Nota
Declaró Vanesa en la segunda jornada del juicio: “Le quebraron la vida”
Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, prestó declaración ante el Tribunal en la segunda jornada del juicio.
El reloj marcaba las 10:45 cuando los jueces Diana Volpicina, Gustavo Navarrine y Liliana Logroño, del Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza, ingresaron a la escena, subieron los pequeños escalones y se sentaron frente a una audiencia repleta.
El público, como parece ser habitual en los juicios, se paró y se sentó al mismo tiempo que los magistrados. Algunos se quedaron en sus asientos, omitiendo ese detalle puramente formal.
Volpicina, presidenta del TOC, saludó dando inicio a la segunda jornada del juicio por torturas a Luciano Arruga en el galpón especialmente acondicionado de la Unión Industrial de La Matanza: “La fiscalía dirá cuál es el primer testigo”.
El fiscal José Luis Longobardi respondió: “Vanesa Romina Orieta”.
La sala hizo silencio y miró hacia la única dirección posible. La hermana de Luciano Arruga, el joven de 16 años que fue detenido ilegalmente el 22 de septiembre de 2008 en el destacamento policial de Lomas del Mirador. Vanesa entró y dejó el bolso al lado de la puerta. Caminó, seria, hasta el banquillo, y se sentó mientras se sacaba el abrigo. Su testimonio era lo más esperado de la segunda jornada del juicio por torturas y, por lo que ocurrió después, también fue lo único. Miró hacia el Tribunal, que le pidió nombre completo, oficio u ocupación, y respondió: “Desde la desaparición de mi hermano hago lo que puedo. A veces ayudo a mi mamá con las artesanías”.
Se dio paso a las preguntas del fiscal Longobardi, quien le pidió que reconstruyera aquel 22 de septiembre de 2008 con la mayor precisión posible.
La bandera
La jornada comenzó más temprano que el día anterior. A partir de las 9:06 los secretarios del juzgado y oficiales salieron a informar que el público podía ir entrando. En ese momento no había organizaciones sociales ni políticas, que llegaron después. Tampoco la policía había desplegado el excesivo operativo del día anterior. La calle no estaba cortada, y sobre la valla reposaba una bandera con el rostro de Luciano que lo decía todo: “Lo mató la policía, lo desapareció el Estado”. Luciano fue torturado aquel 22 de agosto de 2008, tema que se juzga ahora. Además, desapareció en enero de 2009. Su cuerpo fue encontrado como NN en octubre de 2014.
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH) estaba presente y luego llegaron las representantes del SUTEBA local. No estaban las cámaras de televisión y había menor presencia periodística. Sin embargo, la sala se llenó: más de 70 personas. Entre el público estaban Alberto y Leonardo Santillán, papá y hermano de Darío Santillán, uno de los piqueteros asesinados en junio de 2002.
También estaban en la sala los abogados defensores de Julio Diego Torales, el policía al que se juzga por torturador: Juan Grimberg e hijo, Gastón Jordanes, y un ayudante. El propio Torales se ubicó allí, suspirando mientras se acomodaba el traje. Hablaba con Jordanes, que le explicaba algo. Torales asentía.
A las 10 las partes ya estaban acomodadas.
Cuarenta y cinco minutos después entraron los jueces.
El cuaderno
Vanesa Orieta se tomó unos segundos antes de contestar la pregunta del fiscal.
“Era 22 de septiembre del año 2008. Me acerqué por la mañana al destacamento. No puedo precisar el horario exacto. Llegué al hall de entrada. Me atiende una persona femenina. ‘Vengo a retirar a mi hermano’, digo. Ella tenía mala predisposición. Entonces pido hablar con el responsable a cargo”. Vanesa remarcó que el tono con que se expresó ese día tenía que ver con otras experiencias con la policía, que luego relataría: “Mi hermano era perseguido por la gente de ese destacamento”). Recordó que la oficial le dijo: “Esperá acá”.
Continuó Vanesa: “Se acerca una persona masculina que se presenta como Diego Torales. Lo anoté en un cuaderno. Me dijo que no podía ver a mi hermano. Le dije que era menor de edad y quería ver si estaba bien. Torales no estaba de buen humor. No contestaba bien. Me dice algo así como: ‘Vos sabés lo que hizo. Es un chorro’. Le dije: ‘¿Y vos quién sos para decirme eso?’”.
La hermana de Luciano contó que el oficial le preguntó si quería ver lo que había robado. “Decime lo que quieras, pero si no veo a mi hermano, yo no te creo”, le respondió. Vanesa dijo al Tribunal: “Los policías se estaban zarpando con él. La única persona a la que iba a creer era mi hermano, y todo me daba a entender que era una detención más de las que venía sufriendo”.
Ese día le preguntó a Torales quién era el juez, quién era el denunciante. “Torales ya estaba enjuiciando a mi hermano de hecho”, señaló Vanesa. Y le demostró una ilegalidad: “Mi hermano es menor de edad, tendría que estar en el hall”. Luciano estaba en la cocina. Nuevamente surge en el juicio que la dependencia policial no estaba acondicionada para llevar detenidos.
Vanesa dijo que estaba nerviosa: “Tenía miedo por mi hermano. Tenía mucha rabia pero sentía que no tenía la fuerza para pelear con esas personas que eran el doble de grandes que yo y tenían un arma”. La hermana de Luciano señaló que Torales le pedía algún documento de identidad de Luciano para soltarlo (lo que Mónica Alegre, mamá de Luciano y Vanesa, había contado en la primer audiencia). Relató la secuencia. “Se lo dimos, Torales dijo que no le servía, que necesitaba una fotocopia. Tenía una fotocopiadora atrás. Dijo que no le andaba. Fuimos a hacer la copia. Pero después nos dijo que no le servía porque no podían constatar que mi mamá era la mamá de Luciano”.
Por eso Mónica viajó hasta Puente La Noria a encontrarse con la hermana, para llevar el acta de nacimiento de Luciano, tal como relató.
El verdugueo
Vanesa narró que Torales hablaba por teléfono en el hall del destacamento. Iba y venía. “Le dije que era mi derecho verlo (a Luciano), que corría riesgo su vida”. Evocó que Torales se corrió el teléfono de la oreja, tapó el auricular y dijo: “¿Te podés callar que estoy hablando con el juez?”. Siguió la joven: “En ese momento se abre la puerta de la cocina y escucho que mi hermano gritaba…”.
Vanesa detuvo el relato. Silencio.
Siguió: “Escucho que gritaba: ‘Vanesa, sacame de acá porque me están pegando’”.
En la sala muda, Vanesa se quebró.
Le ofrecieron un vaso de agua. “No, gracias”, respondió.
Continuó: “Le grito al juez que le estaban pegando a mi hermano”. Su tono de voz se acentuó: rebotó por toda la sala. “¿Cómo explicar las emociones que empiezan a correr por el cuerpo de uno?”, preguntó a la sala. “Quería romper todo. Y así y todo tenía que pensar que tenía a mi hermano encerrado”.
Vanesa expresó que los policías “verdugueaban” a Luciano desde antes de aquel 22 de septiembre.
El Tribunal le preguntó a qué se refería con verduguear.
Longobardi: “Explique para que el Tribunal la entienda. Yo soy de barrio y me puedo dar una idea”.
Vanesa: “Que lo paren en la vía pública, que le pusieran un arma en la espalda y le digan ‘quedate quieto, negrito, que te meto un tiro’, que le digan ‘negro villero´”. La joven hizo un corte en su propio relato para explicar que sabía a qué se estaban refiriendo los jueces: expresó que estaba diferenciando el “verdugueo sistemático” que sufría su hermano con el que padeció en el destacamento. Sobre ese día, explicó: “Me refiero a ostentar el poder policía, el tono violento. Eso lo va dejando a uno en un lugar chiquito, en el que no sos ciudadana. Me estaban humillando. Estaba en desigualdad de condiciones”.
Reconoció Vanesa que ese día tuvo miedo. El fiscal le pidió más detalles. “A medida que pasaba el tiempo uno iba teniendo más inseguridad de no saber si iba a salir bien (por Luciano). Sentía miedo que le pasara algo. A ver: cuando uno viene de un barrio humilde, está acostumbrado a naturalizar esas formas”.
Ante una pregunta del fiscal, dijo que no podía especificar si a Luciano le estaban pegando en aquel mismo momento. “No tenía contacto con él. Eso me daba terror”.
La jueza Liliana Logroño le preguntó qué actitud tomaba Torales ante sus reclamos. “Siguió ahí. Maltrataba mi vida, la de mi mamá, la de mi hermano (volvió a quebrarse). Yo tenía miedo de reaccionar mal. Me estaban haciendo mal. Ahí le dije: ‘Torales, lo que estás haciendo está mal’. Yo estaba nerviosa, como cualquiera que tiene un familiar encerrado al que le están pegando. ¿Qué va a hacer uno?”.
Su pregunta rebotó por el Tribunal buscando alguna respuesta.
El relato siguió: “Eso es verduguear. Pensar que porque son dos mujeres indefensas las trato como quiero; creer que por ser mujer una está en desigualdad de condiciones”.
Los 20 pesos
Vanesa pudo referir algunos horarios ya que en ese momento estaba trabajando en un call center en Morón. Contó que había aceptado ese trabajo porque era de cuatro horas, y que también le permitía estar en su casa más tiempo con su hermano. “Era un lugar donde se sentía seguro”, dijo.
El 22 de septiembre se tendría que haber ido a las 15 para poder llegar a horario: “A esa hora todavía estaba ahí. Llamé y dije que llegaba más tarde. Sabía que mi vieja se tenía que ir (a buscar la documentación), pero yo no podía perder el trabajo porque no podía pagar el alquiler ni ayudar a mi vieja”. Se terminó yendo a las 16. “Todavía no lo había podido ver”, especificó.
Logroño le preguntó si le dijeron quién era el juez.
Vanesa: “No me decían nada”. Lloró.
Relató que salió alrededor de las 20.30 de trabajar, aproximadamente. Fue a lo de Mónica. “Vivía en una casa de 4 metros por 3. Una cama cucheta de frente a la puerta, otra cruzada. Luciano estaba sentado de frente a la puerta. Le digo: ‘Negro, la puta madre, ¿vos te robaste ese teléfono de mierda?’”.
Silencio.
Contó que Luciano levantó la cabeza. “Me dice: ‘Vos sos una pelotuda: no robé nada y encima me pegaron’”.
Luciano lloraba, le dijo que lo agarraron cuando estaba yendo a trabajar, y que lo golpearon adentro del destacamento. “Me nombró gente”, recordó su hermana. “El único nombre que retuve fue Diego Torales. Era el único con el que me relacioné”.
Vanesa recordó la frase de Luciano: “Mientras uno me agarraba, el otro me pegaba”.
Siguió: “Me decía que lo humilló”. Su mamá le contó que había salido muy nervioso, y que empezó a señalar a quienes le habían pegado. Uno de ellos era Torales. “Después el me contó que le dijeron que si no se tranquilizaba lo iban a mandar a la Comisaría 8º donde había violadores que se iban a encargar de él”.
Siguió: “Luciano me dijo que Torales era un forro, un hijo de puta”.
Siguió llorando y contando: “Nos contó que pidió de comer, le dieron un sandwich y se lo escupieron”.
Vanesa especificó que Luciano se tocó la parte baja de la espalda para decirle que le dolía. “Y un poco la cara y la cabeza”, le agregó. Se veía la hinchazón en el rostro. No en el cuerpo: “No lo examiné”. Fueron al Policlínico de San Justo. “Negro, hay que hacer la denuncia porque no podemos seguir así. No es vida”, le dijo Vanesa.
Fueron en colectivo. En el Policlínico le dijeron que tenía que sacar turno. Vanesa paró a un médico y le explicó que su hermano había salido de un destacamento y tenía dolores. Lo sentaron en la camilla. “El médico tuvo una actitud solidaria”, reconoció Vanesa, en lo que habrá sido el único gesto de esas características que recibieron ese día. Le pidió un certificado y que quedara constancia en el libro de guardias ya que tenían pensado hacer la denuncia. El médico no le sacó radiografías.
Volvieron del Policlínico caminando, 20 cuadras, casi a medianoche, porque no tenían plata.
“Luciano también me cuenta que había entrado (al destacamento) con 20 pesos y no se los devolvieron”, recordó Vanesa.
Y se rió: “Supuestamente lo detienen por un delito y fue la policía la que no le devolvió los 20 mugrosos pesos”. Por eso precisó que al día siguiente llamó a la dependencia y pidió hablar con Torales. Le recriminó que no le hayan devuelto la plata. “No tenía nada”, fue la respuesta.
Vanesa, al Tribunal: “Era lo único que teníamos. Con eso no nos íbamos caminando del hospital”. Nunca se los devolvieron.
“Era muy reiterada la tortura psicológica sobre mi hermano”, remarcó.
El fiscal dijo que no tenía más preguntas.
“De repente fue un chico triste”
Maximiliano Medina, del CELS, le pidió algunas precisiones sobre la persona que la atendió ese día: “Era mujer, pelo tirando a rubio, enrulado, robusta. Con pantalón y borcegos de policía”.
Sobre el horario: “A las 16 todavía estaba en la cocina. Así me dijeron cuando llegué. Yo tenía muy claro que no era un lugar acondicionado para alojar detenidos. Luciano después me dijo que estuvo en la cocina todo el tiempo, con las manos atadas, que lo tuvieron un rato con las esposas y después se las sacaron”.
La defensa pidió que constara en actas.
“¿Estuvo más de dos horas allí?”, preguntó la querella. “Más de dos horas seguro”, dijo Vanesa, que remarcó un detalle: “Si hubiera estado el juez de menores podría haber hecho un retrato mejor”.
Describió luego cómo Luciano cambió tras la detención. “Era un pibe con una risa tremenda, porque tenía 16 años, porque estaba viviendo. Y de repente fue un chico triste. ¿Cómo explicar las veces que vi llorando a mi hermano?”.
Se quebró. “¿Cómo te sentís si no podés salir de tu casa? ¿Cómo saldrían los hijos de ustedes si les pasa eso? En el último tiempo mi hermano estaba mal. Esa detención es cruel. Es una situación límite”.
Sobre qué pasó con la denuncia: “No la hicimos. Asumo la responsabilidad. Pensaba en la seguridad de mi familia. Mi vieja estaba sola. La situación estaba terrible: ella estaba viviendo mal”. Miró al Tribunal: “Perdón, pero los tiempos de la justicia son lentos para la urgencia que uno tiene”.
Ilustró a los presentes: “Uno hace la denuncia, la policía se entera y la cosa se pone peor”.
“Le quebraron la vida”
La defensa pidió la palabra. Habló Juan Grimberg. Quiso apuntar una supuesta contradicción. Mientras buscaba con las dos manos la foja exacta en el expediente, su hijo le sostenía el micrófono para que hablara. Le especificó al Tribunal qué línea debía leer.
Para el fiscal no había contradicción. “Sólo aclaró más un punto sobre el que antes había expresado dudas”, dijo Longobardi.
La jueza Volpicina tampoco consideró la contradicción. Le sugirió que reformulara una pregunta. “Algo ya dijo de eso”, remarcó. Nadie en la sala sabía a qué se estaban refiriendo.
Grimberg finalmente dijo: “Usted hizo referencia a que Luciano dijo que Torales fue uno de los que le pegó”.
Vanesa: “Me cita nombres. En un momento me dice Torales”.
Grimberg: “Simplemente recuerde lo que le dijo su hermano”.
La jueza Logroño intervino: “Acaba de decirlo”.
Grimberg pasó a otro tema. Le preguntó en qué momento fue esposado Luciano.
Vanesa: “Pasaron 6 años y voy a decir lo que me acuerdo”.
Volpicina hacía gestos con las manos: “Disculpe, hay una mosca. Siga”.
Vanesa: “Hay cosas que me dijo en una situación traumática que no te puedo afirmar. Pero Torales una de las dos acciones la hizo, y te puedo decir que una u otra es violatoria de sus derechos. Él podía haber frenado la situación. A mi hermano le quebraron la vida. Es un daño irreparable. Y él (Torales) era testigo”.
Grimberg hizo un silencio. Le preguntó luego si tenían asesoría legal. Vanesa: “No, pero es una buena pregunta. No teníamos un mango, señora (mirando al Tribunal). Y si ese día iba un abogado, Torales tendría que haber hecho lo que tenía que hacer. Los dos somos laburantes (Torales y ella): pero él estaba en otra relación de poder”.
Así, en 5 segundos y en una línea, Vanesa Orieta resumió la bibliografía entera de investigadores, sociólogos, filósofos y académicos que se dictan en las carreras de ciencias sociales.
Impertinente
“¿Militabas?”, preguntó Gastón Jordanes, otro de los abogados.
La pregunta desató algunas risas inesperadas en la audiencia. “No, trabajaba”, dijo Vanesa.
Luego Grimberg pidió la reserva de la testigo. Esto es: cuando un testigo termina de declarar, puede integrarse al público de la audiencia, pero si una parte pide su reserva, la persona vuelve al recinto para una eventual ampliación de su testimonio.
El fiscal le preguntó a qué efectos realizó la petición.
Volpicina: “No tiene por qué decirle. Es una estrategia. Me sorprende que lo pregunte”.
El Tribunal inquirió si alguno tenía otra pregunta.
Grimberg buscó pegar bajo y embarrar a las víctimas: se metió en preguntas sobre la vida personal de Vanesa Orieta, sobre su ex pareja, sobre si era abogado, que motivaron la queja del fiscal y los abogados de la familia Arruga. “Es manifiestamente impertinente”, dijo Medina, que subrayó que no tenía ninguna relación con el objeto procesal.
Esto es: las torturas que sufrió Luciano el 22 de septiembre de 2008.
Grimberg insistió en preguntar con quién fue Vanesa al destacamento luego de la desaparición de su hermano el 31 de enero de 2009. Es decir, se remontó a un hecho posterior al que se juzgaba. La estrategia -puede suponerse- consistía en saber si contaba con asesoría legal. Más quejas de las partes. Logroño sostuvo que Grimberg se refería a una secuencia que consta en la causa por torturas, que en todo caso el fiscal después debería valorarla o no. Más quejas.
“Perdón, ¿puedo decir algo?”, preguntó Vanesa.
Volpicina: “No, todavía no”.
Debatieron un rato. Finalmente, Volpicina dijo que el Tribunal, con la disidencia de Logroño, le daba la razón a la fiscalía. Le recordaron a Vanesa que debía volver al cuarto porque pidieron su reserva. “Por favor, déjenme fumar un cigarrillo”, pidió Vanesa. Le dijeron que sí.
Cuando Vanesa Orieta se levantó, la sala explotó en aplausos. Los ojos de los jueces desorbitaban. Los jueces se pararon, el público se paró. Volpicina llamó a un cuarto intermedio. El público comenzaba a enfilar hacia la puerta cuando la presidenta del Tribunal elevó la voz: “Primero los jueces, después el público”.
Eran las 13 pasadas.
¿Testigos o sospechosos?
Volvieron a las 13:27.
Ya no quedaban más testigos. Grimberg leyó la lista de testigos que llamarán los próximos días.
Volpicina: “Ayer dijimos que hoy se iban a escuchar a los de la defensa”.
Grimberg: “Tuvimos problemas con las notificaciones. Al único que podía lo estaban operando”.
La jueza recordó que, por común acuerdo de las partes, las audiencias se llevarían en 5 días. Le sugirió que procurara los testigos el miércoles: “El viernes se termina el debate”.
El fiscal Longobardi se opuso a llamar como testigos a las personas que leyó Grimberg. Seis de ellos eran policías que estaban de servicio el día que detuvieron a Luciano Arruga. “Hay una causa abierta para saber quiénes son los otros dos que denunció que le pegaron”, argumentó el fiscal. “Y, según surge de los lineamientos, más que testigos pueden resultar que sean sospechosos”.
Los abogados de la familia sostuvieron lo mismo. Medina, del CELS, leyó los horarios que cada uno de los oficiales cumplió ese día: todos estuvieron en el destacamento mientras Luciano estuvo detenido y denunció que lo golpearon, que le escupieron la comida y amenazaron con violarlo. “Ellos no son testigos, porque no son ajenos al hecho”, sostuvo, y recalcó que no sólo pueden ser coautores, sino sospechosos de omitir y ocultar lo que denunció la familia. Además, apuntaron que puede incurrirse en una violación de sus propios derechos y en la garantía de sus debidos procesos.
Los policías:
- Néstor Guillermo Díaz.
- Miguel Ángel Olmos.
- Damián Marcelo Sotelo.
- Miguel Osvaldo Soraire.
- Mónica Viviana Chapero.
- Sergio Oscar Fékter.
Nota aparte: Díaz, Sotelo y Fékter son denunciados como tres de los 8 policías implicados en la deasparición de Luciano Arruga el 31 de enero de 2009.
La fiscalía y los abogados también se opusieron a llamar a otros tres testigos referidos al supuesto robo por el que detuvieron a Luciano. De este llamamiento se desprende que la intención de la defensa es desacreditar a Luciano Arruga y su familia. ¿Qué pueden aportar en un juicio donde se evalúa si un joven de 16 años fue torturado física y psicológicamente en una dependencia policial?
Desde el Ministerio Público Fiscal, alguien comentó: “Así sea Bin Laden, no se lo puede ni tocar”.
El Tribunal llamó a un cuarto intermedio para decidir. Eran las 13:45.
Volvieron 14:12. Le dieron la razón a la defensa.
Desde la fiscalía adelantaron que si la sentencia concluye en absolución y toma en cuenta esa prueba, presentarán un agravio en Casación por aceptar “pruebas que no podrían producirse”.
Finalmente, el Tribunal cerró la jornada hasta el jueves a las 9 de la mañana.
Nota
Tres audiencias ante la CIDH que cuestionaron las políticas de Milei sobre mujeres, derechos humanos y economía popular
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concedió tres audiencias temáticas a las organizaciones de la sociedad civil de Argentina para escuchar el impacto de las medidas regresivas que adoptó el Estado en políticas sociales, económicas y culturales. El gobierno de Javier Milei debió responder en Washington, sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), ante las autoridades internacionales respecto a la vigencia de los derechos humanos en nuestro país. Hubo en total tres audiencias:
- Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular;
- Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género;
- Impacto de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en los derechos humanos.
En el caso de violencia contra las mujeres y niñas, la presidenta de la CIDH Roberta Clarke planteó que se trata de “delitos de lesa humanidad”. La actitud del gobierno argentino, y los detalles de cada una de las audiencias.
Por Lucrecia Raimondi
Las audiencias ante la CIDH que se llevaron a cabo el jueves 14 noviembre reunieron a organizaciones sociales y de derechos humanos en la sede de la Ex Esma, desde donde se realizó la conexión. Fueron solicitadas por entidades de derechos humanos, políticas, sindicales, feministas, sociales, académicas y religiosas.
Durante el 191º Período de Sesiones, en un hecho inédito, la CIDH otorgó a la Argentina el tratamiento de tres temas:
- El “Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular”;
- la “Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género”;
- el “Impacto de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en los derechos humanos”.
En 10 meses de gestión, el gobierno de Milei debió presentarse cuatro veces a la CIDH para dar respuesta ante los reclamos de la sociedad civil por la violación a los derechos humanos. La primera fue en julio de este año sobre la “Situación de la protesta social y el derecho a la libertad de expresión” a partir de la represión durante el tratamiento de la Ley Bases en el Congreso Nacional.
Los representantes del Estado argentino sostuvieron la postura ultraliberal del presidente Javier Milei en todos los ámbitos internacionales de derechos humanos. Ante la CIDH, las intervenciones del gobierno y de la sociedad civil mostraron un país con una profunda división. En la exposición de los funcionarios oficiales quedó explícita su postura en “concordancia con los principales lineamientos del gobierno” en relación a la “racionalización de la gestión de los recursos disponibles”, según ellos como consecuencia de “la herencia institucional, económica y social recibida por la actual administración”.
En las tres audiencias el ex juez Alberto Baños, a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, argumentó que “los recortes de las partidas presupuestarias y el cierre de organismos ineficientes y la reducción de personal ineficiente, tienen que ver con la búsqueda de saneamiento que permita un renacimiento de la economía”. Las intervenciones de Baños se vieron plagados de un tono entre irónico y agresivo hacia las políticas de derechos humanos, con la habitual retórica oficialista que justifica la regresión en materia social amparándose en la crisis económica.
Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil presentaron informes detallados del impacto negativo de las políticas de ajuste y desregulación del Estado en tres áreas donde Argentina es un ejemplo para el mundo:
- la colaboración comunitaria contra la pobreza en los barrios vulnerables,
- la lucha social por la erradicación de la violencia de género,
- las políticas de memoria, verdad y justicia por la no repetición del terrorismo de Estado.
La sociedad civil peticionó a la CIDH una visita a la Argentina para monitorear la situación con el fin de impulsar al Estado a cumplir con sus obligaciones y respetar los estándares internacionales de derechos humanos.
Milei pretende diferenciarse de la Agenda 2030, consensuada en la ONU como el “Pacto del Futuro”, que reúne esfuerzos para garantizar derechos de tercera generación y de incidencia colectiva. “Aunque bienintencionado en sus metas, es un programa de gobierno supranacional de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados-nación y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”, disertó el presidente de Argentina en septiembre ante la 79º Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Al cierre de su discurso advirtió que “la Argentina no acompañará ninguna política que implique la restricción de las libertades individuales, del comercio, ni la violación de los derechos naturales de los individuos, no importa quién la promueva ni cuánto consenso tenga esa institución”. En esa línea fue la intervención de Baños, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La economía popular y el avance narco
La primera audiencia sobre el “Impacto de las políticas sociales en personas trabajadoras de la economía popular” fue solicitada por la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) junto con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Mujeres en Empleo Informal Globalizando y Organizando (WIEGO).
La principal denuncia de este sector fue la falta de entrega de alimentos a los comedores comunitarios, el desmantelamiento de los programas de empleo social, la persecución y la estigmatización de las organizaciones sociales. Natalia Zarza, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos e integrante de la UTEP describió la dramática situación de los barrios populares ante la falta de alimentos: “No llegamos a fin de mes, no tenemos a la noche un plato de comida todos los días. Los espacios que brindan los alimentos a los pibes se hacen de manera amorosa y con compromiso, son una herramienta fundamental de contención. Pero cuando el Estado se retira avanza el narcotráfico que le destruye el proyecto de vida a nuestros pibes. Estoy acá con mucha bronca, vengo para que me escuchen. No somos fantasmas, somos los que sostenemos los comedores comunitarios dándole de comer a los chicos y los ancianos de todos los barrios de la Argentina”.
Alejandro Gramajo, secretario general de la UTEP, explicó las consecuencias de la política de ajuste: “En nuestro país hay 10 millones de indigentes, hay más de 20 millones de compatriotas que están en la pobreza que no pueden comer todos los días, que saltean comida. El gobierno congeló el salario social complementario, implica que el Potenciar Trabajo, que percibían trabajadores y las trabajadoras de la economía popular producto de una tarea socio productiva, cayera en peores condiciones sociales de las que estaban en términos de pobreza. El gobierno tomó una decisión de avanzar en un proceso de ajuste, no solo en la política de economía popular, sino en muchas políticas. Nosotros hacemos mucho hincapié en que cuando se destruye la comunidad avanza el narcotráfico, se rompen las redes de contención social y de contención comunitaria”.
Además Gramajo detalló: “Lo que hemos planteado hasta acá es producto de las decisiones que ha tomado el gobierno. Los trabajadores de la economía popular y trabajadores formales van perdiendo su trabajo y su poder adquisitivo, los jubilados y jubiladas caen en la pobreza, millones de niños y niñas van todos los días a dormirse sin comer, más de 10.000 empresas han cerrado, privatizó las empresas del Estado. El gobierno decidió desfinanciar la educación y la salud pública” y concluyó que para la sociedad civil peticionante “esto representa un plan de miseria planificado, un plan de exterminio social y una gran crisis humanitaria que necesita el acompañamiento de los diferentes organismos internacionales. Porque el avance en el narcotráfico que se ve en el territorio argentino y también la gran tasa de suicidios que ha aumentado violentamente, son producto del deterioro económico y social que está viviendo nuestro pueblo”.
En respuesta a los planteos de las organizaciones, Baños acusó a Gramajo de tener un “discurso político”, habló de infiltrados en las manifestaciones, de comedores fantasmas y tildó a la militancia social de coercitiva. Además sostuvo que “las políticas de intermediación y asistencialismo clientelar llevaron al país años de pobreza estructural” y agregó que “durante épocas de pobreza estructural y asistencialismo clientelar, tampoco se presentó ningún pedido de audiencia pública”, cosa que en la Ex Esma fue interpretada como una chicana.
Ante la pregunta del comisionado Caballero sobre si era una proyección o un dato concreto que la pobreza disminuyera a la par de la baja de la inflación, Baños agitó el discurso libertario: “No es que en el segundo semestre del 2024 la pobreza bajó sino que en este segundo semestre estamos viendo que la pobreza empieza a bajar a partir de una sostenida baja en los índices de inflación”.
Al cierre de su intervención sobre este tema, Baños describió para quién gobierna el presidente: “La gestión encabezada por el presidente Milei es para mejorar la calidad de vida de los argentinos de todas las clases socioeconómicas, apuntar a lograr una vida en libertad y hacer de la propiedad de cada uno un fin en sí mismo”.
La voz de los marginados
Roberta Clarke, presidenta de la CIDH, se dirigió a los funcionarios en relación a las respuestas insuficientes del Estado y la evidente falta de diálogo ante los reclamos de los trabajadores de la economía popular: “Quiero invitarles a las dependencias del Estado a que básicamente reconozcan los derechos humanos y políticos en el marco de los derechos humanos. ¿Entienden esta lucha de poder que existe entre las instituciones y las personas? Por ejemplo, eso tiene que ver con la distribución de recursos. Cuando hay desigualdades muchos quedan afuera en sus necesidades, no son cumplidas. Esta es la historia que vive nuestra región, de arriba hacia abajo. Entonces, el marco de los derechos humanos dicta que los Estados tienen que proteger los derechos y los defensores de los derechos humanos y las organizaciones de la sociedad civil tienen el papel de monitorear lo que están haciendo los Estados para cumplir con los derechos humanos. La Comisión también tiene que ser la voz de los marginalizados”.
Además, se refirió a la denuncia por la estigmatización y las campañas de desprestigio al sector de la economía popular que sostiene los comedores en los barrios: “La sociedad civil y los defensores de derechos humanos no deben recibir ningún tipo de represalia. Deben en forma sustantiva ser esa voz, no solamente una voz desde afuera, sino una voz que puede sentarse a la mesa de negociaciones para que se vean sus perspectivas, para que se vea el monitoreo que han realizado en cuanto a las políticas. Los defensores de derechos humanos están trabajando con mucho valor en contra de los poderes que tiene el Estado y por supuesto esto lo vemos en toda nuestra región. Así que quiero honrar la integridad del trabajo que están haciendo ustedes y sus intenciones”.
“La violencia contra mujeres y niñas es un crimen de lesa humanidad”
En la segunda audiencia sobre la “Situación de las políticas de prevención, sanción y erradicación de las violencias de género” participaron como peticionantes Amnistía Internacional, el CELS, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), la Fundación Mujeres x Mujeres y la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables. Los principales ejes de denuncia fueron el cierre del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades y su posterior cartera disminuida en Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, la reducción drástica de los Centros de Acceso a la Justicia, el desfinanciamiento de la línea telefónica 144, del Programa Acompañar y el Programa Acercar que brindaba asistencia integral a las víctimas de violencia de género.
Destacaron la falta de políticas de prevención del abuso sexual en la infancia, las barreras para el acceso al aborto legal, el cierre del Plan ENIA de prevención de embarazos no deseados en la adolescencia, más el desmantelamiento de programas que promovían la equidad de género en empresas y de ayuda económica para personas trans. La audiencia comenzó con un claro mensaje de Clarke: “Dediqué casi toda mi vida profesional a este tema y no se ha visto una disminución en las estadísticas. Tal vez no contemos con cifras exactas por subregistro, pero la violencia contra mujeres y niñas es un crimen de lesa humanidad”.
Natalia Gerardi, directora ejecutiva de ELA, puso en contexto a la CIDH: “Desde que asumió el 10 de diciembre de 2023, el actual gobierno ha atacado sistemáticamente los derechos de las mujeres, niñas, adolescentes y personas LGBT. Desmanteló políticas públicas exitosas, desprestigió sin evidencias las instituciones encargadas de garantizarlas, recortó de manera arbitraria las partidas presupuestarias y redujo el personal que sostenía la implementación de las políticas públicas mediante despidos masivos. Con estas acciones el Estado incumple pactos y tratados internacionales vigentes como la Convención de Belém do Pará y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)”. Gerardi explicó que el desmantelamiento sistemático de estas políticas “se enmarca en un acelerado proceso de des responsabilización, el Estado Nacional abandona a las mujeres renunciando a su rol de rectoría en materia de política pública y garante de un piso mínimo de derechos en todo el país” y enfatizó en que “son medidas regresivas tomadas en manifiesto incumplimiento de los principios de progresividad y no regresividad en derechos humanos”.
Juliana Miranda, del Centro de Estudios Legales y Sociales, cuestionó ante la CIDH la actitud internacional del Estado argentino: “Nuestro país fue el único que se negó a firmar la Declaración sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres del G20. Hoy mismo, hace unas horas, en la Asamblea General de Naciones Unidas, Argentina fue el único estado de 184 países que votó en contra de una resolución que llama a intensificar esfuerzos contra la violencia contra mujeres y niñas en el entorno digital. Estas acciones regresivas del Estado, en términos de protección del colectivo de mujeres y personas LGBT, es contraria a los estándares fijados por la normativa internacional y los antecedentes del sistema interamericano e incluso los compromisos que asumió en la emblemática solución amistosa por el intento de feminicidio y actuación estereotipada y discriminatoria en perjuicio de Ivana Rosales”.
En ese sentido, Miranda analizó lo discordante de esta posición en relación a los derechos adquiridos con que cuentan las niñas, mujeres y disidencias en Argentina: “Este giro en la política exterior alejó al país de sus alianzas en América Latina y de los foros multilaterales regionalistas en los que promovió el avance de la protección de este colectivo, con la excusa de considerar los derechos humanos como ineficaces e ideológicamente dirigidos. Argentina se está alejando de su rol de liderazgo histórico en la promoción de derechos de las mujeres, iniciativas contra la violencia de género y la promoción y protección de derechos sexuales y reproductivos”.
La respuesta de Baños fue la misma: la crisis económica y la ineficacia del Estado. “Los recortes de las partidas presupuestarias y el cierre de organismos ineficientes. La reducción de personal ineficiente tiene que ver con la búsqueda de saneamiento que permitan un renacimiento de la economía. Por la reestructuración total, los programas del ministerio fueron asumidos por la entonces Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, donde se evaluaron oportunamente las estructuras organizativas. El análisis realizado puso en evidencia la superposición de tareas y duplicación de funciones con el consecuente exceso de personal, incluyendo coordinaciones y programas con objetivos similares. Se detectaron inconsistencias en materia patrimonial, incluyendo el incumplimiento de la aplicación de la normativa vigente en relación al seguimiento, supervisión y rendición de cuentas. Atento a eso, fue necesario llevar adelante un realineamiento de las acciones y programas provenientes de la ex subsecretaria”, justificó Baños.
Además, el Secretario de Derechos Humanos desacreditó y desconoció la especificidad de las políticas llevadas adelante hasta el momento, diseñadas y articuladas con actores sociales especializados en materia de género: “No existe, como pretenden las organizaciones peticionantes, un retroceso o proceso de desarme, desmantelamiento y el remanido y machacante uso de la violación al principio de progresividad y no regresividad porque son inexistentes las políticas orientadas a proteger, acompañar y asistir a la persona que se encuentra en situación de vulnerabilidad”.
Proyectos de vida y niñas violadas
Ante la falta de reconocimiento del Estado de Argentina a las políticas iniciadas contra la violencia de género y por la igualdad de las mujeres, el comisionado José Luis Caballero Ochoa apuntó: “Lo que no se nombra no existe. Esta es una convicción que me parece muy importante en el terreno del derecho de los derechos humanos. Si decían ustedes que la violencia no tiene género, si decimos que la violencia no tiene género, la protección del género no existe cuando hay discriminación estructural de años sobre grupos o colectivos tradicionalmente invisibilizados como las mujeres y el colectivo LGBTI, en violencia de género o en políticas de cuidado. Si no se protege, no existe. Este es un principio básico del derecho internacional de los derechos humanos, del derecho discriminatorio, de la igualdad. En ese sentido, debemos tener visiones muy claras desde la Comisión Interamericana”.
Amplió su llamado de atención dirigiéndose al Estado argentino luego de escuchar su postura: “El principio de progresividad es un principio que forma los derechos humanos. Los derechos humanos son universales, progresivos, interdependientes, indivisibles, inalienables. La prohibición de regresividad es un piso mínimo que tenemos en el patrimonio de la evolución del derecho internacional de los derechos humanos”.
En línea con su colega, la presidenta de la CIDH reforzó: “Me siento dando un sermón. A pesar de la ideología de igualdad de género, los actores estatales tienen que responder. Gran parte de la arquitectura del Estado comparte la cultura prevaleciente en donde se normaliza e invisibiliza esa violencia específica contra las mujeres. Entonces les pido como funcionarios del gobierno tener la conversación sobre por qué se tiene que nombrar, nombrar específicamente es importante porque tiene importancia simbólica”.
El secretario de Derechos Humanos cuestionó a las peticionantes respecto al acceso al aborto legal con una postura antiderechos: “La Convención Americana de Derechos Humanos protege la vida en general desde la concepción. La República Argentina es parte de la Convención sobre los Derechos del Niño que su preámbulo establece que la vida se debe proteger tanto antes como después del nacimiento. Seguramente los solicitantes están al tanto de que la Plataforma de Beijing y la del Cairo, no incluyen el aborto entre los derechos sexuales y reproductivos”.
Sobre el desmantelamiento del Plan ENIA, Baños sostuvo: “No es razonable exigir que se lleve adelante una política pública en donde les fallamos a las niñas y adolescentes”.
En respuesta, Clarke interpeló al Estado en relación a la violencia contra niñas, niños y adolescentes: “¿Dónde está la voluntad de proteger a los niños? ¿Cuál es el enfoque del Estado para darles a los niños y adolescentes lo necesario para protegerse? Los adultos tienen la responsabilidad de protegerse, pero se les pueden dar herramientas a los niños a través de la escuela, la educación sexual tiene relación. Doctor Baños, usted en la sesión anterior habló de darles autonomía a los niños para el proyecto de vida. Una niña de diez años que ha sido violada y quedó embarazada, ¿Cómo es su proyecto de vida en realidad? Pregunto para hacerme una idea de cuál es el enfoque de protección de los niños en tales situaciones”.
En su momento de réplica, Gerardi aseveró que “no hay una sola manera de garantizar la implementación de políticas públicas, pero sí hay una sola manera de garantizar su existencia y es con financiamiento en el presupuesto nacional. ¿De qué manera piensan que pueden implementar una política pública de atención y de distribución de recursos económicos para atención de violencia doméstica con cero presupuesto para el 2025? Al mismo tiempo, este presupuesto contiene una enorme cantidad de partidas dedicadas a exenciones tributarias y regímenes especiales como el régimen de minería”. También, contrapuso el cuestionamiento de Baños respecto al aumento de las denuncias a la Oficina de Violencia Doméstica: “Claro que aumentó a lo largo de los años la cantidad de consultas recibidas, porque aumentó el conocimiento y la percepción social de las mujeres, en particular de que hay algo que está mal en las formas de violencia que vivimos y que hay lugares donde podemos recurrir. Eso habla bien de la existencia de una política de conocimiento y difusión de derechos y de conocimiento y existencia de los lugares a los que se puede recurrir para conocer si aumenta o disminuye la incidencia de la violencia en el país”.
Estela de Carlotto: “Vengo a pedir su ayuda”
Estela Carlotto (Abuelas) junto a Taty Almeida (Madres Línea Fundadora) y, a su derecha, Carlos Pisoni, de H.I.J.O.S.
El auditorio de la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio por la Memoria Ex ESMA, estuvo repleto de movimientos sociales, organizaciones religiosas, sindicatos, universidades, equipos de investigación, organizaciones feministas, clubes y redes de comunicación comunitaria que acompañaron a los organismos de derechos humanos.
En conexión por videoconferencia expusieron sus opiniones Estela de Carlotto por Abuelas, Taty Almeida por Madres y Carlos Pisoni por H.I.J.O.S. De forma presencial en Washington, participó una comitiva de los organismos integrada por Paula Litvachky, directora ejecutiva del CELS; la nieta restituida Claudia Poblete, Carolina Vilella, integrante del equipo jurídico Abuelas de Plaza de Mayo; Verónica Torras, directora de Memoria Abierta, y el escritor Martín Kohan.
“Vinimos por primera vez a pedir su ayuda cuando en nuestro país nos cerraban todas las puertas y negaban las graves violaciones a los derechos humanos que estaban cometiendo. Desde ese entonces para nosotras y todos los organismos fue siempre fundamental y de gran importancia su acompañamiento. Ya con 94 años, vengo a pedir una vez más su ayuda ante todos los retrocesos que se viven en la Argentina en materia de derechos humanos y el Proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia. Todavía buscamos a 300 hombres y mujeres que hoy son padres y madres, por lo que también nos encontramos buscando a nuestros bisnietos”, expresó Estela de Carlotto como peticionante.
Durante la audiencia los organismos de derechos humanos expusieron el retroceso en las políticas públicas de memoria restaurativa. Explicaron cómo desde diciembre de 2023 el Poder Ejecutivo concretó sus promesas de campaña en la destrucción simbólica y material de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, de Reparación y No Repetición. A través del desfinanciamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos y de las recompensas para la búsqueda de prófugos de delitos de lesa humanidad, el cierre de líneas de trabajo en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) para la búsqueda de los nietos apropiados y del Equipo de Relevamiento y Análisis documental del Ministerio de Defensa orientado a la apertura de los archivos. En paralelo avanzó con despidos masivos de trabajadores, vaciamiento de instituciones y la puesta en venta de sitios de memoria.
El secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa del Ministerio de Defensa, Juan Battaleme, volvió a justificar el ajuste por “la necesidad de optimizar recursos” frente a la crisis económica. A los trabajadores de los organismos de derechos humanos los acusó de que “actuaban como vengadores”, al Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (ex ESMA) y sus representantes los definió como un “ente opaco e inorgánico que funcionaban sin un superior jerárquico que imponga los criterios de actuación” y que “la arbitrariedad en esta dependencia era moneda corriente”. Battaleme expresó la posición del Gobierno en relación a la apertura de los archivos de integrantes de las fuerzas armadas para identificar su participación en el terrorismo de Estado: “No podemos permitir bajo ninguna circunstancia indagaciones generales o excursiones de pesca. Quiero recordar que toda la información de los legajos personales de militares se encuentran clasificados como secreto militar”.
En el cierre de su exposición, Battaleme quiso dejar un mensaje: “La lucha por la justicia es para nosotros un compromiso con todos los argentinos, no debe ni puede transformarse en un terreno de venganza o abuso de poder. Avancemos juntos en la búsqueda de un futuro donde la justicia sea para todos y la memoria completa una base sólida de libertad”, aclaró el funcionario con sentimientos de “profundo deber y convicción”. Por su parte, Alberto Baños, reafirmó esta posición del gobierno de Milei: “El problema aquí es que se consideran dueños del relato. Hablan de negacionismo y que se abandona la política de memoria. Pero la memoria es para todas las víctimas. Sin excusas ni banderas. Por las señoras que hoy participaron en el video uno no puede tener sino empatía por la situación que han vivido y siguen viviendo. Pero eso no las puede convertir en directoras de las políticas públicas a más de 40 años de perpetrados los hechos. Nosotros seguimos respetando la memoria de quienes hayan perdido sus vidas y hayan sido víctimas. Pero también el Gobierno está respetando la memoria de aquellos que hayan sido víctimas del accionar terrorista. Hablan de negacionismo pero en realidad pretenden dirigir las políticas públicas en materia de derechos humanos de las que el Estado hace honra y no cede ante las presiones ideológicas”.
La indignación en el auditorio de Abuelas pesaba en el aire. Estela y Taty negaban con la cabeza, se agarraban la mano, resoplaban por el desagrado de escuchar a los funcionarios argentinos hablar de esa manera ante un organismo internacional de derechos humanos. Los participantes aguantaron las ganas de chiflar y putear. Cuando terminó la audiencia, pudieron descargar: “¡30 mil detenidos desaparecidos presentes, ahora y siempre!”, gritaron entre abrazos y dedos en V en alto, con la convicción de no bajar jamás los brazos.
El representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Arif Bulkan, transmitió por videollamada la opinión de la ONU respecto a la Argentina: “La Oficina que represento comparte las preocupaciones de diversos actores sobre el cambio de narrativa de políticas y de institucionalidad en torno al proceso de memoria, verdad y justicia desde la recuperación de la democracia argentina”. Bulkan reconoció el esfuerzo del Estado y de la sociedad “por enfrentarse al legado de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura cívico militar”. Destacó el trabajo de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, puso en valor los museos y sitios de memoria, en particular la Ex ESMA como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Arif Bulkan fue categórico en remarcar que la situación económica no puede ser motivo de regresiones en materia de derechos humanos: “La existencia de una crisis económica no debería significar la limitación de recursos humanos y financieros para ciertas áreas de crucial importancia para los procesos de justicia transicional y reconciliación, como lo son las entidades dedicadas al esclarecimiento de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. La oficina expresa su preocupación por los riesgos que esto podría implicar para la garantía de los derechos a la verdad, justicia y reparación y garantías de no repetición”.
Además, expresó que en el Alto Comisionado de la ONU “preocupa la retórica de algunas autoridades que parecerían banalizar o relativizar los crímenes de la dictadura y cuestionar el proceso de juzgamiento de los responsables, lo que tiene un impacto real victimizante en las víctimas de la dictadura y además afecta al derecho a la memoria ante la sociedad en su conjunto. La Oficina quisiera alertar a la Comisión que todos estos cambios podrían contribuir a debilitar el proceso de justicia transicional que fue y es tan importante para nuestra región y al mundo”.
Taty Almeida valoró la postura de los organismos internacionales: “Las mentiras que hemos escuchado por parte del Gobierno es lamentable, pero fue muy buena la postura de la ONU y de la CIDH. Los invitamos a que nuevamente vengan para que comprueben personalmente que todo lo que se ha denunciado es la verdad”. Por su parte, Miguel “Tano” Santucho, hijo de desaparecidos y parte del directorio de Abuelas, también expresó a lavaca sentir vergüenza de los funcionarios argentinos: “Una vez más hablaron de revanchismo y de organismos militantes, que lo somos, de una justicia y una verdad histórica que estamos reconstruyendo. Los que niegan toda la información son justamente el Estado Nacional y en particular las Fuerzas Armadas. Ellos saben perfectamente dónde están los 300 hombres y mujeres que estamos buscando. Desde que perpetraron los crímenes de lesa humanidad nunca permitieron acceder ni dieron ninguna información. Y ahora, en una tribuna tan importante como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, nos injurian de esta manera”.
Uno de los comisionados habló de la reconciliación en relación a la justicia transicional, un tema sensible en la lucha por el esclarecimiento de los crímenes de la última dictadura, que fue utilizado para instalar la teoría de los dos demonios y evitar el juzgamiento de los responsables. “Desde los 90 que vengo escuchando la palabra reconciliación -siguió Santucho- y yo siempre dije que la reconciliación es posible en la medida que se pueda hacer justicia, que se puedan hablar, que se puedan aclarar los casos que pasaron, que se puedan recuperar los nietos. Pero no hay ningún tipo de colaboración de parte de los perpetradores del terrorismo de Estado, que no hay ninguna persona que haya abierto los archivos o la información. Es muy difícil plantear una reconciliación porque todavía nos falta mucho por reconstruir y mucha justicia por obtener. Mi postura particular es que cuando tengamos justicia y encontremos los 300 nietos, nos sentaremos a hablar de reconciliación”.
Nota
Rosario y el asesinato de “Pillín” Bracamonte: las hipótesis, la pelea entre bandas y un corte de luz antes de las balas
En el atentado número 30 contra su vida, Andrés “Pillín” Bracamonte –líder de la barra brava de Rosario Central desde hace al menos 25 años– fue asesinado a balazos este sábado junto a su segundo, Daniel “Rana” Atardo. Ocurrió en el marco de un partido de Central contra San Lorenzo. Hubo una posible zona liberada, luces cortadas en la zona, y un crimen que se veía venir pese a la aparente calma de la violencia en Rosario en los últimos meses. Publicamos aquí las crónicas del medio cooperativo rosarino El Ciudadano, que dan cuenta del hecho, las primeras hipótesis, un perfil de Bracamonte y el contexto. Todo puede seguirse además en El Ciudadano (elciudadanoweb.com). Y agregamos una reflexión del periodista y diputado Carlos del Frade quien anticipa que estos asesinatos tendrán igual o mayores efectos que todo lo que ocurrió tras el crimen del “Pájaro” Cantero.
La muerte de Pillín: las hipótesis detrás del crimen que agita la pelea entre bandas y un sugestivo corte de luz antes de las balas
Quizás por haber sido víctima de 29 ataques a balazos, estaba regalado en una calle donde tampoco le llamo la atención que la luz estuviera cortada antes de que lo asesinaran. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
Con 29 ataques a balazos en el lomo, Andrés Bracamonte, único barrabrava capaz de sostenerse 25 años en el paravalancha canalla sabía que lo querían matar. Desde antes del último ataque, en agosto pasado, tenía esa certeza. Pero igual estaba regalado en la esquina de Avellaneda y Reconquista, con la luz cortada, sin sospechar lo que vendría. Algunos aseguran que contaba dinero de la recaudación.
El asesinato de Samuel Medina, el Gordo Samu, yerno del Guille Cantero abrió una serie de hipótesis que hoy desembocan en la muerte de Pillín. Una daba cuenta de una pelea entre Los Monos y Bracamonte que sus allegados desmienten. El Gordo Samu era allegado a Pillín, viajaban juntos y su muerte está orientada hacia una banda de un barrio periférico manejada desde Buenos Aires que la fiscalía tenía entre manos, según allegados a la investigación. Uno de los integrantes de esa banda fue golpeado personalmente por Pillín, algo que en la jerga se considera una especie de humillación. Pillín lo sabía, pero llama la atención que estuviera tan regalado en la esquina de Reconquista y Avellaneda. También llama la atención que un rato antes del ataque a balazos cortaran la luz de la calle en el marco de un partido de Central. Lo mataron a oscuras; a él y a su sucesor. Una versión da cuenta de que la pelea con el grupo del barrio periférico fue para evitar comercialización de sustancias en la cancha: Pillín no quería la Federal encima de ellos.
La escena del crimen, en las afueras del estadio de Rosario Central.
La banda señalada, que ya fue allanada, está vinculada directamente con una banda contraria a Los Monos. Si esta hipótesis se confirma habrá dos sectores en disputa, por un lado las dos grandes bandas que operan en Rosario y por otro lado la sucesión del paravalancha.
El perfil de un duro: a Pillín lo habían intentado matar 29 veces en los 25 años que estuvo al frente de la barra de Central
Andrés Bracamonte estuvo al frente de la barra canaya desde fines de siglo pasado, cuando era uno de los 7 jefes de fracciones internas y se quedó con todo. Desde entonces hubo plomos contra él: lo hirieron, lo rozaron, pero logró reponerse una y otra vez. Esta vez no pudo. Por El Ciudadano (elciudadanoweb.com).
—¿Es verdad que a Pillín lo balearon 29 veces?
—Sí, de locos, pero sí. Espero que podamos festejar las 30 con él sentado a mi lado.
Así confirmaba el número de gambetas a la muerte que llevaba Andrés Bracamonte un amigo que había ido a acompañar al hospital donde lo revisaban por heridas menores y roces de bala. Era el sábado 10 de agosto y Rosario Central acababa de vencer 1 a 0 en el Gigante de Arroyito a su archirrival Newell’s Old Boys. Y en medio de un torrente de personas a pie que caminaban por los bordes del parque Alem iba Pillin en su auto, despacio, junto a su pareja, y en avenida de los Trabajadores y José María Drago rociaron a ambos a balazos.
No habían ido a ver el partido, Pillín tenía restricción para entrar.
Según contaron testigos, un motociclista se acercó al auto y disparó ocho veces. Escapó. El entorno del jefe de la barra reaccionó rápido, pero no logró dar con el tirador. A Pillín una bala le entró en la espalda; también salió. No afectó ningún órgano, dijeron después en el hospital. A su pareja las balas le dieron en la zona costal derecha y en el codo derecho. También la atendieron sin que su vida estuviera en riesgo.
Pillín un cuarto de siglo al frente de la barra de Central. Había llegado a la cima antes del año 2000: era 1999 cuando quedó como jefe indiscutible de todas las fracciones. Y en los 25 años que se mantuvo fue acusado, condenado, detenido, liberado y baleado 29 veces.
De esos ataques, hay pocos registros en las crónicas policiales. Pero en el entorno del mandamás los tienen contados.
En julio de 2002, Pillín atacado por un desconocido que logró impactarle tres balas en el cuerpo. Fue en la puerta de un gimnasio ubicado en Ovidio Lagos al 1000. Pillín estaba en la puerta y vio a un desconocido cruzar la calle. Ese hombre extrajo un arma y le efectuó cuatro disparos, tras lo cual escapó a la carrera hacia la esquina donde al parecer lo aguardaba un auto.
Pillín recibió tres impactos de bala, dos en cada brazo y un tercero en la pierna derecha; el tirador falló el cuarto, que tenía como destino la otra pierna. Un balazo le provocó una fractura y el que recibió en el otro brazo le cortó una vena, lo que le produjo una importante pérdida de sangre.
En 2006 fue baleado por desconocidos en la puerta de su casa donde vivía entonces, en la zona norte. Recibió cuatro balazos: uno en el abdomen con orificio de salida, uno en cada pierna y otro en un tobillo. Rápidamente recibió el alta.
En febrero de este año, desconocidos balearon el frente de Los Álamos Club de Campo, el country de Ybarlucea donde vivía actualmente. Dejaron una nota amenazante contra el líder de la pesada.
Mediático
Pillín no pudo entrar a la cancha desde 2018. Antes del partido que Central disputó ante Talleres por la Copa Argentina, Bracamonte fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, en las inmediaciones del estadio de Lanús, donde se disputó el partido. Sólo quedó unas horas demorado. Pero la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) dispuso su prohibición de ingreso a los estadios.
En junio de 2010 fue uno de los diez barrabravas argentinos que no pudieron ingresar a Sudáfrica y fue deportado a la Argentina. Bracamonte, quien tenía tres causas judiciales en trámite, había sido autorizado por la Justicia local a salir del país.
Tres años antes el programa Crónicas Extremas del canal América filmó desde adentro a Los Guerreros, la barra canalla, con Pillín como estrella principal. Eso incluyó una visita a La Carpita, que el capo de la pesada también administra.
Causas judiciales
En diciembre pasado, Pillín pasó una semana preso, pero recuperó la libertad antes de la Navidad. Fue por una causa que involucra a un dirigente de la Uocra local por asociación ilícita, pero finalmente logró que sólo pesara sobre él una causa por extorsión.
Esa causa contra el gremio de albañiles reflotó un caso por lavado de activos que pesaba sobre Bracamonte, a raíz de la incautación de un cheque por el pase de un futbolista en su vivienda de Ybarlucea. Tras la imputación cuatro años atrás la causa quedó congelada, pero en diciembre la Justicia local decidió pasarla al fuero federal. Ante la apelación, la Cámara definió, finalmente, que la causa debía seguir bajo la órbita provincial.
Parecía intocable desde cualquier arista. Pero la suerte, si de tal cosa se trataba, esta vez le falló.
Daniel “Rana” Atardo, segundo de Pillín. Ambos asesinados ayer en Rosario.
Vienen días bravos
Este es el texto que escribió y distribuyó el periodista y diputado provincial santafesino Carlos del Frade, que este domingo a las 21 organizará un vivo en su Instagram @defradecarlos sobre las causas y consecuencias del asesinato de Pillín.
Por Carlos Del Frade
El asesinato del Pillín corta en dos la historia del presente criminal en Rosario.
Tendrá la misma o una mayor profundidad de lo que sucedió después del asesinato del Pájaro Cantero.
Era el único jefe de una barrabrava de primera división que permaneció por treinta años liderando esos negocios que surgen desde la cancha chica del fútbol y se expanden en la cancha grande de la realidad.
Más allá de las primeras informaciones, es claro que los últimos tres atentados contra él y su gente en los partidos de Central como local exhibían una voluntad manifiesta de matarlo.
Vienen días bravos en la ex ciudad obrera.
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
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