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La década perdida: 10 años sin Luciano Arruga

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Símbolo de las violaciones a los derechos humanos en democracia, la desaparición y muerte del joven de 16 años cumplió una década. Sin grieta, la mano dura convertida en fuente del delito. La hermana de Luciano, Vanesa Orieta: las nuevas madres, el Estado, los barrios y la construcción colectiva de la condena social. POR LUCAS PEDULLA
en la habitación principal, después de entrar por una puerta de madera tras flanquear las rejas del chalet pintadas de colores, hay varios estantes con libros de poesía, de política y derechos humanos, pero Rocío ubica el tiempo y el espacio en menos de un segundo: “Estamos donde se recepcionaban las denuncias”. Hay novelas, cuentos y guitarras, un pasillo que conecta con un baño, otras dos habitaciones y una cocina donde se sale a un patio que ahora tiene pinturas, murales y una huerta comunitaria. Hace diez años este lugar era un destacamento policial donde se torturó a Luciano Arruga, joven de 16 años.
Es un chalet en un barrio residencial convertido en destacamento policial por pedido expreso de un grupo de vecinos que lindan con el barrio 12 de Octubre, de Lomas del Mirador, La Matanza, donde vivían Luciano y su familia. Según consta en denuncias que encontraron culpables a efectivos policiales, Luciano fue torturado allí tres meses antes de que lo vieran por última vez, en ese mismo lugar, luego que comenzara a ser hostigado porque se había negado a robar para la policía. El pedido vecinal de “mano dura” y “empoderamiento de la seguridad” y la realidad: una fuente de reclutamiento de menores para que roben para la policía.
Pero Luciano dijo no. El 31 de enero de 2009 Luciano desapareció, y el 17 de octubre de 2014, cinco años y ocho meses después, hallaron su cuerpo. Según la reconstrucción, Luciano había cruzado a las 3.21 de la madrugada del 31 de enero con ropa que no era de él por un lugar inaccesible de la General Paz “desesperado, como si estuviera escapando de algo”, según declararon testigos. Lo atropellaron, murió en el Hospital Santojanni -donde su familia fue a preguntar si había ingresado algún joven y le respondieron que no-, lo derivaron al Cuerpo Médico Forense y fue enterrado como NN en el Cementerio de Chacarita. El circuito revela cuál fue la trama de encubrimiento de uno de los hechos más resonantes de nuestra democracia, y cómo el Estado no está preparado para buscar a un joven desaparecido. Las prendas nunca aparecieron, y un testigo declaró ante el Juzgado Federal de Morón que vio desde la autopista una camioneta doble cabina de la Bonaerense con las luces bajas.
En el medio, una causa por desaparición forzada y un juez de garantías (Gustavo Banco) y dos fiscales (Roxana Castelli y Celia Cejas) con pedido de jury político por pinchar los teléfonos de la familia y desviar la investigación que apuntaba a la Bonaerense.
Ahora, en este lugar que fue recuperado con acampes, radios comunitarias y una expropiación de la Legislatura bonaerense, funcionan talleres de música, de teatro y apoyo escolar. Hoy es el Espacio Social y Cultural Luciano Arruga y aquí está su hermana, Vanesa Orieta, que junto a su mamá, Mónica Alegre, son dos de las voces más fuertes que denuncian las violaciones a los derechos humanos en democracia y el carácter sistémico de esa violencia estatal que no reconoce colores políticos ni grietas sociales.
Aquí están, también, Rocío, Laura, Natasha y Matías, algunxs de lxs integrantes de Familiares y Amigos, el colectivo que corporizó la búsqueda de verdad y justicia.

Salir del gris

¿Cómo hay que dimensionar estos 10 años?
Vanesa: Los familiares vamos transitando procesos. Hay muchas cosas que las movilizamos desde el dolor más descarnado, pero hay algo que te da la posibilidad de organizarte y luchar con otros, que es ir formándote y tener un panorama más completo de lo que pasa. Quizás en algún momento me reconocía mucho más en el lugar de víctima. Ahora me planto desde otro lugar, despojándome, y aunque seguimos siendo víctimas de un proceso cruel que nos tortura sistemáticamente, nos afirmamos como sujetas, como madre o hermana, intentando poner una palabra desde ahí. No es una mirada como víctima sino como cualquier persona que salió de ese lugar gris y se presenta con nombre y apellido con una voz analizada, que ya no parte solo del dolor sino desde un proceso de formación. Pero son 10 años en los que cae la ficha de que no hemos podido avanzar en una causa judicial que necesita una resolución, porque los familiares necesitamos cerrar una etapa y que se condene a los responsables. Pero la Justicia es el lugar que más nos revictimiza, pone en peligro y genera impunidad.
¿Cómo se sale del lugar de víctima?
Vanesa: El grupo tiene una importancia fundamental, porque diferente hubiese sido si tanto mi mamá como yo nos quedábamos solas. Este grupo tiene un factor humano enorme que corrige, en buenos términos, muchas situaciones. No siempre los familiares nos movemos de la mejor manera, por lo que tener un grupo que pueda darte una palabra en una situación concreta, donde todo es poner el cuerpo, es formativo. Tener un colectivo que contenga y abrace es un salto de calidad. El factor humano no se puede dejar de lado. Es lo que nos permitió avanzar y relacionarnos, entender la problemática desde el barro más barro. Pero siempre volviendo a un grupo en donde lo volcamos todo. Y así vas saliendo del gris que te genera ser absolutamente víctima.
Rocío: Desde el inicio de la desaparición, se armó una coordinadora. No nos quedamos en dolor sino en avanzar en poder construir politicamente. El actor es siempre colectivo. Y la mirada fue más allá, de plantear que Luciano es un desaparecido en democracia, una figura que hasta el año pasado la seguían discutiendo. Luego pasó lo de Santiago Maldonado, y se pudo poner sobre la mesa. Pero por algo conseguimos más cosas desde lo político que desde lo judicial, porque allí sigue habiendo un nudo que no se puede romper.
Desde lo judicial lograron la condena a 10 años de prisión de Julio Torales, el oficial a cargo del destacamento, por las torturas a Luciano en 2008.
Vanesa: Esa causa no está volcada a la de desaparición forzada. Lo entendemos como un acto inteligente de parte de la Justicia para seguir generando impunidad, porque parcializa causas e investiga por separado hechos que tienen una relación directa. El daño que se hizo en la causa es tan irreparable que pueden seguir por esa vía para que no sigamos en el proceso de verdad. Han pasado cuatro jueces y tres fiscales diferentes y terminamos quedando en el rol de tener que confiar en cada nueva fiscalía que aparece. Pero ya no se puede. Porque hablamos de pruebas que se perdieron, datos que no podemos recuperar. Ya no nos queda en quién confiar. Podríamos haber encontrado un cuerpo que hablara, pero obtuvimos restos óseos. Y yo tuve que reconocer los restos de mi hermano por la paliza que le dieron en 2008. Fueron 10 años sin escuchar a la familia. Al revés: nos investigaban a nosotros. Pero nunca generar datos para ir hacia los culpables. Y en la medida en que esta información no aparezca en la causa principal, vamos a estar siempre recordando fechas, denunciando a la justicia y van a pasar 20 años y vamos a estar en la misma situación. Salvo que la justicia termine sacando un disparador inesperado.
Matías: Lo vemos en el juicio por los desaparecidos en La Tablada: militares ocultaron todo durante años, en el juicio se largaron a llorar y contaron todo. Hagan la prueba: sienten a los policías ahí. Los dos compañeros de Torales, en el juicio, se declararon presentes en el lugar del hecho mientras torturaban a un menor. La Justicia podría avanzar. Y el juicio dejó algo fundamental: más allá de las pericias sobre las lesiones de Luciano, se tomó la voz de la familia y de los testigos para que hablen por la víctima con peso probatorio y condenatorio. Ahí está el correlato: tres meses antes, policías de ese mismo destacamento habían torturaron a Luciano.
Vanesa: La condena sirve para que no se naturalicen los golpes que padecen los pibes. Parece normal que pibes villeros se encuentren con cachetazos, sin ver que ahí hay una relación de poder, y que hay una persona avalada de privarte de tu libertad y ponerte una mano encima sin que la sociedad se plante. Es una pequeña batalla ganada para poner en palabras: no son apremios ilegales, es tortura, física y psicológica, sobre un pibe de 16 años en una relación desigual de poder. Pero hoy los policías acusados por su desaparición siguen libres, seguramente pensando cómo poner más obstáculos para atravesarnos con el miedo, porque así buscan paralizarte. Hay que romper eso.

Otras madres

Si existe una condena social respecto de estos casos, ¿es porque hubo una organización que de manera colectiva politizó este tipo de hechos?
Vanesa: Nosotros aparecemos en un momento determinado, pero antes hubo madres que denunciaron hechos represivos que vincularon a distintas fuerzas. Todos tenemos a Rosa Bru, la mamá de Miguel, denunciando la desaparecion de su hijo en la mesa de Mirtha Legrand, en un contexto democrático. O los familiares de Darío Santillán y su sentido de constancia en la lucha. De María Millacura, la mamá de Iván Torres, que se plantó en una comisaría en Comodoro Rivadavia para saber dónde estaba su hijo. Luciano también trae algo puntual: discute la figura de pibe chorro. Él se negó a robar para la policía, pero si hubiese sido un pibe chorro, nos hubiéramos plantado de igual manera, porque el hecho violento es la desaparición forzada de un joven de 16 años en democracia. Todo lo demás lo tenemos que discutir en una problemática que es la pobreza, el lugar del que se sirven estos actores con poder para seguir explotando la vida de nuestros jóvenes. Necesitamos discutir qué pasa con estos pobres, porque hay un control, y ya no sirve ocultar la problemática o suavizar palabras, hablar de “violencia institucional”: es represión estatal. Discutamos el concepto. Y también qué esta pasando en la vida de nuestros pibes y pibas. Sin embargo, del otro lado tenemos al poder que va a intentar suavizarlo para dejar de lado responsabilidades, y empezar a hablar de gobiernos un poco más buenos que otros. Lo que hay que decir es que el tema represivo atraviesa a todos.

Sin grieta

En 10 años, sólo en la provincia de Buenos Aires, pasamos de Scioli a Vidal.
Vanesa: Lo que nos parece injusto al querer discutir es que nos planteen mirar particularidades de los gobiernos. Nos corren desde un lugar en el que si me decís que estoy poniendo en mismo lugar un gobierno que el otro, me estás cagando. Los familiares tenemos la necesidad de discutir la problemática represiva. Y, ahí, las lógicas son similares. Claro: pasa que yo pido condena para personas que otros quizá deban amar. El tema es que, en esto, somos los familiares de un pibe que no está. Y buscamos responsabilidades. Ahora, si hay que discutir, hagámoslo en serio y pensemos qué puntos en común atraviesan a todos los gobiernos en la era democrática. Algo han alimentado gobiernos anteriores para que hoy tengamos funcionarios que se declaren públicamente a favor de que la policía tire y mate. La doctrina Chocobar no se construye de la noche a la mañana: hay un recorrido histórico.
Desde esa noción de cómo conmover a la sociedad, ¿cómo perciben el barrio?
Vanesa: Me cuesta mucho pensar si cambió o no. Quisiera que la gente tenga acceso a todos sus derechos. Que una niña y un niño puedan crecer felices. Que tengan la posibilidad de elegir, aun atravesados por muchas cuestiones culturales que influencian ese deseo, pero que lo puedan hacer en la mayor libertad posible. Ese cambio nos gustaría, donde la gente deja de pedir limosnas que le sobran a un Estado. Para evitar que se sigan formando culturalmente futuros hombres machistas y violentos, pibes que salgan a chorear o pibas que terminen rehenes de diferentes formas de explotación. Como organizaciones podemos hacer cosas, pero otras nos exceden. Acá tiene que aparecer el Estado. Y fuerte: acompañando procesos de las familias que sufren estos hechos, políticas de proteción, de promoción. No basta con familias que politicen esto si después no hay un acompañamiento real. Y eso cuesta dinero: en lugar de poner recursos allí se los pone en función de más patrulleros. El 12 de Octubre es un barrio chiquito, pero la Santos Vega es más grande, con muchos pibes asesinados y muchísimas problemáticas. La pasta base está arrasando la vida de los pibes. Hay que ser cuidadoso en no criminalizar a los barrios, pero tenemos que hablar de lo que pasa: hay una reproducción de la violencia que hace que muchas vidas se pierdan. Y eso no se resuelve con un grupo de militantes, sino con una política de Estado bien clara.
En la Marcha contra el Gatillo Fácil del año pasado, fue muy impactante ver a todas las mamás marchando, entre ellas Mónica. ¿Qué se está urdiendo ahí?
Vanesa: Las familias nos terminamos convirtiendo en receptores de muchas denuncias. Se nos pone en un lugar que a veces lo relaciono con el Estado: nos preguntan qué hacer en la causa, conseguir un abogado, y la desesperacion es muy grande porque querés encontrar que el organismo se acercque, pero hay limitaciones muy grandes que se tienen que discutir al interior de cada grupo. No sólo estamos atravesados por el dolor de haber perdido un familiar sino que, al mismo tiempo, somos atavesados por el dolor de otros familiares. Ahí nos ponemos una exigencia más: formarnos. En lo juridico, para ver que hacer en las primeras instancias. Se está construyendo un movimiento de madres que es muy interesante. Es un momento de acompañarlas fuerte. Es un grupo de mujeres que, en este contexto, viene a discutir los derechos violentados pero también los que queremos conquistar. Además, no son la mujer hegemonica: son la villera, la pobre, la negra, la india. Están discutiendo un montón de cosas. No sólo tenemos que hablar quienes terminamos colocados como “referentes”, sino todas las mamás y papás, porque incluso desde el dolor más absoluto te están hablando de una problemática y una lógica.
Hay organizaciones, hay palabras, hay demandas. ¿Es necesario pensar en canalizarlas en nuevos organismos o alguna otra forma específica?
Vanesa: Hay una verdad: la mayoría de los familiares que sufren estos hechos no tienen resuelto nada. Mientras denuncian al Estado, tienen un hijo con un problema de adicción, otro está encerrado; están apretados por la policía, con quilombos con el transa, y viven 10 hacinados en una casa, sin un trabajo fijo. Cuando hablamos de lo humano, hablamos de ver esto en la vida de todos los familiares. Eso hace más difícil armar una práctica cotidiana, y ahí nos detenemos en el cómo. Cómo hacemos para acompañar, si estamos hechos mierda. Aprendimos mucho de las agrupaciones de familiares, de las Madres y de las Abuelas. De Nora Cortiñas, siempre presente. De Pablo Pimentel, de la APDH de La Matanza, la primera persona que nos acompañó.
prendimos de la historia de lucha de esos organismos de derechos humanos. Hay que discutir la independencia de los organismos pero también pensar organizaciones de familiares entendiendo que es una realidad diferente a otras lógicas y otros momentos de la historia donde estábamos en otra situación económica y social. Acá ocurre que a una madre le matan a un pibe, pero en esa familia está todo detonado.
Matías: Al haber una ausencia total del Estado, y más allá del proceso interno nuestro, fuimos acompañados y acompañamos a un montón de familias con las que empezamos a pensar otra manera de hacer las cosas, de hablar. Desde ahí, ¿estaría bueno otro tipo de organismo? Sí, pero no sé si para construir algo téorica o físicamente superador, sino para cambiar las formas y no reproducir estructuras verticalistas donde no hay lugar para lo humano. Cuando te encontrás con un familiar, hallás una paz y comprensión que en otro lugar no hay. Y en las estructuras que existen hay pocos lugares que permitan una cuestión genuina. A veces se le exige a un familiar estar presente en tal escenario, con tal bandera y con tal “compañero de militancia”, cuando no se resolvió si ese familiar tiene para parar la olla a la noche. Y ni hablemos del abogado o cuestiones de salud. Ahí está la clave: el cómo. Eso sería lo fundacional de alguna nueva forma de acompañar estos procesos.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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