#NiUnaMás
Paren de matarnos
En lo que va de marzo, al menos 25 mujeres y una niña fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o conocidos. 15 mujeres más una niña fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o conocidos. Además hubo tres femicidios vinculados: las tres eran niñas. Y son cinco las mujeres que encontraron fallecidas sobre las que todavía no hay información precisa. Reconstruimos en esta nota las historias a partir de los datos aportados por observatorios de organizaciones sociales y medios de todo el país, para exigir al Estado que elabore medidas urgentes para frenar los femicidios durante el aislamiento social preventivo.
En lo que va de marzo de este año son en total 25 las mujeres y niñas que arrebató la violencia. 15 mujeres más una niña fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o conocidos. Además hubo tres femicidios vinculados: las tres eran niñas. Y son cinco las mujeres que encontraron fallecidas sobre las que todavía no hay información precisa.
Desde que empezó la cuarentena -20 de marzo- fueron asesinadas al menos 12 mujeres y niñas. Cinco de ellas -Cristina, Claudia, Susana, Lorena y Verónica – fueron femicidios en los que están involucrados sus parejas o ex parejas. Tres fueron femicidios vinculados de niñes: Ada de 7 años, una niña de 2 años y una bebé de 2 meses. Tres casos están todavía en investigación: Haydee Salazar de 54 años en Bariloche y María Leonor Ginés de 70 años en Salta fueron halladas el 28 de marzo, una adolescente de 17 años en Tolosa el 22 de marzo y Maria Florencia Santa Cruz, 30 años, encontrada el último día de marzo ahorcada con una campera en la localidad bonaerense de Tigre. Tampoco hay esclarecimiento del contexto de las muertes de Jesica Rocío Farías de 21 años en Santa Fe, la encontraron el 13 de marzo, y el de Florencia Micaela Soto de 27 años en Neuquén hallada el 18 de marzo.
Después de estar días y semanas desaparecidas, el 28 de marzo hallaron sin vida a cinco de ellas. Cuatro mujeres y una niña encontradas muertas en un solo día.
En lo que va del 2020, de enero al día de hoy, son 87 los femicidios y travesticidios confirmados y 5 los femicidios vinculados. Un total de 92 muertes por la violencia machista.
El machismo en Argentina se cobra, en promedio, una víctima por día.
Además, en El Jagüel buscan sin descanso a Gabriela Lucila Monzón de 19 años. Desapareció la mañana del 14 de marzo en esa localidad. Su hermana difundió en Facebook que Gabriela venía recibiendo amenazas y que el viernes 13 hizo la denuncia a esta comisaría. La vieron por última vez el sábado 14 de marzo a las 7.30 hs. El pelo de Gabriela es colorado. Sus familiares y amigos piden que cualquier información llamen al 1140259754 o al 1122670032 o también a la Comisaría 5ta de El Jagüel.
Las mujeres asesinadas por la violencia machista no son números. No son una estadística más en una lista que parece sin fin. Cada una de las que ya no están son madres, hijas, hermanas, compañeras, amigas, primas, mujeres queridas con identidades e historias de vida. Detrás de ellas hay familias y comunidades. Cuesta reconstruir cuáles eran sus gustos, sus habilidades, que amaban hacer, cuáles eran sus sueños, para hablar de ellas con otra perspectiva. Contar la crueldad es exponer a los femicidas, sus modus operandi y poner en relieve cómo los van a investigar, si serán juzgados por “crímenes menores” o con la contundencia del femicidio.
Las que nos faltan este mes. Ni olvido ni perdón.
2 de marzo. Guadalupe, 8 años, Lobos, Provincia de Buenos Aires, un día desaparecida. La golpearon y prendieron fuego viva en un presunto intento de ataque sexual. El principal sospechoso es un primo de la madre de la niña, Sergio Ramón Olivera, 22 años, al que detuvieron a 33 kilómetros de la escena y le encontraron rasguños que coinciden con los signos de defensa en el cuerpo de Guadalupe. La fiscal Patricia Hortel calificó el crimen como “homicidio calificado”.
2 de marzo. Brenda Micaela Gordillo, 24 años, San Fernando del Valle de Catamarca, Catamarca. Desapareció el 29 de febrero. Según la investigación, esa noche discutieron y su pareja la asfixió, la prendió fuego en una parrilla y como no pudo deshacerse de su cuerpo la descuartizó y repartió sus restos por la Ciudad. Naim Vera (19) intentó con frialdad y crueldad encubrir el asesinato; se entregó a la policía y confesó el crimen dos días después. El fiscal Hugo Costilla calificó el crimen como “homicidio agravado por femicidio”.
3 de marzo. Jordana Belén Rivero, 28 años, Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires. La golpearon hasta desmayarla y la tiraron por el balcón desde un séptimo piso. El departamento lo encontraron desordenado y adentro, atrapado, a Bernardo Luis Baraj, 50 años, quien fue detenido. Baraj había sido denunciado por un ataque a su ex pareja en Tierra del Fuego. El fiscal Fernando Castro investiga la causa como “homicidio agravado por la condición de género de la víctima”.
3 de marzo. Mónica Ramos, 61 años, asesinada a puñaladas en su casa de la ciudad de San Luis. La encontraron los bomberos cuando acudieron a la casa porque se estaba incendiando. No hay detenidos por el crimen pero se descartó la hipótesis de un robo y apuntan a alguien de su entorno. Los investigadores creen que fue un femicidio porque no había forzamientos de puertas ni ventanas.
3 de marzo. Octavia Colque, 39 años, Las Toninas, Provincia de Buenos Aires, cuatro días desaparecida. La golpearon, asfixiaron y enterraron en el patio trasero de la casa de la ex pareja, Balvino López, quien fue detenido sospechado del femicidio. El fiscal, Gustavo Mascioli, caratuló la causa como “homicidio agravado por el vínculo y por haber mediado violencia de género”.
3 de marzo. Agustina Atencio, 17 años, Catriel, Río Negro, cuatro días desaparecida. La golpearon y la arrojaron al río. El posible femicida es Ezequiel Rebolledo, 21 años, con quien compartía la tarde en las orillas de Río Colorado. Rebolledo era de su círculo de conocidos; Agustina intentó defenderse él cuando la atacó porque ella se negó a la seducción. No queda claro si murió por asfixia a la inmersión o por estrangulamiento. El fiscal, Santiago Márquez Gauna, investiga el caso como “femicidio”.
8 de marzo. Fátima Acevedo, 25 años, Entre Ríos. Sufría violencia en manos de su pareja, Nicolás Martínez de 35 años. Lo denunció a la policía y al juzgado porque intentó quemarla con ácido, pero nadie lo detuvo. Estaba cansada de hacer denuncias que no llegaban a nada, desesperada por ella y su pequeño hijo. Les dijo en un mensaje de texto a sus amigas que ya no sabía qué hacer. Había desaparecido el 1 de marzo, siete días después encontraron su cuerpo en un aljibe.
9 de marzo. Denise Vergara, 31 años, fue asesinada por su ex pareja en su lugar de trabajo, en Villa del Totoral, Córdoba. Miguel Gutiérrez, de 40 años, había amenazado al padre de Denise con que iba a matarla. Ella lo había denunciado el 2 de marzo por violencia familiar – tenían un hijo- tras una “sucesión de hechos y conductas violentas” según contó la familia al diario La Voz. Él resultó imputado por lesiones leves y la oficina de violencia familiar de Jesús María emitió una orden de restricción. Gutiérrez premeditó el femicidio: la noche del 9 de marzo rompió el alambrado del complejo fabril donde trabajaba Denise, se ocultó en la oscuridad a esperar que ella terminara su turno y al verla pasar la golpeó en el rostro y la apuñaló en zonas vitales. Mientras las compañeras de Denise pedían ayuda, Gutiérrez huyó. Se entregó a la Justicia la madrugada del 10 de marzo. El fiscal Guillermo Monti lo imputó por femicidio.
12 de marzo. Romina Ruiz Díaz, 36 años, fue asesinada a puñaladas en su casa en la localidad de Los Pozos, partido bonaerense de Cañuelas. Detuvieron a Mauricio Wilvers, 38 años, quien era su pareja. Romina, desangrándose, pidió ayuda a sus vecinos y murió en el hospital. El hijo mayor, un adolescente de 14 años, presenció el hecho. También fue testigo el hijo de 3 años. Ambos niños vieron a su padre sobre su madre con un cuchillo en la mano, apuñalandola. La pareja, además, criaba una beba de año y medio. Romina no lo había denunciado por violencia. El fiscal Lisandro Damonte acusó a Wilvers de “homicidio calificado por el vínculo y femicidio”.
13 de marzo. Lidia Elizabeth Britez, 47 años, asesinada a golpes por su ex pareja en Formosa. César David Cáceres, 37 años, la llevó al Hospital Central de Formosa donde lo detuvieron por las heridas que Lidia presentaba, pero el juez ordenó su libertad. Al confirmarse el fallecimiento de la mujer, allanaron la casa de Cáceres y encontraron elementos que coincidían con el ataque a Lidia. Esa noche se entregó a la policía. La hija de Lidia, Yanina Aquino, contó al medio El Comercial que su madre desde hacía un año salía con Cáceres, que había cambiado su forma de ser y que su estado físico estaba deteriorado porque sufría violencia. También que el agresor había sido denunciado por una pareja anterior. Yanina intentó frenar a Cáceres pero en la policía no le tomaron la denuncia. La causa quedó caratulada como “homicidio en ocasión de violencia de género».
15 de marzo. Pilar Riesco, 21 años, cayó del balcón de un cuarto piso en el barrio porteño de Nueva Pompeya. Quedó imputado su novio, Patricio Reynoso, 31 años, con quien había discutido el sábado 14 de marzo. Según informó Perfil, Reynoso declaró al fiscal Martín López Perrando que ella le había dicho que no lo quería más.
21 de marzo. Susana Edith Melo, 51 años, Ingeniero White, Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. La asesinaron a golpes en la cabeza. Fue encontrada sin vida en un camino vecinal. Detuvieron a su ex pareja Raúl Gregorio Costa, 49 años. Una de las seis hijas de Susana contó a Canal 7 que en enero había sufrido agresiones y que en general siempre fue violento. La ex mujer de Costa lo había denunciado por violencia y también tenía una denuncia por violación. Susana también lo había denunciado. El fiscal Diego Conti lo acusó de femicidio.
21 de marzo. Lorena Fabiola Barreto, 32 años, Barrio Itatí, Puerto Libertad, Misiones. La apuñalaron en su vivienda, fue trasladada al hospital, llegó sin signos vitales. Fue detenido su pareja, Roberto Rivero Medina, 74 años, quien fue imputado por el delito de “homicidio doblemente calificado por haber mediado violencia de género y por el vínculo”. Tenía dos hijos, un niño de 10 años y un adolescente de 16 años. Lorena había hecho la denuncia el año pasado por amenazas y Medina tuvo una restricción perimetral que no fue renovada.
24 de marzo. Verónica Soule, 31 años, Santa Fe. Tenía el 80 por ciento del cuerpo quemado, una semana después de estar internada falleció en el hospital. Según la versión de su esposo, Lisandro Cabral, la mujer se autolesiono. Su familia asegura que la violencia que él ejercía contra ella venía desde hacía años, que en más de una oportunidad la vieron golpeada y que ella lo denunció una vez. Se aguarda el resultado de la autopsia pero la justicia inició la investigación con los dichos de él y caratuló la causa como “intento de suicidio”. Al confirmarse el fallecimiento, el fiscal a cargo, Carlos Zoppegni, ordenó profundizar la investigación que no tendrá avances, según dijo al medio TN, “porque no puede mover a nadie por la cuarentena”. Verónica tenía una hija y un hijo, de 8 y 11 años que quedaron al cuidado de Cabral.
26 de marzo. (Femicidio vinculado a Natalia P.) Bebé sin identificar, tenía 2 meses de vida, Puerto Iguazú, Misiones. La balearon, horas después falleció en el hospital. El culpable del ataque, quien fue detenido, sería su padre Mario D. S., 40 años. En la vivienda que compartían el detenido mantuvo una discusión con su pareja y madre de la beba, Natalia P, de 19 años, a quien también amenazó con un arma calibre 22 de aire comprimido. Según relató la joven, durante la pelea, el agresor efectuó un disparo que impactó en el cuerpo de la niña.
28 de marzo. Claudia Repetto, 53 años, Mar del Plata, General Pueyrredón, Provincia de Buenos Aires. Desaparecida desde el 1 de marzo, diecinueve días después, el fiscal de la causa resolvió imputar a su ex pareja Ricardo Rodríguez, 54 años, por femicidio. El cuerpo de Claudia Repetto, que falleció ahogada tras ser atacada a golpes, fue encontrado el 28 de marzo sepultado en una zona de acantilados. El dato para el hallazgo fue confesado por su expareja, quien admitió ser el autor de femicidio, luego de que los hijos de la víctima lo encontrarán andando en bicicleta por la ciudad. El fiscal Fernando Castro imputó a Rodríguez por el delito de femicidio. Claudia tenía cuatro hijos adultos.
28 de marzo. (Femicidio vinculado a: sin registro de nombre). Víctima sin identificar, 2 años, Lules, Tucumán. La ahorcó su padre quien se suicidó luego de cometer el crimen. Leandro Almirón, 21 años, habría discutido el viernes a la noche con la madre de la niña, quien era su ex pareja, y tras advertirle que la iba a matar, se la llevó y al día siguiente encontraron a ambos sin vida en una finca limonera de esa localidad.
28 de marzo. Cristina Iglesias, 40 años, Monte Chingolo, Lanús, Provincia de Buenos Aires. Ella y su hija Ada de 7 años desaparecieron el miércoles 25 de marzo. Fueron halladas tres días después en el fondo de su propia casa, asesinadas a puñaladas y la nena también por asfixia. Por el doble femicidio detuvieron al novio de la mujer, con quien cumplían la cuarentena. Su familia denunció en redes sociales que Cristina sufría violencia por parte de Abel Romero (25), quien fue capturado y confesó el crimen, aunque dijo que tres hombres lo obligaron. El fiscal Jorge Grieco lo acusa de doble femicidio.
31 de marzo. Maria Florencia Santa Cruz, 30 años, Tigre, Provincia de Buenos Aires. Durante la madrugada un patrullero la encontró. Estaba semidesnuda, colgada ahorcada con una campera en un alambrado. Detuvieron a Santiago Ezequiel Hernández, 32 años, a quien se lo ve con ella en las cámaras analizadas. Al momento de la detención Hernández presentaba excoriaciones en los brazos producidas en las últimas 24 horas.
La reconstrucción fue posible gracias a los datos aportados por observatorios de organizaciones sociales y medios de comunicación de todo el país. El resultado es escalofriante e implica que el Estado adopte medidas concretas y urgentes para frenar la violencia machista.

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Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos.
Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender. En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.
Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde, tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición.
Los narcos robados
A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza.
Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar.
Quiénes están en prisión
Hasta el momento las nueve personas detenidas son:
- Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
- Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta.
- Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando.
- Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa.
- Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”.
- Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
- Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven.
- Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno.
Vínculo de confianza
Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”.
Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.
Ya pasó un mes.
Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia.
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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por Evangelina Bucari
Fotos: Carlos Luna @un_chino.of
Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.
La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

La bandera en la marcha.
Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.
En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

La presencia mapuche en el acto por Azul.
Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.
“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.
La violencia avanza
El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia.
Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.
Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.
“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.
Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.

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Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
En silencio.
La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar.
Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común.
“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.
Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?
De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, nadie habla.
Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.
Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, la ronda termina.
Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las bengalas se encienden.
Las familias se abrazan, se descargan.
Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
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