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Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima

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La primera jornada marplatense del nuevo juicio por el crimen de Lucía Pérez (16 años) volvió a mostrar a las defensas de los acusados intentando hurgar en la vida y costumbres de la víctima (preguntaron hasta por sus sueños, su alimentación y si se llevaba materias en la escuela) como argumento para lograr la impunidad de Matías Farías y Juan Pablo Offidani. Ambos fueron excusados de participar de la audiencia, incluso a distancia desde la cárcel. “Pueden seguir su día normalmente” les dijeron desde el tribunal a ambos imputados por “abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal con femicidio”. Es llamativa la diferencia con el caso de los acusados por el crimen de Fernando Báez Sosa, quienes tuvieron que presenciar la audiencias ya que los jueces señalaron la importancia sobre su futuro de lo que se estaba debatiendo.

La paradoja: el hecho de haber hecho foco en Lucía para exculpar a los victimarios (que solo habían sido acusados por vender drogas en la puerta de la escuela, y no por el femicidio) es lo que hizo que la Cámara de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires ordenara anular el fallo de 2018 y hacer este nuevo proceso. Marta Montero, la mamá de Lucía, dijo a lavaca a la salida: “Fue un calvario”. Detalles de las preguntas capciosas. Marta y sus argumentos, dentro y fuera de la sala, sobre la trama narco que se busca esconder en el caso. El atrapasueños como símbolo. Cómo fue la mañana del crimen. Cómo se enteraron. El acompañamiento conmovedor de otras familias víctimas de femicidios. La movilización de las mujeres en la calle buscando justicia, en un proceso que recién empieza.

Por Anabella Arrascaeta.   

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Matías, Guillermo y Marta: nuevamente el foco de las preguntas hacia ellos fue sobre la vida y hábitos de Lucía. Por hacer ese foco misógino y prejuicioso sobre la víctima, la Cámara de Casación anuló la sentencia anterior. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

“¿Quiénes mataron a Lucía? Eso vinimos a preguntar”, dice Marta Montero, mamá de Lucía, antes de entrar al Palacio de Tribunales marplatense. Minutos después lo vuelve a repetir en el sexto piso del edificio, cuando le toca declarar como la primera testigo del nuevo juicio que investiga el femicidio de su hija: ¿quiénes mataron a Lucía?

Con ese eje inició hoy un juicio crucial e histórico, que busca verdad y justicia después de 7 años del crimen, a 4 de un juicio que consagró la impunidad con un fallo misógino y machista, cuya reacción familiar y social motivó el primer Paro de Mujeres en la Argentina, entre otra serie de movilizaciones que continúan hoy.

Marta llegó a Tribunales junto a Guillermo Pérez, papá de Lucía, a las 8 de la mañana. Matías, el hermano mayor de la joven asesinada, los esperaba bajo la lluvia. Los alrededores del edificio de Tribunales ya estaban vallados desde el día anterior: cuatro uniformadas habilitaban quién podía pasar y quién no. Antes de pasar ese control Guillermo ayudó a acomodar el escenario que se terminaba de armar en la esquina de Tucumán y Falucho, desde donde organizaciones sociales, sindicales y políticas y otras familias de víctimas de femicidios, y funcionarias y funcionarios acompañaron toda la jornada del juicio. 

La familia de Lucía ingresó a los Tribunales finalmente a las 9 de la mañana. Fue directamente al 6to piso, donde se encuentra la sala del Tribunal en lo Criminal N° 2 de Mar del Plata, una sala pequeña que hizo que los únicos presentes fueran los siguientes: 

  • Los jueces a cargo del Tribunal Roberto Falcone, Gustavo Fissore y Alexis Semaz.
  • La familia de Lucía Pérez (su mamá, su papá, su hermano) junto a sus abogadas, Verónica Heredia y Florencia Piermarini. 
  • La abogada oficial María Laura Solari, que defiende a Matías Farias, junto a una asesora. 
  • El abogado particular César Sivo y la abogada particular Romina Merino que defienden a Juan Pablo Offidani.
  • El fiscal Leonardo Arévalo, junto a una asesora.
  • La perito Virginia Creimer, junto a asesora.
  • Y el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla. 
Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Los jueces. Permitieron que los acusados no participasen ni siquiera a distancia desde la cárcel. «Pueden seguir su día normalmente» les dijeron a los acusados de «abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal». Notable diferencia con el juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, en el que los acusados tuvieron que presenciar las audiencias, atento el Tribunal a la importancia sobre su futuro de lo que se estaba debatiendo. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

Los acusados Matías Farías (28 años) y Juan Pablo Offidani (47 años) no estuvieron en la sala: el Tribunal los habilitó a seguir la audiencia de manera virtual. Pero cuando se conectaron desde la Unidad Penal n° 44 de Batán y a la Unidad Penal n° 42 de Florencio Varela –donde cumplen condena por venta de estupefacientes– dijeron que no querían presenciar las testimoniales siquiera de forma remota. “Pueden seguir con su día normalmente”, les respondió uno de los jueces, con una liviandad sorprendente. Y ellos, acusados de abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal con femicidio en este nuevo juicio, se desconectaron sin más de la audiencia.

En el segundo piso el Tribunal dispuso otra sala, también pequeña, para que algunos amicus (personas y organizaciones que piden participar del juicio), familias y periodistas puedan seguir mediante transmisión la audiencia completa. Desde allí la jornada estuvo acompañada además por el Defensor del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, Guido Lorenzino; la Ministra de la Mujer bonaerense, Estela Díaz; Flavia Delmas, del mismo organismo; Carolina Varsky por parte del Ministerio de Mujeres de la Nación; y la diputada Romina Del Pla. 

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
En la calle, familiares de otras víctimas de femicidios que viajaron para acompañar la primera jornada del nuevo juicio. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

La mañana del crimen

La declaración de Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, duró casi dos horas. Todo ese tiempo Guillermo y Matías, que eran los testigos que seguían, tuvieron que esperar en otra sala, pequeña, sin ni siquiera baño. El Ministerio de Mujeres de Nación envió una psicóloga para que los acompañe.

Marta, 58 años, enfermera, con la foto de su hija sobre su pecho, comenzó contestando las preguntas de su abogada Verónica Heredia. Relató: “Lucía iba a la escuela todos los días, estudiaba; era muy buena alumna, se preocupaba mucho por la escuela. El día anterior me había dicho que le había ido mal en Física, le dije: tranquila, tendrás otra chance de darla, vas a poder. Mi función era ayudarlos, acompañarlos, estar con ella siempre. Con mi esposo lo mismo, siempre los acompañé en la escuela”.

Marta contó también que Lucía estaba haciendo un curso en la telefónica: “Ella tenía un promedio alto en la escuela, se le daba una capacitación para que cuando terminara la escuela pudiese tener ese trabajo”. Lucía cursaba el quinto año de la Escuela Secundaria N°3 de Mar del Plata, en la Avenida Juan B. Justo al 700. Siguió Marta: “Para mí era una gran promesa, hoy hubiese sido una joven de 23 años. Seguramente hubiese terminado la escuela, una carrera, era una persona que se ocupaba mucho de ella. Era muy compañera, una hija amorosa”. 

Relató también cómo fue el último día que vio con vida a Lucía: fue el 8 de octubre de 2016, antes de que se fuera a trabajar a las 5.15 de la mañana. “Cuando me fui la despedí, le di un beso y le dije te quiero mucho. Le di 100 pesos que me había pedido. Me dijo: yo también te quiero mucho. Es el último contacto de amor, de madre que tuve con ella”.

Fue entonces cuando por primera vez se puso a llorar, mientras recordaba que habían quedado en hacer un plan juntas cuando ese sábado Marta volviera de trabajar. “Me había pedido que le comprara un pantalón y un buzo, le dije: lo que me alcance te voy a dar, espera que venga de trabajar, vamos ahí a Juan B. Justo. Le dije: te voy a llevar, veo cuando cobre cuánto tengo, una de las dos cosas te voy a comprar. Eso era lo que íbamos a hacer ese sábado”. 

Marta tomó un sorbo de agua y respondió que no sabía si Lucía consumía drogas. “Yo nunca la vi consumir nada. No era un tema distante que no se pudiese hablar. Nunca la vi, nunca supe que ella había fumado algo”.

Levantó un atrapasueños que tenía en sus manos mostrándoselo a los jueces: “Lucía era esto, este trabajo hacia Lucía, eso era ella. Yo nunca vi nada que me llamara la atención, soy una persona abierta. Siempre que pasó algo los llevé al médico, nunca los descuidé. Así como trabajo de enfermera para lo demás, de la misma manera lo hacía con mis hijos. Si hubiese tenido sospecha de algo hubiese averiguado, hubiese hecho algo”. 

Aquel 8 de octubre Marta volvió a su casa después de trabajar, cerca de las 3 de la tarde; Lucía no estaba: “Yo me había comprado un celular usado, con las letras chiquitas, no era fácil mandar mensajes, entonces yo solamente llamaba. Antes de salir de trabajar la empecé a llamar, y no contestaba. Lucía siempre me contestó. Insistía, insistía. Cuando llegué a mi casa me llamó la atención que estaba en silencio, no había nada, la perra no había salido. Abro la persiana, la saco, la empiezo a llamar, no me contestaba. Recorro mi casa, digo: qué pasa. Estaba la computadora en la mesa, había quedado el Facebook abierto. Estaba la pava y el mate que había tomado con su padre antes de salir. Ella no era de salir, no era una persona que salía. Voy al garaje, veo el lavarropa prendido, yo nunca dejo el lavarropa prendido. Dije: no puede estar lejos. Me acuerdo que la llamé muchísimas veces”.

Después llegó Matias, su hijo mayor, a quien lo habían llamado de la comisaría para decirle que Lucía había tenido un accidente y le pedían que vaya con un mayor. Como Guillermo, su papá, tiene problemas de corazón, Matías fue a buscar a Marta. “Él se fija, y el celular de Lucía y había dejado de funcionar a las 10 de la mañana. Era raro, Lucía siempre estaba conectada con su celular. Le digo: bueno vamos, agarré la cartera, mi teléfono y nos fuimos. Cuando íbamos llegando le dijeron: tu hermana está muerta, tenés que venir con un mayor”. 

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Imágenes en la calle. La audiencia empezó con lluvia, pero luego salió el sol en Mar del Plata. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

Las uñas, el olor, la zapatilla 

Cuando llegaron los recibió el comisario del barrio Alfar, y una mujer policía. “Me dijeron que Lucía había muerto de sobredosis. Le dije: ¿cómo me dice eso? Me contesta que la trajo su novio. Le dije: Lucia no tenía novio, ¿dónde está mi hija?. Después me tomó una declaración. Me quedé ahí. No sabía, no podía entender lo que me estaba diciendo”. 

Marta se seca las lágrimas que le llenan la cara. “No podía entender que Lucía estaba muerta, yo la dejé viva a las 5.15 de la mañana, le di 100 pesos, le dije te quiero mucho, y fue lo último. No podía entender que ese tipo me dijera que estaba muerta”. En ese momento pidió ver el cuerpo. ¿Qué vio? “Ahí la vi con una ropa, con un buzo que a ella le encantaba, un pantaloncito. Sé que Lucia si hubiese ido a un encuentro con alguien, no se hubiese ido de esa manera. Siempre iba arregladita. No hubiese ido con el buzo que tenía de entrecasa. La miré, la acaricié, le di un beso. Le miré las manos, le noté las uñas cortitas, ella no usaba las uñas cortitas, usaba largas, le gustaba usar largas. Las tenía al ras, muy cortitas. Le miré los ojos, le abrí los ojos, tenía los ojos llenos de petequias, son células muertas cuando falta el oxígeno en la sangre. Tenía toda la parte blanca con esas petequias. Estaba vestida. No tenía olor a nada, tenía olor a limpio. Ella era de usar un perfume de 47 Street, siempre se perfumaba mucho, y se ponía desodorante con olor. Siempre tenía un olor lindo. La gente joven, los niños, tienen olor lindo, olor agradable, y no tenía olor a nada. Absolutamente a nada. Su cuerpo estaba limpio. Estaba vestida, y le faltaba una zapatilla”.

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
El acto de los otros familiares de víctimas que viajaron desde distintos lugares del país, a quienes no se permitió acompañar la audiencia. (Fotos: Lina para lavaca )

La trama narco

El fiscal Leandro Arévalo fue quien continuó con las preguntas: le preguntó por su relación con Lucía, si le contaba cosas. “A esa edad los adolescentes no le confían a los padres muchas cosas. Lo que sí estoy segura es que nunca se hubiese fijado, sin discriminar a nadie, en este tipo de gente. Nunca hubiese ido con estas personas con interés de tener una relación. Este tipo de personas pertenecen a bandas que venden drogas, que drogan a las jóvenes; esa es la única manera que pueden tener el cuerpo de esas jóvenes, drogándolas, sometiéndolas. Hablamos del sometimiento de una jovencita de 16 años, que captan en la escuela; ellos saben que es una menor, porque si fuera mayor iría a nocturna. Ahí hacen ese pasaje con otras personas que son los captadores. Hay uno que capta a la víctima, otro que la seduce, otro que pone la droga. Entre todos terminan abusando y haciendo lo que hicieron con Lucía”.

Acto seguido Marta hizo algunas preguntas retóricas, que espera puedan develarse durante el juicio: “¿Por qué el celular quedó apagado? ¿Alguien sabe si subió por su voluntad al vehículo? ¿Y si le secuestraron el celular? ¿Nadie se pregunta eso? ¿Todo es tan normal? Siempre me hice esas preguntas”. 

El fiscal indagó sobre la profesión de Marta, que explicó que es enfermera desde hace diez años aproximadamente. “Cuando era joven trabajaba en la remachadora, trabajé muchos años en costura, en tejido, me la ponía en la teta mientras hacía eso. Siempre estuvieron conmigo. En salud debe hacer más de 10 años que trabajo”. Preguntó el fiscal si cuando alguien fallece en una sala de salud se debe llevar registro. “Hay un certificado, con un número. Hay un médico que constata, firma. Pone los datos de la persona fallecida, la edad, si es varón o mujer y la firma del médico. No es solo un registro: es un documento”.

La pregunta del fiscal y la respuesta de Marta, apuntaban a contrastar la realidad del certificado defunción de Lucía, plagado de irregularidades que este juicio también deberá revisar.

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
La emoción y el abrazo, de mujeres que enfrentan una máquina de la muerte. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

Las preguntas de la defensa

A Matías Farías lo defiende la abogada oficial María Laura Solari, la misma que en 2018  defendió también al imputado Offidani en el proceso en el que se indagó de manera misógina y machista sobre la vida, intereses, deseos, de Lucía, sin tener en cuenta que era una menor de edad, entre otras cosas. Es por ello que el 12 de julio de 2020 la Sala IV de la Cámara de Casación de la Provincia de Buenos Aires resolvió anular el fallo confirmando la condena que recibieron Farias y Offidani por la venta de drogas, pero ordenó que se haga este nuevo juicio por el femicidio. Los jueces de Casación apuntaron: “No olvidemos que en esta instancia no se está juzgando a la víctima (como pareciera estar ocurriendo) sino a los eventuales victimarios”.

Sin embargo, en el inicio del nuevo juicio las recomendaciones que Casación hizo de no juzgar a la víctima parecieron no ser tenidas en cuenta. Como si fuera un mal chiste, la abogada Solari empezó preguntando justamente cómo era la personalidad de Lucía. “Compañera, buena, solidaria, buena persona, compañera mía, de sus amigas, buena persona, en el barrio siguen llorándola”, respondió con paciencia Marta. Pero Solari siguió preguntando por su carácter. Las abogadas de la familia de Lucía se opusieron: “No es relevante hablar sobre la vida personal”, recordaron, pero el Tribunal permitió la pregunta.

Tercera pregunta: “¿cuáles eran sus sueños?” La abogada Heredia se volvió a oponer.

“¿Qué tipo de relación tenía usted con Lucía?” le preguntaron. “Bellísima”, contestó Marta. 

Después Solari indagó a Marta cuánto ganaban ella y su marido. Sobre la rutina de Lucía, sobre sus amigos. Y siguió una pregunta tras otra: ¿se llevaba materias?, ¿faltaba a la escuela?, ¿era de estar mucho tiempo sola en su casa?, ¿tenía trastorno alimenticio?, ¿comía bien?, ¿respetaba las cuatro comidas?, ¿tenía buena salud? ¿nunca ingresó a su habitación y encontró algo de estupefacientes?, ¿restos de marihuana?, ¿olor? 


Todas estas preguntas fueron avaladas por los jueces Falcone, Fissore y Semaz.

El intercambio con la abogada Solari terminó así: 

-Cuando se entrevistó con la fiscal, ¿de qué le dijo la doctora Sanchez que había muerto Lucia? 

-¿Tengo que contestar eso?

-¿La fiscal dijo que había sido empalada? 

-No recuerdo

-¿Dijo que habían lavado el cuerpo? 

-No recuerdo

-¿Cómo piensa que murió? 

El Tribunal no permitió la última pregunta. Pero aún faltaban las preguntas del abogado defensor particular César Sivo, a cargo de la defensa de Juan Pablo Offidani.

Empezó así: “¿Usted hablaba de sexualidad con su hija?”

El Tribunal no le dio lugar. 

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Mujeres, música y bombos. Organizaciones sociales, sindicales, políticas, acompañaron un tema que involucra a toda la sociedad: la trama narco, los femicidios, las instituciones que no dan respuestas. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

Del taller a la comisaría

Las declaraciones de Guillermo y Matías Pérez fueron más breves. El papá de Lucía empezó respondiendo las preguntas de su abogada; al igual que su esposa ratificó que nunca había visto a Lucía consumir estupefacientes. Habló sobre las amigas y amigos de Lucía, sobre cómo era y cómo fue el último día que estuvo con ella. “Fue como siempre: nos levantamos temprano. La llevé a Marta a trabajar, vine, me recosté otro rato, me levanté, tomé unos mates con ella. Me fui a trabajar. Lucía estaba en la mesa, con su computadora abierta. ‘Hola pa’, tomamos unos mates, tomate la pastilla. Después me fui a trabajar, a las 9 y algo. Los sábados siempre me quedaba un cachito más”. 

Más tarde, cuando estaba en su taller (Guillermo es chapista), se enteró de la muerte de su hija: “Me vinieron a buscar mi señora y mi hijo. Me enteré ahí. Fuimos  a la comisaría. No se pudo solucionar nada. Ya la habían asesinado a mi hija”. 

El fiscal Leandro Arévalo no le hizo preguntas, tampoco el abogado César Sivo.

La que preguntó fue la abogada Solari. Insistió: ¿qué tipo de personalidad tenía Lucía?, ¿Cómo la veía?, ¿La llevaba siempre al colegio?, ¿Regresaba sola?, ¿Era de pasar tiempo sola en la casa?, ¿Tenía un buen vínculo con Lucía?, ¿Ttenía algún trastorno alimenticio o algún problema de salud?, ¿Nunca la había visto con estupefacientes?, ¿La salud era buena?, ¿notó en el último tiempo algún cambio de conducta?”.

Tanto Guillermo Pérez como Marta Montero dijeron que, previo al femicidio de su hija, nunca habían escuchado nombrar a Matias Farías ni a Juan Pablo Offidani. 

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Guillermo Pérez, Marta Montero, y el atrapasueños que la madre de Lucía mostró a los jueces, mientras la acosaban con preguntas que buscaban criminalizar a su hija. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

El interrogatorio a su hermano

Matías Pérez, hoy 26 años, 19 cuando murió su hermana menor, fue convocado a declarar por parte de la defensa.

La abogada Solari comenzó a interrogarlo sobre cómo veía a Lucía, cómo era su rutina, qué hacía, si compartía tiempo con ella, si eran confidentes, si tenía problemas de salud, si pasaba mucho tiempo sola en la casa. Le preguntó por el supuesto consumo de drogas de su hermana, en línea con esa idea de indagar y estigmatizar a la víctima.   

El abogado particular Sivo le preguntó a Matías por “el carácter de su hermana”, si gritaba. También cuánto ganaba él en ese momento. Y terminó con una pregunta insólita: si el propio Matías le vendió alguna vez drogas a su hermana. 

Al finalizar su declaración Matias pidió respetuosamente al Tribunal un certificado para poder justificar que había faltado al trabajo para asistir al juicio.  

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Estela Díaz, Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)  

El resto de la audiencia

La jornada se completó con dos testigos amigas de Lucía: Sol Adura y Noelia Flores. Sol, que iba a la misma escuela que Lucía, en su relato nombró reiteradamente a Belén Mella. Belén era compañera de la escuela, una testigo clave sindicada como quien presentó a Lucía con Matías Farías y Juan Pablo Offidani. Ahora está viviendo en España. Dada la distancia, la Fiscalía pidió que sea incorporada su declaración del juicio anterior, pero las defensas se opusieron y pidieron que declarara de manera virtual. El Tribunal tendrá que determinar cómo se resuelve el tema en los próximos días. 

El juicio continúa este miércoles 8 de febrero y se estima que va a durar hasta los primeros días de marzo. Son 49 los testigos previstos, todos partícipes del juicio de 2018 dado que este nuevo proceso no tuvo una nueva instrucción: las pruebas son las mismas; lo que está en juego es si está vez serán analizadas con una perspectiva de derechos humanos.

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
La activista trans Maralene Wayar viajó a Mar del Plata a seguir la jornada junto a la familia.

¿El Poder Judicial es privado?

Durante toda la audiencia, cientos de personas acompañaron a la familia de Lucía Pérez desde la calle, en una jornada que pasó de la lluvia al sol. Entre tantas: Cintia Rodrigo de la CTA Autónoma de Mar del Plata, Rocío García del Plenario de Trabajadoras de la misma ciudad, Paloma Badillos del Movimiento Evita marplatense, además de la Campaña Somos Lucía en pleno. Hubo representantes del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, del Instituto Nacional contra la Discriminación, Xenofobia y el Racismo de la Nación y de organismos de la provincia de Buenos Aires como los Ministerios de Mujeres, Justicia y Salud, el Instituto Cultural, IOMA, Organismo Provincial de Integración Urbana, entre otros.

Las primeras personas llegaron a las 6 de la mañana, con lluvia, para empezar a montar el escenario en la esquina de Tucumán y Falucho, uno de los límites de los cuatro vallados que impuso la policía para evitar que la movilización se pegara a los Tribunales. Desde distintos puntos del país fueron llegando madres y padres que también buscan justicia por sus hijas, en una combi. Desde la ciudad de Buenos Aires llegó un micro con 60 personas que viajaron durante la madrugada para presenciar el inicio del juicio. 

A las ocho y media Marta y Guillermo subieron para agradecer el acompañamiento a decenas de organizaciones, sindicatos, partidos y, especialmente, a los familiares de víctimas, a quienes también les pidieron disculpas al no poder lograr que entrasen todos a los Tribunales, tal cual estaba previsto.

Dijo Marta: «Nos ponen en una sala de 2×2 a un montón de personas. Una familia vino de Jujuy, no le permiten pasar; a la mamá de Wanda Tadei, no la dejan pasar. ¿El Poder Judicial es privado? Esto es una audiencia oral y pública, todas las personas tenemos derecho a escuchar y ser parte y ver lo que está pasando en el proceso: ellos son nuestra garantía”.

Ante la imposibilidad de seguir lo que pasaba adentro –escaseaban mensajes de whatsapp sobre el tenor de la audiencia– las familias de víctimas que no pudieron ingresar a Tribunales tomaron el micrófono y se explayaron sobre cada caso, marcando las similitudes con el proceso que atraviesa la familia de Lucía. Luego, distintas mujeres entonaron la canción Creo de la banda Eruca Sativa (cuyo estribillo reza “no seamos invisibles nunca más”), tocó una cuerda de tambores, una murga, se transmitió una radio abierta con la palabra de distintas representantes de las organizaciones, mientras cada 15 minutos el evento se paraba para que, al revés, el afuera se oyera adentro con un lema:

-Lucía Pérez, ¡presente! 

Lucía Pérez: nuevo juicio, nueva tortura para la familia y otra vez el foco en la víctima
Sergio Maldonado cuestionó el destrato de la policía con respecto a los familiares. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)

La primera en salir de la audiencia, minutos antes de las 14 horas, fue la ministra de las Mujeres bonaerense, Estela Díaz. Contó a lavaca: “Cunando una está en el juicio se entiende el dolor, el sufrimiento y la revictimización que es cuando no se hace justicia, no se respeta la ley. Porque es como lo señala la Corte: no hubo perspectiva de género, no se ajustaron a derecho, y pusieron el centro en la víctima. Acá parece que ella se hubiera matado a sí misma”.  Otra percepción sobre la audiencia: “Todo el tiempo la defensa de los acusados trató de indagar nuevamente respecto a la conducta, el modo de ser, la alimentación de Lucía, como si esos fuesen factores que explican que una joven hoy esté muerta, revictimizándola. Fue muy tenso, y muy duro para la familia tener que volver otra vez a 7 años atrás”. La ministra agregó: “La defensa hace esta estrategia porque si analizan los hechos que hay que analizar, está clarísimo la responsabilidad de quien era proveedor de estupefacientes y el abusador sexual que se llevan la vida de Lucía. Ellos quieren volver a colocar en el tema de la audiencia aquellas cuestiones que hicieron que este juicio se anule. Pero es muy doloroso, y muestra cuanto sufrimiento se repite cuando no tenemos un poder judicial como el que tenemos que imparta justicia, sino que sigue revictimizando”.

Sergio Maldonado, hermano de Santiago, siguió la audiencia desde el 2º piso: «Fue chocante y provocador el destrato a la familia, todo el tiempo revictimizando y  estigmatizando a Lucía, una chica de16 años que no está para defenderse. Y que la familia deba defenderse del horror, mientras a los imputados se los cuida. Por eso apagaron la cámara, les dieron la posibilidad de continuar con su vida, pero ¿cómo continúan la vida los familiares de Lucía?”. “El Poder Judicial debe tener clases de derechos humanos. Valorar a las personas. Empezando por la policía de la entrada, que mostraron desprecio y destrato. Debe haber un personal capacitado, que entienda a víctimas y tenga otro tipo de trato con las familias de las víctimas». Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de Nación: “La estrategia de la defensa es canalla, indigna, pero sabemos el objetivo. Lo que rompe con esa estrategia es estar acá. Y la Secretaría de Derechos Humanos acompaña porque creemos que Lucía fue víctima de un grupo de individuos que  sabemos en qué se transforma cuando creen que una mujer puede ser utilizada como objeto. Este juicio es troncal porque generó indignación al declararse la impunidad en el primer juicio”.

Luego salieron Guillermo, Matías y Marta, que se volvieron a subir al escenario como un desahogo: “Es una vergüenza. A nosotros vienen a investigarnos, a ver cuánto ganamos, de qué vivimos. Vivo de ser enfermera y antes era costurera. Eso hicimos toda la vida. No hemos hecho otra cosa. Pero a nosotros nos investigan. Quiénes somos, qué hacemos, qué comemos. ¿Por qué no investigan a los narcos, a quienes mataron a Lucía? ¿Qué nos quieren venir a mentir? Esto es lo que hace el poder judicial con las víctimas. Es terrible. No les puedo decir lo que pasé ahí adentro. Revictimizarnos de nuevo, con Lucía muerta. Todavía hoy dando detalles y explicaciones. Esta lucha entre todos se debe cambiar”.

Por eso sobre el final la familia de Lucía volvió a rodearse de los y las familias de víctimas, a quienes convocó a subirse al escenario especialmente y les volvió a dar la palabra una por una. Cerró Marta: “Agradezco a todos por acompañarnos. ¿Sin ustedes, cómo haríamos nosotros? Todo a pulmón lo hacemos. Esto es maravilloso, porque lo hacemos entre todos. Y entre todos lograremos una justicia feminista, integradora, con perspectiva de género, de derechos humanos. Vamos por ese cambio, vamos a cambiarla. Mañana continúa este calvario, y les pedimos que nos acompañen».

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El secretario de Derechos Humanos de la Nación Horacio Pietragalla. La estrategia de la defensa es canalla, indigna, pero sabemos el objetivo. Lo que rompe con esa estrategia es estar acá. (Fotos: Lina Etchesuri para lavaca)
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El atrapasueños de Lucía, en manos de su madre que lo mostró al Tribunal. (Fotos Lina Etchesuri para lavaca).

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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

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Por Evangelina Bucari

Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.

La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La bandera en la marcha.

Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.

En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La presencia mapuche en el acto por Azul.

Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.

“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.

La violencia avanza

El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia. 

Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.

Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.

“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.

Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

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Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

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La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

En silencio.

La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar. 

Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común. 

“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.

Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?

De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, nadie habla. 

Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.

Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, la ronda termina. 

Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las bengalas se encienden.

Las familias se abrazan, se descargan. 

Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”. 

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La sociedad contra el narco: cómo se organizan los barrios

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Cómo enfrentan el avance narco dos centros barriales de la Villa 21/24 (CABA) y Puerta de Hierro (La Matanza) que reciben a jóvenes adictos. Lo que cuentan esos jóvenes: la realidad del barrio, los transas, los efectos de la crisis, las cosas que logran transformar vidas. Lo que se puede cambiar y lo que no en esta investigación que compartimos: La vida como viene, publicada en la revista MU.

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro

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