Nota
Entrevista con Francisco Ferrara: El campo en movimiento
«Nunca antes como ahora, el sistema avanzó tanto sobre la vida y por eso es necesario generar respuestas», así explica el resurgimiento de los movimientos campesinos Francisco Ferrara, autor de Los de la Tierra. De las Ligas Agrarias a los movimientos campesinos, el libro que Tinta Limón lanzará en marzo. Autor de una obra clásica que en los 70 visibilizó la organización política de los pequeños productores, el psicólogo social recorrió ahora las agrupaciones rurales y descubrió cómo se organizan, qué reclaman y cómo se relacionan con el poder. El pragmatismo, la defensa del medio ambiente y el mandar obedeciendo. De los revolucionarios armados de los 70 a los funcionarios kirchneristas de hoy, las organizaciones del campo son analizadas en esta entrevista con lavaca.
Lo que en su momento iba a ser una reedición, se convirtió en un nuevo trabajo de investigación: Los de la Tierra. De las Ligas Agrarias a los movimientos campesinos. Así se llama, el nuevo libro del psicólogo social Francisco Ferrara que editará en marzo el sello Tinta Limón.
Desde hace tiempo que Ferrara estaba tentado en volver a publicar Qué son las ligas agrarias: historia y documentos de las organizaciones campesinas del Nordeste argentino, un libro clásico agotado que el había escrito en 1973, después de haber estado preso tres años por tomar la Facultad de Filosofía y Letras durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. Pero habían pasado más de 30 años y la fotografía ya no era la misma.
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Ferrara siempre hizo de la investigación una militancia. Cada vez que pudo renegó del academicismo meramente observador, un modelo que considera arcaico y burocrático. ´´Yo pensaba de maneras más viva. Sé la comodidad que supone interpretar los hechos a la distancia, sentado en una biblioteca, pero en ese pasaje se pierden las vivencias de los humanos. Una cosa es la realidad y otro un cuadro sinóptico´´, sentencia.
Con ese espíritu recorrió y se mezcló con los nuevos movimientos campesinos, que comparten las formas cooperativas de producción, comercialización y preservación de sus semillas orgánicas, entre otras cosas como la lucha por la propiedad de la tierra y la defensa del medioambiente y los recursos naturales.
El resultado es un libro de dos partes. En la primera se reproduce aquél mítico trabajo de los 70, donde el autor hurga en los orígenes de las agrupaciones campesinas de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. En la segunda, en cambio, descubre las nuevas formas de organización que aparecen como reacción a los embates de una dictadura atroz y de un neoliberalismo que arrasó con el pequeño productor.
– Tras el terrorismo de Estado y el neoliberalismo, ¿qué sobrevivió de las ligas agrarias?
– Las ligas fueron un proceso de masas increíble, eran miles y miles en esos campos. Había multitudes en el interior del Chaco, de Formosa, de Misiones, que organizaban marchas, grandes concentraciones y lograron llamar mucho la atención. Pero, a la vez, no dejaron de pasar por las mismas cuestiones que marcaron a fuego todos esos años. En el interior de las ligas, incluso, se expresó de manera muy viva la discusión sobre la toma del poder, sobre si el camino era la lucha armada o no. Y algunos núcleos importantes decidieron tomar esa vía, entonces el grado de exposición de estos movimientos fue muy alto. Las ligas fueron seriamente golpeadas, diezmadas.
– Pero las ligas agrarias no nacieron mirando el poder como un lugar a tomar.
– No, las ligas nacieron como un trabajo misional del Movimiento Rural de la Acción Católica. Fue un trabajo de estructuras de la Iglesia que venían con la impronta de Medellín, un evento importante del Consejo Episcopal Latinoamericano, y con la fuerza del tercermundismo. Es interesante ver el tránsito de esos jóvenes católicos, que arrancan con una posición evangelizadora, misionera y como al calor de su participación y su relación con los movimientos campesinos comienzan a aparecer en ellos un montón de cuestiones políticas que ni imaginaban.
– También hubo un factor económico en el surgimiento de estos movimientos.
– En aquellos tiempos uno de los ejes de su lucha era pelear por el precio de sus producciones: algodón, yerba, té, tabaco. Porque siempre eran perjudicados por los monopolios que acopiaban e imponían las reglas de juego. En ese contexto, los jóvenes de la Acción Católica se acercaron para evangelizar y realizar trabajo social de alfabetización, cuidados sanitarios, etcétera. Pero terminaron definiendo en sus documentos, allá por los 70, a la lucha de masas como la sistematización de la experiencia china. Después de todo, eran los ejes que se debatían también en la vida política, sindical y de los otros movimientos sociales. Y, como decía, también había que zanjar la división de la lucha armada. En el libro de los 70 yo fijaba posición, decía que ese camino iba para mal. Yo planteaba la opción de lo que se llamaba la autodefensa de masas, un método que va despegando acciones al compás de las posibilidades del sector y no por la decisión de un grupo que se despega. Cuando te despegas de la masa se reduce tu fuerza. Como pasó en muchos movimientos, la gente que componía la base quedó inerme, fue barrida y desaparecida. Encima, en el medio del campo la impunidad es mucho mayor. Cuando matan a un tipo en el monte, nadie se entera.
-¿Costó mucho reponerse de la represión?
– Fueron años terribles, donde la gente no quería hablar, encontrarse ni mirarse. Hubo un desmantelamiento muy fuerte de todo lo que había sido aquella organización fervorosa y reivindicativa. En un punto, la recomposición sindical fue mucho más fácil porque el movimiento obrero tenía una historia y una tradición institucional que no tenían las ligas agrarias, que eran movimientos relativamente nuevos. Una de las criticas que se hace hoy la gente del Movimiento Agrario Misionero es que en aquella pelea por los precios, terminaban por incluir a un solo tipo de campesino, que eran aquellos que tenían producción, pequeña tierra y posibilidad de pelear un precio. Los que estaban por debajo de eso, como el que producía para el autoconsumo, quedaba afuera. Ahora están más atentos y abiertos, platean cosas que eluden ese tipo de dicotomías. El tema ya no pasa tanto por los precios sino por un conjunto de cosas que afectan a la tenencia de la tierra, a la biodiversidad, a la expansión en el campo del modelo capitalista a gran escala. Los años 90 también fueron terribles para el campo, así como uno puede medir el desastre por la tasa de desocupación urbana, en el campo puede mirase a través de la tasa de expulsión de sus habitantes y por las conversiones de pequeñas parcelas en unidades mayores, en función de las necesidades del capitalismo.
-¿Por qué empiezan a resurgir los movimientos campesinos?
– El sistema genera las condiciones de su contrapartida. Nunca como ahora el sistema avanzó sobre la vida, envenenando el aire, la tierra, los ríos, abusando de los agroquímicos. Nunca se conoció una agresión tan intensa, nunca se conoció tal grado de concentración de la tierra, nunca se estableció un grado de monocultivo tan fuerte como el que se impone con el modelo sojero. Son cosas nuevas, que están arrinconando la vida. Entonces es necesario dar respuestas. Sería torpe luchar por el precio sin dar pelea por el medioambiente, el agua, la tierra, que están asociados a lo vital, a la posibilidad de susbsistencia.
-¿Qué herramientas tomaron estos nuevos movimientos de las viejas ligas agrarias?
– Una cosa que es propia de esos sectores es su modo de organización. En la militancia, la vida se juega mucho más que en el área urbana, porque viven en colonias, porque hacer un encuentro implica compartir todo un día en el que se come el asado, se cocina, se charla, se toma mate. En la metrópolis vas a militar un par de horas y te volvés a tu casa. No hay una cosa tan intensa de confluencia, donde los chicos dan vueltas mientras la señora mata un pollo. La vida y la actividad política forman un todo y eso se da igual que antes. Es una característica que ves en el MOCASE de Santiago del Estero, en APENOC de Córdoba, en la Red Puna de Jujuy, el ACOCAL de Salta, en el Cinturón de Huertas del Gran Buenos Aires, en la Unión de Trabajadores Sin Tierra de Mendoza.
– ¿Y qué cambió?
– Hay pilas de cosas que han cambiado y que le proponen a estos movimientos un abanico de respuestas y de posibilidades de trabajo. La cuestión del precio cambió por la de la comercialización, por ejemplo. Si el Movimiento Agrario Misionero vende sus yerbas en los canales del sistema, se lo chupan. Hay dos grandes cuellos de botella, uno es en el acopio de los molinos yerbateros y otro en la venta en los grandes supermercados: pasar por uno o por otro implica desaparecer o entregar tu producción. Entonces, crearon sus propio sistema de distribución. Detectaron en Buenos Aires unos tres mil compradores personales, después trabajan con distintos grupos en las universidades. Y así lograron vender por fuera de los supermercados. Otro ejemplo: los cabriteros de Córdoba, que se dieron cuenta de que cuando venían a comprarles los cabritos, se les llevaban los mejores y eso implicaba una selección genética. Cada vez se empobrecían más sus majadas. Hacen un esfuerzo vital para evitar eso, un trabajo bárbaro de concietización, porque es mucho más fácil venderle a un fulano que viene con la camioneta que hacer reuniones, armar stocks colectivos, realizar trabajos determinados.
-¿Qué potencia tienen hoy estos movimientos?
– Hay que ver cómo se la mide. Numéricamente no son muy importantes. Sin embargo, lo son porque son la única alternativa real al modelo. No hay otros, en ese sentido son muy importante. Están siendo testimonios del rostro más devastador del capitalismo. Ahí está el fenómeno de las ferias francas misioneras, otra forma de comercialización que crearon, donde ponen en contacto al productor con el vendedor. Y ahí se dan cosas interesantes que exceden el hecho mismo de la comercialización. En Posadas, por ejemplo, vienen a vender productores de otros pueblitos, y resulta que se encuentran con sus antiguos vecinos que se fueron a vivir a la ciudad. Es un trama vital, ahora se están planteando cómo puede intensificarse eso, cómo armar un lugar donde compradores y vendedores puedan comunicarse mejor. Hoy la impronta es distinta, es la necesidad de defender la vida. Este diálogo entre compradores y vendedores antes hubiera sido impensable, para ellos hubiera sido una boludez.
– ¿Considera este cambio como una evolución de los movimientos o como un retroceso, debido a que la realidad los arrinconó tanto que los obligó a comenzar desde bien abajo?
– La realidad les propone esos temas y ellos comienzan a responder. Se da una cosa mixta, evolucionaron de una manera tal que son capaces de encarar cosas como la comercialización o el trato entre vendedores y compradores porque el sistema hizo necesarias ese tipo de respuestas.
– ¿Hoy ya no se plantean la toma del poder?
– El poder hoy no es un tema en la medida que era entonces. Está claro que para ellos poder es llegar a una oficina del Estado para que les den un préstamo o para que los atiendan. Pero no está planteado como objetivo a alcanzar para lograr la mejoría social. Hubo intentos de armar frentes con movimientos de desocupados, pero los resultados no fueron buenos. Siguen siendo organizaciones más bien reivindicativas que otra cosa. Ahora tal vez habría que hacer una salvedad, que es el efecto que está teniendo el gobierno cuando pretende incorporar a estos movimientos.
– ¿Cómo responden ante estas situaciones?
– El Movimiento Campesino Indígena aceptó la dirección del Programa Social Agropecuario. Ellos dicen que no se van a dejar joder pero empiezan a estar en una pulseada que antes no se imaginaban. Hay que ver que son capaces de conseguir. Ellos argumentan que les permite desarrollarse en una determinada cantidad de lugares que de otra manera no podrían. El Movimiento Agrario Misionero, por ejemplo, apoyó a Rovira, el candidato oficial que buscaba la reelección indefinida. Hablando con los tipos del movimiento te dicen que había tanta mierda de un lado como del otro, que era tan malo Rovira como los Puerta o Macri que se escondían debajo de la sotana de Piña. En rigor no había una opción ideológica pura y clara, entonces respondieron según sus intereses y necesidades y podía ser que el oficialismo le financiara un gran secadero. Entonces, con los ojos cerrados apoyaron a Kirchner-Rovira. Es crudo.
– ¿Qué implica este nuevo pragmatismo?
– Al no tener en estos movimientos un fuerte peso la definición política-partidaria, la política pasó a ser algo menos rígido y se mueven en torno a situaciones que se configuran de una u otra manera y van viendo.
– ¿ Por qué se da la paradoja que los movimientos no se plantean el acceso al poder y el poder los va a buscar para integrarlos al gobierno?
– Este gobierno no tiene nada, por eso copta. No tiene un partido detrás. Lo que tiene es lo que pudo conseguir a través de la coptación o de los negocios políticos. Para el gobierno es fundamental enganchar distintos tipos de movimientos, no tiene otro capital político
– ¿Y qué pueden brindarle los movimientos campesinos al gobierno?
– Apoyo en una elección diciendo votemos a este hijo de puta porque si viene el otro hijo de puta perdemos lo que tenemos..
– ¿Los dirigentes campesinos que asumen en la función pública, lo hacen a título personal o en representación de sus organizaciones?
– Lo han discutido intensamente y ponen al movimiento como garantes.
– ¿A partir de este tipo de relaciones con el Estado hubo retracciones y pérdida de radicalidad en estos movimientos?
– Todavía es bastante reciente para sacar conclusiones. Pero ojo, porque algunos movimientos de trabajadores desocupados, como Barrios de Pie, que tiene a Jorge Ceballos en un cargo de la tercera línea del gobierno, ha crecido mucho. Hay tipos muy lúcidos que dicen que esto va mientras vaya así, que cuando se empiece a poner jodido se van a la mierda. Yo tuve que hacer un tránsito para poder entender estas cosas, tuve que cambiar mi cabeza. ¿El riesgo es cierta cosa de despolitización? Depende, no creo. Uno tiene que ser fiel a la defensa de los valores sociales que luchan contra la explotación, contra la prepotencia del ejercicio del poder. Eso es lo que quiero tener claro todo el tiempo.
– ¿La lógica de formar parte del Estado para ver qué beneficios se obtenían cómo se pensaba en los 70?
– Era una lógicaposible en el 73, a través del cambio político. Antes había una dictadura militar y era imposible hacer nada con cualquier gobierno. Pero sí se apostaba al cambio político con el camporismo, con el peronismo revolucionario que permitiría un acceso a los espacios del poder. En definitiva, la relación con el poder es un problema constante, vos lo resolvés y lo vas gestionando en función de la realidad que te toca. En este momento no hay una relativa debilidad en las alternativas superadoras del kirchnerismo y eso le da un espacio al gobierno en el que se mueve muy bien.
– ¿Son homogénos los nuevos movimientos campesinos?
– No, algunos sectores son mas pobres que otros. Hay improntas en los movimientos Está la Unión Sin Tierra de Mendoza y hay otroas agrupaciones donde predominan los chacareros, que tienen cinco, diez, doce hectáreas. En Salta, donde el poder latifundista está imbricado en el poder político, los integrantes del movimiento están en la lona. En Córdoba y Misiones, en cambio, se da una integración mixta.
– ¿A pesar de esas improntas disímiles el patrón de organización es similar?
– Todos funcionan mediante la horizontalidad, con todas las dificultades que eso tiene. La horizontalidad exige que uno sea capaz de hacerse cargo. Por lo general uno ve la tarea de los capanga, de los caciques, pero no ve que uno finalmente los promueve. Si queremos horizontalidad nos tenemos que hacer cargo de nosotros, si nos distraemos de eso, generamos las condiciones para que fulano o mengano se conviertan en los dirigentes. El eje de autonomía y horizontalidad llegó a niveles interesantes desde el 2001. Creo que todavía son tiempos breves para darle verdadera dimensión.
– ¿Cómo se conjuga esa política horizontal y no delegativa con la unción de dirigentes en funcionarios de un gobierno?
– Ese es un buen modelo para debatir. Si este compañero que asume un cargo es capaz de sostener su disposición a discutir asambleariamente lo que esta haciendo y si los compañeros son capaces de discutir lo que hace el compañero-funcionario sería un modelo interesante a debatir. Sería, si se quiere, el mandar obedeciendo del zapatismo.
– ¿Y se da ese debate?
– Está planteado así, pero todavía es muy reciente para ver el funcionamiento. Pero no se trataría de rendir cuentas al gobierno, sino al propio movimiento.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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