acá: el 3 de junio de 2015, cuando parimos un grito para denunciar la violencia machista: ni una menos. “Esa movilización nos ordena. La palabra patriarcado sale en ese momento”, dice. Desde entonces, cuenta Ofelia, se comenzaron a profundizar las discusiones en los colegios: “2016 fue un año para detectar comportamientos institucionales machistas. Fue pensar: ¿qué lugar pueden cumplir las instituciones a partir de que vemos que estas problemáticas se dan en todos colegios con la misma forma?”. Año siguiente: “Para el 2017 el feminismo era algo totalmente transversal. Nos dimos cuenta de que teníamos que entendernos como parte del impulso para apropiarnos de ese colectivo y generar en eso no una identidad de defensa, sino una que quiera construir una alternativa”.
El lobo disfrazado
El “basta” mueve emociones y sentimientos nuevos que no sabemos analizar ni reconocer. Susana Inés García, psicóloga gestáltica de trayectoria, atiende tanto mujeres denunciantes como hombres denunciados. Su mirada: “Llamo abusador al que abusó de sus privilegios”. García cuenta que en el último tiempo empezó a recibir más consultas de hombres: “Algunos varones se reconocen al llegar a la consulta con miedo. Ahora, al leer sus conductas del pasado con otros ojos pueden ver cómo abusaron de sus privilegios. Nosotras hace milenios que tenemos miedo, pensaba, qué bien que nos tengan miedo ellos, que hacían cosas considerándose inimputables”, dice y desarma alguno de los motivos por los que las denuncias suelen ser anónimas: “Una chica hace una denuncia anónima porque, aunque sea cierto lo que dice, si no tiene pruebas le puede venir una denuncia a ella por injurias o daños y perjuicios. El tema es que muchas veces a partir de esa denuncia anónima aparecen dos, tres, cuatro casos. Si hay varias denuncias, aunque sigan reclamando su inocencia, tienen que hacerse cargo: hay cinco chicas que están muy enojadas con vos. Yo no sé si es exacto lo que dicen o es una versión de lo que ocurrió, pero esas chicas están muy enojadas y son varias. ¿No te hace ruido? ¿Qué pasó?”.
Ante esa pregunta en un ámbito tan íntimo como la terapia, Susana cuenta que los hombres tienen dos caminos: plantearse querer cambiar en serio, o disfrazarse de cordero. “Cuando reciben una denuncia algunos sinceramente entran en shock y piden ayuda porque quieren cambiar. Y hay otros que lo único que quieren es encontrar un lenguaje correcto para no perder su prestigio y seguir laburando. No quieren cambiar: quieren encontrar cuál es la forma correcta de mostrarse para que eso que pasó no tenga tanto impacto sobre sus carreras”. Agrega: “Lo más peligroso es que hay tipos que son el lobo disfrazado. Es el lobo disfrazado de progre, de trosko, de políticamente correcto o de varón feminista. Esos son los más peligrosos. Es muy fuerte pero están los dos y hay que aprender a reconocerlos porque uno quiere cambiar, y el otro es peligroso, no quiere cambiar: quiere encontrar el disfraz apropiado y en el fondo y a la larga sigue siendo el mismo”.
Campo de batalla
Marlene Wayar también habla de peligro, pero ella no ve bosques ni lobos: nombra al patriarcado como campo de batalla. Marlene es psicológa social, activista e intelectual travesti; la encontramos para charlar tras abrir las puertas de una oficina donde trabaja para la inclusión laboral y promoción de derechos de travestis y trans. Marlene ceba mate bien dulce, pero su mirada está lejos de ser edulcorada: “Es un mundo de mierda el que hemos construido y venimos sosteniendo y reproduciendo y arengando en términos de relaciones. Y no es sólo el macho. Son los machos pero también somos todas las femineidades que les sostenemos eso”. Marlene enseña la necesaria autocrítica: “Lo digo consciente de que es el macho mi objeto de deseo. Y que tengo que andar intuyendo quién es macho y quien solo tiene apariencia masculina. Es terrible y es un campo de batalla. Lo digo porque tengo una amiga, Diana Sacayán, que le abrió la puerta a un macho que la saludó con un beso y después la asesinó. Entonces estoy en un campo de batalla en el que el diálogo propuesto siempre es heterosexual, patriarcal y capitalista. Siempre es colonizador y extractivista. Pero hay que entender que eso lo sostenemos entre dos: el vínculo va y viene. Las travas tratamos de ser traidoras a esa propuesta de cómo deben ser esos vínculos. Las mujeres, no siempre”.
La fantasía
¿Cómo salimos de ese campo de batalla? Susana sugiere una propuesta desde la psicología: “En las mujeres es fundamental destrabar la fantasía, poder ver con quién realmente estamos. Porque de acuerdo a con quién estoy es lo que se puede esperar. Siempre hay un nivel de fantasía; siempre nos proyectamos a un más allá porque estamos vivos y nos gusta imaginarnos que la vida sigue. Pero una cosa es cuando yo me imagino viva e imagino la vida de una relación, y otra cosa es imaginarla como a mí se me ocurre que sea. Es intentar controlar lo incontrolable”.
Susana pone el ejemplo de cuando alguien dibuja qué tipo de relación quiere antes de encontrar a otra persona: “Cómo voy a saber qué quiero con alguien que no sé ni quién es. Para mí la cosa es: menos límites autoimpuestos y menos fantasía, así las relaciones se manifiestan y vamos viendo hasta dónde nos llevan con cuidado y respeto. También para no ubicarnos en un lugar en el que le damos demasiado poder al hombre, que se siente abrumado porque no puede responder a eso”.
No es no
En el movimiento estudiantil, la oleada feminista generó tres espacios: No es no, Mujeres empoderadas y Varones Antipatriarcales. Explica Ofelia: “No es No es un grupo de pibas de muchos colegios que reciben denuncias de casos de violencia de género entre estudiantes. Ese espacio posibilitó que las pibas puedan denunciar violencias que antes eran naturales. Pero una vez que eso está logrado, ¿qué pasa con el victimario? ¿Se lo margina?”.
Sigue Ofelia: “En los secundarios hay casos y casos. Hay un caso de un pibe que en 2014 le insistió a una piba en una fiesta y la piba terminó cediendo: eso es abuso. Pero creo que la labor de esa denuncia es más bien registrar esta conducta es abusiva, más que decir que es un abusador serial. El pibe tiene que tomar registro de eso, trabajarlo, pero no podés hacer que toda esa gente sea descartable porque hay algo que te va a faltar para construir esa alternativa con la que soñás. Estas conductas ya no aparecen, en algunos casos por esta absorción y en otros casos por el miedo a ser denunciados. No es lo ideal decir: ‘Me voy a rescatar porque están estas pibas que no te dejan pasar una’. Pero vas a darte cuenta de que no es que te están hinchando las pelotas, es que simplemente se busca un terreno más ameno, una manera de relacionarnos que nos permita al fin y al cabo muchas más cosas. Que no te dejen pasar por encima de alguien es que se te empiece a permitir generar algo con alguien, y eso es mucho más interesante”.
Tres palabras
Otra punta sobre cómo comenzar a construir algo distinto la explica Marlene Wayar, según un aprendizaje de Narcóticos Anónimos: “Desde la experiencia de los que han logrado dejar de ser adictos, las claves son la honestidad, la buena voluntad y la receptividad. Con esto alcanza y estamos bien. Soy honesta cada vez que me veo a mí misma y me puedo expresar ante los demás. Me pregunto qué hago yo con lo que sucede y me reconozco en eso. Y soy honesta con lo que veo en los demás. Absolutamente receptiva es escuchar las experiencias y las sugerencias que me hagan otros. Y poner buena voluntad para saber entender las limitaciones de los otros, para poder pedir ayuda cuando necesite, dejarme acompañar y ayudar a los demás”. Marlene reconoce que la tarea no es fácil, pero que sostener esos elementos permite salir de cualquier círculo vicioso. Y agrega: “Las relaciones heterosexuales muchas veces son o se convierten en esa forma de violencia”.
El pater romano
Si los escraches comienzan cuando no hay justicia, otro paso es acercar la lupa hacia allí, el sistema judicial. Cristina Monserrat Hendrickse, abogada trans que ganó batallas contra corporaciones mineras en el sur del país, hoy también defiende mujeres en litigios con sus ex parejas violentas. Cristina, muy didácticamente, dibuja un iceberg en el pizarrón, y nos dice sin vueltas: “La violencia contra las mujeres es una imposición del Estado de Derecho. El trato de las mujeres en el derecho tiene históricamente una forma abiertamente discriminatoria. Lo que nos asiste hoy es el derecho romano. El derecho romano fue impuesto por el Imperio Romano, en el que la idea de pater es muy fuerte. Y mezclada con la tradición judeocristiana con orden de lapidar a las putas, es un combo letal. La patria del derecho español se proyecta al derecho argentino. Eso nos trae un derecho en el que la mujer casada no podía administrar sus bienes sola, por ejemplo. La responsabilidad sobre los hijos tampoco era compartida: se llamaba patria potestad porque la tenía el padre. Había diferencia en la infidelidad: si la mujer tocaba con una puntita al hombre ya era declarada infiel, mientras que el hombre solo lo era si mantenía a una mujer fuera de su casa. Hasta que no vino el voto femenino no se podía ni elegir ni ser elegida. No había derechos políticos ni civiles para las mujeres”.
Cristina dibuja el agua por la mitad al Iceberg. En la punta del bloque de hielo pone las carátulas de las causas entre parejas: hostigamiento, tenencia, cuota alimentaria.
Y en la base del iceberg bajo el agua escribe una sola palabra: emociones.
Así continúa la lección.
La atención y los vínculos
Cristina narra qué y cómo se disputan las parejas en momentos de la instancia judicial de divorcio, contando un caso sin dar nombres: “Se reclaman violencia. Se pelean por custodia. Ella le pone un juicio por violencia y él retruca con custodia exclusiva porque es puta o no lava los platos bien. Ella denuncia hostigamiento, que es una contravención. Se pelean por alimentos. Todo este paquete es del que viven los abogados y las abogadas de familia. Y todo el sistema judicial se concentra únicamente en esto”, dice Cristina y señala la palabra emociones escrita en el pizarrón, mientras agrega: “En realidad lo que ellos quieren y sienten y ni lo saben racionalmente, son emociones. Debajo de toda esa disputa lo que hay es emoción. O frustraciones. Amores u odios que a veces se juntan o se parecen. Venganzas que se nos cruzan en las relaciones afectivas y eso a veces hace mover lo otro”.
Así Cristina explica que lo que se necesita es trabajar para desvincularse sanamente, o aprender a vincularse como padres separados: “Lo que hay que hacer es una terapia porque nos podemos pasar años discutiendo entre impedimento de contacto y bienes. O quién es el malo y quién la buena. Pero si ya no se vinculan más como pareja tienen que vincularse como papás. El sistema judicial en lugar de tratar de educar o atajar al violento para que reaprenda a vincularse deja a la mujer haciendo un esfuerzo terrible aunque sea para poder llegar a lo judicial. Y esos sentimientos que no se trabajan son muerte: hay por lo menos una mujer asesinada por día”.
Las instituciones
Las denuncias en los colegios tienen dos actores: hombres y mujeres. “Todo este fenómeno terminó invisibilizando la capacidad de las instituciones de cambiar esas dinámicas”, dice Ofelia. ¿Qué pasa con la escuela? “Están como aventajándose de la situación, obvio que la ven, no son boludos, pero es su posibilidad de no ser el enemigo. Ven una guerra interna y dicen: por primera vez no me tengo que preocupar si me toman la escuela, hoy no soy el enemigo. Ellos tienen que darse cuenta de que tienen que darle un lugar institucional a eso que está dando vueltas por todas partes y que no se puede parar de escuchar”.
Entonces, llega el momento en que las instituciones deben escuchar y aprender, tal como lo tuvieron que hacer los diputados cuando Ofelia les habló. “Construimos nuestro propio procedimiento, funcionó más menos, pero lo estuvimos implementando y actuando en base a esto. Ahora les toca a ustedes aprender de esta experiencia y hacerse responsables de que esa experiencia se la estamos dando nosotros, los que supuestamente venimos a aprender”. Una clave para que los directivos los escuchen es empezar a generar comunidad. “Es algo que venimos discutiendo hace poco: poder contagiar esto a nivel comunidad educativa. Lo que estamos pensando son unas jornadas de discusión con docentes y no docentes para enfrentarnos con quienes tienen que hacerse cargo de esas situaciones. La única manera de generarles voluntad es modificar la correlación de fuerzas: no tenés opción, no te estoy preguntando, te estoy exigiendo que tomes las riendas del asunto y tiene que ser así. ¿Quién soy? Todo esto: una comunidad educativa, organizada, que viene dando la discusión”.
Redes y colectivos
¿Cuál sería una salida posible? Cristina sueña una red tejida por mujeres de distintas disciplinas. “Se necesita en esa red contar con abogada, psicóloga, trabajadora social, coordinadora, y que las mismas chicas que salen del circulo de violencia y quieran, se capaciten y puedan ser acompañantes a las que siguen. Tienen que ser como células para que se expanda.
Otra forma material de hacer red es la salida colectiva. Para Ofelia ese es el punto de partida hacia un nuevo horizonte: “El feminismo representa el movimiento de mayor alcance que tenemos nacionalmente, hoy es el más importante, y a la vez tiene características únicas. Tiene otra dinámica porque cambiaron mucho los vínculos entre mujeres. Las mujeres eran obligatoriamente competitivas, una amenaza, y ahora se generó un vínculo de hermanas. Eso genera mucha facilidad para elaborar colectivos y ahí empieza todo: en poder colectivizar esto, en generar espacios de diálogos. Partir de verse como colectivo para empezar individualmente a construir otra cosa cambia el ambiente y así, también la realidad va cambiando”.
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No son cifras: femicidios y blablá
¿Qué tienen en común el vocero presidencial Manuel Adorni y la ex ministra de las Mujeres, Eli Gómez Alcorta? Ambos anunciaron que la cantidad de feminicidos habían disminuido. Adorni lo aseguró ayer en su habitual rueda de propaganda oficial. La ex ministra, el 30 de mayo de 2022. Es solo una de las coincidencias. La otra es la más contundente: ni uno ni otro gobierno asumió que todo femicidio es evitable. La tercera coincidencia está relacionada con la sensibilidad social y la responsabilidad política: no son cifras. Son vidas.
La declaración de Adorni tiene, además, un agravante: diciembre es históricamente el mes en el que se comete la mayor cantidad de estos crímenes. Este es particularmente trágico.
- En un solo día –15 de diciembre– sufrimos seis femicidios en seis diferentes provincias argentinas.
- En un solo día –el 20 de diciembre– la violencia femicida asesinó a tres víctimas, dos de ellas criaturas. Una de dos meses en Jujuy, otra de dos años en Santiago del Estero.
Durante este 2024, además, el gobierno decretó la desaparición de una herramienta esencial para la visibilización y el registro al enmudecer a la agencia Telam. Se trata, nada menos, de una fuente de información oficial y nacional que en su agenda, durante los últimos años, le dio centralidad a la cobertura de estos casos. Sin esa fuente informativa los observatorios sostenidos por la sociedad civil –como el nuestro– e incluso por los organismos de control como la Defensoría del Pueblo de Nación, han tenido que realizar un gran esfuerzo para obtener la información necesaria para actualizar sus registros. En nuestro caso, el rol de los medios territoriales ha sido central para compensar esa pérdida, ya que la mayoría de estos crímenes se cometen en localidades alejadas de las capitales provinciales.
La lista de coincidencias es extensa e incluye que ni antes ni ahora el Estado analizó los datos para diseñar lo que desde siempre falta: programas de prevención y contención. Una lectura atenta y responsable de los registros históricos podría establecer, por ejemplo, qué época del año es la más indicada para campañas de prevención y qué localidades son prioritarias para establecer programas pilotos de prevención. Esto implicaría, por supuesto, dedicar recursos económicos y profesionales a sistemas eficaces de recepción de alertas, de acompañamiento a víctimas y de contención de violencias. Implicaría, además, analizar sus resultados concretos, corregir y profundizar políticas y, sobre todo, rendir públicamente no solo los gastos, sino los porqués, los quiénes y las consecuencias negativas y positivas de cada programa. Nada más lejos de la motosierra con la que el actual gobierno arrasó lo poco que la sociedad movilizada y organizada había logrado arrancarle al Estado durante la última década.
Las consecuencias del negacionismo femicida son las que están a la vista, por tremendamente reales y cotidianas.
Los femicidios no se detienen.
El Estado es responsable no es una frase.
Acá podés leer la introducción al Informe 2024 de nuestro Observatorio Lucía Pérez de Violencia Patriarcal.
#NiUnaMás
Conmovedora acción contra los femicidios en el estadio Maradona
Todas las luces del Estadio Diego Armando Maradona se apagaron. Minutos antes del partido de Argentinos Juniors contra Barracas Central, solo se encendió un reflector: el que iluminaba las butacas de la platea Francis Cornejo. Cada una de las butacas con un nombre.
Tamara
Vanesa
Sheila
Abril
Rocio
Elena
Ana
Los nombres en las butacas del estadio de Argentinos Juniors. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Aquí se puede ver la imagen de cómo fue ese momento.
Fue el modo que se utilizó para mostrar los 277 nombres de víctimas de femicidios y travesticidios en lo que va de este año hasta hoy: 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
En la oscuridad absoluta la voz del estadio dijo desde todos los parlantes: “Esas butacas vacías, cada una con el nombre de una víctima de femicidio, son un recordatorio doloroso: en lo que va del año 277 mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujer. No son solo cifras, son historias, son ausencias”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Y un aplauso conmovedor y sincero inundó todo el estadio.
La acción fue impulsada por Secretaría de Género de Argentinos Juniors junto al Observatorio Lucía Pérez para visibilizar la violencia machista en nuestro país.
Las integrantes de la Secretaría de Géneros de Argentinos Juniors y del Observatorio Lucía Pérez. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“La idea fue dejar un espacio vacío de la tribuna con los nombres de las mujeres asesinadas durante este año, y mostrar así la falta, que ellas hoy no están pudiendo venir a la cancha. Tomamos el mensaje del Observatorio: no son solo cifras, sino que detrás de cada uno de estos nombres , hay una historia”, dice a lavaca Mariel Alonso en la previa al partido mientras se repartían volantes con la invitación a visitar la web de la Secretaría del club y conocer la acción que se estaba por llevar a cabo.
Las camisetas de los jugadores adaptadas para el evento programado por la Secretaría de Géneros del club. Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
Las butacas vacías se iluminaron luego de la entrada en calor de los jugadores, que minutos después salieron a la cancha con un parche en la camiseta oficial que dice 25N, en homenaje a este día. Los suplentes salieron al campo con una remera especialmente diseñada para hoy que en la espalda tenía un dibujo que entre mujeres y banderas dejaba ver dos mensajes: “25N” y “Rompamos el silencio”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
“Hacer estas acciones en un club es fundamental”, explica Vanina Sánchez, secretaria de Géneros de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. “Los clubes de fútbol no son solamente de fútbol, son también espacios donde las mujeres y los hombres venimos a pasarla bien, a alentar por nuestros colores, y son lugares donde estas batallas hay que darlas. Es súper importante que como institución deportiva podamos dar un mensaje: el de que es importante involucrarnos, defender nuestros derechos, y pedir también justicia por todas las mujeres que ya no están”.
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina. Toda la información está disponible y es de libre acceso con el objetivo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Toda la info se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org.
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No son cifras
La cifra de violencia contra las mujeres registró un nuevo salto: 277 femicidios y travesticidios se produjeron hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, según la información del Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado sobre violencia patriarcal. Por esa razón la Secretaría de Género de la Asociación Atlética Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche Argentinos juega a las 21.15 en su estadio Diego Armando Maradona contra Barracas Central.
Se dejarán 277 butacas vacías de una de las tribunas para poner el foco así en todas las mujeres que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
La investigación cotidiana del Observatorio Lucía Pérez elevó el registro de femicidios y travesticidios en lo que va del año a 277 hasta hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Además, a raíz de esos crímenes, quedaron 161 huérfanxs. Como respuesta hubo 288 marchas y movilizaciones en búsqueda de justicia.
El Observatorio Lucía Pérez, que lleva el nombre de la joven asesinada en Mar del Plata en 2016, es una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca con el objetivo de generar el primer padrón autogestionado y público de femicidios y travesticidios de Argentina.
Mediante una docena de padrones que se actualizan diaria y mensualmente se construye una cartografía de la violencia y la descripción de cómo opera el Poder Judicial, la policía y las pocas medidas de protección con la que cuentan las víctimas antes de ser asesinadas.
De los 277 femicidios y travesticidios:
- 25 habían realizado denuncias previamente.
- 70 de ellas tenían hijxs, lo que provoca la cifra de 161 huérfanxs. En muchos casos sus hijxs presenciaron el crimen, como en el femicidio de Rosa Vanesa Mamani Vargas, asesinada el primer día del año; o el de Ramona Isabel Morínigo, asesinada en febrero frente a su hijo de 15 años; o el de Analía Celeste Oliva, cuyos hijos de 11 y 15 años fueron quienes encontraron el cuerpo.
- Tres de ellas estaban embarazadas.
- 30 estuvieron desaparecidas antes de confirmarse que habían sido asesinadas.
- 24 eran menores de edad.
Cada una de ellas no es una cifra, son madres, hijas, hermanas, vecinas, amigas, compañeras, hinchas por las que pedir justicia.
Por eso que en este día la Secretaría de Género de Argentinos Juniors impulsa junto al Observatorio Lucía Pérez una acción para visibilizar la violencia machista en nuestro país. Esta noche, en el partido contra Barracas Central, se dejarán 277 butacas vacías de una de las plateas para poner el foco así en todas las que nos faltan. Además los jugadores saldrán a la cancha con un parche en su camiseta que recuerda la importancia de seguir reclamando por el fin de estos crímenes.
Toda la información generada por el Observatorio Lucía Pérez está disponible y es de libre acceso con el deseo de que aporte así a encontrar una solución frente a la violencia. Se puede ver acá: https://observatorioluciaperez.org/
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