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De Luis Espinoza a Ceferino Nadal: el raid delictivo de la Policía de Tucumán

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Cuarenta días después de la desaparición seguida de muerte de Luis Espinoza, la Policía de Tucumán vuelve a ser noticia por asfixiar a Ceferino Nadal, un hombre que antes de morir alcanzó a decir lo mismo que George Floyd en Minneapolis: «No puedo respirar». Qué significa este grito desesperado que tiene en Tucumán un raid delictivo cuya protagonista es la Policía. Los antecedentes, lo que se sabe hasta ahora del caso, los pedidos de reforma policial y quién era «Cefe», contado por la periodista tucumana Mariana Romero.

Por Mariana Romero, desde Tucumán

Cuarenta días después de que una bala destrozara la aorta de Luis Espinoza, un hombre de 43 años corre en pleno centro de San Miguel de Tucumán para escapar de la Policía. Es atrapado, reducido y tirado al suelo. “No puedo respirar”, dice, antes de morir. 

Ocurrió el miércoles 24 de junio, a no más de 100 metros de la Casa Histórica. Ceferino Nadal, de acuerdo a los reportes policiales, había sido descubierto hurtando algo en un negocio céntrico y alguien dio la voz de alerta y él se lanzó a correr, seguido de transeúntes y policías. Le quedaban unos 10 minutos de vida. 

Lo que sucedió tras su detención es objeto de una investigación penal a cargo de la fiscal de Homicidios, Adriana Giannoni. La funcionaria es reconocida por no mantener complicidad con los casos de abusos policiales, pero le toca actuar en un marco político complicado para la conducción de las fuerzas de seguridad provinciales. 

Sin respiro

La desaparición forzada seguida de muerte de Luis Espinoza (lo atacaron nueve policías en la localidad de Simoca, lo asesinaron y tiraron su cuerpo en Catamarca) no es la única alerta encendida en la Policía de Tucumán en lo que va del año. Entre aquella muerte y ésta, por ejemplo, un cabo de la Guardia Urbana protagonizó una cinematográfica persecución cuando un hombre lo reconoció como quien le había robado $ 180.000, un iPhone y joyas. Otro caso: días atrás, una mujer de la localidad de Lastenia, Roxana Monteros, radicó una denuncia por delitos sexuales en un operativo en su casa para buscar a su hermano. La mujer señala que abusaron de ella para provocar que el joven saliera a defenderla porque no tenían orden de allanamiento para entrar. Efectivamente, el operativo, realizado por la Regional Este, no provenía de una orden de un juez. 

Unas dos semanas antes, un productor rural y su familia fueron tomados de rehenes en su propia casa y, tras un tiroteo con los vecinos, abandonados en el domicilio. De los cerca de siete u ocho asaltantes, varios vestían uniformes policiales. No eran efectivos de la fuerza, pero todavía se desconoce cómo obtuvieron la ropa reglamentaria. Antes, una familia de la zona de Villa Amalia dejó pasar a personas vestidas como policías que la redujeron, golpearon y robaron. En el medio, estalló el escándalo por uniformados que, en el control limítrofe con Santiago del Estero, dejan pasar (u obligan a pasar) a taxistas que vienen de otras provincias sin permiso para ingresar a suelo tucumano, para luego secuestrarles los autos. Los choferes, en cuarentena y con los vehículos retenidos, terminan llegando a un arreglo con la Fiscalía: una donación al Sistema Provincial de Salud a cambio de cerrar la causa penal en su contra, porque con antecedentes no pueden seguir teniendo licencia. 

Y, por último, la frutilla de la torta. El Ministerio organizó cursos de formación para el servicio penitenciario y puso al frente de uno de ellos nada menos que a Enrique Stel, ex funcionario de Seguridad de la Provincia, imputado por delitos de Lesa Humanidad (incluidos abusos sexuales) en contra de 51 víctimas. Y todo esto, en menos de dos meses. 

En este contexto, la fiscal Giannoni deberá dilucidar cómo murió Ceferino Nadal. El resultado de su pesquisa, si bien será basado en pruebas científicas, registros fílmicos y testimoniales, influirá seguramente en el (mal) humor social tucumano. Acá, al problema no resuelto de la creciente inseguridad, se suma el de la brutalidad policial. Ambos siguen aportando muertos a una sociedad que no descansa y que vive, muchas veces, con la íntima pregunta diaria “¿hoy me tocará a mí?”.

De Luis Espinoza a Ceferino Nadal: el raid delictivo de la Policía de Tucumán

Los dilemas de la investigación

Según información extraoficial, el informe preliminar de la autopsia que se realizó al cuerpo de Nadal revela que hubo asfixia mecánica pero ¿fue esa la causa de la muerte? La Fiscalía está abocada a interpretar correctamente esa pericia y, para ello, deberá esperar el resultado final, que aportará estudios sobre los tejidos y que completará el panorama. 

Porque la alternativa a esa hipótesis es que Nadal murió de un infarto. Una fatalidad que justo el destino tenía preparada para ese día, a esa hora. O más tarde, pero se adelantó por la violencia o el estrés de lo que estaba ocurriendo. Pero Karina Rodríguez, su viuda embarazada de siete meses, dice que Ceferino nunca tuvo problemas cardíacos. “Cefe”, le llama ella, también sus hermanos y sus vecinos. Nunca nadie lo conoció por su primer nombre, Walter. Pero la prensa policial parece no haber investigado mucho sobre el muerto y, a partir de los partes policiales, decidió rebautizarlo con una identidad que nadie nunca usó. 

Resulta interesante desmenuzar de dónde salen esas dos hipótesis, aún antes de que se realizara la autopsia. La idea de la asfixia, si bien fue revelada por el diario La Gaceta tras la realización de la pericia, ya circulaba sottovoce desde el día mismo de la muerte. Quizás provenga de los testimonios de la gran cantidad de personas que ese día escucharon a Nadal decir que no podía respirar y de algunos que aseguran haber visto a un policía apretar su nuca con la rodilla, al estilo del homicidio de George Floyd en Estados Unidos. De inmediato, ante esa versión, comienza a circular la del infarto, proveniente de fuentes policiales. Cualquier uniformado a quien uno le preguntara en esas horas, ya daba la versión del infarto. ¿De dónde salió? Del Hospital Padilla, donde lo atendieron e intentaron revivirlo, no. Ni su historia clínica ni la información extraoficial del personal médico hablan de infarto. ¿Cómo supo la Policía que esa era la causa de muerte antes de la autopsia y sin una certificación médica? Mención aparte merece el hecho de que fuentes sanitarias que estuvieron en contacto con Nadal cuando fue ingresado hablaban, en esas horas, de un “accidente de tránsito”. Si bien eso no quedó asentado en la historia clínica ¿quien le dijo a los profesionales que la víctima venía de un siniestro vial? Este dato es llamativo y recuerda al brutal homicidio de Facundo Ferreira en 2018: los policías que acababan de vaciar sus cargadores a espaldas de niño de 12 años, y que habían logrado acertarle uno en la nuca, dejaron que el médico del sistema de emergencias creyera que se trataba de un accidente en moto. Así lo trasladó y así lo ingresó al hospital. El balazo se descubrió en una tomografía. 

El bueno, el malo y el feo

El ministro de Seguridad de la Provincia, Claudio Maley, había amanecido ese día con el plan de ir al programa de televisión Los Primeros, por Canal 10, con la intención de responder sobre el escándalo de los taxistas y el control limítrofe. Pero, esa mañana, La Gaceta publicó que el resultado de la autopsia a Nadal habría concluido que fue asfixiado por la Policía. En ese contexto, Maley señaló que la investigación no estaba cerrada y quedaba en manos de la Justicia. Sin embargo, arremetió contra el muerto: “tiene muchos antecedentes delictivos, tiene su prontuario en nuestra Policía de la Provincia con diversos delitos y lo más grave que se puede mencionar es una condena de ocho años a cumplir y, a la vez, tiene problemas de adicciones”, remarcó enérgico. Y luego aclaró: “Cumplió una condena de ocho años, en sus antecedente está ya el antecedente de una condena de ocho años, ya había cumplido”. 

Los televidentes estallaron en mensajes cargados de odio y de salvajismo contra Nadal y su familia. El primer paso de la justificación estaba dado: la opinión pública ya no sería unánime como en el caso Luis Espinoza, que destrozó la imagen de la conducción de Seguridad en la Provincia. Ahora había una tabla de salvación: el muerto había sido ladrón. Eso, en la tierra donde señorearon el represor Antonio Domingo Bussi y el ex comisario y triple asesino Mario “El Malevo” Ferreyra, es un salvoconducto para que la derecha más rancia apoye la brutalidad policial. La cúpula de seguridad tiene ahora una tabla de dónde agarrarse: un sector de la sociedad que desprecia a algunos delincuentes y endiosa a otros, como los homicidas Bussi y Ferreyra, por ejemplo.

Lo interesante de las posturas oficiales es que los prontuarios son sacados a relucir como un comodín siempre y cuando no corresponda a un policía. En el caso de Luis Espinoza, por ejemplo, ningún funcionario salió raudo a iluminar a la población sobre los antecedentes delictivos que tenían los uniformados, que iban desde las amenazas, realizar tiros borracho, vejaciones y apremios ilegales, hasta una denuncia pública por homicidio. En ese caso, el “frondoso prontuario” quedó bajo llave y fue revelado sólo por la prensa. 

Tampoco, por parte de las autoridades, se realizó un balance sobre el historial de la Policía de los últimos cinco años, de la última década o desde 1970, cuando se sancionó la Ley Orgánica de Policía. Ni siquiera de los hechos de los últimos dos meses. Así, la problemática de la violencia institucional siempre aparece como una seguidilla desafortunada de lamentables hechos aislados. Y, al no haber un balance integral, las soluciones tampoco llegan. 

Hace menos de un mes, la cúpula de Seguridad tuvo que dar explicaciones a la Legislatura sobre el estado de la fuerza tras el homicidio de Luis Espinoza. Junto a los parlamentarios, salieron a los flashes de la prensa a declarar con solemnidad que se iba a trabajar en la creación de un organismo de Asuntos Internos independiente de la Policía (el actual gira bajo su órbita), el alumbramiento de una nueva legislación (la actual proviene de leyes vetustas nacidas bajo dictaduras) y una purga en la Policía. Nada de eso ocurrió. Sí hubo cambios dentro de los mandos superiores de la fuerza, una suerte de rotación de una repartición a otra. Pero de atacar el problema desde la raíz, ni hablar. Mucho menos, de separar de la fuerza a los policías que tienen causas abiertas por homicidios agravados: la mayoría sigue vistiendo el uniforme azul. 

Planteado de esta manera el escenario, el 2020 parece encaminarse a ser un año más de promesas de reforma policial. Quizás la suerte futura de la conducción de Seguridad no resida en la posibilidad de que las fuerzas comiencen a obrar de acuerdo a derecho, sino en la eventualidad de que sus víctimas tengan o no antecedentes policiales. Si ocurre lo primero, el hartazgo y la violencia contenida de una sociedad que todos los días está sumando nuevos homicidios en las calles podrá servir de tabla de salvación para la cúpula. Y así, respondiendo con homicidios a los homicidios, con salvajismo institucional a la creciente inseguridad, la provincia seguirá duplicando el problema: a las muertes por la criminalidad se seguirán sumando las muertes por la violencia del Estado. Y entonces, ojo por ojo, la provincia quedará ciega. 

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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