Nota
Represión en Bajo Flores: niños heridos y silencio de Ministerio
Un ensayo de una murga barrial fue brutalmente reprimida el viernes por Gendarmería con balas de plomo y de goma. Entre los heridos hay niños de 3, 8 y 14 años. También muchos adultos. Desde el Ministerio de Seguridad informaron a lavaca que están «analizando lo sucedido». La reconstrucción de los vecinos, que se manifestaron para denunciar el operativo y las mentiras de los medios: «No somos narcos».
Un ensayo de una murga barrial fue brutalmente reprimida el viernes por Gendarmería con balas de plomo y de goma. Entre los heridos hay niños de 3, 8 y 14 años. También muchos adultos. Desde el Ministerio de Seguridad informaron a lavaca que están «analizando lo sucedido». La reconstrucción de los vecinos, que se manifestaron para denunciar el operativo y las mentiras de los medios: «No somos narcos».
-Sentí como que se me levantó la pierna y me empezó a quemar –dice Jonathan González, integrante de la murga Los auténticos reyes del ritmo, sentado en un cajón de verdulería en la intersección de las avenidas Fernández de la Cruz y Perito Moreno, en el Bajo Flores, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. Tiene una remera de Boca, un short, dos muletas y una venda que le cubre la zona de la tibia izquierda.
Debajo, un balazo de plomo.
-Estábamos tocando la murga el viernes a la noche y entraron los gendarmes. Querían pasar. De repente un gendarme sale de atrás, empieza a putear y empuja a mi papá. Yo lo quise levantar.
-¿Y que pasó?
-Me dispararon.
-¿Cuántos años tenés?
-14.
A Jonathan lo ayudan a pararse otros dos niños aún más chicos que él. A muletazos llega hasta la ambulancia. Es una de las unidades de traslado que la Corriente Villera Independiente gestionó para la villa 1-11-14, ante la negativa del SAME a ingresar a los barrios. La camioneta está ploteada con los rostros del Che y el Padre Mugica, y sobre el parabrisas descansa una hoja con un mensaje: “Ni un pibe menos”.
Los enfermeros cargan a Jonathan y lo recuestan. Le sacan la venda. La imagen impresiona: le falta carne. Se percibe algo blanco. “Es el hueso”, dice María Laura, su mamá.
“Por suerte no le agarró el hueso”, dice la enfermera, que rescata lo positivo dentro de este horror. “De milagro no perdió el pie”.
De fondo, suenan los bombos de Los auténticos reyes del ritmo.
Las balas de verdad
Son las 12 del mediodía del lunes y unas cuarenta personas están manifestándose en repudio a la represión del viernes por Gendarmería durante el ensayo de la murga. Las fotos que se viralizaron durante el fin de semana por las redes sociales hablaban por sí solas: niños y mayores con los cuerpos cocidos a balazos de goma. El relato de Jonathan le agrega una cuota aún más perversa: los efectivos también usaron balas de plomo.
Ahora, en este mediodía caluroso, quienes la cuentan son los propios protagonistas.
“Tiraron a mansalva”, dice Gustavo Marola González, director de la murga, como ya le había contado a La Garganta Poderosa. Cuenta que los gendarmes avanzaron con los móviles sin importar que los niños no habían terminado de correrse: así lastimaron a dos.
María Laura, su esposa y madre de Jonathan: “Estábamos ensayando con la murga. Recién habíamos empezado. Entonces llegan los gendarmes. Venían con una grúa porque querían sacar algunos coches robados. Les preguntamos si no podían dar la vuelta y nos dijeron que no. Mi marido –el director de la murga- les da el paso. Y cuando se lo da, sale un gendarme de atrás que empieza a gritar: ¿Sos guapo? Acá somos todos guapos. Y empieza a tirar. Lo empuja a mi marido y mi hijo se le tira encima. Ahí es cuando le pegan una bala de verdad”.
La bala de verdad es plomo. “Fue la primera. Después salieron todas de goma”.
Dice Fernández: “El primer disparo le pega a mi nene. Bala de plomo. Pero era para mí. Nosotros queremos denunciarlos por abuso policial y gatillo fácil. Ellos son profesionales, no tienen que volver a hacerlo. Los vamos a llevar a juicio y van a ir presos. Porque con los chicos no se mete. Ellos se estaban divirtiendo y les arruinaron su actividad. No queremos que quede impune”.
A Marola se le ven las escaras por todo el cuerpo. “No sé cuánto tengo, si querés los contamos”, bromea a la prensa. “Tengo más de 13 disparos entre brazos, espalda y cola”. ¿Cuántos heridos en total? “Seis en total: 3 menores y 3 mayores”, dice, aunque también se habla de más. Los vecinos denuncian que les estaba costando obtener información oficial de los hospitales Piñeiro y Garraham. «Hay una criatura de 3 años con herida en la cabeza y nos dijeron que no estaba”.
Miriam, otra vecina, integrante de la murga: “Había más de 100 personas. La mayoría eran chicos. Recién habíamos empezado: eran cerca de las 21, 21:15, porque habíamos arrancado 20:40. Hacía 15 minutos que estábamos bailando nomás. Tiraban como guerrilla: desde el piso a las criaturas. Había señoras con carritos de bebés. No se entiende y no se puede creer la brutalidad. Pero los gendarmes están acostumbrados a hacer eso”.
Los narcos y los medios
Carmen Rojas, otra de las murgueras: “¡Esto es una murga barrial! No llevamos ni un mes: el 11 de enero arrancamos. Y en la tele salió que esto era una guerra narco. ¡Y no es! Están mintiendo los gendarmes. Se piensan que porque vivimos en la villa nos van a reprimir y a llamarnos narcos. Somos gente laburadora. A pulmón y con rifas le estamos haciendo los trajes a los chicos”.
Miriam: “Piensan que todos somos delincuentes con drogas y no es así. Estábamos haciendo algo hermoso para los chicos. Y vienen los gendarmes, nos reprimieron y nos dijeron de todo: desde negros de mierda hasta que no tenemos civilización. Y es mentira: los que no tienen civilización son ellos. Por las buenas los dejamos pasar y aun así empezaron a los tiros. Hablan de la droga, pero estábamos haciendo algo para que todos los nenes y adolescentes puedan salir adelante, y no puede ser que por culpa de los gendarmes ahora los chicos tengan miedo”.

Carlos Ariel Sulca, 8 años. Foto: gentileza La Garganta Poderosa
Sin información oficial
Desde el Ministerio de Seguridad de la Nación no hubo ningún pronunciamiento. “No tenemos información. Estamos analizando lo sucedido”, dijo Diego Rodríguez, de la Dirección de Comunicación, consultado por lavaca.
Por su parte, Clarín se hizo eco de la versión oficial. “Dos gendarmes fueron baleados durante un operativo en la villa 1-11-14”, tituló el domingo. La bajada: “Flores sur. Resultaron heridos cuando intentaban retirar dos coches robados que habían sido abandonados en el lugar”.
Fuentes judiciales apuntan a esta agencia que las heridas de los gendarmes provinieron de los propios gendarmes. “Se tirotearon entre ellos entre toda la balacera”, afirman los vecinos, que describen que la represión fue la primera aparición de la fuerza en la noche, pero no la última. “Cerca de las 23:30 volvieron a tirar con balas de goma en un corte cercano a donde estábamos ensayando. Después, tipo 3 de la madrugada, volvieron con linternas a juntar las vainas. A quien veían caminando, le tiraban”. En la causa tomó intervención Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional), que junto al programa Acceso a la Justicia (ATAJO) tomaron testimonio a los vecinos.
Los murgueros leen la nota de Clarín en medio de la manifestación y hacen lo primero que se les viene a la cabeza: se ríen. No pueden terminar de leer la nota. “No podemos hacer menos que reírnos”, dicen a lavaca. “La nota es tremenda”, retoman, ya en un tono más serio.
Nada dice allí del nieto de Adriana Luján Miguez. La señora cuenta: “Era el domingo a la tarde. Le digo Ariel, mi nieto: ´Andá a tirar la basura´. Justo es donde está la garita de los gendarmes. Le digo: ´Ariel, andá y vení rápido que ya cocino´. Mi nieto salió. Dice que el gendarme lo miraba. A él lo reprimieron: en el ojo y en la pierna. Tuvo suerte: de milagro, gracias a Dios, no perdió el ojo. Y él les dice: ´¡Mira lo que me hicieron ustedes!´”.
Adriana respira. Dice: “Los gendarmes le contestaron: ´Rajá de acá, pendejo de mierda, porque la próxima vez te vamos a reventar todo el cerebro´. Ariel se puso a llorar. Ahora está con ataques de pánico, dice que lo van a matar”.
-¿Cuántos años tiene?
-8
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 3 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos