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Censuran a Susy Shock en una biblioteca de San Pedro, pero el espectáculo se hará igual en otro lugar

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Una semana y media antes de la presentación de Susy Shock y la Bandada de Colibríes en la biblioteca Rafael Obligado de San Pedro, la Comisión Directiva del lugar les comunicó a lxs organizadorxs que había prohibido las “manifestaciones religiosas o políticas”. “No nos dijeron que no venga Susy, pero sí que la condicionemos: eso es censura camuflada”, dice Alexa Pettone, parte del grupo que recibe a lxs artistas. La decisión fue cancelar esa función y redoblar la apuesta: el show se hará este domingo  las 20 horas pero en Casa Raíz (Facundo Quiroga 170, San Pedro), y será abierto y a la gorra. Qué significa ponerle límites al arte en este contexto, y la carta de repudio de uno de los socios de la Biblioteca censora.
Estaba todo listo para que Susy Shock y la Bandada de Colibríes desembarcaran en San Pedro el próximo domingo 12. El show sería con entrada y parte de la gira que viene realizando lxs artistas por todo el país. Pero una semana y media antes – más precisamente el viernes pasado- la Comisión Directiva del lugar donde actuarían, la reconocida Biblioteca Popular Rafael Obligado, convocó al grupo sanpedrense que organizaba el evento. «Nos llaman y nos comunican que desde la Biblioteca necesitaban hablar con nuestro grupo porque nos querían comunicar algo», relata Alexa Pettone, parte del centro cultural Aníbal de Antón que tenía al hombro el show. «Cuando nos reunimos nos plantean que la Biblioteca había puesto una serie de requisitos que a partir de ahora debería cumplir todo el mundo que actúe en el lugar. Uno de los ítems era que el artista o la artista no realizara manifestaciones religiosas ni políticas”.
Alexa vive en San Pedro y es la primera patinadora trans en ser reconocida por la Confederación Argentina de Patín. El año pasado se publicó un libro con su historia, Soy Alexa, escrito por alumnos de un colegio sanpedrense. Conoce el paño de su ciudad, y desde ese lugar interpreta los nuevos «requisitos» de la Biblioteca: «Es una censura camuflada», asegura.
La noticia se conoció recién hoy, por respeto a la evolución de los hechos y al devenir de la ciudad, y también porque Susy, los Colibríes y el equipo del C.C. de Antón salieron de la censura por arriba: el show se hará igual, en otro sitio.

Con el Papa no

Susy Shock es una artista trans, poeta, cantante, música y performer. Desde hace años recorre el país con sus poemas, coplas y canciones, en ocasiones acompañada de su banda musical y de danza La Bandada de Colibríes.
Susy ya había actuado en la Biblioteca Rafael Obligado el año pasado y a la misma altura del año. En aquella ocasión donó sus libros y brindó un show a sala llena que dejó picando la posibilidad de una nueva fecha. Alexa Pettone, una de las integrantes del Centro Cultural Aníbal de Antón, recogió el guante: “Durante el año Susy me manifestó que le encantaría poder volver y en base a eso empezamos a organizar la llegada su llegada, esta vez con la Bandada como parte de la gira. Fuimos a la biblioteca Rafael Obligado a reunirnos con la Comisión, les presentamos el proyecto y dijeron que sí”.
La Rafael Obligado es una antigua y reconocida biblioteca popular en el pueblo. Según relataron a lavaca es sostenida por un grupo de socios ad honorem que eligen año a año a sus autoridades, y recibe también apoyo municipal. En la práctica, funciona de manera abierta y es uno de los centros culturales más activos de San Pedro.
Susy Shock y la Bandada tenían todo confirmado para actuar allí, pero se enteraron el viernes pasado de que la Comisión Directiva actual había cambiado las reglas. Alexa cuenta desde el otro lado: “No nos dijeron que no venga Susy, pero sí que la condicionemos”, cuenta a lavaca sobre lo que le comunicaron. “Entonces decidimos que no: no vamos a condicionar a nadie, y menos a Susy”.
Según hicieron eco los medios locales, lo que molestó a integrantes de la Comisión Directiva fue que en el show del 2018 Susy hiciera alusiones alusiones críticas contra Jorge Bergoglio, el actual Papa Francisco. «De alguna forma nos plantearon que le digamos ´esto del Papa no lo digas, esto de hablar de Magnetto tampoco´», dice Alexa, y sigue: «Cualquier manipulación a cualquier persona tratando de omitir lo que une quiere explicar o expresar, es censura. Eso es censura: no otra cosa”.
Pero Susy Shock redobló la apuesta. Al enterarse de las prohibiciones que imponía el lugar, y acordando con el grupo anfitrión no presentarse allí, adelantó que viajaría igual. “Nos pidió que busquemos un patio, una plaza, una esquina”, cuenta Alexa. “Nos dijo que iba a cantar gratis como una forma de resistir a este tipo de actos”.

Así será: el show de Susy y la Bandada de Colibríes será este domingo a las 20 horas en Casa Raíz, Facundo Quiroga 170, San Pedro. El acto artístico se transformó así en una expresión de denuncia que promete hacer que la censura, acaso como siempre, salga por la culata.

En la función del domingo Susy sorteará los libros que el año pasado había donado a la Biblioteca Rafael Obligado. Pidió expresamente los ejemplares vía una carta dirigida a los «estantes de la biblioteca»: «Porque nadie firma la carta sobre las prohibiciones, no hay nombres: hablan en nombre de la biblioteca», cuenta a lavaca y reflexiona en serio sobre el sentido de su censura: «Hay que estar prestando más atención a estas cosas: el arte sigue jodiendo. Estas micro situaciones terminan siendo macro cuando se junta el aparato represor y quienes están en esta sintonía, que ya sabemos que responden de manera violenta. Solamente pensar en que hubo artistas perseguidos, desaparecidos, en el exilio nos hablan de que hay una historia al respecto. No es pavada. Yo creo que esto inclusive trasciende a lo trans».
Alexa, por su parte, suma: «A veces pensamos que está todo hecho y falta un montonazo. Hace poco en un camping de acá echaron a dos chicos por besarse… La mayoría de la gente de San Pedro se manifestó en contra de esta decisión tomada. La biblioteca tiene que eser un espacio universal, los libros son universales, así que esperamos que haya una decisión que cambie estas prohibiciones».
Por último, el llamado: «Susy viene el domingo a las 20 horas, en Casa Raíz, a la gorra, así que estaremos acompañando y resistiendo a la censura, siempre».
Censuran a Susy Shock en una biblioteca de San Pedro, pero el espectáculo se hará igual en otro lugar

Con la música a otra parte

-Carta abierta de un socio a la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Rafael Obligado-
El mendocino Armando tejada Gómez dijo que la cultura consiste en el reconocimiento de lo otro. Por eso los bárbaros, ajenos a los saberes y libertades de la gente, rodean con las tropas a esa otredad. ¿Pero quienes pegan el trabucazo ante la diversidad hoy? ¿Cómo se habita lo “popular”? Y si bien conviene saltearse la discusión de lo “popular” en este caso, sí podríamos convenir en que la cultura es dinámica: se mueve, porque se mueven los pueblos que la hacen. El problema aparece cuando el pensamiento no advierte las formas, los tiempos y los espacios que van forjando la vida diaria o, peor aún, lo registra pero elige no coexistir. Sabrán disculpar, pero se vive, se sobrevive y se sobremuere en un mundo que se quitó el almidón de los cuellos.
La Biblioteca Rafael Obligado que la Comisión dirige, ante la realización del espectáculo de Susy Shock programado para el domingo 12 de mayo, desplegó con apuro una suerte de prohibiciones enumeradas, un manojo de normas y condiciones que por debajo de la cáscara de lo textual podrían sospecharse como prejuiciosas. Desoyendo todo valor artístico, le comunicaron al Centro Cultural Aníbal de Antón que el evento organizado por ese colectivo debía atenerse a los condicionamientos. De otro modo, Susy Shock no cantaría en el salón de Mitre 460. Y es un hecho: no estará ahí.
El punto n° 2 de la ficha de condiciones reza: “No se permitirá ninguna manifestación de política partidaria o religiosa”. Susy, artista trans sudaca, como se nombra, no está en campaña ni viene con un crucifijo en llamas. Entonces, ¿cuál sería la causa? ¿Existe alguna? ¿La incomodidad de quienes piensan o sienten diferente? ¿Acaso la libre expresión es un slogan de la cultura? Lo que asombra, sin mayores interpelaciones, es el desconocimiento, la torpeza, el sosiego, la barbarie, la impericia, la quietud y la tosquedad de no querer saber algo más. No seré yo quien defienda a ella de ésto, pero no se ahorran nada al perderse sus coplas de golpe y canto ancestral, sus pensares en palabras, dichas con la cadencia de un riacho encrespado; no se salvan de nada si no le ven los paisajes en la voz, la resistencia en lo que dice, lo que baila, lo que vive.
Nosotros y nosotras, quienes tenemos un sentido de la otredad, quienes elegimos la libertad y lo diverso, no vamos a esquivar el convite y abriremos los brazos. Siempre hay un patio o una galería esperando a que alguien venga a despabilarnos un poco, a salvarnos por un rato de semejante acartonamiento. Y porque los pueblos construyen sobre los escombros de las catedrales del odio, Susy Shock cantará en otro lugar. Con la música a otra parte.
Escribo y digo como librero, conociendo lo simbólico de abrir las puertas de un sitio echo de historias. Escribo y digo como comunicador, porque ciertos silencios pueden parecerse demasiado a la complicidad y suelen naturalizarse. Pero ante todo, escribo y digo como socio, como contribuyente de una institución de mi pueblo, como partícipe de un lugar que verá pasar comisiones pero quedará para que lleguen quienes lo hagan finalmente popular. Por eso mismo elijo seguir perteneciendo, porque también hay integrantes de la Comisión que no deberán salpicarse con estas líneas, que no atienden ya a recelos milenarios, que trabajan en un mejor sentido de las cosas. Y, finalmente, decido continuar recibiendo a la cobradora amiga, mes a mes, porque la historia de la humanidad me va mostrando que se nos hace necesario convivir en las diferencias y crecer desde ahí.
Las y los saludo.
Román Solsona.
Socio N° 1210

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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