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El juicio del Nunca Más: Qué se juega en el fallo por el femicidio de Lucía Pérez

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¿Cómo se llega a la sentencia? ¿Qué cambió en este nuevo juicio respecto al primero? El rol del fiscal, y la presión que recibió por su crítica a la investigación previa. Lo que ocurrió en un organismo de derechos humanos. El contexto de narcocriminalidad que rodea a los femicidios en Mar del Plata. El legado para lograr verdad, memoria y justicia. Por Claudia Acuña.

El resultado del segundo juicio que investiga el crimen de Lucía Pérez impactará en otros casos, otros ámbitos y otros entramados territoriales, pero sin duda marcará a la ciudad de Mar del Plata con un antes y un después.

Lo saben las familias de Iara Rueda (16 años, la edad de Lucía, asesinada en Palpalá, Jujuy, el 23 de septiembre de 2020, cuyo juicio se inicia en breve); la de Luna Ortiz (19 años, asesinada en Tigre el 3 de junio de 2017, cuyo caso está enredado en un largo proceso de apelación ); la de Anahí Benítez (también de 16 años, asesinada en Lomas de Zamora en julio de 2017, cuyo segundo juicio se inició el 1º de marzo), o la de Cecilia Basaldúa (35 años, asesinada en Capilla del Monte el 21 de marzo de 2021, a la espera de otro juicio), entre muchas otras de las jóvenes cuyas vidas destrozaron las impunidades de la narcocriminalidad.

El de Lucía fue el primero que logró anular un fallo y lograr así una jurisprudencia paradojal: que haya un segundo proceso. Es decir, un juicio nuevo, pero sin nueva investigación. Con las mismas pruebas deficientes, manipuladas, y la esperanza de otra conclusión.

Así estamos.

Lo saben también quienes reclaman una “perspectiva de género” en la justicia argentina, término que ha sido manoseado hasta hacerle perder su sentido. Perspectiva, nos recuerda la definición, “supone la contemplación del mundo desde un punto de vista”. La cuestión es qué mundo y qué punto de vista se reclama que contemple el Poder Judicial en estos casos. En el de Lucía, concretamente, se trata nada menos que de mirar con sus ojos el mundo que le tocó habitar.

Nada en esta causa judicial sería como fue si en su vida cotidiana de alumna de colegio secundario no hubiese habido vendedores de drogas de apellidos acomodados, amparados por la cómplice ceguera policial y la colaboración de una actuación fiscal imprudente y deficiente, que construyeron desde el primer momento las condiciones que obstruyeron hasta hoy las respuestas que requiere el esclarecimiento de su crimen.

¿Qué cambió entonces en este segundo proceso?

Cambió la sociedad, cambió la gente.

Las mismas testigos fueron otras. Se atrevieron a hablar de la complicidad policial con la venta de drogas. Se atrevieron a entregar fotos del momento en que llegó el cuerpo de Lucía a la salita de playa Serena que nunca antes habían formado parte del expediente. Y sacaron de una bolsita de naylon la partida de defunción firmada en blanco por el ex subsecretario de Salud municipal que había guardado cuando pensó “esto no va a terminar acá”, como declaró la enfermera que estuvo en esa sala aquel día tremendo. Siete años después ese fue el cambio que agregó a la causa un cuerpo completo de pruebas que la persistencia social logró salvar del naufragio judicial.

¿Cambió el Poder Judicial?

El fiscal Leandro Arévalo –el tercero de esta causa– comenzó su alegato pidiendo perdón a la familia de Lucía por las pruebas que se habían perdido. Y las puntualizó: las irregularidades en el acta inicial, la no realización del test de orina y sangre a los imputados, que no se hayan retenido los celulares, lo cual permitió que los procesados borraran todo el intercambio que habían mantenido, que inexplicablemente la fiscalía anterior aceptó que el imputado Farías presente su declaración redactada por su abogada defensora, sin dar lugar a preguntas, entre otras.

Al día siguiente, el titular del Ministerio Público Fiscal de Mar del Plata, Fabián Fernández Garello, emitió un comunicado para anunciar que le iniciaba a Arévalo una investigación administrativa para evaluar sancionarlo, ya que consideraba que esas disculpas incumplían las normas de “decoro”. Fernández Garello está imputado en una causa que investiga delitos de lesa humanidad por el secuestro y tortura de tres militantes, en 1981, en tiempos en que se desempeñaba como agente de la Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense. Una de sus primeras medidas cuando asumió como fiscal general fue cerrar la fiscalía especializada en violencia de género por considerarla innecesaria.

Ese también es el mundo que habitaba Lucía.

Derechos humanos

Los juicios de lesa humanidad que se llevan a cabo en Mar del Plata serán otros de los afectados por el fallo del juicio de Lucía.

¿Por qué?

La respuesta podría resumirse así: la APDH local, uno de los organismos de derechos humanos más importantes de esa ciudad, acompañó con un amicus curiae a la familia de Lucía para solicitar la anulación del primer juicio. Marta Montero, la mamá de Lucía, es además integrante de esa entidad. Cuando finalmente se logró un nuevo juicio, Marta se enteró por los diarios de que César Sivo, el principal abogado de la APDH local, sería el defensor de uno de los imputados por el crimen de su hija.

Formuló entonces a la comisión directiva una pregunta imposible: ¿acá se puede acusar a un genocida y defender a un femicida? La seccional Mar del Plata decidió pedir la expulsión de Sivo, lo cual derivó a una reunión de las autoridades la entidad, que tiene seccionales en todo el país. Cuando el proceso de expulsión fue finalmente aprobado, Sivo renunció, sembrando entre las víctimas la preocupación por el destino de las querellas en esos procesos judiciales tan complejos, larguísimos y dolorosos.

Fue justamente Sivo, en su rol de abogado defensor, quien en su alegato aseguró que Mar del Plata no era Ciudad de Juárez.

Fue justamente esa ciudad mexicana la que nos legó la palabra femicidio, creada por la antropóloga Julia Monarrez Fragoso, perita de la Corte Internacional de Derechos Humanos en el caso Campo Algodonero, que condenó por primera vez a un Estado y sembró toda la legislación vigente en materia de violencia contra las mujeres.

Fue justamente Julia quien le explicó a las familias argentinas que se citan en esta nota por qué los crímenes de mujeres en contexto de narco criminalidad son femicidios. Fue en un encuentro virtual organizado por MU, en el cual Julia resaltó: “Me llama la atención el marco utilizado por los tribunales. Este marco gira, en todas las historias de sus hijas, en torno a las ideas de consentimiento, de víctimas propiciatorias, de que ellas se pusieron en su camino y por eso, por su conducta, por su mala suerte, por su forma de vestir, por las amistades que tenían, por eso fueron asesinadas.”.

Y finalizó: “¿Qué se hace entonces para lograr justicia en ese marco? En nuestros países se lucha. Son ustedes en Argentina quienes nos han enseñado el valor de la lucha desde el momento que pusieron la categoría de desaparición forzada como una categoría política. Son ustedes en Argentina quienes nos han enseñado que de un conflicto como el que tenemos en México podemos salir adelante, reintegrando eso que fue fragmentado y nos han entregado incompleto: el cuerpo de las hijas que fue mancillado. Eso ustedes lo han enseñado al mundo”.

Julia nos recordaba así el legado de Madres y Abuelas, de aquello que bajo la perspectiva de los derechos humanos le hicimos ver al Poder Judicial.

Del Nunca Más.

¿Es ese legado el que protege a Mar del Plata para que jamás se convierta en Ciudad de Juárez?

La respuesta la conoceremos el próximo 17 de marzo, fecha de la lectura del fallo.

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El juicio del Nunca Más: Qué se juega en el fallo por el femicidio de Lucía Pérez

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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