#NiUnaMás
Femicidio de Julieta: el pedido de justicia que recorre a todo un pueblo santafecino
Julieta Del Pino tenía 19 años y vivía en Beravebú, un pueblo a 150 km de Rosario. Su familia la buscaba desde el viernes a la noche, cuando le mandó un mensaje a su mamá para que le pusiera a calentar la comida luego de salir de trabajar. Nunca llegó. Según las cámaras de seguridad, fue interceptada por un auto camino a su casa. Su cuerpo fue encontrado el sábado a la noche, enterrado en el patio de la casa de Cristian Romero, que trabajaba con el hermano de Julieta en una obra de construcción. La mamá de la joven desmintió que tuviera una relación y dijo sobre el día del hallazgo: “Se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa”. Romero quedó detenido, procesado por el femicidio. El Observatorio Lucía Pérez registró 14 femicidios durante la cuarentena. Las movilizaciones por pedido de justicia que no paran pese a los anuncios oficiales. En esta nota, compartimos el relato en primera persona de la madre y el padre de Julieta a un medio local. Y el diálogo de lavaca con el jefe comunal: “El pueblo está en shock”.

Por Lucrecia Raimondi
Julieta Del Pino nació en Berabevú, se crió en esas calles, jugó en esa plaza donde la mayoría de sus vecinas y vecinos se juntaron a pedir justicia por ella cuando confirmaron su femicidio. La violencia machista pateó las puertas del pueblo: Julieta fue encontrada asesinada en el patio de la casa de uno de los suyos. La comunidad quedó en estado de shock.
Julieta atendía un kiosco, vivía en casa de sus padres. El viernes a la noche salió de trabajar y pedaleó su bici por el camino que hacía casi todos los días. Vestía jean, zapatillas negras con detalles fucsia y un camperón rojo con peluche en la capucha. A las 23.20 le pidió a la mamá que le caliente la comida. A las 23.30 no contestó más los mensajes ni el teléfono. El último rastro lo registró una cámara municipal de video vigilancia: a tres cuadras de su casa la increpó un auto al doblar la esquina. La secuencia quedó fuera del registro de la cámara que no pudo captar qué pasó ni cómo desapareció.
La familia radicó la denuncia en la comisaría local el sábado a la mañana y desde el mediodía todo el pueblo se comprometió con la búsqueda de Julieta. El fin de semana buscaron por cada rincón, junto a las autoridades de la Comuna de Berabevú y la fiscalía a cargo de Susana Pepino. Jonathan, el hermano mayor de Julieta, identificó el auto de su compañero de trabajo y así llegaron a quien está acusado por su femicidio: Cristian “Chorizo” Romero, de 28 años, albañil, la tenía enterrada en el patio de su casa y encontraron la ropa de Julieta en su auto.
La Justicia entregó el cuerpo de la joven en la tarde del lunes, después de hacer la autopsia. Afuera de la sala de velatorio se concentraron algunos vecinos y vecinas, la familia pidió que haya poca gente. A las 15.30 hicieron una responso en la parroquia y luego el entierro en el cementerio del pueblo. En los Tribunales de Melincué, donde se lleva la instrucción a cargo de la jueza Silvina Marinuchi, Cristian Romero fue imputado por el delito de “homicidio agravado por el vínculo y por ser cometido en un contexto de violencia de género” y quedará detenido con prisión preventiva. En Berabevú continúan los allanamientos porque la bicicleta de Julieta no apareció y sospechan que puede haber más involucrados en el femicidio.
Un vecino le cuenta a la cronista de El Tres TV que están en shock y destrozados, que nunca se imaginaron que podía pasar algo así en el pueblo, que es el primer caso en su localidad, que desde el sábado no pueden dormir ni encontrar la tranquilidad que tenían como comunidad. Que eran de esos pueblos donde más de una vez las puertas quedan abiertas y los chicos salen a divertirse sin problemas. “Dejaron una familia muerta en vida”, lamenta Eduardo frente a la cámara. Tiene 41 años, es nacido y criado en el pueblo, trabaja de conserje del Club Deportivo Berabevú. Comenta que para él “tuvo que haber sido algo bien planeado por parte del asesino”, porque le parece raro que nadie vio nada a pesar de que la Policía local patrulló toda la noche junto a personal de la Comuna para controlar que se cumplan las medidas de aislamiento por la pandemia de coronavirus.
Fabiana y Adrián son la mamá y el papá de Julieta. En la mañana del lunes dieron el siguiente testimonio a Agustina Pugliese, cronista del canal de televisión local El Tres de Rosario. Sentados en la cocina de su casa en Berabevú relataron el peor hecho que les pasó en la vida: un vecino del pueblo golpeó y asesinó a su hija de 19 años. La entrevista es desoladora.

En primera persona
Quiero dejar en claro que ella nunca fue novia de esta persona, que nunca tuvo una relación. Nos conocíamos del pueblo, ella lo conocía porque él venía a casa porque era compañero de trabajo de mi hijo. Ella tenía una relación de conocerlo del pueblo. Y él le mandaba mensajes, le mandaba, le mandaba.
“Ay mami, es tan cargoso”, decía ella.
“Bueno Juli, tené cuidado, mandalo a la mierda”.
“Sí mami, lo bloqueo y listo”.
Nunca, nunca, tuvo relación ni fue pareja. Él ha venido a casa, estuvo en esta mesa tomando mate con ella, con mi hijo, conmigo inclusive. Mi hijo ha salido un montón de veces a dar vueltas con él porque eran compañeros de trabajo. Pero él se sacó las ganas y me la mató. Nos destrozó la vida. Yo la busqué durante toda la noche a Julieta, toda la madrugada. La estuvimos llamando, fui de mi hijo que me decía:
“Mamá se fue con las chicas seguro”.
“Pero no, Jony, porque ella me dijo que le caliente la comida, que ya salía del trabajo, que ya venía. Le calenté la comida y nunca llegó, Jony”.
“Pero se debe haber ido con las chicas, mami”.
“Pero ella me avisa cuando se va con las chicas”.
Ella me pone ‘mamá no calientes’ o ‘me calentaste la comida al cuete mami porque me voy con las chicas, quedáte tranquila’. A los diez minutos que le pongo ‘¿no venís Juli?’, no contestó, no leyó nunca el último WhatsApp. La empezamos a llamar, el teléfono daba apagado. Bueno, pensamos, se fue de las chicas, se quedó sin batería, cuando llegue de las chicas lo va a cargar. Y nunca más contestó.
En tres cuadras me la hizo desaparecer, no sé cómo, no sé dónde la agarró. La última cámara que a ella la registra es a las once y media de la noche, a tres cuadras de acá, doblando para mi domicilio. Ella venía a comer la comida y a estar conmigo. Pero nunca llegó. Yo la busqué tanto, tanto. Todo el pueblo estuvo buscándola. En el último mensaje decía: “Llevo una coquita, unos chocolates y los caramelos para la garganta de papi”. Venía para comer y estar todos juntos. No la pudimos ver más.
Yo esa mañana la busqué, mi hijo se fue a trabajar. Él no vive con nosotros porque ya está casado, tiene su bebé de dos meses, que Juli iba a ser la madrina. Nunca llegamos a bautizarlo, Luca se quedó sin su madrina. Ella tanto esperó ese día, ese sobrino para tener su ahijado. Lo esperó tanto y no va a poder ser. Esa mañana mi hijo se fue a trabajar, yo llegué de noche a su casa en plena madrugada.
“Mami qué haces buscándola, debe estar con las chicas, mira cómo estás toda helada, anda a casa mami que ya va a volver”.
Se hizo de día, yo seguí golpeando puertas, seguí despertando gente, porque un día sábado en el pueblo la gente duerme más. Pero no aparecía, ninguno de sus amigos la había visto en toda la noche, nadie la había visto. Nadie. Se hicieron las 10 de la mañana, me voy al trabajo de mi hijo.
“Jony, no aparece’.
“Mami, estoy comentando en todos los grupos, nadie la vio”.
Esta lacra estaba trabajando con mi hijo.
“Chori, ¿vos no sabes dónde está mi hermana? ¿No la viste anoche? ¿Vos no saliste? ¿No la viste por ahí?’”.
“Qué se yo, man, dónde está tu hermana, no sé dónde se pudo haber ido”.
Y la había enterrado en el patio de la casa, la tuvo durante toda la noche. Y él se levantó, se fue a trabajar al lado del hermano de ella, de mi hijo. Todavía le dijo a mi hijo:
“Le voy a decir al patrón que me deje salir antes así te ayudo a buscarla Jony”, con tanta frialdad lo decía.
“Bueno, mejor así somos más”, le contestó Jony.
Cerca del mediodía ya estaba todo el pueblo buscándola. Todo el pueblo. Por los campos, por la entrada de otros pueblos. Y nada. Las horas iban pasando, era cada vez más desesperante. Yo fui a la comisaría, les dije lo que estaba pasando, me dijeron que iban a empezar a buscarla. Acá no hubo protocolo de esperar las 24 horas por si se había ido con alguno. No, la policía se portó de diez, enseguida salieron a buscarla.
“Quédese tranquila señora, ya mismo le aviso a mi superior que la vamos a buscar”, el chico que me atendió lo veo en el almacén todos los días, la Policía de acá es como familia nuestra.
Yo seguí buscándola. Pasé por el taller, agarré el auto y me fui con mi cuñado para un monte grandísimo que hay acá en la punta del pueblo. Anduvimos por los caminos de tierra, por el monte, nos recorrimos cada árbol, caminamos hectáreas buscándola. Yo ya sentía algo.
Ahí se me ocurrió mandarle un audio al grupo de mamás que quedamos de cuando terminaron el secundario, pidiéndoles ayuda para buscarla. Ya era mucha la desesperación, eran muchas horas. La Pupi no aparecía. Así le decíamos nosotros, sus primos, muchos de sus amigos también. Entonces estas mamás empezaron a viralizar ese audio y al mediodía ya teníamos a medio pueblo en frente de mi casa con caballos, con chatas, motos, drones. Recorrieron cada pastizal, se dividieron en grupos, recorrieron estas tres cuadras, casa por casa, baldío por baldío, taperas, casas deshabitadas. Todo el pueblo buscándola hasta que se hizo de noche.
A media tarde llegaron los perros, el despliegue de la fiscal, la comisaría y los bomberos. Todos actuaron rapidísimo, se los agradezco de corazón. La fiscal me dijo: “Yo te la voy a encontrar, la vamos a encontrar, quedáte tranquila que te voy a ayudar”. Vinieron acá, se llevaron sus pertenencias para que los perros la encuentren. Todo fue muy rápido. Después me pidieron que me quede acá en mi casa. A las diez y media de la noche llegó la peor noticia. “Están haciendo allanamientos en el centro, en la casa del Chori”, nos llega por comentarios de un vecino. Oficial, nada.
Nosotros nos habíamos puesto como una condición de escuchar lo oficial, porque el comisario nos aconsejó eso: “Ustedes básense siempre en lo que nosotros les decimos y no se dejen llevar por lo que les dicen los demás”. Pero me quedé con la duda, porque el allanamiento era en la casa de Chori.
Lo descubrió su hermano. Le dijeron a mi hijo Jony que volviera a mirar las cámaras, entonces él reconoce el auto y ahí lo agarraron. “Ese es el auto del Chori”, dijo por unas luces especiales que tiene. Mi hijo lo llama a él.
“Chori, vení a ver las cámaras”.
“Bueno, ahí voy”.
Y fue como si nada.
“Pero ese no es mi auto”, tuvo la caradurez de decir y la tenía enterrada en el patio.
Ahí se desenlazó todo. A las diez y media llega la fiscal, golpean la puerta con el comisario. Se sentó y me dijo: “Encontramos el cuerpo de Julieta. No lo vas a poder ver mamá, no te conviene verla. Quedáte con su mejor recuerdo”. Y así fue, así quedamos destrozados. No la voy a poder ver más.
Hoy me entregan el cuerpo de mi hija, hoy la voy a recibir pero no la voy a poder ver. Quiero recordarla como el día que se fue a trabajar, que la acompañé hasta el kiosco, después más tarde había pasado para hablar con ella. Y así la voy a recordar. Pero nunca esperamos esto en un pueblo, nunca esperamos que esta persona haga esto con tanta frialdad. Nunca, nunca, nunca pensamos esto. Andaba dando vueltas con el auto mientras la policía hacía los operativos, se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa. Una mente siniestra.
“El pueblo está en shock”
Berabevú es un pueblo al sur de la provincia de Santa Fe, a 150 kilómetros de Rosario, que se llega por la ruta provincial 15. Fundado a principios del Siglo XX con la expansión del ferrocarril, su principal actividad económica está relacionada a la producción agropecuaria y la industria del agro. Viven 2.300 personas en 60 manzanas rodeadas de campos: hileras de árboles jóvenes y centenarios dan sombra a las veredas; las casas son bajas con jardines delanteros o tienen portones de cocheras; las calles están asfaltadas, en las afueras son de tierra. Tiene una plaza principal, una parroquia, un club social. Todos se conocen con todos.
El jefe comunal, Tomás Sorribas, que cumple el rol de un intendente, asumió en diciembre tras las elecciones. Acompañó a la familia de cerca y la búsqueda en contacto estrecho con la fiscalía. En diálogo con lavaca, cuenta que tomó conocimiento al mediodía cuando le llegaron los mensajes, después de que por la mañana la mamá hiciera la denuncia en la comisaría local, y que enseguida fue a la casa de Julieta. “La policía actuó rápido, recabó datos, no es que se dilató la situación. Lo tomó con la urgencia que correspondía, igual que la fiscalía. Buscaron con el escuadrón canino y todo el conjunto de la fuerza”.
-¿Qué pasó en Berabevú con este femicidio?
-Es terrible, yo estoy en shock, el pueblo está en shock. La marcha de ayer lo reflejó, que nos reunimos en la plaza a pedir justicia. La familia que está destrozada. Somos una comunidad chica, yo tengo 31 años, los vi crecer a todos, crecieron a la par mío también, son todos jóvenes criados en nuestra comunidad, nadie que vino de afuera. Lo que nos rompe más es eso, que haya sido dentro de la comunidad. Somos más chicos que cualquier barrio de Buenos Aires. El muchacho es nacido y criado acá, de una familia con muchos años en la comunidad.
-Cuando empezaron la búsqueda, ¿suponían que le podía haber pasado algo en relación a la violencia machista?
-No, nunca. La verdad, cuando empezó la búsqueda uno trató de encontrarla a ella. Yo nunca pensé la situación. Después cuando vas recabando datos, tomamos conocimiento, vimos las cámaras de seguridad que registró el recorrido de Julieta hasta la última donde se perdió el contacto. Con las pruebas de los investigadores procedimos a la detención de él y el posterior allanamiento de la casa.
¿Cómo trabajaban en la comunidad la violencia machista?
Es una paradoja de la vida que me consterna, porque cuando asumo creo la secretaría de desarrollo social con una trabajadora social y una psicóloga. En los únicos 20 días de clases que hubo antes de la pandemia, la única actividad que hicimos desde la Comuna para los jóvenes de nuestra comunidad fueron talleres en las escuelas sobre la temática violencia de género y el festival por el día de la mujer. Me shockea porque es lo primero que toqué a penas asumí.
¿Cuál es la sensación que queda ahora en la comunidad?
Es una ruptura total, un quiebre en la comunidad. Una herida que hay que ver cómo se cierra, si es que algún día cierra. Desde mi lugar acompañar en el pedido de justicia, poner a disposición de la familia a la trabajadora social y la psicóloga de la Comuna. Ver a mis vecinos reunidos por esto es terrible. Tenemos que trabajar en conjunto para calmar el dolor.
#NiUnaMás
Lucía Pérez: la trama de la injusticia

“¿Por qué se procede de esta manera tan irregular y que revictimiza a esta familia una y otra vez para salvar a personas que se supone que son dos perejiles?” preguntó ayer el abogado Juan Pablo Gallego ante sucesivos cambios de carátulas, sospechosas reprogramaciones de fechas y maniobras que parecen revelar un entramado que busca la impunidad y la negación del femicidio de Lucía, que tenía 16 años. Ocurrió durante una audiencia en el que uno de los acusados pide salidas transitorias. El trasfondo de idas y venidas fue descripto por el abogado: “Lo que pasó es un hecho aberrante, que implicó la muerte atroz de una adolescente de 16 años en circunstancias probadas de narco criminalidad”.
Por Claudia Acuña
Hay que explicar lo inexplicable. Desde que el 8 de octubre de este año la Cámara de Casación modificó el segundo fallo por el crimen de Lucía Pérez para negar su femicidio se desató una catarata de maniobras –de alguna manera hay que llamarlas– para intentar liberar a sus femicidas.
El fallo de Casación confirmó la culpabilidad de Juan Pablo Offidani y Matías Farías y los condenó por los delitos de violación agravada por el uso de estupefacientes y por tratarse de una menor de edad, pero no por su crimen: Lucía simplemente se murió. Esta negación del femicidio tiene como consecuencia un disparate jurídico: por un lado, la familia apeló está decisión; pero al mismo tiempo esta apelación no puede avanzar hasta que no se determine el monto de la condena que le correspondería a Farías por esta nueva tipificación. Si es complicado de comprender, imagínense lo que significa para esta familia soportar lo que la obliga a padecer el Poder Judicial. A saber:
- Para poder determinar el monto de la pena que le correspondería a Farías –que en el segundo fallo y luego del juicio anulado había sido condenado por femicidio y por lo tanto a prisión perpetua– podría corresponderle entonces entre 8 y 20 años de prisión. Para establecer exactamente cuánto, de acuerdo a la evaluación de atenuantes y agravantes, se inventó un tribunal compuesto por tres jueces de diferentes juzgados. Serán los responsables de la audiencia de Cesura que, según dictaminó luego de una audiencia donde acordó con las partes –querella y defensa– cómo sería el procedimiento, se realizará el 29 de abril de 2026 y durante tres días.

- Imagen de la audiencia. A la izquierda, el abogado Juan Pablo Gallego. Arriba, la foto principal, la movilización que acompañó a la familia.
- Unos días después la familia recibió una notificación que le comunicaba que esa audiencia se adelantaba a septiembre. Como su abogado, Juan Pablo Gallego, no estaba ni enterado de esta anticipación –y además se encontraba en España para la fecha pautada– se presentó un escrito denunciado esta irregularidad y solicitando se mantenga lo debidamente acordado: 29 de abril de 2026. Así será.
- Un mes después hubo otra novedad: el nuevo fiscal –cuyo rol se supone que es acusatorio– pidió el cese de la prisión de Farías, aun cuando las instancias de apelación y de establecimiento del nuevo monto de pena estaban pendientes de resolución.
- Unos días después llegó el turno de Offidani: solicitó salidas transitorias. La audiencia que se realizó este miércoles en los tribunales de Mar del Plata fue para decidir si las otorgaban o no.
En esa audiencia el doctor Gallego sintetizó lo que todo este proceder judicial despierta como duda “¿por qué se procede de esta manera tan irregular y que revictimiza a esta familia una y otra vez para salvar a personas que se supone que son dos perejiles? ¿Hay algo más detrás de esta causa que permite forzar tanto los procedimientos judiciales? Si nosotros, como parte querellante, no renunciamos a que se le aplique a ambos la figura de femicidio y eso está todavía en trámite, ¿qué se busca con esto? ¿Qué se fuguen antes de que se resuelva la cuestión central?”
Como respuesta la doctora Romina Merino, abogada defensora de Offidani, propuso: “Miremos para adelante”.
El doctor Gallego replicó:
“Nosotros no vamos a dejar de mirar lo que pasó porque lo que pasó es un hecho aberrante, que implicó la muerte atroz de una adolescente de 16 años en circunstancias probadas de narco criminalidad y eso implica una doble responsabilidad del Estado: por tratarse de una menor y por estar frente a una banda que vendía drogas en la puerta de un colegio, delito por el que cumplen una condena ratificada”.
El juez de garantías que debe evaluar el pedido de Offidani tiene ahora cinco días para determinar si cumple o no con los procedimientos necesarios para obtener los beneficios de la libertad transitoria.
En tanto la familia de Lucía sigue esperando justicia.

Matías, el hermano de Lucía y sus padres Guillermo y Marta.
#NiUnaMás
Adiós a Claudia Rodríguez: la Trans andina que propuso politizar el amor

Referente del movimiento trans latinoamericano, activista, poeta, escritora y tanto más, escribió sobre su infancia, la militancia trans, la vida sexual y se autoproclamó Miss Sida en 2007. Claudia Falleció este 29 de Noviembre. Su pelea incluyó al pueblo mapuche, la educación pública, los sin techo, y planteó siempre una filosa crítica al neoliberalismo, que quita posibilidades de vida y las transforma solo en posibilidad de consumo. En uno de sus viajes a la Argentina compartió con la revista MU sus ideas sobre el orgasmo, el feminismo sin resentimiento, la creación, y por qué hay que politizar el amor. Un modo de homenajearla, de recordarla, y a la vez de volver a estar en contacto con un pensamiento y una acción que dejan una sensible huella cultural, artística y política.
Por María del Carmen Varela
Foto: Lina Etchesuri
#NiUnaMás
38º Encuentro Plurinacional: el regreso

Por Claudia Acuña
Fotos Line Bankel
A las doce de la noche parte el micro que nos trae de regreso a Buenos Aires con el grupo de mujeres que lucen imborrables sonrisas y cachetes decorados con purpurina. La noche es para soñar y la mañana para compartir la transmisión de la asamblea que decide en qué ciudad se realizará el próximo encuentro: Córdoba.
Con el festejo llega la ceremonia que preparó la Comisión de Mística.
Estamos todas sentadas en el piso superior del micro mientras una voz encantadora nos cuenta el cuento La cabeza en la bolsa, mientras recorre el angosto pasillo mostrando las ilustraciones que dan vida a esta historia que escribió Marjorie Pouchet: la de una chica rabiosamente tímida que siempre sale a la calle con una bolsa en la cabeza, hasta que un día, regado por sus lágrimas, crece allí un jardín. ¿Qué hará entonces con esa timidez y con esas flores?
Consultar a una amiga.
Algunas compartirán en voz alta lo que ese cuento les resuena; otras sus lágrimas.
Luego, las organizadoras de la colecta para el viaje nos darán dos regalos. Cada una recibirá así una de las serigrafías creadas por el grupo de arte Vivas Nos Queremos y un pedido: que sean expuestas en lugares colectivos. El otro regalo está guardado en un sobre hecho a mano con papel reciclado. Contiene stickers, calcomanías y un papel amarillo donde nos piden que escribamos un deseo que acompañe a nuestras amigas de viaje hasta el próximo Encuentro. Una cajita de cartón recoge los mensajes y de allí cada una extraerá el suyo.
El mío:
“Seguí tus sueños, abrazá tu intuición, aferrate a tus compañeras: todo es posible”. Llegamos.


Revista MuHace 3 semanasMu 209: Una de terror

ActualidadHace 2 díasItuzaingó: los trabajadores ocupan la fábrica de ascensores Cóndor y proyectan una cooperativa

Derechos HumanosHace 2 semanasA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 3 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 2 semanasMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge





























