Nota
La re nacionalización de Repsol YPF: un ejemplo de cómo es irreversible la desoccidentalización
La mirada del argentino Walter Mignolo, profesor en Estados Unidos y un referente del pensamiento descolonial:
El gobierno español anuncia “represalias contundentes” al gobierno argentino por la nacionalizacion de REPSOL-YPF. Estados Unidos apoya a España y se comporta de acuerdo a hábitos paternalistas. Es difícil para los padres comprender que los chicos crecen. Aunque el tono indica el reconocimiento de que la desoccidentalización es irreversible.
Además de informar sobre las represalias, la prensa española subraya también que la expropiacion de REPSOL-YPF ha dejado intacto el 25% de la acciones que pertenecen al grupo Petersen, de la familia Eskenazi, socios introducidos en el 2008 por el entonces presidente Nestor Kirchner. Señala también un articulo en El Pais, de España, que fueron los Kirchner mismos quienes diez años antes, en 1998, apoyaron la compra de YPF por REPSOL.
Por su parte, la presidenta Cristina Kirchner puso de relieve que es la primera vez que Argentina tiene que importar petróleo. Las razones recayeron sobre la ineficacia administrativa de REPSOL. La situación apuntada por Cristina Kirchner nos recuerda un caso paralelo en el Sultanato Otomano a principios del siglo XIX : por primera vez el Sultanato comenzó a importar café desde Inglaterra mientras que, hasta entonces, habia sido el Sultanato que exportaba café a Inglaterra. Los otomanos tomaron medidas erróneas : reforzaron el ejército en lugar de confrontar las políticas económicas. El tiempo de la desoccidentalización está ya en marcha y consiste en desprenderse de los lazos imperiales en decisiones políticas que afectan la economía.
El caso YPF-REPSOL es un caso ejemplar en los procesos de desoccidentalización que comenzaron quizás con la decisión de Deng Xiaoping de transformar la revolución cultural de Mao Zedong en economía de mercado. Esto es, de confrontar el capitalismo controlado por Occidente y hacer que el gobierno de China tomara las riendas de la politica económica, desobedeciendo las reglas que para el desarollo tenían escritas el FMI y el Banco Mundial. Proceso semejante fue el de Lee Kwan-yew, primer ministro de Singapore, quien siguió una política paralela : capitalismo sí, pero lo manejamos nosotros. Este “nosotros” es complejo pero, en general, es un “nosotros” de nacionalización frente a un “nosotros” escondido bajo la retórica anti-nacionalista de la globalización.
En Argentina, el caso es también ejemplar por la inversión del proceso de privatización que comenzó con Menem-Cavallo a principios de los 90. En ese momento, las luces del triunfo neoliberal encandilaban. Las empresas nacionales, sin incentivos, languidecian, daban en realidad pérdidas. En cambio, la privatización, que traía la competencia a primer plano, pondría los ferrocarriles y la producción petrolifera por las nubes, y navegarían así en los cielos de la globalización. Esa era la renovada retórica de la modernidad. Pero como sabemos, la colonialidad es constitutiva de la modernidad. Los desastres de la privatización y del proyecto neoliberal son notables y notados no sólo en Argentina (el reciente accidente ferroviario), sino en Alemania. Vaya y pregunte usted a los alemanes:¿ qué pasó que los ferrocarriles andan tan pésimos ahora ? Es que antes pertenecian al Estado, le van a comentar, y ahora a empresas privadas. La privatización fue un error necesario, que ahora es necesario corregir. La desoccidentalización, irreversible, describe distintas maneras de desprendimiento político en la toma de decisiones económicas.
La diferencia entre la des-nacionalización de ayer y la consecuente privatización de principios de los 90 con la re-nacinalización y des-privatización actual, es la diferencia entre el mal paso y la corrección de ese mal paso, pero con la experiencia del mal paso dado. En aquel entonces, la creencia en el fin de la historia; el la fe en la marcha indefinida del progreso y el triunfo eterno de la modernización y el neoliberalismo, fueron las consecuencias de un acto de magia que encandiló a muchos. Veinte años después, la toma de conciencia del subterfugio es irreversible. La diferencia es sin embargo, radical : los procesos de re-nacionalización, hoy, ya no están ligados a fundamentalismos ideológicos del Estado, sino a los procesos irreversibles de desoccidentalización política en decisiones económicas.
La desoccidentalización tiene dos caracteristicas basicas :
a) Economía capitalista y
b) Ya no manejada por los legados del colonialismo, es decir, por la lógica unilateral de la colonialidad.
Esta es la política claramente adoptada por los BRICS en la Cuarta Cumbre que tuvo lugar en Delhi a finales de abril. Las decisiones en política internacional ya no serán unilaterales, lo cual significa que estamos ya en un mundo de colonialidad económica (capitalista en el vocabulario de liberales y marxistas) y de policentricidad política y epistémica. Además, la desoccidentalización torna la distinción entre Derecha e Izquierda (herencia tradicional de la modernidad) en obsoleta.
La desoccidentalización es un movimiento de izquierda en la medida en que confronta y se desprende de la hegemonía y dominancia construida y manejada durante cinco siglos por monarquías y Estados seculares nacionales de Europa occidental y Estados Unidos. Pero también se puede decir que es un movimiento de derecha porque no cuestiona la colonialidad económica, aquello que liberales y marxistas llaman ¨capitalismo¨, concepto que, por las mismas razones, va perdiendo su relevancia.
No obstante, tampoco es de derecha por que de la derecha serían en este momento los procesos de re-occidentalización, los cuales son antagónicos a los de desoccidentalización. De ahí la reacción de España. Sin embargo, las cosas se han mezclado puesto que Estados nacionales con historias coloniales pueden optar por ligarse, en vez de desprenderse, de la re-occidentalización. La VI Cumbre de las Américas en Cartagena, recientemente concluida, fue auspiciada por el presidente de Colombia, José Manuel Santos, e inaugurada por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Colombia y Chile han optado por la re-occidentalización. Brazil (como miembro del BRICS), Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela apuntan decididamente hacia la des-occidentalización.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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