Nota
Represión, balas de plomo y un cooperativista muerto a quemarropa durante una toma de tierras
Un tiro de bala de plomo en la pelvis y otro en la cara, dicen los vecinos. Padre de cinco hijos y referente de una cooperativa textil que confecciona guardapolvos, Rodolfo Orellana, “Ronald”, fue muerto en Villa Celina, La Matanza, durante un intento de toma de tierras. La policía comenzó la represión con balas de goma, acompañada por gente de civil. El contexto: la falta de vivienda. El rol del Estado. La hipótesis sobre el intento policial de coimear a vecinos desesperados. Las advertencias de la APDH sobre la situación. La conferencia de prensa de la CTEP. Hubo diez heridos y aún hay cuatro detenidos, incluyendo a la encargada de un merendero que acaba de parir.
La imagen es brutal.
Rodolfo Orellana, padre de cinco hijos, referente de una de las cooperativas textiles de la Organización Libres del Pueblo (OLP) de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) en Villa Celina, La Matanza, aparece muerto en medio de los pastizales en la zona de Puente 12, a metros de la autopista Ricchieri. Sus compañeros tratan de reanimarlo. “¡Ronald! ¡Ronald!”, le gritan. Tiene sangre en la boca. Sus compañeros giran la cámara del celular: “¡Esos policías de allá tiraron todo!”. Alguien grita pidiendo una ambulancia.
Así es el video del momento en el que Orellana intenta ser reanimado tras recibir los balazos, que preferimos no mostrar.
El homicidio lleva fecha de hoy, 22 de noviembre. “Ocurrió a la noche, alrededor de las tres de la madrugada”, dice a lavaca Pablo Puebla, dirigente de la OLP en la mesa nacional de la CTEP. “Se corrió la voz entre los vecinos que iba a haber una toma de terrenos. La necesidad es mucha: hay mucha pobreza. Cuando los compañeros llegan, no eran ni 100, había dos patrulleros. Los policías amenazan para que nadie se meta. ‘Va a haber guerra’ dijeron los policías. Empiezan a reprimir con balas de goma, pero al ratito ya Orellana estaba tirado con dos balazos de plomo. Uno en la pelvis, el otro le entró por la nariz”.
Diego, compañero de Rodolfo en la organización, relata: “Los vecinos hablan de una oficial mujer, rubia, que fue la que disparó. Sin que nadie hiciera quilombo. Empezó a disparar al piso, primero. Después, a quemarropa”. Todavía no es claro quién efectuó los disparos mortales. Ignacio agrega que, en un comienzo, los oficiales intentaron extorsionar a los vecinos para “sacarles algo de plata”.
La represión terminó también con cuatro personas detenidas: Mirian Calizaya, Hugo Vedia, Wilson Delgado y Alanes Coria. “Aún permanecen detenidos e incomunicados en la Comisaría 3 de Ciudad Evita”, dice a lavaca Ignacio, militante de la OLP. “Miriam es una es una compañera nuestra encargada del merendero Sol y Tierra, de Villa Celina. Y hay más de diez compañeros heridos”.
Todos coinciden en que, ante los vecinos, la respuesta fue la represión. “Primero tiran con balas de goma. Por eso, en las imágenes se ve a compañeros heridos. Pero esa mujer rubia que identifican los compañeros le pega dos tiros a Rodolfo: uno en la espalda y otro la cara. Lo remata en el piso”.
-¿En qué contexto se dio el reclamo en el que se produjo el asesinato de Rodolfo?
Diego: “Hay muchos problemas en la zona. Hay muchos terrenos fiscales, otros tomados, otros con pedido de desalojo, otros que están en procesos judiciales por estafas y ventas. La gente salió a pelear para conseguir una vivienda digna. Y la policía respondió con balas de plomo. Hay que remarcar que en Celina, en Evita y en cualquier barrio de acá, el esquema es la mafia que hay, con arreglos con la policía por falta de vivienda. No existe Estado. No hay cloaca. No hay agua potable. Un ejemplo: hace dos semanas, una casa se prendió fuego por un cortocircuito. Murieron tres chiquitas bolivianas. ¿Viste en algún lado eso? ¿En algún noticiero? ¿En algún diario? No le importa a nadie”.
Ignacio: “Venimos reclamando hace mucho. No somos los únicos. Y hay que recalcar algo, porque ahora van a decir que Rodolfo era inmigrante y chorro: era un compañero trabajador encargado de una cooperativa textil”.
La problemática de tierras ya había sido alertada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza a la fiscal general del distrito.
Desde el organismo señalaron a lavaca que muchos vecinos pedían la intervención de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), porque notaron que un particular estaba vendiendo esos terrenos de forma irregular. En ese predio también hay un sitio arqueológico llamado Tres Ombúes: una comunidad indígena pidió su preservación porque hay rastros de cultura querandí. “El Estado lo declaró sitio de interés, pero no lo preservó”, apuntan.
Todo en medio de la crítica situación habitacional en la provincia de Buenos Aires.
La violencia cotidiana
Por la tarde hubo conferencia de prensa para denunciar la situación por la que la CTEP responsabilizó al gobierno naciona. Puebla explicó que Orellana no sólo trabajaba en los proyectos textiles (estaban culminando la confección de 6.000 guardapolvos para entregar al Ministerio de Educación) sino que había sido uno de los organizadores de la presentación de equipos infantiles del barrio en los recientes Torneos Evita, en Mar del Plata. Dijo: «Villa Celina es un barrio pobre donde la mayoría alquila piezas de dos por dos o dos por cuatro. Esa necesidad de tener la tierra propia para un mejor vivir llevó al compañero a una acción que hubo en el barrio en unos terrenos cerca de Camino de Cintura y Puente 12».
Agregó Puebla: «Llegaron al lugar, había dos patrulleros y gente de civil al lado, no se sabe si eran policías o no». En ese momento se produjo la discusión en la cual los vecinos refieren que los policías les dijeron: «Si entran, va a haber guerra». Caído Orellana, la represión continuó para expulsar de la zona a las mujeres y hombres que se habían acercado. Los cuatro detenidos fueron acusados de «usurpación».
Belén, vecina que también integra la OLP, dijo en la conferencia: «Me mataron a un compañero hoy. pero esa violencia está todos los días. Myriam una compañera detenida esta en periodo de lactancia y ahora esta en la Comisaria de la Mujer en Virrey del Pino. es encargada de comedor. y es la misma compañera que se desespera cada día porque no alcanza la comida en su comedor». Agregó: «Que se den cuenta de la desesperación que producen las políticas de este gobierno, por la necesidad. Cuando entiendan eso y cuando pisen el barrio, ahí vengan a hablar. Si no, no hablen. porque no tienen ni idea».
Esta noticia está en proceso: la vida y la muerte en el conurbano están siempre en proceso, cuando la gente reclama poder vivir con dignidad.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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