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Ver para creer: Entrevista a Silvia Federici

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Nació en Italia, vive en Nueva York y cabalga por el mundo montada en su libro para conocer experiencias sociales que resisten al capitalismo. En Paraguay presidió el encuentro de economía feminista que debatió cómo crear otras respuestas. Su inspiradora mirada sobre los conflictos que sacuden al mundo hoy. ▶ CLAUDIA ACUÑA
Nadie comenzaría presentando a Carlos Marx o a Michael Focault, ponele, describiendo su silueta, pero todos los retratos de Silvia Federici se detienen primero en su figura menuda y sus ojos vivaces. No es que quieran así alertarnos que las intelectuales tienen cuerpo (y lo ponen para producir teoría), sino una clásica manera de meterse con lo que ese cuerpo femenino representa: un territorio social, sobre el cual todos pueden opinar. Esta técnica de disciplinamiento está tan naturalizada que señalarla es irritante. Primera lección: si algo nos enseñó la enorme Silvia Federici es a romper las pelotas.
Ella comenzó a hacerlo en los años 70 cuando escribió un ensayo para discutir con los dos pesos pesados de la izquierda intelectual: Marx y Focault, precisamente. Su debate se centró en los puntos nodales que construyeron el pensamiento de cada uno, que es lo mismo que decir que los pateó directo a las bolas.
A Focault le cuestionó el concepto mismo de biopolítica. A Marx , “la acumulación originaria”, que es la que explica, nada menos, cómo el capitalismo logró suceder al feudalismo. Es decir, de qué forma se produjo ese proceso, cómo llegó al poder y a partir de qué.
Toda la importancia actual del pensamiento de Federici ya está presente en este ensayo crucial. Y así como leer hoy a Marx resulta nostálgico, cada línea del ensayo de Federici es tremendamente actual y se convierte en lupa y brújula: señala y orienta.
Sin embargo, aquel ensayo original de Federici no produjo ni furor ni polémica. Su garantía de invisibilidad se la dio la etiqueta: era feminista.
En los 80, Federici llegó a una Nigeria que soportaba el azote de esa peste llamada “política de ajuste” y ahí vio exactamente lo que había escrito. Actualizó con esa experiencia su ensayo y el resultado es un libro inspirador: Calibán y la bruja. Traducido al castellano recién en 2010 y disponible en la web libremente, comenzó a fermentar desde los márgenes, por fuera de la academia, alimentando grupos de lecturas, debates y acciones que conspiraron hasta crear una nueva generación de feminismos, paridos por este marco teórico central. Para decirlo rápido y fácil, El Calibán y la bruja es al feminismo moderno lo que El Capital al viejo marxismo.
Ahora mismo Federici está en Asunción del Paraguay, rodeada de varias docenas de académicas latinoamericanas que componen el Grupo de Estudios de Economía Feminista. Organizaron este encuentro para intercambiar investigaciones, miradas, información y estrategias, además de abrazos. Parada en el centro para la foto de cierre, Federici sonríe. Es una sonrisa pícara, divertida, que no parece dirigida a la cámara, sino a la Historia.
Es la imagen que nos enseña algo que ya sabemos: era por abajo.

Biopolítica es el útero

¿Qué escribió Federici que hoy resulta tan claro, tan fundamental y tan inspirador?
Lo primero que hay que decir parece básico, pero ha sido hasta ahora lo que más le han negado: su ensayo es una teoría económica. Explica cómo fue posible que el capitalismo se instale como sistema de poder y a partir de qué mecanismos lo hizo: la acumulación por despojo. El punto en que se separa del concepto marxista es ahora clave: el factor que permitió esa acumulación originaria no fue el trabajo asalariado, sino la tierra. Y así el sujeto a dominar, explotar y convertir en mercancía, deja de ser el obrero y pasa a ser una eterna olvidada por las teorías políticas, desde las más reaccionarias hasta las más revolucionarias: las mujeres.
Federici lo demuestra recordando un genocidio invisibilizado: la llamada “caza de brujas”, llevada a cabo durante los siglos 16 y 17, determinantes para el proceso de ascenso del capitalismo al poder. Las cifras de la masacre: entre 2 y 5 millones de mujeres torturadas y quemadas en la hoguera europea. Un par de ejemplos basta para dimensionar esta monumental cifra: 70.000 mujeres fueron quemadas en la plaza pública alemana y 35.000 en un solo pueblo de Escocia. “La caza de brujas está relacionada con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo”, señala Federici.
El porqué de este genocidio: para acabar con el feudalismo, el capitalismo necesitó aumentar el mercado de trabajo, eliminando la agricultura de subsistencia y cualquier otra práctica de supervivencia autónoma. La “caza de brujas” representó el brutal proceso de disciplinamiento social que convirtió a las mujeres en un “bien común” destinado a producir lo que la sociedad requería: futuros obreros.
Así los úteros de las mujeres “se transformaron en territorio político controlado por los hombres y el Estado: la procreación fue directamente puesta al servicio de la acumulación capitalista”.
Así se demonizó cualquier forma de control de la natalidad, se separó la sexualidad de la procreación –masificando la prostitución- y se esclavizó a las mujeres, “socializando” su aporte productivo al nuevo sistema de dominación. Ese trabajo de criar y sostener la vida no fue reconocido como tal. No tuvo nunca dimensión: ni salario, ni cálculo económico.
Así, sin valor ni reconocimiento, producir y reproducir vida fue un factor central para la instalación, consolidación y expansión de un sistema de poder basado en la explotación humana.
Esto es biopolítica, le enseñó Federici a Foucault.

Ver para creer: Entrevista a Silvia Federici

Federici junto a las disertantes del Congreso de Economía Feminista Emancipatoria en Asunción, Paraguay.
Foto: Nacho Yuchark

De qué lado estás

Federici nació en Italia, vive en Nueva York y cabalga por el mundo montada en su libro, que la lleva siempre a las periferias, porque es ahí a donde apunta su brújula. Aprendió, por eso mismo, a hablar en castellano para exponer su pensamiento sin traducciones, pero fundamentalmente para conversar: le interesa recoger experiencias concretas y de ellas habla
cuando expone su teoría. Entrevistarla supone, entonces, sintonizar un noticiero de luchas que no vio por tevé o leyó en los diarios –que por cierto, las ocultan-, sino que conoció a través de personas con las que conversó en esos viajes con los que zurce vínculos.
Para que quede claro: Federici no hace turismo intelectual, sino agricultura social. Siembra y cosecha.
La conversación, entonces, comienza con ella preguntando sobre qué quedó en pie, tras el cambio de gobierno, de política y de caja de reparto social, desde la última vez que visitó Argentina, hace dos años, y recorrió desde la Villa 31 hasta los bordes de la Patagonia. Recién cuando termina de recoger las noticias de las últimas batallas, comparte su mirada sobre el presente, tratándola de sintonizarla con las necesidades de quien la escucha y ahora, la lee.
Como en su libro, borda imágenes, experiencias, análisis y teoría.
Como en su vida, arriesga por dónde buscar horizontes.
Lo primero, entonces, es señalar el punto de partida: “Estamos en un momento en donde no hay lugar para estar en el medio. Se trata de elegir de qué lado estás: de la vida o de la muerte”.

Postales de la actualidad

¿Qué ve Federici? “Veo un proceso muy claro y muy complejo. Veo un sistema que está acumulando brutalmente todas las riquezas del planeta y que impide violentamente que las comunidades tengan acceso a esos recursos, porque no puede haber nada ni nadie que los utilice para otra cosa que no sea producir ganancias. Veo que es cada vez más difí- cil oponerse a este sistema si no hay capacidades diferentes de producción”.
Luego, literalmente, describe lo que ve: “En Costa Rica estuve siete horas para recorrer 100 kilómetros de una carretera, por la cantidad de camiones que la atascaban. Son los que transportan las mercaderías que importan desde China. Tuve mucho tiempo, entonces, para mirar por la ventanilla: durante las siete horas no vi otra cosa que plantaciones de bananas, envueltas todas las plantas con una camiseta azul, que contiene los pesticidas. Eso es el capitalismo actual: un país condenado a producir solo bananas envenenadas y a comprar todo lo demás a los favoritos del sistema, que son poquísimos”.
¿Cómo un país se convierte en esa apocalíptica postal?, nos interroga Federici. “El capitalismo siempre ha tenido fases –de la agricultura al comercio, del comercio a la industrialización, de la industrialización a la globalización- así como ha sido constante su política de despojar y privatizar. Sin embargo, esta etapa de apropiación y control de los recursos naturales tiene nuevos mecanismos. Uno fundamental es arrasar con la cultura y la historia. Arrasar hasta vaciarla. Es eso lo que estamos viendo en Libia, Somalia, Afganistán, Irak, Siria. Ciudades y barrios enteros destruidos, millones de poblaciones desplazadas por la violencia. Lo que queda es, literalmente, un desierto. Un desierto sin historia, sin raíces, sin memoria. Y allí donde nosotras vemos horror y tristeza, las grandes corporaciones ven un lindo espacio para diseñar lo que quieran”.
En esta postal, señala Federici, “el conflicto central es por la tierra”. Un sistema de agricultura sin campesinos y de campesinos sin tierra expulsa poblaciones a periferias urbanas. Un sistema que produce guerras para cultivar desiertos, convierte a millones de personas en mano de obra barata en los centros de explotación europeos. “Lo que veo, entonces, son zonas rurales con monocultivos y sin habitantes, y zonas urbanas superpobladas y militarizadas para controlar así a las poblaciones expulsadas”.
Esa es la imagen del capitalismo actual.
¿Cómo resistir estos horribles destinos?
Federici nos hace ver algunas señales. “He observado que las comunidades más resistentes, aunque sean pequeñas, son las que más memoria colectiva tienen. Y la memoria colectiva no es algo congelado: se enriquece con cada generación. Cuando en la comunidad hay un sentimiento de estar en suelo, calles, tierras de sus ancestros, de los que lucharon por una forma de vida mejor, de los que hicieron tantas cosas por hacer de este mundo otro mundo, eso te conecta con algo mayor a vos misma. Así, el lugar al que perteneces te interpela. Así, se crea un sujeto colectivo, un bien común, que te permite reinterpretar los hechos y tus acciones. Construir esa historia es hoy parte de la construcción social de la resistencia”.

La historia sin fin

“El capitalismo nace de una resistencia al feudalismo. Esto es parecido. Para construir esa resistencia el capitalismo apeló a las pequeñas parcelas de tierra que podían producir una economía de subsistencia por fuera del señor feudal. Así comenzó a tejer su autonomía. Sin tierra, entonces, sin materialidad desde dónde construir formas de vida diferentes, es difícil crear resistencia, porque no hay materialidad desde dónde hacerlo. El proceso de despojo hoy es múltiple, pero comienza por ahí, por el territorio, porque así destruye lo central, que es la posibilidad de sostener otra forma de vida. ¿Cómo hacemos entonces para producir otras formas de vida, autónomas, autosuficientes? Esa es la pregunta central”.
La respuesta es la que intenta bordar ese espacio parido por Federici, que bautizó Economía Feminista y que propuso definir como “la ciencia de la resistencia”. Los textos, videos y exposiciones que compartieron en este encuentro pueden ahora leerse libremente en www.lavaca.org.
Así se está criando una nueva generación que está pariendo teoría a partir de las prácticas de movimientos sociales que sostienen, aquí y allá, otra forma de ver lo que hay y pensar qué hacer, entre todas, con eso.
Por eso sonríe Federici.
Porque está viendo cómo se están construyendo respuestas, que no son fáciles ni todavía contundentes, pero ya fermentan.
Así Federici nos recuerda lo que ya sabemos: la vida siempre es más fuerte.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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