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Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

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Ganó batallas legales contra corporaciones y a favor de pueblos originarios. Pero dice que ahora ganó la más difícil: “La del monstruo interior”. Se llama Cristina Montserrat, sigue viviendo en familia. Sociedad, derecho, ambiente y política según su mirada trans. ▶ SERGIO CIANCAGLINI
El e-mail del abogado Cristian Hendrickse llegó desde Zapala, Neuquén, tan cordial y formal como siempre.
Lo abrí mecánicamente, contento de retomar contacto con alguien que ha tenido un rol profesional y ciudadano muy potente en varios conflictos ambientales, sociales y jurídicos de la Patagonia. Pero el mail hablaba de otra cosa.
Asunto: Novedades.
“Estimado Sergio. Espero que anden todos bien. Te molesto para informarte que he cambiado de género y ya no me llamo Cristian Hendrickse, sino Cristina Montserrat Hendrickse”.
Lo leí de nuevo, hasta ubicar nuevamente los lentes y la mandíbula en su lugar. El mail narraba algunas cuestiones profesionales, proyectos, y anunciaba un viaje a Buenos Aires. Me resultó difícil pensar pero fácil sentir qué responder: le mandé un abrazo asombrado. Organizamos un encuentro y la realización de esta nota.
La duda: ¿sería un reencuentro con Cristian? ¿O iba a conocer a Cristina Montserrat? ¿O cuánto de cada cosa?
La busqué en las redes sociales, y pude ver a mi recordado doctor Hendrickse en un anticipo de su cambio: en lugar del pelo corto, rulos insólitamente largos, un gesto descontracturado, ojos y labios pintados, cejas depiladas y dos palabras: “Abogada trans”.

Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

Cristina Montserrat Hendrickse, ex Cristian Hendrickse.
Foto: Lina Etchesuri

La minera y la virgen

Llegó a MU Trinchera Boutique con parte de su familia: Liliana Troncoso (Lili, su pareja desde hace 10 años), Erika (su hija, de un matrimonio anterior, 19 años), Ailín (hija de Lili, 11 años) y Abril (hija de ambos, 9). Lili tiene además un hijo de 23 años y una hija de 16, Aylen, que se crió con ellos. “Un clásico de mías, tuyas y nuestras, pero cumplí con eso de creced y multiplicaos”, dice Cris que en complicidad con las mujeres de se cambia la blusa para las fotos.
Durante la producción fotográfica -un concierto de risas- yo intentaba descifrar este presente de Cristina Montserrat retocándose el maquillaje ante el espejo, con mi imagen previa de un señor serio, prolijo, pragmático, amable, profesional, un abogado de esos que no parece prudente tener de adversario. Lo conocí en 2011 en Loncopué (Neuquén), 7.000 almas.
Allí la Asamblea de Vecinos Autoconvocados (AVAL) de la cual participaba la comunidad mapuche Mellao Morales, rechazó un proyecto minero de la canadiense Golden Peaks: Hendrickse era el abogado y miembro de la asamblea que incluyó a la Iglesia, los gremios
locales, productores agropecuarios, amas de casa, docentes, comerciantes, empleados públicos, ex intendentes, políticos y concejales del FpV, la UCR y hasta el Movimiento Popular Neuquino (desobedientes a los mandatos superiores en el patio propio). Con cortes de ruta y acciones judiciales lograron frenar luego a la china Metallurgic Construction Corporation (MCC).
Hendrickse sostenía –y sostiene- un ideario basado en las vertientes pacifistas del anarquismo y la desobediencia civil: Thoreau, Kropotkin, Tolstoi, Gandhi, Luther King. El padre José María D’Orfeo, motor de aquella asamblea, estaba feliz de contar con un abogado con ganas y herramientas profesionales para enfrentar a las mineras. “Este me cayó del cielo”, decía.
La siguiente y estratégica decisión de AVAL consistió en proponer y ganar un referéndum en 2012 en el que el 82% de la ciudadanía rechazó la minería. Era la primera vez que mapuches y wincas (blancos) se unían en el país para defender el territorio.
Hendrickse fue también abogado de la comunidad Huayquillán y de la Asamblea de Vecinos de Caviahue (600 habitantes), que se oponía a la construcción de un proyecto geotérmico de la canadiense Geothermal One en el volcán Copahue, ya acordado con el entonces ministro de Planificación Julio De Vido. “Como con la justicia no avanzábamos, dijimos: busquemos al que pone la plata”, explicó en 2012 el abogado a MU.
Acompañó al lonko Pedro Huayquillán a una reunión con el ingeniero colombiano Alberto Levy, del Banco Interamericano de Desarrollo que financiaría la obra. Informó Cristian sobre los convenios internacionales firmados por Argentina (169 de la OIT), la Constitución Nacional (artículo 75, inciso 17), la Ley 26639 de preservación de glaciares, describió los desastrosos efectos ambientales y le recordó a Levy que el BID había aprobado salvaguardas para la preservación de los pueblos originarios.
El lonko agregó que la comunidad estaba en total desacuerdo con el emprendimiento, que resistirían al mismo, y que el proyecto era de peligrosas consecuencias para el volcán al cual los mapuches consideran un ser vivo. Hendricske aclaró: “Es una creencia cultural que hay que respetar, así como los mapuches respetan al pueblo cristiano que cree en ángeles, o que Jesús nació de una virgen que murió y se fue volando al cielo”.
Levy tomó nota. El BID abandonó la financiación. El proyecto geotérmico murió, y tal vez se fue volando al cielo.

De la nena al subteniente

Cristina Montserrat Hendrickse completa su propia historia. Nació en 1964. Su papá Alberto era hijo de un sudafricano instalado en Cataluña, de donde la familia republicana y antifranquista huyó hacia estas extrañas tierras antes de la Guerra Civil. Alberto creció en Buenos Aires, y se casó con Celia Noriega, argentina, familia gallega. Él trabajaba en Entel, ella en una compañía de seguros. Vivían en Flores. Tuvieron cuatro hijos, Cristian el tercero. “Esperaban la nena y no vino. O sí: vine yo”.
Explicación: “Cuando tenía 4 o 5 años quería ponerme ropa de mi mamá, pintarme las uñas. Ella era de la Acción Católica. Supongo que para protegerme, o por amor, me fue llevando a
hibernar a esa nena. Me decía: ‘Se van a reír de vos. Si salís así te van a pegar, te van a llevar a la cárcel’. Eso era cierto porque estaban los edictos policiales: todas las trans de mi generación fueron presas, abusadas, violadas”.
El padre enfriaba el tema: “Decía ‘dejalo, se confundió la ropa’, pero mamá era inflexible. Así que yo ahogué y olvidé esa identidad. Jugué al fútbol, fui al colegio, y me adapté a lo que espera la sociedad: que una persona con genitales masculinos tenga la identidad de género masculina”.
Lo mandaron a hacer el secundario al Liceo Militar de San Martín, que cursó en una época inolvidable: 1977 a 1981. “A los 12 años yo jugaba con los rasti, me gustaba armar casas, pero entré al Liceo y cambié los ladrillitos de plástico por un fusil FAL y la carabina Máuser para desfilar”.
¿Alguna duda con respecto a su identidad o su sexualidad en aquella época? “Ninguna. Tuve novias, la vida de un adolescente como el resto. Egresé como subteniente de reserva. Ahora hice una presentación para que rectifiquen con mi nueva identidad el decreto por el que me dieron el título. Y como reparación por la demora del Estado en garantizar el reconocimiento de la identidad de género, pido que me lo entregue en acto público el director del Liceo o el presidente Macri”.

Escuela naval y anarquía

Cristian entró a la Escuela Naval de Río Santiago en 1982, plena guerra de Malvinas. Su hermano mayor, Rodolfo, estaba en el Crucero General Belgrano hundido por los británicos. “Me enojé, escribí al Ejército para que me convocaran: quería ir a matar ingleses”. Rodolfo fue de los sobrevivientes, Cristian chocó siempre en la Escuela por sus críticas a la guerra y a la estructura militar, basándose en el Informe Rattenbach por ejemplo. “Me decían ‘roca’ por lo peleador y cabeza dura”.
Decidió estudiar Derecho: “Preparé Teoría del Estado, y no me convencieron ni Santo Tomás ni Rousseau, pero sí la idea anarquista: el Estado nace de los saqueos y sometimiento a las poblaciones, de las guerras. Ha sido autor de las mayores barbaries: el Holocausto, el genocidio armenio, el bombardeo a Nagasaki e Hiroshima. Más que cualquier asesino serial. ¿Qué asesino serial hubiera podido desaparecer y matar a 30.000 personas durante la dictadura argentina?”.
Ejerció la abogacía en Buenos Aires, se separó de su primera pareja y fue al sur en 2002. Participó en el movimiento antiminera de la Comarca Andina y Esquel.
Llevó causas contra la policía de Chubut. “De 32 casos que presenté, se dio por probado que en 28 había violaciones a los derechos humanos. Pero la justicia no avanzó, empecé a recibir amenazas y decidí irme de la Comarca Andina. Conocí a Lili que vivía en Loncopué y me instalé con ella en 2007”. El año en que murió su madre.

La orientación sexual

La muerte de su madre la hizo recordar, y pensar. “Pero desde 2007 estuvimos con todo el tema minero, la pelea contra monstruos de afuera que de algún modo me sirvió de entrenamiento contra el monstruo de adentro”.
Hubo una mudanza de Loncopué a Zapala, zona militar, donde trabajó en un juzgado con permanentes encontronazos, y luego como abogado. Lili era maestra de primaria. En 2014 aquel recuerdo ahogado de la infancia empezó a emerger. “Empecé a comprarme en secreto ropa de mujer, colorida. Lo hacía por Internet, y la escondía. Cuando podía, me la probaba. Y reaparecía el monstruo”.
¿Quién era el monstruo? “Yo misma. El primer transfóbico es uno mismo. El que te dice: ’¿Qué estás haciendo? Vas a perder a tu mujer, a tu familia, tu posibilidad de trabajo’. El monstruo trabaja mucho con la culpa. Unas cinco veces agarré la ropa, los maquillajes, el calzado, y tiraba todo. Decía: basta, se acabó. Y al tiempo pasaba por una vidriera y decía: ‘uy, qué lindo pantalón’ y lo buscaba en Internet para comprarlo. Y empezaba de nuevo. Lo que más miedo me daba era perder a Lili”.
Empezaba a reconocerse como mujer, pero no quería perder a su esposa: no entiendo. Sostiene Cristina: “Una cosa es identidad de género, y otra orientación sexual. Mi identidad era de mujer, pero mi orientación sexual fue siempre masculina. O sea: mi genitalidad es de hombre. Amo a Lili, me atrae, tenemos una vida sexual bastante activa por suerte, y sigo enamorado de ella aunque me compre ropa de mujer o me haga tratamiento hormonal. Lo que pasa es que todavía no se lo había dicho, ni sabía cómo iba a reaccionar”.
Como tiene un departamento en Villa Ortúzar, Buenos Aires, Cristian viajó con cierta frecuencia para poder comprar ropa. “Y para producirme con más libertad que en Zapala. Lili empezó a sospechar si yo no la estaría engañando con otra mujer. Tenía razón: la otra mujer era yo”.
Cristian seguía ocultando a Cristina Montserrat. Pasaron momentos de crisis con Lili, hicieron juntos un viaje en auto Zapala-Cataratas, y Lili le contó que de chica tenía el sueño de casarse. “Le dije: ¿y por qué no cumplimos ese sueño?”. Se casaron en diciembre de 2016. El novio, con el pelo cada vez más largo. “Lo que hice fue decirle a Lili de a poco lo que me pasaba sin hablarlo, sino con gestos”.
¿Ahora qué somos?
La historia según Lili: “Un día me mostró una remera. ‘Es de mujer’, le digo. ‘Pero a mí me gusta, ¿por qué tiene que haber diferencias?’. Y así con pantalones, calzado, se agujereó las orejas, compró pulseras. Me dio angustia: está cambiando, se va a alejar. Me bajaba cosas de Internet sobre diversidad. Como que me iba midiendo. Un día me dijo: ‘Mirá lo que tengo, ropa de mujer, zapatillas, y quiero vestirme así porque así me siento’. Le dije: ‘Y, bueno’. Vinimos a Buenos Aires y se maquilló. Eso me chocó. Después me acostumbré. Un día le dije: ‘¿Ahora qué somos vos y yo?’. Me explicó lo que sentía y yo le dije que para mí es la misma persona. Que lo sigo queriendo. Que cambió el envase pero no el contenido”.
¿Y qué son, Lili?: “No cambió la intimidad de la pareja. Un día me dijeron ‘pero entonces sos lesbiana, porque estás con una mujer’. No sé, que pongan los carteles que quieran. A mí me interesa que soy feliz, y la veo muy feliz a ella”.
Montse, como le dicen Lili y sus hijas, en plan didáctico: “Cisgénero se llama al que se autopercibe con el género que nació. Transgénero es el que se percibe con otro sexo del propio. El transexual se cambia los genitales. En mi caso me pueden decir trans heterosexual si ves la orientación sexual, o trans lesbiana si lo ves desde el género porque me siento mujer y estoy con una mujer. Pero en vez de tantas etiquetas prefiero pensar que somos 7.500 millones de identidades en el planeta, cada una irrepetible. Eso es la diversidad”.

Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

Cristina, su esposa Lili y sus tres hijas.
Foto: Lina Etchesuri

¿Papá o mamá?

Decidieron decírselo a las hijas, pero no hacer público el tema en Zapala. “Habían rapado a una chica por ser lesbiana, teníamos miedo de que se burlaran o las agredieran si se sabía que el papá es trans”, explica Cristina. Tomaron otra decisión: en 2018 la familia se muda a Buenos Aires para que las chicas continúen sus estudios y ella trabaje como abogada. Un modo de asumir su identidad a tiempo completo. “No es que ahora me disfrazo de mujer, sino que estuve 50 años disfrazada de hombre”.
¿Cómo lo tomaron las chicas? Erika: “Me lo contó en un bar, fue increíble. Estudio Sociología y venía de un curso sobre construcción cultural de sexualidades así que estaba en tema. Pero nunca imaginé algo tan cercano como que tu papá te diga que ahora es tu mamá”. Montse recuerda: “Erika me dijo: ‘Parate y dame un abrazo’. Fue muy emocionante”.
Ailín, o Lilín, 11 años: “Antes usaba traje, era muy duro, estructurado, medio enojón, tenía mucho trabajo y nos veíamos poco. Ahora que es mujer la veo más libre, está con nosotras, juega. Inventé una palabra: pama, para mezclar papá y mamá. No extraño como era antes. Lo prefiero ahora. Está más feliz. Y yo también”. Abril, 9 años: “Ya nos había contado que de chiquita se vestía con ropa de su mamá, pero no la dejaban. Yo me daba cuenta de que se arreglaba mucho, cada vez más. Así que nos daba pistas. Yo siento que es mi papá de siempre, o mi mamá, me confundo un poco con eso, pero le digo Montse. Es mujer por afuera pero yo sé quién es”, dice riéndose esta dama que hoy aspira a ser actriz o científica.
Lili: “Yo empecé a verle el lado positivo. Mantuve mi pareja pero gané una amiga. Una persona con la que hablo más, nos divertimos comprando ropa juntas, o jugando con las chicas. Me entiende más, y hablamos todo”. La historia remite a Tootsie, el hombre que debe fingir ser mujer y por eso construye una relación mejor con la mujer que la que podía lograr como varón. “Totalmente identificada”, dice Montse, “porque me siento abierta a otra sensibilidad, a ponerme en el lugar de Lili”.
¿Cómo se produce Cristina Montserrat? “Uso crema para no dañar la piel, después una base líquida, después el labial y un poco de rubor al lado de los pómulos. Sombra y delineador que me paso arriba y no abajo porque me achica los ojos, máscara para pestañas. Y tratamiento hormonal, estrógenos, para estimular el desarrollo de caracteres secundarios femeninos como pechos, caderas y glúteos. Cada 15 días una inyección de hormonas. Las pastillas me caían mal.
Ahora veré si inicio una acción contra la obra social porque tienen que cubrir estos tratamientos y no lo hacen”.
Proyectos: Lili espera conseguir trabajo en Buenos Aires. Montse ya ha cambiado su DNI e incluso su inscripción en el Colegio de Abogados. Su primera batalla será por el cupo laboral trans en la Ciudad, que debería ser de un 5% por ley, aunque no se aplica. “Hay que romper el lugar común de que nuestro único destino es el espectáculo o la prostitución”.
Reconoce la abogada: “Siento que exploto de energía, de alegría, de ganas de hacer cosas y de aprovechar este privilegio que me dio la vida. La pelea ambiental me enseñó que los logros son colectivos, horizontales, y que uno además de ver lo que odia, puede ver lo que ama. Y yo amo la diversidad. Creo en Dios como la suma de la diversidad”. Otro aprendizaje: “Vivimos en un sistema que quiere modelar el cuerpo del mundo: dinamito la montaña, pudro el agua y el suelo. Una lucha por la identidad implica no dejar que el poder modele tu geografia, tu cuerpo ni tu cabeza”.
Sobre los actuales conflictos patagónicos: “Defender la Constitución es revolucionario. La Constitución reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, la posesión de las tierras que ocupan. Sería más barato y sin muertes comprarle algunas tierras a Benetton para darles a los mapuches, antes que mantener militarizadas provincias como Chubut, Neuquén y Río Negro”.
Empezó a interesarse en los conflictos ambientales como hijo de catalán, escuchando a Joan Manuel Serrat en el tema Padre: “Padre, que están matando la tierra. Padre, deja ya de llorar, que nos han declarado la guerra”.
Montse: “Eso de dejar de llorar me parece un llamado a la acción. Tendría que escucharlo la izquierda. Estamos en una situación muy complicada por este gobierno, y el anterior, y el anterior. Para los trabajadores, para los pueblos originarios, para los LGTB, para los más vulnerables. Pero hay que dejar de llorar y de hacerse las víctimas. No hay que ser mártir. Hay que ganar. Defender la vida. Buscar acciones pacíficas e inteligentes que tiendan a lograr resultados positivos para la gente, sin comernos al otro, para no convertirnos en caníbales de caníbales”.
Y cree que ganar consiste en lograr uno los más transformadores proyectos políticos, económicos y culturales de la actualidad, que postula mirando al mundo través de sus rulos: “Que nos dejen vivir en paz”.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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