Nota
Venezuela: un hombre o una revolución
Qué significó desde abajo la revolución bolivariana. La recorrida de lavaca por Venezuela incluyó desde una barriada pobre de Caracas hasta una provincia del centro del país para conversar sobre el futuro de la revolución. Un debate que la muerte del presidente Hugo Chávez actualiza y resignifica.
Son las diez de la mañana, es domingo y eso significa que toda Venezuela se une en una misma sintonía: Aló Presidente, el programa que conduce el primer mandatario Hugo Chávez, un fenómeno de audiencia y liturgia política de dimensiones sorprendentes.
Todos lo ven.
Los que lo odian, porque lo odian.
Los que lo aman, porque lo necesitan.
Los militantes, porque es su líder.
Los funcionarios, porque es su jefe.
Las emisiones no duran menos de cuatro horas, aunque solo Chávez sabe cuándo terminan. Incluyen entrevistas que el presidente realiza micrófono en mano, cámaras ocultas como la que revelaron las impudicias de la Cumbre marplatense y hasta pasos de reallity show, como cuando un ministro perdió su puesto frente a la audiencia por pretender inaugurar viviendas realizadas tres años antes.
Su efecto es contundente.
– Tengo que mirarlo para saber qué hacer- explica un diputado provincial.
– ¿Por ejemplo? –
– Hace unas semanas el presidente anunció una gran marcha contra el Alca. Al otro día todos nos pusimos a buscar los micros, la gente, todo… .
– ¿No hubo otra instancia de debate: reuniones, asambleas, charlas…?
– En Venezuela, hoy por hoy, no hay otra instancia de encuentro con el Presidente, que es la conducción de la revolución. Él podrá reunirse con su grupo de asesores, escucharlos y todo eso, pero si un ministro, funcionario, militante o pueblo quiere saber para dónde vamos, tiene que mirar Aló Presidente.
Si uno mira la pantalla y, sobre todo, si escucha luego las consecuencias que su emisión tiene, puede concluir sin vacilaciones que esta versión del socialismo del siglo XXI propuesta por Hugo Chávez –justamente desde Aló Presidente– es solamente un efecto del poder mediático.
Pero ya se sabe: en Venezuela la televisión miente.
Caracas no es bonita ni prolija. Los embotellamientos, bocinazos y sirenas la estremecen sin piedad y a la hora de ir o regresar al hogar, el venezolano de a pie pone a prueba su estoicismo, maltratado por el oleaje de automóviles que transforman un trayecto de 20 minutos en una agonía de tres horas y la ceremonia de cruzar una avenida en un acto de fe. Una consecuencia lógica de esta república del petróleo, donde el litro de combustible cuesta 100 bolivarianos y una gaseosa de marca, 1.200.
El subte, en cambio, es un refugio impecable, donde está prohibido comer y penalizado arrojar un papel y a donde un río de venezolanos de a pie se amontona a toda hora en vagones con aire acondicionado. Solo hay tres líneas y las tres deben combinarse para llegar desde el centro de Caracas hasta el barrio de Antímano, una barriada pobre trepada a un cerro desde donde cuelgan –literalmente- las casas que habitan 140 mil almas que hasta hace pocos años no figuraban ni en los mapas.
Margy fue la encargada de dibujar en un papel el perímetro de su parroquia, una de las 23 en las que está dividida el barrio de Antímano.
-Empecé sola y lo primero fue ir casa por casa para preguntar por los problemas, las necesidades, las urgencias. Después, dibujé el plano y con todo eso, comenzó el trabajo de organizar.
Esta mujer de 40 años y tres hijos es una de las 90 promotoras comunitarias del Instituto de Desarrollo Endógeno, la herramienta que el gobierno de Chávez creó
“para darle batalla a la exclusión”.
El primer paso fue instalar los consultorios de la Misión Barrio Adentro, un plan sanitario hijo de un acuerdo entre Venezuela y Cuba, firmado en abril de 2003 para formalizar el intercambio de petróleo por médicos.
“Estamos a la orden. Sea paciente: espere su turno. Cuando entre a la consulta recuerde que otros esperan y quizá no sean tan pacientes como usted”. El cartel escrito a mano está en la puerta del consultorio o, mejor dicho, “Casa de la Salud y la Vida”, que atiende a 250 familias de la parroquia de Margy. Hay allí dos médicos clínicos, un odontólogo y un ginecólogo permanentes que atienden desde las 8 hasta las 12 y por la tarde realizan las visitas domiciliarias. Solo uno es venezolano. El consultorio funciona en una casa de familia que alberga profesionales y equipos.
– Al principio no venía mucha gente, pero hoy podemos notar los resultados. Las embarazadas ya vienen al control y han aprendido que es necesario hacerse chequeos todos los meses, lo cual es una novedad para ellas. Las patologías más comunes, como la hipertensión, están cediendo porque la prevención en casos como esos da mucho resultado – , explica el médico cubano que, junto a su mujer enfermera, está allí desde hace un año, que sumará otros dos antes de su regreso a la isla. Allí han dejado un hijo de 8, cuyo recuerdo les nubla la mirada.
– Podríamos traerlo, pero preferimos que se quede allá porque la adaptación sería brava.
Uno puede imaginar por qué: el impacto de la marginación ha convertido a Antímano es uno de esos territorios donde el hambre se alimenta de la violencia.
La planilla escrita a mano por el doctor contabiliza 36 consultas realizadas en un solo día de atención y esto implica que cada uno recibió gratuitamente atención médica y medicinas. Ahora, además, como parte de la segunda etapa del plan que comenzó a implementarse a principios de 2004, cada barrio cuenta con una clínica donde pueden realizarse desde tomografías hasta análisis clínicos, también en forma gratuita.
El segundo hijo del intercambio con Cuba es la llamada Misión Robinson, que aplicó el método Yo sí puedo>, creado por la profesora cubana Leonela Relys para alfabetizar a un millón de venezolanos. La segunda etapa está ahora en plena expansión y para explicársela a un argentino la mejor síntesis podría ser esta: la entrega de un plan social implica la obligación de estudiar. Esto significa que cada venezolano recibe 1.300 bolivarianos (unos 50 dólares) para asistir a la primaria, secundaria o universidad y representa, en los hechos, que prácticamente toda una barriada como la de Antímano esté metida desde las seis de la tarde hasta las nueve de la noche adentro de un aula.
El tercer paso fue el anuncio de la creación de las Escuelas Bolivarianas y la de Antímano es una. Cuatro pisos impecables, con aulas perfectas, equipo de computación de última generación (con conexión satelital y software libre), cocina de restaurant cinco estrellas y vajilla de acero inoxidable para los 750 niños que allí estudian. Pero nada de eso funciona.
– Esta es una Escuela Bolivariana nominal, porque la construcción tuvo un fallo importante: la luz. Tenemos un circuito eléctrico de 110 wats y para poner en funcionamiento todo necesitaríamos uno de 220. Una de las consecuencias es que no podemos prender la bomba de agua, así que no podemos cocinar, por ejemplo. Desde abril que está todo listo, pero nada de lo que hay acá se puede usar. Los alumnos se van a las 11, aunque deberían tener clases hasta las 17.
Podría sospecharse que la directora Gladys Ramírez disfruta con la explicación, especialmente cuando presenta los dos coquetos salones de preescolar que despiertan la admiración de los visitantes.
– Pero no vaya a creer que todo esto lo hizo el gobierno: es trabajo de las maestras.
-¿El mobiliario lo compraron ellas?
– No, lo provee el Ministerio de Educación. Pero ellas decoraron todo.
La recorrida sigue por las aulas del primer piso, que albergan una biblioteca en cada una, además de los útiles para cada alumno. La directora prefiere explicar que la escuela provee de todo el material didáctico necesario para los estudiantes de la siguiente manera:
-Tenemos prohibido pedir libros.
Para cuando llegamos a la cocina está claro cuál es el apagón.
– ¿Quién debería atender la cocina?
– Las madres de los alumnos. El plan prevé que tiene que haber una madre por cada 50 alumnos, lo que aquí daría un total de 15, que deben organizarse en una cooperativa. El colegio debe dar el desayuno, el almuerzo y la merienda y ellas reciben toda la mercadería y el pago por su trabajo. Pero nada de eso puede hacerse porque falta la luz.
– Desde la ventana puede verse una columna de alumbrado público. En Argentina y en suelo bonaerense, esa sería una solución…
– Pero aquí no hacemos las cosas así.
– ¿Así cómo?
– Sin paciencia.
La visita introduce un tema clave que Margy no sabe cómo responder exactamente: cúal es el grado de participación de los vecinos de Antímano en las decisiones que los afectan.
– Hacemos asambleas, pero viene poca gente. Están contentos, felices con el presidente, pero todavía falta mucho para organizarlos.
– ¿Quién debería organizarlos?
– Nosotros, en los núcleos. (así llaman a las unidades que impulsa el Instituto Endógeno).
En Antímano puede apreciarse cuál es hoy el verdadero desafío de la revolución bolivariana. De arriba hacia abajo, el gobierno de Hugo Chávez ha decretado salud y educación universal y gratuita (incluso inversamente paga) para todos los venezolanos de a pie, pero no alcanza.
A varios kilómetros de allí, en la provincia central de Guárico, un diputado provincial, dirigente y militante social, lo sintetiza del siguiente modo:
– Ideológicamente este país es otro, pero subjetivamente no.
Fidel tiene 42 años, es abogado y tiene un proyecto: cuando concluya su mandato quiere estudiar en París un postgrado de Derecho Administrativo porque cree que hay que darle a las reformas actuales un marco jurídico que las amarre en forma definitiva.
Está preocupado.
Chávez representa un vehículo fascinante que le permite proclamar aquellas cosas por las que ha luchado toda su vida. La oposición ha quedado fragmentada desde el intento fallido de asaltar el poder y está cocinándose en su propia salsa. “Nadie quiere ceder el primer puesto”, sintetiza Fidel. Sin embargo, no ningunea el poder de fuego de los enemigos.
-La semana pasada fui a un recital y en la penúltima fila estaba el alcalde de Caracas. Cuando lo detectaron, diez mil personas al unísono comenzaron a gritar: ¡fuera, fuera!. La escena era escalofriante. El alcalde no se movía y la multitud cada vez gritaba más fuerte. Se te helaba la sangre. Hasta que Juan Luis Guerra salió al escenario y diluyó la situación con música… Yo me quedé pensando por días y días en esa escena.
– ¿Y a qué conclusión llegaste?
– Que así es el odio. Y que si bien es una inmensa mayoría la gente que ama a Chávez, nuestro desafío es convertir ese amor en convicción. Y no sé de cuánto tiempo disponemos para hacerlo, sin que el odio nos gane.
En estos días, sin embargo, Venezuela parece demasiado tranquila a pesar de estar a las vísperas de una elección parlamentaria. Para Fidel, sin embargo, ese representa el nudo del problema.
– Las elecciones distorsionan todo. La lógica electoral no nos permite pensar en la lógica revolucionaria, la que necesitamos para profundizar los cambios.
– El dilema sería: elecciones o revolución.
– Así es. Porque para profundizar los cambios hay que decantar. La revolución es un molino que tritura contradicciones. Ahora mismo hay gente que sigue con la vieja lógica política de armar organizaciones, aparatos o lo que sea para aprovecharse de los recursos del Estado. Hay corrupción, burocracia y egoísmos que es necesario erradicar. Para lograr el cambio cultural que necesitamos es necesario plantearle claramente a esa gente: o cambian o se van. Pero no puedes hacerlo en plena época electoral, donde es necesario el consenso para juntar los votos. Eso significa alianzas, apoyos, concesiones.
– ¿Cuánto influye el factor Chávez en este proceso?
– Sin Chávez no hay revolución. Es así y tenemos que aceptarlo, incluso para superarlo. La gente lo ama y apoya los cambios por ese amor. Necesitamos a Chávez, así como necesitamos tiempo para realizar el cambio cultural que una revolución requiere. La pregunta que nos urge es cuánto tiempo tenemos, porque estamos metidos en un proceso que nos cambió todos los parámetros. En dos años hemos conseguido más que en los últimos veinte. Hoy podemos decir que tenemos organizaciones sociales, que hay misiones que están logrando transformaciones importantes, pero también que hay otras que tienen serios problemas.
– ¿Por ejemplo?
– El plan alimentario acumula serias denuncias de corrupción y todos sabemos que es clave. La gente te quiere, pero además te apoya porque les ha llegado salud y educación por primera vez en sus vidas. Pero con hambre es muy difícil hacer la revolución y si tienes problemas de corrupción en el reparto de comida, estás en un brete. Cuando denunciamos esto, algunos nos piden que nos callemos porque –dicen- hablar de estas cosas no ayuda al proceso revolucionario. Pero lo único que no ayuda a la revolución es el silencio.
Algo es cierto: en Venezuela todos hablan abiertamente de estos problemas. No hay reunión formal o informal de funcionarios o militantes en donde no esté presente la cuestión de la participación, el necesario cambio cultural, el tiempo. Tres factores que parecen trancados en el embotellamiento político que atraganta al venezolano de a pie, en este avasallante tránsito de misiones, discursos, amores y odios.
El almuerzo con Fidel ya está llegando a los postres y no ha parado de hablar, aunque confiesa que pocas veces lo hace. La última pregunta lo deja desarmado.
– ¿Cómo te imaginás la Venezuela que querés en diez o veinte años?
– (Larguísimo silencio) < No lo sé. Es que estamos corriendo tan en el día a día que ninguno de nosotros se ha puesto a pensar hacia donde vamos. Y aunque no lo creas, todas las semanas miramos Aló Presidente para enterarnos.
Estamos, otra vez, en la cumbre de Antímano y bajar de allí implica deslizarse por un tobogán de escalones y precarias pasarelas improvisadas durante años de marginación. Hay olor a cloaca, basura y miseria y un sinfín de gente amable que sonríe feliz y repite una frase conmovedora: “ahora existimos”.
Durante el viaje de regreso, es Ruth la encargada de sintetizar la historia que hay detrás de este desafío del siglo XXI. Ella es una morena perfecta, de esas que hacen girar cabezas a su paso. Es madre de un hijo de ocho años y viuda desde hace siete meses. Su marido fue el primer médico venezolano en sumarse a la Misión Barrio Adentro y murió cuando una bacteria le fulminó el hígado.
Ahora Ruth es la coordinadora del Instituto de Desarrollo Endógeno, pero antes fue una militante de la agrupación Bandera Roja de la cual desertó cuando se dio cuenta que los discursos guerrilleros no se correspondían con prácticas que promuevan un cambio social. Así fue, cuenta Ruth, como las diferentes agrupaciones de la izquierda tradicional se fueron vaciando hasta quedar convertidas en lo que el chavismo encontró: partidos vacíos, cuadros dispersos formados en la militancia más férrea y la gente toda en la calle, desafiando por sí misma al sistema.
Del 89 al 93 la agitación social no se contuvo y Ruth misma fue una de las tantas que salió a la calle con algo más que piedras en la mano, capucha y borceguíes. A los 15, la apresaron. En el sótano donde la torturó la policía le mostraron las fotos con las que la identificaron: la reconocieron por los borceguíes.
– Desde entonces, todos los días me cambio los zapatos.
Ahora lleva unas sandalias rojas de taco alto.
– ¿Es correcto decir que la generación del Caracazo es la que está ahora en el gobierno?
– Así es. Por ejemplo, el día que me detuvieron me deformaron la cara interrogándome por mi hermano. Él ahora está en el ministerio de Relaciones Exteriores encargado del plan de formación de los funcionarios que comienzan la carrera diplomática.
Ese plan de formación incluye un mes de pasantía en un barrio pobre de Caracas y tres de sus estudiantes son los que nos acompañan en este viaje. Cuentan que reciben un ingreso de 800.000 bolivarianos (poco más de 300 dólares) durante los dos años y medio que dura la carrera, excepto ese mes que están en el barrio. La idea es que vivan exactamente igual que los vecinos y compartan los planes sociales que luego deberán relatar y defender en estrados internacionales.
Yolanda, una de las tres pasantes, tiene el proyecto de llegar a Japón a través de esta vía y por eso está estudiando paralelamente ese idioma, además de dar clases de Gerencia Social en la Universidad Bolivariana. De lunes a sábado, recorre el trayecto que le insume dos horas y cuarto hasta llegar a Antímano y regresa a su casa cerca de la medianoche, luego de transitar todas las escalas que tiene hoy su vida.
Margy, Fidel, Ruth, Yolanda tienen algo más en común: la noche del 11 de abril de 2002, cuando un asalto al poder intentó desalojar a Hugo Chávez del gobierno. Ese día, los cuatro hicieron lo mismo que tantos venezolanos de a pie: tomaron las armas y salieron a la calle.
La pregunta que todavía queda sin respuesta es si fue para defender a un hombre o a su revolución.
Publicada originalmente en lavaca.org el 16/11/2005
Portada
Hasta siempre, Mirta
Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.
Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.
Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.
Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.
Gracias, Mirta.
Presente, ¡ahora y siempre!
Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca
24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca
Nota
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.
Por Francisco Pandolfi
Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan.
Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.
La salud de quienes cuidan la salud
Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020:
–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.
–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.
–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá.
Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil).
Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.
La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.
El sueldo más bajo de la historia
Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos.
Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”.
Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.
Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”.
Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.
Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.
El éxodo de trabajadores
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”.
Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.
Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”.
Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”.
Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”.
Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.
El ministro que nunca pisó el hospital
El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.
Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.
A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.
La resistencia
Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.
Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego.
Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.
Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.
Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.
Nota
Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial
La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.
Por Francisco Pandolfi
En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política.
Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.
No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Arrasa-miento
Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.
El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.
El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Jenefes, el patrón
De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.
Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
Una peli de terror
El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.
Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.
Un puñado de kollas
La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.
La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”.
Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.
Fotos: comatoconvocada.jujuy
- Revista MuHace 6 días
Mu 198: Tomar el futuro
- Fábricas RecuperadasHace 7 días
La combustión que permitió recuperar Aceitera La Matanza
- ActualidadHace 4 semanas
Veto confirmado contra el financiamiento universitario: el triunfo de la derrota y el fracaso del éxito
- ActualidadHace 4 semanas
Abogado Juan Pablo Gallego: “Hay una razonable posibilidad de que Loan pueda ser hallado”
- NotaHace 2 semanas
S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo
- ActualidadHace 1 día
El ojo izquierdo: el recuerdo para Barba Álvarez, víctima de la represión macrista por la reforma jubilatoria
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Cierre del Encuentro: la fiesta de la resistencia
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Arrancó el Encuentro en Jujuy: acá estamos nosotras