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Modelo Gualeguaychú: Cáncer no, alimentación sana sí

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Pusieron límite a las fumigaciones. Luego prohibieron el glifosato. Y ahora promueven un proyecto de alimentación “sana, segura y soberana” que replantea temas como el acceso a la tierra. Raíces sociales de un cambio político: lucha contra las pasteras, movilización contra las fumigaciones y viralización del cáncer. El caso de Antonella que ayudó a abrir cabezas, corazones y proyectos de futuro. SERGIO CIANCAGLINI
Natalia Bazán cree que estas cosas hay que difundirlas para que la gente entienda cómo es un viaje al infierno.
Cuenta que a su hija Antonella desde los 5 años la trataban por asma o alergia bronquial y usaba inhaladores que le provocaban taquicardia pero era una chica feliz y siempre sonriente hasta que una vez, ya a los 8 años, fue a visitar a su tía a Santa Fe, se sintió mal, y la tía la llevó al médico que la revisó sin hacerle ningún estudio, y le dijo a la tía lo que ningún otro médico había observado: “Con solo revisarla sé que la nena no tiene asma, tiene algo mucho más grave, es leucemia, hay que internarla ya” y entonces Antonella volvió a Gualeguaychú, le hicieron estudios, confirmaron el diagnóstico de ese médico y, con los análisis, Natalia entendió que era tan vertiginoso el peligro que no podía esperar a la oncóloga que iba a la ciudad una vez por mes y esa misma noche su marido Daniel González, vendedor de hielo, consiguió que su patrón le diese dinero, dejaron a sus otros cuatro hijos a cargo de la abuela y así Antonella y sus padres con un pequeño bolso viajaron en remís 230 kilómetros hasta el Hospital Garrahan de Buenos Aires, y dice Natalia con los ojos grandes como si estuviera recorriendo nuevamente esa alucinación que “yo no podía entender lo que estaba pasando, cuando llegamos le pincharon el dedito, nos dijeron que había que internarla porque tenía leucemia, no sabían de qué tipo, y la verdad es que nosotros todavía ni sabíamos qué era la leucemia”.
Dice Natalia que luego le informaron que la leucemia era mieloide, “una de las más feas, y nosotros decíamos ¿qué hicimos mal? como echándonos la culpa”, pero Antonella no perdía la sonrisa desde aquel 28 de julio de 2017 en que quedó internada, y se grabó a sí misma con el celular de su mamá, lo subió a su Facebook para saludar a sus amigas, y allí la propia Natalia empezó a hacer videos desde el Garrahan y fue grabando lo que ocurría en el cuerpo de su hija: la caída del pelo, la hinchazón, la piel descolorida, los moretones por las intervenciones, los efectos de la quimioterapia, y las sonrisas de la chica que sacudía ante el celular de su mamá un gran muñeco de ET, El Extraterrestre, que mira a la cámara con sus ojos asombrados, y dice que sí porque Antonella le mueve la cabeza y hace de ventrílocua del muñeco mientras se iniciaba el calvario de conseguir donantes de médula que no aparecían, hasta que casi un año más tarde encontraron un donante en Brasil para que pudieran operar a Antonella pero las maldiciones se sucedían y la nena sufrió un “injerto contra huésped”, cosa que ocurre cuando las células trasplantadas interpretan que el cuerpo del receptor es un enemigo y lo atacan, y por eso le pusieron células de conejo a la nena, y eso implica más quimios y toda clase de intervenciones sin que Antonella pudiese defenderse con mucho más que con su sonrisa aferrada a ET y Natalia, que dice que le gustaría haber hecho más que 7º grado porque así se expresaría mejor, como si hiciera falta, explica con la voz ahogada que “un día Antonella vomitó sangre, y cagó sangre, le caía una lágrima y era con sangre, y te juro que no sabés para dónde disparar, no sabés qué hacer, porque es como que se te está muriendo y estás ahí con médicos que te dicen que no saben qué va a pasar con tu hija, y la llevaban al quirófano, y por los vómitos de sangre le ponían el catéter por una arteria de la pierna para cerrarle una úlcera y cuando le iban a hacer esas intervenciones yo le cantaba para que se durmiera y ella iba al quirófano con el papá, porque Daniel se pudo quedar un poco más cuando todos esos videos se viralizaron y el caso se hizo tan conocido que hasta vino Abel Pintos a verla y abrazarla, imagínate lo feliz que estaba Anto, pero después a ella la llevaban al quirófano y ¿sabés lo que es estar esperando a que se despierte?”
La madre seguía apretando con desesperación “enviar” para viralizar las fotos y los videos de su hija y que la gente entendiese mientras en Gualeguaychú se organizaban colectas, movilizaciones, y el caso resultó uno de los más emblemáticos de un movimiento llamado Stop Cáncer que reclamaba no sólo por Antonella sino por cientos de enfermos pidiendo frenar la viralización del cáncer que se encarnizaba no solo en adultos sino en la infancia mientras en términos igualmente desesperados ya existían en la provincia movimientos como Paren de fumigar las escuelas, Pelucas de Esperanza (por la caída de cabello que provocan los tratamientos que en el caso de la Antonella incluyeron cinco quimioterapias) o la coordinadora Basta es Basta que desde Paraná organizó las Rondas de los Martes empeñadas en detener tanta muerte y tanta enfermedad generadas un modelo que inunda de agrotóxicos la vida, y Antonella seguía peleando y sonriendo y Natalia cuenta que un día su hija le dijo “no podés pelear solo por mí” cuando ya tenía meningitis y que Antonella se tapó bajo las sábanas y Natalia se tapó con ella y la chiquita dijo: “Mami, no sé qué me pasa”, Natalia le contestó “te amo”, Antonella dijo “yo también” y nunca más pudieron hablar ni mirarse porque al día siguiente la niña tuvo una convulsión y poco después falleció, “y yo hubiera salido de ahí para tirarme abajo de un colectivo, pero no lo hice, porque ella me había dicho que no podía pelear solo por ella, y entonces agarré el celular”.
Filmó con el teléfono a su hija muerta, como la había filmado viva, y me envía ese video. Veo la piel destrozada, los moretones indescriptibles, los ojos cerrados, Natalia dice “mi hija murió como si le hubiesen tirado un balde de agua hirviendo encima” pero es mucho peor, mucho peor, y percibo tres síntomas ante esas imágenes:
no se puede dejar de llorar,
no se puede dejar de sentir,
no se puede dejar de pensar en hacer algo.
Modelo Gualeguaychú: Cáncer no, alimentación sana sí
Además, Natalia muestra luego una pequeña caja de madera que tiene en su mesa de luz, en la que conserva las cenizas de Antonella. Algunos médicos y enfermeras del Garrahan le dijeron a que no tenía que culparse por la enfermedad de su hija, “y me contaron que los contaminantes podìa ser la causa de que haya tantos chicos con cáncer en el Garrahan”.
La muerte de la niña había ocurrido el 6 de noviembre de 2017. Antonella tenía 9 años. “Le mostré al intendente el mismo video. Me escuchó, y también lloró cuando lo vio. Tiene una hija de la misma edad. Le dije que no se lo mostraba como intendente sino como padre. Hice lo mismo con los concejales”. El caso confirmó una noción social sobre lo que estaba pasando: las marchas contra las fumigaciones, las Rondas de los martes, las noticias frecuentes sobre nuevos enfermos mientras en Gualeguaychú la intendencia asumía el problema, para hacer algo. La falta de estadísticas es parte del problema. Se conocieron informes del periodista Fabián Magnotta y del oncólogo Héctor Arocena que postulan que de acuerdo a la población debería haber 260 cánceres por año en la ciudad, pero estaban estaban llegando a 720. Otros estudios eran más moderados, pero los números, en todo caso, eran menos potentes que la percepción de vecinas y vecinos sobre algo que a veces se define como modelo agro-oncológico.
Natalia había entendido lo siguiente: “Los que fumigan se enojan porque yo digo que asesinan, pero la verdad es que eligen el dinero antes que la vida de la gente y de los niños, y el cáncer es parte del negocio. O los bebés que nacen con malformaciones, o casos como mi nena más chica y el mayor, que tienen tiroidismo. Y la causa es siempre la misma. Aprendí que hasta cuando llueve nos cae el glifosato. Antes no entendía. Cuando fue lo de las pasteras no hacía mucho caso. Una es así: a veces no se das cuenta de nada, hasta que te toca”.
El 17 de abril de 2018 se sancionó una ordenanza conocida como Glifosato Cero: se prohibió el glifosato en todo el ejido de Gualeguaychú que abarca 33.000 hectáreas de las cuales 27.000 son de campo. Nueve concejales votaron a favor (PJ y Frente Renovador) y tres en contra (Cambiemos).

Los hijos de la Asamblea

La ciudad movilizada contra la enfermedad presenta una rareza política: el intendente, el vice y el secretario de Desarrollo Social y Salud son médicos.
El intendente es Esteban Martín Piaggio (lo llaman Martín Esteban), el vice es Jorge Maradey, y el secretario es Martín Roberto Piaggio. Los Piaggio son primos, y el otro nombre sirve para diferenciar de quién se está hablando. Asumieron por el Frente para la Victoria (FpV).
Martín Esteban, 40 años, 3 hijos, explica a MU: “Habíamos estado con mi primo ocho años a cargo de la atención primaria de salud en el municipio cuando el intendente era Juan José Bahillo. Soy cirujano recibido en La Plata pero hice también una maestría en Salud Pública. Hacía mucho que veníamos conectados con el movimiento de los pueblos fumigados a través del Grupo de Reflexión Rural creado por Jorge Rulli. En 2008 logramos una ordenanza que dividía a Gualeguaychú en diferentes sectores para evitar que las fumigaciones aéreas nos pasaran por encima. No prohibía las sustancias pero era un avance”.
Radiografía: “Había preocupación por el avance de toda una operatoria que incluye el desmonte, el monocultivo de soja transgénica, la desertificación de los campos y la necesidad masiva de productos químicos. Y de la mano de eso, la aparición cada vez mayor de enfermedades, en un lugar con sensibilidad por la lucha ambiental. Nos sentimos hijos de la lucha contra las pasteras, de la que participé toda la vida. Fue una experiencia muy rica porque más allá del supuesto fracaso de no poder impedir el funcionamiento de Botnia (hoy UPM) apareció un nivel muy fuerte de compromiso con el ambiente”.
El quiebre: “Cuando asumí como intendente en 2015 estaban surgiendo emergentes sociales como el Basta es Basta y luego el Stop Cáncer, cada vez más organizados. Natalia, la mamá de Antonella, te muestra el aspecto humano que pegó muchísimo en la gente, porque transformó el dolor en lucha, y empezó a corajear. Hizo ver un problema generalizado, y logró acompañamiento social y también nuestro. No por demagogia sino porque es lo que corresponde. Y le hicimos caso a esos emergentes. En contra había un conjunto de intereses muy fuertes, desde las multinacionales hasta todo un sistema que armó el comercio, la tecnología, y puso a las universidades a su servicio con el paquete completo del monocultivo, los transgénicos y las fumigaciones. Acá se ve con claridad que además actúan con lobistas agropolíticos, desde Luis Etchevehere (secretario de Agroindustria y ex presidente de la Sociedad Rural), Alfredo de Angeli (senador del PRO), Javier Melchiori (el candidato derrotado por Piaggio) y tantos otros que son todos grandes productores de soja. Se nota en los medios que les responden aunque se sabe que lamentablemente el modelo provocó la pérdida de trabajo y éxodo a las ciudades. Los campos se vaciaron de gente”.
El glifosato: “Pese a todo, el emergente social era cada vez más fuerte y se convirtió en un tema del pueblo, de la sociedad, no tanto de la política o de las leyes. Aunque sí valía para nosotros el Principio Precautorio. Si algo ocasiona un riesgo potencial, debe dejar de usarse hasta que se demuestre que no daña. Pero con el glifosato hay material técnico de sobra para demostrar lo que causa. Somos un equipo de trabajo y decidimos seguir pese a las amenazas sin pensar en que nos hicieran tractorazos, paros o que te manden a meter un tiro en la cabeza. Pero uno puede ver que el problema es mundial, incluso Francia ya está prohibiendo el glifosato y en Alemania el problema ahora lo tienen con Bayer que es dueña de Monsanto. Sacamos la ordenanza. Pero nos dimos cuenta de que con eso no alcanzaba”.

Modelo Gualeguaychú: Cáncer no, alimentación sana sí

Foto: Martina Perosa

¿Qué estamos comiendo?

Gualeguaychú decidió no quedarse solo en la prohibición de los agrotóxicos, que contaba según los sondeos de opinión con un apoyo de alrededor del 90%. Martín Roberto Piaggio es médico especializado en Salud Pública: “Veníamos relacionando el tema de salud con el de prevención, y con todo lo que estaba pasando con el cáncer. Hicimos dos ordenanzas de prohibición de aplicación y también de acopio y comercialización en el ejido de la ciudad. Pero dijimos: prohibiendo o regulando solamente, tampoco vamos a solucionar los problemas que tenemos como comunidad. Armamos distintos eventos e invitamos a referentes que nos podían ayudar a pensar qué más hacer en esta materia. Vinieron Damián Verzeñassi (médico), Jorge Rulli (GRR), Eduardo Cerdá (ingeniero agrónomo de la Red de Municipios que Fomentan la Agroecología), Damián Marino (científico que estudió la contaminación con agrotóxicos en frutas, verduras, el algodón, pero también en el aire, el agua y hasta la lluvia), Marcos Filardi (abogado), Miryam Gorban (nutricionista y creadora de la Cátedra Libre de Soberanía Aliementaria de la Facultad de Medicina), Carlos Carballo (ingeniero agrónomo), Guillermo Priotto (biólogo)”.
La idea: “Ahí decidimos lanzar, también con Kika (Rubén Kneeteman), el Plan de Alimentación Sana, Segura y Soberana (PASS). Tomamos a la alimentación como un tema de salud pública. Aquí no sabemos bien lo que consumimos, de donde proviene, ni de qué manera se produce. Más del 90% de los alimentos vienen de afuera. Tenemos dudas, o te diría certezas, de que lo que estamos comiendo no es bueno y que podríamos estar produciendo mucha mayor cantidad y calidad sin depender de una industria que no está produciendo alimentos saludables. La palabra sana, se refiere a una alimentación sin venenos. Segura, significa el derecho de todos de tener acceso a la alimentación. Soberana quiere decir que se produzca aquí y que eso genere un círculo virtuoso en el desarrollo de esta comunidad”.
¿En qué consiste el PASSS? “Tres ejes. Producción, para generar y acompañar alimentos que sean sanos, tanto para pequeños como grandes productores. Segundo, comercialización, para que se pueda llegar con los alimentos a la gente. Y la difusión, para entender como consumidores qué es lo que está pasando, qué es lo que queremos transformar y cómo acompañarlo. Todavía estamos en los inicios de todo esto”.
En estos inicios ya se creó el CePAM (Centro de Producción de Alimentos Municipal), seis hectáreas de las que por ahora funciona solo una con verduras agroecológicas, suficiente para abastecer a los jardines de infantes y comedores infantiles de Gualeguaychú con un potencial que podría ser mucho mayor. Otra estrategia del PASSS es trabajar con las granjas y chacras locales para mejorar la producción de animales también con criterio agroecológico. “Debemos tener unos 100 productores” explica Manuel Maza, veterinario y uno de los encargados de ese aspecto del Plan.
El PASSS incluye la posibilidad de ceder hectáreas a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), el mayor gremio campesino del país conocido por sus Feriazos y Verdurazos (ver MU 130), que podría darle a toda esta intención un empujón productivo crucial a partir de su experiencia en huertas agroecológicas que funcionan y crecen tanto en el Gran La Plata como en Jáuregui, provincia de Buenos Aires. Y para campos más grandes, se dispuso continuar la alianza con la RENAMA para mostrar que es posible producir de otro modo también en grandes extensiones.
Martín Esteban, el intendente, agrega: “Estamos tratando de conseguir más tierras para que quede diseñado un cinturón frutihortícola, planeamos un mercado de comercialización y abastecimiento donde se canalice el esfuerzo de los productores locales, y queremos que haya una marca Gualeguaychú, con sello del PASSS como certificado de calidad de alimentos libres de venenos en todas las líneas de producción. Los defensores del modelo convencional se olvidaron de meter el suelo en el debate. Estamos desertificando, regalando la tierra, la estructura económica funciona a costa de exprimirle hasta la última gota a los suelos. No hay ‘buenas prácticas agrícolas’: es el modelo en sí el que no funciona. Nosotros planteamos reforestar, diversificar, que haya trabajo en el campo. Creo que es toda una cultura que se viene en los próximos años”.
Modelo Gualeguaychú: Cáncer no, alimentación sana sí

Política y economía

La administración de Gualeguaychú es kirchnerista, con ideas propias. Martín Roberto: “Reivindico muchas cosas del gobierno de Néstor y Cristina, aunque creo que en salud se empezó bien y después no se hizo lo suficiente, y en materia ambiental diría que los doce años fueron muy pobres”.
Martín Esteban: “En el peronismo nos quedamos sin programa político, porque no se incluyeron estos temas, y se dejó prosperar el modelo. Nosotros estamos proponiendo otra cosa. Por ejemplo, el acceso a la tierra. Ya tenemos un Banco de tierras con unas 70 hectáreas para que el municipio sea un actor principal del mercado inmobiliario, con la intención de desbaratar ese mercado. Hoy hacen falta 35 ó 40.000 dólares para tener un terreno, pero nuestro concepto es quitarle ese valor de mercado, y que valga lo que la familia sea capaz de pagar y producir. Es otro paradigma”.
¿Cómo evitar los mecanismos de cooptación y domesticación que suele tener el Estado en estos casos? Martín Esteban: “Más allá de que soy presidente de mi partido, creo mucho más en las construcciones sociales con las que se pueden hacer cosas mucho más grandes que el sectarismo que a veces tienen los partidos políticos. Y estos problemas, incluido el del acceso a la tierra y el del modelo productivo, no queremos que queden barridos bajo la alfombra”.
San Luis es un campo de 2.250 hectáreas. Juan Pablo Open es corredor inmobiliario, arquitecto, pero dejó todo de lado para hacerse cargo con su hermano de ese campo familiar que durante dos décadas fue arrendado a productores que lo sometieron al monocultivo transgénico. “Siempre sentí que estaba mal trabajar así. Empezamos de cero. Uno de los fundadores de la Asamblea Ciudadana Ambiental, el flaco Horacio Claret, me puso en contacto con Eduardo Cerdá para asesorarme. Empecé a hacer pasturas para la producción ganadera con criterio agroecológico para recomponer el suelo. Ya reconvertimos 500 hectáreas. El resto están arrendadas pero las vamos recuperando poco a poco para pasarlas a lo agroecológico”.
¿Resultados? A Open le florece el entusiasmo: “Económicamente es positivo. No gastás en químicos, y te diría que la mayor inversión está en el tiempo que lleva recuperar la fertilidad del suelo. Una vez que eso se equilibra, en un año o dos, los rendimientos son similares o superiores a los otros campos. Y estás regenerando vida en un suelo que era una maceta. Y además te da una sensación increíble. No creo que el productor convencional tenga la tranquilidad de andar en un espacio como éste, donde sabés que no te estás intoxicando”.
Un síntoma de enfermedad: “Si quisiéramos certificar lo que hacemos como orgánico, tenemos que pagar tres años a una empresa que diga ‘este señor no envenena’. Pero el tipo que contamina todo, tiene todos los mercados abiertos y gratis. De locos” dice, aunque se sabe que los colifatos no cometerían semejante trampa.
“Al glifosato había que prohibirlo porque es veneno, pero creo que el municipio lo hizo repentinamente y mucha gente sintió que no le daban tiempo. Los productores se alejaron del municipio y no responden a las propuestas de capacitación. Pero en las próximas semanas van a venir a hacer capacitaciones el colombiano Jairo Restrepo y el uruguayo Juan Dutra, y las invitaciones las estoy haciendo yo mismo, uno por uno. Cuando la cosa es entre pares, y sin política ni nada que parezca electoral, creo que atrae más a los productores. La prohibición fue muy positiva pero ahora falta más participación. Si ven sin prejuicios cómo se trabaja la agroecología, muchos más productores se van a convencer”. Por ahí podría pasar el destino de los que ya no pueden aplicar agrotóxicos, y no creen o no les interesa saber si hay otros modos de hacer las cosas.

El pulmón y los soldados

uan Veronesi es un histórico de la Asamblea de Gualeguaychú, productor apícola, y otro caso de transversalidad política: nada tuvo ni tiene que ver con el kirchnerismo pero le entusiasma el rumbo local que van tomando las cosas: “Aquella lucha la perdimos puntualmente contra Botnia en La Haya. La pastera es nefasta para la zona, y me consta que cada vez más en Uruguay genera rechazo. Pero aquello nos preparó para poner la mirada en cosas que son tanto o más graves, como los agrotóxicos, los pueblos y las escuelas fumigadas, y la alimentación contaminada. Y no es Gualeguaychú sino todo Entre Ríos y muchas otras provincias que están con este problema. Por eso es muy valiosa la prohibición, mientras las autoridades nacionales aplauden las falsas buenas prácticas agrícolas. Pero bueno, cada vez es más obvio que tenemos que encaminarnos a producir de otro modo que no nos siga haciendo comer veneno”.
En el CePAM Debora Sánchez es una de las mujeres que producen agroecológicamente. La naturalización de la enfermedad. “Hay mucha gente con cáncer, en mi familia por suerte no. Bueno, salvo mi hijo Ignacio que tiene 12 años y lo tuvieron que operar en el Garrahan apenas nació por cáncer de pulmón. No le daban vida. Yo había estado durante el embarazo cerca de donde fumigaban. Pero le sacaron un pulmón y no se le volvió a formar el cáncer”.
Una de las chacras del PASS es la que maneja el joven Daniel Ingold. “Hacemos alimentos para la familia y vendemos el excedente. Tenemos gallinas, huevos, crío conejos, patos, cabras,chanchos, dos vacas y un torito, tenemos leche y hago manteca y quesos”. Puso una cámara frigorífica que era de una camioneta y construyó una casa de barro, arena y paja siguiendo tutoriales por YouTube: “Esto lo puede hacer cualquier familia y tiene garantizado su sustento. Yo trabajo todo el día porque me gusta. Pero con tres horas fuertes de trabajo y dos turnos para ordeñar, te deja tiempo libre. Yo era chef y eran 10 ó 12 horas. Aquí ya no soy esclavo de nadie”.
Uno de los creadores del PASSS es Rubén Kneeteman, mejor conocido como Kika: “Soy el Coordinador del Ecoparque, que es donde hacemos el trabajo de reciclado de basura con una cooperativa de 55 personas. Vengo del ecologismo, aunque más que militante o activista digo que somos activados. Fui formado por Jorge Rulli en el GRR, nunca tuve mucho que ver con la política partidaria, pero lo que encontré en este grupo de Gualeguaychú es un nivel de osadía”. Posiblemente trate de reproducirlo porque Kika se presentará como candidato a intendente en Larroque.
Su mirada sobre Gualeguaychú: “Los productores se van a sumar en serio cuando se den cuenta de que les mejora el bolsillo y la tierra. Pero no van a ir por planos éticos o de conciencia. El problema es que pelear contra el modelo sojero no es como ir contra la papelera o las mineras. Aquí los soldados que ponen Syngenta o Monsanto son mis amigos, parientes, vecinos. Entonces el problema no es el veneno solamente, sino la cabeza y el corazón que lo echan. Si le digo eso o lo ataco, el productor se va a poner a la defensiva. Pero cuando cambia esa concepción, ya está. Porque no se vuelve de esto. Cuando te diste cuenta de cómo son las cosas, no volvés a lo anterior”.
En los últimos años cada vez que le tocó estar ante un público Kika preguntó: ¿quién tiene un amigo, conocido o familiar con cáncer? Y siempre levantó la mano al menos el 80% de los presentes. “Es que lo que veníamos anunciando en los 90 que podía pasar, pasó. No hay estadísticas porque el estado es un mamut invertebrado y no quiere que se sepan las cosas. Pero yo, cuando era chico, no tenía compañeros de escuela con pañales. Y como maestro que fui, veía esto con frecuencia, por la espina bífida (malformación congénita: la espina no se cierra). O labio leporino, o tantas cosas que son mucho dolor”.
¿Por qué el PASSS? “A partir de la alimentación podemos ver que hay algo que se derrumba, y algo que está naciendo y no va a parar de crecer”. Concretar estos proyectos no será fácil, sostiene Kika: “Es mucho trabajo. No es arte de magia. De última, estamos todos en un período de transición, de volver a entender para qué miércoles nacimos”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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