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Colombia dijo No: un Estado débil, dos países fuertes

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Raúl Zibechi analiza la derrota del proceso de paz en el referendo del domingo 2 de octubre. Las razones del No, las diferencias entre el campo y la ciudad, la sombra derechista de Uribe y el factor religioso y militar. Apuntes para pensar «un país dividido en dos mitades que no se reconocen, ni lo harán».

La dos Colombias que chocaron el domingo 2 de octubre encarnan dos mundos que se desconfían y se temen. Una realidad que antecede, con mucho, el posicionamiento ideológico que es posterior y viene a justificar distancias culturales sobre las que toman forma las diferencias políticas. Esos dos mundos pudieron más que las largas negociaciones entre gobierno y FARC en La Habana, sobrevolaron el macizo apoyo internacional a la firma de la paz, y desbarataron el más serio y firme intento por superar una guerra de 52 años.

No fue suficiente la promesa de la presidenta del FMI, Christine Lagarde, de abrir una línea de crédito especial para Colombia por 11.000 millones de dólares, ni su apoyo irrestricto al proceso de paz con su presencia en Cartagena: “Vemos el proceso de paz como un impulso al desarrollo, la atracción de inversión extranjera directa adicional, más confianza en el país, más seguridad y mayor certidumbre para aquellos que buscan invertir bien su dinero alrededor del mundo” (Semana, 26 de setiembre de 2016).

El Sí tenía todo a su favor, desde el gobierno y la oposición de izquierda moderada, agrupada en el Polo Democrático, hasta los gobiernos de la región y los organismos financieros internacionales. La relación de fuerzas era tan grande, que todos creyeron a las encuestas que pronosticaban hasta un 60 por ciento de votos favorables. Entre los que apostaron al No, destaca el Centro Democrático de Álvaro Uribe, ex presidente y ex aliado del actual presidente Juan Manuel Santos, que puede considerarse el principal vencedor del fracaso gubernamental.

Empero, no debería verse a Uribe como el hacedor de la derrota del Sí. Por el contrario, la habilidad del ex presidente consistió en captar la bronca y el rencor de la mitad de los colombianos con las FARC. Antipatía que su gobierno (2002-2010) contribuyó como pocos a potenciar, aliado con las fuerzas armadas y una parte sustancial del empresariado, en particular del ganadero, pero también los paramilitares y narcotraficantes.

Explicar la sorpresa

Una parte considerable de los análisis sobre el estrecho resultado del referendo enfatizaron en cuestiones puntuales vinculadas a los aciertos y errores de campaña. “Mientras la campaña del No siguió en forma unificada las directrices del uribismo, la del Sí resultó dispersa”, sostiene uno de los periódicos más prestigiosos (El Espectador, 4 de octubre de 2016). Alude a la multiplicidad de apoyos que recibió el Sí, desde el gobierno y grupos conservadores hasta el centro-izquierda y los verdes, pasando por los diversos movimientos sociales. El argumento señala que si todos los que apoyaban la paz hubieran hecho una campaña unificada, los resultados hubieran sido distintos.

Entre los argumentos menos sólidos, apareció el que atribuye al huracán Matthew en la costa Caribe, la abstención de más de cien mil votantes en la región más favorable a la paz. Las mismas premisas defienden quienes se quejan de la baja participación, ya que la abstención trepó al 63 por ciento. Debe recordarse que las elecciones en Colombia desde siempre se caracterizaron por la baja participación. En todo caso, deberían pensarse las razones por las cuales la clase política tiene tan esmirriada credibilidad.

La publicación La Silla Vacía (nombre que hace referencia a la ausencia de Manuel Marulanda en El Caguán, en las negociaciones de paz de los 90), una de las más sólidas en el análisis de la política colombiana, salió al paso con cinco razones que explicarían el fracaso del Sí. La primera consiste en haber subestimado el rechazo de la población a las FARC, que Uribe supo capitalizar al lanzar la consigna de que el Sí es tanto como decir “Ser Pillo Paga”, ya que es contrario a que los guerrilleros no reciban duras condenas. Durante la campaña desplegó anuncios simulando “Timochenko presidente”, quizá el más efectivo al hacer pensar que el dirigente de las FARC sería el próximo gobernante.

La segunda razón sería haber subestimado el rechazo a Santos en la población. En efecto, el gobierno tiene menos del 30 por ciento de aprobación, por lo que el presidente “se convirtió desde un inicio en un lastre para el plebiscito” (lasillavacia.com, 3 de octubre de 2016). Luego destaca que los partidarios del No tuvieron la habilidad de no oponerse a la paz, sino apostar por “un mejor acuerdo”. Incluso Ingrid Bentancourt, ex prisionera de la guerrilla, aseguró su apoyo al Sí “aunque en mi caso no habrá justicia” (Semana, 24 de setiembre de 2016).

La publicación achaca a las FARC y al gobierno actitudes de soberbia. Éste al mostrar la paz como algo irreversible y por una frase de Santos al ser consultado sobre si la pregunta a refrendar era la idónea: “El presidente tiene la facultad de redactar la pregunta que le dé la gana”. Un estilo caudillista y autoritario que muchos sintieron que pretendía llevarse al país por delante.

La guerrilla no se quedó atrás, y mostró “todo menos humildad”, en particular en el discurso de Timochenko en Cartagena donde “salió al escenario como una estrella de rock” y no se atrevió a pedir perdón de frente, mostrando “superioridad moral”. En efecto, los dirigentes de la guerrilla actuaron reafirmando sus posiciones y nunca entendieron que se trataba de conquistar la voluntad de esa otra mitad del país que sólo los conoce a través de la publicidad negativa de sus enemigos.

Por último, se alude al proverbial conservadurismo de los colombianos, católicos y homofóbicos. La ministra de Educación, Gina Parody, puso en circulación cartillas de educación sexual que provocaron debates que polarizaron al país, con multitudinarias marchas contra el gobierno. Uribe hizo llamados para rescatar la “familia tradicional”,  mientras el procurador Alejandro Ordóñez aseguró que los acuerdos de La Habana pretendían cambiar instituciones sagradas como el matrimonio. El gobierno no pudo convencer a la iglesia católica, en una reunión con varios cientos de pastores cristianos, de que las denuncias no eran verdaderas, pero “no muchos le creyeron” (Semana, 2 de octubre de 2016).

Campo y ciudad

Lo cierto es que la sociedad colombiana vive, desde hace décadas, una profunda y creciente polarización que seguramente tenga su punto de partida en el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, que marcó el inicio de una guerra civil entre liberales y conservadores que crea las condiciones para el nacimiento de las FARC en los años 60. Pero esa guerra no afectó a todos los colombianos por igual, sino en primer lugar a los pobladores rurales.

El Grupo de Memoria Histórica denuncia que el conflicto ha causado la muerte de 220.000 personas entre 1958 y 2012, de las cuales más del 80 por ciento son civiles que fueron las principales víctimas del conflicto. En paralelo, el Registro Único de Víctimas dice que hasta marzo de 2013 hubo 25 mil desaparecidos y casi seis millones de desplazados en un país de 48 millones de habitantes. Unos y otros provienen de las áreas rurales que votaron mayoritariamente por la paz, como Chocó, Cauca, Guaviare, Nariño, Caquetá, Vaupés, Meta y Putumayo, donde el Sí se impuso con cierta holgura. Por eso se dice que las víctimas de la guerra votaron afirmativo.

Por el contrario, en las grandes ciudades y zonas urbanas triunfó el No. Como señala la periodista Constanza Vieira, “Colombia exhibió su peculiar trastorno de doble personalidad, que hace que se hable de dos Colombias: la más desarrollada, predominante en los Andes, votó mayoritariamente No. El país de la periferia, con menor densidad de población, lo hizo por el Sí, junto con Bogotá, de unos ocho millones de habitantes” (IPS, 3 de octubre de 2016).

Lo interesante, y verdaderamente complejo, es que el país “moderno” le da la espalda a la paz y se alía con el ultraderechista Uribe. Salvo en Bogotá, que ha experimentado un proceso de democratización, con dos décadas de gobiernos municipales progresistas, lo que no inhibe que alguno de los alcaldes haya sido procesado por corrupción.

Las razones de este supuesto desfasaje entre modernidad y actitud política conservadora habría que buscarlas, básicamente, en dos cuestiones. La primera se relaciona con los escenarios de la guerra. Para los citadinos, el conflicto es algo que sucede lejos de su vida cotidiana, entre contendientes con los que no tienen el menor contacto. Esta población no sólo no sufre la guerra, sino que se entera por los medios siempre controlados por la alianza entre un Estado militarista y empresarios amigos de los militares.

Sin embargo, en las ciudades se respira prosperidad, por un lado, y pobreza en el otro extremo. Pero en un país como Colombia una y otra no se miran, menos aún interaccionan. Los seis de cada diez colombianos que no votan suelen reclutarse entre la mitad más pobre de la población, lo que explica el peso pequeño de una izquierda que, además, hace rato está desconectada de la realidad.

La segunda cuestión se relaciona con el peso creciente de las “iglesias de garaje”, que proliferaron a tal punto en los últimos 20 años que el gobierno pretendió controlarlas a través  de un registro que contabiliza 5.071 iglesias no católicas anotadas ante el Ministerio del Interior (Caracol, 17 de enero de 2014). Cada día se presentan tres iglesias nuevas, además de las que funcionan de forma “ilegal”.

En su inmensa mayoría son pequeños templos evangélicos o pentecostales a los que acuden decenas de personas. Probablemente tengan una incidencia similar a las iglesias pentecostales en Brasil, que cuentan con poderosos medios de comunicación, grandes templos y una numerosa bancada de diputados y senadores. Pero en Colombia el fenómeno no cuenta con estudios que permitan conocer la cantidad de fieles, ni sus características. Sabemos que los ingresos de esas iglesias informales eran, hace apenas tres años, de 10 mil millones de pesos, mientras el presupuesto estatal para educación era de apenas 1,2 mil millones (dinero.com, 24 de abril de 2013).

El factor militar

Fuera de dudas, el universo religioso juega un papel relevante en la consolidación del conservadurismo. Esas miles de iglesias se mostraron reacias al acuerdo de paz. Una de las escasas investigaciones académicas sobre estas iglesias, realizada por el periodista Ricardo Sarmiento, divide las iglesias en tres categorías: las iglesias locales o “iglesias de garaje”, casi siempre pentecostales con una sede única y que sólo influencian a personas de las cercanías en donde están instalada, que se estima en unas 50 personas en promedio; las que tienen varias sedes en Bogotá y en diferentes regiones del país; y las “megaiglesias” que pertenecen a congregaciones internacionales.

Este universo en expansión geométrica tiene una poderosa influencia en el comportamiento de los sectores populares. Las pequeñas “iglesias de garaje” están en barrios periféricos, funcionan en casas de familia y a diferencia de las grandes congregaciones, “este protestantismo informal crece sin necesidad del apoyo económico foráneo”, como sostiene el trabajo del sociólogo William Beltrán. Agrega que este tipo de organización religiosa puede considerase como “una forma de resistencia social” de los más pobres, que participan en  movimientos religiosos porque “propician espacios de organización comunitaria para los pobres, desplazados y marginados que encuentran en el seno de la comunidad la posibilidad de reestructurar el sentido de su existencia y su identidad”.

Los pobres encontraron un refugio entre los pentecostales, que avivan el fuego conservador de sus culturas ancestrales. El otro refugio son las fuerzas armadas, donde los más jóvenes –y a menudo rebeldes- quieren desembarcar para darle un sentido a sus vidas y un ingreso seguro. Ambos hechos, constatables en cualquier recorrido por las ciudades colombianas, muestran la brutal distancia existencial y política de la izquierda con lo que debería ser, y alguna vez fue, su base social.

Queda un elemento que colocó sobre la mesa el periodista Héctor Abad Faciolince, partidario del Sí. En Colombia hay unos dos mil militares presos, por condenas que tienen que ver con el conflicto armado, por violaciones a los derechos humanos, entre otros delitos.

Finaliza su artículo, escrito bastante antes del referendo, con un párrafo lúcido y complejo: “Si el presidente Santos de verdad quiere hacer la paz con todo el país, debe ofrecerles a los militares, y a Uribe, y a los intereses y miedos que él representa, un trato que los cobije. Me temo que aquí seguirá la guerra si algunos militares y civiles reciben más penas y vergüenzas que la guerrilla. Si Santos define un trato especial para militares y civiles implicados en el conflicto (y sólo él tiene el poder de hacerlo), creo que hasta el Centro Democrático votaría por el Sí en el plebiscito. Aquí hay cierta derecha que no descansará hasta no ver presa o muerta a la cúpula guerrillera; y cierta izquierda que no estará contenta hasta no ver preso a Uribe y a sus amigos. A esa izquierda y a esa derecha hay que desarmarlas con un perdón especial” (El Espectador, 30 de julio de 2016).

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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CABA

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

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¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

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Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
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  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
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  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
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Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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