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Rafita, el chico que había intentado otro destino

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(lavaca en Bariloche*) En el barrio de Rafael Nahuel, el joven asesinado por la Prefectura, lo recuerdan con un chico tranquilo y maduro, uno más de los que cotidianamente crecen en la zona más azotada de esa ciudad. Retrato de vidas marcadas por la raíces, la pobreza y la discriminación. 
Rafita. Todos los amigos de Rafael Nahuel lo recuerdan con ese diminutivo que denota cariño. Es viernes, en Bariloche hay un sol que amaina el frío y decenas de jóvenes acaban de terminar la jornada en El Semillero, el espacio de formación que tiene la organización Al Margen en el barrio Nahuel Hue, el más populoso y azotado del alto Bariloche.

Rafita, el chico que había intentado otro destino

Foto: Eugenia Neme para lavaca.org


Rafael Nahuel venía participando de El Semillero desde este año, específicamente en el área de carpintería. Lo último que estaba haciendo eran unos maceteros, destinados a la venta para solventar un viaje a los paraísos que rodean Bariloche y al que los jóvenes del Alto rara vez acceden. Esos que los citadinos vemos solos en fondos de pantalla en la computadora.
Rafita esquiaba muy bien, aunque poco. Tan solo una semana al año la Municipalidad de Bariloche otorga a los más carenciados la oportunidad de un “pase libre” para ir al Cerro Catedral a hacer lo que todos los turistas y egresados de secundaria hacen: divertirse.
Su mejor amigo, Maximiliano, recuerda esas salidas. “Uno de los instructores también era mapuche; ya lo re conocíamos”. Lo dice en la casa de paneles de madera construida por Un Techo Para Mi País, donde vivía junto a Rafael hasta su muerte, el 25 de noviembre.
Maximiliano recuerda que se enteró que todo andaba mal vía la tía de Rafita, una de las lonkos que tiene la comunidad mapuche de la Lof Lawken Winkul Mapu. Ella fue, según Maximiliano, la que lo invitó a ir la última vez a las tierras que quedan en Lago Mascardi. “Me dijo que se iba a ir al campo, para despejar; me llamó desde el colectivo, yendo”, recuerda sobre la lomita del pasto recién cortado de su casa, entre flores amarillas de Retamos y una pelota de fútbol pinchada. “Él ya había ido y había vuelto, y me contaba”, dice Maximiliano, su principal confesor en toda esta historia. ¿Cuál? La del autoreconocimiento mapuche, incipiente proceso que transitaba Rafael Nahuel.
Rafita, el chico que había intentado otro destino

La casa donde Rafael vivió junto a su amigo Maximiliano, en el límite del barrio Nahuel Hue, Alto Bariloche.
Foto: Eugenia Neme


Rafael aún no había blanqueado que “irse al campo” significaba ir a una ocupación territorial que tenía en vilo a la provincia y al Ministerio de Seguridad nacional, que había impartido órdenes precisas a las fuerzas federales. Gendarmería Nacional y Prefectura Naval estaban asentadas en los alrededores del Lago y de las tierras donde la comunidad Lof Lawken Winkul Mapu se había asentado desde el 10 de noviembre. “El día que detuvieron a las mujeres y los niños Rafael se puso muy mal”, cuenta Maxi sobre los hechos del jueves 23. Esa habría sido la razón que precipitó su ida definitiva el viernes 24 al Lago Mascardi.
De hecho, la última foto de Rafael –tomada por la fotógrafa de Al Margen, Eugenia Neme–  fue en la marcha al juzgado en repudio de esa represión y detenciones. Al “Rafita” se lo puede ver tocando una trutuca, con un nene en brazos.
Rafita, el chico que había intentado otro destino

La última foto de Rafael Nahuel.
Por Eugenia Neme

Modelo extractivo

En la otra punta, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne (55 millones en el exterior) recibe a los equipos técnicos de los 30 países “más desarrollados” del mundo, como parte de la previa del G20, una reunión para debatir temas económicos, y políticos.
No hay metáfora.
La sede del encuentro mundial que explica –en teoría- la militarización de la ciudad es en el hotel Llao LLao (la habitación más económica cotiza más de 500 dólares la noche), que tiene también historia de disputa territorial.
Según relata el libro Argentina Originaria de Darío Aranda, el sábado 15 de septiembre de 2007 sus campos de golf tuvieron una visita inesperada: la comunidad Mapuche Takul-Kewche llegó en camionetas, con materiales y alimentos, y comenzó la construcción de su cabaña, a sólo 7 kilómetros de las habitaciones cinco estrellas. “Venimos a recuperar 625 hectáreas que le robaron a nuestra abuela en 1951. Somos parte de este lugar, que ahora recupera a sus originales habitantes, que no se han muerto y que todavía resisten”, explicó por entonces Ana María, nieta de Takul y vocera de la comunidad, compuesta por seis familias con 126 integrantes.
Fueron denunciados por “usurpación” y, finalmente, desalojados. Allí es donde hoy se despliega el evento mundial donde se cocina el modelo extractivo.
Todo ocurre al mismo tiempo y en la misma Patagonia donde también un día como hoy, hace 4 meses exactos, vieron por última vez con vida a Santiago Maldonado (27), quien fue velado la misma tarde en que el grupo Albatros de la Prefectura Naval asesinaba por la espalda a “Rafita”.
Por la tarde habrá una marcha de poca asistencia, en nombre de Rafita y de Santiago, aunque sin el llamamiento de sus dos familias a la convocatoria. La razón: el duelo y la espera de otra marcha menos convulsionada y que tenga en el centro un solo eje: “Justicia”.

Rafita, el chico que había intentado otro destino

Uno de los amigos de Rafael, con los muebles que se construyen en la carpintería del Semillero. De fondo, la foto de Santiago Maldonado.
Foto: Eugenia Neme

Cuchillo de palo

A esta altura, en Nahuel Hue todos saben que Rafita fue asesinado por la espalda por el Grupo Albatros de Prefectura Naval, saben que el gobierno nacional dijo que el joven era de la RAM, que fue parte de un ataque mapuche con armas y saben muchas mentiras más: conocen la ausencia y violencia de Estado a la perfección.
De un plumazo desestiman toda operación: “Rafita era re tranquilo”, dicen, y aclaran “el más tranquilo de todos nosotros”. Su amigo Maximiliano baja la línea: “Por eso la marcha que hagamos va a ser pacífica, porque era como a él le gustaba”.
El barrio Nahuel Hue es de los más humildes y populosos del alto Bariloche. Pegado a Frutillar y Malvinas, su historia remite apenas 10 años atrás, cuando una ocupación de película pobló los terrenos a la vera de la montaña. La necesidad se hizo carne: “Los que no tenían tierras son los mismos que desplazaron de otros lugares”, relata Alejandro El Duke Palmas, uno de los sostenes de Al Margen. Las cinco mil familias que viven hoy en Nahuel Hue tienen historias que remiten a apellidos originarios, aunque no todos se reconocen como tales.

Rafita, el chico que había intentado otro destino

La carpintería donde aprendía Rafael Nahuel, en El Semillero.
Foto: Eugenia Neme para lavaca.org


“Es un barrio muy nuevo, inclusive la gente es muy joven: pibes de 20 años con su familia”, relata El Duke. Rafael, de hecho, vivía junto a Maxi y se veía más con sus amigos que con su familia: todos lo reconocen como un gran cocinero de guisos. Según relatan, pasaron sus últimos años trabajando en distintos centros de formación en herrería y carpintería, donde los ayudaban con planes sociales.
Rafael, que había dejado la secundaria, era de los mejores alumnos de la carpintería a la que se había sumado en el último tiempo en El Semillero. Todos allí lo recuerdan cabizbajos, con pocas palabras, pero un mismo sentido: “Era el que daba consejos”, cuenta Nahuel, otro de nombre originario. “Decía que no vayamos a robar, ni nada de eso”, relata otro que prefiere reservar su identidad.
Todos – y son casi diez- describen a Rafael como el más maduro y el que no se metía con nadie. Uno de sus profesores de carpintería, Iván, recuerda su último día en la sala: “Hizo este macetero y dijo que estaba re cansado, y después se fue a jugar con el Monopoly con los más chicos”.
En el centro (que llaman ruka) que tiene el Ministerio de Desarrollo provincial, y que gestiona en gran parte la organización Al Margen, se hacen talleres de baile, de boxeo, de carpintería y hay otro incipiente: el de huerta.
A ese, ahora, prometen llamarlo “Rafael Nahuel”.
Rafita, el chico que había intentado otro destino

Profesores de Al Margen con algunos de los jóvenes que asisten a los talleres a los que iba Rafael.
Foto: Eugenia Neme

Re-conocerse

Según describe Darío Aranda en el libro Argentino originaria, una investigación de Daniel Corach – doctor en Biología, investigador del Conicet y director del servicio e Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmcia y Bioquímica de la UBA-, derriba el mito: “El 60% de los argentinos tiene antecedentes indígenas, componentes genéticos amerindios, de los pueblos nativos”. Y detalla que los antecedentes indígenas están más “presentes en el ADN que proviene de línea materna”, explicación que radica en que el mestizaje se hizo en gran parte por las violaciones sufridas por mujeres.
Está claro que en Nahuel Hue ese porcentaje trepa aún más alto que en el resto del país. «Un 80%», calculan en Al Margen.
“Para muchos durante un tiempo ser mapuche era algo mal visto”, señalan desde ahí. “Por todos los mitos que existen sobre si son chilenos”.
En Bariloche, decir “chilote” es un insulto.
El investigador Walter del Rio, investigador del Conicet y experto en los grupos originarios del sur, señala que dicha ofensiva contiene un error conceptual que es “la atribución de nacionalidades a pueblos existentes”. Según demuestra en sus trabajos, “la arqueología comprobó la ocupación territorial de ambas vertientes andinas como una misma área y no solo como cruces cordilleranos de población humana”. El rostro y los apellidos de los jóvenes en Nahuel Hue parecen bastar para demostrarlo.
Ser de Nahuel Hue significa en Bariloche no encontrar trabajo y hasta no poder cruzar las fronteras que los excluyen de la parte céntrica de la ciudad. “Si vas para allá enseguida te paran y te quieren llevar preso”, dice uno de los más jóvenes, que señala a los policías de la Comisaría N° 42. “Te barden desde la camioneta. Si sos mayor y les decís “ah”, vas para adentro. Si sos menor, te dicen: ´pendejo de mierda, andá para tu casa’. Te preguntan de dónde venís y vos le estás contando, y ya te quieren llevar”.
No hay metáforas.
Rafael Nahuel había intentado otro destino.
Fue entonces cuando una bala de la Prefectura Naval lo cruzó en un territorio en plena disputa.
El mensaje de esa bala parece ser el mismo que para Santiago Maldonado: “No te metas”.
En Nahuel Hue, el reino del revés, lo leen distinto: “Esto nos impulsa a involucrarnos cada vez más”.

Rafita, el chico que había intentado otro destino

Foto: Eugenia Neme para lavaca.org


Rafita, el chico que había intentado otro destino

Alejandro Dumas, de Al Margen. Foto: Eugenia Neme


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**Esta nota forma parte de la cobertura colaborativa de lavaca, revista Cítrica y el diario Tiempo Argentino

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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