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Un cuento chino: Río Negro vs. la central nuclear

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Movilización social, asambleas masivas en la Catedral y PASO frenaron la instalación de una central nuclear china en Río Negro que había sido anunciada por el gobernador junto a Macri. La llegada de los chinos: supersticiones, batucadas y secretos. Mitos y realidades del modelo nuclear en el mundo, y las experiencias que plantean otra matriz energética. Publicada en la edición de octubre de MU ▶ SERGIO CIANCAGLINI
Si esto fuera una película, debería comenzar con la imagen de cuatro personas que entran al hall de un aeropuerto portando cuatro banderas idénticas de un metro por un metro, pintadas con un símbolo incomprensible en negro sobre blanco.
Son: una comerciante de ropa femenina, un maratonista e ingeniero, una empleada de la biblioteca judicial y un sacerdote español con gorro. Muy serios, miran hacia todos lados para ver quiénes están llegando a Viedma, Río Negro, en el vuelo de las 11.50 del 25 de julio.
Atraviesan el hall viajeros y viajantes, turistas, azafatas, pilotos, todos perfumados y deslizándose con sus bolsos y valijas con ruedas.
De pronto, lo esperado. Aparece un grupo fácilmente reconocible: 15 personas chinas. Cuando ven las banderas, la sonrisa milenaria se les transforma en gestos de desagrado y fastidio: una mujer se tapa los ojos, los demás hacen muecas de rechazo y dan la espalda a las banderas; algunos intentan volver por donde venían, mientras reclaman al puñado de argentinos que los acompañan que los saquen inmediatamente de allí.
¿Qué significa ese rectángulo irregular con dos trazos internos que exhiben en las banderas la comerciante, el cura, la bibliotecaria y el maratonista?
Respuesta: el número 4.
¿Y cuál es el problema con el número 4, como para ocasionar tan alta incomodidad en esos visitantes que para colmo –según la jerga de la época- llegan con lluvias de inversiones?
Lo cuenta Fabiana Vega, bibliotecaria judicial: “Me gusta estudiar idiomas, y en una época aprendí algo de chino. Me ayudó el que era cocinero de El Dragón Rojo, un restaurante chino de Viedma. Además trabajé un tiempo en una empresa pesquera taiwanesa. Descubrí que son tremendamente supersticiosos: ese número no lo usan en los edificios, los teléfonos, ni las habitaciones de los hoteles. En los ascensores saltean el 4, pero también el 14, 24, 34 y eliminan del 40 al 49. Es infinitamente peor que el 13 para nosotros”.
La superstición tiene nombre propio: Tetrafobia.
Los chinos, seguidos por las cuatro personas con cuatro banderas con el número cuatro, fueron velozmente introducidos en una traffic.
Filmaban desde adentro con sus celulares, y cerraban las cortinas. La traffic partió rumbo a la costa patagónica donde el grupo debía elegir emplazamientos para instalar algo que hizo nacer
una nueva fobia en Río Negro: una central nuclear. Los diez argentinos que los acompañaban pertenecían a Nucleoeléctrica Argentina y la Comisión Nacional de Energía Atómica. Uno de ellos le preguntó al sacerdote con gorro: “¿Cómo se enteraron?”, demostración del secreto con que intentaban cubrir la llegada.
Fabiana: “Éramos cuatro en el aeropuerto, pero en el centro ya había 400 personas reunidas. Y terminó movilizándose toda la provincia”. Las banderas y consignas frente a la gobernación: “No a la central nuclear”, y “No es No”. Mensajes sencillos, como que dos más dos es cuatro.
Fabiana y Susana Cambareri, la comerciante, volvieron a Viedma. El maratonista e ingeniero Andrés Di Leo se trepó a la lenta pero empecinada kangoo del sacerdote español Luis García para seguir a la delegación china, pero no pudieron alcanzarla. Las traffic del gobierno provincial llegaron al balneario El Cóndor y siguieron por el Camino de la Costa. En La Bajada de Echandi los vecinos fotografiaron a los visitantes: imagen lejana y borrosa, pero suficiente como para que se viralizara por toda la provincia a través de los celulares. “Tocaban el agua, como para conocer la temperatura”, relata Andrés.
La comitiva china se dirigió al Hotel Austral de Viedma al atardecer. Allí empezó a congregarse la Asamblea No Nuclear de Viedma, que resolvió homenajear a los visitantes con una serenata tipo Copa Libertadores: batucada y bombos desde las 5 de la tarde hasta las 5 de la madrugada. Se veía en las ventanas que mujeres y hombres chinos filmaban a los manifestantes y se ocultaban. “Debían estar informando a sus jefes en China”, supone el padre Luis. “La gente del hotel nos contó luego que los chinos estaban muy molestos con lo de las banderas en el aeropuerto y la batucada”.
Otra percepción de Fabiana Vega: “Estuve en muchas movidas ambientales, pero una reacción como la que hubo con el tema nuclear en Viedma, no se había visto nunca”.

Un cuento chino: Río Negro vs. la central nuclear

La asamblea Río Negro No Nuclear en la histórica catedral de Viedma. Adelante, de boina, el párroco.
Foto: Nacho Yuchark

A protestar a la iglesia

En mayo de este año había estallado la noticia: Mauricio Macri y el presidente chino Xi Jinping firmaron el convenio para que Nucleoeléctrica Argentina (NASA) y China National Nuclear Corporation (CNNC) construyan dos centrales nucleares: la cuarta (Atucha III) en Lima, Zárate, y la quinta sería –imprevistamente- en Río Negro: 14.000 millones de dólares de inversión, 6.000 para Atucha y 8.000 para Río Negro, de los cuales la financiación china (traducción: endeudamiento argentino) era de 12.500 millones. Formó parte de la comitiva el gobernador Alberto Weretilneck (ex Frente Grande, ex kirchnerista, ex massista, weretilnista y en transición al macrismo).
Los mismos acuerdos con China, por las mismas cifras para dos centrales, habían sido firmados en 2015 por el gobierno kirchnerista, representado entonces por los ministros Julio De Vido, Axel Kicillof y el canciller Héctor Timerman.
O sea que la rúbrica macrista puede haber resultado una ratificación de lo anterior, o no (en la época de la transparencia, todo es opaco), pero muestra que el modelo extractivo no cae en las grietas. La novedad fue la localización en Río Negro, que Weretilneck festejó desde China por Twitter, anunciando que se estaba decidiendo entre ocho posibles emplazamientos.
“Nos dejó a todos sorprendidos”, cuenta Andrés Di Leo. “Nunca se había hablado de usinas nucleares, ni siquiera en la campaña. Yo había vuelto en diciembre a la Argentina, después de un tiempo de vivir en Europa. Me enganché mucho con el tema del cuidado del Río Negro, que está muy contaminado. Eso fue tanto en mi condición de ingeniero de recursos hídricos, como de deportista. Y habíamos hecho también una bicicleteada contra el fracking”.
Se conoció con Fabiana Vega, que venía de intervenir en decenas de conflictos. “Si te interesa un tema ambiental, te interesan todos. Soy ecologista pero no de oenegé.
Del mismo modo, creo que lo que hacemos es político aunque no partidario”. Fabiana habló con el cura andaluz Luis García, instalado en Viedma hace 24 años. “Luis ofreció la propia Catedral para convocar a la gente por el tema nuclear”.
Andrés: “Un domingo estábamos en casa tomando mate con Fabiana y con otra chica española, Amanda López, y dijimos: si el padre Luis abre la Catedral, tenemos que llamar a una asamblea”.
Se conoció la Carta Abierta al gobierno de la República Popular China, enviada al embajador Yang Wanming por la Unión de Asambleas Patagónicas (UAP), la de Chubut (UACH) y la de Kurru Leufu (Río Negro). Título: En la Patagonia NO. Algunos párrafos:
· “Las/los abajo firmantes nos oponemos categóricamente a la instalación de cualquier tipo de central nucleoeléctrica en ningún lugar del territorio patagónico. Queremos notificarlos también de nuestra decisión de impedir, bajo todos los medios dentro de la legalidad, la instalación de la antedicha planta de generación eléctrica”.
· “Más allá de la decisión de los gobiernos argentino y rionegrino, los habitantes patagónicos rechazamos dicha acción por inconsulta, arbitraria e ilegítima. Por considerar esta fuente de energía como sucia, peligrosa y costosa”.
· “No solo rechazamos la central nuclear sino el circuito completo del uranio, desde la prospección hasta los residuos, la infraestructura asociada y los usos que se le quiere dar a esa energía, especialmente porque cada uno de esos procesos contradice los objetivos y (sobreactuados) compromisos de atender el cambio climático. Quedan ustedes debidamente notificados”.
El 6 de junio el primer encuentro de la Asamblea No Nuclear reunió a 500 personas en la Catedral, y llegó a mil en algunas reuniones (proporciones: como Viedma tiene 55.000 habitantes, mil personas equivalen a que en Buenos Aires hubiese una asamblea de 60.000 personas).
Plantea el cura: “Me pareció que ofrecer la Catedral es adecuado si estamos hablando de proyectos de vida frente a proyectos de muerte. Y por supuesto vino gente de todas las religiones y de todas las ideas. El gobierno decía que los que se oponían eran ingenuos o no estaban informados. Entonces dijimos: muy bien, vamos a informarnos”.
Prepararon un Power Point sobre el funcionamiento de las centrales nucleares, y abrieron la charla. Fabiana: “Mucha gente jamás había ido a una asamblea. Pedimos que las intervenciones fueran breves para que todos pudieran hablar”. Fabiana ha hecho cursos de coaching con la idea de potenciar las posibilidades de organización grupal. Ese día armaron
comisiones (logística, comunicación, arte, jurídica). Se propuso elaborar un amparo ambiental colectivo. Y confirmaron una teoría: “En el tema nuclear es al revés que con otras cosas: cuanto más te informás, más miedo te da”.
Desde Chubut el gobernador Mario Das Neves rechazó también la instalación de la central cerca de la Península Valdés, patrimonio de la Humanidad. “Nosotros ya demostramos lo contaminante que es, y además es la actividad económica que más ha echado gente en este año y medio. Tiene problemas con el agua en todos lados donde está. Hay que buscar la alternativa. No enloquecerse, porque traen la inversión y nos dejan un desastre ambiental”.
Las asambleas semanales no fueron lo único que creció: “El grupo de WhatsApp enseguida llegó al límite de 256 usuarios, y los seguidores de Facebook se triplicaron de 7.000 a 22.000”.

Video de una mano

Los visitantes chinos zarparon de Viedma al día siguiente de la noche musical, y ya no se supo de ellos. Supuestamente anduvieron por la región un par de días más.
El gobernador Weretilneck emitió un comunicado planteando que como “una gran mayoría de viedmenses rechazan absolutamente el proyecto”, la planta se haría fuera del tejido de la ciudad. O sea: en un lugar sin tanta resistencia.
Pese al comunicado el 9 de agosto hubo una enorme marcha en Viedma de casi 4.000 personas desafiando al invierno. Patricia Llonch, ingeniera y habitante de San Antonio Oeste, explica: “No queremos el proyecto en ningún lugar de la provincia, sea que lo hagan los chinos o cualquier otro”.
El acto incluyó música, murgas, bombos, bailes, disfraces, gente con máscaras y barbijos; presencia de las asambleas contra el fracking, en defensa del agua, de los ríos, contra los desmontes, la palabra NO repetida al infinito, con la O que parece una hélice de tres aspas, pero que representa el “trébol radiactivo”, la señal de alerta en los lugares con contaminación nuclear. Viedma no alcanzó el sueño alfonsinista de ser la capital del país, pero ese día se consagró como capital antinuclear.
En las PASO del 13 de agosto Juntos somos Río Negro, el partido de Weretilneck, quedó tercero a nivel provincial (detrás del FpV -40%- y Cambiemos -19%-). El oficialismo adjudicó la derrota al tema nuclear. Weretilneck dio el paso atrás definitivo difundiendo un video que se inicia con un primer plano de su mano firmando un papel: “Esta firma que acaban de observar es la confirmación oficial, por parte del gobierno de Río Negro al gobierno nacional, en la cual le transmito la posición indeclinable de no autorizar la construcción de una central nuclear en el territorio provincial. Desde que en mayo comenzamos a analizar esta posibilidad ha habido miles de voces que han manifestado por la negativa y muy pocas por la positiva”. Luego dijo también que los gobernantes no pueden hacer los proyectos “a los empujones con medidas coercitivas y autoritarias”. Palabras que él mismo podría haber aplicado antes de sus twits chinos.
El gobierno nacional se enojó con Weretilneck pero dejó trascender que la central nuclear se emplazará en otra provincia. Con un truco obvio: nada se anunciará antes de las elecciones.
El gobernador finalmente bajó su lista para octubre –lo que muestra la seriedad de los actuales sistemas electorales- y empezó a recibir a funcionarios nacionales que le prometen lluvias de inversiones si logra que sus votos vayan a Cambiemos contra el kirchnerismo. Fabiana: “El FpV se opuso a la central nuclear. Puede ser que sea porque ahora están en la oposición, pero incluso algunos diputados participan de las asambleas. Y los de Cambiemos es como que no dijeron nada, aunque si el convenio lo firmó Macri, ¿qué van a decir?”.

Paraíso y homicidio

El Camino de la Costa es una maravilla que rodea al golfo San Matías, y que Omar Pocho Lehner recorrerá con pericia manejando su 4×4 incluso por algunas de las playas para que hagamos unos 700 kilómetros de ida y vuelta en el día.
El balneario El Cóndor es el más cercano a Viedma, y desde ahí se va llegando a El Faro, El Espigón, Playa Bonita, La Lobería, Punta Bermeja (nunca vi tantos lobos de mar juntos, y no eran estatuas), Bahía Rosas, Bajada de Echandi, Bahía Creek, Caleta de los Loros, San Antonio Este, San Antonio Oeste, Las Grutas y, cerca de Sierra Grande, otra belleza agreste: Playas Doradas a 340 km de Viedma. A lo largo del Camino hay acantilados increíbles, playas inmensas, penínsulas y bahías, paisajes de cuadro, siempre el mar (y no son fondos de pantalla). La idea de construir una central nuclear en estos lugares tiene un aura psicótica.
Pocho: “Este es el mismo recorrido que hicieron los chinos en las camionetas que les dio la Provincia. Una vergüenza, porque es ilegal incluso que anden mirando dónde instalar algo que la gente nunca quiso. Para mí la decisión de venir a la provincia no fue de Macri ni de Weretilneck: fue un invento de los chinos que ellos aceptaron felices”.
Durante el viaje Pocho y Fabiana recuerdan que China ya había intentado hacer un acuerdo en 2011 por el cual la provincia iba a cederle 320.000 hectáreas para el cultivo de soja transgénica, además de brindarle enormes exenciones impositivas, subsidios, adjudicación del puerto por 100 años, facilidades para remitir dividendos, y todo lo usual en este llamativo sistema extractivo. Aquella vez las asambleas presentaron un amparo colectivo. El decreto del entonces gobernador radical Miguel Saiz fue calificado por el Superior Tribunal de Justicia provincial como “un precario instrumento que ni siquiera tiene el rango de preacuerdo”. Todo iba a ser motorizado por el gobernador kirchnerista electo en 2011 Carlos Soria (ex jefe de la SIDE en tiempos de Eduardo Duhalde) pero su mujer, Susana Freydoz, lo mató 21 días después de haber asumido.
Llegando a Playas Doradas se ven el horizonte, el mar, un muelle en Punta Colorada, y arena con manchones grises.

Un cuento chino: Río Negro vs. la central nuclear

Foto: Nacho Yuchark

Peces de 3 ojos

“Mirá la arena. No es dorada”, murmura América, de la asamblea de Playas Doradas, mostrando cómo arena, rocas y plantas han quedado grises por la contaminación que generan los residuos del traslado de hierro desde la mina de Sierra Grande (28 kilómetros tierra adentro) hasta este muelle desde el cual exportaban el material. La mina, propiedad de la empresa china MCC, cerró en enero. En 2016 tenía 540 personas empleadas. Hoy son 40.
“Los que quedaron son todos chinos – cuenta Esthela-. Habían dicho que había que darle la mina a China para que hubiera trabajo. Empezaron a exportar en 2011. Bajó un poco el precio del hierro y echaron a casi todos. Entonces ahora dicen que hay que traer la central nuclear de los chinos para que haya trabajo. Otra mentira más para que el gobierno y las empresas hagan negocios”. La provincia venía aportando 44 millones de pesos para que MCC mantuviera los puestos de trabajo, pero no evitó la guillotina del desempleo.
Sierra Grande había tenido su bomba atómica neoliberal en 1990, cuando fue la primera empresa estatal cerrada por el recordado Carlos Menem, con un resultado de 1.000 despedidos. Efecto en la ciudad: en cinco años la población pasó de 20.000 a 5.000 habitantes, y un número indeterminado de fantasmas. Luego la mina pasó a manos provinciales y finalmente cayó en manos de MCC.
Este año, ante los despidos y la amenaza de cierre de la mina, el intendente de Sierra Grande Nelson Iribarren reclamó que la central nuclear se instale allí. Las vecinas y vecinos autoconvocados le respondieron pintado murales antinucleares que fueron atacados por las famosas manos anónimas.
Griselda Vargas está con un grupo de 20 personas repintando los murales antinucleares atacados: “Lo de la falta de trabajo es una extorsión. La central nuclear se iba a construir desde 2020. ¿Las 500 personas que quedaron sin trabajo se van a quedar esperando tres años? Hay que buscar trabajo inmediato. Ni siquiera tenés que inventar algo nuevo: hay que activar todo lo que pararon. Turismo en Playas Doradas y en la meseta, servicios, pesca; se estaba haciendo un camino y se paró, se construían 40 casas y también se paró. Eso daba más trabajo que la central nuclear pero la estrategia es frenar todo para que nos desesperemos y aceptemos cualquier cosa”.
Olga Medina: “Hemos tenido peleas por el PCB de los transformadores de la mina. Había cáncer por todos lados, se moría la gente. Hicimos las denuncias y en una audiencia los chinos nos decían: ‘ustedes quieren eliminar la fuente laboral porque para cambiar los transformadores hay que cerrar la mina’. Sin embargo hubo una orden judicial, cambiaron los transformadores, y siguieron trabajando. Era todo mentira, pero si no hacíamos esa denuncia acá seguíamos todos contaminándonos”.
Griselda recuerda: “Para convencernos de la central nuclear, trajeron a un técnico que decía que se iba a generar turismo, y que el agua de Playas Doradas iba a quedar más cálida. Yo pensaba: más cálida, y los pescados van a tener tres ojos, si es que queda alguno”. Olga propone otra clave: “Ayer fui a Trelew y vi el parque eólico (43 molinos que abastecen a 100.000 personas). Es energía limpia, da tanto o más trabajo que una central, y no vivís bajo la amenaza nuclear. De última, ¿por qué no llaman a una consulta popular a ver qué quiere la gente?”.

Grutas y poderes

En Las Grutas se reúnen vecinas del lugar y de San Antonio Oeste. Combinan estudio, inteligencia y pasión para meterse en estos temas y no sólo observarlos.
Mirta Carbajal, bióloga: “El mundo está yendo para atrás con lo nuclear. Alemania ya tiene récords en energías renovables y Francia desmantela 17 usinas bajando su matriz nuclear del 75 al 50%”. Marilina Cardelli, comerciante gastronómica: “El plutonio es la sustancia más peligrosa producida hasta ahora. La millonésima parte de un gramo provoca cáncer, pero además mantiene su poder radiactivo 24.000 años. En el mundo no saben qué hacer. En Finlandia están construyendo un lugar de almacenamiento, que les cuesta 150.000 millones de dólares”.
Patricia Llonch, ingeniera civil: “La central china iba a ser de 3° generación, ensamblando dos tecnologías. No hay ninguna en el mundo, así que el laboratorio del experimento íbamos a ser nosotros”.
Hugo Dujovne, ingeniero: “Todo lo nuclear ha estado rodeado siempre del ocultamiento, del secreto, porque aunque lo nieguen es una cultura asociada a lo bélico”.
El debate es similar en la Catedral de Viedma, donde antes de una asamblea se discuten temas que casi nunca aparecen en los medios. Andrés Di Leo hace un diagnóstico: “Es falso que se necesite más energía para crecer. La están gastando en mineras como Bajo Alumbrera, que consume más que todo lo que produce Atucha y más que toda la provincia de Catamarca, que está cada vez más pobre. Entonces hay que parar de derrochar energía y pensar: ¿Energía para quién? ¿Para la gente o para las corporaciones que están contaminando y degradando el planeta?”.
Andrés cree que el modelo productivo no es lógico: “Es anacrónico. Parece que el consumo es todo. En esa línea, no va a haber central nuclear, eólica, solar ni mareomotriz que sirva. Es como decía Facundo Cabral: cambiamos o desaparecemos. No hay otra”.
Entre las voces, el entusiasmo y las tareas asamblearias, explica el padre Luis García: “La energía nuclear no es limpia, es carísima, y no da trabajo. Si no hubiera otra solución uno diría: es el mal menor. Pero la naturaleza nos está gritando que hay otras opciones. Hoy tenemos un día bien eólico”, ríe sobre la ventolera patagónica.
Sigue: “El progreso no puede ser a costa del ser humano. Fíjate en Neuquén: años y años con miles de millones de dólares petroleros, con Vaca Muerta y demás, y solo crecen los kilómetros de villas miseria. Por eso siento que estamos en una época de crecimiento de la conciencia de lo común y lo comunitario frente al individualismo que propone el liberalismo económico. La asamblea es una experiencia importantísima. Por su seriedad, por su fuerza y porque implica un crecimiento desde nosotros mismos”.
Andrés agrega: “El poder político y empresario no entiende que la gente se organice, los cuestione, que abandone el lugar de resignación”. Fabiana: “Estamos aprendiendo a ejercer de ciudadanos. Está bueno que nos acostumbremos a no delegar lo que más importa, que es la vida, en manos de gente que sólo hace su negociado. Uno tiene el poder de uno. Pero si nos empoderamos entre todos, el poder es infinito”.

¿Hay salida?

La energía nuclear está muerta. Es una condena para la humanidad”, dice Pablo Palicio Lada, referente del Movimiento Antinuclear de Chubut (MACH), quien recorrió Rio Negro informando lo que ocurre y proponiendo un enigma: frente a lo nuclear y a las energías fósiles y contaminantes, ¿cuál es la opción?
“Actualmente lo nuclear produce menos del 10% de la energía eléctrica del país. Los números del gobierno muestran que las dos centrales previstas cuestan 14.000 millones de dólares para producir 1.800 MW (megavatios). Pero se están licitando 59 proyectos eólicos y solares para producir 2.400 MW, por 4.000 millones de dólares. O sea: cuesta casi 8 millones de dólares cada MW nuclear, contra 1,6 millones con energías renovables y limpias. Sin el riesgo de lo nuclear, de los residuos que requieren inversiones de miles de millones de dólares”.
Datos: “Con el dinero de las dos centrales se podrían instalar 8.600 MW de energía eólica, cinco veces de lo que aportarían las nucleares. La petrolera Pan American Energy ha instalado un parque eólico de 50 MW para autoconsumo y Aluar está poniendo uno de 500 MW (lo que consume la ciudad de Córdoba). Si pueden las empresas, ¿por qué no las comunidades? Lo que se necesita es además lograr un modelo energético que sea más democrático. En Uruguay avanzó muchísimo la eólica, pero como la manejan las corporaciones han encarecido el precio en lugar de bajarlo”.
Cálculo: “El Consejo Mundial de Energía Eólica estima la Patagonia puede abastecer hasta siete veces a toda Latinoamérica gracias a sus vientos. Hay trabajos que plantean que esa energía eólica supera 100 veces a Vaca Muerta. La energía solar también está avanzando muchí- simo y la tendencia mundial es generar proyectos comunitarios que permitan que los pueblos, cooperativas y vecinos instalen y gestionen la energía que ellos mismos generan. Aquí se está haciendo en Armstrong, Santa Fe”.
Mar: “Están creciendo las energías mareomotriz y la undimotriz (energía de las olas)”. Ya hay una pyme marplatense (QM) que trabajó con la UTN. Una inversión de 4 millones de pesos dará trabajo a 40 personas generando energía limpia con el oleaje, gracias a 200 boyas que generen 6 MW, suficiente para 5.000 hogares. Pablo suma un detalle: “Argentina tiene 5.000 kilómetros de costa oceánica, imagínate el potencial”.
Más: “La clave no es sólo tener otras fuentes de energía, sino un modelo descentralizado, no monopólico, democrático, de ‘prosumidores’, o sea que podamos ser productores y consumidores de la energía, aportando o vendiendo al sistema interconectado lo que no gastemos”. Agrega: “Lo que ha hecho la gente de Río Negro da esperanzas. Y abre un debate nacional sobre lo nuclear: hasta podría llamarse a una consulta popular. Hay necesidad de una democracia más participativa. Y que no nos sigan tratando como idiotas”.
Son otros conceptos.
Democracia y ciencia genuinas.
Proyectos de vida y no de empobrecimiento y muerte.
Frente a la esterilidad extractivista, la energía social de asambleas y comunidades.
Es esa energía la que permite que en lugares como la Patagonia se descubran respuestas para el presente y el futuro que fluyen alrededor nuestro, pero que no siempre sabemos ver.
Viento, sol y mar.
Un cuento chino: Río Negro vs. la central nuclear

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

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Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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