Nota
El arte de la comedia: sacarnos la careta

Dos obras teatrales de la Compañía de Teatro Corporal -integrada por Jorge Costa y Julia Muzio- apuestan al humor y a la sátira para mirar la realidad con los ojos de la desobediencia. Con The evolución humana y Tamorto, invitan a desafiar al poder y a la muerte. Poner todo patas para arriba a veces puede ser la mejor opción...
¿Puede la risa trascender al espanto? El arte es un aliado eficaz para traspasar las penas, la estocada que por fin desinfla al miedo para proponer otros desbordes…
La obra teatral The evolución humana transcurre en un ámbito muy común: un baño. Trozos de pared con azulejos en tonos azules y, en el medio, el infaltable inodoro. De allí irá emergiendo un entramado de historias que nos son cercanas y actúan como espejo donde mirarnos aunque no siempre nos agrade lo que vemos.
Los encargados de recibirnos y darnos un paseo por ese espacio tan particular son personajes a los que podríamos calificar como viejos conocidos. Quien nos da la bienvenida es un diablo grotesco y risueño que con sus manos moldea una sustancia blanda —que afortunadamente no emite aroma— pero con la firmeza suficiente como para tomar distintas formas que remiten a algunas piezas del ajedrez. Con el correr de los minutos aparecerán un religioso, un militar, un señor burgués y un representante del sector popular. Si en el ajedrez el objetivo es derrocar al rey, en esta oportunidad la oferta no es tan distinta. Apuntar al poder es la clave. ¿Con qué herramientas? Muchas, la risa será una de ellas.
“Ellos son el Rey pero nosotros somos la Corona”, dice el actor, director y docente Jorge Costa, quien junto a la actriz, directora y docente Julia Muzio formaron la Compañía de Teatro Corporal en 2007. Jorge es el actor de este unipersonal y Julia y Alfredo Iriarte lo dirigen. La Compañía viene realizando un trabajo de exploración y creación sobre el lenguaje teatral, participaron de festivales nacionales e internacionales y llevan más de siete espectáculos que recorrieron distintos escenarios aquí y en otros países. La Comedia del Arte, las máscaras, el teatro donde el cuerpo toma un rol fundamental, son los caminos que Jorge y Julia recorrieron en más de dos décadas de entrenamiento artístico.

The evolución humana estuvo dando vueltas en la cabeza de Jorge durante quince años. “Es una dramaturgia de textos que me encantan. No dice nada nuevo, es lo que todos sabemos y por eso la obra te interpela , te dice vos esto ya lo sabés”. Jorge eligió textos de Eduardo Galeano, Liliana Bodoc, Alejandro Dolina, Borges, y con esas voces fue creando una obra que deja al descubierto lo incómodo en las narices de lxs espectadorxs. Una comedia, una historia de la historia del mundo que nos sorprende riéndonos de lo que habitualmente no nos reimos. Pero no es la risa que relaja sino la que aviva un zumbido.
El diablo reta al pueblo: “¡Siempre votan a los mismos!”, el religioso abraza al poder de turno, interesado en sostener sus vicios inconfesables, el burgués defiende su rinconcito de comodidad y se adapta a los aires que se avecinan. El militar remite a uno conocido, esa asociación puede ser en principio irritante, dolorosa. Y ahí es donde el arte hace su labor: lo que le sigue es la risa, porque ese personaje cobra un halo de ridiculez en su pretendida sobriedad. Le perdemos cualquier atisbo de respeto, porque no lo merece. “Cuando Alfredo Iriarate hizo esa máscara, me contó que mientras la hacía se empezó a descomponer: fue la última máscara que me entregó. Dos espectadoras en distintas funciones me dijeron; ¡qué fuerte esa máscara!, dijeron que era fuerte ver a Videla y reirse. No nos reimos, se cree que la risa va a legitimar pero no: genera pensamiento critico. Puede ser una experiencia fuerte, por ahí te vas enojado pero esto nos pertenece a todos”. Y si la máscara asociada a lo nefasto de nuestra historia está a centímetros de un inodoro, la certeza de que así fue su desenlace real nos inspira gratitud al arte que, como a veces también hace la vida, pone las cosas en su lugar.
Jorge cuenta que la Comedia del Arte tiene tres columnas: saber llamar la atención, entretener para que llegue el mensaje y tener algo para decir. “La esencia de la Comedia del Arte, que significa teatro de oficio, teatro profesional, es un arte vivo, dinámico, es la evolución en el arte de la actuación”.
Hace pocos días presentaron Tamorto (Romance de Arlequín y la Muerte) en el teatro de los Pompapetriyasos, obra que ya lleva diez años de funciones. La obra nació con el apoyo de Iberescena y la hicieron junto a dos grupos teatrales de Ecuador. Al volver de la gira continuaron con las funciones y le dieron toques rioplatenses. “Nosotros hacemos chistes desubicados, politicos, chistes malos, humor negro. El humor es subversivo, incorrecto, la comedia del arte apunta ahí, en una época donde el deseo de que las cosas mejoren se está volviendo restrictivo y opresor porque los malos están en todos los lugares, los idiotas y los fachos también. Queremos decirle al público que el arte nos pertence, la vida nos pertence. El teatro tiene que ser un lugar de despertar”.
Tanto en The evolución humana (unipersonal con Jorge Costa) como en Tamorto (Jorge, Julia, Emiliano Larea, Romina Mónaco y Fernando Pérez), el despliegue corporal es excepcional. El cuerpo es protagonista, el movimiento es la esencia de esta celebración de la vitalidad. Los personjes exhiben sus contradicciones, no se disculpan por eso, son genuinos y no esperan nuestra aprobación. Arlequín lucha contra la muerte y en ese combate arremete contra el conformismo, con su adorable insolencia hará todo lo posible por exprimir la vida. “Con Tamorto arrancamos los demonios que todos portamos dentro, personal y colectivamente y los ponemos delante de la luz, dando así diferentes risas, sean desde el desparpajo, la estupidez e incluso la culpa de quien se ríe ante este hecho que atrae y repele. La esencia del teatro: aquí puede pasar cualquier cosa”.
The Evolucion Humana
La Carpintería Teatro, Jean Jaures 858, CABA
Sábado 15 de julio, 22 hs
Sala Pompapetriyasos, Brasil 2640, CABA
Festival Internacional de Mascaras
Viernes 22 de septiembre 21 hs
Tamorto (Romance del Arlequin y la Muerte)
Sala Pompapetriyasos, Brasil 2640, CABA
Próxima función en noviembre
@theevolucionhumana
@teatrocorporal
@jorgemahtmacosta
@julia.muzio
@mascarasiriarte
@lacarpinteriateatro
@romimonaco
@ratanperez
@emilianolarea
@lospompas
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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