Nota
Escuelas piloto: la voz de docentes contra la reforma educativa
El conflicto por la reforma educativa en los secundarios porteños sigue sin diálogo con la comunidad educativa y con información incompleta. «Nos dan powerpoints que se ven como publicidades». La voz de los docentes de las escuelas piloto, donde empezaría la reforma, sobre qué saben sobre lo que se viene y qué trampas adivinan: «La reforma parece muy vaga pero es clara en sus objetivos. Hay que leerla a la luz de la flexibilidad laboral».
El conflicto por la reforma educativa en el nivel secundario no terminó. Hace tres meses, el Ministerio hizo llegar a algunos profesores borradores de sus planes, de manera extraoficialm sin firmas ni formalidades. De la misma manera se conocieron cuáles serían las escuelas piloto. ¿En qué condiciones están? ¿Cómo se preparan para el futuro?
Después de las tomas de colegios por estudiantes, la etapa de diálogos y negociaciones no dio resultados. Todavía no se sabe en cuáles establecimientos se empezará con la “Secundaria del Futuro” en 2018. En el listado de inscripción online aparecían las siguientes:
- Escuela de Educación Media nº 5 DE 21 Juan Manuel Fangio
- Escuela de Educación Media nº 1 DE21;
- Liceo nº 9 DE Santiago Derqui;
- Escuela de Comercio Nº 22 DE 6 Gustavo Adolfo Martínez Zuviría;
- Escuela nº 7 DE 3 Juan Martín Pueyrredón;
- Escuela Técnica nº 10 DE 5 Fray Luis Beltrán;
- Normal nº 10 Juan Bautista Alberdi;
- Normal nº 9 Domingo Faustino Sarmiento;
- Normal nº 6 Vicente López y Planes;
- Escuela Técnica nº 26 DE 6 Confederación Suiza;
- Escuela Técnica nº 35 DE 18 Ing. Eduardo Latzina;
- Escuela Técnica nº 12 DE 1 Libertador Gral. José de San Martín;
- Escuela de Comercio nº 34 DE 3 Monseñor Miguel Andrea
- Escuela Superior Juan B. Justo.
Otras escuelas no aparecían, pero serán también espacios de prueba y error, solo que, según palabras de Marcela Pelanda, directora de Educación Superior porteña, «todavía no arreglaron la caja horaria».
El rechazo
La Comercial 34 fue la primera en formular una carta de rechazo a ser piloto, que se replicó en algunas de ese listado y otras donde el Ministerio hizo saber que serían piloto.
Cuando el 17 de octubre los padres y madres anotaron a sus hijos para comenzar primer año en 2018 no pudieron tener ninguna certeza de qué régimen caería sobre la escuela elegida.
En el Normal 9 están restaurando el edificio desde hace más de 8 años, pero esperan que para marzo próximo, la escuela, sus aulas y su mobiliario estén adaptados al nuevo plan. En siete años hicieron solo tres aulas de jardín. Este año recién avanzan las obras del frente.
En el Normal 1 no se vio nada nuevo a nivel edilicio ni tecnológico. Fueron supervisores para ofrecer horas interinas en trabajo, por área y planificación.
Barbara Orbuch, asesora pedagógica de la Cerámica 1, tiene una posición privilegiada para diagnosticar. Su tarea es observar clases y participar de la gestión de la dinámica pedagógica escolar. “Tengo acceso más privilegiado, por una parte, a los documentos que han enviado desde el Ministerio. Por otra parte, conozco la fisonomía de la reforma, que ha sido muy vaga, pero muy clara en sus objetivos”, se presenta.
Orbuch cuenta que lo que ve es un modelo privatizador hacia afuera y hacia adentro de la gestión estatal: en la capacitación de los docentes, la concepción de educación y la gestación de alumnos que salgan de la secundaria dispuestos a trabajar sin derechos.
Qué estructura académica habrá. “Recibimos documentos descontextualizados, sin normativa ni ninguna cuestión administrativa que nos informe desde la letra. Nos dan powerpoints que se ven como publicidades. Les sacan palabras que hemos cuestionado. Ahora hablan de ‘aprendizaje en servicio’, en vez de pasantías, prácticas laborales o educativas. Hay cuatrimestres divididos en bimestres… Todo sin fundamentación ni contexto ni capacitación. Estamos a dos meses de su pretendida instrumentación y no se ha capacitado a nadie ni se ha tenido una reunión con docentes para informar”.
La voz docente
Los docentes de nivel medio reparten sus horas de trabajo en varias escuelas con diferentes categorías: titulares, interinos y suplentes. Hace cuatro años que no hay nuevas titularizaciones, por lo que en actos públicos, solo se toman cargos de las últimas dos categorías. Solo los titulares pueden elegir cambios de horario. Con los cambios de la reforma Nueva Escuela Secundaria, a partir de 2012, los interinos y suplentes a quienes les cambiaron los horarios por las modificaciones del diseño los mandaron a tomar nuevos trabajos en otro acto público.
“Ahora están ofreciendo horas por fuera de los actos públicos, o sea, no reconocidas por el estatuto docente. Entonces, la que va a decidir va a ser la dirección de la escuela. Esto implica que caeremos siempre en la discrecionalidad de los directivos”, explica Mercedes Mendieta, docente del Comercial 34.
A Gabriela Brizzolara, profesora de educación física de la Escuela de Cerámica N° 1 le preocupa la no participación de “quienes realmente sabemos”: docentes, padres, estudiantes, directivos. “En este gobierno no viene nadie de la rama educativa. Ni siquiera pasaron por la educación pública, entonces no conocen cómo funciona”. Desde la anterior reforma, la Nueva Escuela Secundaria, sus horas pasaron a ser en contraturno. “El año pasado tuve que hablar con el director de la 34 porque cuando no había variedad de opciones y los nuevos horarios se me pisaban con los de otra escuela”.
Otro cambio: ya no se reunirán todos los profesores de la escuela; ahora las reuniones son por área. En la de expresión, los profesores de educación física compartirán con idiomas.
Eloy Pérez Lana trabaja en el Normal 1 y 9. “Como es una aplicación gradual, te dicen: el tema de quinto año lo vemos dentro de cinco años. Ahora salta el problema de la reforma anterior, la Nueva Escuela Secundaria: a gente que le prometieron que no perdería horas, las está perdiendo. Según la escuela y el grado de reclamo que se armó, ofrecen cosas distintas”.
Sabe que el sector docente es privilegiado en derechos, por lo que, cada vez que pueden, los gobiernos los disciplinan: “Por un lado somos un sector que conservamos muchos derechos. Por otro lado, somos 500 mil trabajadores en todo el país. Creo que hay que interpretar esta reforma a la luz de la flexibilidad laboral”.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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