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Ni una Menos Argentina: la rebelión de las mujeres de abajo. Por María Galindo

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Un análisis del movimiento social Ni Una Menos argentino, desde la mirada de la feminista boliviana María Galindo, quien desde hace años teje un lazo de rebeldía con organizaciones, barrios y mujeres de nuestro país. Qué representa este movimiento en el contexto de lucha mundial de las mujeres, qué aporta a la despatriarcalización que está en marcha en América Latina y por qué no puede exportarse. Un texto para agitar el debate.
 
Queremos todo el paraíso

María Galindo, Mujeres Creando,

desde Bolivia y con amor

Desde el dolor del feminicidio y contra la violencia machista ha surgido el Ni una Menos en Argentina. Las marchas -desde la primera convocada- fueron algo nuevo para los feminismos latinoamericanos. Un escenario masivo, sin dirección, sin uniformidad, sin mediadoras, sin monopolio de la palabra.
Todas saben qué decir porque hablan desde sí mismas, por lo que no sólo los cuerpos son el máximo símbolo de estas nuevas formas de lucha; sino las bocas,  muchas bocas, bocas voraces y boconas al mismo tiempo que están rompiendo un silencio demasiado largo.
Todas saben que lo que tienen pare decir no lo puede decir nadie en su nombre, porque es la historia propia de Carmen, de Juana, de Julia. No hay tesis académica incapaz de decirlo ni tan claro, ni tan directo, ni tan profundo, ni tan inmediato: el discurso del Ni una menos es un discurso, espontáneo construido desde la vida cotidiana y eso también es maravilloso.
El Ni una Menos no es un movimiento, sino una movilización.
No tiene dueñas, ni artífices.
No es tampoco un hongo espontáneo, sino que es la suma de decenas y cientos de esfuerzos cuyas esquinas no son uniformes tampoco.
El Ni Una Menos es todas las generaciones y todas las pertenencias sociales.
Es una rebelión, una rebelión protagonizada por las mujeres desde abajo y por eso tiene tanta fuerza.
 
 ¿Quién convoca al Ni una menos?
Lo convoca la historia, lo convoca la rabia, lo convoca la esperanza y el dolor al mismo tiempo. Lo convoca la bronca, por eso también no le pertenece a nadie y ha sido un acto de abuso cuando Macri nombró a Fabiana Túnez en un cargo burocrático, por supuestamente ser referente de la organización del Ni una menos. No indigna por Macri, porque los patriarcas siempre han hecho eso para controlar y aplacar una fuerza movilizadora. Indigna porque es tan solo un ejemplo de esa típica voracidad parasitaria que consiste en  asomar a la movilización para apropiarse de sus entrañas.
El Ni una menos no tiene dueñas, esa es su potencia.
El Ni una menos no tiene discurso oficial, tiene palabra directa.
Su poesía es rabiosa, muy rabiosa.
El Ni una menos es la fuerza despatriarcalizadora que es un punto de partida y un horizonte al mismo tiempo, porque resulta que lo que queremos es despatriarcalizar. Por eso el Ni una menos habla de libertad, de felicidad, de tranquilidad.
No de igualdad, no de inclusión, no de equidad.
No con frases hechas oenegeras, cuyo discurso no tiene espacio en el Ni una Menos.
Despatriarcalizar quiere decir cambiarlo todo: desde el nombre de las calles hasta la invisibilización de las mujeres.
Por eso el Ni una menos no es una lista de demandas que pueda ser apropiada, ni negociada por nadie.
¿Qué quieren estas mujeres?
La respuesta es simple: TODO
Se podría resumir muy bien en un graffiti nuestro: QUEREMOS TODO EL PARAISO.
Ese todo no sólo tiene que ver con el basta de violencia machista, sino también con lo que el neoliberalismo ha supuesto para las mujeres, por eso las costureras, las bolivianas exiliadas en Argentina del neoliberalismo boliviano-las verduleras, las panaderas- las obreras de las fábricas tomadas y todas las de una larga e infinita lista, están también allí.
Nadie no quiere estar porque la cita es con una misma.
¿Es la indignación también contra el kichnerismo? ¿Acaso no fallo Cristina a las mujeres? Recordemos que decidió no despenalizar el aborto por cuidar sus relaciones con la iglesia, recordemos que creó programas asistencialistas –financiados con la renta del paquete corporativo transgénico y la explotación minera- para contener al neoliberalismo, pero solo contenerlo y nada más.
El Ni una menos no es por eso anti macrista pro kichnerista, sino que se carga a ambos por delante y en porciones de repudio iguales.

 El Ni una menos y el feminismo
El Ni una menos es otro feminismo. Es el feminismo intuitivo, ese feminismo que no aprendés en un aula, sino que es el que tiene el sabor salado de las lágrimas de tu madre. Es el feminismo intuitivo tuyo, que te nace desde dentro y no te lo catequizan desde afuera. Es el feminismo despatriarcalizador del todo hoy y ahora. Es el feminismo sin control de contenidos, es el feminismo que sale desde abajo y no desde arriba.
Y, a la vez, no es el feminismo, sino los feminismos.
El Ni una menos es el feminismo para el cual una mujer presidenta, 10 ó 50% de diputadas, planes de igualdad y demás pamplinas no significan nada.
El Ni una menos argentino es el feminismo para el cual la tesis neoliberal y tecnocrática de la “igualdad” no resultó más que una frase vetusta desgastada y sin contenido.
En ese sentido el feminismo del Ni una Menos es al mismo tiempo una interpelación al propio feminismo, a la burocracia de género que quiso domesticar a las mujeres con su discurso de igualdad. A las académicas  feministas que se encerraron en su círculo elitista.
El Ni una menos es una convocatoria de lucha y subversión callejera y atrevida, de palabra directa y de elocuencia simple.
Había sido muy importante hablar clarito y sin palabras rebuscadas.
Había sido muy importante hablar desde la realidad y no desde la teoría para poder construir teoría.
Había sido importante hablar desde la calle.
Por eso mismo siento una emoción profunda cuando identifico que los grupos más diversos de mujeres han tomado los graffitis de Mujeres Creando, porque les gustan, porque les suenan, porque les divierten.
No hay citas de Foucault, Judith Butler o Federici en los letreros.
Para estar en la calle hay que hablar claro y sencillo.
Que te comprenda la de al lado y se ría contigo.
 
Sin tetazo no hay feminismo
El tetazo no es una anécdota rebelde, sino que es parte de esta misma fuerza rabiosa que está moviendo este momento histórico.
El tetazo no surge como acción en una cátedra sobre cuerpo y poder, surge en una playa popular, en una anécdota policial.
El tetazo es la necesidad de replicar lo que nos dicen de nosotras. Es la rabia contra el insulto que ya no vamos a aguantar, es la ruptura contra el control sobre nuestros cuerpos.
Es el “perdí la vergüenza y no la voy a volver a encontrar”.
Es la necesidad de poner el cuerpo en la calle y volver a luchar desde el cuerpo desnudo, desde la desnudez, desde la desvergüenza, desde la irreverencia y el atrevimiento.
El tetazo es ir un paso más allá sin necesidad de permisos, ni coordinaciones. Ir urgentemente a los pies del Obelisco y llevar esa rabia al centro de la ciudad y enfrentar toda morbosidad, toda burla  y toda crítica con puritita desnudez.
El tetazo también es la demostración que el Ni una menos funciona como un virus explosivo dentro de las entrañas y no responde a una agenda de fechas que son un pretexto. El tetazo fue el día que tenía que ser para responder a una anécdota policial que es más que una anécdota, es un ejemplo de un control sobre nuestros cuerpos que no lo vamos a aceptar más. El dinamismo, la capacidad de respuesta, la piel hecha política y acción callejera eso es el tetazo y por eso ese tetazo es simplemente imprescindible para un feminismo que respira por todos los poros de la piel.

Ni una Menos Argentina: la rebelión de las mujeres de abajo. Por María Galindo

El libro ¡A despatriarcar! fue editado por Mujeres Creando y lavaca en 2015.


 ¿Se puede exportar el Ni una Menos?
El Ni una menos no se puede exportar. Es un proceso social que refleja este estado de despatriarcalizacion que estamos protagonizando las mujeres en esta parte del mundo, pero exportarlo es un acto “utilitario”, es una “impostura” y es, por último, la demostración para todas aquellas que en su valija oenegera  o partidaria se traen el Ni una menos de la argentina a sus países respectivos porque no son capaces de generar procesos propios. Con consignas propias, con profundidad social propia lo cual es vital para todo proceso social.
Es verdad que las fronteras no existen y que el feminismo es una lucha internacionalista sin fronteras. Eso es muy cierto, pero eso no quiere decir que adoptes una consigna para camuflar la propia incapacidad de generar un proceso con identidad política propia.
Se de lo que hablo, porque hablo desde Mujeres Creando de Bolivia.
Bolivia figura en el listado de países que se suman al paro. Pero nosotras no nos sumamos: no paramos el 8 de marzo. No porque no estemos profundamente conectadas con ustedes, no porque no seamos cómplices y hermanas, sino precisamente porque lo somos.
 
La calle es mi casa sin marido, mi trabajo sin patrones: el caso boliviano
En Bolivia algunas hablan de paro, pero resulta que el paro de mujeres ni articula, ni entusiasma, ni convoca a ninguna mujer. Y esto tiene que ver con muchas razones muy propias del proceso boliviano.
Respetamos que allí ustedes hayan asumido la consigna del paro, una consigna que nació en las Europas de la mano de las feministas marxistas que introdujeron la idea de la huelga de mujeres para el reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo. La huelga de mujeres surgió en un contexto centro europeo, de Estado social de bienestar, donde la masa asalariada era muy grande y también estaba ampliamente compuesta por mujeres: en un contexto así es que nació la idea de la Huelga de Mujeres. Cuando vino la destrucción del Estado social de bienestar europeo las feministas allí ya no lograron articular ninguna respuesta política colectiva a ese desmantelamiento.
Acá en Bolivia la huelga fue una consigna obrera y muy especialmente minera que poco pudo extenderse a sectores como el de la salud o la educación, que son quienes tienen puesto de trabajo en el Estado. Más allá de eso ningún paro funcionó socialmente como movilizador.
En un contexto neoliberal de economía informal al 80% como la boliviana, lo que han hecho las mujeres como proceso de rebelión es tomar la calle como medio de subsistencia y empezar a generar formas de emancipación económica, en una economía de subsistencia. En un terreno así la convocatoria del paro es para una pequeña elite que no vive en los niveles de subsistencia y que no tiene ninguna conexión con el conjunto mayoritario de las mujeres.
 
Feminismos de 8 de marzo
La exportación/importación utilitaria y simplona del Ni una Menos responde al agotamiento de los feminismos 8 de marzo. Esos “feminismos” entre comillas que se movilizaban una vez al año o dos: 8 de marzo y 25 de noviembre, siempre las mismas aburridas, repetitivas y sin movimiento social real, sin sueños, sin horizontes, sin lenguajes.
En ese mecanismo usa la maravillosa masa de mujeres argentinas, sus multitudinarias marchas, sus hermosas rebeldías y las convierten en foto, en paisaje de fondo para ilustrar la convocatoria oportunista de alguna oenegé que todavía medra por apropiarse de las luchas de las mujeres. Esa foto se convierte en paisaje de fondo de algún feminismo que, ya muerto, en algún punto de España las usa como referencia de lo que no están dispuestas a hacer. Lo siento compañeras y amigas españolas, pero es de nuevo un acto colonial apropiarse de la foto y el sudor argentino, sin reflexionar ni construir lo propio.
Yo por todo eso -nosotras por todo eso-, que no es poco, no nos sumamos ni al paro, ni mucho menos al Ni una Menos en Bolivia. Queremos aprender de ustedes, queremos conocer cómo han construido ese inmenso tejido, queremos acompañarlas en el proceso de afilar bien las puntas y nos fascina como nuestros graffitis circulan en casi todos los grupos.
Por eso no nos sumamos. Nosotras sabemos que el proceso de despatriarcalizacion -al que le hemos puesto nombre- es un proceso en toda esta América Latina, sabemos que es un proceso desde las mujeres del mundo “popular”, desde las pobres, desde las que luchan por la subsistencia, desde las lesbianas, desde las desempleadas, desde las violadas. Sabemos que estamos construyendo poco a poco el “indias, putas y lesbianas juntas revueltas y hermanadas”.
Por eso creemos que eso del paro en 33 países es una demagogia utilitaria que usando una lucha solo sirve para crear confusión. Nosotras sabemos que lo que estamos sumando es el Ni una menos argentino, el No soy media naranja de nadie, soy fruta entera y en todas sus variedades paraguayo, el De hacerte la cena de hacerte la cama se me fueron las ganas de hacerte el amor peruano, el Ni sumisa ni devota: libre, linda y loca boliviano, y si vamos más allá de este hermoso continente cómo no sumar a la Procesión del Santísimo Coño en Sevilla.
Lo que quiero decir es que cada proceso lucha con un lenguaje propio, con un punto de apoyo o muchos puntos de apoyo propios, procesos reales y no artificiales como los que se quiere montar a partir del uso utilitario de la movilización argentina. Lo sabemos porque en esa construcción estamos y porque sabemos que esta rebelión es simplemente gigantesca y abarca desde la prostitución al lesbianismo, desde el aborto al trabajo doméstico, desde la lucha cotidiana hasta la utopía. Esta es la rebelión despatriarcalizadora que cantan raperas y pintan muralistas, esta es la despatriarcalización que sudan nuestros cuerpos.
 
Sin política concreta no hay utopía
Como mujeres trabajadoras de lo urgente, del feminicidio concreto para el que hay que buscar justicia, de la autopsia mal hecha que hay que denunciar, del docente acosador que hay que expulsar.
Sabedoras que hay que cuestionar el microcrédito y el endeudamiento de las mujeres y que la licencia de funcionamiento para los burdeles autogestionarios es tan urgente como todo el resto.
Sabedoras que nuestro cada día es la producción de justicia concreta.
Sabemos que esa justicia concreta, que esa política concreta, es la que teje solidaridades consistentes, es la que teje prácticas políticas que nos acercan a la utopía y que -como la toma de la calle- son también simplemente imprescindibles.
Por eso desde esa política feminista concreta entiendo que el desafío es convertir la rabia en acción cotidiana.

 ¡¡ Venga, venga, venga, venga compañera

que aquí se está luchado por la locura entera¡¡

Ni una Menos Argentina: la rebelión de las mujeres de abajo. Por María Galindo

María Galindo/Foto de Lina Etchesuri

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Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

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Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos. 


Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender. En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.

Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde, tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición. 

Los narcos robados

A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza. 

Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar. 

Quiénes están en prisión

Hasta el momento las nueve personas detenidas son:

  • Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
  • Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta. 
  • Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando. 
  • Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa. 
  • Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”. 
  • Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
  • Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven. 
  • Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno. 

Vínculo de confianza

Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”. 

Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.

Ya pasó un mes. 

Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia. 

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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

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Por Evangelina Bucari

Fotos: Carlos Luna @un_chino.of

Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.

La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La bandera en la marcha.

Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.

En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

La presencia mapuche en el acto por Azul.

Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.

“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.

La violencia avanza

El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia. 

Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.

Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.

“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.

Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

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Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

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La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

En silencio.

La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar. 

Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común. 

“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.

Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?

De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, nadie habla. 

Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.

Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En silencio, la ronda termina. 

Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Las bengalas se encienden.

Las familias se abrazan, se descargan. 

Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”. 

Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

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