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Machismo digital: qué pasa en las redes
Desde los videos íntimos que salen a luz a la ausencia de mujeres en los Premio Nobel: insultos, amenazas y culpabilización de víctimas según una máxima: «Siempre que hay un auge del feminismo, lo hay del machismo». Las redes sociales como un terreno abonado para las agresiones contra las mujeres, y a la vez para elaborar respuestas y desmontar machismos. Un artículo de Periódico Diagonal de España que hace juego con la realidad argentina.
Por José Durán Rodríguez para Periódico Diagonal
La frase, clara y directa, fue pronunciada desde el dolor pero sin dejar que las lágrimas nublaran el juicio: «Mi sobrina ha sido asesinada por la web y por la indiferencia de muchos». La sentencia, emitida por una de sus tías durante el funeral de Tiziana Cantone, apunta sin dudas al papel jugado por internet y las redes sociales en un nuevo episodio de violencia machista.
Cantone se suicidó el 13 de septiembre en Mugnano (Nápoles, Italia) tras soportar unaño de pesadilla en el que su imagen manteniendo relaciones sexuales circuló por todo el país sin su consentimiento. La difusión de vídeos que ella había grabado y compartido con su exnovio se convirtió en un lugar común en el que la falta de respeto, los insultos, las bromas pesadas, la indefensión y la utilización de su imagen acabaron por destrozarla.
El vídeo íntimo se publicó en páginas web porno, se crearon perfiles falsos de Cantone en redes sociales como Facebook utilizando capturas de pantalla de la grabación y una de las frases que ella pronunciaba terminó siendo carne de memes. Dos futbolistas famosos –Paolo Cannavaro y Antonio Floro Flores– llegaron a realizar su propia versión del vídeo. Todo sin el permiso de ella.
Cantone, de 31 años, recurrió a la justicia para exigir que se retirasen los vídeos de las páginas web en las que estaban publicados. Una semana antes de suicidarse obtuvo unasentencia favorable, aunque contradictoria. La resolución ordenaba suprimir estos vídeos y los comentarios de los usuarios, además de condenar a varias web que los habían difundido al pago de costas por valor de 320 euros. Sin embargo, en el mismo fallo también se consideró que Cantone consintió las grabaciones, por lo que fue condenada a pagar 20.000 euros de costas a otras cinco páginas web.
Las investigaciones policiales y del fiscal Francesco Greco están encaminadas a encontrar a las partes que, según creen, fueron responsables de «incitar» a Cantone al suicidio. A través de un enlace en la embajada estadounidense en Roma, Greco ha solicitado la intervención del Departamento de Justicia para que obligue a Apple a darle acceso al iPhone bloqueado de Cantone, que podría aportar «las causas que la llevaron al suicidio».
Cantone ha sido una víctima más del mal llamado ‘porno de la venganza’, una práctica machista consistente en difundir en redes sociales contenidos íntimos sin el consentimiento de la otra persona implicada. «Se hace para humillar a las mujeres, tanto en el contexto de la pareja como en el de la expareja, por ejemplo el exnovio que difunde fotos eróticas como una forma de dañar la reputación de ella», explica aDiagonal June Fernández, coordinadora de la revista Pikara y autora de Ingobernables(Libros del K.O., 2016).
Para ella, la violencia sobre las mujeres ejercida desde –y mediada por– internet y las redes sociales comparte muchos rasgos del machismo ya existente, con la novedad de una amplificación enorme. «Es como el bullying o la utilización de rumores para hacer daño… Un tío en el instituto que decía que se había enrollado con una amiga y ella se la había chupado, y el resto se reía de ella y la llamaba puta. Ahora es lo mismo, pero con un factor que alimenta más la victimización, que es la difusión de la foto o del vídeo, con lo que supone para la mujer», valora.
Así, las redes sociales, como canales comunicativos por los que circula ingente cantidad de información personal, son terreno abonado para ejercer poder y agredir desde unaposición privilegiada, alimentada por el anonimato. Pero esas dinámicas delinchamiento y contra la libertad sexual de las mujeres, recuerda Fernández, existíanmucho antes de las redes sociales. «O en el caso de la violencia machista en la pareja, utilizar las redes sociales como instrumento de control puede parecer nuevo, pero antes se controlaban las llamadas o las cartas», analiza.
«Es mucho más fácil que alguien se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un millón de usuarios que antes, cuando se reían de ti 30 personas de tu clase», dice June Fernández
En su opinión, el control, la humillación y las estrategias del miedo «han estado siempre presentes» y lo que cambia son las herramientas concretas. «Lo que ocurre es que las de hoy en día tienen tal nivel multiplicador que resultan mucho más apabullantes. Es mucho más fácil que alguien se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un millón de usuarios que antes, cuando se reían de ti 30 personas de tu clase», resume.
Para Irene R., autora de Feministas Ácidas, página de reflexiones personales feministas y artículos sobre diversos temas en torno a cuestiones de género, el problema se da «cuando se difunde una situación o material explícito sin consentimiento, lo que resulta una forma de agresión en sí misma en la que se vulnera la integridad de la mujer o de la persona agredida».
Espejo de desigualdades
La instauración de internet como medio ambiente en el que nos relacionamos a muchos niveles ha conllevado que la red sea, entre otras cosas, un espejo que reproduce las desigualdades existentes fuera de la pantalla. «Los contenidos que se comparten pueden mostrar esa desigualdad en diferentes grados», considera Beatriz Bonete, presidenta de Stop Violencia Sexual (Federación de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género).
Ella sitúa en el grado máximo a «las web de pornografía en las que, directamente, se agrede físicamente a mujeres –porque se supone que esta violencia ‘excita’ a ciertos hombres– hasta un grado más sutil, pero no menos peligroso, como los medios publicitarios que siguen apostando por ser virales tirando de la objetivización del cuerpo de las mujeres».
La articulista feminista Barbijaputa incide en el rol variable que desempeña internet con respecto a la visibilización de casos de violencias machistas. Por un lado, observa, «ayuda a la difusión y a la concienciación» pero, por el otro, añade, «siempre que hay un auge del feminismo, lo hay del machismo. Gente que hasta hace pocos años no se veía cuestionada por ningún tipo de discurso feminista, ahora presenta un discurso muy reaccionario y machista. Muchos se revuelven y sacan a relucir el machismo que antes no les hacía falta defender: insultan, culpan a las víctimas».
Como aspectos positivos, el ciberfeminismo –la intervención en la esfera virtual desde posiciones y agendas feministas– ha resultado importante en la visibilización y denuncia de prácticas como el acoso callejero, facilitando un reconocimiento colectivo de hechos que no son aislados sino que obedecen a patrones sociales establecidos.
El vídeo y la culpa
Los cinco detenidos en Pamplona por la violación de una mujer de 18 años el 7 de julio compartían un grupo de mensajes de WhatsApp llamado ‘Manada’ en el que dieron cuenta al resto de lo que estaban haciendo. «Follándonos a una entre cinco» o «Puta pasada de viaje» son algunos de los mensajes que envió uno de ellos una hora después de la violación. También otro significativo que decía «Hay vídeo».
Posteriormente se ha conocido que el juez instructor ha encontrado «claros indicios» de que cuatro de los cinco acusados violaron en mayo a otra mujer, drogándola y grabando también un vídeo que compartieron en otro grupo de WhatsApp. La existencia devídeos y su difusión sin consentimiento son elementos que se repiten en estas agresiones machistas.
A principios de octubre, la difusión viral de un vídeo de carácter sexual de los futbolistas del Eibar Antonio Luna y Sergi Enrich hizo que los dos utilizaran Twitter para pedir disculpas y asegurar que las escenas se grabaron en un ámbito «íntimo y privado» y con pleno consentimiento de las personas que aparecen. Añadían que ellos no permitieron la difusión del vídeo. Sin embargo, la mujer que sale en las imágenes les ha denunciado por varios delitos relacionados con el derecho a la intimidad, por la difusión sin su consentimiento de este material audiovisual. El vídeo circuló con profusión.
«¿Cómo puedes recibirlo y no contestar a quien te lo manda que está cometiendo un delito al difundir algo sin el consentimiento de la persona?», se pregunta Fernández. Lo que sí sucedió, especialmente en redes sociales pero no sólo, fue un cuestionamientodel papel de ella, una búsqueda de los motivos por los que se habría merecido el escarnio público, pese a que parece poco probable que ella diera permiso a la difusión del vídeo. Se siembra la duda y se hace responsable a la víctima de lo que le pasó.
«El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se hace presente», dice la creadora de Feministas Ácidas
«El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se hace presente. En redes sociales podemos leer comentarios como ‘No tendría que haber ido así vestida’ o ‘¿Qué hacía una chica sola a esas horas?’, pero estas frases no son nuevas para ninguna», recuerda Irene R., quien también señala que las agresiones machistas son «mecanismos sofisticados a través de los cuales el patriarcado mantiene el orden de dominación. Para que se puedan perpetuar –explica– es necesario incluir en el proceso el resorte de la culpa hacia la persona agredida».
Nobel al machismo
El 13 de octubre, Ángela Bernardo, redactora de ciencia en Hipertextual, publicó un tuit señalando el evidente sesgo machista de los Premios Nobel. De los once galardones concedidos en 2016 ninguno ha recaído sobre una mujer.
Los Premios Nobel de este año han reconocido a siete científicos, dos economistas, un político y un músico. Once galardones = CERO mujeres.
— Ángela Bernardo Álvarez (@maberalv) October 13, 2016
Las respuestas que recibió forman un catálogo del machismo más explícito que se pueda encontrar. «Nunca me había visto en una situación así pero sí conocía que este tipo de acoso con mensajes machistas, homófobos, con amenazas de muerte o de violación son habituales en Twitter», reconoce Bernardo a Diagonal. Para ella, la plataforma de microblogging «hace poco por solucionar este problema».
Sin embargo, la tormenta machista que desató su comentario no descargó sobre otras personas que publicaron tuits con una idea similar. «No fui la única en señalar este tema de la falta de visibilidad de las mujeres en los Nobel, que es general en la ciencia, en la cultura, pero este caso es paradigmático porque otras personas como el politólogo Jorge Galindo o el periodista Manuel Ansede pusieron mensajes similares al mío y no les atacaron con esta violencia ni con esta agresividad», comenta Bernardo.
«La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen muy inculcado eso de que ‘ellas se lo están buscando’, ‘ellas provocan'», opina Barbijaputa
La respuesta de las autoridades al acoso machista en redes sociales, como el sufrido por Bernardo, es tibia. Barbijaputa echa de menos la contundencia con que se suelen conducir en otros casos: «La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen muy inculcado eso de que ‘ellas se lo están buscando’, ‘ellas provocan’. Solamente lo hacen cuando es un torero o un político, pero parece que feministas, rojos y demás estamos abandonados por las instituciones en este sentido».
Las empresas tampoco están muy por la labor y se puede decir que guardan más celo en combatir las expresiones feministas que en evitar los ataques machistas. A Irene R. Facebook le cerró la página de Feministas Ácidas tras «un año de persecución y la única alternativa que me dieron fue que podía reclamarlo en unas oficinas de Irlanda si me personaba allí».
Fernández señala la paradoja de que en Facebook «se tolere el acoso cibernético y al mismo tiempo censure un pezón» y vaticina que es «más probable que Twitter empiece a censurar tuits feministas, argumentando que es un discurso del odio contra los hombres, que realmente empiece a proteger en serio a las víctimas del machismo y la lgtbfobia».
Ella recuerda también lo que sucedió con los vídeos de Alicia Murillo: «YouTube dio la razón a los acosadores y censuró sus vídeos, cuando no había censurado los comentarios en los que la insultaban y la amenazaban».

Manifestación en Madrid contra las violencias machistas el 7 de noviembre de 2015. / David Fernández
Ni están ni se les espera
La falta de perspectiva de género en las líneas editoriales y en el diseño de contenidos de los medios generalistas y convencionales, sumada a la ambición por atraer tráfico hacia las páginas web de las cabeceras, provoca titulares que rozan la justificación de una violación, enfoques que colocan bajo sospecha a la víctima y tratamientos de la información más comprensivos con el agresor y sus circunstancias que con la asesinada, como sucedió con la cobertura del juicio al atleta sudafricano Oscar Pistorius, condenado en julio a seis años de cárcel por el asesinato de su novia, Reeva Steenkamp, en febrero de 2013.
La presentación en los medios de comunicación de los casos de violencia machista como sucesos aislados, obra de un monstruo asocial o de un accidente meteorológico imprevisible e inevitable, obviando la posición estructural de dominación y la situación de privilegio de los hombres –esa impunidad que permite que José Manuel Castelao, entonces presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, dijese en 2012 que «las leyes son como las mujeres, están para violarlas»– es muy criticada.
«Los medios la están cagando estrepitosamente. Son muy soberbios, se creen en posesión de la verdad y piensan que no tienen nada que cambiar. Pese a que reciben muchas quejas cuando después de un feminicidio titulan con ‘una mujer muerta’ en lugar de ‘una asesinada’, lo siguen haciendo. No tienen interés en cambiar», opina Barbijaputa.
Para Irene R., «los medios tradicionales no van a cuestionar un sistema de opresión sobre el cual se asientan los culos de los señores que los dirigen»
Fernández considera que la ciberviolencia machista «ha suscitado interesantes reportajes en los medios, realizados por gente sensibilizada en el tema y recurriendo a fuentes especializadas, lo que ocurre es que luego quien cubre las noticias no es alguien necesariamente especializado en estos temas y se hace sin unos mínimos de respeto, sensibilidad y compromiso con la igualdad y la erradicación de la violencia».
Para Irene R., «los medios tradicionales no van a cuestionar un sistema de opresión sobre el cual se asientan los culos de los señores que los dirigen». La investigación sobre igualdad de género y comunicación en 2015 Global Media Monitoring Project aporta algunos datos que le dan la razón.
No llegan al 11% del total las mujeres que ocupan cargos de dirección en los medios impresos, un 3,9% en el caso de responsables de contenidos en medios digitales
Entre 2010 y 2015 el número de mujeres periodistas en España ha crecido un 10% y las universitarias matriculadas en Ciencias de la Información suponen el 60% del alumnado. Sin embargo, no llegan al 11% del total las que ocupan cargos de dirección en los medios impresos, un 3,9% en el caso de responsables de contenidos en medios digitales.
La creadora de Feministas Ácidas recuerda la reciente denuncia en el plató de una agresión sexual realizada por una concursante del programa de televisión Mujeres y hombres y viceversa y la respuesta del agresor: «Yo soy una persona que si tú me das a entender una cosa, y yo… me acelero, luego no me digas ‘Hasta aquí, ahora ya no, me voy’ porque sinceramente Emma, yo ya no razono».
En su opinión, «la misma lógica de la cultura de la violación impregna todos los espacios de la televisión y de los diferentes medios de comunicación, desde la mal llamada ‘telebasura’ hasta los informativos».
Bonete, por su parte, apunta que «afortunadamente existen medios que contrarrestan estos contenidos y ofrecen perspectivas que cuestionan el que éstos sean hegemónicos en lo digital, criticando este enfoque que perpetúa la violencia de género y planteando alternativas».
Ella destaca que «cada vez hay más mujeres feministas que escriben, critican y cuestionan contenidos digitales. También hay más medios feministas que crean sus propios contenidos y se convierten en fuentes de información especializadas a las que acudir para obtener contenidos sobre cuestiones diversas relacionadas con la desigualdad de género que se comparten y se visibilizan en las redes sociales».
Irene R. entiende que si hay algún motivo de celebración es ver «cómo, poco a poco, se van colando cada vez más voces disidentes en estos medios», como la de la actriz porno Amarna Miller o la humorista Patricia Sornosa.
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


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