Nota
Una buena: la justicia reconoció el cierre arbitrario del Teatro del Perro
En un juicio contravencional por un caso emblemático quedó expuesto cómo se persigue a los espacios independientes. El caso testigo del Teatro del Perro y las estadísticas de la Justicia Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad que hablan por sí solas.
Clausuras sin código
En el último mes el Gobierno de la Ciudad clausuró más de 10 centros culturales. Este martes 26, en un juicio contravencional por un caso emblemático, quedó expuesto cómo la Agencia Gubernamental de Control persigue a los espacios independientes. El caso testigo del Teatro del Perro y las estadísticas de la Justicia Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad que hablan por sí solas.
La justicia sin juicio
El Teatro del Perro, creado y dirigido por Diego Mauriño, nació en 2008 y soportó ya tres clausuras. La última se originó por una supuesta denuncia por “ruidos molestos” tramitada en el juzgado N° 6 del Fuero Penal, Contravencional y de Faltas. Al llegar los inspectores al lugar labraron un acta por “exceso de capacidad” y “obstrucción de inspección”, dos figuras del Código de Faltas y clausuraron el teatro por 30 días, con policía en la puerta que no permitía el paso a la sala de más de tres personas. También le aplicaron una multa de 196.000 pesos.
Diego Mauriño – joven actor, docente, investigador y motor del Teatro- subió este video a a las redes sociales que registra que pasó en ese procedimiento y por qué los argumentos de la clausura son falsos:
Como el Teatro del perro ya acumulaba otras faltas anteriores, no pudo apelar administrativamente la decisión y el caso fue a juicio, donde quedó demostrado que Mauriño tenía razón: las sanciones aplicadas no estaba justificadas.
Fuero sin juicios
No es lo habitual: en el Fuero Contravencional la mayor cantidad de causas no alcanzan nunca al juez. Es un Fuero sin juicios: sólo el 4% de las causas iniciadas terminan con una sentencia.
Según los indicadores estadísticos provee el Centro de Información Judicial de este fuero, el 78% de las causas va a archivo y el 5% se resuelve con juicio abreviado (probation). En el caso del Código de Faltas, que compete a la habilitación de los lugares, de un total de 3.500 causas, el 90% de las faltas va a archivo por “prescripción de la acción” y en un 48% de los casos además se considera “persecución injustificada”.
Más datos del Centro de Información del fuero:
- De las cientos de disposiciones del Código de Faltas, las que más sanciones provocan son las relacionadas con la documentación habilitatoria.
- Del total de 4.610 actas realizadas en centros culturales y bares, 385 se hicieron por la falta “Exhibición de documentación obligatoria” -más del 8% de cientos de faltas- y 291 por “Ausencia de habilitación y Desvirtuación de rubro”-más del 6% de las faltas.
- Para dar una idea de la magnitud de las infracciones que se originaron en la persecución de centros culturales, solo la superan las labradas por exceso de velocidad (12%) y por estacionamiento prohibido (12%).
- Otro dato para dimensionar el despropósito: ninguna de las habilitaciones municipales contempla a las actividades que se desarrollan en un centro cultural. Por eso mismo, el sector redactó e impulsó la sanción de la Ley de Centros Culturales, que se logró sancionar en diciembre de 2014, pero cuya retardada implementación sigue trayendo las complicaciones de siempre.
- Por último, de esas 4.610 actas labradas en total, sólo en 52 se informa si se realizaron por denuncia o por oficio. Es decir, no revelan el motivo que llevó a los inspectores al lugar de la inspección.
El caso testigo
Diego Mauriño y el Teatro el Perro cuentan cómo la realidad que hay detrás de estos números sólo pueden discutirse en un juicio:
- Sobre la acusación de exceso de capacidad: “El teatro está habilitado para 50 espectadores. Los inspectores contaron 54, pero incluyeron en esa cifra a los actores y al personal de la sala. Nos dijeron que no importaba el rol de las personas que estaban en el teatro, pero en el juicio se demostró que la reglamentación es clara: habla de espectadores. Entonces, o los inspectores no conocen la reglamentación o no pudieron sostener el verdadero motivo de la clausura en voz alta”.
- Sobre la acusación de “obstrucción de inspección”: “Tampoco ocurrió: aquel día cuando llegaron la obra ya había comenzado, les pedimos que esperan a que termine, porque faltaba poco y ellos accedieron. Por otra parte, los inspectores llegaron con 6 oficiales de civil de la Policía Metropolitana, por lo cual era disparatado para nosotros impedirles nada.
- Las dos figuras que justificaron la clausura durante 30 días del Teatro del Perro fueron desestimadas por el fiscal. Es decir, recién en la instancia del juicio quien tenía que llevar adelante la acusación, desistió de acusarlos.
Diego dice que no fue difícil desestimar las acusaciones justamente por el proceder irregular de los inspectores, que terminaron admitiendo que el primer informe era incorrecto “probablemente nunca imaginaron que aquella acta labrada la madrugada del 13 de noviembre de 2014 llegaría a juicio”, razona Mauriño. No es una especulación disparatada: en la mayor parte de los procesos contravencionales tanto la defensa pública como privada aconseja a los protagonistas de la infracción firmar juicios abreviados o probation. La experiencia demuestra que es la peor de todas las opciones que tiene el infractor. Siempre conviene ir a juicio, ya que es la única garantía de que las arbitrariedades del procedimiento quedan expuestas y sean evaluadas.
Mauriño: “Lo que realemten pasó con nuestro teatro es que los inspectores llegaron pensando que había habíamos violado una clausura anterior. Cuando llegaron se dieron cuenta del error y no sabían qué hacer. Entonces hablaron con el fiscal porque “había un interés especial en realizar la inspección en el teatro el Perro”, según dijeron textualmente durante el juicio.
¿Por qué ese interés? Mauriño tiene la hipótesis de que está originado en sus denuncias, con con nombre y apellido, de inspectores del l gobierno de la Ciudad y de irregularidades en los organismos de control. “Cuestiones que son objetivas, son faltas a la ley, no es que yo denunciaba que me estaban persiguiendo. No creo en las conspiraciones, pero sí que es evidente que el gobierno de la Ciudad se ocupa de poner plata en rejas en la plaza y espectáculos multitudinarios con figuras televisivas, pero descuida al teatro independiente y a la producción social de cultura que se expresa en los centros culturales.”
Mauriño cree que el problema central está en esos inspectores de la Agencia Gubernamental de Control: “En un punto siguen las órdenes del Ejecutivo, pero a la vez para el gobierno y para la justicia Contravencional también es un problema cuando la AGC no responde a la ley”.
Si el Teatro el Perro no cumple, lo clausuran. ¿Y si el gobierno no cumple?”, pregunta Diego. Y responde: “Estamos pensando en demandar al Gobierno de la Ciudad porque un espacio cultural estuvo cerrado 30 días por una clausura improcedente. Es un forma, también, de sentar un precedente y jurisprudencia, una forma de frenar el accionar arbitraria”.
Haber llevado el proceso hasta el final le permitió a Diego, de la mano de Claudio Gorenman y el equipo de Abogados Culturales, comprender los mecanismos de la Justicia Contravencional y de Faltas: “Nuestro objetivo es demandarlos, además, porque es una injusticia que actúen impunemente. Cuando se demuestra que desconocieron la ley, están en problemas, porque en definitiva el juez que decide el caso es imparcial. A esa instancia hay que llevar toda la corrupción que hay detrás de las inspecciones y las clausuras. Es un momento en el que necesitamos que estos espacios sigan funcionando, necesitamos la libertad de hacer teatro al ritmo del teatro y la música, del movimiento cultural y no al ritmo del gobierno del turno. Hay que despejar el camino y dar batalla contra la impunidad con la quieren pasarnos por arriba. Para eso es necesario demostrar que estos centros culturales son posibles porque hay gente organizada que los sostiene, pero también que los defiende, tanto en la calle, con marchas como las que hicimos, como en su propia cancha: la justicia”.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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