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Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

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Ganó batallas legales contra corporaciones y a favor de pueblos originarios. Pero dice que ahora ganó la más difícil: “La del monstruo interior”. Se llama Cristina Montserrat, sigue viviendo en familia. Sociedad, derecho, ambiente y política según su mirada trans. ▶ SERGIO CIANCAGLINI
El e-mail del abogado Cristian Hendrickse llegó desde Zapala, Neuquén, tan cordial y formal como siempre.
Lo abrí mecánicamente, contento de retomar contacto con alguien que ha tenido un rol profesional y ciudadano muy potente en varios conflictos ambientales, sociales y jurídicos de la Patagonia. Pero el mail hablaba de otra cosa.
Asunto: Novedades.
“Estimado Sergio. Espero que anden todos bien. Te molesto para informarte que he cambiado de género y ya no me llamo Cristian Hendrickse, sino Cristina Montserrat Hendrickse”.
Lo leí de nuevo, hasta ubicar nuevamente los lentes y la mandíbula en su lugar. El mail narraba algunas cuestiones profesionales, proyectos, y anunciaba un viaje a Buenos Aires. Me resultó difícil pensar pero fácil sentir qué responder: le mandé un abrazo asombrado. Organizamos un encuentro y la realización de esta nota.
La duda: ¿sería un reencuentro con Cristian? ¿O iba a conocer a Cristina Montserrat? ¿O cuánto de cada cosa?
La busqué en las redes sociales, y pude ver a mi recordado doctor Hendrickse en un anticipo de su cambio: en lugar del pelo corto, rulos insólitamente largos, un gesto descontracturado, ojos y labios pintados, cejas depiladas y dos palabras: “Abogada trans”.

Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

Cristina Montserrat Hendrickse, ex Cristian Hendrickse.
Foto: Lina Etchesuri

La minera y la virgen

Llegó a MU Trinchera Boutique con parte de su familia: Liliana Troncoso (Lili, su pareja desde hace 10 años), Erika (su hija, de un matrimonio anterior, 19 años), Ailín (hija de Lili, 11 años) y Abril (hija de ambos, 9). Lili tiene además un hijo de 23 años y una hija de 16, Aylen, que se crió con ellos. “Un clásico de mías, tuyas y nuestras, pero cumplí con eso de creced y multiplicaos”, dice Cris que en complicidad con las mujeres de se cambia la blusa para las fotos.
Durante la producción fotográfica -un concierto de risas- yo intentaba descifrar este presente de Cristina Montserrat retocándose el maquillaje ante el espejo, con mi imagen previa de un señor serio, prolijo, pragmático, amable, profesional, un abogado de esos que no parece prudente tener de adversario. Lo conocí en 2011 en Loncopué (Neuquén), 7.000 almas.
Allí la Asamblea de Vecinos Autoconvocados (AVAL) de la cual participaba la comunidad mapuche Mellao Morales, rechazó un proyecto minero de la canadiense Golden Peaks: Hendrickse era el abogado y miembro de la asamblea que incluyó a la Iglesia, los gremios
locales, productores agropecuarios, amas de casa, docentes, comerciantes, empleados públicos, ex intendentes, políticos y concejales del FpV, la UCR y hasta el Movimiento Popular Neuquino (desobedientes a los mandatos superiores en el patio propio). Con cortes de ruta y acciones judiciales lograron frenar luego a la china Metallurgic Construction Corporation (MCC).
Hendrickse sostenía –y sostiene- un ideario basado en las vertientes pacifistas del anarquismo y la desobediencia civil: Thoreau, Kropotkin, Tolstoi, Gandhi, Luther King. El padre José María D’Orfeo, motor de aquella asamblea, estaba feliz de contar con un abogado con ganas y herramientas profesionales para enfrentar a las mineras. “Este me cayó del cielo”, decía.
La siguiente y estratégica decisión de AVAL consistió en proponer y ganar un referéndum en 2012 en el que el 82% de la ciudadanía rechazó la minería. Era la primera vez que mapuches y wincas (blancos) se unían en el país para defender el territorio.
Hendrickse fue también abogado de la comunidad Huayquillán y de la Asamblea de Vecinos de Caviahue (600 habitantes), que se oponía a la construcción de un proyecto geotérmico de la canadiense Geothermal One en el volcán Copahue, ya acordado con el entonces ministro de Planificación Julio De Vido. “Como con la justicia no avanzábamos, dijimos: busquemos al que pone la plata”, explicó en 2012 el abogado a MU.
Acompañó al lonko Pedro Huayquillán a una reunión con el ingeniero colombiano Alberto Levy, del Banco Interamericano de Desarrollo que financiaría la obra. Informó Cristian sobre los convenios internacionales firmados por Argentina (169 de la OIT), la Constitución Nacional (artículo 75, inciso 17), la Ley 26639 de preservación de glaciares, describió los desastrosos efectos ambientales y le recordó a Levy que el BID había aprobado salvaguardas para la preservación de los pueblos originarios.
El lonko agregó que la comunidad estaba en total desacuerdo con el emprendimiento, que resistirían al mismo, y que el proyecto era de peligrosas consecuencias para el volcán al cual los mapuches consideran un ser vivo. Hendricske aclaró: “Es una creencia cultural que hay que respetar, así como los mapuches respetan al pueblo cristiano que cree en ángeles, o que Jesús nació de una virgen que murió y se fue volando al cielo”.
Levy tomó nota. El BID abandonó la financiación. El proyecto geotérmico murió, y tal vez se fue volando al cielo.

De la nena al subteniente

Cristina Montserrat Hendrickse completa su propia historia. Nació en 1964. Su papá Alberto era hijo de un sudafricano instalado en Cataluña, de donde la familia republicana y antifranquista huyó hacia estas extrañas tierras antes de la Guerra Civil. Alberto creció en Buenos Aires, y se casó con Celia Noriega, argentina, familia gallega. Él trabajaba en Entel, ella en una compañía de seguros. Vivían en Flores. Tuvieron cuatro hijos, Cristian el tercero. “Esperaban la nena y no vino. O sí: vine yo”.
Explicación: “Cuando tenía 4 o 5 años quería ponerme ropa de mi mamá, pintarme las uñas. Ella era de la Acción Católica. Supongo que para protegerme, o por amor, me fue llevando a
hibernar a esa nena. Me decía: ‘Se van a reír de vos. Si salís así te van a pegar, te van a llevar a la cárcel’. Eso era cierto porque estaban los edictos policiales: todas las trans de mi generación fueron presas, abusadas, violadas”.
El padre enfriaba el tema: “Decía ‘dejalo, se confundió la ropa’, pero mamá era inflexible. Así que yo ahogué y olvidé esa identidad. Jugué al fútbol, fui al colegio, y me adapté a lo que espera la sociedad: que una persona con genitales masculinos tenga la identidad de género masculina”.
Lo mandaron a hacer el secundario al Liceo Militar de San Martín, que cursó en una época inolvidable: 1977 a 1981. “A los 12 años yo jugaba con los rasti, me gustaba armar casas, pero entré al Liceo y cambié los ladrillitos de plástico por un fusil FAL y la carabina Máuser para desfilar”.
¿Alguna duda con respecto a su identidad o su sexualidad en aquella época? “Ninguna. Tuve novias, la vida de un adolescente como el resto. Egresé como subteniente de reserva. Ahora hice una presentación para que rectifiquen con mi nueva identidad el decreto por el que me dieron el título. Y como reparación por la demora del Estado en garantizar el reconocimiento de la identidad de género, pido que me lo entregue en acto público el director del Liceo o el presidente Macri”.

Escuela naval y anarquía

Cristian entró a la Escuela Naval de Río Santiago en 1982, plena guerra de Malvinas. Su hermano mayor, Rodolfo, estaba en el Crucero General Belgrano hundido por los británicos. “Me enojé, escribí al Ejército para que me convocaran: quería ir a matar ingleses”. Rodolfo fue de los sobrevivientes, Cristian chocó siempre en la Escuela por sus críticas a la guerra y a la estructura militar, basándose en el Informe Rattenbach por ejemplo. “Me decían ‘roca’ por lo peleador y cabeza dura”.
Decidió estudiar Derecho: “Preparé Teoría del Estado, y no me convencieron ni Santo Tomás ni Rousseau, pero sí la idea anarquista: el Estado nace de los saqueos y sometimiento a las poblaciones, de las guerras. Ha sido autor de las mayores barbaries: el Holocausto, el genocidio armenio, el bombardeo a Nagasaki e Hiroshima. Más que cualquier asesino serial. ¿Qué asesino serial hubiera podido desaparecer y matar a 30.000 personas durante la dictadura argentina?”.
Ejerció la abogacía en Buenos Aires, se separó de su primera pareja y fue al sur en 2002. Participó en el movimiento antiminera de la Comarca Andina y Esquel.
Llevó causas contra la policía de Chubut. “De 32 casos que presenté, se dio por probado que en 28 había violaciones a los derechos humanos. Pero la justicia no avanzó, empecé a recibir amenazas y decidí irme de la Comarca Andina. Conocí a Lili que vivía en Loncopué y me instalé con ella en 2007”. El año en que murió su madre.

La orientación sexual

La muerte de su madre la hizo recordar, y pensar. “Pero desde 2007 estuvimos con todo el tema minero, la pelea contra monstruos de afuera que de algún modo me sirvió de entrenamiento contra el monstruo de adentro”.
Hubo una mudanza de Loncopué a Zapala, zona militar, donde trabajó en un juzgado con permanentes encontronazos, y luego como abogado. Lili era maestra de primaria. En 2014 aquel recuerdo ahogado de la infancia empezó a emerger. “Empecé a comprarme en secreto ropa de mujer, colorida. Lo hacía por Internet, y la escondía. Cuando podía, me la probaba. Y reaparecía el monstruo”.
¿Quién era el monstruo? “Yo misma. El primer transfóbico es uno mismo. El que te dice: ’¿Qué estás haciendo? Vas a perder a tu mujer, a tu familia, tu posibilidad de trabajo’. El monstruo trabaja mucho con la culpa. Unas cinco veces agarré la ropa, los maquillajes, el calzado, y tiraba todo. Decía: basta, se acabó. Y al tiempo pasaba por una vidriera y decía: ‘uy, qué lindo pantalón’ y lo buscaba en Internet para comprarlo. Y empezaba de nuevo. Lo que más miedo me daba era perder a Lili”.
Empezaba a reconocerse como mujer, pero no quería perder a su esposa: no entiendo. Sostiene Cristina: “Una cosa es identidad de género, y otra orientación sexual. Mi identidad era de mujer, pero mi orientación sexual fue siempre masculina. O sea: mi genitalidad es de hombre. Amo a Lili, me atrae, tenemos una vida sexual bastante activa por suerte, y sigo enamorado de ella aunque me compre ropa de mujer o me haga tratamiento hormonal. Lo que pasa es que todavía no se lo había dicho, ni sabía cómo iba a reaccionar”.
Como tiene un departamento en Villa Ortúzar, Buenos Aires, Cristian viajó con cierta frecuencia para poder comprar ropa. “Y para producirme con más libertad que en Zapala. Lili empezó a sospechar si yo no la estaría engañando con otra mujer. Tenía razón: la otra mujer era yo”.
Cristian seguía ocultando a Cristina Montserrat. Pasaron momentos de crisis con Lili, hicieron juntos un viaje en auto Zapala-Cataratas, y Lili le contó que de chica tenía el sueño de casarse. “Le dije: ¿y por qué no cumplimos ese sueño?”. Se casaron en diciembre de 2016. El novio, con el pelo cada vez más largo. “Lo que hice fue decirle a Lili de a poco lo que me pasaba sin hablarlo, sino con gestos”.
¿Ahora qué somos?
La historia según Lili: “Un día me mostró una remera. ‘Es de mujer’, le digo. ‘Pero a mí me gusta, ¿por qué tiene que haber diferencias?’. Y así con pantalones, calzado, se agujereó las orejas, compró pulseras. Me dio angustia: está cambiando, se va a alejar. Me bajaba cosas de Internet sobre diversidad. Como que me iba midiendo. Un día me dijo: ‘Mirá lo que tengo, ropa de mujer, zapatillas, y quiero vestirme así porque así me siento’. Le dije: ‘Y, bueno’. Vinimos a Buenos Aires y se maquilló. Eso me chocó. Después me acostumbré. Un día le dije: ‘¿Ahora qué somos vos y yo?’. Me explicó lo que sentía y yo le dije que para mí es la misma persona. Que lo sigo queriendo. Que cambió el envase pero no el contenido”.
¿Y qué son, Lili?: “No cambió la intimidad de la pareja. Un día me dijeron ‘pero entonces sos lesbiana, porque estás con una mujer’. No sé, que pongan los carteles que quieran. A mí me interesa que soy feliz, y la veo muy feliz a ella”.
Montse, como le dicen Lili y sus hijas, en plan didáctico: “Cisgénero se llama al que se autopercibe con el género que nació. Transgénero es el que se percibe con otro sexo del propio. El transexual se cambia los genitales. En mi caso me pueden decir trans heterosexual si ves la orientación sexual, o trans lesbiana si lo ves desde el género porque me siento mujer y estoy con una mujer. Pero en vez de tantas etiquetas prefiero pensar que somos 7.500 millones de identidades en el planeta, cada una irrepetible. Eso es la diversidad”.

Cambiemos: Cristina Montserrat Hendrickse, abogada trans

Cristina, su esposa Lili y sus tres hijas.
Foto: Lina Etchesuri

¿Papá o mamá?

Decidieron decírselo a las hijas, pero no hacer público el tema en Zapala. “Habían rapado a una chica por ser lesbiana, teníamos miedo de que se burlaran o las agredieran si se sabía que el papá es trans”, explica Cristina. Tomaron otra decisión: en 2018 la familia se muda a Buenos Aires para que las chicas continúen sus estudios y ella trabaje como abogada. Un modo de asumir su identidad a tiempo completo. “No es que ahora me disfrazo de mujer, sino que estuve 50 años disfrazada de hombre”.
¿Cómo lo tomaron las chicas? Erika: “Me lo contó en un bar, fue increíble. Estudio Sociología y venía de un curso sobre construcción cultural de sexualidades así que estaba en tema. Pero nunca imaginé algo tan cercano como que tu papá te diga que ahora es tu mamá”. Montse recuerda: “Erika me dijo: ‘Parate y dame un abrazo’. Fue muy emocionante”.
Ailín, o Lilín, 11 años: “Antes usaba traje, era muy duro, estructurado, medio enojón, tenía mucho trabajo y nos veíamos poco. Ahora que es mujer la veo más libre, está con nosotras, juega. Inventé una palabra: pama, para mezclar papá y mamá. No extraño como era antes. Lo prefiero ahora. Está más feliz. Y yo también”. Abril, 9 años: “Ya nos había contado que de chiquita se vestía con ropa de su mamá, pero no la dejaban. Yo me daba cuenta de que se arreglaba mucho, cada vez más. Así que nos daba pistas. Yo siento que es mi papá de siempre, o mi mamá, me confundo un poco con eso, pero le digo Montse. Es mujer por afuera pero yo sé quién es”, dice riéndose esta dama que hoy aspira a ser actriz o científica.
Lili: “Yo empecé a verle el lado positivo. Mantuve mi pareja pero gané una amiga. Una persona con la que hablo más, nos divertimos comprando ropa juntas, o jugando con las chicas. Me entiende más, y hablamos todo”. La historia remite a Tootsie, el hombre que debe fingir ser mujer y por eso construye una relación mejor con la mujer que la que podía lograr como varón. “Totalmente identificada”, dice Montse, “porque me siento abierta a otra sensibilidad, a ponerme en el lugar de Lili”.
¿Cómo se produce Cristina Montserrat? “Uso crema para no dañar la piel, después una base líquida, después el labial y un poco de rubor al lado de los pómulos. Sombra y delineador que me paso arriba y no abajo porque me achica los ojos, máscara para pestañas. Y tratamiento hormonal, estrógenos, para estimular el desarrollo de caracteres secundarios femeninos como pechos, caderas y glúteos. Cada 15 días una inyección de hormonas. Las pastillas me caían mal.
Ahora veré si inicio una acción contra la obra social porque tienen que cubrir estos tratamientos y no lo hacen”.
Proyectos: Lili espera conseguir trabajo en Buenos Aires. Montse ya ha cambiado su DNI e incluso su inscripción en el Colegio de Abogados. Su primera batalla será por el cupo laboral trans en la Ciudad, que debería ser de un 5% por ley, aunque no se aplica. “Hay que romper el lugar común de que nuestro único destino es el espectáculo o la prostitución”.
Reconoce la abogada: “Siento que exploto de energía, de alegría, de ganas de hacer cosas y de aprovechar este privilegio que me dio la vida. La pelea ambiental me enseñó que los logros son colectivos, horizontales, y que uno además de ver lo que odia, puede ver lo que ama. Y yo amo la diversidad. Creo en Dios como la suma de la diversidad”. Otro aprendizaje: “Vivimos en un sistema que quiere modelar el cuerpo del mundo: dinamito la montaña, pudro el agua y el suelo. Una lucha por la identidad implica no dejar que el poder modele tu geografia, tu cuerpo ni tu cabeza”.
Sobre los actuales conflictos patagónicos: “Defender la Constitución es revolucionario. La Constitución reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, la posesión de las tierras que ocupan. Sería más barato y sin muertes comprarle algunas tierras a Benetton para darles a los mapuches, antes que mantener militarizadas provincias como Chubut, Neuquén y Río Negro”.
Empezó a interesarse en los conflictos ambientales como hijo de catalán, escuchando a Joan Manuel Serrat en el tema Padre: “Padre, que están matando la tierra. Padre, deja ya de llorar, que nos han declarado la guerra”.
Montse: “Eso de dejar de llorar me parece un llamado a la acción. Tendría que escucharlo la izquierda. Estamos en una situación muy complicada por este gobierno, y el anterior, y el anterior. Para los trabajadores, para los pueblos originarios, para los LGTB, para los más vulnerables. Pero hay que dejar de llorar y de hacerse las víctimas. No hay que ser mártir. Hay que ganar. Defender la vida. Buscar acciones pacíficas e inteligentes que tiendan a lograr resultados positivos para la gente, sin comernos al otro, para no convertirnos en caníbales de caníbales”.
Y cree que ganar consiste en lograr uno los más transformadores proyectos políticos, económicos y culturales de la actualidad, que postula mirando al mundo través de sus rulos: “Que nos dejen vivir en paz”.

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“¿Qué van a hacer?”: testimonios y preguntas del colectivo travesti trans en Diputados, tras los ataques del gobierno nacional

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Una reunión informativa convocada por diputadas y diputados reunió a distintas voces del colectivo travesti trans, que planteó sus posturas, miradas y críticas hacia el rol del Estado mucho antes de los ataques del Poder Ejecutivo. Qué dijeron Cristina Montserrat Hendrickse, Gabriela Mansilla, jóvenes del colectivo El Teje, Florencia Guimaraes, y el contundente discurso de Marlene Wayar: un diagnóstico crudo de una situación históricamente vulnerable, gobiernos progresistas mediante, y la defensa ante los actuales ataques libertarios. Tratamientos médicos, DNI, discriminación diaria, social, laboral, la deuda con “las viejas”, y la pregunta a los anfitriones: «¿Qué van a hacer?»

La Comisión de Mujeres y Diversidades de la Cámara de Diputados de la Nación realizó ayer una “reunión informativa” para escuchar al colectivo travesti trans tras los ataques sufridos por parte del Poder Ejecutivo.

Mónica Macha (UxP), presidenta de la Comisión, enumeró el temario del día:

  • El estado del cupo laboral travesti trans. 
  • Las consecuencias de los discursos y prácticas de odio y persecución. 
  • La preocupación por el acompañamiento a niñeces y adolescencias trans, a raíz de los cambios impulsados en la Ley de Identidad de Género. 

“Es importante poner en palabras, en relatos personales, una respuesta que ya dio la sociedad argentina en la calle el 1 de febrero”, dijo el diputado Esteban Paulón (EF), vicepresidente de la Comisión, en relación a la masiva Marcha Antifascista y Antirracista. 

“¿Qué van a hacer?”: testimonios y preguntas del colectivo travesti trans en Diputados, tras los ataques del gobierno nacional
Mónica Macha y Paulón fueron los diputados que convocaron a la comunidad. Debieron escuchar también críticas hacia las relaciones institucionales de sus espacios con el colectivo travesti trans. Foto: Diputados

Luego, durante casi cuatro horas, diputados y diputadas de la mayoría de todos los bloques excepto de la Libertad Avanza, escucharon treinta y seis exposiciones de activistas, militantes, intelectuales, referentes de partidos políticos, de organizaciones sociales y sindicales, profesionales de equipos de salud, familias y adolescencias trans. 

Estas son algunas de las voces que se escucharon.

Discriminación, DNI y “el mundo va a seguir pariendo trans”

“Coordino dos grupos de jóvenes que me preguntan: ahora qué hacemos. Hemos decidido continuar con la atención, hay un principio en medicina que es no abandonar a quien nos consulta y no dañar, y esta decisión daña a las personas transgéneros”, dijo Adrián Helien, psiquiatra y coordinador del Grupo de Atención a Personas Transgénero del Hospital Durand, que también cuestionó la formación médica que siga formando profesionales cisgéneros. 

La abogada Cristina Monserrat Hendrikse, militante trans y funcionaria del fuero bonaerense, quien escribió una nota en lavaca tras la publicación de DNU  62/2025 del gobierno que busca modificar la Ley de Identidad de Género, comenzó su exposición explicando que “un DNU es la decisión única de un monarca que da su opinión y sin escuchar a otros toma su decisión de forma unilateral, cuando las reglas que gobiernan una sociedad democrática son el fruto del debate y de la escucha. 

“¿Qué van a hacer?”: testimonios y preguntas del colectivo travesti trans en Diputados, tras los ataques del gobierno nacional
Cristina Montserrat Hendrickse. Foto: Lina Etchesuri

Luego preguntó: “Si un adolescente de entre 13 y 16 años puede acceder a un tratamiento médico con autorización de sus padres, ¿por qué no lo puede hacer un niño o una niña trans? Evidentemente es discriminación a nuestro colectivo”. Cristina terminó su intervención interpelando a diputados y diputadas presentes: “No sé los señores legisladores qué van a hacer con este DNU, si lo van a confirmar o lo van a desechar, solo les voy a recordar que hace 3500 años el señor Moises escribió el Deuteronomio y nos prohibió, y todavía estamos acá. Hagan lo que hagan, aunque me maten, aunque nos maten a todas, la naturaleza, la biología, va a seguir pariendo trans”. 

“He parido una hija que me puso en este lugar, que me enseñó a luchar, que me puso en conocimiento de toda esta comunidad que hoy no debería estar acá discutiendo lo que ya discutimos. No quiero que las niñeces aprendan a resistir lo que la comunidad adulta le tiene que garantizar”, dijo Gabriela Mansilla, de la Asociación Civil Infancias Libres y mamá de Luana, la primera niña en recibir DNI con su género autopercibido en el mundo. Entre lo que se está la mira del gobierno se incluye el DNI no binario y la rectificación de partidas de nacimiento. “Lo más importante es que pueda salir una respuesta para contestar esto – siguió Gabriela-. No estoy acá para decir palabras que emocionan, estamos exigiendo derechos. Tenemos niñeces que tienen miedo de salir a la calle. Por más que intenten lo que intenten, primero para tocar a mi hija, y para tocar a un montón de otras niñeces van a tener que pasar por delante de sus mamás, y les vamos a dar batalla”. 

La voz de la adolescencia trans también estuvo presente a través de Manuel Sinde, de la Organización Adolescencias Trans “El Teje”, quien leyó una carta que escribieron colectivamente contando que tienen miedo, impotencia y ansiedad. “También queremos aclarar que todas esas personas que salen a hablar mal de nosotres y dicen que nos obligan a ser personas trans, son personas que nunca en su vida hablaron con una infancia o adolescencia trans, que nunca tomaron el tiempo de conocer nuestras vidas, nunca nos dieron el lugar, y siempre hablaron desde la ignorancia y el odio, queremos que se nos escuche”, leyó. Manuel aclaró respondiendo al presidente: “Las personas trans no somos ni hormonas ni cirugías nada más: somos mucho más”. 

También participó Cero, que llegó desde La Matanza y leyó una carta de otro varón trans adolescente que no quiso ir por miedo: “Yo, antes de mi transición, me sentía incómodo con mi cuerpo, aspectos como mi voz, mi busto o el hecho de menstruar eran algo que no sentía propio de mí; y gracias a la comprensión, amor y cariño de mis padres y mi familia, fue que pude sentirme bien con empezar el tratamiento”. Junto a Cero llegó Lautaro, adolescente trans, que complejizó recordando los altos niveles de pobreza en la actualidad, las dificultades para tener trabajo registrado, y “ni hablar de tener que pagar hormonas o querer vivir solo en un futuro”. 

Entre quienes hablaron también estuvo Vanessa Di Cecco, que hace unos días sufrió en Cañuelas que un hombre que la venía hostigando le prenda fuego su casa, la de su esposa y la de su hija. “Todo fue incendiado y destruido por el fuego y por el odio. Hicimos la denuncia ese día pero no se inició ninguna investigación hasta que no fuimos a los medios”. El hombre que incendió la casa y luego se fue caminando tranquilo sigue prófugo.  

La activista y militante Florencia Guimaraes recordó por su parte las deudas históricas que hay con el colectivo travesti trans para no creer que los últimos años fueron “de ensueño” y ahora con un gobierno de derecha todo cambió. Hubo quienes les dijeron a les adolescentes que no tengan miedo. 

Egos, política y “¿qué es lo que van a hacer?”

Cuando tomó la palabra la activista y pensadora Marlene Wayar, rompió con una pregunta: “Siempre me parece que venimos a aplaudirnos las unas a las otras. Yo pensé que era para trabajar, ¿cuál es la acción?. Esto es levantar nuestros egos, ¿qué es lo que vamos a hacer?”. La presidenta de la Comisión Mónica Macha le contestó que en principio es poder tener un espacio en la Comisión donde están representados todos los bloques y si no estuviera sería un silencio que no está bueno. Marlene retrucó: “Ellos se aplauden a sí mismos a ver quien tiene el tweet más violento, y nosotros quien es la más romántica: es exactamente la misma mecánica. Si algo demostró la marcha es que hay que seguir con la acción y son ustedes que están con asesoría legal, con legislación comparada quienes nos tendrían que haber dicho ‘el camino nos parece por acá, necesitamos que apoyen esto’. Vinimos a  Diputados, sino tenemos la asamblea en una plaza y todo bien. ¿Ustedes cómo van a aportar? ¿Cómo les van a exigir a sus partidos que no nos vuelvan a dejar tiradas? ¿Qué van a hacer ustedes más allá de servirnos un cafecito? Esto ya se hizo con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad: nos invitaron a doscientas cincuenta mil reuniones que no llegaron a nada, fueron muriendo nuestras viejas una a una”

“¿Qué van a hacer?”: testimonios y preguntas del colectivo travesti trans en Diputados, tras los ataques del gobierno nacional
Marlene Wayar, activista travesti trans e impulsora de la Ley de Reparación Histórica, fue una de las oradoras. Foto: lavaca

Siguió: “La corrección política es perfecta y sumamente vacía, estoy dolida de la falta de reacción que tienen y de lo fácil que caen en el egocentrismo de venir y sentirse hermosas acá en Diputados, ¿para qué estamos acá? Esa es la gran pregunta. ¿Para qué diablos estamos acá?, que encima estamos arriesgando el trabajo porque a las dos de la tarde estamos en horario laboral, en un trabajo policíaco en estos momentos. Entonces, estoy arriesgando mi puesto laboral de dos mangos por cincuenta para estar acá para hacer nada, para lamernos el ego”. 

Esteban Paulón explicó que denunció penalmente al presidente, que acompaña distintos pedidos que se hizo de inconstitucionalidad del DNU, y que se está acompañando los debates y las marchas. “Lo de hoy es que pudiéramos tener en estos espacios las voces de las personas que por lo general no tienen voz”, dijo y destacó la presencia de distintos bloques en la escucha. “Bienvenidas todas las ideas para hacer más efectiva nuestra tarea en el parlamento”. Macha explicó que en el periodo de sesiones extraordinarias no se pueden tratar proyectos por fuera del temario establecido por el Ejecutivo, por eso la reunión fue informativa. “Creo que es importante las voces que se están escuchando acá, y cada compeñeres que está tomando la palabra responde a invitaciones de distintas diputadas”. 

Las intervenciones de quienes fueron a exponer y luego de algunos diputados y diputadas  siguieron durante dos horas. Aún está por verse si logran articularse acciones desde el Poder Legislativo construyendo consenso mayoritarios en un Congreso agrietado que ya está en modo campaña. Hacia el final se propuso hacer un proyecto de nulidad absoluta del DNU, intentar que se firme por la mayoría de los bloques, y tratarse en las próximas sesiones. 

Por ahora, la pregunta sigue latente: ¿qué van a hacer?

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Contra los incendios y la desinformación: sobre la caza de brujas en la Comarca Andina

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La policía provincial, fogoneada por el gobierno local y nacional, detuvo a 12 personas al voleo y sin pruebas como supuestas responsables de los incendios que ya consumieron más de 25 mil hectáreas en la zona. Se trata de vecinas y vecinos que se encontraban conteniendo las llamas o que tienen apellidos mapuche. Frente a la comisaría, una movilización que reclamaba la liberación de estas personas sufrió además el amedrentamiento de una patota ligada al magnate Joe Lewis (uno de sus integrantes, empleado del municipio y cercano al intendente). La policía los dejó actuar sin hacer nada. Lo que hay detrás de esta operación político-mediática: fake news para romper la organización, persecución social, proyectos de extractivismo y entrega de territorios. “El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos, en los territorios y en las calles”, dicen algunas personas que prefieren no dar el nombre pero testimonian en esta nota, explicando todo lo que pasó y sigue.

Por Francisco Pandolfi

Mientras se queman los bosques y la montaña y los valles y las casas, y los animales, empezó una caza de brujas en Chubut y en Río Negro. Una caza de personas que justamente combaten a un fuego que sigue ardiendo en cinco grandes incendios. Que ya quemó más de 25 mil hectáreas. Que ya se llevó una vida: Ángel Reyes, de 84 años. Que ya arrasó con más de 200 viviendas en la Comarca Andina. Y que ya tuvo por lo menos 12 detenidos, al voleo, sin pruebas, y con el cargo de “incendio doloso” (dos de esos detenidos fueron inmediatamente liberados por falta de pruebas).

La persecución que en las últimas horas escaló al extremo, con el Estado sembrando en la población un estado de terror.

Frente a esto: la autogestión. El poder de las comunidades organizadas, ante todos los otros poderes.

Miente, que algo queda

Para entender este presente basta con hacer memoria a no tan largo plazo para comprender un mismo modus operandi. 

“La historia se repite”, decía Hegel. “La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”, dijo Marx.

Todos los años ocurren enormes incendios forestales, y según estadísticas oficiales más del 95% son provocados por la acción humana. En enero de 2024 se quemaron casi 7 mil hectáreas en el Parque Nacional Los Alerces, en Chubut. A las horas de su inicio, el gobernador Ignacio Torres responsabilizó a la comunidad mapuche Paillako, tomando la línea de Patricia Bullrich, es decir del gobierno nacional. Pasó un año y no se encontró ni una sola prueba en contra de la comunidad, pero el ataque allanó el terreno que derivó en el desalojo de la lof a comienzos de este 2025. El déjà vu aparece cuando el último miércoles el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, informó que habían sido detenidas tres personas. Este jueves, se sumaron por lo menos 9 detenciones más, según el registro de distintas asambleas que ya no solo deben contar la hectáreas quemadas. 

La patota

Iván González es docente de biología, comunicador en la FM Radio Alas y vecino de Lago Puelo. Ahora está en El Bolsón, combatiendo el fuego y la desinformación. “Las personas a quienes están deteniendo son las que arriesgaron su vida por apagar los incendios. Ni bien nos enteramos de las primeras excarcelaciones nos movilizamos a la puerta de la Comisaría 12, de El Bolsón, para exigir su liberación, cuando de repente llegó una patota montada en caballos que vino directamente a agredirnos. Vimos peligrar nuestra vida, rodeados por mucha gente armada, con cuchillos, palos, amenazándonos de muerte todo el tiempo, aplaudiendo y gritando ‘viva la patria’, ‘mátenlos’. Fue una situación muy violenta”. La policía se destacó por su sospechosa inacción.

Iván explica que, ante las persecuciones, tienen dos estrategias: salir a hablar sin dar nombres propios, o hacer lo opuesto y que sea la exposición el paraguas que los proteja. El anonimato es la opción que elige un vecino de la localidad chubutense de Golondrinas, por una cuestión vital: “Quiero seguir viviendo”. Pone en contexto esa tremenda frase: “Están haciendo un operativo cazando gente; ayer a una amiga que lo único que hizo fue apagar llamas, le allanaron su casa; a otro flaco que por su apellido es del pueblo mapuche, lo levantaron de la puerta del supermercado y se lo llevaron, montando pura espectacularidad”. Agrega un dato clave sobre el grupo parapolicial que el miércoles llegó a caballo a amedrentar en la puerta de la comisaría: “Responde a Joe Lewis (magnate británico dueño de una estancia de 8 mil hectáreas que rodea el Lago Escondido). Lewis, Pogliano (intendente de El Bolsón) y Weretlineck son la misma cosa”. Uno de los integrantes de la patota es empleado del municipio encabezado por Pogliano.

El relato

Nelson Ávalos integra la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), región Noroeste de Chubut. La conversación con lavaca se pospone una y otra vez porque las detenciones aumentan con el correr de las horas. Entre audiencia y audiencia de la formulación de cargos a los detenidos, finalmente explica: “Mientras la gente arriesga su vida y encima la detienen, los gobernadores de Río Negro y Chubut, junto a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, están creando un relato sobre que los incendios (Mallín Ahogado, Epuyén, Trevelín, la comunidad Nahuelpan y el Pedregoso) son producto de una sola causa: una organización que se dedica a realizar actos terroristas para incendiar todo, vinculando siempre al pueblo mapuche tehuelche. Y ahora intentan sumar a gente que voluntariamente busca apagar el fuego”. 

Nelson dice que es muy complejo lo que están viviendo, que es muy difícil de sintetizar. Y subraya lo que cree fundamental poner en evidencia: “El relato de los gobiernos busca justificar que se instale en la región un estado de militarización. Hace unos días, Torres y Bullrich presentaron el Comando Unificado para combatir a ‘las fuerzas terroristas de la Comarca Andina’, y para eso desembarcaron las policías provinciales, la Federal, la Gendarmería, la Prefectura y el Ejército, además de los servicios de inteligencia”. Avalos deduce qué hay detrás: “Proyectos de extractivismo y entrega de territorios a la voracidad de capitales nacionales e internacionales”.

Sobre las detenciones: “La investigación la lleva el fiscal (Francisco) Arrien y se están llevando a cabo las audiencias de formulación de cargos por incendio doloso. Yo creo que mañana estarán todos liberados, porque esto forma parte de un circo de la Justicia y del poder político, para no ir hacia las verdaderas causas que originaron el fuego”.

El Estado de las cosas

“Estamos muy preocupados”. Del otro lado del teléfono habla Viviana Moreno, referente histórica de la Asamblea por el No a la Mina de Esquel. “Hay incendios locales en todos lados, todos los días. Se logran apagar enseguida porque estamos atentos. Son intencionales, porque son de madrugada”, dice. La voz se pone más tensa: “Estamos desesperados, anoche hubo otro incendio en un barrio. Esto que ocurre es una locura. Ya se están haciendo planes de evacuación de los barrios más inmersos en el bosque nativo”. 

Para Viviana, el fuego es el resultado final de una combinación explosiva de factores: un abandono del Estado de los bosques comunales, que deben ser limpiados, raleados sistemáticamente y no sucede; las plantaciones de pinos como monocultivo, altamente combustibles; el cambio climático: altas temperaturas impensadas años atrás, sequía y vientos fuertísimas; y la falta de equipamiento y la precarización laboral de los brigadistas que combaten los incendios forestales”.

Hernán Mondino integra la Brigada de Incendios, Comunicaciones y Emergencia (ICE) del Parque Nacional Los Alerces. Da un marco de la situación: “Pedimos 15 compañeros para reforzar la temporada e ingresaron solamente seis. Y encima, por la política general de gobierno renunciaron cuatro. A esto se suma que los brigadistas tenemos contratos laborales de tres meses. O sea, los números son siempre negativos y de esa política hay responsables concretos que se llaman a silencio. El Servicio Nacional del Manejo del Fuego ahora depende de Patricia Bullrich y en este contexto que vivimos Parques Nacionales sigue despidiendo gente. Estas responsabilidades se quieren ocultar buscando chivos expiatorios o culpables efímeros para desviar lo que realmente pasa”.

El vecino de Golondrinas que pide reserva de su nombre recuerda que desde el catastrófico incendio de 2021, aún hay gente que sigue sin agua, cuatro años después. También dice que sólo en enero, ya debió apagar cuatro veces el fuego iniciado por el chisporroteo de cables y por la quema de transformadores. “Cuando hay viento, están cortando la electricidad, porque saben que eso puede generar más incendios, lo que refleja la falta de inversión. Como no pueden resolver los problemas de infraestructura, por no haber inversión estatal, acusan al pueblo de terrorista, cuando son los gobiernos quienes están generando políticas de terror a favor de sus negociados”. 

Agrega Nelson Ávalos, de la APDH: “Acá se juegan intereses que trascienden a los incendios y se está utilizando el desastre para allanar el camino. Queda demostrado la complicidad estatal con lo que pasó el miércoles con esa patota y la impunidad con la que se movieron: cometieron un delito en flagrancia, a los ojos de la policía, que no hizo nada. Es evidente que su accionar fue avalado y que busca, generando desconfianza, romper un tejido social, una solidaridad de hermandad construida en toda la Comarca”.

La autodefensa de la autogestión

Hay dos movimientos que están sucediendo al mismo tiempo: la persecución, por un lado, y la organización popular que crece cada día un poco más. Iván González, vecino de Lago Puelo, reflexiona: “Todas las acciones que se están haciendo desde los gobiernos son conducentes a desarticular la red comunitaria que se formó para luchar contra los incendios y crear enemigos internos como el pueblo mapuche. El crecimiento inmobiliario en El Bolsón hace que la ciudad casi ya no tenga dónde crecer, porque es un valle encajonado, y entonces se pretende avanzar con loteos inmobiliarios hacia los lugares rurales, justamente como es la zona de Mallín Ahogado”. Iván suma un elemento: “La aprobación del RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) vino a acelerar la realización de proyectos mega turísticos hoteleros y mineros, en un territorio donde hay una resistencia importante a que no talen los bosques, donde hay muchos productores apostando a la agroecología, donde en definitiva existe un obstáculo importante para sus proyectos urbanizadores”.

Y suma otro más: “A ellos les molesta que haya gente organizada contra sus planes, todos articulados por Joe Lewis. De hecho, es muy sospechoso que el incendio en Mallín Ahogado haya empezado pocas horas antes de lo que iba a ser la novena marcha hacia Lago Escondido, que año tras año visibiliza que se trata de un lago usurpado por un empresario”.

Iván pide no desviar el foco principal: apagar el fuego. “Intentan meter miedo y romper nuestra organización, mientras las llamas siguen descontroladas en la montaña, en las laderas, y ayer ya ni había aviones hidrantes volando. Entonces, si esperamos que 100 brigadistas de los servicios estatales –en un estado de cansancio total, con unas viandas deplorables y casi sin nafta para el uso de motobombas–, apaguen estos incendios no va a ocurrir hasta dentro de varios meses. El desfinanciamiento se traduce en la poca capacidad operativa del Estado para apagar el fuego. Ni hablar cuando hay varios fuegos en simultáneo, como ahora, que son cinco. Los mismos jefes del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) y todas las brigadas, reconocen que están con una frazada corta, que sacan de un lado y ponen en otro, que mueven aviones de un incendio al otro y no logran apagar ninguno. Por eso, no nos queda otra que las brigadas de vecinos voluntarios estemos de pie, que hoy cuadriplicamos en cantidad a quienes conforman los servicios estatales. La organización es muy grosa, hay muchísima gente participando”.

Existen roles bien marcados. Están quienes van al frente de la batalla contra el fuego; quienes organizan las viandas –hay un montón de cocinas y en cada una hay siete personas en cada turno–; están quienes se encargan de distribuir la comida; hay gente que organiza los animales; otro equipo ya pensando en la reconstrucción de las casas; uno más, imaginando cómo hacer las estufas para las nuevas viviendas; y otro, ideando cómo volver a reforestar, si con bolitas de arcilla o semillas. Plantea Iván: “La organización de autodefensa es enorme. Y apuntan a derribarla. Por eso estamos repitiendo un versito, que no es ningún verso, y es que a la represión, a su cacería y a los incendios, los combatimos con apoyo mutuo, con cuidados, con autogestión. El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos en los territorios y en las calles”.

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Lohana Berkins: recuerdos del futuro

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“Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, Lohana Berkins desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír. La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo. La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas. La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político”.

Con estas palabras la escritora y periodista Claudia Acuña despidió a Lohana, fallecida el 5 de febrero de 2016. Nueve años después recordamos esta conversación cada vez más actual, publicada en la revista MU 11 bajo el título Anatomía política del cuerpo travesti: “El travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo”.

Lohana Berkins: recuerdos del futuro
Foto: Subcoop.

Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír.

La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo.

La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas.

La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político.

El suyo fue castigado, ignorado, intervenido, encarcelado, explotado. Y en consecuencia, Lohana Berkins murió.

Nos queda, entonces, la gran tarea de cuidar los cuerpos de quienes sufren hoy violencias. Las machistas, las institucionales, las sociales, las culturales, las que nos hacen llorar hoy.

Anatomía política del cuerpo travesti

Conversación con Lohana Berkins con Claudia Acuña, publicada en MU 11, diciembre de 2007.

De mujer a travesti te pregunto ¿cómo puedo hacer una lectura política de tu cuerpo?

Una de las cosas que no ve esta sociedad es el cuerpo travesti. Es decir, ve la identidad, la apariencia, la parte performativa de la travesti, pero lo que a esta sociedad le produce un pánico moral y sexual es el cuerpo de la travesti. Si yo, en cualquier contexto cultural y socioeconómico, pronuncio la palabra “mujer” o “varón” inmediatamente todas y todos pueden referir un cuerpo, con variaciones de a cuerdo a la cultura, pero un cuerpo anatómicamente definido. En cambio, cuando decís “travesti” no imaginan ese cuerpo de acuerdo a sus características físicas. Negado el cuerpo travesti, lo que se lee es su apariencia. Entonces se empieza a encasillar: si tiene barba, se lo encasilla en lo masculino, te remiten al origen al cual -según la sociedad- no se puede escapar. O te remiten al otro extremo, colocándote en lo femenino: te veo como mujer, las travestis son mujeres, y a la hora de la articulación de la lucha y la palabra que pasen al lado de las mujeres. Entonces, la travesti no se puede posicionar como un cuerpo propio. Y, por lo tanto, al negarle la existencia a ese cuerpo, tampoco se le concede ningún derecho. Porque en definitiva, lo único que tenemos es ese cuerpo. Y si hay algo inocente es la representación anatómica del cuerpo desnudo, pero el cuerpo desnudo de la travesti es subversivo, totalmente peligroso. Es intolerable.

Justamente, ese cuerpo desnudo de la travesti te confronta con la posibilidad de pensar por fuera de los esquemas establecidos: no es hombre, no es mujer. ¿Qué es? ¿Es un cuerpo creado? ¿Es un cuerpo que expresa violencia? ¿Abuso? ¿Mentira?

Creo que no es un cuerpo creado, porque en realidad tendríamos que discutir la naturalidad. Yo creo que la naturalidad, en su esencia más profunda, no existe. Cualquiera fuera nuestra orientación sexual, nuestra identidad de género, de por sí hemos sido y somos atravesadas por la superficialidad del mercado. Se nos han creado necesidades que nada tiene que ver con nosotras y nosotros. Y ahí me parece que viene una de las cuestiones profunda que quizás el cuerpo travesti le arranca de manera muy fuerte al patriarcado y al capitalismo mismo: el hecho de qué pasa cuando uno/una es artífice de su propio cuerpo, no ya de su propio destino. Después podemos leer por qué hay esa necesidad de esa construcción del cuerpo, si esas construcciones son deseadas, pero lo que la travesti pone en evidencia es eso de ser arquitecta de su propio cuerpo y a partir de qué lo construye. Otra cosa siniestra que pone en evidencia es cómo la sociedad te pide la evidencia de esa corporeidad. ¿Esto que significa? A nosotras no solo nos piden que tengamos tetas, sino que seamos la evidencia de esa teta.

De alguna manera el mercado llenó ese vacío de representación del cuerpo travesti con sus propios íconos: decís travesti y pensás en Florencia de la V. ¿Es la representación del cuerpo travesti como mercancía?

Yo diferenciaría dos cosas. La primera es que el mercado históricamente cotiza la belleza de la mujer como moneda de cambio: vende la belleza impecable del cuerpo de Florencia de la V. No sólo su cuerpo, a secas. Lo que se le exige a ese cuerpo es la belleza. La segunda cuestión es con respecto al cuerpo travesti en particular: cuando esos cuerpos están en el mercado de la prostitucion son deseados y cotizados. Ahora cuando esos mismos cuerpos abandonan la prostitución, no son deseados por nadie. Porque hasta la misma Florencia está atrapada en esa trampa: para mantenerse en su estatus debe ser un cuerpo despolitizado, que es lo mismo que nos pasaba a nosotras en la prostitución. Un cuerpo a disposición del tipo que no va a comprar conflictos, sino sumisión.

Desde ese punto de vista, no existe cuerpo más politizado que el de la maestra travesti.

Claro: imaginate ese cuerpo puesto ahí, al frente de un aula, para que las niñas y los niños empiecen a romper con la binariedad y empiecen a imaginar un mundo posible donde el diálogo se habilite más allá de ser hombre o mujer. No solo que la vea como un cuerpo construido, sino también que la pueda ver como objeto de deseo en ese mercado de los deseos. Porque ¿qué pasa si el niño o la niña se enamora de la maestra travesti? ¿qué pasa si la quiere, si la admira?¿qué pasa si aprende de esa maestra lo que ella es y lo que no es?

¿Lo que vos estás diciendo es que hoy el cuerpo travesti no puede pensarse sino en función de la prostitución?

Totalmente: no puede pensarse sino es en función del mercado. Ese cuerpo, en cuanto se mantenga en esos márgenes, digamos, de utilidad de un mercado, por supuesto que está cotizado. Siempre digo que las travestis somos el deseo oculto de la burguesía capitalista, pero ¿cuándo seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria? Porque está bien que Lohana Berkins y determinadas travestis participemos de los partidos de izquierda, pero ¿qué pasaría si el secretario general de un partido de izquierda dice “te presento a mi compañera, Lohana Berkins”, con el mismo orgullo que yo he visto diciendo “te presento a mi compañera dirigente obrera, que luchó en Zanón o en Brukman”? No. Nosotras seguimos estando como ícono de la particularidad. Nosotras quedamos atrapadas en esa cosa del mercado. Y ahí se genera algo bien peligroso que la sociedad no quiere debatir y que en ese sentido se marca más en las travestis: eso de generar genotipos de personas solo para algo. Cuando, por ejemplo, se dan debates sobre la prostitución, ahí se ve lo que realmente la sociedad piensa. Lo primero que surge en torno a la prostitución es si la legaliza o no. Más allá de que este tema merece otro capítulo, lo que señalo es que nunca esos pedidos fueron propiciados por organizaciones de mujeres y travestis en situación de prostitución. Nunca fuimos nosotras a decir “queremos una zona roja”. Siempre lo dicen los otros. Y lo que expresan es algo bien concreto: porque así como en su momento la negritud era sinónimo de esclavitud, las travestis son para esta sociedad un genotipo de esclavitud sexual.

Lección de anatomía

¿Qué pasa con el cuerpo travesti cuando llega a un hospital?

Te contesto con una anécdota concreta. Un día, por un dolor de panza, voy al hospital, al servicio de gastroenterología. Como yo ya había hecho un escándalo en admisión para que me anotaran como Lohana, el primer diálogo con la doctora fue así:

-¿Tuvo abortos? ¿cómo es su menstruación?
-Perdón doctora, acá hay un problemilla: yo mujer no soy.
-¿Cómo que no es mujer? ¿Usted no es Lohana?.
-Sí, soy yo. Pero soy una travesti.
-¡Ahh! Entonces, ¡usted es un hombre!

Me lo dijo levantándose de la silla, como sentenciándome. Ahí le apareció lo policíaco de la medicina. Y aunque le expliqué que estaba equivocada, en la historia clínica escribió: “se niega a dar su nombre”. Y no me estaba negando a dar mi nombre, porque mi nombre es Lohana. La que se estaba negando a ver la realidad era ella. Ahí mismo me fui a hablar con el director del hospital, que me propone consultar la lista de médicos de esa especialidad así elegimos a la doctora más “simpática”. Le digo: “Perdón doctor. A mí me va atender la misma doctora que me atendió, pero bien. Si cuando yo me vaya se pone azufre y se rocía con agua bendita, es problema de ella, pero me tiene que atender. Porque sino le estamos resolviendo el problema a ella, no a mí.

¿Y tu dolor de estómago?

Tuvo que seguir esperando, porque me pasan a otra médica, divina, canchera, pos moderna, pero que no me revisó nunca. No podía relacionarse con el cuerpo de una travesti. Así que pasé a un tercer médico al que le dije:” Si no me vas a revisar, me voy ya”. Nunca indagaron la historia de mi cuerpo, si el haber estado presa influyó en mi salud, si las siliconas me las puse ilegalmente y en qué condiciones, si tomaba hormonas… Mi cuerpo era una cosa tirada ahí, seguía siendo violentado, invisivilizado, porque verlo era para esos médicos alterar, confrontar e interpelar todo un orden de lo aprendido. Es tan fuerte el pánico que producen nuestros cuerpos que absolutamente cancela cualquier diálogo.

¿Qué pone en evidencia el cuerpo travesti? ¿La inseguridad, la ignorancia, lo desconocido?

Creo que el travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo. Cuando las vecinos sensibles de Palermo reclamaron que saquen a las travestis de la puerta de sus casas, ¿a quién realmente querían sacar de la puerta? Al deseo de sus esposos. No pueden admitir que nosotras le pongamos el deseo en la puerta. Cuando una persona ve a una travesti, en realidad, no le molesta la diferencia sino la igualdad: qué me refleja, qué me está sacando a mí que me pone tan loca. Pensemos que una travesti nos enfrenta, incluso, a pensar en nuevas formas de reproducción. ¿Podríamos decir, por ejemplo, que un hombre ha parido un hijo? Sí, si pensamos que una persona que nació mujer y se convirtió en hombre sigue teniendo sus órganos reproductivos. Yo he visto una foto de un tipo de barba pariendo. Algunos dirán que está pariendo una mujer, pero su identidad es masculina. ¿Qué respetamos entonces para referirnos a esa persona: su identidad masculina o su anatomía femenina?

¿Cómo podríamos definir la subjetividad travesti?

Si yo me comparo con una mujer de mi edad, cruce racial y origen social, es evidente que la construcción de los cuerpos y las vivencias fueron absolutamente distintas y que esa diferencia nos van dando un tamiz sobre la vida absolutamente distinto. Es cierto que toda la sociedad, por ejemplo, está atravesada por la violencia. Pero si vos comenzás a hacer un trabajo empírico sobre esa violencia social, podés sectorizarla: los jóvenes pasan por esto, los ancianos por esto otro, las mujeres por aquello. Lo que hace sumamente grave en esta sociedad el tema de las travestis es que todas esas violencias juntas atraviesan sus cuerpos. Si a una travesti le preguntas ¿te encarcelaron?, te responde: sí. ¿Te pegaron? Sí. ¿Te violaron? Sí. ¿Te echaron de tu casa? Sí.¿Se te murió una amiga? Si. ¿Tenés Sida? Sí. Todas esas violencias juntas hacen muy pesadas estas historias. Nosotras somos identidades clocalizantes: toda la mierda debe ser puesta en nosotras. Pero no vemos esta historia de genocidio. Son generaciones enteras que están desapareciendo y la gente y funcionarios siguen pensando en función de que toda esa miseria no es real, es simbólica. ¿No hay mayor crimen que quitarle la niñez a alguien? En las travestis es lo primero que se hace. Una niña travesti es siempre alguien expulsado de su hogar, que a los 13 años ya vive en una comunidad con adultas que tenemos la vida hecha mierda.

¿Otra forma de violencia más sutil, que desactiva la rebeldía, no es la victimización?

Esto de la victimización termina siendo rasgo identitario muy fuerte, porque si vos perdés el discurso de la víctima perdés todo. Es otra de las consecuencias de la exclusión: la victimización termina siendo un rasgo identitario único. Un paso más fuerte es cuando esa misma víctima se convierte en sujeta de derecho. Nunca se nos puede quitar el derecho a denunciar que somos víctimas, pero no nos tenemos que quedar ahí. Vos tenés que revolucionar no solo tu propio sentido, sino también el sentido común de la sociedad. El Derecho debe ser interpretativo de la realidad. Si alguien dice “ya he sido puta y no lo quiero ser más”, el Estado automáticamente tiene que interpretar esa realidad. Lo que pasa acá es que no se lee esa realidad, se ignora. Nosotras tenemos que discutir nuevos derechos civiles y políticos, nuevas constituciones. Debemos participar generar, debatir, no permitir que el sistema siga funcionando así.

Modelos de mujer

¿Se podría decir que una de las características de lo travesti es esa visión performática de sus cuerpos?.

En realidad, la estética de todas las mujeres no es creación de las propias mujeres: es una creación de los varones.

¿Y la estética travesti no es una creación de los varones?

Es la estética que se impuso a las mujeres, sobre la cual las travestis hacen después su propia interpretación. La sociedad genera esos íconos. Lo travesti, entonces, no hace más que dejar en evidencia, bien demostrado, cuáles son esos íconos. En mi época, nuestro modelo era Moria Casán. A lo mejor si hoy una adolescente travesti tuviera que hacer una lectura de qué es ser una mujer, pondría de ícono a Pampita. Ahora, el porqué Moria Casan o Pampita son la estética de una trava no es un tema del trava, sino de la sociedad. Eso te da la clara evidencia de cómo el sistema capitalista genera iconos fuertes que atraviesan a cualquier adolescente y, por supuesto, también a las adolescentes travestis. Esos modelos van cambiando, pero forjan una identidad sobre lo femenino de la que nadie está a salvo. El agravante que tiene esta identificación es que ése cuerpo travesti sólo es valorizado en el marco del a prostitución. Y la prostitución es un condicionante muy fuerte. Por ejemplo, en cuanto a las prótesis. Si la que sube más (a los autos) tiene una de 400 es lógico que la otra se quiera poner una de 500. Ahí el que está definiendo ese cuerpo es el prostituyente.

Algo que llama la atención es que desde hace relativamente poco tiempo la sociedad está pensando a las travestis como una población. Inclusive para moverlas del Rosedal, ya no se las trata individualmente, sino como a una población a la que hay que destinar un sector concreto de la ciudad para que allí sean prostituídas.

Hay que diferenciar la prostitucion de las mujeres y de las travestis: lo único que nos une es que para una y otra el primer fiolo es el Estado. Otra cosa en el sistema prostitucional de Argentina y ahí sí hay diferencias: las travestis no somos atravesadas por el fiolismo, como sí lo son las compañeras mujeres. La explotación sí que es la misma. La otra vez compañera me dijo una cosa que me hizo ver la luz. Ella marcaba la contradicción del Estado argentino: por un lado, el Ministerio nos da los forritos para que nos cuidemos y, por el otro, ese mismo ministerio manda a la policía para que nos reprima. A mí me impactó su manera de señalar estas contradicciones en las políticas de Estado. Porque si el Estado te dice “cuídense del sida”, la pregunta siguiente es: ¿cuídense para qué? ¿Qué posibilidades de vida digna tiene esa compañera?, ¿puede ir al a escuela , cambiar de trabajo? Cuando nosotras vamos al gobierno con estos problemillas, nos dicen: “bueno, las vamos a capacitar”. Perfecto. Pero mientras se produce la capacitación, ¿yo le puedo exigir a alguien que se prostituyó hasta las 6 de la mañana que venga a las 10 a tomar el cursito de peluquería? Es indigno. Y esto habla a las claras del destino de muerte que rodea a la travesti. Esta cosa de la muerte, no solo real, sino de muerte cotidiana. Porque los modelos de identificación que encuentra en el día a día siguen siendo el de la puta. ¿O acaso cuando vas a una tienda o a un bar sos atendida por una travesti? Para ejercer los derechos los tenés que conocer, vivir, incluso para exigirlos tienen que ser una cosa posible. ¿Y qué es lo posible para una travesti más allá de la prostitución? Muchas travestis activistas somos altamente capacitadas, pero no somos contratadas. Un ejemplo: en el campo especifico del sida, donde hay mayor cantidad de dinero destinado a las travestis, esos recursos son manejados por las oenegés y sus técnicos, que después agarran a las travestis y le tiran unos pesos por mes para que salgan a la calle, repartan los forros y les recojan la información que ellos luego presentan para justificar sus trabajos. Nosotras somos llamadas para dar testimonio o para el cotillón. No somos vistas como fuerza productora de trabajo.

Como fuerza de trabajo son vistas en cuanto putas.

Exactamente. Cuando destrabemos eso, vamos a poder decir: “Mirá cuánto avanzó la sociedad”.

La sexualidad travesti

¿Podemos pensar el cuerpo travesti como un cuerpo en rebeldía?

Ojalá las travestis lo pensáramos al cuerpo como una cuestión revolucionaria. Nosotras no estamos a favor de ningún tipo de institucionalidad, pero también no se puede obviar los impactos negativos que produce la no institucionalización, ya sea por no tener acceso a un hospital, a la escuela, ni siquiera tampoco a ningún orden barrial, la salitas del barrio o el grupo de la cooperativa “El trapito feliz” de la villa. Los impactos negativos que produce la ignorancia también afectan la capacidad de rebelarse. Para entender, por ejemplo, que la identidad no puede ser construida solo a partir de un cuerpo. El creer que ser mujer es tener una súper teta. Por ejemplo, cuando nostras hacemos los talleres damos una silueta de una modelo divina, ninguna discute ese cuerpo. Y cuando les decimos “vístanla”, todas la visten como puta, con medias caladas, botas bucaneros, polleras cortas. Yo les digo: chicas, las mujeres tiene sabor, olor , color, dolor.

Cuando ustedes están construyendo ese cuerpo ¿qué pasa con el pensamiento, con el alma, con el lenguaje? Va en conjunto con la transformación del cuerpo, o primero va el cuerpo, y después el pensarse, mirarse, decirse?

Absolutamente esa es la parte más fuerte que pasa con el travestismo. Generalmente, por cuestiones económicas y técnicas, comienza con el cuerpo, que muchas veces es modificado aun en la más tierna niñez. Esta exigencia de la corporalidad, de la definición corporal, es prioritaria porque la sociedad todo el tiempo te está pidiendo que te definas. Ellas acceden entonces a esta cuestión de transformar el cuerpo y no se pueden pensar a sí mismas, qué es lo que son y qué quieren ser. A mí me pasó que, tras mucho años de ser portadora de este cuerpo, recién empecé a pensar hace relativamente poco sobre lo que esa transformación significa. Si este pensamiento se hubiese producido al inicio de mi vida nada de lo que me hice, nada, lo hubiese realizado. Lo hubiera hecho en otras circunstancias, con otros cuidados, sin duda. Pero aun si no hubiese podido acceder a esa transformación, lo mismo yo seria Lohana Berkins. Hoy sé que si yo mañana me saco las tetas, me corto el pelo, sigo siendo Lohana Berkins. No podemos creer que solo puedes ser travesti con ese cuerpo. Eso es lo fuerte que nos ha pasado. Y no estoy siendo moralista: que cada una se haga lo que quiera, pero porque lo quiere, no porque se lo están exigiendo o por esta tremenda creencia que sin ese cuerpo no hay nada.

Algo de cruda realidad hay en esa elección: sin ese cuerpo no hay destino en la prostitución.

Eso es algo que se ve en los propios deseos. Cuando le preguntas en un taller qué quieren ser, te contestan: travesti. O mujer. Quedan tan atrapadas en esa ficcionalidad, y en esa cosa de ser solo travestis. Recién después de mucho trabajo, salen otros deseos: maestra, bailarina, médica. Nosotras lo que le tratamos de lograr es que las travestis comiencen a aceptarse a sí mismas. Y en ese sentido, una cosa muy particular es el truqui.

¿Qué es el truqui?

Es el arte de esconder el pene. Algo tortuoso, que te lastima, pero que se transformó en una exigencia para crear la ficción de que somos mujeres. Y no: somos travestis.

Eso lleva a un tema clave: ¿cuál es la sexualidad de la travesti en cuanto a su propio deseo? Porque a las mujeres, por ejemplo, una llave muy preciosa para nuestra propia conquista del deseo es la masturbación. ¿Esto es algo que forma parte de la sexualidad travesti?

Es algo que no puede formar parte en tanto te digan: sos mujer. Eso inhabilita no sólo tu realidad, sino tu posibilidad de goce. El aceptar nuestro cuerpo, y decir que tenemos un pene es maravilloso, porque eso es ser una travesti. Aceptar el cuerpo como es y las funcionalidades de ese cuerpo es algo muy difícil si estás atrapada en el universo de la prostitución. Si te obligan a hacer veinte cosas para que el tipo no se de cuenta de que vos tenés un pene, entonces, ¿porqué no buscan a una mujer? Si venís conmigo, deseame en mi integridad, gózame y déjame disfrutar a mí, porque sino me estás obligando a seguir siendo la geisha de la prostitución. Y esto no tiene nada que ver con la orientación sexual o la identidad de género. Esto es poder amar su propio cuerpo.

La cooperativa

Para pensar esos cuerpos como cuerpos productivos, más allá del mercado del sexo, se están organizando en una cooperativa. ¿Cuál fue el origen de ese proyecto?

Una de las crisis que nos agarró era ver que si bien nosotras habíamos avanzado en mucha cosas, la gran mayoría sigue viviendo de la prostitución. La gente ya ve bien que nosotras nos sentemos en una mesa de debate, pero no le importa de dónde secamos el dinero para sobrevivir, a cuántos tipos tuvimos que aguantar, a qué violencia nos expusimos. Así que les dije a las chicas: ¿qué está pasando? O estamos transmitiendo algo mal, o no se nos está entendiendo. Paremos y veamos cómo nosotras nos hacemos cargo de nuestra entrada económica, de empezar a debatir en esta cultura totalmente patriarcal porqué no se nos ve como productora de fuerza de trabajo. Y se nos ocurrió esto de la cooperativa. Así comenzaron a aparecer las ideas. Un día Hebe de Bonafini me invita a su programa de radio, se enteró del proyecto y nos dijo que nos amadrinaba. A partir de ahí todo el proceso fue sumamente interesante para ambos lados: para nosotras y para cada funcionario ante el cual teníamos que hacer un trámite.

¿Cuáles son tus miedos frente a esta nueva experiencia?

Yo le tengo miedo al Estado. A mis compañeras no. Toda la vida conviví con compañeras mujeres en calabozo y el conflicto siempre estuvo a punto caramelo y, sin embargo, siempre encontrábamos la forma de resolverlo. La ética de la puta a mí me conduce en toda la vida, por eso nunca tomo una discusión en términos personales. Una crece, y el crecimiento produce mucho miedo, pero no me asusta ese tipo de tensiones porque todas aprendimos a rescatar el valor de la convivencia y el afecto.

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