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Machismo digital: qué pasa en las redes

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Desde los videos íntimos que salen a luz a la ausencia de mujeres en los Premio Nobel: insultos, amenazas y culpabilización de víctimas según una máxima: «Siempre que hay un auge del feminismo, lo hay del machismo». Las redes sociales como un terreno abonado para las agresiones contra las mujeres, y a la vez para elaborar respuestas y desmontar machismos. Un artículo de Periódico Diagonal de España que hace juego con la realidad argentina.

Por José Durán Rodríguez para Periódico Diagonal

La frase, clara y directa, fue pronunciada desde el dolor pero sin dejar que las lágrimas nublaran el juicio: «Mi sobrina ha sido asesinada por la web y por la indiferencia de muchos». La sentencia, emitida por una de sus tías durante el funeral de Tiziana Cantone, apunta sin dudas al papel jugado por internet y las redes sociales en un nuevo episodio de violencia machista.
Cantone se suicidó el 13 de septiembre en Mugnano (Nápoles, Italia) tras soportar unaño de pesadilla en el que su imagen manteniendo relaciones sexuales circuló por todo el país sin su consentimiento. La difusión de vídeos que ella había grabado y compartido con su exnovio se convirtió en un lugar común en el que la falta de respeto, los insultos, las bromas pesadas, la indefensión y la utilización de su imagen acabaron por destrozarla.
El vídeo íntimo se publicó en páginas web porno, se crearon perfiles falsos de Cantone en redes sociales como Facebook utilizando capturas de pantalla de la grabación y una de las frases que ella pronunciaba terminó siendo carne de memes. Dos futbolistas famosos –Paolo Cannavaro y Antonio Floro Flores– llegaron a realizar su propia versión del vídeo. Todo sin el permiso de ella.
Cantone, de 31 años, recurrió a la justicia para exigir que se retirasen los vídeos de las páginas web en las que estaban publicados. Una semana antes de suicidarse obtuvo unasentencia favorable, aunque contradictoria. La resolución ordenaba suprimir estos vídeos y los comentarios de los usuarios, además de condenar a varias web que los habían difundido al pago de costas por valor de 320 euros. Sin embargo, en el mismo fallo también se consideró que Cantone consintió las grabaciones, por lo que fue condenada a pagar 20.000 euros de costas a otras cinco páginas web.
Las investigaciones policiales y del fiscal Francesco Greco están encaminadas a encontrar a las partes que, según creen, fueron responsables de «incitar» a Cantone al suicidio. A través de un enlace en la embajada estadounidense en Roma, Greco ha solicitado la intervención del Departamento de Justicia para que obligue a Apple a darle acceso al iPhone bloqueado de Cantone, que podría aportar «las causas que la llevaron al suicidio».
Cantone ha sido una víctima más del mal llamado ‘porno de la venganza’, una práctica machista consistente en difundir en redes sociales contenidos íntimos sin el consentimiento de la otra persona implicada. «Se hace para humillar a las mujeres, tanto en el contexto de la pareja como en el de la expareja, por ejemplo el exnovio que difunde fotos eróticas como una forma de dañar la reputación de ella», explica aDiagonal June Fernández, coordinadora de la revista Pikara y autora de Ingobernables(Libros del K.O., 2016).
Para ella, la violencia sobre las mujeres ejercida desde –y mediada por– internet y las redes sociales comparte muchos rasgos del machismo ya existente, con la novedad de una amplificación enorme. «Es como el bullying o la utilización de rumores para hacer daño… Un tío en el instituto que decía que se había enrollado con una amiga y ella se la había chupado, y el resto se reía de ella y la llamaba puta. Ahora es lo mismo, pero con un factor que alimenta más la victimización, que es la difusión de la foto o del vídeo, con lo que supone para la mujer», valora.
Así, las redes sociales, como canales comunicativos por los que circula ingente cantidad de información personal, son terreno abonado para ejercer poder y agredir desde unaposición privilegiada, alimentada por el anonimato. Pero esas dinámicas delinchamiento y contra la libertad sexual de las mujeres, recuerda Fernández, existíanmucho antes de las redes sociales. «O en el caso de la violencia machista en la pareja, utilizar las redes sociales como instrumento de control puede parecer nuevo, pero antes se controlaban las llamadas o las cartas», analiza.
«Es mucho más fácil que alguien se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un millón de usuarios que antes, cuando se reían de ti 30 personas de tu clase», dice June Fernández
En su opinión, el control, la humillación y las estrategias del miedo «han estado siempre presentes» y lo que cambia son las herramientas concretas. «Lo que ocurre es que las de hoy en día tienen tal nivel multiplicador que resultan mucho más apabullantes. Es mucho más fácil que alguien se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un millón de usuarios que antes, cuando se reían de ti 30 personas de tu clase», resume.
Para Irene R., autora de Feministas Ácidas, página de reflexiones personales feministas y artículos sobre diversos temas en torno a cuestiones de género, el problema se da «cuando se difunde una situación o material explícito sin consentimiento, lo que resulta una forma de agresión en sí misma en la que se vulnera la integridad de la mujer o de la persona agredida».

Espejo de desigualdades

La instauración de internet como medio ambiente en el que nos relacionamos a muchos niveles ha conllevado que la red sea, entre otras cosas, un espejo que reproduce las desigualdades existentes fuera de la pantalla. «Los contenidos que se comparten pueden mostrar esa desigualdad en diferentes grados», considera Beatriz Bonete, presidenta de Stop Violencia Sexual (Federación de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género).
Ella sitúa en el grado máximo a «las web de pornografía en las que, directamente, se agrede físicamente a mujeres –porque se supone que esta violencia ‘excita’ a ciertos hombres– hasta un grado más sutil, pero no menos peligroso, como los medios publicitarios que siguen apostando por ser virales tirando de la objetivización del cuerpo de las mujeres».
La articulista feminista Barbijaputa incide en el rol variable que desempeña internet con respecto a la visibilización de casos de violencias machistas. Por un lado, observa, «ayuda a la difusión y a la concienciación» pero, por el otro, añade, «siempre que hay un auge del feminismo, lo hay del machismo. Gente que hasta hace pocos años no se veía cuestionada por ningún tipo de discurso feminista, ahora presenta un discurso muy reaccionario y machista. Muchos se revuelven y sacan a relucir el machismo que antes no les hacía falta defender: insultan, culpan a las víctimas».
Como aspectos positivos, el ciberfeminismo –la intervención en la esfera virtual desde posiciones y agendas feministas– ha resultado importante en la visibilización y denuncia de prácticas como el acoso callejero, facilitando un reconocimiento colectivo de hechos que no son aislados sino que obedecen a patrones sociales establecidos.

El vídeo y la culpa

Los cinco detenidos en Pamplona por la violación de una mujer de 18 años el 7 de julio compartían un grupo de mensajes de WhatsApp llamado ‘Manada’ en el que dieron cuenta al resto de lo que estaban haciendo. «Follándonos a una entre cinco» o «Puta pasada de viaje» son algunos de los mensajes que envió uno de ellos una hora después de la violación. También otro significativo que decía «Hay vídeo».
Posteriormente se ha conocido que el juez instructor ha encontrado «claros indicios» de que cuatro de los cinco acusados violaron en mayo a otra mujer, drogándola y grabando también un vídeo que compartieron en otro grupo de WhatsApp. La existencia devídeos y su difusión sin consentimiento son elementos que se repiten en estas agresiones machistas.
A principios de octubre, la difusión viral de un vídeo de carácter sexual de los futbolistas del Eibar Antonio Luna y Sergi Enrich hizo que los dos utilizaran Twitter para pedir disculpas y asegurar que las escenas se grabaron en un ámbito «íntimo y privado» y con pleno consentimiento de las personas que aparecen. Añadían que ellos no permitieron la difusión del vídeo. Sin embargo, la mujer que sale en las imágenes les ha denunciado por varios delitos relacionados con el derecho a la intimidad, por la difusión sin su consentimiento de este material audiovisual. El vídeo circuló con profusión.
«¿Cómo puedes recibirlo y no contestar a quien te lo manda que está cometiendo un delito al difundir algo sin el consentimiento de la persona?», se pregunta Fernández. Lo que sí sucedió, especialmente en redes sociales pero no sólo, fue un cuestionamientodel papel de ella, una búsqueda de los motivos por los que se habría merecido el escarnio público, pese a que parece poco probable que ella diera permiso a la difusión del vídeo. Se siembra la duda y se hace responsable a la víctima de lo que le pasó.
«El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se hace presente», dice la creadora de Feministas Ácidas
«El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se hace presente. En redes sociales podemos leer comentarios como ‘No tendría que haber ido así vestida’ o ‘¿Qué hacía una chica sola a esas horas?’, pero estas frases no son nuevas para ninguna», recuerda Irene R., quien también señala que las agresiones machistas son «mecanismos sofisticados a través de los cuales el patriarcado mantiene el orden de dominación. Para que se puedan perpetuar –explica– es necesario incluir en el proceso el resorte de la culpa hacia la persona agredida».

Nobel al machismo

El 13 de octubre, Ángela Bernardo, redactora de ciencia en Hipertextual, publicó un tuit señalando el evidente sesgo machista de los Premios Nobel. De los once galardones concedidos en 2016 ninguno ha recaído sobre una mujer.


Las respuestas que recibió forman un catálogo del machismo más explícito que se pueda encontrar. «Nunca me había visto en una situación así pero sí conocía que este tipo de acoso con mensajes machistas, homófobos, con amenazas de muerte o de violación son habituales en Twitter», reconoce Bernardo a Diagonal. Para ella, la plataforma de microblogging «hace poco por solucionar este problema».
Sin embargo, la tormenta machista que desató su comentario no descargó sobre otras personas que publicaron tuits con una idea similar. «No fui la única en señalar este tema de la falta de visibilidad de las mujeres en los Nobel, que es general en la ciencia, en la cultura, pero este caso es paradigmático porque otras personas como el politólogo Jorge Galindo o el periodista Manuel Ansede pusieron mensajes similares al mío y no les atacaron con esta violencia ni con esta agresividad», comenta Bernardo.
«La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen muy inculcado eso de que ‘ellas se lo están buscando’, ‘ellas provocan'», opina Barbijaputa
La respuesta de las autoridades al acoso machista en redes sociales, como el sufrido por Bernardo, es tibia. Barbijaputa echa de menos la contundencia con que se suelen conducir en otros casos: «La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen muy inculcado eso de que ‘ellas se lo están buscando’, ‘ellas provocan’. Solamente lo hacen cuando es un torero o un político, pero parece que feministas, rojos y demás estamos abandonados por las instituciones en este sentido».
Las empresas tampoco están muy por la labor y se puede decir que guardan más celo en combatir las expresiones feministas que en evitar los ataques machistas. A Irene R. Facebook le cerró la página de Feministas Ácidas tras «un año de persecución y la única alternativa que me dieron fue que podía reclamarlo en unas oficinas de Irlanda si me personaba allí».
Fernández señala la paradoja de que en Facebook «se tolere el acoso cibernético y al mismo tiempo censure un pezón» y vaticina que es «más probable que Twitter empiece a censurar tuits feministas, argumentando que es un discurso del odio contra los hombres, que realmente empiece a proteger en serio a las víctimas del machismo y la lgtbfobia».
Ella recuerda también lo que sucedió con los vídeos de Alicia Murillo: «YouTube dio la razón a los acosadores y censuró sus vídeos, cuando no había censurado los comentarios en los que la insultaban y la amenazaban».

Manifestación en Madrid contra las violencias machistas el 7 de noviembre de 2015. / David Fernández

Ni están ni se les espera

La falta de perspectiva de género en las líneas editoriales y en el diseño de contenidos de los medios generalistas y convencionales, sumada a la ambición por atraer tráfico hacia las páginas web de las cabeceras, provoca titulares que rozan la justificación de una violación, enfoques que colocan bajo sospecha a la víctima y tratamientos de la información más comprensivos con el agresor y sus circunstancias que con la asesinada, como sucedió con la cobertura del juicio al atleta sudafricano Oscar Pistorius, condenado en julio a seis años de cárcel por el asesinato de su novia, Reeva Steenkamp, en febrero de 2013.
La presentación en los medios de comunicación de los casos de violencia machista como sucesos aislados, obra de un monstruo asocial o de un accidente meteorológico imprevisible e inevitable, obviando la posición estructural de dominación y la situación de privilegio de los hombres –esa impunidad que permite que José Manuel Castelao, entonces presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, dijese en 2012 que «las leyes son como las mujeres, están para violarlas»– es muy criticada.
«Los medios la están cagando estrepitosamente. Son muy soberbios, se creen en posesión de la verdad y piensan que no tienen nada que cambiar. Pese a que reciben muchas quejas cuando después de un feminicidio titulan con ‘una mujer muerta’ en lugar de ‘una asesinada’, lo siguen haciendo. No tienen interés en cambiar», opina Barbijaputa.
Para Irene R., «los medios tradicionales no van a cuestionar un sistema de opresión sobre el cual se asientan los culos de los señores que los dirigen»
Fernández considera que la ciberviolencia machista «ha suscitado interesantes reportajes en los medios, realizados por gente sensibilizada en el tema y recurriendo a fuentes especializadas, lo que ocurre es que luego quien cubre las noticias no es alguien necesariamente especializado en estos temas y se hace sin unos mínimos de respeto, sensibilidad y compromiso con la igualdad y la erradicación de la violencia».
Para Irene R., «los medios tradicionales no van a cuestionar un sistema de opresión sobre el cual se asientan los culos de los señores que los dirigen». La investigación sobre igualdad de género y comunicación en 2015 Global Media Monitoring Project aporta algunos datos que le dan la razón.
No llegan al 11% del total las mujeres que ocupan cargos de dirección en los medios impresos, un 3,9% en el caso de responsables de contenidos en medios digitales
Entre 2010 y 2015 el número de mujeres periodistas en España ha crecido un 10% y las universitarias matriculadas en Ciencias de la Información suponen el 60% del alumnado. Sin embargo, no llegan al 11% del total las que ocupan cargos de dirección en los medios impresos, un 3,9% en el caso de responsables de contenidos en medios digitales.
La creadora de Feministas Ácidas recuerda la reciente denuncia en el plató de una agresión sexual realizada por una concursante del programa de televisión Mujeres y hombres y viceversa y la respuesta del agresor: «Yo soy una persona que si tú me das a entender una cosa, y yo… me acelero, luego no me digas ‘Hasta aquí, ahora ya no, me voy’ porque sinceramente Emma, yo ya no razono».
En su opinión, «la misma lógica de la cultura de la violación impregna todos los espacios de la televisión y de los diferentes medios de comunicación, desde la mal llamada ‘telebasura’ hasta los informativos».
Bonete, por su parte, apunta que «afortunadamente existen medios que contrarrestan estos contenidos y ofrecen perspectivas que cuestionan el que éstos sean hegemónicos en lo digital, criticando este enfoque que perpetúa la violencia de género y planteando alternativas».
Ella destaca que «cada vez hay más mujeres feministas que escriben, critican y cuestionan contenidos digitales. También hay más medios feministas que crean sus propios contenidos y se convierten en fuentes de información especializadas a las que acudir para obtener contenidos sobre cuestiones diversas relacionadas con la desigualdad de género que se comparten y se visibilizan en las redes sociales».
Irene R. entiende que si hay algún motivo de celebración es ver «cómo, poco a poco, se van colando cada vez más voces disidentes en estos medios», como la de la actriz porno Amarna Miller o la humorista Patricia Sornosa.

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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